Nº 50 15/11/2009 - enfoqueseducativos.es

REVISTA DIGITAL ENFOQUES EDUCATIVOS Nº 50 15/11/2009
en la edad preescolar, de la asimilación de la realidad y de la manipulación intelectual
de los contenidos aprendidos con el fin de transmitírselos a los demás.
El juego, la actividad lúdica, más que una forma de actividad especial con
características intrínsecas, puede considerarse en los niños como una actitud a la que va
unido un cierto grado de elección y una ausencia de coacción por parte de las formas
convencionales de usar objetos, materiales o ideas. Es precisamente en esto en lo que
reside su conexión con el arte y con las diferentes formas de creación.
• En el juego libre el niño juega con su propio cuerpo y disfruta con la manipulación y
exploración sensorial de los objetos que tiene a su alcance.
• El juego dirigido fomenta el autocontrol, la participación grupal, la responsabilidad
ante la propia conducta y el respeto a las reglas, a la vez que constituye un medio de
aprendizaje de comportamiento y pautas grupales de primera magnitud. Hacia los
dos años comienza el juego de imitación y hacia los tres el niño es capaz de hacer la
función de otro personaje.
• En el juego escénico el niño representa papeles antes observados con notable
eficacia. Es capaz de sustituir acciones reales por otras imaginarias, iniciándose el
llamado juego simbólico, cuya función es la asimilación de lo real al yo. Los
aprendizajes más significativos tienen lugar a través del juego.
• El juego dramático no sólo se convierte en vehículo de socialización, sino que
además posibilita elaboraciones dramáticas imaginativas a través de elementos de la
dramatización; la estimulación de la actividad y la creatividad dramática; la
proyección de conflictos internos y, en ciertos casos, su superación.
UNIDAD 3: MODALIDADES DE REPRESENTACIÓN
Constituyen las diversas técnicas de representación dramática, ya sea de argumentos
propios basados en obras literarias, como pueden ser el cuento, la fábula, la poesía o la
misma obra de teatro para niños. Todas ellas requieren: contenido (personajes y
argumentos), montaje (texto, efectos especiales, etc), técnicas de representación
aprendida por parte del niño, representación frente a un público espectador.
El mimo es la representación que sólo utiliza el gesto corporal, prescindiendo de la
palabra, y emplea un lenguaje plenamente codificado. Puede realizarse junto con otros
recursos expresivos, como la música, los efectos sonoros y la iluminación.
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