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Georgui Vatchnadze Los secretos de la rrensa soviética<br />

interrogatorio duró cuatro horas. Posteriormente, un oficial encargado<br />

de la instrucción del caso se presentó en la Redacción de NM y exigió<br />

que se le entregara la grabación de las declaraciones de Kaluguin que<br />

habían servido de base para redactar el artículo publicado por el semanario.<br />

Huelga decir que todo eso se hizo con el pretexto de proteger los<br />

supuestos secretos de estado que Kaluguin y Novedades de Moscú pretendían<br />

divulgar.<br />

En la lejana Siberia tienen menos miramientos aún cuando se trata<br />

de meter en cintura a los periodistas y redactores díscolos. Hace algún<br />

tiempo la agencia independiente Sibia imprimió un boletín de información<br />

cuyo contenido desagradó a los funcionarios del comité regional<br />

del PCUS. Por «orden de arriba», la tirada fue secuestrada en el aeropuerto<br />

y se incoó un proceso contra los editores, por haber incurrido<br />

en el delito de «actividad ilícita». En Leningrado, el diario Smena tuvo<br />

el atrevimiento de expresar la sospecha de que el KGB estaba implicado<br />

en el accidente de aviación sufrido por Borís Yeltsin en España. Inmediatamente<br />

se adoptaron sanciones y es posible que el director tenga<br />

que comparecer ante el tribunal. En los Urales, los perseguidores de la<br />

prensa libre se valen de los servicios de correos: de vez en cuando desaparece<br />

toda la tirada de una u otra publicación y los suscriptores se<br />

quedan en ayunas. Con particular frecuencia se ha empleado este método<br />

para impedir la difusión de la revista Vek XX i mir (El siglo XX y<br />

la paz), que se manifiesta de modo bastante consecuente en defensa de<br />

las libertades humanas.<br />

De todos modos, está claro que en un Estado centralizado es también<br />

por métodos centralizados como se puede combatir mejor la prensa<br />

«subversiva». Poco antes de que se iniciara la campaña de suscripciones<br />

para 1991, se anunció una fuerte e inminente subida de los precios<br />

de los periódicos y revistas (posiblemente, en un 100 ó 200 %), debido<br />

al aumento de los gastos de impresión y envío por correos. ¡Magnífica<br />

jugada! Pravda, Izvestia, Kommunist y otras publicaciones de «alto rango»<br />

saldrán fácilmente de apuros gracias a la ayuda financiera procedente<br />

de las cajas del PCUS y del Estado. Pero las nuevas publicaciones<br />

opositoras, que apenas comienzan a levantar cabeza, y algunas más viejas<br />

que se han escapado de la tutela del Comité Central, pueden hundirse:<br />

el alza de los precios desanimará a muchos suscriptores potenciales.<br />

«Nuestros economistas han calculado que el aumento de los precios,<br />

aunque sólo sea al doble, provocará una disminución a la mitad del<br />

número de suscripciones», comentó el director de Ogoniok, Vitali Korótich.<br />

Su homólogo de Moskovski komsomólets, Pável Gúsev, analiza el<br />

problema más a fondo (o quizá sea más franco): «Se trata de una acción<br />

encubierta contra la libertad de expresión. Como resultado, las capas<br />

desposeídas, es decir, las que más necesitan la información, quedarán<br />

privadas de ella». Esta opinión es compartida por el director de Sovéts-<br />

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