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Georgui Vatchnadze Los secretos de la rrensa soviética<br />

han decuplicado) y de las tarifas de imprenta, el Ministerio de Comunicaciones<br />

de la URSS ha subido los precios de envío y distribución de<br />

periódicos y revistas. Al amparo de sus derechos monopólicos en la distribución<br />

de la prensa a través de la red de Soyuzpechat, y utilizando la<br />

dependencia de las oficinas de correo y de los carteros de ese ministerio,<br />

la jefatura del mismo reclamó por sus servicios el 50 % de la recaudación<br />

por concepto de venta de las publicaciones centrales (periódicos y revistas<br />

de difusión nacional que se editan en Moscú). Respecto a las demás<br />

publicaciones, que también quieren ampliar el ámbito de difusión, se ha<br />

decidido actuar según los «precios libremente convenidos», es decir, sin<br />

regla alguna.<br />

En opinión del diario Izvestia (26.1.91), el récord absoluto corrió a<br />

cargo de los responsables del correo de Kazajstán que incrementaron en<br />

16 veces (!) las tarifas de servicio postal y en 26 veces (!) las de distribución<br />

de la prensa. Al tributar con un 60 % a la tesorería de dicho ministerio,<br />

las editoriales locales se encontraron al borde de la ruina.<br />

Para evitar la quiebra, todas las publicaciones periódicas han tenido<br />

que elevar varias veces los precios de venta al público y hasta limitar la<br />

suscripción para 1991. En 1990, el precio de un ejemplar de un diario o<br />

un semanario central no sebrepasaba 20 kopeks. Los periódicos independientes,<br />

que tienen cerrado el acceso a la red distribuidora de la agencia<br />

estatal Soyuzpechat, se venden por difusores callejeros a 1 ó 2 rublos el<br />

ejemplar, y eso a pesar de la pequeña extensión de esas ediciones y de la<br />

bajísima calidad de la impresión gráfica).<br />

Al provocar la subida artificial de los precios, los departamentos centrales<br />

se han salido con la suya, aprovechando, además, su monopolio en<br />

la producción y distribución del papel y sus derechos de propiedad de las<br />

imprentas, los locales de las redacciones y las redes de difusión. El Partido<br />

Comunista seguía difundiendo por todos los medios –por suscripción<br />

obligada cuando sea posible, a precios rebajados o gratis– los diarios Pravda<br />

y Sovétskaya Rossía, así como publicaciones de índole similar. ¿Qué<br />

podía hacer la redacción de la revista literaria mensual Novi mir en esta<br />

circunstancia?<br />

Es necesario, sin duda, modernizar las empresas papeleras y de comunicación,<br />

construir nuevas imprentas y dotarlas de equipos modernos.<br />

Pero, quién puede asegurar que los enormes recargos sobre los precios del<br />

papel, las tarifas de correos y los servicios de las imprentas se utilizarán<br />

para modernizar las empresas, aumentar los salarios del personal y mejorar<br />

las condiciones de vida y de trabajo de los obreros forestales, tipógrafos<br />

y empleados de correos. Porque suele suceder que todos o casi todos<br />

los beneficios adicionales van a parar al bolsillo del Estado, o sea, a fondo<br />

perdido.<br />

Lo que antes no se consiguió hacer limitando la suscripción (no a<br />

Pravda ni a otras ediciones del partido, sino a revistas como Novi mir. un<br />

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