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La autora de «La muerte lúcida» y «No nos educan para amar»
regresa y cierra la trilogía con su obra definitiva
sobre la evolución de la conciencia
EL PODER DE
LA TIERRA
EL ORIGEN DE LA HUMANIDAD Y LA IMPORTANCIA DE VENIR A ESTE MUNDO
PALOMA CABADAS
M.A.R. Editor

El poder de la Tierra

Paloma Cabadas
El poder de la Tierra
El origen de la Humanidad
y la importancia de venir a este mundo
colección de pensamiento
M.A.R. Editor

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palomacabadas.com
linkedin.com/palomacabadas2010
Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por
cualquier procedimiento y el almacenamiento o transmisión de la totalidad o parte de su
contenido por cualquier método, salvo permiso expreso del editor.
De la obra: © Paloma Cabadas
De la edición: © M.A.R. Editor
www.mareditor.com
Marzo 2012
ISBN: 978-84-939322-3-7
Diseño de la colección: Absurda Fabula
Ilustración de portada: «El poder de la Tierra», obra de Nicoletta Tomás (nicoletta.info)
Depósito legal: M-50000-2011
Imprime: Publidisa
Impreso en España.

A todas las personas que a lo largo de la historia
de la Humanidad dieron la vida, perdieron la razón
o se vieron forzadas a sobrellevar en secreto el peso
de un conocimiento esencial que se nutría incesantemente
de la fuerza de sus visiones, experiencias multidimensionales,
hallazgos verdaderos, sin haberlo podido compartir jamás
en libertad y comprensión.
A todos los seres de bien que tuvieron y tienen el coraje
de compartir esas vivencias, arriesgando sus vidas, credibilidad,
e incluso soportando el escarnio público
en honor a su verdad, a la búsqueda del conocimiento
y al afán de servir a la Humanidad.
Y a mis padres, con mi amor siempre.

Agradecimientos
A todos los compañeros, amigos y alumnos
que han colaborado en estos últimos años
en las tareas de evacuación multidimensional
en España y otros países del mundo,
mi eterno agradecimiento unido al de los equipos
de colegas inmateriales que participan con su
organización, su alegría y amorosa entrega,
en los más altos fines de esta tarea.
Mi gratitud plena a este planeta,
que me ha permitido en esta
vida darme cuenta de lo que
vale vivir en la Tierra.

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 11
1. EN UN PRINCIPIO 15
La importancia de la diversidad 18
El gran letargo 23
2. LA HUMANIDAD, UN PROGRAMA EVOLUTIVO 27
El cuerpo humano, todo un traje 28
Venimos preparados para disfrutar de la vida 38
Por qué a la Humanidad le dio por sufrir 43
Necesitamos que el pasado deje de estar presente 49
La mente y la memoria humana no ayudan a estar en el presente 52
Atreverse con el futuro 60
3. EL DOMINIO ENERGÉTICO ES LA CLAVE 69
La organización de la conciencia 71
La organización de la energía y el cuerpo energético 79
Campos de conciencia y cuerpos de energía 83
Estados de conciencia 87
Ejercicios con el campo energético 94
4. LA MUERTE NO EXISTE 99
Las dimensiones de los muertos 101
Mi trabajo con los muertos 104
Mi experiencia energética en los grandes bosques de la naturaleza 113
Conclusiones preliminares de los trabajos de evacuación masiva 169
5. LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA 173
El origen de la Tierra 175
El origen de la Humanidad 184
6. EL PODER DE LA TIERRA 189
La importancia de venir a este mundo 192
La era de la lucidez 196
Parámetros fundamentales para elevar conciencia 201
Evidencias del salto de conciencia en la evolución personal 203

