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3.55 Mb - Revista Revolución y Cultura

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Ramón Mercader<br />

retratado por<br />

sorpresa en la<br />

prisión de México<br />

Padura junto a sus<br />

dos perros Chorizo y<br />

Natalia<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 20<br />

duda de que conocía desde hace<br />

mucho tiempo la obra de<br />

Guillermo Cabrera Infante. Cabrera<br />

Infante es uno de mis escritores<br />

modélicos, pero nada<br />

que ver con una conexión, en<br />

este caso literaria.<br />

Resulta notable que en esta oportunidad<br />

el personaje contemporáneo no<br />

se comporte como un investigador<br />

empedernido, sino que más bien se<br />

trate de un elegido. Es alguien en<br />

quien una historia y todos sus meandros<br />

han decidido confluir y arribar.<br />

¿A qué obedece este cambio de perspectiva<br />

con respecto a obras anteriores?<br />

Es un personaje que de alguna<br />

manera representa una actitud<br />

cubana de estos años: las cosas<br />

te caen encima, y tú no vas a<br />

buscarlas. Esa fue la filosofía para la construcción<br />

del personaje. Llegar a tener el conocimiento<br />

directo y cercano que tuvo Iván, únicamente se<br />

puede haber producido porque esa historia vino a<br />

buscarlo. En el año 2004, 2005 hablé con una persona<br />

que había tenido una relación relativamente<br />

cercana con Mercader, y le dije que me gustaría<br />

que me contara cómo había sido. Me contestó que<br />

no podía. Año y medio después, volví a encontrarlo,<br />

y por puro capricho, insistencia, perseverancia,<br />

tozudez, le pregunté de nuevo y respondió que<br />

sí podía. Es decir, hasta hace muy poco era imposible<br />

realizar una investigación sobre la vida de<br />

Mercader en Cuba.<br />

¿Cómo explicaría el hecho de que Ramón Mercader reaccione<br />

con perspicacia y sospecha ante determinados hechos,<br />

aun cuando haya recibido un entrenamiento<br />

pavloviano que lo ha convertido en una máquina obediente<br />

y despiadada, un hombre de mármol dispuesto a<br />

matar para demostrar su fidelidad a una causa?<br />

Toda esa construcción del entrenamiento de Mercader<br />

es puramente novelesca. Supongo que fue<br />

entrenado de esa manera, porque eran los métodos<br />

que practicaban en esa época los órganos especializados<br />

de la Unión Soviética. Si en toda la<br />

vertiente de Ramón Mercader no hubiera existido<br />

la duda, realmente la visión de la realidad habría<br />

resultado demasiado esquemática. Ramón evidentemente<br />

tenía que ser muy inteligente para<br />

poder vivir con tres, cuatro pieles a lo largo de su<br />

vida. Hablaba varios idiomas. Aprendía oficios en<br />

semanas. En la cárcel se hizo electricista con unos<br />

manuales de cursos por correspondencia, y era<br />

quien arreglaba todo lo que tenía que ver con electricidad<br />

en la prisión de Lecumberri. Creo que la<br />

inteligencia es una de las virtudes de los hombres,<br />

no la mejor en muchos casos, pero sí una<br />

cualidad que te obliga, por lo menos ante ti mismo,<br />

a dudar. La única explicación para que alguien<br />

inteligente esté defendiendo algo injusto es<br />

que, o no es tan inteligente, o se trata de un cínico.<br />

Y el cinismo sí es un elemento importante en<br />

la personalidad de Mercader.<br />

¿Es posible que convierta a Caridad<br />

del Río en el personaje esencial de otra<br />

novela?<br />

Ya estoy harto de esta historia.<br />

Necesito separarme de ella. Me ha<br />

costado cuatro meses escribir la<br />

primera línea de la siguiente novela<br />

de Mario Conde. En esta primera<br />

etapa, Conde empieza a caminar,<br />

sobre todo a emborracharse,<br />

y eso me va acercando a la trama.<br />

Esta nueva novela va a tener<br />

un pequeño componente histórico<br />

que me agrada mucho. Está relacionado<br />

con la presencia de los<br />

judíos polacos en Cuba. Este elemento<br />

me va a permitir que un<br />

personaje reflexione junto a Conde<br />

sobre la condición humana, sobre<br />

el papel del hombre en la sociedad,<br />

sobre el peso de la política<br />

en la vida de los individuos. Pretendo que cada<br />

novela de Conde a partir de ahora sea menos policiaca<br />

y sí más social, como en este caso, a pesar<br />

de que arranca con tres misterios paralelos. De<br />

pronto, será la que más elementos policiales tenga,<br />

pero se irán diluyendo poco a poco en toda<br />

esta meditación sobre la vida, el destino y la responsabilidad.<br />

¿Qué le inspira la compasión hacia un personaje como<br />

Ramón Mercader, célebre por un acto de crueldad?<br />

No, yo no siento compasión. Iván es quien lo cree.<br />

Para mí, Ramón Mercader es un imperdonable. A<br />

veces puede pensarse que la vida conduce a los<br />

individuos a determinadas posturas y que no les<br />

queda más remedio que aceptarlas. Pero creo que<br />

él pudo elegir. No fue de los que se vio obligado a<br />

aceptar. Y cuando eliges, ya eres responsable. De<br />

todas maneras, los veinte años de cárcel, la marginación<br />

que padeció tras el asesinato, sus meses<br />

finales, de un sufrimiento terrible, la forma en<br />

que terminó; pueden provocar un sentimiento de<br />

pena hacia este hombre, pero compasión no.<br />

Augusto Monterroso confesó que cuando en los primeros<br />

meses de 1968 Mario Vargas Llosa le incitó a escribir<br />

sobre el dictador nicaragüense Anastasio Somoza padre,<br />

no lo pensó mucho para renunciar, por temor a meterse<br />

en el personaje, terminar comprendiéndolo y teniéndole<br />

lástima. ¿Cree que esto puede haberle llegado pasar con<br />

Ramón Mercader, incluso con Trotski?<br />

Siempre es un riesgo entrar en la humanidad de<br />

otra persona, llegar a entenderla, justificarla. Pero<br />

es un peligro que se mantiene en el nivel artístico.<br />

En el caso de Trotski, me identifiqué con él cuando<br />

su vida entra en encrucijadas muy difíciles, como<br />

la marginación que padece o la muerte de sus hijos.<br />

Ahí mantuve una relación de afectividad evidente<br />

con el personaje. Pero después me percataba<br />

de que Trotski era totalmente inhumano, y me alejaba.<br />

Un hombre con una dosis mayor de humanidad,<br />

hubiera tratado de salvar lo que quedaba de sí<br />

mismo y de su familia. Pero él era un animal político,<br />

y solo podía actuar como tal.

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