Mujica Lainez, Manuel – El Escarabajo - Lengua, Literatura y ...
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de los oficios. Veamos si ha terminado de comer; voy a entreabrir un poquito la puerta, para que no me descubra. ¡Traga, atrácate hasta que revientes! ¡Cómo devora el maldito! ¡Qué bicho tan voraz e inmundo! Ignoro qué dios nos ha enviado un regalo semejante, pero seguramente no fueron ni Venus ni las Gracias. Esclavo Primero: ¿Cuál habrá sido? Esclavo Segundo: Sólo el irritado Júpiter. Pero voy a darle agua. Esclavo Primero: Yo explicaré el asunto a niños, mozos, hombres y viejos. Mi señor sufre una locura rara. Se pasa el día mirando al cielo con la boca abierta e increpando a Júpiter: «¡Oh Júpiter! ¿Qué intentas? ¡Deja la escoba, no barras a Grecia!» Trigeo (adentro): ¡Ay, ay! Esclavo primero: Callemos... Creo haber oído su voz. Trigeo: ¡Oh Júpiter! ¿Qué tratas de hacer contra el pueblo ateniense? ¿No ves que no dejarás ni rastros de nuestras ciudades? Esclavo Primero: He ahí la manía que acabo de mencionaros. Hablando aquí mismo, cuando empezó a delirar, exclamaba: «¿Por qué medio podría yo subir directamente hasta Júpiter?» Construyó escalas, por las cuales trataba de ascender al cielo, hasta que cayó, rompiéndose la cabeza. Ayer volvió a casa trayendo un enorme escarabajo, del que me obligó a ser el palafrenero. Mi amo lo acaricia y le dice: «Mi pequeño Pegaso, generoso volátil, condúceme volando hasta el trono de Júpiter.» Pero voy a espiar qué hace. ¡Oh desventurado! ¡Socorro! ¡Mi señor sube por el aire, montado en un escarabajo! Trigeo (en la escena y sobre el escarabajo): Despacio, escarabajo mío; refrena tu fogosidad; no confíes demasiado en tu fuerza. Esclavo Primero: ¡Dueño mío! ¿Estás loco? ¿A dónde te encaminas, temerario? Trigeo: ¡Silencio! Vuelo para procurar la felicidad de los griegos. Esclavo Primero: ¿Qué locura es ésa? Trigeo: No pronuncies frases de mal agüero. Manda callar a todos; haz que cubran con ladrillos las letrinas y cloacas y que se pongan en el trasero un tapón. Esclavo Primero: No callaré hasta que me digas a dónde vuelas. Trigeo: ¿A dónde he de ir, sino a ver a Júpiter, para preguntarle qué piensa hacer con los griegos? Si no me escucha, lo acusaré de traición. (Entran las hijas de Trigeo.) Esclavo Primero: ¡Ay, chiquitas! ¡Vuestro padre os abandona, marchándose al cielo! ¡Suplicadle, pobrecitas! Hija Primera: ¡Padre! ¿Será verdad que nos dejas para ir a perderte con las aves en la región de los cuervos? Trigeo: Sí, me marcho. Hija Primera: Pero, ¿cómo vas a hacer el viaje? Trigeo: Iré sobre este corcel alado. Hija Segunda: ¡Padre! ¿Cómo se te ocurre subir al cielo montado en un escarabajo? Trigeo: Las fábulas de Esopo cuentan que es el único volátil que llegó hasta los dioses Hija Primera: Es un cuento increíble. ¿Cómo pudo llegar un animal tan inmundo? ¿No sería mejor que montases el alígero Pegaso y te presentases en la morada de los dioses con más trágica apostura? Trigeo: ¡Tonta! En tal caso necesitaría doble provisión. Éste se alimentará con lo que yo haya digerido. Hija Segunda: ¿Y si cae del piélago en los abismos húmedos? ¿Cómo podrá salir a flote un animal alado? Trigeo: Tengo un timón personal, que si es necesario utilizaré. Adiós. (A los espectadores.) Vosotros, en cuyo favor sufro estos trabajos, absteneos durante tres días de todo desahogo, ni sólido ni fluido, pues si mi corcel percibe algún olor se precipitará a tierra y burlará mis esperanzas. Adelante, Pegaso mío. ¿Qué haces? ¿Por qué vuelves la cabeza hacia las letrinas? Vuela en línea recta al palacio de Júpiter. Aparta por hoy el hocico de la basura y de tus alimentos cotidianos. ¡Eh, buen hombre!, ¿qué haces ahí? ¡Te lo digo a ti que haces tus necesidades en el Pireo, junto al Lupanar! ¿Quieres que me mate? Ocúltalo pronto, cúbrelo con un montón de tierra, planta tomillo encima y riégalo Manuel Mujica Láinez 49 El escarabajo
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de los oficios. Veamos si ha terminado de comer; voy a entreabrir un poquito la puerta,<br />