INTRODUCCIÓN
A lo largo de toda mi vida consciente me recuerdo pensando
en el sentido que tiene la vida en la Tierra, y la fuerza
de esta pregunta y la necesidad de encontrarle una respuesta
satisfactoria, lejos de gastados sistemas de creencias, mitos
culturales y científicos, me siguen sosteniendo todavía hoy
tremendamente motivada y con los pies en la tierra en busca
de la verdad.
A todas luces, la Tierra es un escenario único en el Universo
conocido por el Hombre. Es el escenario natural de la
belleza y la diversidad, de la generosidad y de la riqueza de
recursos, de la regeneración y trasformación permanentes,
de la coexistencia equilibrada de los máximos contrastes, de
la recreación constante de la vida en el caos y en la calma,
de la superación creativa del conflicto. Por eso, su sentido
y su finalidad solo pueden ser grandiosos. Descubrir que
estamos vivos y evolucionando en este planeta es una historia
fantástica, es la gran historia.
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Como experimento evolutivo es impactante, ya que ofrece
al ser humano un sinfín de oportunidades vitales para despertar
a la realidad de lo que en verdad es.
A la Tierra venimos a encontrarnos y de la Tierra
nos iremos sabiendo quiénes somos.
Es un lugar de graduación evolutiva que exige el máximo
esfuerzo, es un lugar de crecimiento en condiciones adversas,
donde la máxima adversidad todavía seguimos siendo los humanos.
En tanto que plataforma vital tiene un mérito indiscutible
porque ofrece un marco de coexistencia en la biodiversidad
extrema, en un caldo de cultivo energético insólito en el
Universo. El tiempo y los elementos de la materia recrean un
escenario permanente donde se hace realidad la historia
de millones de individuos que evolucionan juntos, así como
de miles de millones de microorganismos y estructuras de
todo tipo que viven en fabulosa orquestación con el medio.
La diversidad, el tiempo y la materia son variables
energéticas únicas, y disponibles por el momento
con abundancia y generosidad, para que los chavales
humanos, en un entorno increíble, entrenen su libre
albedrío y lleven a término un proyecto común,
el de ser felices.
Vamos a permitirnos indagar cómo este lugar que nos contiene
es más que un planeta habitado al azar por una especie;
cómo cada estructura viva –mineral, vegetal, animal– representa
a linajes evolutivos de rincones del cosmos que han
cooperado para crear la Tierra; y especialmente cómo la
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conciencia humana descubre su parte esencial en un Universo
que cuenta con ella en su incesante expansión creativa, gracias
a esta plataforma en donde acontece el conocimiento vivido
de las cosas.
Para disfrutar de la sabiduría que este planeta otorga con
abundancia y generosidad ilimitadas hay que estar dispuesto,
por encima de todo, a madurar emocionalmente y a de sarrollar
convenientemente la sensibilidad. A educar las percepciones,
abrir la mente a otras conceptualizaciones de las
cosas y abrir el corazón a nuevas perspectivas de encuentro
en múltiples dimensiones de la realidad. Todo ello sin miedo
alguno, en la alegría y la responsabilidad de ser y disfrutar con
la vida, porque solo hay vida en el Universo y la Tierra es el
mejor reflejo de ello.
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1
EN UN PRINCIPIO
«En un principio fue la idea. La gestación del plan. Mucha
gente involucrada en los planos más evolucionados. El proyecto era
de la mayor importancia, nos implicaba a todos, tenía que ver con
impulsar la evolución de todos. La adrenalina del alma corría por
las dimensiones sutiles creando estelas de entusiasmo, llegando a
todos los rincones del Universo para que todos aportaran, estuvieran
al tanto, cooperaran al unísono. Fueron eternidades de
grandes debates en todos los planos avanzados del conocimiento,
el proyecto estaba disponible para todos, y cada uno accedía a la
parte que le era comprensible por nivel de evolución y de entendimiento,
todos participaban desde su verdad, desde su sabiduría,
y todos estaban integrados por ser quienes eran.
El Universo no discrimina, no aparta, no separa, tampoco mezcla,
cada uno se ubica con naturalidad en el nivel de comprensión
que le corresponde, creando sumatorios de energías que fluyen en
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direcciones convergentes. En el Universo todo está cerca y lejos a
la vez, pero, en un momento dado, todo confluye en la FUERZA DEL
UNÍSONO, algo difícil de entender en la Tierra. El unísono es una
variable del cosmos que permite aglutinar intenciones e ideas en
una manifestación común que crea realidades.
El proyecto estaba abierto, cobraba definición, finalmente
