Extra Fallas - El País

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07.05.2013 Views

8 EXTRA EL PAÍS, MIÉRCOLES 16 DE MARZO DE 2011 Fallas Una ‘Pinotxada’ inolvidable Begué, Martín y Jarque renovaron hace 10 años para Na Jordana la plástica fallera CRISTINA VÁZQUEZ Su cabeza se alzaba por encima de los tejados de El Carme como oteando la ciudad y desafiando a la gravedad con sus 26 metros de altura y su larga nariz de mentiroso. El Pinotxo, figura central de la falla que Na Jornada plantó en 2001, hace ahora una década, es con diferencia el monumento más popular de este inicio de milenio a pesar del segundo premio de la Sección Especial que le otorgó el jurado. La obra 2001, una odissea de tres pares de nassos o Pinotxada universal, surgida de la genial colaboración entre Sigfrido Martín Begué, uno de los artistas plásticos que dieron vida a la movida madrileña, el polifacético artista Manolo Martín y el crítico de arte Vicente Jarque, fue un hito por aquel entonces. “Fue una falla muy especial, muy atrevida”, recuerda el presidente de Na Jordana, Pere Borrego. Sus líneas sobrias, tan características de Martín, nada tenían que ver con el barroquismo y el preciosismo tan habitual en el mundo fallero. Fue un acto de valentía de la comisión y de los artistas, que buscaban renovar el lenguaje plástico de las fallas. “Se juntó mucho sentimiento. Hacía menos de un año que a mi padre [Manolo Martín] se le descubrió una enfermedad importante y Sigfrido estaba lo- Manolo Martín aceptó el encargo al poco de conocer su enfermedad “Fue una falla muy especial, muy atrevida”, recuerda Pere Borrego Na Jornada vuelve a arriesgar este año con Sento y Martín y el infierno co por diseñar una falla. Era más fallero incluso que nosotros”, recuerda Manolo Martín hijo. Su padre, el maestro Martín López, aceptó el encargo de Na Jornada después de más de una década apartado de la creación fallera y haber dejado alto el listón. Manolo Martín había innovado con la autoría de varios monumentos de la plaza del Ayuntamiento. En ellos se atrevió a hacer cosas tan originales como vestir a los ninots con creaciones del modisto Francis Montesinos. “Sacó fuerzas de flaqueza y lo ejecutó dando vida a una comisión, a un taller y a sí mismo”, recuerda La plantà de la mítica falla de Na Jordana el 15 de marzo de 2001. / carles francesc con cariño su hijo. La plantà fue compleja por la altura de la figura principal pero también porque el protagonista del cuento infantil del escritor florentino Carlo Collodi se plantó sobre sus propios pies, no sobre una base amplia. Fue otro paso adelante en la renovación de la estética fallera. También en los materiales elegidos había un deseo de innovar. Como el Pinocho del cuento, la figura principal de la falla se hizo con madera, además de cartón y poliestireno. “Se trata de una apuesta creativa en la que se combinan lenguajes procedentes del cine, del teatro, de las artes plásticas y de la arquitectura”, explicaba aquel 2001 Martín Begué —fallecido el pasado diciembre— a EL PAÍS. La temática de Pinotxada Universal era igualmente original, ácida, crítica: la mentira consentida, la mendacidad y el autoengaño. Como aparece recogido en el libro Manolo Martín, artesà faller, donde se repasan las creaciones