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3.55 Mb - Revista Revolución y Cultura

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PORTADA: Lissette Solórzano. Mortero, fotografía,<br />

70x51 cm.<br />

CONTRAPORTADA: Lissette Solórzano. Matrioshkas,<br />

fotografía, 40x30 cm.<br />

REVERSO DE PORTADA: Reineiro Tamayo y Rubén<br />

Alpízar. Malevich contamina la Bahía de La Habana,<br />

120X100 cm, 1996. (Foto: Cortesía de Caridad<br />

Blanco).<br />

REVERSO DE CONTRAPORTADA: Cirenaica Moreira.<br />

Sin título, serie Lobotomía, 80X100 cm, b/n,<br />

impresión Inkjet, 1996-1997.<br />

Directora<br />

Luisa Campuzano<br />

Subdirector<br />

editorial<br />

José León Díaz<br />

Consejo asesor<br />

Graziella Pogolotti,<br />

Ambrosio Fornet y<br />

Antón Arrufat<br />

Jefa de redacción<br />

Conchita Díaz-Páez<br />

Administrador<br />

Iván Barrera<br />

Redacción<br />

Jaime Sarusky,<br />

Israel Castellanos<br />

Gilberto Padilla<br />

Corrección<br />

Surelys Álvarez<br />

Diseño<br />

Eric Silva<br />

Edición digital<br />

Luis Augusto<br />

González Pastrana<br />

Relaciones<br />

públicas<br />

Rosario Parodi<br />

Composición<br />

Maritza Alonso<br />

Redacción y<br />

Oficinas<br />

Calle 4 # 205, e/<br />

Línea y 11, Vedado,<br />

Plaza de la <strong>Revolución</strong><br />

Telf: 830-3665<br />

E-mail:<br />

ryc@cubarte.cult.cu<br />

Web site:<br />

www.ryc.cult.cu<br />

Precio del ejemplar:<br />

$ 5.00<br />

atrasado: 5.50<br />

Fotomecánica e<br />

Impresión:<br />

Poligráfico<br />

ENPSES<br />

Permiso<br />

81279/143.<br />

Publicación<br />

financiada por el<br />

FONCE<br />

4<br />

8<br />

12<br />

22<br />

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28<br />

42<br />

52<br />

58<br />

65<br />

69<br />

70<br />

Cintio Vitier: la luz de una estrella<br />

Alain Serrano Rivero| Breve recuento de indagaciones y encuentros<br />

en homenaje al gran maestro que partió en octubre.<br />

Pedro Juan Gutiérrez: El texto prohibido<br />

Gilberto Padilla Cárdenas| Sobre las estrategias de la Trilogía<br />

sucia de La Habana.<br />

RUSIA AQUÍ<br />

Que el inmenso país sea el invitado de honor a la Feria<br />

Internacional del Libro de La Habana, ha despertado los<br />

recuerdos (y hasta la nostalgia) en muchos. En estas páginas<br />

reunimos algo de esos tiempos pasados –y creemos<br />

que un poco más–. Comienzan con una entrevista al autor<br />

de El hombre que amaba a los perros, «ese libro largo,<br />

triste y necesario» que trata sobre el asesinato de Liev<br />

Davídovich Bronstein (Trotski); luego, Graziella Pogolotti,<br />

tomando como ejemplo su entrañable relación con la cultura<br />

rusa, nos demuestra cuán hondo puede calar la literatura;<br />

otras memorias, ahora de una profesora con larga<br />

trayectoria en la enseñanza del ruso en Cuba, nos cuentan<br />

del acercamiento y la fascinación por la cultura rusa;<br />

y de acercamientos, precisamente, trata el artículo de<br />

Israel Castellanos, donde nos señala que con anterioridad<br />

al puente político-cultural entre la <strong>Revolución</strong> cubana y la<br />

extinta Unión Soviética, en el plano de la visualidad una<br />

ruta zigzagueante fue abierta, y a la vez truncada, en los<br />

años cuarenta del siglo pasado. Por último, Zoia Barash,<br />

una de las tantas mujeres de la antigua URSS que se<br />

afincaron en Cuba, en una entrevista nos resume con su<br />

historia, otra historia mayor.<br />

El asesinato de Trotski contado (años después) por<br />

Leonardo Padura<br />

Carlos Velazco Fernández<br />

La estepa y el laberinto<br />

Graziella Pogolotti<br />

Enseñando ruso<br />

Ileana Cino Colina<br />

Moscú rojo, fijeza visual en tres tiempos<br />

Israel Castellanos León<br />

Decir toda la verdad<br />

Elizabeth Mirabal Llorens<br />

Corales y colores de una fiesta del cine<br />

Frank Padrón| ¿Qué trajo de bueno (y no tanto) el 31 Festival<br />

Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano? El autor<br />

nos propone su respuesta a ésta y otras interrogantes sobre<br />

la última edición de la cita habanera del cine.<br />

Arquímedes Pous y los tiempos del Alhambra<br />

Enrique Río Prado| «Arquímedes Pous nunca actuó en el<br />

teatro Alambra…», a partir de esta afirmación, el autor<br />

nos adentra en las peripecias de este genial teatrista y en<br />

la vida de la escena cubana a inicios de la pasada centuria.<br />

A TIEMPO<br />

El cine se abre paso en el Caribe | Frank Padrón || Los gozos<br />

de Leal: entre el simulacro y la incredulidad | Amalina<br />

Bomnin<br />

VISTAZOS<br />

ESPACIO ABIERTO<br />

3<br />

No. 1 enero-febrero ,<br />

2010|Época V|<br />

Año 52 de la <strong>Revolución</strong>|<br />

La Habana, Cuba<br />

Cada trabajo<br />

expresa la opinión<br />

de su autor.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Cintio Vitier:<br />

la luz de una estrella<br />

Alain Serrano Rivero<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 4<br />

Dios mío, tu semblante<br />

lo copia en mi silencio la hermosura<br />

del otoño en la tierra.<br />

Una noche<br />

me hablarás desde el centro de la nada<br />

y saldrás a tu cauce<br />

sin fin, río esencial de lo que amo.<br />

Y veré mi figura<br />

claramente nacer como la estrella<br />

que se hunde en tu pecho.<br />

C. V., Luz ya sueño (1938)


Cintio Vitier (Cayo Hueso, 21 de septiembre de<br />

1921 - La Habana, 1 de octubre de 2009), siempre<br />

estuvo incansablemente entregado a dos<br />

pasiones: la Poesía y la Patria. Fue también un<br />

hombre lleno de amor humano y de amor a Dios.<br />

Desde muy pequeño le fueron naciendo muchos de<br />

estos amores por la savia educadora y humanista<br />

de su padre, Medardo Vitier, quien realizara en la<br />

República uno de los primeros estudios sobre la<br />

obra de José Martí, iniciándole así en otra de sus<br />

grandes vocaciones. Tal fue el amor de Cintio Vitier<br />

hacia el Martí que le descubrió su padre, que escribió<br />

en las «Palabras liminares» a la más reciente<br />

edición de Las ideas en Cuba y La filosofía en Cuba de<br />

don Medardo:<br />

A pesar de que mi padre se adelantó notablemente<br />

en el examen de la concepción del mundo del<br />

fundador del Partido Revolucionario Cubano con<br />

su folleto José Martí: su obra política y literaria (1911),<br />

se echa de menos un estudio mayor de su<br />

pensamiento en Las ideas en Cuba, y sorprende su<br />

casi total ausencia en La filosofía en Cuba (Vitier:<br />

2002, s.p.),<br />

Luego añade: «Cinco años después, en su Martí, estudio<br />

integral […] reconoció su error» (Vitier: 2002,<br />

s.p.). Por ello incorpora en esta edición, como filial<br />

enmienda, el capítulo XVI de dicho estudio integral,<br />

a manera de Anexo.<br />

Del padre también recibió otro regalo del espíritu<br />

que lo marcaría en sus primeros años de juventud<br />

y acaso más allá:<br />

El librito azul, […] que le había<br />

revelado un mundo radiante y<br />

coherente, donde cada cosa,<br />

distinta y única, sin mezcla de<br />

caos, estaba en su lúcido lugar.<br />

[…] El librito azul empastado en<br />

azul y negro, la Segunda Antología<br />

Poética de Juan Ramón Jiménez,<br />

parecía un talismán sobre la mesa<br />

construida por el abuelo carpintero.<br />

(Vitier: 2002a: 38-39)<br />

Cuando en 1936 llega el andaluz a<br />

La Habana, la poesía suya y él mismo<br />

se convierten en «la atmósfera<br />

ideal» de la vida de Cintio Vitier.<br />

Años después diría el autor de Luz<br />

ya sueño, cuaderno poético al que<br />

regalaría el propio J. R. Jiménez un<br />

sentido autógrafo, que Fina García Marruz y él se<br />

hicieron novios en Juan Ramón. Fina se había leído<br />

de este poeta, antes de su llegada a La Habana,<br />

«aquel libro grande, Canción, de tapas de un oro<br />

nuevo» (García Marruz, 2008: [57]).<br />

A este segundo maestro de su vida le dedicaría<br />

Cintio muy elogiosas palabras siempre que hablara<br />

de él. Así en «Gloria a Juan Ramón», en que escribe:<br />

«Porque Juan Ramón Jiménez fue, mucho<br />

más allá de la literatura, de las influencias y de la<br />

pobre historia de lo que hayamos escrito, nuestro<br />

padre poético cabal, el que nos abrió las puertas<br />

reales de la vida» (Vitier, 2001: 64).<br />

Por esos mismos años también se hallaba en La<br />

Habana María Zambrano, la discípula de Ortega y<br />

Gasset. A esta filósofa, igualmente andaluza, le oyó<br />

Vitier muy enjundiosas lecciones, de las que recuerda<br />

en su memoria-novela De Peña Pobre (1980), 1<br />

el Nacimiento y desarrollo de la idea de la libertad, de<br />

Descartes a Hegel (La Habana, ¿1944?), y en la que<br />

agudamente muestra su estampa:<br />

La voz lejanísima, […] la voz más hecha de silencio<br />

que de sonido, la voz sibilina de sirena interior de<br />

la profesora andaluza, peregrina de la guerra civil<br />

española, sacaba la filosofía del marco didáctico<br />

para mostrarla viva […] No sólo en ella se aliaban<br />

sentir y pensar, sino también creer y pensar, pensar<br />

y sufrir. (Vitier, 2002a: 53-54)<br />

Muchas otras enseñanzas recibiría de María<br />

Zambrano, pero una de las más indelebles y directas<br />

fue la que, a raíz de la publicación de su antología<br />

Diez poetas cubanos (1948), publicara la profesora<br />

andaluza bajo el título de «La Cuba secreta» en<br />

Orígenes, el mismo año de 1948. De este ensayo cita<br />

Vitier un fragmento en las páginas finales de Lo<br />

cubano en la poesía (1958) como una verdad felizmente<br />

encontrada e irrefutable, y años después<br />

diría que llegó a ser para él «la segunda página más<br />

esencial de Orígenes» (Vitier, 2001: 502), luego de<br />

«Secularidad de José Martí», de José Lezama Lima.<br />

Para no decir más, así de influyente fue María<br />

Zambrano en los ensayos de Cintio, que se les ve el<br />

mismo entrelazamiento de filosofía y poesía que<br />

solía exhibir la española. 2 Por supuesto, otras influencias,<br />

como las coterráneas, llevaría en la mano<br />

Cintio Vitier al escribir en este género: las de<br />

Medardo Vitier, Fina García Marruz<br />

y José Lezama Lima, y acaso las de<br />

Fernando Ortiz y Jorge Mañach, para<br />

solo nombrar a algunos de los más<br />

sobresalientes. A este último, el autor<br />

de Sedienta cita (1943) tuvo la suerte<br />

de escucharle un Curso de filosofía<br />

en la Universidad de La Habana.<br />

De Mañach recuerda Vitier:<br />

El nuevo profesor parecía estar<br />

estrenándolo todo: la cátedra recién<br />

ganada en buena lid, el repertorio de<br />

explicaciones del ser, la dicción<br />

apretada, veteada de inflexiones<br />

catalanas y sajonas, el traje de dril<br />

ajustado al torso ágil, los espejuelos<br />

destellantes sobre la nariz aquilina,<br />

la frente huesuda, los labios escépticos<br />

bajo el bigote tan cuidado como<br />

la corbata sobria. (Vitier: 2002a: 50)<br />

Poco más o menos estos fueron los primeros años<br />

de aprendizaje de Cintio Vitier, en los que no faltaron<br />

las trivialidades: «las dos Escuelas en que […]<br />

se había matriculado: descreída y cínica la de Derecho,<br />

con sus clases espesas y aburridas […] más<br />

ingenua y «filomática» la de Filosofía y Letras,<br />

aunque de clases no menos aburridas» (Vitier,<br />

2002a: 42-43). También tuvo que trabajar el poeta,<br />

primero como mecanógrafo en el Consejo Corporativo<br />

agregado al Ministerio de Educación, y luego<br />

como profesor de francés en la Escuela Normal<br />

de Maestros de La Habana.<br />

Hasta que se convirtieron sus palabras, sin dejar<br />

de llevar en sí lo mejor de sus maestros, en<br />

verdaderas Lecciones, cuando en 1958 aparecie-<br />

5<br />

Licenciado en Letras<br />

(2009) con una tesina<br />

sobre Ese sol del<br />

mundo moral, de Cintio<br />

Vitier. Ha comenzado a<br />

trabajar en <strong>Revolución</strong><br />

y <strong>Cultura</strong>.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Cintio Vitier y Fina<br />

