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3.55 Mb - Revista Revolución y Cultura

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Portada de la<br />

edición española<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 14<br />

En la novela, por ejemplo, se alude<br />

a un acontecimiento que sigue siendo<br />

no totalmente oscuro, pero sí<br />

discutible porque los protagonistas<br />

nunca revelaron nada y se desconocen<br />

los documentos relacionados<br />

con él. Se trata de la desaparición<br />

y el asesinato de Andreu Nin.<br />

Cuando toco este tema, lo hago desde<br />

la perspectiva de las últimas investigaciones,<br />

búsquedas históricas<br />

e incluso arqueológicas alrededor<br />

del asesinato de Nin, las cuales<br />

indican que fueron los asesores<br />

soviéticos con un grupo de comunistas<br />

españoles quienes lo ultimaron.<br />

El margen de error, de duda que<br />

pueda haber, no toca la esencia del problema, que<br />

ocurrió de la forma descrita. A lo mejor no menciono<br />

el nombre de un determinado personaje porque<br />

no es seguro que haya participado, pero la<br />

esencia del acontecimiento está respetada, a pesar<br />

de la ficción y la manipulación de los acontecimientos.<br />

No sé, por ejemplo, si realmente Mercader<br />

estuvo en las inmediaciones del asesinato de<br />

Nin, pero sí estoy seguro de que su mentor, Kotov,<br />

estuvo muy cerca. Por lo tanto, eso me hace pensar<br />

que tal vez Mercader pudo haber estado cerca y<br />

juego con esa posibilidad en la novela.<br />

¿Cuáles fueron las mayores dificultades que enfrentó al<br />

situar a verdaderos protagonistas de la historia como<br />

Trotski y Ramón Mercader como personajes principales de<br />

su novela?<br />

Esta no es una novela histórica, sino una novela<br />

sobre la historia porque está pensada como una<br />

trama que desde el presente se refiere a asuntos y<br />

personajes que son históricos. En el caso de Trotski,<br />

estuve pensando muchísimo si el personaje que<br />

iba a contar la historia podía ser su esposa, Natalia<br />

Sedova, uno de sus secretarios cercanos, o su nieto,<br />

Esteban (Sieva) Volkov, presente en Coyoacán<br />

en el momento del asesinato. Pero ninguno de estos<br />

personajes me podía dar la esencia exacta de<br />

como el hombre que se dedica a la política, la coloca<br />

por encima de todo. Esa era una actitud de<br />

Trotski que no quería perder, y por lo tanto, tuve<br />

que asumir a un personaje histórico muy biografiado<br />

y conocido. En el caso de Mercader fue mucho<br />

más fácil, porque su condición de personaje histórico<br />

la gana por ser el asesino de Trotski, pero fuera<br />

de eso es un hombre sin historia, y eso me permitió<br />

crearle toda una biografía a partir de determinados<br />

datos concretos que tenía sobre él, algunos<br />

incluso bastante discutibles. Hay momentos de su<br />

vida de los que no se sabe nada y tengo que ficcionarlos<br />

por completo. Por lo tanto, Mercader era mucho<br />

más amable en ese sentido. Lo importante de<br />

todo esto es que prevalece un contexto histórico<br />

muy aleccionador en torno a los años anteriores<br />

del asesinato. Se trataba de la década del 30, porque<br />

el exilio de Trotski se produce en el 1929 y su<br />

asesinato en 1940, y durante ese período se produce<br />

la perversión estalinista de la utopía del socialismo:<br />

comienzan los procesos de colectivización,<br />

la industrialización acelerada sobre la base del sufrimiento<br />

de millones de personas que murieron<br />

durante la construcción de canales entre un mar y<br />

otro absolutamente obsoletos, la época de los procesos<br />

judiciales de Moscú, de la Guerra Civil Española,<br />

del ascenso del fascismo en Alemania, de la<br />

perversión de la Internacional Comunista, en fin,<br />

toda una serie de acontecimientos históricos esenciales<br />

para el siglo XX. Incluso tengo que tocar la<br />

Segunda Guerra Mundial, una guerra cuyas características<br />

están asociadas a determinadas actitudes<br />

de Stalin: la represión de los altos oficiales del<br />

Ejército Rojo, sus pactos con Hitler, una política<br />

no sé si equivocada, indolente o intencionada que<br />

permitió el ascenso del fascismo en Alemania, al<br />

impedirle a la izquierda alemana pactar con el centro<br />

y evitar el ascenso de Hitler, al menos en ese<br />

momento y de la manera en que se produjo. Lo<br />

novelado es la relación que se establece entre estos<br />

personajes a partir, igual que en La novela de mi<br />

vida, de una teoría, un recurso narrativo que leí<br />

formulado por Alex Haley, el autor de Raíces. Él decía<br />

que los acontecimientos que contaba, no tuvieron<br />

que haber ocurrido cómo los escribía, porque<br />

no conoció a su tatara tatara abuelo Kunta<br />

Kinte, que había venido de África, pero que por sus<br />

conocimientos y sus investigaciones, estaba seguro<br />

de que esos acontecimientos podían haber ocurrido<br />

como los narraba. Y en los momentos de la<br />

vida de Trotski y de Mercader en que no estoy del<br />

todo apegado a la comprobación, a la certeza documental,<br />

hay una elaboración novelística que<br />

parte de una investigación sobre los procesos históricos<br />

reales.<br />

La línea narrativa de Trotski es con frecuencia una extensa<br />

reseña del pensamiento de esta figura que deja a un<br />

lado la capacidad de acción del personaje literario. ¿Considera<br />

válida esta observación?<br />

El gran problema con el personaje de Trotski era<br />

que el exilio lo confinó en lugares cerrados durante<br />

casi once años. Vive en Turquía, en una isla de la<br />

cual no puede salir apenas; en Francia, prácticamente<br />

escondido al pie de una montaña primero;<br />

en Noruega, en la linde de un bosque y confinado<br />

en un fiordo después, y en México encerrado en dos<br />

casas, la de Diego y Frida y la suya de Coyoacán. Es<br />

un personaje, por lo tanto, que no tiene acciones<br />

que permitan la elaboración dramática de esa vida.<br />

No obstante, durante todo este tiempo, Trotski se<br />

dedica a pensar, reflexionar y escribir, y esa era la<br />

acción que yo debía tratar de reproducir. En una de<br />

las versiones ya casi finales de la novela, la línea<br />

de Trotski andaba por unas 240 páginas y mis editores<br />

españoles y dos o tres lectores cubanos sugirieron<br />

cautela con esa carga de pensamiento y elaboración<br />

de toda una circunstancia histórica y filosófica.<br />

Fue muy difícil tratar de sintetizar esto<br />

en aras de que la novela tuviera una agilidad y de<br />

que la lectura de la parte de Trotski no fuese un<br />

impedimento para dejar caer una pastilla en la<br />

boca del lector. Quería revelar qué pensaba Trotski,<br />

cómo había sido su exilio y marginación, la manera<br />

en que su imagen de revolucionario se había<br />

pervertido, deteriorado y destruido. Ese fue el ejer-

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