del artista desaparecido en 2005, el cuerpo central era “una ciudad que parece un edificio, un mueble de carpintero o un bodegón metafísico. O las tres cosas a a la vez”. Pinotxo, armado de un matamoscas, de- dica una mirada de pocos amigos al personaje de Pepito Grillo. A diferencia de la historia original —y no la que popularizó Walt Disney—, “el personaje no mata al pobre animalillo que representa su mala conciencia; solo lo está pensando”, explicaba Jarque. Otros rasgos singulares de aquel monumento fue vestir a los ninots —falleros y falleras— con modelos inspirados en famosos diseñadores como Versace, Gaultier, Armani o Ágatha Ruiz de la Prada, emplear la madera de nuevo en su realización o poderla visitar por dentro. Transcurrida una década, el presidente de Na Jornada se muestra orgulloso de aquel acto valiente, de aquella ilusión con la que los tres autores se pusieron manos a la obra hasta dar a luz a un monumento que, como recuerda Pere Borrego, es uno de los más conocidos entre los valencianos. Visto ahora, desde la distancia, aquel monumento fallero abrió muchos caminos y rompió muchas barreras, opina Manolo Martín Huguet. “Este año nos está sucediendo lo mismo”, comenta el presidente de Na Jornada. Coincidiendo con el 10º aniversario de la Pinotxada, esta comisión fallera ha hecho otra gran apuesta con un monumento poco común y arriesgado. El dibujante Sento Llobell es el encargado de diseñarlo y el taller de Manolo Martín Huguet le ha dado forma. Este equipo, junto a la comisión Na Jordana, vuelve a asumir riesgos con Ens vorem a l’infern, que da nombre a la falla, y en la que el fuego amenaza con devorar a la práctica totalidad de la clase política. El tema principal es el infierno y la oscuridad. Y la ambientación, dramática, teatral, sumerge al espectador en una atmósfera infernal. La figura del rey —Juan Carlos I— desnudo o una reproducción de las torres que se erigían donde ahora se planta el monumento, las de Portal Nou, son piezas destacadas del conjunto, que cuenta con un itinerario en su interior que se puede visitar. Un grupo de teatro dará más dramatismo, si cabe, a la historia. Si la mayoría de monumentos se distinguen por los colores vivos y volúmenes excesivos, la apuesta de Na Jornada este año es por un color muy poco fallero, el tétrico negro. La ilustración de Sento Llobell ha sido un auténtico reto para el equipo que lidera Manolo Martín. Era y es una de las señas de identidad del taller de los Martín, su concepto de arte multidisciplinar, que igual les permite diseñar un parque temático —el Gulliver del antiguo cauce del Turia es obra del artista fallecido— que hacer decorados para conocidas óperas. Es una escuela muy especial, que entiende la creación como una colaboración mano a mano con el resto de artistas. “Hemos tenido una ardua lucha para que los ninots no pecaran de exceso. Hemos tenido que quitar más que poner”, detalla Manolo Martín hijo. En cuanto al contenido, Martín y Sento reivindican la crítica como objetivo esencial de la falla. “Hay que decir las cosas como son y recuperar ese espíritu crítico. Debemos huir de lo políticamente correcto”, agrega. Una década después, Na Jordana vuelve a jugársela, arriesgando para ganar pero también para romper tópicos.

