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Georgui Vatchnadze Los secretos de la rrensa soviética<br />

dano el derecho de fundar un medio de comunicación social. No sé qué argumento a favor<br />

de esa norma resultó decisivo: ¿referencias a los legados de Lenin, alusiones a la actividad<br />

editorial de Herzen, Pushkin y Délvig, los compromisos internacionales de la<br />

URSS?... La propuesta de «excluir al ciudadano» reunió sólo 84 votos a favor. En el receso<br />

no pudimos contener nuestra alegría y nos felicitamos.<br />

Pero nos esperaba una derrota. Los miembros del Equipo de trabajo y otros diputados<br />

se esforzaron por privar al órgano registrador del derecho de clausurar medios de información.<br />

Tratamos de explicar que esta fórmula apareció en el texto contra nuestra voluntad.<br />

Pero todo fue en vano. La «enmienda de la oficina de mecanografía» adquirió la<br />

fuerza legal, ya que nos faltaron una veintena de votos para impedirlo.<br />

El tercer acto del drama estuvo repleto de sorpresas. Primero, el excelente escritor<br />

Serguéi Zaliguin pidió la palabra y se pronunció... en contra de la ley, aludiendo que<br />

protegía a los periodistas, pero dejaba indefensa la revista Novi Mir que él dirige.<br />

Luego, un diputado por Moldavia exigió establecer sanciones contra los astrólogos,<br />

personas con poderes extrasensibles y a todos cuantos difunden «datos que no se<br />

corresponden con la realidad». Como argumento, contó un caso de pánico entre la<br />

población de Moldavia después de que un astrólogo pronosticara un terremoto inminente.<br />

Tal vez no entendía que su propuesta podría causar una herida mortal a la<br />

pluralidad de opiniones y a la libertad de expresión. Y las «mecanógrafas» serviles ya<br />

estaban dispuestas a ofrecer las fórmulas correspondientes para someter la enmienda<br />

a la votación.<br />

Por fortuna, la enmienda del diputado moldavo fue rechazada, lo mismo que muchas<br />

otras. En resumidas cuentas, durante la segunda lectura no se logró mejorar ni empeorar<br />

el documento.<br />

¿Es mala la nueva ley? Diría que es buena y la calificaría de «notable». Pero hoy lo<br />

principal es impedir que el Gobierno central, el Comité para la Obra Editora y el Comité<br />

de Radio y Televisión introduzcan «innovaciones» en el documento. Por eso hay que<br />

estar alerta y luchar en Parlamentos, en Soviets locales, en tribunales, en Redacciones... Es<br />

decir, en todas partes.<br />

Nezavísimaya gazeta (2.2.91) publicó que «expertos del Ministerio del<br />

Interior de la URSS están revisando la Ley de Prensa por encargo y a<br />

cuenta del Comité para la Obra Editora de la URSS, no del presidente».<br />

Esos expertos ya han remitido al Soviet Supremo un «paquete» de propuestas<br />

de mejora del texto de dicha Ley, ya ratificada y en vigor y, según<br />

la información del citado periódico, las mismas han sido acogidas de<br />

forma positiva.<br />

La lucha por la libertad de prensa<br />

La orientación unilateral de la TV Central de la URSS, el hecho de<br />

que se guiara en toda su actuación por los criterios del Politburó era no<br />

sólo una muestra de intervencionismo arbitrario del PCUS en el ente<br />

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