García Marruz<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 6<br />

ra el libro tan polémico como fundacional de Lo<br />

cubano en la poesía. Pero antes, y también a la<br />

par, el poeta tiene una experiencia, o acaso vale<br />

decir con él, una aventura que lo marcaría vitaliciamente:<br />

la aventura de Orígenes.<br />

En este punto, la vida de Cintio Vitier en vez de<br />

alargarse como un camino, sin dejar de serlo, se<br />

ensancha como un horizonte. Allí, junto a la<br />

amistad consolidada de Eliseo Diego, a quien<br />

conocía desde los catorce años, y a la especial<br />

de Fina García Marruz, afianza las de José<br />

Lezama Lima, Gastón Baquero, Ángel Gaztelu,<br />

Octavio Smith, Virgilio Piñera, Lorenzo García<br />

Vega y Justo Rodríguez Santos. Precisamente de<br />

este grupo de diez autores, incluyéndose él mismo,<br />

fue del que Cintio realizó la antología Diez<br />

poetas cubanos. Ese acto le reveló al país, y quizá<br />

a los mismos poetas, el surgimiento de un grupo,<br />

el de Orígenes, así llamado por la revista homónima<br />

que circuló de 1944 a 1956, aunque<br />

muchos de estos poetas eventualmente por separado<br />

o juntos, habían marcado ya una estela<br />

en las publicaciones de Verbum, Espuela de Plata,<br />

Nadie Parecía, Clavileño y Poeta; que no fue la misma,<br />

es cierto, que la de Orígenes.<br />

Más allá de la larga historia que pueda hacerse<br />

de este Grupo, vale esta vez citar las palabras<br />

que en el Coloquio Internacional «Cincuentenario<br />

de Orígenes» pronunciara Cintio Vitier<br />

después de haber dicho: «Permítaseme ahora algunos<br />

esbozos, reflexiones y aforismos sobre el<br />

taller que la memoria visita en su esperanza»<br />

(Vitier, 2001: 498), y que pueden ser resumidas<br />

en los dos párrafos siguientes, de los que el primero<br />

recuerda esa especie de «pequeño taller de<br />

linotipistas, cajistas y maquinistas de Teniente<br />

Rey 15, con sus ruidos, voces, olores, penumbras<br />

y trasluces cariñosos. Con su ritmo: el ritmo<br />

del taller (alegre y avivado también con<br />

pastelillos y cerveza, fraternidad de obreros y<br />

escritores) que era esencial para y en Orígenes»<br />

(Vitier, 2001: 499). El segundo dice «Orígenes es<br />

el único lugar en que a Fina y a mí nos ha gustado<br />

de veras publicar, el único espacio en que<br />

nos parecía que la «publicación» no rompía el<br />

silencio, o como si uno pudiera salir a lo exterior<br />

misterioso sin salir de la casa. Era la casa<br />

de nuestra expresión» (Vitier, 2001: 501).<br />

Más allá de la historia está, en los más notables<br />

integrantes de Orígenes, la sosegada paz de haber<br />

concretado un destino poético.<br />

Cuando en el transcurrir de los años, por azares<br />

económicos y otros que no vienen al caso, acabe<br />

esta experiencia conjunta en 1956, Cintio<br />

Vitier podrá seguir ostentando, sin embargo, muchos<br />

de los frutos que cultivó dentro de ella.<br />

Uno de estos será la amistad de Lezama Lima,<br />

que tendrá expansiones en el terreno de la literatura.<br />

Una de las primeras sobreviene incluso<br />

antes de la conformación de Orígenes, cuando<br />

en enero de 1939, el autor de Muerte de Narciso<br />

(1937) le dirige un carta en que le escribe: «Ya va<br />

siendo hora de que todos nos empeñemos en una<br />

Economía Astrológica, en una Meteorología habanera<br />

para uso de descarriados y poetas, en<br />

una Teleología insular, en algo de veras grande<br />

y nutridor» (Vitier, 2001: 419). Como comenta<br />

Cintio, con estas palabras Lezama, dejando a<br />

un lado el humorismo de frases como «Meteorología<br />

habanera», apuntaba al intento de restauración<br />

de la finalidad (la teleología) en la República,<br />

«desde los predios de la creación poética»<br />

(Vitier, 2001: 419).<br />

Aquel fue el primer impulso, de quien podía hacerlo,<br />

a lo que sería un anhelo largamente soñado<br />

y finalmente logrado en 1958: Lo cubano en<br />

la poesía. Antes probablemente le habían impulsado<br />

ya, aunque por otros caminos y no precisamente<br />

el de la poesía, Jorge Mañach con sus<br />

ensayos Indagación del choteo (1928) e Historia y<br />

estilo (1944); Fernando Ortiz con sus estudios<br />

antropológicos, en particular, Contrapunteo cubano<br />

del tabaco y el azúcar (1940); y Medardo Vitier,<br />

sobre todo con Las ideas en Cuba (1938). Pero de<br />

seguro las palabras de Lezama significaron la<br />

mano de apoyo amiga, el destello de luz inicial<br />

que respaldaría la hazaña de descubrir, desde la<br />

poesía, un país invisible, que, sin embargo, estaba<br />

delante de los ojos de cada cual, y que a pesar<br />

de la turbamulta política de la época, era<br />

posible y preciso salvar.<br />

Otra de las secretas expansiones de la amistad<br />

de Lezama en Vitier también le llega a través de<br />

una carta. Se trata de la que le escribe Lezama<br />

en 1947, y sobre todo, de las siguientes líneas:<br />

«Está Ud. tocando una poesía donde la novela<br />

tendrá que ir a buscar la otra realidad. Ya se lo<br />

he dicho en otra ocasión, ahora Ud. ofrece esa<br />

novela: De Peña Pobre» (Vitier, 2001: 427). A lo<br />

que dice Cintio:<br />

Juro, si hace falta, que tenía olvidadas tales<br />

palabras cuando, meses después de la muerte<br />

de Lezama, en noviembre de 1976, empecé a<br />

escribir mi memoria-novela De Peña Pobre […]<br />

Y me asombró, no sólo el anuncio, casi treinta<br />

años atrás, del título de la novela que nunca<br />

pensé escribir, sino también las correspondencias<br />

simbólicas y hasta literales de algunos<br />

contenidos de esa memoria-novela con<br />

las palabras de la carta. (Vitier, 2001: 427)<br />

Una de las últimas expansiones lezamianas hacia<br />

Cintio Vitier, dentro de la literatura, parece más


una concurrencia complementaria de ideas: si Lezama<br />

había emprendido lo que él llamó el «Curso<br />

Délfico», con los textos de «todo Platón, Rilke y<br />

Dostoyevski. Los cantos de Maldoror, de Lautrémont,<br />

Conversaciones con Goethe, de Eckerman» (Lezama,<br />

2001: 163), en esencia, lo mejor de la cultura universal<br />

(y no solo las obras maestras), Cintio Vitier<br />

abogó vehementemente, en el año de 1994, por una<br />

especie de cursos martianos, con los que esperaba<br />

realizar un trabajo de salvación en los «cubanos a<br />

quienes la palabra de Martí no ha llegado» (Vitier,<br />

1999: 149).<br />

Estas palabras las pronunciaba bajo el título de<br />

«Martí en la hora actual de Cuba», con motivo del<br />

«éxodo masivo» de 1994, a las que añadía:<br />

¿Parece mucho pedir, mucho esperar? Probemos la<br />

esperanza; sistematicemos, sin burocracia pedagógica,<br />

la invencible esperanza; hagamos el experimento<br />

de una formación martiana que vaya desde<br />

el Círculo Infantil hasta las especialidades universitarias,<br />

y que sólo termine con la vida. En esta<br />

hora de Cuba […] no creo que tengamos más segura<br />

tabla de salvación nacional. (Vitier, 1999: 152)<br />

Esta fue la génesis de los cuatro Cuadernos martianos,<br />

que un año después de pronunciadas estas palabras,<br />

en 1995, se empezarían a publicar bajo el auspicio y<br />

selección de Cintio Vitier. Cuatro, porque, como quería<br />

el propio Cintio, la «formación martiana» se desarrollaría<br />

a lo largo de los cuatro niveles de enseñanza.<br />

Pero esto sería mucho después, puesto que Cintio se<br />

hallaba en 1958, año que marca un hito en su obra,<br />

publicando la antología Vísperas, reunión de todos sus<br />

cuadernos poéticos desde el 38. Por esta misma década<br />

del 50 el poeta se había convertido al cristianismo.<br />

En «El violín», conferencia autobiográfica, dejó constancia<br />

de ello cuando reflexionó: «el cristianismo y<br />

más el cristianismo del converso, no es la serenidad<br />

sino precisamente la Pasión, […] el descubrirse de pronto<br />

expuesto a la mirada de la justicia» (Vitier, 1997:<br />

204). Poco después de esta conversión personal, experimentaría<br />

Vitier la general del país en 1959; y de inmediato<br />

se integraría a la <strong>Revolución</strong> social:<br />

En enero del 59 redacté el documento de adhesión<br />

de los intelectuales y artistas cubanos a la Revo-<br />

lución, y empecé a dirigir la Nueva <strong>Revista</strong> Cubana,<br />

de la Dirección de <strong>Cultura</strong> del Ministerio de<br />

Educación […] En 1962 publiqué la edición crítica<br />

y facsimilar de Espejo de paciencia […] En abril de<br />

1969 participé en la recogida de tabaco cerca de<br />

Alquízar y en noviembre del mismo año, en el<br />

corte de caña para el central Habana Libre. 3<br />

No temía pues, las contradicciones doctrinales,<br />

aparentes o no, entre su fe y la acción revolucionaria.<br />

Como él mismo diría: «Al llegar, como un rayo de<br />

otra fe, la revelación épico-histórica, arrasadoramente<br />

popular, del primero de enero del 59, pareció que cielo<br />

y tierra se unían para enseñarnos el rostro de la<br />

Patria terrenal y celeste» (Vitier, 1997: 210).<br />

Es entonces, en el período revolucionario, que su<br />

consagración a la Patria es definitiva, y cuando su<br />

poesía se allega más a «los hechos públicos desde<br />

el fondo del corazón» (Vitier, 1997: 210). Precisamente<br />

la conjunción de estas dos sustancias acrece<br />

en Cintio la pasión por José Martí, sumo poeta y<br />

héroe señero. Si antes le había dedicado la «Lección»<br />

cenital de Lo cubano en la poesía: «El arribo a la<br />

plenitud del espíritu», y acertadísimas críticas literarias,<br />

a partir de este momento Martí aparecería<br />

dentro de su obra en la unidad de ambas esferas:<br />

la poética y la política. De ello dan fe sus Temas<br />

martianos (1969) y Temas martianos. Segunda serie<br />

(1982), los dos en colaboración con Fina García<br />

Marruz. También lo testimonian su fundamental<br />

ensayo Ese sol del mundo moral (1996), 4 por supuesto,<br />

los cuatro Cuadernos martianos (1995-1997), y<br />

muchos de los textos recogidos en Resistencia y Libertad<br />

(1999). Y por otro lado, la inauguración por<br />

parte suya y de Fina García Marruz de la Sala Martí<br />

en la Biblioteca Nacional el 28 de enero de 1968; el<br />

trabajo de ambos en el Centro de Estudios Martianos<br />

a partir de julio de 1977, fecha en que fue<br />

creado, y en el que sobresale el proyecto de la edición<br />

crítica de las Obras completas de José Martí, del<br />

que, junto a Emilio de Armas, dieron una primicia<br />

en: Poesía completa. Edición crítica (1985).<br />

Seguramente José Martí, aunque fuese solo en una<br />

referencia nutricia, alentó en Cintio Vitier algunos<br />

otros textos –como Rescate de Zenea (1987)– de los<br />

muchos que el autor escribió, o compiló de su creación<br />

anterior, durante la <strong>Revolución</strong>: Poética (1961),<br />

Testimonios (1968), Crítica sucesiva (1971), Flor oculta<br />

de la poesía cubana (1978), en colaboración con F.<br />

García Marruz nuevamente, Crítica cubana (1988),<br />

Nupcias (1993), Poesía (1998), Fe, Patria y Poesía (2004),<br />

entre otros.<br />

Por esto, debió de ser aquella velada en que le entregaron<br />

la Orden Nacional José Martí una de las<br />

más felizmente gratas. En las palabras de agradecimiento<br />

anotó una verdad que era también su credo:<br />

«el mandato martiano ha pasado por todas las<br />

pruebas posibles y siempre ha respondido como<br />

fundación y como futuridad invulnerables. Él es el<br />

a priori vital y la teleología sin fin de la Patria» (Vitier,<br />

2002b: 156).<br />

De haberlo conocido Martí –frase que a Cintio le<br />

gustaba repetir, al hablar de Martínez Villena o de<br />

Mella– el Apóstol habría dedicado a Vitier estas<br />

palabras:<br />

7<br />

Cintio Vitier y<br />

Ricardo Alarcón<br />

de Quesada<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 8<br />

Y es que cuando un hombre grandioso desaparece<br />

de la tierra, deja tras de sí claridad pura, y apetito<br />

de paz, y odio de ruidos. Templo semeja el Universo<br />

[…] Se vive como a la luz de una estrella, y<br />

como sentado en llano de flores blancas. Una<br />

lumbre pálida y fresca llena la silenciosa inmensa<br />

atmósfera.<br />

[…]<br />

La muerte de un justo es una fiesta, en que la<br />

tierra toda se sienta a ver como se abre el cielo.<br />

(OC, XIII: [17])<br />

NOTAS<br />

1 Esta novela tiene una edición mexicana anterior, de 1975.<br />

2 Precisamente uno de los libros de María Zambrano lleva por título<br />

Filosofía y poesía (1939).<br />

3 Fragmento de la entrevista concedida a Ciro Bianchi Ross por Cintio Vitier,<br />

citada por Pedro de la Hoz en el periódico Granma, del 2 de octubre de 2009.<br />

4 Este libro tuvo una edición mexicana anterior, de 1975 exactamente.<br />

BIBLIOGRAFÍA CITADA<br />

García Marruz, Fina: «Juan Ramón» en Ensayos, La Habana: Ed. Letras<br />

Cubanas, 2008.<br />

Lezama Lima, José: «Asedio a Lezama Lima» (Entrevista de Ciro Bianchi Ross)<br />

en Diarios, La Habana: Ediciones UNIÓN, 2001.<br />

Martí, José: «Emerson» en Obras Completas, La Habana: Ed. Ciencias Sociales,<br />

1975.<br />

Vitier, Cintio: «Homenaje a Juan Ramón Jiménez» en Poética, Obras 1, La<br />

Habana: Ed. Letras Cubanas, 1997.<br />

————: «El violín» en Poética, Obras 1, La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1997.<br />

————: «Martí en la hora actual de Cuba» en Resistencia y Libertad, La<br />

Habana: Ediciones UNIÓN, 1999.<br />

————: «Gloria a Juan Ramón» en Crítica 2. Obras 4, La Habana: Ed. Letras<br />

Cubanas, 2001.<br />

————: «De las cartas que me envió Lezama» en Crítica 2 . Obras 4, La Habana:<br />

Ed. Letras Cubanas, 2001.<br />

————: «Coloquio Internacional “Cincuentenario de Orígenes”» en Crítica 2 .<br />

Obras 4, La Habana: Ed. Letras Cubanas, 2001.<br />

————: «Palabras liminares» en Medardo Vitier, Las ideas en Cuba. La filosofía<br />

en Cuba, La Habana: Ed. Ciencias Sociales, 2002.<br />

————: (2002 b): «De Peña Pobre» en Narrativa. Obras 5, La Habana: La<br />

Habana: Ed. Letras Cubanas, 2002.<br />

————: (2002 c): «La <strong>Revolución</strong> ha sido y es el horizonte de todos nuestros<br />

caminos» en <strong>Revista</strong> de la BNJM, año 93, n. 3-4, julio-diciembre de 2002.<br />