EL PAÍS, MIÉRCOLES 16 DE MARZO DE 2011 EXTRA 9

8 EXTRA EL PAÍS, MIÉRCOLES 16 DE MARZO DE 2011<br />

<strong>Fallas</strong><br />

Una ‘Pinotxada’ inolvidable<br />

Begué, Martín y Jarque renovaron hace 10 años para Na Jordana la plástica fallera<br />

CRISTINA VÁZQUEZ<br />

Su cabeza se alzaba por encima<br />

de los tejados de <strong>El</strong> Carme como<br />

oteando la ciudad y desafiando<br />

a la gravedad con sus 26 metros<br />

de altura y su larga nariz<br />

de mentiroso. <strong>El</strong> Pinotxo, figura<br />

central de la falla que Na Jornada<br />

plantó en 2001, hace ahora<br />

una década, es con diferencia el<br />

monumento más popular de este<br />

inicio de milenio a pesar del<br />

segundo premio de la Sección<br />

Especial que le otorgó el jurado.<br />

La obra 2001, una odissea de<br />

tres pares de nassos o Pinotxada<br />

universal, surgida de la genial<br />

colaboración entre Sigfrido<br />

Martín Begué, uno de los artistas<br />

plásticos que dieron vida a<br />

la movida madrileña, el polifacético<br />

artista Manolo Martín y el<br />

crítico de arte Vicente Jarque,<br />

fue un hito por aquel entonces.<br />

“Fue una falla muy especial,<br />

muy atrevida”, recuerda el presidente<br />

de Na Jordana, Pere Borrego.<br />

Sus líneas sobrias, tan características<br />

de Martín, nada tenían<br />

que ver con el barroquismo<br />

y el preciosismo tan habitual<br />

en el mundo fallero. Fue un<br />

acto de valentía de la comisión<br />

y de los artistas, que buscaban<br />

renovar el lenguaje plástico de<br />

las fallas.<br />

“Se juntó mucho sentimiento.<br />

Hacía menos de un año que<br />

a mi padre [Manolo Martín] se<br />

le descubrió una enfermedad<br />

importante y Sigfrido estaba lo-<br />

Manolo Martín<br />

aceptó el encargo al<br />

poco de conocer su<br />

enfermedad<br />

“Fue una falla muy<br />

especial, muy<br />

atrevida”, recuerda<br />

Pere Borrego<br />

Na Jornada vuelve<br />

a arriesgar este año<br />

con Sento y Martín<br />

y el infierno<br />

co por diseñar una falla. Era<br />

más fallero incluso que nosotros”,<br />

recuerda Manolo Martín<br />

hijo. Su padre, el maestro Martín<br />

López, aceptó el encargo de<br />

Na Jornada después de más de<br />

una década apartado de la creación<br />

fallera y haber dejado alto<br />

el listón. Manolo Martín había<br />

innovado con la autoría de varios<br />

monumentos de la plaza<br />

del Ayuntamiento. En ellos se<br />

atrevió a hacer cosas tan originales<br />

como vestir a los ninots<br />

con creaciones del modisto<br />

Francis Montesinos. “Sacó fuerzas<br />

de flaqueza y lo ejecutó dando<br />

vida a una comisión, a un<br />

taller y a sí mismo”, recuerda<br />

La plantà de la mítica falla de Na Jordana el 15 de marzo de 2001. / carles francesc<br />