para que no me descubra. ¡Traga, atrácate hasta que revientes! ¡Cómo devora el<br />
maldito! ¡Qué bicho tan voraz e inmundo! Ignoro qué dios nos ha enviado un regalo<br />
semejante, pero seguramente no fueron ni Venus ni las Gracias.<br />
Esclavo Primero: ¿Cuál habrá sido?<br />
Esclavo Segundo: Sólo el irritado Júpiter. Pero voy a darle agua.<br />
Esclavo Primero: Yo explicaré el asunto a niños, mozos, hombres y viejos. Mi señor sufre<br />
una locura rara. Se pasa el día mirando al cielo con la boca abierta e increpando a<br />
Júpiter: «¡Oh Júpiter! ¿Qué intentas? ¡Deja la escoba, no barras a Grecia!»<br />
Trigeo (adentro): ¡Ay, ay!<br />
Esclavo primero: Callemos... Creo haber oído su voz.<br />
Trigeo: ¡Oh Júpiter! ¿Qué tratas de hacer contra el pueblo ateniense? ¿No ves que no<br />
dejarás ni rastros de nuestras ciudades?<br />
Esclavo Primero: He ahí la manía que acabo de mencionaros. Hablando aquí mismo,<br />
cuando empezó a delirar, exclamaba: «¿Por qué medio podría yo subir directamente<br />
hasta Júpiter?» Construyó escalas, por las cuales trataba de ascender al cielo, hasta que<br />
cayó, rompiéndose la cabeza. Ayer volvió a casa trayendo un enorme escarabajo, del que<br />
me obligó a ser el palafrenero. Mi amo lo acaricia y le dice: «Mi pequeño Pegaso,<br />
generoso volátil, condúceme volando hasta el trono de Júpiter.» Pero voy a espiar qué<br />
hace. ¡Oh desventurado! ¡Socorro! ¡Mi señor sube por el aire, montado en un escarabajo!<br />
Trigeo (en la escena y sobre el escarabajo): Despacio, escarabajo mío; refrena tu<br />
fogosidad; no confíes demasiado en tu fuerza.<br />
Esclavo Primero: ¡Dueño mío! ¿Estás loco? ¿A dónde te encaminas, temerario?<br />
Trigeo: ¡Silencio! Vuelo para procurar la felicidad de los griegos.<br />
Esclavo Primero: ¿Qué locura es ésa?<br />
Trigeo: No pronuncies frases de mal agüero. Manda callar a todos; haz que cubran con<br />
ladrillos las letrinas y cloacas y que se pongan en el trasero un tapón.<br />
Esclavo Primero: No callaré hasta que me digas a dónde vuelas.<br />
Trigeo: ¿A dónde he de ir, sino a ver a Júpiter, para preguntarle qué piensa hacer con los<br />
griegos? Si no me escucha, lo acusaré de traición.<br />
(Entran las hijas de Trigeo.)<br />
Esclavo Primero: ¡Ay, chiquitas! ¡Vuestro padre os abandona, marchándose al cielo!<br />
¡Suplicadle, pobrecitas!<br />
Hija Primera: ¡Padre! ¿Será verdad que nos dejas para ir a perderte con las aves en la<br />
región de los cuervos?<br />
Trigeo: Sí, me marcho.<br />
Hija Primera: Pero, ¿cómo vas a hacer el viaje?<br />
Trigeo: Iré sobre este corcel alado.<br />
Hija Segunda: ¡Padre! ¿Cómo se te ocurre subir al cielo montado en un escarabajo?<br />
Trigeo: Las fábulas de Esopo cuentan que es el único volátil que llegó hasta los dioses<br />
Hija Primera: Es un cuento increíble. ¿Cómo pudo llegar un animal tan inmundo? ¿No<br />
sería mejor que montases el alígero Pegaso y te presentases en la morada de los dioses<br />
con más trágica apostura?<br />
Trigeo: ¡Tonta! En tal caso necesitaría doble provisión. Éste se alimentará con lo que yo<br />
haya digerido.<br />
Hija Segunda: ¿Y si cae del piélago en los abismos húmedos? ¿Cómo podrá salir a flote<br />
un animal alado?<br />
Trigeo: Tengo un timón personal, que si es necesario utilizaré. Adiós. (A los<br />
espectadores.) Vosotros, en cuyo favor sufro estos trabajos, absteneos durante tres días<br />
de todo desahogo, ni sólido ni fluido, pues si mi corcel percibe algún olor se precipitará a<br />
tierra y burlará mis esperanzas. Adelante, Pegaso mío. ¿Qué haces? ¿Por qué vuelves la<br />
cabeza hacia las letrinas? Vuela en línea recta al palacio de Júpiter. Aparta por hoy el<br />
hocico de la basura y de tus alimentos cotidianos. ¡Eh, buen hombre!, ¿qué haces ahí?<br />
¡Te lo digo a ti que haces tus necesidades en el Pireo, junto al Lupanar! ¿Quieres que me<br />
mate? Ocúltalo pronto, cúbrelo con un montón de tierra, planta tomillo encima y riégalo<br />
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<strong>El</strong> escarabajo