Ensayista, críticio de artes, narrador y poeta. Una antología de sus textos saldrá próximamente por Ediciones Unión, bajo el titulo Con la buena voluntad del tiempo. <strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 522 Corales y colores de una fiesta del cine Sobre la edición 31 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano Frank Padrón
ué trajo de bueno (y no tanto) la más reciente fiesta del cine regional y de tantos otros lares celebrada en Cuba el último diciembre? Primeramente, la certeza de que pese a todas las crisis, Latinoamérica es una franja que no permite que pasen el tiempo y la historia sin dejar constancia de estos mediante imágenes móviles, según la percepción de sus cineastas; segundo, que por muchos recursos que detente el cine primermundista, nuestros creadores, al menos a nivel de talento, nada tienen que envidiar a sus colegas de otras coordenadas. Echemos, entonces, una ojeada a unos y otros, con la certeza de que nosotros, agradecidos espectadores, hemos sido los verdaderamente premiados con esta avalancha ininterrumpida de cine durante diez provechosos días. EL MUNDO EN LAS PANTALLAS Panorama contemporáneo internacional y muestras de varias cinematografías (sobre todo europeas) fueron confrontadas y visitadas durante el Festival, como ocurre siempre. Anticristo, de Lars von Traer, descorrió las cortinas de estas secciones no competitivas. La nueva propuesta del «ex dogmático» ha sido esa piedra de escándalo, ese habitual cisma que sitúa, aún a sus incondicionales, en un dilema tremendo: ¿sí o no?. Yo, que admiro al danés aunque sin llegar al paroxismo, reconozco que en todos los sentidos, llega lejos: éticamente fuerza límites, sitúa a prueba de balas estómagos y nervios; estéticamente ofrece un espectáculo visual casi perfecto, virtuoso, que regala a diestra y… cineastas, lecciones de saber hacer. Una pareja transida por el dolor que implica la pérdida del pequeño unigénito se refugia en una cabaña llamada Edén con la esperanza de restañar heridas y salvar el matrimonio, plan ideado por él, sicólogo; pero el simbólico y paradójico nombre del sitio les, nos recuerda a cada momento que la Naturaleza tiene dos caras: es hermosa, sí, paradisíaca a ratos, mas también terrible y violenta, sádica y malsana, en actitudes polares heredadas por el ser humano. La cinta puede parece, digamos, misogínica, como quiera que hacia la mujer se inclina la balanza de la perversión y la negatividad; sin embargo, continuando los procederes alegóricos del realizador (la obra remite constantemente a leyendas medievales, sobre todo a una de sacrificios con hijas de Eva), ella emblematiza justamente el lado femenino atribuido a Dios y la Creación. Sin ánimos justificativos, porque sí que es morboso y excesivo Lars, debo reconocer que es también exquisito en su puesta en pantalla: la pormenorizada y gradual progresión dramática, los deslumbrantes efectos visuales y sonoros, las soberanas actuaciones (la cantante francesa Charlotte Gainsbourg fue justamente reconocida con una Palma de Oro en Cannes, pero su compañero Willen Defoe merecía otro) hechizan, y todo en función nunca de un ejercicio intelectual vacío, sino, todo lo contrario, motivador y sugerente, de los que se llevan a casa y se rumian durante no poco tiempo. Despedidas, de Japón, fue otro inicio que muchos agradecieron; en el filme de Yojiro Takita se manejan otras contradicciones: el hecho de que un ex violoncelista decepcionado de la vida encuentre finalmente su motivación y energía vistiendo y maquillando muertos antes de su cremación, para desconcierto de vecinos y esposa, es vehiculado mediante un tempo lento, típico en esa cinematografía, que no resultaría un handicap si el director no sólo incurriera en superfluos circunloquios, sino en molestos coqueteos con el melodrama más rancio. Vals con Bashir, del israelí Ari Folman, nominado al Oscar no hablado en inglés y ganador de un Globo de Oro, además de ser catalogado como el mejor filme de 2008 por la Sociedad Nacional de Críticos norteamericanos –«rara avis» de documental animado–, muestra conversaciones reales con israelíes que lucharon en 1982 en la violenta invasión de su país al Líbano y animó trágicos sucesos descritos en esas cintas de audio. Un tanto saturadora, técnicamente resulta impecable. La fruta prohibida, finesa, resultó también una acertada credencial de inicio; siguiendo a dos muchachas casaderas miembros de una fundamentalista iglesia protestante, el director Dome Karukoski discursa una vez más sobre los nexos religiónsexualidad; los dogmas y lineales interpretaciones bíblicas que coartan libertades individuales y fuerzas vitales, mucho más complejos cuando de mujeres jóvenes se trata, son recreados con tino y profundidad en un filme donde sobresale la madurez e inteligencia del guión, la puesta en pantalla rigurosa y las excelentes actuaciones. Aguas turbulentas (Los invisibles), de Erik Poppe, también de ese país, es uno de esos thrillers que lo agarran a uno por el cuello y lo sueltan a la salida sin respiración… el tema de la culpa, el perdón y la expiación en consonancia con el cristianismo pone en solfa a la joven ministra de una iglesia católica cuando su pequeño en peligro hace tambalear sus bien organizados criterios teológicos, mientras otra familia víctima de la muerte del hijo (sobre todo la inconsolable madre) descubre que el presunto asesino ha entrado en la vida de aquellos… Amén del conseguido clima de suspense, el ritmo que sólo trepida cuando es necesario (pues da tiempo a la reflexión) y las superlativas actuaciones, Poppe nos invita a cuestionarnos esos y otros conceptos filosóficos y existenciales… Pero lo mejor de estas bien agitadas aguas es el curso que toma la narración: dos líneas continuas que se complementan, como quiera que la segunda es una reiteración de la primera más con el desarrollo de puntos diegéticos que sólo se expusieron antes, hasta llegar a ese clímax que da paso al desenlace… magistral. De la Muestra alemana, Hace un año en invierno, de Caroline Link, focaliza la relación de una familia que vive conflictos a partir del hijo muerto; el encargo que hace la madre a un pintor para que reúna a él y a la hermana en un cuadro, desata recuerdos y remordimientos, un tanto reiterativa, desigual en sus secciones dramáticas, pero de todos modos intensa y motivadora. 53 <strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>