la Tierra había sido el planeta elegido para sostener la gran obra.
Riadas de seres ya habían sido concentrados para lo que un día
sería la Humanidad, seres que por el momento no tenían
conciencia de sí mismos ni de lo que estaba pasando, porque
la conciencia de ser les iba a llegar gracias a esta experiencia.
Y los creadores del gran proyecto fluían con los frutos de su amor
para que aquello cobrara forma. Nunca mejor dicho, la forma,
la materia, como continente de la poderosa energía de amar.
Iba a ser el lugar de las formas de vida, de la multiplicidad de
la forma como espacio para la vida, y todos iban a tener su firma
amorosa en el proyecto. Cada forma de la naturaleza del nuevo
planeta estaría representando a un linaje del cosmos, a un grupo
de expertos, a una población de seres de niveles evolutivos extraordinariamente
diversos, integrados felizmente en la creación
de un espacio común de vivencia y de conocimiento.
Cada equipo, con su aportación, constituiría el máximo lugar
de diversidad conjunta materializado en el cosmos, la máxima concentración
de disparidad cósmica; lo que nunca se toca en el Universo
tendría allí la coexistencia completa gracias a la belleza de
las formas materiales y humanas. Qué maravillosa oportunidad
de encuentro para lo invisible, para lo intangible, para lo sutil, lo
ilimitado, qué maravillosa oportunidad de concentración de esencias
en formas materiales para el gran festival de la cohesión de
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la diversidad. Y con qué delicadeza y respeto permitirían que los
formatos naturales, rocas, vegetación, animales, perfectamente integrados
en el medio, fueran acompañantes del proceso humano,
dotaran de vida al escenario, dejando el verdadero protagonismo
al nuevo linaje que tendría allí su origen y su lugar de referencia
en el cosmos.
Y así se fue diseñando la escena terrestre en la sabia aportación
de tantos equipos de individuos cósmicos que, desde dimensiones
remotas, siguen dotando de vida eterna a las montañas, a
la variedad de árboles de las frondosas vegetaciones, a la variedad
de plantas, a los mares y los ríos, a los desiertos, al viento y las tormentas,
a tantos animales de tantas especies, dando vida a la vida.
A los amaneceres y a las noches, a los ciclos de la naturaleza,
al reloj del tiempo, al Sol, la Luna y la galaxia que dibuja la periferia
cósmica de esta ubicación excepcional.
Y por último, los equipos propios de la Tierra asumieron
la gran responsabilidad de contener para siempre el gran proyecto.
Se harían cargo de sostener y trasformar amorosamente,
pacientemente, los vaivenes de toda esa complejidad que iba
a experimentar por primera vez, al unísono, la gran epopeya
de coexistir juntos en la materialidad y en el tiempo, con una
finalidad superior: hacer de la Tierra el lugar distintivo, el sello
por excelencia de la expresión de la energía de amar en todo el
Universo. La Tierra, la estrella del amor a partir de entonces.»
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La importancia de la diversidad
La Tierra tiene muchas claves distintivas en sí misma, pero
la convivencia en la diversidad entraña una peculiaridad
nunca conseguida en el cosmos hasta ahora. Y me refiero
a una diversidad que contiene de todo lo habido y
por haber, en términos de convivencia de singularidades de
conciencias, niveles de madurez, de evolución, de procedencias
cósmicas, porque aquí, gracias a la estrategia de
la dualidad, se mezcla absolutamente todo y se desmenuza la
realidad.
La dualidad ha sido la manera de que, decididamente,
todo pueda convivir: locales y foráneos, sutiles y densos,
despiertos y dormidos. Eso sí, todos enfundados en trajes
humanos. Este es un gran experimento que pone a prueba
la calidad real de los individuos que se atreven a aparecer
por aquí. Cómo sostener este tipo de encuentro sin que nada
se vaya de las manos, aunque parezca que va a saltar por los
aires en cualquier momento, genera un valor energético
añadido a la evolución cósmica.
Esa plusvalía energética de la vida terrestre, ese producto
derivado del encuentro en la diversidad, permite consolidar
campos vibracionales de coexistencia en otras realidades sutiles
donde el hecho de estar juntos no es tan sencillo y
conlleva un consumo de energía impresionante.
Ya solamente la reutilización del producto energético
que se desprende del proyecto Tierra, y que contribuye
a mantener los logros adquiridos en otras dimensiones
altamente evolucionadas, hace que esta aventura
esté mereciendo la pena al día de hoy.
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Toda la energía que se desliga del planeta se distribuye
para distintos fines cósmicos que incluyen realidades altamente
sutiles y extremadamente densas. El hecho de poder
