Revista Sant Bani Septiembre-Octubre 1987 - Sant Bani Ashram
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problemas externos y las dificultades que<br />
tenemos que pasar, siendo organizadores<br />
o asistentes, se desvaneció ante el totalmente<br />
pasmoso sacrificio que el Maestro<br />
tiene que hacer para llevarnos allá y<br />
compartir con nosotros Su amor.<br />
Antes de finalizar hay unas cuantas<br />
cosas más que quisiera mencionar sobre<br />
el programa. Ante todo fue un programa<br />
tierno, íntimo y amoroso. <strong>Sant</strong> Ji esparció<br />
Su amor de manera muy especial.<br />
Muchas almas receptivas asistieron al<br />
programa. Algunas de ellas de extrema<br />
pobreza vinieron del Sur de la India y no<br />
habían visto al Maestro desde hacía once<br />
años. Eran más que todo discípulos de<br />
Baba Somanath Ji. Durante once años<br />
esperaron poder tener este precioso momento<br />
y el Maestro no les limitó Su<br />
amor. <strong>Sant</strong> Ji específicamente comentó<br />
acerca de su fe, sencillez y amor. Dijo<br />
que de ellos había recibido una extraordinaria<br />
cantidad de amor.<br />
Para mí fue muy emocionante. Yo<br />
crecí en el ashram de Baba Ji en el sur y<br />
tuve un contacto muy cercano con estas<br />
almas sencillas del sur de la India. Hubo<br />
noches durante las cuales me fue imposible<br />
ver a <strong>Sant</strong> Ji cuando acababa el Satsang,<br />
pero en cambio podía ver a la multitud.<br />
<strong>Sant</strong> Ji no caminaba rápido a Su<br />
cuarto, caminaba muy lentamente a<br />
todo lo largo del salón de meditación,<br />
dando darshan al sangat entero. Las<br />
almas, sentadas, con sus manos juntas<br />
miraban intensamente Su forma radiante.<br />
El satsang era un banquete de luz y de<br />
amor. <strong>Sant</strong> Ji estuvo muy animado en<br />
Sus palabras como también en Sus<br />
gestos y un silencio único prevalecía en el<br />
sangat. Es importante añadir que las<br />
personas del sur de la India no entendían<br />
lo que <strong>Sant</strong> Ji decía y que habían ido<br />
solamente a gozar de la bendición de Su<br />
darshan. Hay algo sumamente conmovedor<br />
en la extremada sencillez de esta<br />
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gente del desierto y el gran amor de <strong>Sant</strong><br />
Ji por ellos era evidente.<br />
El programa de satsang tuvo más o<br />
menos el mismo estilo de los pasados<br />
programas en Bombay. Diariamente<br />
hubo una hermosa meditación para todo<br />
el sangat con <strong>Sant</strong> Ji. Fueron momentos<br />
muy especiales con la fresca brisa tropical<br />
de la mañana, el silencio del salón de<br />
meditación, los devotos de oriente y occidente<br />
reunidos y claro está <strong>Sant</strong> Ji esparciendo<br />
Su gracia sobre todos.<br />
Después de la meditación, <strong>Sant</strong> Ji regresaba<br />
a Su cuarto y los padres con sus<br />
hijos esperaban recibir Su darshan antes<br />
de que El subiera las escaleras.<br />
A las 10:45 <strong>Sant</strong> Ji daba el satsang de<br />
niños y a las 11:00 el darshan para los<br />
occidentales. Ese programa se llevaba a<br />
cabo en el área del langar y la iluminación<br />
para obtener Su darshan, era excepcional.<br />
Esta área era también muy fresca<br />
y cada persona podía sentarse muy cerca<br />
de El. Los padres y los niños fueron muy<br />
afortunados porque el balcón de sus habitaciones<br />
daba al sitio donde <strong>Sant</strong> Ji se<br />
sentaba, entonces quienes cuidaban a los<br />
niños también podían obtener Su darshan.<br />
A las 12:00 <strong>Sant</strong> Ji nos ponía a todos<br />
en meditación y cuando dejaba el salón,<br />
nuevamente los niños lo esperaban para<br />
recibir Su darshan antes de que subiera a<br />
Su cuarto.<br />
A las 6:45 <strong>Sant</strong> Ji salía para dar el<br />
satsang vespertino al sangat entero.<br />
Estos fueron instantes preciosos llenos<br />
de la vibración del amor de los <strong>Sant</strong>os,<br />
donde el tiempo no existe.<br />
Durante los satsangs los niños permanecían<br />
en el balcón justo enfrente del<br />
cuarto de <strong>Sant</strong> Ji. De esta manera, podían<br />
asistir a satsang, ver a <strong>Sant</strong> Ji claramente<br />
e ir a sus cuartos en el área adyacente<br />
si era necesario. Pero después del<br />
Satsang, los niños recibían un regalo especial<br />
de <strong>Sant</strong> Ji. Cada noche, El subía<br />
SANT BANI