Nº 50 15/11/2009 - enfoqueseducativos.es
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REVISTA DIGITAL ENFOQUES EDUCATIVOS <strong>Nº</strong> <strong>50</strong> <strong>15</strong>/<strong>11</strong>/<strong>2009</strong><br />
Ahora bien, veamos cómo modifica Delaroche – 30 años d<strong>es</strong>pués de la muerte de<br />
Napoleón- la visión de la <strong>es</strong>cena (Fig.2). Evidentemente sigue repr<strong>es</strong>entando el mismo<br />
hecho histórico pero ya ha perdido todo el carácter idealizado que poseía el anterior<br />
retrato, aunque sigue conservando el toque romántico, no de exaltación del valor y la<br />
temeridad, en <strong>es</strong>te caso sino, más bien, el del héroe cansado y abatido y la preocupación<br />
en los ojos de Bonaparte, la cual podría achacarse al miedo o a la incertidumbre<br />
(emocion<strong>es</strong> tan humanas como podrían serlo la temeridad, el coraje o el valor). El<br />
encargo fue realizado, en <strong>es</strong>te caso, por el conde de Onslow a Delaroche quejándose<br />
precisamente de que al original de David le faltaba verosimilitud; en su lugar el pintor<br />
coloca a Napoleón sobre una mula llevada por un montaraz; con aspecto afligido y<br />
cansado, Napoleón recordaría más al Viejo Cruzado del pintor romántico de la segunda<br />
mitad del XIX, F. L<strong>es</strong>sing que al emperador que vimos en el cuadro de David en que se<br />
convertiría, ni qué decir tiene que, comparacion<strong>es</strong> similar<strong>es</strong> podrían <strong>es</strong>tablecerse en gran<br />
número, pu<strong>es</strong>to que, la figura de Napoleón fue querida y odiada –en su época- a part<strong>es</strong><br />
igual<strong>es</strong>.<br />
Una vez más veríamos cómo el arte al servicio de un ideal, de un monarca o de una<br />
institución, puede crear vision<strong>es</strong> históricas como la siguiente: de un lado, la del<br />
emperador entronizado (Fig.3), henchido de poder, con la mirada altiva porque se sabe<br />
por encima de todos y colmado por la dignidad que le otorga la corona imperial y los<br />
atributos del laurel y los báculos que bien parece querer equipararlo a los antiguos<br />
césar<strong>es</strong> o a los dios<strong>es</strong> paganos, concretamente a Zeus, del que Ingr<strong>es</strong> tiene también un<br />
lienzo muy similar a éste que apreciamos; de otro lado, el Bonaparte que ya cansado y<br />
físicamente maltrecho por los <strong>es</strong>tragos de la edad y el gobierno, abdica -a su p<strong>es</strong>ar- en<br />
Fontainebleau (Fig.4).<br />
Dos pinturas muy ilustrativas de cómo se ven los acontecimientos históricos una vez<br />
transcurrido el tiempo (en el caso de Delaroche apenas 30 años d<strong>es</strong>de la muerte de<br />
Napoleón) y de cómo el poder contribuye a malversar la realidad acaecida.<br />
D<strong>es</strong>de un punto de vista didáctico-académico ambas sirven para explicar el transcurso<br />
de la carrera política de Napoleón y sus campañas por Europa como la Batalla de Eylau<br />
de Gros (amigo de David) que repr<strong>es</strong>enta la contienda entre las tropas napoleónicas y<br />
las rusas en 1807, o el lienzo que mu<strong>es</strong>tra al general Bonaparte con los ap<strong>es</strong>tados de<br />
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