La sociedad siempre trata, de un modo o de otro,<br />

de aplastarte, trata de controlarte…<br />

Pedro Juan Gutiérrez<br />

Acaso sea «La muerte y la brújula», el relato<br />

de Jorge Luis Borges que mejor nos ilustra<br />

la estrategia del libro como trampa, pues<br />

es la historia de un asesino que utiliza un libro<br />

para atrapar a un lector. En el ensayo de Nara<br />

Araújo, La isla de Cuba: viaje, imagen y deseo, 1 se<br />

refieren una serie de textos que de algún modo reproducen<br />

–para los lectores extranjeros–, la idea<br />

borgeana (de Scharlach) de la lectura como trampa;<br />

libros en los que se promete una imagen de<br />

Cuba como icono, es decir, de la isla como un codiciado<br />

y siempre ya imposible objeto de deseo. Tal<br />

es el caso del relato de viaje de la sueca Frederika<br />

Bremer, Cartas desde Cuba, del inglés Walter<br />

Goodman, La perla de las Antillas. Un artista en Cuba,<br />

así como de los estadounidenses Samuel Hazard,<br />

Cuba a pluma y lápiz, y Joseh Hergesheimer, San Cristóbal<br />

de La Habana. Publicados los tres primeros en<br />

el siglo XIX y el último, en la segunda década del<br />

siglo pasado, contribuyen al diseño de una Cuba<br />

romántica.<br />

La Isla es entonces, el objeto del deseo imperial:<br />

icono y promesa por excelencia, concentración<br />

hiperestésica. Pero, a la vez que esto ocurre, comienza<br />

a saberse de la existencia de libros que<br />

narran otra realidad: he seleccionado sólo dos<br />

de ellos, el primero es Memorias de una isla, de<br />

Calvert Casey, mientras que el segundo es Trilogía<br />

sucia de La Habana, de Pedro Juan Gutiérrez. Este<br />

último no fue publicado en Cuba, y circula de<br />

manera clandestina, al tiempo que pertenece a<br />

un gabinete mayor de lecturas. Ahí están Hombres<br />

sin mujer, novela de Carlos Montenegro, y<br />

algunos entre los mejores relatos de Reinaldo<br />

Arenas y Carlos Victoria –por sólo mencionar<br />

ejemplos notables–, donde también hay necesidad<br />

de contar otra historia, la «real», lo que se<br />

opone al espejismo. Hay pues –en esa difracción<br />

entre realidad y espejismo– una teoría de la escritura<br />

que trae implícita toda una hipótesis<br />

sobre la literatura. En el caso de Pedro Juan<br />

Gutiérrez y su Trilogía sucia de La Habana, la escritura<br />

retoma la más pura fabulación catóptrica<br />

–y allí radica su complot–: en la estrategia de<br />

mostrarnos la Historia desde su reverso, esto<br />

es, un sacar a la luz lo sucio y lo oculto.<br />

Cuando a propósito de «Hacia una comprensión<br />

total del siglo XIX», de Calvert Casey, Víctor<br />

Fowler apunta que «la propuesta de una nueva<br />

escritura que nos hace Casey se vale de continuo<br />

de la metáfora de la mirada como si los<br />

textos pudiesen ser divididos, según la intención<br />

o limitación de quien escribe, en el grupo<br />

de los que se deciden a “ver” y los que ocultan en<br />

su escritura lo que observan», 2 el ensayista confirma<br />

la sospecha de una antiquísima relación<br />

entre escritura y espejismo, pues con frecuencia<br />

la escritura –como el espejo del El jardín de las<br />

delicias, de Jerónimo Bosch–, oculta al pavoroso


Pedro Juan<br />

Gutiérrez:<br />

El texto<br />

prohibido<br />

Gilberto Padilla Cárdenas<br />

rostro del demonio en el lozano cutis de la dama. Y<br />

ese «secreto», donde una frase niega otras, impide<br />

otras, contradice o reprime otras escrituras, ostenta<br />

la diabólica esencia del espejo, pues ¿qué es<br />

reflectere sino reflejar, enviar hacia atrás, o bien<br />

–parafraseo a Borges–, copiar la ficción de las cosas?<br />

Y tal vez podamos pensar que ese «atrás» implica<br />

una duplicidad, una mímesis, pero narrar es<br />

siempre un simulacro, un ejercicio de selección y<br />

exclusión, pues la escritura y su realización, el texto,<br />

paradójicamente, al mostrar, oculta, miente. Y<br />

«ese segundo grupo de los que mienten» –nos dice<br />

Fowler a propósito de los autores que encubren en<br />

su escritura lo que observan–, «muestra su calidad<br />

simbólica desde que aprendemos que su lista<br />

de miembros es casi idéntica a la de lo más destacado<br />

de la cultura colonial nuestra: Heredia, Miahle,<br />

Landaluce, Villaverde, Meza, la Condesa de Merlín,<br />

los dos Betancourt, la Avellaneda, Hazard, Valdivia<br />

y Fornaris…» 3<br />

Así, cuando desde esa ciudad letrada se postula un<br />

canon –recordemos que esa postulación se resuelve<br />

como estructura histórica y normativa de un<br />

habitus–, las Bellas Artes –como diría Panero en Palabras<br />

de un asesino–, pueden ser consideradas como<br />

un asesinato, pues este, como la memoria, sucede<br />

cuando algo desaparece, cuando se pierde de vista<br />

y ya no existe, al menos de una forma patente, tiene<br />

existencia secreta. Luego, las Bellas Artes –y<br />

acaso más arduamente las Bellas Letras–, legitimadas<br />

y salvaguardadas, en el centro de toda ciudad,<br />

por un anillo protector del poder y ejecutor de<br />

9<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 10<br />

sus órdenes, cuando se sitúan en<br />

el decir más puro, entonces son<br />

el asesinato de las cosas. La estrategia<br />

de un libro como Trilogía<br />

sucia de La Habana, consiste precisamente<br />

en posicionarse en el<br />

«afuera», esto es –como diría Michel<br />

Foucault–, escapar al modo<br />

de ser habitual del discurso, para<br />

que sea justamente esa condición<br />

«disidente», por tanto garante<br />

del divorcio entre escritura y<br />

poder –como ciudad letrada y como<br />

Estado–, aquello que certifica su<br />

valor, pues los relatos, las novelas,<br />

los libros prohibidos, dicen<br />

–por antonomasia–, cómo es lo<br />

real. Se trataría entonces de percibir<br />

una tensión entre Estado y<br />

relato e incluso entre lectura y<br />

verdad estatal.<br />

Esa condición «subversiva» desorienta<br />

al lector, que no puede dejar de leer el texto<br />

bajo un efecto-ideología, es decir, con el binóculo de<br />

Freud: leer lo que la obra calla a través de lo que<br />

ella muestra. En su ensayo, «Texto e ideología: para<br />

una poética de la norma», 4 Philippe Hamon, rescribiendo<br />

una idea de Greimas, señala los dos ejes<br />

de posibilidades de dicho efecto-ideología, esto es,<br />

paradigmática y sintagmáticamente. Según Hamon,<br />

existe una dimensión paradigmática en la<br />

que el texto distribuye marcas y valores discriminadores<br />

estables que forman sistema, es decir,<br />

axiologías. Así, en Trilogía sucia de La Habana, es notable<br />

–por solo poner un ejemplo–, la percepción<br />

sexualizada del cuerpo de los negros, casi siempre<br />

«llenos de fibras, y músculos, con muy poca grasa,<br />

y una piel limpia, sin granos»; 5 la negra, «insaciable<br />

(…). Maravillosa. Es un prodigio de la Naturaleza»<br />

(«Estrellas y pendejos», p. 135), mientras los<br />

negros, «de grandes pingas –como en las revistas–<br />

templándose a unas rubias noruegas enormes y<br />

macizas, como odaliscas de Rubens» («Mucho ruido<br />

alrededor», p. 185).<br />

Bajo este tipo de imaginación hipostasiada entre<br />

lo idílico y lo abyecto, el Caribe ha ido –como en su<br />

momento lo hizo bajo la óptica colombina–, participando<br />

de un complejo proceso de alegorización<br />

cultural –quizás reminiscencia de la teratología–<br />

que se articula primordialmente, en la escritura,<br />

por medio de la sublimación de dos discursos fundamentales:<br />

el uno biológico, que tiene que ver con<br />

la fisiología; el otro teológico, que tiene que ver con<br />

el comportamiento y la moral. El primero se edifica<br />

sobre la transferencia, el deseo proyectado en el<br />

cuerpo, y establece una identificación –como antaño<br />

lo hiciera Cristóbal Colón en su tercer viaje–<br />

entre lo geográfico y lo corporal, bajo cuya égida es<br />

posible entender al Caribe como un espacio entre<br />

la vagina dentada de los antiguos: «Tú no sabes la<br />

fuerza que tiene este bollo mío. Hala más que un<br />

tractor» («Mucho ruido alrededor», p. 184), y el pene<br />

apotropeico: 6 «No era una pinga. Era un animal<br />

negro, gordo y salvaje (…) El tipo se sacaba aquel<br />

monstruo (…) y lo mostraba muy orondo, compla-<br />

cido de la admiración que causaba» («El bobo de la<br />

fábrica», p. 200). Mientras que el segundo –más bien<br />

ideológico–, se articula sobre las pulsiones del vicio<br />

y lo lascivo. Ambos, el cuerpo como espacio y el<br />

cuerpo como conducta –lasciva–, conforman la escritura<br />

axiológica, el bestseller.<br />

Existe también –retomando a Hamon–, una dimensión<br />

sintagmática en la que el texto encarna modelos<br />

que aparecen como potencialidades de procesos<br />

semióticos. En el caso de Trilogía sucia de La Habana,<br />

Pedro Juan opta por «el pacto autobiográfico: un protagonista<br />

que narra en primera persona y que se le<br />

acerca tanto biográficamente que llega a usufructuar<br />

su nombre. La estrategia contribuye a tejer la<br />

confusión entre verdad y ficción, entre personaje y<br />

autor real», 7 y el texto ostenta –adicionalmente–, una<br />

especie de «ley de distinción», basada en la falacia<br />

del estilo como grado cero, esto es, entre otras cosas,<br />

sin una difracción.<br />

Comencemos por dos proposiciones: que la idea<br />

del estilo como grado cero, en Pedro Juan<br />

Gutiérrez, consiste precisamente en la simulación<br />

de un no-estilo; y que existe un enlace entre<br />

la simulación de ese no-estilo y la escritura<br />

axiológica. Pensemos, por ejemplo, en uno de los<br />

dispositivos utilizados por la escritura en la simulación<br />

de su grado cero: la retórica, o acaso<br />

más ciertamente, la antirretórica. La primera se<br />

muestra tradicionalmente suspendida entre los<br />

intereses del Estado y la ideología, siendo la agente<br />

de la difracción, mientras que la segunda, se<br />

concibe a sí misma como contrapoder, esto es,<br />

en el «afuera» como posicionalidad. En el caso de<br />

Trilogía…, Pedro Juan opta por lo segundo para crear<br />

la ilusión de un lenguaje desnudo y ob/sceno que<br />

conduzca al lector fuera de la representación «oficial»<br />

de la realidad (léase, fuera de la representación<br />

hecha desde el poder) para adentrarlo en otra,<br />

ilegible o tradicionalmente vedada, que le propicie<br />

la condición de partenaire activo de la comunicación,<br />

por cuanto lo dicho en el texto, es dicho para<br />

él. Luego, no es que no haya un estilo en Pedro<br />

Juan Gutiérrez –que sí lo hay, y está determinado<br />

fundamentalmente por la poca adjetivación, la<br />

sintaxis sincopada y del punto y seguido, así como<br />

por el uso de determinados dispositivos de enunciación,<br />

que desde las palabras sucias, el cuerpo y<br />

lo escatológico, privilegian modos de narrar-leer<br />

«reprimidos», sedimentados en la cultura subalterna–,<br />

sino que su estrategia consiste precisamente<br />

en articular la falacia de un no-estilo garante<br />

del “realismo (crudo) que se propone a sí mismo<br />

como el intérprete adecuado de nuestro tiempo”, 8<br />

y que termina por instituir una escritura axiológica<br />

donde la referencia fenomenalizada –dada a la vez<br />

como descripción y como juicio–, no tiene más remedio<br />

que ser aberrante, y producir aberraciones<br />

ideológicas, es decir nuevas axiologías. Así, razón<br />

tenía Ricardo Piglia cuando en su ensayo «Teoría<br />

del complot», afirmaba: “Estado y complot vienen<br />

juntos. Los mecanismos del poder y del contrapoder<br />

se anudan”. 9 Luego, si aplicamos dicha lógica a lo<br />

anterior, es posible avistar en la falacia del estilo<br />

como grado cero, también aquella condición que<br />

Aristóteles notaba en la retórica: la facultad de


descubrir especulativamente lo que, en cada caso,<br />

puede ser propio para persuadir. Entonces, cuando<br />

en La escritura y el silencio, Roland Barthes plantea<br />

que la escritura en su grado cero es en el fondo<br />

una escritura indicativa o amodal, por cuanto está<br />

hecha precisamente de la búsqueda de un no-estilo,<br />

acaso nos revele el primer argumento fehaciente<br />

de la Literatura contra sí misma, pero también<br />

un complot: «si verdaderamente la escritura<br />

es neutra […], entonces la Literatura está vencida,<br />

[…] el escritor es, sin vueltas, un hombre honesto»,<br />

10 y el relato censurado es entonces el espejo<br />

de la sociedad, esto es, la sociedad vista a<br />

través de los relatos, sin censuras ni prohibiciones.<br />

El escritor, al acceder a esta «verdad» –abyecta<br />

más que idílica–, y reproducirla, ejecuta un<br />

poder, se vuelve prisionero de una escritura<br />

axiológica, «la sociedad hace de su escritura un<br />

modo y lo devuelve prisionero de sus propios mitos<br />

formales». 11<br />

NOTAS<br />

1 Nara Araújo: «La isla de Cuba: viaje, imagen y deseo», en La Siempreviva, N.<br />

4 / junio de 2008, pp. 54-66.<br />

2 Víctor Fowler: «El siglo XIX de Casey y el proyecto de Ciclón», en Rupturas y<br />

homenajes, La Habana: Ediciones UNIÓN, 1998, p. 145.<br />

3 Ibídem, p. 142.<br />

4 Philippe Hamon: «Texto e ideología: para una poética de la norma», en<br />

Criterios, Tercera Época, No. 25-28, I-1989-XII-1990, pp. 66-94.<br />

5 Pedro Juan Gutiérrez: «Cosas nue vas en mi vida», en Trilogía sucia de La<br />

Habana, Barcelona: Ed. Anagrama, 1998. p. 10.<br />

6 De «apotrópeos», epíteto que daban los griegos a las divinidades invocadas<br />

por ellos cuando tenían recelos de alguna desgracia o accidente funesto.<br />

Según Freud, el miembro viril erecto tiene acción apotropeica pero a merced<br />

de otro mecanismo. Mostrar el pene significa decir: «No te temo, te desafío (el<br />

subrayado es mío); tengo un pene». Ver, Sigmund Freud: «La cabeza de<br />

Medusa», en Obras completas III, Madrid: Ed. Biblioteca Nueva, 1981, p.<br />

2697.<br />

7Jorge Fornet: Los nuevos paradigmas. Prólogo narrativo al siglo XXI, La Habana:<br />