atender esa disparidad de destinos, en apariencia incompatibles
entre sí, confirma la magnitud intrínseca del proyecto.
Bien es cierto que, por el momento, el grueso energético
es absorbido por poblaciones todavía muy patológicas que
pertenecen a la propia evolución de la Humanidad, pero
también alimenta otras dimensiones muy densas, cercanas al
vecindario terrestre, que se abastecen de este suministro para
poder subsistir.
En el cosmos se ha aprendido a reciclar la energía sustancial
de estas fundiciones terrenas para fines de mantenimiento
y ampliación de universos. Todo esto se está haciendo
con la participación totalmente inconsciente del humano
y, aunque la evolución de la Tierra la lleve a ser, por méritos
propios, un lugar que coopere lúcidamente en la evolución
de la vida multidimensional, todavía no ha despertado a esa
posibilidad.
La vida en las plataformas muy avanzadas tiene
un consumo energético impresionante. La energía que allí
se emplea es mental, no hay más energía material
perdurable disponible para mantener las estructuras
luminosas que contienen la vida y los logros de esos seres,
de esas poblaciones. La energía mental hay que sostenerla
todo el tiempo. Eso supone que hay equipos de
conciencias dedicándose exclusivamente a la tarea de
mantener los parámetros vibratorios que definen esa unión.
De otro modo, todo saltaría por los aires, se disgregaría por
el cosmos y habría que empezar de nuevo a encontrarse y
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coordinarse para poder estar juntos. Algo así como si de repente
desapareciera el cinturón gravitatorio del planeta.
De ahí que la experiencia del encuentro, de la coexistencia,
del mantenimiento de esas uniones sea tan importante,
porque allí se sabe, mejor que en ningún sitio, lo que es perderse
por eternidades, perderse del grupo de referencia y de
sí mismo. Cierto es que se han vuelto expertos en la organización
de esa interacción, pero hay que seguir mejorando.
Mantener esas bandas de cohesión operativas tiene que ver
con altísimos grados de ética aplicada y con la energía de
amar. En nuestras uniones de procedencia tenemos colegas
que ya incorporaron la energía de amar y están sosteniendo
con ella la coexistencia de todos.
Nosotros hemos venido a trasformar definitivamente el
conflicto residual de nuestra historia personal para estar a la
altura de sumar a esa energía de amar.
La Tierra fue diseñada como proyecto para extraer niveles
nuevos de sustentación energética con menos coste,
que permitan encajar piezas de abastecimiento
en otros estadios más sutiles de organización cósmica.
Con todo ello, en el futuro, una vez que se produzca la
integración energética necesaria para el autoabastecimiento de
esas dimensiones sutiles, y a la luz de los resultados propios
del planeta, se contemplará si el proyecto terrestre sigue o no
adelante.
El dominio consciente de la energía es el gran factor
de evolución en el Universo, y la pugna consiste
en ser éticamente autosuficientes.
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La mayoría de las uniones que reúnen conciencias cósmicas
muy avanzadas, así como algunas muy densas, cuentan,
por lo general, con sustratos físicos planetarios,
estelares, que les dan soporte. Cada planeta o estrella del
Universo sirve potencialmente de base material para una
franja vibratoria de individuos. Es decir, que sobre Marte,
Júpiter o la estrella xz24, por ejemplo, podemos inferir que
existen agrupaciones de gente cósmica generando su realidad
inmaterial, aprovechando a su modo la energía física
que se desprende de esas concentraciones de materia gravitante
en el espacio. La diferencia con la Tierra es que no
existe vida física organizada en esos planetas y que, por
tanto, a la luz de los sentidos, se dice que no existe vida en
ellos.
La Tierra fue constituida para sostener proyectos evolutivos
nobles, y esa finalidad sigue viva al día de hoy. Fue la
deriva de la actividad terrestre la que terminó atrayendo en
el tiempo a poblaciones inmateriales de muchas índoles evolutivas.
La diversidad se concretó, dentro y fuera del planeta,
en la variedad de fines y expectativas que generó el propio
quehacer humano.
A diferencia de otras estructuras de materia cósmica,
la Tierra tiene una calidad de vida y de energía
obviamente más rica y productiva. La experiencia
de la interacción humana con los mundos vegetales,
animales y minerales, enriquece la vida de este planeta,
recrea la vida material y viceversa. Es un servicio mutuo
del que nos beneficiamos todos en el Universo.
Gracias a ello, la materia terrestre no es energía muerta,
fósil, como se observa en otros planetas.
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