Juan Carlos Bayón - Diritto & questioni pubbliche
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juan carlos bayón 211<br />
adelante, es muy dudoso que dicha suposición sea tan modesta y<br />
razonable como se pretende 45 . Pero es que además, antes incluso de entrar<br />
a discutirla, se tropieza con un problema de orden conceptual al que<br />
recientemente se ha referido Estlund como “problema de la disyunción”<br />
(ESTLUND 2008, 229-230 y 233).<br />
Se trata de lo siguiente. Para una elección con más de dos opciones,<br />
parece en principio claro que una competencia epistémica superior a la<br />
que resultaría de elegir al azar sería la que superase 1 partido por el<br />
número de opciones (esto es, la que superase 0.333... para una elección<br />
con tres opciones, 0.25 para una con cuatro opciones, etc.). Por eso mismo<br />
diríamos también intuitivamente que en una elección entre tres, cuatro o<br />
más opciones dar por supuesta una probabilidad de elegir la opción<br />
correcta superior a 0.5 resultaría poco verosímil (porque ello equivaldría a<br />
dar por sentada una competencia epistémica no ya ligeramente por<br />
encima, sino marcadamente superior a la probabilidad de acierto que<br />
resultaría de elegir por un procedimiento puramente aleatorio). Lo que<br />
ocurre es que exactamente ésa —más de 0.5— sería la probabilidad de<br />
acierto superior a la resultante de elegir a ciegas si todas las opciones<br />
excepto la correcta se agrupan en una única opción: a saber, la integrada<br />
por su disyunción. Lo que Estlund nos muestra es que cualquier opción<br />
puede desagregarse o descomponerse en una pluralidad de opciones (por<br />
ejemplo, “hacer x” en “hacer x del modo y”, “hacer x del modo z”...) y que<br />
cualquier pluralidad de opciones puede agruparse como una opción (la<br />
disyunción de las mismas). Y ello implicaría que no hay un modo<br />
privilegiado de contar el número de opciones —dependería de la forma en<br />
que se presentasen— ni, por consiguiente, una forma correcta por<br />
principio de fijar qué hay que entender por una competencia epistémica<br />
superior a la que resultaría de elegir al azar. En suma, lo que el problema<br />
de la disyunción vendría a poner de manifiesto es que discutir si realmente<br />
es o no modesta y razonable la suposición de que los votantes tienen una<br />
probabilidad de acierto siguiendo su propio juicio superior a la que<br />
tendrían eligiendo a ciegas no es la única dificultad para los valedores de<br />
la relevancia del teorema: porque ya antes de abordar esa discusión les<br />
sale al paso el escollo estrictamente conceptual de aclarar qué habría que<br />
entender por “competencia epistémica superior a la probabilidad de<br />
acertar eligiendo al azar”.<br />
45 Como dice Estlund, “si se pregunta ‘¿cómo podría ser una persona más tonta que una<br />
moneda lanzada al aire?’ la respuesta sería ‘fácilmente’. La gente tiene opiniones más o<br />
menos sistemáticas acerca de muchas cuestiones. Si su sistema es malo, por así decirlo,<br />
entonces fácilmente podría equivocarse todo el tiempo” (ESTLUND 2008, 16). Martí<br />
sostiene una opinión similar (RD, 192).