Ed. Letras Cubanas, 2006, p. 111.<br />

En una muy lúcida reflexión, Jorge Fornet habla de<br />

una serie de escritores cubanos «desencantados»<br />

–nacidos generalmente a partir de 1959–, los cuales<br />

«realizan una especie de literatura post-revolucionaria<br />

o de la transición que, en no poca medida,<br />

parece obnubilada por los conflictos del presente».<br />

12 «Un autor como Pedro Juan Gutiérrez»<br />

–prosigue Fornet– «aunque nació en 1950, sería el<br />

caso extremo de esa narrativa que pasa por alto la<br />

propia existencia de la revolución. Su “ciclo de Centro<br />

Habana” se desarrolla en un mundo ya degradado,<br />

sin referencias previas y muy poco que lamentar,<br />

como no sea el espanto de la vida cotidiana».<br />

13 El complot de Pedro Juan Gutiérrez radica<br />

–precisamente–, en la utilización de esa elipsis<br />

como perturbación del horizonte de expectativas del<br />

lector, que tiende a leer el texto desde su<br />

performatividad política, es decir, como pedagogía<br />

de los valores de aquello –que en la escritura–, se<br />

da como praesentia in absentia: el Estado.<br />

8 Jorge Fornet: ob. cit., pp. 111-112, en la nota 33.<br />

9 Ricardo Piglia: «Teoría del complot», en Casa de las Américas, año XLVI, No.<br />

245, La Habana, octubre-diciembre de 2006, p. 33.<br />

10 Roland Barthes: El grado cero de la escritura, seguido de Nuevos ensayos<br />

críticos, México: Siglo XXI Editores, 1987, p. 80.<br />

11 Ídem.<br />

12 Jorge Fornet: ob. cit., pp. 90-91.<br />

13 Ibídem, p. 91, en la nota 26.<br />

11<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Carlos Velazco y<br />

Elizabeth Mirabal acaban<br />

de ganar el premio de<br />

ensayo artístico y<br />

literario Enrique José<br />

Varona de la UNEAC, por<br />

su libro Sobre los pasos<br />

del cronista. El quehacer<br />

intelectual de Guillermo<br />

Cabrera Infante en Cuba<br />

entre 1947 y 1965, uno<br />

de cuyos capítulos («Memorias<br />

de la primera<br />

cimemateca de Cuba»)<br />

se publicó en el No. 5-6<br />

de 2009 de R y C.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 12<br />

Grita «Devastación» y suelta a los perros<br />

de la guerra<br />

Shakespeare<br />

2010 amenaza con ser un año muy polémico, porque<br />

en algún momento de su curso será publicado en Cuba<br />

El hombre que amaba a los perros. Vale aclarar<br />

tres puntos de antemano: es un libro largo, es un libro<br />

triste, es un libro necesario. Se ha dicho y repetido (insistentemente)<br />

de la más reciente novela de Leonardo<br />

Padura: que trata sobre el asesinato de Liev Davídovich<br />

Bronstein (Trotski), que desarrolla tres líneas narrativas:<br />

la del propio Trotski, el más desconocido de los fundadores<br />

del Estado soviético; la del hombre que empuñó<br />

el piolet que acabó con su vida, Ramón Mercader del<br />

Río; y la de un personaje de ficción, Iván Cárdenas<br />

Maturell, a quien esperan las comparaciones con Mario<br />

Conde y Fernando Terry. El resultado: pocas son las<br />

personas que al participar en una conversación donde<br />

alguien hable «del último libro de Padura», no tengan<br />

ya algo que decir u opinar.<br />

La historia de cómo se escribió El hombre que amaba a<br />

los perros resulta tan apasionante como la novela misma.<br />

Durante cinco años, permaneció el autor sumergido<br />

en las catacumbas del siglo XX. Abarcó un largo trecho<br />

cronológico que comenzaba poco antes de la <strong>Revolución</strong><br />

de Octubre y trascendía la un día impensable desaparición<br />

de la Unión Soviética.<br />

En su empeño, Padura recreó paisajes disímiles que iban<br />

desde las Islas Prínkipo y el bosque de Fontainebleau, hasta<br />

la Cataluña de los años treinta y el Coyoacán de inicios<br />

de los cuarenta. Para el más grande proyecto literario que<br />

hasta entonces había enfrentado, se hizo de todo el material<br />

legal del juicio de Mercader, fue en busca de fuentes<br />

orales aún esquivas y leyó gran cantidad de las revelaciones<br />

divulgadas tras la apertura de los archivos de Moscú<br />

en la década del noventa.<br />

Publicada en el mes de septiembre por Tusquets Editores,<br />

al finalizar el año la novela se encontraba entre las más<br />

importantes aparecidas en España durante 2009. Se trata<br />

del regreso de cuatro individuos a quienes une el amor a<br />

los perros: Trotski, el Renegado que algunos se esforzaron<br />

por hacer desaparecer hasta del recuerdo (entonces se utilizaba<br />

la expresión «el basurero de la Historia»); Mercader,<br />

el enigmático asesino que ya al final de su vida se<br />

radicó en Cuba; Iván, el escritor cubano venido a menos<br />

que padece los avatares del pasado en ráfagas cada vez<br />

más intensas; y Leonardo Padura, cuyos lectores son capaces<br />

de inaugurar una cola de tres horas antes de la<br />

presentación de sus libros.<br />

El asesinato de Trotski<br />

contado (años después)<br />

por Leonardo Padura<br />

Carlos Velazco Fernández 1


A<br />

pesar de los distintos narradores y puntos de vista<br />

que se asumen para contar estas tres historias, es<br />

posible advertir un conjunto de líneas comunes<br />

que las enlazan más allá del amor que Ramón, Trotski e<br />

Iván puedan sentir por lo perros y la relación tripartita<br />

que se establece a destiempo entre víctima, verdugo y observador.<br />

¿Por qué le interesaba establecer ese juego que<br />

convierte al victimario también en víctima y unir por<br />

medio de la frustración a tres personajes de tan disímiles<br />

biografías?<br />

Quería la novela con una dimensión conceptual<br />

que abarcara no solo los episodios del asesinato de<br />

Trotski y la preparación de su verdugo, sino que<br />

también incluyera un fenómeno político, ideológico<br />

y sobre todo ético decisivo para la historia del<br />

siglo XX. De la <strong>Revolución</strong> de Octubre a la desaparición<br />

de la Unión Soviética, y después durante<br />

estos años que hemos vivido en Cuba, la utopía<br />

socialista ha tenido un desarrollo contradictorio,<br />

porque no ha fraguado lo que desde un punto de<br />

vista romántico se previó que fuese un experimento<br />

de sociedad nueva, comunista, en la cual todos<br />

los individuos tuvieran el máximo de libertad en<br />

el máximo de democracia. Porque esa es la esencia<br />

del sistema, del proyecto y no la existencia de una<br />

economía que funcione de acuerdo a determinadas<br />

leyes, o la permanencia de una estructura política<br />

partidista rectora. Pero no se consiguió, al<br />

contrario. Creo que el más grave problema de la<br />

utopía socialista en el siglo XX fue que se pervirtió<br />

el arbitrio individual de la persona y se puso en<br />

función de un proyecto colectivo dictado, concebido<br />

y ejecutado por personas que fueron asumiendo<br />

desde una posición de poder las posturas que le<br />

concernían a una clase obrera, un partido y la vanguardia<br />

hasta convertirse en un poder unipersonal.<br />

El estalinismo es la esencia de esa deformación. Se<br />

despojó de importancia la vida individual en función<br />

de un proyecto colectivo que fracasó pues ya<br />

no era revolucionario. Por lo tanto, no me era posi-<br />

Stalin, Lenin, Trotski... y Padura<br />

ble entender lo que había significado la defenestración<br />

de Trotski o la obsesión de Stalin por matar<br />

a Trotski o los métodos que se utilizaron para<br />

matarlo o el destino de este verdugo que también<br />

termina convirtiéndose en víctima, si no trazaba<br />

el arco que completaba la mirada desde una perspectiva<br />

cubana. Esta es una novela que solo un<br />

cubano podía concebirla. La experiencia que hemos<br />

vivido en estos años nos da la posibilidad de<br />

tener una mirada antes, durante y después de los<br />

acontecimientos. No obstante, no tuvimos noticias<br />

de esa historia a pesar de ser parte de ella.<br />

Fuimos tan parte de esa historia que Mercader vivió<br />

en Cuba y que la filosofía marxista de la cual<br />

Trotski fue uno de los teóricos principales ha sido<br />

la esencia del sistema cubano desde que se decretó<br />

el carácter socialista de la <strong>Revolución</strong>. Sin embargo,<br />

desconocemos las esencias de estos personajes,<br />

de estas situaciones que se produjeron alrededor<br />

de las vidas de estos hombres, pero sobre todo,<br />

ignoramos como esos procesos influían en las vidas<br />

de todos nosotros, porque nos afectaba, pero<br />

nunca supimos de qué manera, ni tuvimos los detalles<br />

de lo ocurrido en la Unión Soviética durante<br />

estos años alrededor de Trotski, y sobre todo alrededor<br />

de Stalin.<br />

El peso del estalinismo en la historia del siglo XX<br />

es sin dudas funesto, pero tremendo. La sociedad<br />

que se establece en la Unión Soviética a partir del<br />

año 1929 no es una sociedad marxista ni una sociedad<br />

leninista, es una sociedad estalinista que<br />

después se exporta al resto de los países que ponen<br />

en práctica economías y sistemas socialistas. Por<br />

lo tanto, tener una idea de qué cosa fue el estalinismo,<br />

que en esencia es el verdugo de esta historia<br />

y de la Historia (con hache mayúscula), creo<br />

que era muy importante.<br />

¿En qué casos la propia trama de la novela exigió que<br />

alterara la «realidad histórica»?<br />

Muy pocas veces. Cuando trabajo asuntos que tienen<br />

un trasfondo histórico real, trato de ser muy<br />

respetuoso. La realidad es antidramática. Tiene<br />

leyes, maneras de comportarse y de manifestarse,<br />

que no son las que se necesitan en un texto narrativo.<br />

La narrativa organiza la información, los<br />

acontecimientos, las biografías de los personajes,<br />

de una manera artística y dramática. Y la realidad<br />

los organiza como la vida. Pero yo trato de conservar<br />

(lo hice en La novela de mi vida, lo hago en Adiós,<br />

Hemingway y ahora en El hombre que amaba a los perros),<br />

los movimientos fundamentales de la realidad<br />

y la historia, para evitar que un posible juego<br />

dramático, le haga percibir a algún lector avezado<br />

una violación de los procesos históricos, una manipulación<br />

de la historia. No me refiero con esto a<br />

que no me preocupe la credibilidad o la verosimilitud,<br />

que es una necesidad puramente estética. Por<br />

supuesto que al escribir una novela, no un libro de<br />

historia, estoy manipulando la historia. Pero han<br />

de tenerse ciertos límites, como por ejemplo, no<br />

alterar la esencia de las cronologías, de los hechos<br />

que ocurrieron, o las interpretaciones históricas<br />

más probadas.<br />

13<br />

(1) Elizabeth<br />

Mirabal, de quien se<br />

publica en este<br />

dossier una<br />

entrevista a Zoia<br />

Barash (pág. 42 ss),<br />

coparticipó en la<br />

realización de esta<br />

entrevista.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Portada de la<br />

