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Revista Iberoamericana de Polímeros Volumen 4(2), Abril 2003<br />

Schulz y Katime Los <strong>fraudes</strong> científicos<br />

etapas de la transformación química progresiva de una molécula inicial, la protrocrocina. Un gen<br />

regulaba cada una de las etapas de la transformación química. Esto parecía tanto más verosímil<br />

cuanto que en aquel entonces, en Francia, Boris Ephrussi demostraba -y en esta ocasión de forma<br />

auténtica- que cada una de las etapas de la producción de pigmentos responsables del color de los<br />

ojos de la Drosophila está controlada por un gen (de ahí procede la famosa idea de la biología<br />

molecular "un gen-un enzima"). Pero Moewus iba mucho más lejos que Ephrussi: había<br />

"reducido", por vez primera en la historia de la biología, toda una parte de la vida de un ser vivo<br />

a sus mecanismos elementales: los genes y los factores químicos. Por consiguiente, se trataba de<br />

un trabajo pionero en el campo de la biología reduccionista moderna que, según las propias<br />

palabras de F. Crick, tiene por objeto explicar todo lo biológico desde el punto de vista de física<br />

y química. Para todos los biólogos, la obra de Moewus presentaba, por lo menos, "una<br />

apariencia de acabado y perfección muy raramente alcanzados en biología" (16).<br />

Pero hoy se sabe que este fabuloso sistema de genes y factores químicos únicamente ha<br />

existido en la imaginación de Moewus. A decir verdad, las dudas sobre el trabajo de Moewus<br />

surgieron en 1939. En esa fecha, el célebre genetista británico J.H.S. Haldane advirtió que en<br />

ciertas publicaciones de Moewus los datos presentaban una dispersión estadística<br />

extraordinariamente pequeña (17). En 1941, el biólogo alemán Karl Pätau también criticó los<br />

resultados estadísticos (18).<br />

Pero todo esto ocurría durante la Segunda Guerra Mundial, y hubo que esperar a la<br />

década de los 1950 para que la obra de Moewus volviese a estar en el "banquillo de los<br />

acusados" ante la comunidad científica internacional. En el ínterin las dudas crecían, e incluso<br />

T.M. Sonneborn, durante su exposición en el "Cold Spring Harbor Symposium" de 1951, tuvo<br />

que admitir, a pesar de su profunda admiración por Moewus, que estaban "ante trabajos muy<br />

profundos, o bien ante una gigantesca superchería" (14). En 1952; J.R. Raper efectuó un<br />

balance riguroso de las numerosas incoherencias del sistema de factores químicos "descubiertos"<br />

por Moewus, y demostró que su sistema no podía poseer la significación biológica que le atribuía<br />

(15). En 1954, H. Förster y L. Wiese desmintieron totalmente el papel de las sustancias<br />

carotenoides en la sexualidad de la Chlamydomonas (19).<br />

Ese mismo año, Moewus y su mujer fueron invitados por el genetista norteamericano<br />

Francis J. Ryan a su laboratorio para volver a realizar sus experimentos bajo su control. Al<br />

principio de esta estancia que duró dieciséis meses, Moewus publicó un breve trabajo en que aún<br />

mantenía que hay hormonas flavonoides que determinan el sexo de la Chlamydomonas (20).<br />

14

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