con cariño su hijo.<br />

La plantà fue compleja por la<br />

altura de la figura principal pero<br />

también porque el protagonista<br />

del cuento infantil del escritor<br />

florentino Carlo Collodi<br />

se plantó sobre sus propios<br />

pies, no sobre una base amplia.<br />

Fue otro paso adelante en la renovación<br />

de la estética fallera.<br />

También en los materiales elegidos<br />

había un deseo de innovar.<br />

Como el Pinocho del cuento, la<br />

figura principal de la falla se hizo<br />

con madera, además de cartón<br />

y poliestireno.<br />

“Se trata de una apuesta creativa<br />

en la que se combinan lenguajes<br />

procedentes del cine, del<br />

teatro, de las artes plásticas y<br />

de la arquitectura”, explicaba<br />

aquel 2001 Martín Begué —fallecido<br />

el pasado diciembre— a EL<br />

PAÍS. La temática de Pinotxada<br />

Universal era igualmente original,<br />

ácida, crítica: la mentira<br />

consentida, la mendacidad y el<br />

autoengaño.<br />

Como aparece recogido en el<br />

libro Manolo Martín, artesà faller,<br />

donde se repasan las creaciones<br />

del artista desaparecido<br />

en 2005, el cuerpo central era<br />

“una ciudad que parece un edificio,<br />

un mueble de carpintero o<br />

un bodegón metafísico. O las<br />

tres cosas a a la vez”. Pinotxo,<br />

armado de un matamoscas, de-<br />

dica una mirada de pocos amigos<br />

al personaje de Pepito Grillo.<br />

A diferencia de la historia<br />

original —y no la que popularizó<br />

Walt Disney—, “el personaje<br />

no mata al pobre animalillo que<br />

representa su mala conciencia;<br />

solo lo está pensando”, explicaba<br />

Jarque.<br />

Otros rasgos singulares de<br />

aquel monumento fue vestir a<br />

los ninots —falleros y falleras—<br />

con modelos inspirados en famosos<br />

diseñadores como Versace,<br />

Gaultier, Armani o Ágatha<br />

Ruiz de la Prada, emplear la madera<br />

de nuevo en su realización<br />

o poderla visitar por dentro.<br />

Transcurrida una década, el<br />

presidente de Na Jornada se<br />

muestra orgulloso de aquel acto<br />

valiente, de aquella ilusión<br />

con la que los tres autores se<br />

pusieron manos a la obra hasta<br />

dar a luz a un monumento que,<br />

como recuerda Pere Borrego, es<br />

uno de los más conocidos entre<br />

los valencianos. Visto ahora,<br />

desde la distancia, aquel monumento<br />

fallero abrió muchos caminos<br />

y rompió muchas barreras,<br />

opina Manolo Martín Huguet.<br />

“Este año nos está sucediendo<br />

lo mismo”, comenta el presidente<br />

de Na Jornada. Coincidiendo<br />

con el 10º aniversario de<br />

la Pinotxada, esta comisión fallera<br />

ha hecho otra gran apuesta<br />

con un monumento poco común<br />

y arriesgado.<br />

<strong>El</strong> dibujante Sento Llobell es<br />

el encargado de diseñarlo y el<br />

taller de Manolo Martín Huguet<br />

le ha dado forma. Este equipo,<br />

junto a la comisión Na Jordana,<br />

vuelve a asumir riesgos<br />

con Ens vorem a l’infern, que da<br />

nombre a la falla, y en la que el<br />

fuego amenaza con devorar a la<br />

práctica totalidad de la clase política.<br />

<strong>El</strong> tema principal es el infierno<br />

y la oscuridad. Y la ambientación,<br />

dramática, teatral, sumerge<br />

al espectador en una atmósfera<br />

infernal. La figura del rey<br />

—Juan Carlos I— desnudo o una<br />

reproducción de las torres que<br />

se erigían donde ahora se planta<br />

el monumento, las de Portal<br />

Nou, son piezas destacadas del<br />

conjunto, que cuenta con un itinerario<br />

en su interior que se<br />

puede visitar. Un grupo de teatro<br />

dará más dramatismo, si cabe,<br />

a la historia.<br />

Si la mayoría de monumentos<br />

se distinguen por los colores<br />

vivos y volúmenes excesivos, la<br />

apuesta de Na Jornada este año<br />

es por un color muy poco fallero,<br />

el tétrico negro. La ilustración<br />

de Sento Llobell ha sido un<br />

auténtico reto para el equipo<br />

que lidera Manolo Martín. Era<br />

y es una de las señas de identidad<br />

del taller de los Martín, su<br />

concepto de arte multidisciplinar,<br />

que igual les permite diseñar<br />

un parque temático —el Gulliver<br />

del antiguo cauce del Turia<br />

es obra del artista fallecido—<br />

que hacer decorados para<br />

conocidas óperas. Es una escuela<br />

muy especial, que entiende la<br />

creación como una colaboración<br />

mano a mano con el resto<br />

de artistas.<br />

“Hemos tenido una ardua lucha<br />

para que los ninots no pecaran<br />

de exceso. Hemos tenido<br />

que quitar más que poner”, detalla<br />

Manolo Martín hijo. En<br />

cuanto al contenido, Martín y<br />

Sento reivindican la crítica como<br />

objetivo esencial de la falla.<br />

“Hay que decir las cosas como<br />

son y recuperar ese espíritu crítico.<br />

Debemos huir de lo políticamente<br />

correcto”, agrega.<br />

Una década después, Na Jordana<br />

vuelve a jugársela, arriesgando<br />

para ganar pero también<br />

para romper tópicos.

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