edición española<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 14<br />

En la novela, por ejemplo, se alude<br />

a un acontecimiento que sigue siendo<br />

no totalmente oscuro, pero sí<br />

discutible porque los protagonistas<br />

nunca revelaron nada y se desconocen<br />

los documentos relacionados<br />

con él. Se trata de la desaparición<br />

y el asesinato de Andreu Nin.<br />

Cuando toco este tema, lo hago desde<br />

la perspectiva de las últimas investigaciones,<br />

búsquedas históricas<br />

e incluso arqueológicas alrededor<br />

del asesinato de Nin, las cuales<br />

indican que fueron los asesores<br />

soviéticos con un grupo de comunistas<br />

españoles quienes lo ultimaron.<br />

El margen de error, de duda que<br />

pueda haber, no toca la esencia del problema, que<br />

ocurrió de la forma descrita. A lo mejor no menciono<br />

el nombre de un determinado personaje porque<br />

no es seguro que haya participado, pero la<br />

esencia del acontecimiento está respetada, a pesar<br />

de la ficción y la manipulación de los acontecimientos.<br />

No sé, por ejemplo, si realmente Mercader<br />

estuvo en las inmediaciones del asesinato de<br />

Nin, pero sí estoy seguro de que su mentor, Kotov,<br />

estuvo muy cerca. Por lo tanto, eso me hace pensar<br />

que tal vez Mercader pudo haber estado cerca y<br />

juego con esa posibilidad en la novela.<br />

¿Cuáles fueron las mayores dificultades que enfrentó al<br />

situar a verdaderos protagonistas de la historia como<br />

Trotski y Ramón Mercader como personajes principales de<br />

su novela?<br />

Esta no es una novela histórica, sino una novela<br />

sobre la historia porque está pensada como una<br />

trama que desde el presente se refiere a asuntos y<br />

personajes que son históricos. En el caso de Trotski,<br />

estuve pensando muchísimo si el personaje que<br />

iba a contar la historia podía ser su esposa, Natalia<br />

Sedova, uno de sus secretarios cercanos, o su nieto,<br />

Esteban (Sieva) Volkov, presente en Coyoacán<br />

en el momento del asesinato. Pero ninguno de estos<br />

personajes me podía dar la esencia exacta de<br />

como el hombre que se dedica a la política, la coloca<br />

por encima de todo. Esa era una actitud de<br />

Trotski que no quería perder, y por lo tanto, tuve<br />

que asumir a un personaje histórico muy biografiado<br />

y conocido. En el caso de Mercader fue mucho<br />

más fácil, porque su condición de personaje histórico<br />

la gana por ser el asesino de Trotski, pero fuera<br />

de eso es un hombre sin historia, y eso me permitió<br />

crearle toda una biografía a partir de determinados<br />

datos concretos que tenía sobre él, algunos<br />

incluso bastante discutibles. Hay momentos de su<br />

vida de los que no se sabe nada y tengo que ficcionarlos<br />

por completo. Por lo tanto, Mercader era mucho<br />

más amable en ese sentido. Lo importante de<br />

todo esto es que prevalece un contexto histórico<br />

muy aleccionador en torno a los años anteriores<br />

del asesinato. Se trataba de la década del 30, porque<br />

el exilio de Trotski se produce en el 1929 y su<br />

asesinato en 1940, y durante ese período se produce<br />

la perversión estalinista de la utopía del socialismo:<br />

comienzan los procesos de colectivización,<br />

la industrialización acelerada sobre la base del sufrimiento<br />

de millones de personas que murieron<br />

durante la construcción de canales entre un mar y<br />

otro absolutamente obsoletos, la época de los procesos<br />

judiciales de Moscú, de la Guerra Civil Española,<br />

del ascenso del fascismo en Alemania, de la<br />

perversión de la Internacional Comunista, en fin,<br />

toda una serie de acontecimientos históricos esenciales<br />

para el siglo XX. Incluso tengo que tocar la<br />

Segunda Guerra Mundial, una guerra cuyas características<br />

están asociadas a determinadas actitudes<br />

de Stalin: la represión de los altos oficiales del<br />

Ejército Rojo, sus pactos con Hitler, una política<br />

no sé si equivocada, indolente o intencionada que<br />

permitió el ascenso del fascismo en Alemania, al<br />

impedirle a la izquierda alemana pactar con el centro<br />

y evitar el ascenso de Hitler, al menos en ese<br />

momento y de la manera en que se produjo. Lo<br />

novelado es la relación que se establece entre estos<br />

personajes a partir, igual que en La novela de mi<br />

vida, de una teoría, un recurso narrativo que leí<br />

formulado por Alex Haley, el autor de Raíces. Él decía<br />

que los acontecimientos que contaba, no tuvieron<br />

que haber ocurrido cómo los escribía, porque<br />

no conoció a su tatara tatara abuelo Kunta<br />

Kinte, que había venido de África, pero que por sus<br />

conocimientos y sus investigaciones, estaba seguro<br />

de que esos acontecimientos podían haber ocurrido<br />

como los narraba. Y en los momentos de la<br />

vida de Trotski y de Mercader en que no estoy del<br />

todo apegado a la comprobación, a la certeza documental,<br />

hay una elaboración novelística que<br />

parte de una investigación sobre los procesos históricos<br />

reales.<br />

La línea narrativa de Trotski es con frecuencia una extensa<br />

reseña del pensamiento de esta figura que deja a un<br />

lado la capacidad de acción del personaje literario. ¿Considera<br />

válida esta observación?<br />

El gran problema con el personaje de Trotski era<br />

que el exilio lo confinó en lugares cerrados durante<br />

casi once años. Vive en Turquía, en una isla de la<br />

cual no puede salir apenas; en Francia, prácticamente<br />

escondido al pie de una montaña primero;<br />

en Noruega, en la linde de un bosque y confinado<br />

en un fiordo después, y en México encerrado en dos<br />

casas, la de Diego y Frida y la suya de Coyoacán. Es<br />

un personaje, por lo tanto, que no tiene acciones<br />

que permitan la elaboración dramática de esa vida.<br />

No obstante, durante todo este tiempo, Trotski se<br />

dedica a pensar, reflexionar y escribir, y esa era la<br />

acción que yo debía tratar de reproducir. En una de<br />

las versiones ya casi finales de la novela, la línea<br />

de Trotski andaba por unas 240 páginas y mis editores<br />

españoles y dos o tres lectores cubanos sugirieron<br />

cautela con esa carga de pensamiento y elaboración<br />

de toda una circunstancia histórica y filosófica.<br />

Fue muy difícil tratar de sintetizar esto<br />

en aras de que la novela tuviera una agilidad y de<br />

que la lectura de la parte de Trotski no fuese un<br />

impedimento para dejar caer una pastilla en la<br />

boca del lector. Quería revelar qué pensaba Trotski,<br />

cómo había sido su exilio y marginación, la manera<br />

en que su imagen de revolucionario se había<br />

pervertido, deteriorado y destruido. Ese fue el ejer-


cicio más difícil de la novela. En las primeras versiones,<br />

toda la línea estaba escrita en primera persona,<br />

y me di cuenta después de dos años de trabajo,<br />

que no funcionaba porque yo no tenía un conocimiento<br />

suficiente sobre la manera en la que podía<br />

proyectarse un hombre como Trotski, (de otra<br />

cultura, otra formación y otra época) como para<br />

poder reproducir su manera de pensar. Entonces<br />

decidimos saltar a una tercera persona, y digo decidimos,<br />

porque esto lo discutí mucho con Lucía,<br />

con los editores españoles, con lectores amigos. De<br />

las tres novelas que se unen, creo que la de Trotski<br />

fue la más complicada de definir, porque además<br />

tenía otro problema: la superabundancia de información.<br />

Si en Mercader o en Iván tenía la posibilidad<br />

de ficcionar a un personaje sin historia y a un<br />

personaje de ficción, en su caso la cantidad de datos<br />

era brutal. Fue un reto sintetizar y hacer funcional<br />

dentro de la estructura novelesca todos los<br />

procesos y movimientos de los años 30 con los<br />

cuales tuvo contacto.<br />

¿Cómo fue el proceso de investigación? ¿Cuáles fueron<br />

las principales fuentes vivas y documentales que empleó?<br />

Estuve dos años investigando y leyendo. Cuando<br />

decidí ya escribir la novela, empecé a buscar bibliografía.<br />

Ya tenía alguna reunida sobre Trotski,<br />

Mercader, la <strong>Revolución</strong> Rusa, pero poca cosa en<br />

comparación con lo que revisaría después. Cada<br />

vez que viajaba a España, me iba a las librerías de<br />

viejo y compraba algunos libros muy interesantes<br />

sobre la Guerra Civil Española que fueron saliendo<br />

alrededor del año 2006. Estos textos daban una visión<br />

completamente diferente, renovada, mucho<br />

más acertada de este hecho histórico y estaban<br />

escritos a partir de la revisión de los archivos de<br />

Moscú en los años 90. Yeltsin los abrió, después<br />

Putin los cerró, pero mucha papelería pudo ser consultada<br />

por los historiadores. Durante esos años,<br />

salieron también varias biografías de Stalin y varios<br />

libros sobre los procesos de Moscú. Los fui comprando<br />

en cada viaje que hacía. Además, tuve toda<br />

una red de corresponsales que me iban consiguiendo<br />

bibliografía en distintas partes del mundo. Me<br />

llegaron libros de Argentina, Perú y México. También<br />

tuve acceso a documentaciones no publicadas<br />

como el material legal del juicio de Mercader<br />

en México en el año 41, 42 y las transcripciones de<br />

los interrogatorios. Hubo, por otra parte, una serie<br />

de fuentes orales, personas que a veces me revelaron<br />

detalles mínimos relacionados fundamentalmente<br />

con el personaje de Mercader. Durante los<br />

tres años de escritura, seguí investigando. Hubo<br />

un punto, recuerdo que fue un año y medio antes<br />

de que terminara la novela, en una reunión con<br />

los editores en Barcelona donde les presenté la versión<br />

semifinal de la novela, en que Beatriz de Moura,<br />

la directora de la editorial Tusquets, me dijo: «Mira<br />

Leonardo, a partir de ahora léete a Paul Auster, a<br />

Hemingway, a Vargas Llosa, léete a quien te de la<br />

gana pero no te leas un libro de historia más. Ya te<br />

sabes ¡toda la historia!, te la sabes toda.» Y tenía<br />

razón. A partir de ese momento, fui leyendo algunos<br />

libros y documentos que me aclaraban determinados<br />

puntos, mas me dediqué a leer más lite-<br />

ratura. Por lo general, cuando estoy escribiendo una<br />

novela, sobre todo cuando estoy empezando, me leo<br />

un libro que me rete. Hasta ahora había sido Conversación<br />

en La Catedral, de Mario Vargas Llosa. Esta<br />

vez fue La guerra del fin del mundo. Su relectura fue<br />

muy importante a la hora de definir la estructura<br />

final de la novela, pues en un momento sentí la<br />

necesidad de un equilibrio entre las tres historias,<br />

pero leyendo fue La guerra… me di cuenta de que<br />

Vargas Llosa burla por completo esos equilibrios<br />

para armar una especie de catedral barroca en la<br />

que una torre puede ser más alta que otra. Eso es lo<br />

que pasa en El hombre…, no hay un desarrollo parejo,<br />

incluso termina la historia de Trotski y sigue la<br />

de Mercader, termina esta y continúa la de Iván hasta<br />

casi el presente. La investigación fue muy exhaustiva.<br />

En estos tiempos, internet te ayuda a tener<br />

toda una serie de información, pero menos<br />

confiable, porque a veces no pasa por ningún filtro<br />

que garantice el rigor y la veracidad. Por lo tanto,<br />

prefiero trabajar con los libros impresos. Tengo en<br />

el estudio un librero donde hay tres estantes que<br />

son de libros sobre los procesos históricos y los personajes<br />

que están alrededor de la historia que cuenta<br />

la novela. No trabajé en archivos porque significaba<br />

intentar desentrañar archivos soviéticos y para<br />

mí era muy difícil porque no conozco el ruso. No<br />

obstante, lo esencial de esos archivos había sido<br />

publicado, y en el caso del asesinato de Trotski, cómo<br />

se planificó, quiénes lo dirigieron, la información<br />

que existe es muy escasa, porque quién dirigía personalmente<br />

esta operación era Stalin, y él quemaba<br />

de forma periódica la información que él recibía.<br />

Esa falta de datos ha sido una desventaja para los<br />

historiadores, pero una ventaja para mí como novelista.<br />

Además, me salvó de la búsqueda de documentos<br />

inexistentes.<br />

¿De qué recursos se valió para reconstruir los múltiples<br />

escenarios en los que se desarrolla El hombre que amaba<br />

a los perros?<br />

15<br />

Stalin junto a su<br />

hija Svetlana, de<br />

13 años de edad,<br />

en 1937.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Natalia Sedova y<br />

Frida Kahlo junto<br />

a Trotski<br />

Trotski, Diego<br />

Rivera, y André<br />

Breton en 1938,<br />

fotografía de<br />

Fritz Bach.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 16<br />

Visité varios de esos lugares. Para mí fue fundamental<br />

ir a Moscú. No había estado allí, y describía<br />

el lugar a partir de referencias librescas. Después<br />

de conocerlo tuve que reescribir todo el Moscú<br />

que aparecía en la novela. Porque lo que uno se<br />

imagina que es gigantesco y monstruosamente<br />

feo, al llegar comprende que es mucho más grande<br />

y mucho más feo. Estuve en la casa de Trotski<br />

en Barbizon, había estado en Coyoacán y en la<br />

Casa Azul de Frida y Diego. No pude ir por supuesto<br />

a las Islas Prínkipo donde Trotski vivió los primeros<br />

años de su exilio, pero hay muchas descripciones<br />

que me facilitaron tener una idea de<br />

cómo era este lugar, y un fiordo y un bosque noruegos<br />

es algo un poco más fácil de imaginar para<br />

alguien que haya visto tres o cuatro películas suecas,<br />

finlandesas o noruegas. En el caso de Barbizon,<br />

igual que en el de Moscú, uno se da cuenta de<br />

hasta qué punto las palabras no siempre reflejan<br />

la realidad. Siempre que leí sobre esta casa donde<br />

vivió tres, cuatro meses, se decía que estaba junto<br />

al bosque de Fontainebleau. Cuando llegué, me<br />

di cuenta de que está frente al bosque, hay una<br />

pequeña carreterita por la que entraban carruajes<br />

primero, ya después algunos automóviles, y<br />

tras ella inmediatamente comienza el bosque. Es<br />

decir, lo que veía Trotski cuando abría la ventana<br />

era el bosque de Fontainebleau. Si salía caminando,<br />

que de hecho lo hizo varias veces, llegaba al<br />

castillo de Fontainebleau. Por lo tanto, a veces<br />

tener ese conocimiento preciso del lugar te ayuda<br />

mucho, pero cuando no puedes, la imaginación<br />

es la que salva.<br />

¿Y vio el hotel monstruoso que Kotov le muestra a Mercader?<br />

Vi fotos, porque cuando llegué a Moscú el hotel<br />

que estaba a cien metros de la Plaza Roja ya había<br />

sido demolido. Había dos lugares de Moscú<br />

que tenía especial interés en conocer, uno era la<br />

casa donde había vivido Mercader frente al Malecón<br />

Frunze, y el otro, el Salón de las Columnas<br />

donde se hicieron los juicios. La casa no la pude<br />

localizar, pero llegué a un lugar donde supongo<br />

que uno de los apartamentos que vi debió haber<br />

sido donde vivió Mercader, por lo que su hermano<br />

Luis cuenta que se veía desde el balcón. Y me fue<br />

imposible entrar en el Salón de las Columnas. Los<br />

rusos siguen teniendo veinte años después de la<br />

desaparición de la Unión Soviética, el síndrome<br />

del misterio y el silencio. Cuando me paraba a


tirar fotos frente a la Lubianka, la gente me miraba<br />

como diciéndome: «No hagas eso», «Ese lugar<br />

no se fotografía», «Por allí es mejor no pasar». Porque<br />

la Lubianka sigue siendo la Lubianka, allí es<br />

donde radica la Seguridad del Estado ruso, ya no<br />

soviética, pero sí rusa.<br />

¿Cómo hubiera reaccionado Leonardo Padura, si como le<br />

sucede a Iván, Jaime López hubiese confiado en él para<br />

contarle la historia de Ramón Mercader?<br />

Creo que como Iván. Pienso que en la actitud de<br />

Iván reproduzco la actitud que pudimos haber tenido<br />

muchísima gente en Cuba en esos años. Primero<br />

nunca hubiésemos imaginado que ese hombre<br />

era Ramón Mercader. Para el lector que está<br />

en una posición privilegiada, diferente y posterior,<br />

es fácil decir: «Claro, ese hombre tiene que<br />

ser Ramón Mercader», pero para alguien que se<br />

encontrara con este hombre y sus dos perros en<br />

Santa María del Mar era muy difícil poder imaginarlo.<br />

Por una parte, dudaría, no sabría si ir y buscar<br />

al «compañero» que lo atendía en su trabajo<br />

para decirle que se había encontrado con un personaje<br />

que le contaba una historia escabrosa.<br />

También temería que esta persona fuese un provocador,<br />

para después decir: «Este es capaz de oír<br />

estas historias y no decir nada». Luego, a la hora<br />

de escribirlo, no hubiera podido. La literatura cubana<br />

que se hace en los setenta y en los ochenta<br />

tiene un carácter distinto a la que se hace en los<br />

90. No vamos a hablar ya de El hombre que amaba a<br />

los perros, si la hubiera escrito o intentado escribir<br />

en esas décadas, cosa que para mí hubiera sido<br />

imposible por mi propia evolución literaria, pero<br />

vamos a suponer que hubiera estado en posesión<br />

de esa información y en la posición de Iván respecto<br />

a esos acontecimientos. De todos modos,<br />

hubiera sido imposible, como hubiera sido imposible<br />

para mí escribir las novelas de Mario Conde<br />

en los años 80. No me hubiera planteado, no se<br />

me hubiera ocurrido, no hubiera tenido la capacidad<br />

intelectual, política, ideológica, física para hacerlo<br />

porque el ambiente no permitía que uno pen-<br />

sara novelas así. El hombre que<br />

amaba a los perros llega en un momento<br />

en el cual mi desarrollo<br />

como escritor, la evolución de la<br />

sociedad cubana y de la realidad<br />

internacional, me permite escribirla.<br />

¿Hasta qué punto puede ser verosímil<br />

que Trotski se percibiera a sí mismo<br />

como un cómplice de la situación<br />

imperante en la URSS bajo el mandato<br />

de Stalin?<br />

Es verosímil en la medida en que<br />

él mismo lo dice en documentos,<br />

en ensayos, en cartas que escribe.<br />

Él lamenta haber sido una de<br />

las personas que desmontó el<br />

movimiento sindical ruso al creer<br />

en la necesidad de la militarización<br />

y la obediencia en un momento<br />

de definición dentro de una coyuntura histórica<br />

compleja como la que tiene lugar a partir<br />

del triunfo de la <strong>Revolución</strong>. Él participó en el desmontaje<br />

de sindicatos y en la represión de partidos<br />

que lucharon junto con los bolcheviques en<br />

contra del zarismo. Por lo tanto, contribuyó a lo<br />

que él mismo había predicho desde el año 1905:<br />

que el partido sustituyera a la clase, el secretario<br />

general sustituyera al partido y un hombre incautara<br />

la <strong>Revolución</strong>. Trotski se lo dijo a Lenin y<br />

tuvieron grandes discusiones. Él no vota con los<br />

bolcheviques, sino con el partido de la minoría,<br />

los mencheviques. Con los años, trata de lograr<br />

un acercamiento entre bolcheviques y<br />

mencheviques. Por último, se queda como un<br />

electrón suelto. Es un periodista, un polemista,<br />

un crítico que no tiene filiación fija, y se va acercando<br />

a Lenin más que al Partido, y en un momento<br />

determinado este le dice: «Bueno, pero tú<br />

eres del Partido Bolchevique». Siempre uno tiene<br />

la idea, la imagen de que la <strong>Revolución</strong> fue una<br />

lucha por el poder en la cual la parte militar tuvo<br />

una importancia, pero no fue así para nada. Los<br />

que más inteligentes y decididos resultaron fueron<br />

en ese caso los bolcheviques, gracias a Lenin,<br />

pero en buena medida también gracias a Trotski.<br />

Por eso toman el poder en el año 17. Trotski, en un<br />

desarrollo diferente de los acontecimientos a partir<br />

de la muerte de Lenin, en el que le hubiera tocado<br />

un protagonismo mayor, de alguna manera<br />

hubiese practicado una política más o menos similar<br />

a la de Stalin. Pero tal vez hubiera aplicado<br />

esa política sabiendo que en lugar de matar a veinte<br />

millones de personas, necesitaba matar a mil<br />

para dominar al resto. No hubiese llegado a los<br />

excesos de crueldad que llegó Stalin, un hombre<br />

enfermo. Pero esto es pura especulación.<br />

¿Qué posibilidades le brindó para la construcción del personaje<br />

de Trotski el doble rechazo político padecido por<br />

este hombre en el plano de la realidad?<br />

El hecho de haber sido el «perdedor» en la contienda<br />

política y física con Stalin hace de Trotski<br />

17<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 18<br />

un personaje que despierta una cierta compasión,<br />

que lo humaniza, y lo hace más cercano. Lo cual<br />

no quiere decir que políticamente sus métodos,<br />

cuando tuvo el poder y fue un «triunfador» hayan<br />

sido más aceptables que los de Stalin. Recuerden<br />

que Trotski también reprimió, pretendió la militarización<br />

del trabajo en la URSS, destruyó la independencia<br />

de los sindicatos. Él también era un<br />

fanático y, si hubiera tenido el poder después de la<br />

muerte de Lenin, quién sabe qué cosas habría hecho,<br />

porque lo cierto es que desde el poder la relación<br />

con la realidad es muy distinta. Pienso, por<br />

ejemplo, que Trotski no hubiera sido tan sanguinario<br />

como Stalin: pero en sus manos había sangre<br />

y pudo haber habido más. De todas maneras,<br />

su exilio, marginación, derrota política y muerte<br />

lo hacen un personaje mucho más dramático y<br />

eso lo hace más atractivo y amable como personaje<br />

literario.<br />

En la novela se plantea que Stalin no estaba interesado<br />

en una intervención militar soviética en la Guerra Civil<br />

Española y que recelaba de un potencial ejército español<br />

lo suficientemente armado. Por otra parte, se alude a<br />

una colaboración estrecha entre los servicios secretos<br />

nazi y soviético para fabricar las pruebas falsas que justificaron<br />

las purgas intestinas llevadas a cabo por Stalin<br />

en la URSS. ¿Cómo quisiera que fueran recibidas estas<br />

críticas evidentes y subyacentes a protagonistas de la<br />

historia soviética cuya imagen histórica, sobre todo en<br />

Cuba, continúa siendo broncínea y con muy pocas máculas?<br />

Va a ser recibido con asombro, sorpresa, resquemor<br />

y rechazo. Las reacciones serán muy disímiles.<br />

Pero pueden estar convencidos de que todas<br />

esas afirmaciones están tomadas de libros<br />

documentados. Las interpretaciones varían. Ha<br />

ocurrido sobre todo con el tratado Molotov-<br />

Ribbentrop. Siempre se ha dicho entre nosotros<br />

que fue una estrategia de Stalin para alejar la guerra<br />

de la Unión Soviética, aunque la esencia que<br />

demuestran documentos revelados en los años<br />

90 es que se trataba de un protocolo de repartición<br />

del mundo. No es para nada casual que los<br />

alemanes entren en Polonia por un lado y los soviéticos,<br />

por el otro. Tampoco es producto del azar<br />

que después ocupen las repúblicas bálticas, inva-<br />

dan Finlandia y no protesten cuando los alemanes<br />

empiecen a invadir el resto de Europa. Son<br />

acuerdos previos entre los fascistas y Stalin. Habrá<br />

personas que se indignarán porque esto aparezca<br />

en un libro, y lo único que me queda es remitirlo<br />

a la bibliografía que se ha publicado durante<br />

estos años. Otros hechos están absolutamente<br />

demostrados y discutidos desde hace mucho<br />

tiempo.<br />

Hay un libro de conferencias y escritos de Trotski,<br />

en el que él demuestra en su momento cómo era<br />

posible detener el avance del fascismo en Alemania<br />

mediante una coalición entre los partidos de<br />

izquierda y de centro. Stalin prohibió esta alianza<br />

a través de la Internacional Comunista. Pero<br />

después aplica la idea de los pactos estratégicos,<br />

en lo que es considerada una de sus políticas<br />

más brillantes: los Frentes Populares. No lo permitió<br />

en Alemania, y sin embargo, años después<br />

apoya esta unión en Francia y España, para que<br />

los partidos socialistas lleguen al poder.<br />

Respecto a lo sucedido en la Guerra Civil Española,<br />

que es algo especialmente sensible para Cuba, las<br />

revelaciones que se han producido son incontestables.<br />

Existe una historia de esta guerra y de la<br />

actuación soviética en España anterior a la perestroika<br />

y a la glasnot, y otra posterior al momento<br />

de apertura de los archivos moscovitas.<br />

¿Y el público ruso? ¿Cómo supone que recibirá esta novela?<br />

Pues no lo sé. Hay todavía muchos rusos que idolatran<br />

a Stalin, a pesar de todo, y quizás no les guste.<br />

Otros que se avergüenzan de lo que ocurrió en ese<br />

país y como se pervirtió el ideal comunista. Y creo<br />

que hay muchísimos más que ni siquiera tienen<br />

una idea de quién fue en realidad Ramón Mercader<br />

y, como nosotros, descubrirán muchas cosas de su<br />

propia historia leyendo la novela. Esperemos que<br />

se publique allá y luego veremos qué reacciones<br />

provoca.<br />

¿Por qué decidió convertir a Stalin en un personaje ubicuo?<br />

¿En algún momento valoró que cobrara voz y cuerpo<br />

propios?


No, siempre vi a Stalin<br />

como un personaje omnipresente<br />

pero sin presencia<br />

física en la novela.<br />

Sobre él se ha escrito<br />

mucho, demasiado: desde las loas abominables del<br />

realismo socialista hasta los libelos<br />

anticomunistas, y más recientemente, libros en<br />

los que se ubica mucho mejor su figura, su papel<br />

histórico y su personalidad. Pero en mi novela no<br />

me interesaba Stalin, sino el estalinismo, que es más<br />

esencial, duradero y lamentable.<br />

¿No recarga dramáticamente al personaje de de Iván al<br />

hacerlo víctima de tantas desgracias?<br />

Al final trato un poco de salvar eso, diciendo: «Bueno,<br />

pero es que a este cabrón tipo le ha sucedido lo<br />

que a toda una generación». Se trataba de una exigencia<br />

dramática de la novela que corrí el riesgo de<br />

satisfacer. Vamos a ver: resultan increíbles las numerosas<br />

aventuras sexuales del personaje protagónico<br />

de Antes que anochezca. Pero Reinaldo Arenas<br />

necesitaba crear un personaje hiperbólico. Iván<br />

igual es hiperbólico. Conde y Fernando Terry también<br />

son simbólicos, a pesar de que las cosas que<br />

les ocurren están más cercanas a la verosimilitud<br />

de la realidad inmediata. En el caso de Iván, necesitaba<br />

que fuera un personaje de larga presencia<br />

en la vida cubana, de la cual no fuera solo testigo,<br />

sino también víctima y medida.<br />

¿Considera que la historia presiona a la literatura en los<br />

capítulos donde se recrea la participación de Ramón Mercader<br />

en la Guerra Civil Española?<br />

Sí. Pero este es un libro que tiene un destinatario<br />

fundamental. Aspiro a que funcione bien fuera de<br />

Cuba, que se venda bien, que la gente lo lea, que se<br />

traduzca. Pero mi público, el lector al cual me dirijo<br />

es cubano. Y el lector cubano no puede juzgar<br />

esos acontecimientos sin una información que<br />

no tiene habitualmente. Por lo tanto, decidí recontar<br />

determinadas historias que tal vez para<br />

un lector español sean recurrentes. Le preguntas<br />

a un lector medio cubano, incluso a un lector un<br />

poco por encima del medio, quién fue Andreu Nin,<br />

qué fue el POUM, y no lo sabe. Porque es una literatura<br />

a la cual no ha accedido. Y esa desinformación<br />

no es un fenómeno contemporáneo, no<br />

es algo que se haya preparado específicamente<br />

para los lectores cubanos en los últimos años. El<br />

libro más importante y preclaro sobre lo que estaba<br />

ocurriendo en España durante la Guerra Civil<br />

es Homenaje a Cataluña, de George Orwell. La<br />

primera edición de este texto vendió cuatrocientos<br />

ejemplares en diez años. Es decir, estamos en<br />

presencia de un libro prácticamente desconocido.<br />

Los comunistas lo boicotearon porque Orwell, a<br />

partir de la perspectiva privilegiada que tuvo gracias<br />

a su cercanía a Nin y otros dirigentes del<br />

POUM, daba una visión desfavorable de los soviéticos<br />

en la Guerra Civil Española. Eso ocurrió hace<br />

más de setenta años en Inglaterra y se ha reproducido<br />

a lo largo del siglo XX. Por lo tanto, asumí<br />

que tal vez lo histórico se convirtiera en un fardo<br />

contra lo literario en virtud de que un lector cubano<br />

tuviera la suficiente información sobre lo<br />

ocurrido allí. Y más que eso, para que cuando leyera,<br />

por lo menos le quedase la duda. La duda te<br />

lleva a pensar, a indagar, y eso tal vez conduzca a<br />

otros libros y a la búsqueda de una visión mucho<br />

más completa.<br />

A través de la parodia estilística de un grupo de autores<br />

cubanos, Guillermo Cabrera Infante abordó el asesinato<br />

de Trotski. ¿Le interesaba de modo especial establecer una<br />

intertextualidad con Tres tristes tigres?<br />

Menciono que dentro del tomo final de la biografía<br />

de Trotski es-crita por Isaac Deutscher, Iván encuentra<br />

un recorte de periódico que habla de Tres<br />

tristes tigres y de estas parodias, sobre todo para que<br />

los lectores más exquisitos no tengan la menor<br />

19<br />

Trotski en su<br />

lecho de muerte<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Ramón Mercader<br />

retratado por<br />

sorpresa en la<br />

prisión de México<br />

Padura junto a sus<br />

dos perros Chorizo y<br />

Natalia<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 20<br />

duda de que conocía desde hace<br />

mucho tiempo la obra de<br />

Guillermo Cabrera Infante. Cabrera<br />

Infante es uno de mis escritores<br />

modélicos, pero nada<br />

que ver con una conexión, en<br />

este caso literaria.<br />

Resulta notable que en esta oportunidad<br />

el personaje contemporáneo no<br />

se comporte como un investigador<br />

empedernido, sino que más bien se<br />

trate de un elegido. Es alguien en<br />

quien una historia y todos sus meandros<br />

han decidido confluir y arribar.<br />

¿A qué obedece este cambio de perspectiva<br />

con respecto a obras anteriores?<br />

Es un personaje que de alguna<br />

manera representa una actitud<br />

cubana de estos años: las cosas<br />

te caen encima, y tú no vas a<br />

buscarlas. Esa fue la filosofía para la construcción<br />

del personaje. Llegar a tener el conocimiento<br />

directo y cercano que tuvo Iván, únicamente se<br />

puede haber producido porque esa historia vino a<br />

buscarlo. En el año 2004, 2005 hablé con una persona<br />

que había tenido una relación relativamente<br />

cercana con Mercader, y le dije que me gustaría<br />

que me contara cómo había sido. Me contestó que<br />

no podía. Año y medio después, volví a encontrarlo,<br />

y por puro capricho, insistencia, perseverancia,<br />

tozudez, le pregunté de nuevo y respondió que<br />

sí podía. Es decir, hasta hace muy poco era imposible<br />

realizar una investigación sobre la vida de<br />

Mercader en Cuba.<br />

¿Cómo explicaría el hecho de que Ramón Mercader reaccione<br />

con perspicacia y sospecha ante determinados hechos,<br />

aun cuando haya recibido un entrenamiento<br />

pavloviano que lo ha convertido en una máquina obediente<br />

y despiadada, un hombre de mármol dispuesto a<br />

matar para demostrar su fidelidad a una causa?<br />

Toda esa construcción del entrenamiento de Mercader<br />

es puramente novelesca. Supongo que fue<br />

entrenado de esa manera, porque eran los métodos<br />

que practicaban en esa época los órganos especializados<br />

de la Unión Soviética. Si en toda la<br />

vertiente de Ramón Mercader no hubiera existido<br />

la duda, realmente la visión de la realidad habría<br />

resultado demasiado esquemática. Ramón evidentemente<br />

tenía que ser muy inteligente para<br />

poder vivir con tres, cuatro pieles a lo largo de su<br />

vida. Hablaba varios idiomas. Aprendía oficios en<br />

semanas. En la cárcel se hizo electricista con unos<br />

manuales de cursos por correspondencia, y era<br />

quien arreglaba todo lo que tenía que ver con electricidad<br />

en la prisión de Lecumberri. Creo que la<br />

inteligencia es una de las virtudes de los hombres,<br />

no la mejor en muchos casos, pero sí una<br />

cualidad que te obliga, por lo menos ante ti mismo,<br />

a dudar. La única explicación para que alguien<br />

inteligente esté defendiendo algo injusto es<br />

que, o no es tan inteligente, o se trata de un cínico.<br />

Y el cinismo sí es un elemento importante en<br />

la personalidad de Mercader.<br />

¿Es posible que convierta a Caridad<br />

del Río en el personaje esencial de otra<br />

novela?<br />

Ya estoy harto de esta historia.<br />

Necesito separarme de ella. Me ha<br />

costado cuatro meses escribir la<br />

primera línea de la siguiente novela<br />

de Mario Conde. En esta primera<br />

etapa, Conde empieza a caminar,<br />

sobre todo a emborracharse,<br />

y eso me va acercando a la trama.<br />

Esta nueva novela va a tener<br />

un pequeño componente histórico<br />

que me agrada mucho. Está relacionado<br />

con la presencia de los<br />

judíos polacos en Cuba. Este elemento<br />

me va a permitir que un<br />

personaje reflexione junto a Conde<br />

sobre la condición humana, sobre<br />

el papel del hombre en la sociedad,<br />

sobre el peso de la política<br />

en la vida de los individuos. Pretendo que cada<br />

novela de Conde a partir de ahora sea menos policiaca<br />

y sí más social, como en este caso, a pesar<br />

de que arranca con tres misterios paralelos. De<br />

pronto, será la que más elementos policiales tenga,<br />

pero se irán diluyendo poco a poco en toda<br />

esta meditación sobre la vida, el destino y la responsabilidad.<br />

¿Qué le inspira la compasión hacia un personaje como<br />

Ramón Mercader, célebre por un acto de crueldad?<br />

No, yo no siento compasión. Iván es quien lo cree.<br />

Para mí, Ramón Mercader es un imperdonable. A<br />

veces puede pensarse que la vida conduce a los<br />

individuos a determinadas posturas y que no les<br />

queda más remedio que aceptarlas. Pero creo que<br />

él pudo elegir. No fue de los que se vio obligado a<br />

aceptar. Y cuando eliges, ya eres responsable. De<br />

todas maneras, los veinte años de cárcel, la marginación<br />

que padeció tras el asesinato, sus meses<br />

finales, de un sufrimiento terrible, la forma en<br />

que terminó; pueden provocar un sentimiento de<br />

pena hacia este hombre, pero compasión no.<br />

Augusto Monterroso confesó que cuando en los primeros<br />

meses de 1968 Mario Vargas Llosa le incitó a escribir<br />

sobre el dictador nicaragüense Anastasio Somoza padre,<br />

no lo pensó mucho para renunciar, por temor a meterse<br />

en el personaje, terminar comprendiéndolo y teniéndole<br />

lástima. ¿Cree que esto puede haberle llegado pasar con<br />

Ramón Mercader, incluso con Trotski?<br />

Siempre es un riesgo entrar en la humanidad de<br />

otra persona, llegar a entenderla, justificarla. Pero<br />

es un peligro que se mantiene en el nivel artístico.<br />

En el caso de Trotski, me identifiqué con él cuando<br />

su vida entra en encrucijadas muy difíciles, como<br />

la marginación que padece o la muerte de sus hijos.<br />

Ahí mantuve una relación de afectividad evidente<br />

con el personaje. Pero después me percataba<br />

de que Trotski era totalmente inhumano, y me alejaba.<br />

Un hombre con una dosis mayor de humanidad,<br />

hubiera tratado de salvar lo que quedaba de sí<br />

mismo y de su familia. Pero él era un animal político,<br />

y solo podía actuar como tal.


Busca analizar y evaluar a través de la literatura, pero<br />

¿en qué momentos se sorprendió juzgando las acciones<br />

de los personajes más conflictivos de El hombre que<br />

amaba a los perros?<br />

Desde el principio. Son acontecimientos y actuaciones<br />

tan complejas, tan trascendentes en la historia<br />

del siglo XX, incluso en la historia nuestra<br />

como país, como sociedad, que no me quedaba<br />

más remedio que, tal vez no juzgar, pero sí evaluar.<br />

Juzgar siempre te da la posibilidad de condenar,<br />

sin embargo a la hora de evaluar, se pesan las<br />

actitudes, los actos de esas personas, se trata de<br />

ubicarlas en un contexto histórico, y ese entendimiento<br />

permite trabajarlos como personajes literarios,<br />

entenderlos como personajes históricos,<br />

pero a la vez, darles el espacio a la personalidad<br />

que tuvieron.<br />

Hace unos años nos dijo que La novela de mi vida era<br />

el libro en el que había hecho todas las apuestas como<br />

escritor, intelectual y cubano. ¿Cuáles son las que ha<br />

hecho con El hombre que amaba a los perros?,<br />

¿cuánto se diferencian y superan a aquellas?<br />

Son las mismas apuestas hechas cinco años después,<br />

con más madurez, más conocimiento, más<br />

sentido de la historia. Con más miedo literario,<br />

político, filosófico, pero también con más capacidad<br />

para poder convivir con ese miedo. Es un libro<br />

muy complicado desde todo punto de vista,<br />

un libro que puede traerme y de hecho me está<br />

trayendo muchas satisfacciones, pero también<br />

muchos problemas. Pero era la única forma que<br />

yo tenía de escribir esta historia. Si no la escribía<br />

de esa manera, no lo hacía nunca. Y el riesgo es<br />

parte de la literatura.<br />

¿Cómo ha quedado Padura tras haberse sumergido en lo<br />

que Iván llama «las catacumbas de la historia»?<br />

Mucho más sabio, desencantado, pesimista con<br />

respecto a la humanidad de los hombres y a la<br />

viabilidad de las utopías. Pero mucho más convencido<br />

de que es necesaria una utopía. La lección<br />

de la historia me deja totalmente anonadado<br />

ante la incapacidad del hombre para ponerla<br />

en práctica.<br />

¿Por qué piensa que una novela tan devastadora como<br />

El hombre que amaba a los perros puede ser un aporte<br />

en la búsqueda de una nueva utopía?<br />

Porque creo que las derrotas son importantes para<br />

que el ser humano aprenda. Las victorias no enseñan<br />

nada. Se celebran, se festejan, se construyen<br />

arcos de triunfo, se erigen estatuas, se convocan<br />

juegos florales. El Gran Aprendizaje viene de<br />

las derrotas, que nos enseñan a intentar no cometer<br />

los mismos errores. A pesar de que los seguimos<br />

cometiendo.<br />

Siempre en Mantilla, 27 de noviembre de 2009<br />

21<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Ensayista, crítica y<br />

profesora. Premio<br />

nacional de Literatura<br />

y Enseñanza<br />

Artística.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 22<br />

Graziella<br />

Pogolotti<br />

Hace alrededor de medio siglo, la nieta de<br />

Leonid Andreyev visitó Moscú para entrevistar<br />

a tres importantes escritores: Boris<br />

Pasternak, Ilya Ehremburg y Mihail Sholojov. Educada<br />

en Francia, el ruso había sido el idioma de<br />

hogar, espacio donde se construía un imaginario.<br />

Al llegar al aeropuerto, recibió el primer impacto.<br />

Percibió de repente que, sin preparación previa, la<br />

lengua de la intimidad pertenecía a todos.<br />

Mi experiencia personal fue diferente, aunque también<br />

para mí, desde temprano, lengua y literatura<br />

hubieran ido tejiendo un imaginario hecho de interminables<br />

estepas y de laberintos del alma. No<br />

sé ruso, pero el cantar melódico de la lengua, las<br />

tertulias alrededor del samovar y la taza de té me<br />

acompañaron desde pequeña.<br />

El imaginario procedía de muchas fuentes. La literatura<br />

rusa, surgida como cristalización milagrosa<br />

en el siglo XIX, se expandió rápidamente por el<br />

mundo a partir de su revelación deslumbrante en<br />

Francia, llevada de la mano por un antiguo embajador<br />

en San Petersburgo, quien estampó para siempre<br />

una etiqueta feliz: el alma eslava. Europa estaba<br />

sedienta de exotismo, invadida por chinerías y<br />

japonerías. Los hermanos Goncourt establecían las<br />

pautas del gusto. Por otra parte, de los confines de<br />

Rusia llegaban aristócratas y terratenientes refinados<br />

y cosmopolitas. Frecuentaban salones y<br />

balnearios. Aunque siguiera trayendo de los confines<br />

del mundo los ingredientes de su sablianka, Iván<br />

Turguenev compartía la vida literaria francesa.<br />

Los espacios infinitos –bosques y estepas interminables–<br />

llenaron mi imaginario infantil. Las fuentes<br />

originarias no eran rusas. Procedían de un tomo<br />

de la Biblioteca Rosa escrito por la francopolaca<br />

condesa de Ségur. A pesar de su resentimiento contra<br />

el imperio de los zares, forjó la simpática personalidad<br />

del general Dourakine, poderoso y mofletudo<br />

terrateniente que mordía goloso enormes<br />

muslos de ave mientras viajaba en coche desde los<br />

confines de Siberia, donde rescató a un prisionero<br />

polaco, hasta las fronteras de Francia. Ese relato<br />

iniciático introducía otro componente singular de<br />

la narrativa rusa, las pantagruélicas comidas que,<br />

junto al samovar hirviente, parecían ocupar, sin<br />

interrupción ni respiro, todas las horas del día.<br />

Miguel Strogoff, el correo del zar, de Julio Verne, reafirmaría<br />

la visión de extensas llanuras recorridas a<br />

caballo, siempre a caballo como Los cosacos del Don,<br />

según Gogol, y la Caballería roja, de Isaac Babel.<br />

Muy pronto dejé atrás las lecturas de la infancia.<br />

Me dejé hundir placenteramente en el oblomovismo.<br />

A las grandes cabalgatas se oponía el encierro<br />

en la apatía invencible. Goncharov revelaba un<br />

costado de la humanidad incapaz de forjar proyectos,<br />

atrapada en una voluntad enmohecida. Era la<br />

expresión del inmovilismo al estado puro. El talento<br />

de Goncharov se expresaba en la habilidad<br />

para construir un relato despojado de peripecias,<br />

LA ESTEPA<br />

sustentado en un protagonista inmóvil, encarnación<br />

de la extensa zona parasitaria de la sociedad.<br />

Como el bovarismo, el oblomovismo definía una<br />

actitud ante la vida, nuevas modalidades de la<br />

enfermedad del siglo.<br />

A los confines de Europa había llegado, con sabor<br />

byroniano, un mal du siècle que permeaba la insatisfacción<br />

y el espíritu crítico de una intelligentsia<br />

situada en sectores de un brillante cuerpo de oficiales,<br />

y emergía también entre las capas cultivadas,<br />

de más modesto origen, destinadas a cubrir<br />

los cargos de la hipertrofiada burocracia imperial.<br />

Pushkin y Lermontov, con sus breves trayectorias,<br />

intentaban fundir –en homenaje reverente a Lord<br />

Byron– vida y obra en un mismo proyecto. Del desajuste<br />

entre la ilusión romántica y el ser concreto<br />

del entorno social, surgió la peculiar perspectiva<br />

del realismo ruso, daguerrotipo iluminado de luces<br />

y sombras, ejercicio desmitificador de la risa y<br />

el grotesco gogolianos.<br />

Sobre ese profuso paisaje literario se levantaron<br />

gigantes. Ha sido frecuente contraponer, en la feria<br />

de los valores artísticos, las obras de Tolstói y<br />

Dostoievski. Yo también caí en esa trampa. En mi<br />

temprana adolescencia, descarté al predicador de<br />

Yasnaya Poliana en favor de la inmersión en los<br />

turbios entresijos del alma propuesta por<br />

Dostoievski. Para Raskolnikov, entre los laberintos<br />

del alma y los de la ciudad se establece una<br />

estrecha correspondencia. San Petersburgo no es<br />

la ostentosa urbe iluminista, abierta al mundo,<br />

diseñada por Pedro el Grande. Una humanidad menesterosa<br />

hormiguea entre callejuelas y ciudadelas.<br />

Semejantes a la ciudad, sembrada de sórdidas<br />

covachas, los laberintos del alma esconden insondables<br />

agujeros negros. En una mística proyectada<br />

hacia la búsqueda de valores absolutos, se<br />

difuminan las fronteras entre el bien y el mal. La<br />

suprema lucidez –la de Iván Karamazov– se envuelve<br />

en el azufre del Maligno, mientras los ángeles<br />

se entregan, resignados, al sacrificio. El lector<br />

se deja arrastrar por el vértigo, incapaz de distanciarse<br />

de la letra impresa. Así, entre Raskolnikov,<br />

Dimitri, Iván, Aliosha y el príncipe Mishkin, mis<br />

noches se llenaron de pesadillas. No lograba desprenderme<br />

de ese universo trágico, forjado en la<br />

incurable nostalgia de un dios implacable, sordo y<br />

ciego ante los reclamos de justicia. En su lugar los<br />

escritores cumplen el mandato de la compasión<br />

compartida al descubrir las llagas que todos pretenden<br />

ocultar.<br />

Tuve que madurar para percibir la densidad enmascarada<br />

tras la aparente transparencia de<br />

Tolstói, capaz de captar la singularidad reconocible<br />

en cada personaje integrado a un movimiento<br />

masivo. El sabio rejuego de los planos era anuncio<br />

premonitorio de la próxima aparición del cine. En<br />

mucha menor escala, gracias al empleo de la luz,<br />

podría encontrarse en la ronda nocturna de


Y EL LABERINTO<br />

Rembrandt. Como si llevara cámara en mano,<br />

Tolstói abre La guerra y la paz con el baile en la casa<br />

de Madame Schérer, muestra del ambiente afrancesado<br />

peterburgués, contrastante con la aristocracia<br />

moscovita, todavía apegada a los gustos y<br />

costumbres de la tierra. Son las vísperas de la invasión<br />

napoleónica, cuando el acontecimiento bélico<br />

precipitará un cambio de época latente. Los<br />

últimos sobrevivientes de la época de la gran Catalina<br />

desaparecen definitivamente y arrastran<br />

con su muerte los valores ya periclitados. La estepa<br />

y el laberinto se conjugan entre batallas, salones,<br />

ambiciones e incertidumbres del amor. En<br />

medio de tanto tropel, el lector identifica a cada<br />

personaje, tanto a María Volkonskaya, a Natasha<br />

Rostova, a Pierre Bezúkov, como a Platón Karatayev.<br />

Tras el abigarramiento de acciones y personajes,<br />

la unidad del conjunto se articula a través de fundamentales<br />

interrogantes soterradas. Se trata, ante<br />

todo, del sentido de la vida y del lugar de la persona<br />

humana en la historia. La mirada del pelotón artillero<br />

en Austerlitz se entrecruza con la de Fabricio<br />

del Dongo en Waterloo. Están en el centro del acontecer<br />

de la historia. En lo más alto de la cúpula se<br />

encuentran Bonaparte, el zar de Rusia, el emperador<br />

de Austria y el rey de Prusia. Allí se entretejen<br />

los hilos de la política.<br />

Desde las alturas de una colina, los generales dominan<br />

el campo de batalla y diseñan los movimientos<br />

estratégicos. En un extremo de la línea<br />

del frente, un pelotón de artilleros se impacienta<br />

ante la aparente parálisis de las acciones. Se contraponen<br />

dos perspectivas: la visión fragmentaria<br />

y la totalizadora, lo visto desde abajo y lo contemplado<br />

desde arriba. Arrinconados en el tiempo de<br />

aguardar, los artilleros tienen plena conciencia del<br />

lugar que ocupan y de las circunstancias del pequeño<br />

universo que los rodea. Fabricio, en cambio,<br />

no sabe que está viviendo en Waterloo un giro decisivo<br />

de la historia.<br />

Sobre el trasfondo del gran mural histórico, los<br />

hombres y las mujeres intentan dilucidar con sus<br />

actos el sentido de la vida. En esa búsqueda reside<br />

la razón profunda de cuanto los une y los separa.<br />

Es la clave del entramado que vincula al variopinto<br />

conjunto de personajes, ricos y pobres, campesinos,<br />

intelectuales, aristócratas, ingenuos padres<br />

de familia y ambiciosos implacables. En el centro<br />

de todo, aunque a veces perdido en la penumbra,<br />

Pierre Bezúkov. Noble y millonario por la izquierda,<br />

hijo natural desgajado de la tradición familiar,<br />

crecido en otros países y algo extranjero por educación,<br />

intelectual atenaceado por la mística de<br />

los valores absolutos, es en cierto modo el alter ego<br />

de Tolstói. Siempre vacilante y torpe, su imagen se<br />

contrapone a la del príncipe Andrei, lúcido portador<br />

de todas las certidumbres, continuador de una<br />

orgullosa estirpe, brillante en los combates de la<br />

vida y la guerra, derrotado por el derrumbe de sus<br />

ilusiones más que por las heridas del frente de guerra.<br />

En el otro extremo, sin formular preguntas,<br />

Platón Karatayev se atiene a las demandas concretas<br />

de la resistencia.<br />

Desdichado en el matrimonio, León Tolstói concedió<br />

singular protagonismo a la mujer. A veces, de<br />

pasada, asoma su rencor personal. Pero los rostros<br />

que proyectan la luz más intensa en La guerra y la<br />

paz, lejos de ser víctimas, son personajes capaces<br />

de construir un destino. Enfrentada a la violencia<br />

de los campesinos y la amenaza de los invasores,<br />

la princesa María se desprende de la sumisión a la<br />

rígida disciplina paterna hasta conciliar, a su modo,<br />

el ideal y el realismo. Y Natasha Rostova transita<br />

de los sueños adolescentes matizados por la difícil<br />

relación con el príncipe Andrei hasta afirmarse,<br />

con personalidad propia, en el fecundante amor a<br />

la tierra. La prédica tolstoiana adquiere concreción<br />

tangible y verosímil a través de la silueta de<br />

estos personajes femeninos que rompen los valladares<br />

del laberinto en favor de una transparente<br />

luminosidad.<br />

La guerra y la paz desemboca en la plenitud del estío.<br />

De la mano de Chéjov, Las tres hermanas permanecen<br />

en una grisalla otoñal donde el cotidiano<br />

transcurso de la vida, al modo de gotas de agua<br />

suspendidas en el aire, socava imperceptiblemente<br />

los proyectos y las ilusiones. El laberinto no<br />

anida en lo recóndito del alma. Se reconoce en las<br />

redes sutiles entretejidas por la sociedad, hechas<br />

de prejuicios y convencionalismos, de pobreza disimulada,<br />

de prisiones aldeanas y del sueño permanente<br />

con los grandes espacios.<br />

El rasguño en la piedra descubre poco a poco las<br />

aristas de la realidad de una provincia perdida en<br />

el espacio sin porvenir donde se rebelan intercambiables<br />

oficiales carcomidos por el aburrimiento y<br />

la rutina, donde se opaca el esplendor aparente de<br />

los uniformes mientras desaparecen los anchos<br />

horizontes con la esperanza de escapar hacia el<br />

distante y mítico Moscú. Como en La educación sentimental,<br />

de Flaubert, el paso de los años deja tan<br />

sólo un mechón de cabellos blancos entre los dedos.<br />

El porvenir se reduce al mero desgaste del presente.<br />

Y, sin embargo, en ese universo provisional<br />

que bordea el derrumbe, en la pasión compartida<br />

latente en la mirada del autor, subsiste la expectativa<br />

del cambio necesario.<br />

La mística tiene muchos caminos, no sólo el que<br />

conduce a Dios. Se revelan en la búsqueda de un<br />

sentido de la vida, de un modo de trascender la<br />

efímera existencia humana. Cuando la literatura<br />

renuncia a poblar nuestro imaginario, cuando abandona<br />

las interrogantes fundamentales acerca de<br />

lo que somos, carne y espíritu, comienza a entonar<br />

su canto de cisne, anuncio de la muerte de la<br />

especie. Porque todavía estamos vivos, Raskolnikov,<br />

Pierre y Natasha y las tres hermanas permanecen<br />

entre nosotros.<br />

23<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


ENSEÑANDO<br />

RUSO Ileana Cino Colina<br />

Graduada de Lengua y Literatura Rusas (1967).<br />

Profesora, metodóloga, representante del<br />

Ministerio de Educación en la Asociación<br />

Internacional de Profesores de Idioma y<br />

Literatura Rusos (MAPRIAL).<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 24


Eran los primeros años de la década del sesenta y<br />

muchos adolescentes que antes habían escuchado<br />

muy poco del idioma ruso comenzaron a estudiarlo.<br />

No imaginábamos entonces que la lengua y la cultura<br />

rusas estarían a partir de ese momento estrechamente<br />

ligadas a nuestras vidas.<br />

La escala de lo que luego sería enseñanza generalizada<br />

fue creciendo paulatina, exponencialmente; pero<br />

en sus inicios tuvo visos casi domésticos, más un<br />

esfuerzo o una voluntad que una máquina debidamente<br />

engrasada. Al principio, en esos primeros<br />

pasos, en muchos centros de trabajo viejos inmigrantes<br />

rusos que residían en Cuba dieron algunos<br />

cursos para los trabajadores. Fue así que muchos<br />

trabajadores aprendieron los fundamentos de la<br />

lengua de Pushkin, algo que en breve les permitiría<br />

enseñar sus rudimentos en las Escuelas de Idiomas.<br />

1<br />

Luego, ya en 1961, fue creada la Escuela de Idiomas<br />

Abraham Lincoln. En la Lincoln –que fue como<br />

se la conoció desde entonces: la Lincoln como<br />

quien dijera la Complutense o la Lenin– se impartían<br />

de forma gratuita idiomas antes no enseñados<br />

en Cuba, o no al menos de forma institucional,<br />

como el chino, el checo o el polaco, y entre ellos el<br />

ruso. Fue ahí donde realmente cientos de personas<br />

ansiosas por conocer más de la lengua y la cultura<br />

rusas tomaron contacto con ese mundo. Para muchos<br />

entonces el ruso era algo muy especial, entre<br />

otras cosas por el alfabeto cirílico, una lengua distinta<br />

que incluso se escribía con caracteres distintos,<br />

que tenía un aire desconocido que la hacía,<br />

por ajena, remota, increíblemente atractiva por<br />

eso. Formaba parte acaso, en su sonoridad y extrañeza,<br />

la lengua de una extrañeza mayor, la que nos<br />

fue acercando a una cultura donde pesaban tanto<br />

la fascinación como el sentimiento de lo distinto,<br />

una cotidianeidad más o menos adoptada como<br />

nuestra –imposible entonces prever otra– y una<br />

lejanía sentida como nuestra –imposible asumir<br />

del todo un mundo de referencia que, aún en sus<br />

facetas más amables, se sentía como de otros. Pero<br />

todo eso llegó después. En aquellos primeros sesenta<br />

creo que pesaba, sobre todo, la fascinación.<br />

Como en aquel momento casi no existían profesores<br />

de ruso propiamente dichos, la solución pasó<br />

muchas veces porque las esposas de especialistas<br />

soviéticos que asesoraban en otras ramas de la economía<br />

y algunos cubanos que conocían un poco<br />

de la lengua fueran quienes dieran las clases en las<br />

Escuelas de Idiomas. Luego, paulatinamente, se<br />

fueron incorporando como profesores jóvenes cubanos<br />

que habían aprendido el ruso en esas mismas<br />

escuelas. En 1962, el mismo año de la Crisis<br />

de Octubre, se crearon los Institutos Pablo<br />

Lafargue 2 y Máximo Gorki; 3 tenían nivel medio y<br />

los estudiantes eran internos. En cuatro años jóvenes<br />

que procedían de todas las provincias debían<br />

dominar el idioma seleccionado, alcanzar una<br />

preparación general equivalente a la del bachillerato<br />

y tener conocimientos pedagógicos que les<br />

permitieran enseñar la lengua seleccionada. Se for-<br />

maron en estos institutos excelentes profesores y<br />

traductores de inglés, ruso, francés, alemán, entre<br />

otras lenguas. Fueron estos institutos los que hicieron<br />

posible luego la enseñanza masiva del ruso en<br />

las escuelas de la enseñanza general.<br />

En ese mismo año, el 1962, se creó la Licenciatura en<br />

Lengua y Literatura Rusas en la Escuela de Letras de<br />

la Universidad de La Habana. Los que tuvimos el privilegio<br />

de estudiar allí todavía recordamos el maravilloso<br />

plan de estudio que había sido concebido<br />

para las especialidades de Lenguas (inglesa, francesa<br />

y rusa). En los primeros dos años teníamos<br />

asignaturas de formación general (literatura general,<br />

gramática española, redacción y composición,<br />

latín, historia del arte) y era a partir del tercer año<br />

que recibíamos las asignaturas de la especialidad<br />

–literatura rusa, historia de la URSS, fonética rusa,<br />

historia de la lengua rusa–. Tuvimos allí en todas<br />

las asignaturas, tanto en las de formación general<br />

como en las de la especialidad, profesores magnífi-<br />

25<br />

Todas las imágenes de<br />

este trabajo son de<br />

Lissette Solórzano.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 26<br />

cos a los que siempre recordaremos con cariño y<br />

admiración. Increíble claustro aquél con profesores<br />

como Camila Henríquez Ureña, Mirta Aguirre,<br />

Roberto Fernández Retamar, Cira Soto, Adelaida de<br />

Juan o José Antonio Portuondo. Aquellos que estudiamos<br />

ruso recordamos en especial a Igor V. Ivanov,<br />

responsable entonces de las asignaturas de la especialidad.<br />

Por esa época muchos estudiantes comenzaban a<br />

viajar a la Unión Soviética para aprender el idioma<br />

en cursos intensivos de 18 meses; otros viajaron para<br />

cursar allí la especialidad en las universidades soviéticas.<br />

Ya en la primera mitad de la década del<br />

sesenta había muchos jóvenes estudiando en alguno<br />

de estos cursos la lengua y la cultura rusas, y<br />

a su vez la presencia de profesionales rusos en Cuba<br />

tenía un peso considerable, con la previsible cercanía<br />

que ello suponía en el contacto no sólo de<br />

las lenguas, sino entre maneras de ver y sentirse<br />

en el mundo. La imagen cubana del ruso<br />

–del ruso, de la rusa– debe haber comenzado a formarse<br />

por aquellos años, cuajando en un imagotipo<br />

donde se mezclaban tanto lo físico como lo<br />

psicológico, y en una gama que comprendía desde<br />

el olor corporal hasta atisbos de carácter o identidad.<br />

Y en sentido contrario –alejándose del estereo-<br />

tipo, yendo hacia lo concreto y puntual– resultaban<br />

cada vez más familiares los referentes culturales<br />

rusos, desde la literatura hasta el cine o el té.<br />

Ya en los sesenta la presencia cultural rusa en Cuba<br />

había alcanzado un nivel que sobrepasaba cualquier<br />

momento anterior, no sólo por el volumen<br />

de esa presencia, que se mantendría por décadas,<br />

sino sobre todo por las condiciones masivas de su<br />

recepción. Si bien había habido de siempre un interés<br />

hacia la cultura rusa –y en ciertos círculos<br />

intelectuales y obreros, hacia la Unión Soviética,<br />

ese interés había sido minoritario o en cualquier<br />

caso localizado, puntual; lo cierto es que los sesenta<br />

trajeron consigo una eclosión sin precedentes<br />

en la recepción del arte y la literatura rusos,<br />

que fueron incorporándose no sólo al discurso cultural<br />

cubano sino también al imaginario colectivo.<br />

Esa presencia era incluso física: un poeta como<br />

Evtushenko, por ejemplo, vivió una temporada en<br />

La Habana en la primera mitad de la década. Soy<br />

Cuba (1964), de Mijail Kalatosov, la excelente película<br />

de la que Evtushenko fue coguionista junto a<br />

Enrique Pineda Barnet, es quizá, uno de los mejores<br />

ejemplos de esa mezcla tan sui generis de entusiasmo<br />

y cercanía, de diálogo y a la vez distancia<br />

–de diálogo de sordos, por qué no decirlo– entre modelos<br />

culturales como el cubano y el ruso. Por supuesto,<br />

entonces esa mezcla más que pensarla la<br />

sentíamos: nos limitábamos a vivirla, y con no poco<br />

entusiasmo.<br />

Otro tanto ocurrió ya desde entonces con la literatura<br />

rusa. Además de los clásicos de la narrativa y<br />

la poesía rusas, por entonces se publicó en La Habana<br />

a autores rusos contemporáneos cuya obra indagaba<br />

en el presente soviético –Un día en la vida de<br />

Iván Denísovitch, por ejemplo, fue publicado en 1964<br />

por la editorial Cocuyo–. Cineastas rusos de la altura<br />

de Tarkovski o del propio Kalatosov se convirtieron<br />

en una presencia habitual en los cines –luego<br />

de la Lincoln, la Cinemateca: programa frecuente<br />

de muchas noches, entonces–, y de hecho probablemente<br />

el cine ruso haya sido el que, con mucha<br />

más fuerza o constancia que otras manifestaciones<br />

culturales, mayor calado haya tenido entre<br />

nosotros (las colas para ver cine ruso en los ochenta<br />

están entre las mayores que recuerdo en La Habana,<br />

y eso que la competencia en materia de colas<br />

cinematográficas sería a todas luces reñida).<br />

Puede que ello obedezca también a que esa eclosión<br />

literaria rusa de los sesenta se vio enfriada en<br />

los setenta con una literatura mucho más oficial,<br />

pero en cambio con relación al cine no pasó lo mismo<br />

o no en la misma medida. En cualquier caso, y<br />

es algo que quiero subrayar, ya a finales de los sesenta<br />

la presencia cultural rusa se había vuelto<br />

una costumbre.<br />

Volviendo a la enseñanza del ruso, que es lo que<br />

nos ocupa aquí: en 1969 se había creado la Escuela<br />

Formadora de Maestros de Idiomas, para personas<br />

que habían aprendido algún idioma por diferentes<br />

vías, entre ellos el ruso, y querían obtener conocimientos<br />

metodológicos para poder trabajar como<br />

profesores. Todos lo que accedían al magisterio por<br />

cursos de nivel medio debían luego matricular la<br />

licenciatura y concluir sus estudios de nivel supe-


ior. Pero será en los años setenta cuando la presencia<br />

del ruso se haga masiva, quizá como<br />

correlato de la progresiva institucionalización de<br />

la sociedad cubana. Quizá el síntoma más relevante,<br />

en lo que se refiere a la enseñanza del idioma,<br />

haya sido que fue entonces que se comenzó a<br />

impartir el ruso en la Enseñanza General –para la<br />

que se concibieron libros de texto de gran calidad,<br />

dicho sea de paso–. La mayoría de los cubanos que<br />

hicieron la secundaria entre 1978 y 1985 estudiaron<br />

ruso en algún momento.<br />

En los setenta, y en esa misma línea de ampliación<br />

de la enseñanza, se creó el curso de Idioma<br />

Ruso por Radio, que tuvo gran éxito con la incorporación<br />

de miles de personas y una matrícula<br />

muy heterogénea que incluía profesionales, obreros,<br />

amas de casa y jubilados. También como apoyo<br />

del Ruso por Radio se creó el Ruso por Televisión,<br />

precursor de este tipo de cursos. En 1977, y<br />

como colofón a ese establecimiento progresivo de<br />

la enseñanza del ruso en Cuba, se produce un salto<br />

cualitativo cuando los Institutos Máximo Gorki y<br />

Pablo Lafargue, hasta entonces de nivel medio, se<br />

convierten en el Instituto Superior Pedagógico de<br />

Lenguas Extranjeras Pablo Lafargue, conocido<br />

como ISPLE –como el ISPLE; con artículo, como la<br />

Lincoln–. Allí comienza de forma amplia la formación<br />

superior de profesores y traductores de lenguas<br />

extranjeras, con gran énfasis en el ruso. Ese<br />

mismo año se creó la Filial del Instituto A. S.<br />

Pushkin en La Habana. La Filial, que era como la<br />

conocíamos, tenía como tarea principal el asesoramiento<br />

metodológico y la superación sistemática<br />

de profesores y traductores de ruso, y en ella<br />

trabajaban magníficos especialistas. Se impartieron<br />

numerosos cursos en nuestro país y se<br />

viabilizó la realización de cursos de postgrado, de<br />

entrenamientos y doctorados en la antigua Unión<br />

Soviética.<br />

También existían los Institutos de Superación Educacional,<br />

que eran los encargados de superar a los<br />

profesores en ejercicio en las diferentes asignaturas.<br />

Se celebraban además conferencias científicas<br />

y reuniones metodológicas de alto nivel, donde<br />

los rusistas cubanos presentaban y analizaban<br />

sus temas de investigación y a las que asistían<br />

destacados especialistas soviéticos en la rama de<br />

la enseñanza del idioma ruso. La enseñanza del<br />

ruso contó siempre con un sistema de superación<br />

muy amplio que permitía a los rusistas tener una<br />

alta calificación profesional.<br />

Con la desaparición del campo socialista, el ruso<br />

dejó de ser el idioma más ampliamente impartido<br />

en las escuelas cubanas. Su enseñanza se redujo<br />

de forma significativa. No obstante, para muchos<br />

que de una forma u otra estuvimos vinculados a<br />

su enseñanza, había surgido un vínculo cultural<br />

que no desaparecería.<br />

Es necesario decir, aunque resulta obvio, que en<br />

estas líneas no ha habido intención de hacer una<br />

reseña oficial, sino de acercar recuerdos de nuestra<br />

juventud que nos relacionaron de forma cultural<br />

y afectiva con la lengua rusa.<br />

NOTAS<br />

1 Las Escuelas de Idiomas fueron creadas en 1961 en el subsistema de la<br />

Educación de Adultos. Eran (continúan siendo) centros en los que personas<br />

con secundaria básica terminada podían acceder al estudio de idiomas en el<br />

horario nocturno. Además de los idiomas tradicionalmente estudiados en<br />

Cuba (inglés, francés, alemán) se incorporaron otros (ruso, polaco, chino,<br />

checo, portugués). Eran cursos de una hora diaria cinco días a la semana,<br />

que se extendían durante más o menos semestres en dependencia de las<br />

dificultades del idioma.<br />

2 El Instituto Pablo Lafargue formaba traductores.<br />

3 El Instituto Máximo Gorki formaba profesores de lenguas extranjeras. Institutos<br />

similares a estos dos institutos poco después fueron creados en<br />

diferentes provincias.<br />

27<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 28<br />

MOSCÚ ROJO,<br />

FIJEZA VISUAL<br />

EN TR3S Israel Castellanos León<br />

TIEMPOS


Fijeza inicial: Moscú sí cree en arte cubano<br />

Comúnmente se asume que el puente político-cultural<br />

entre la <strong>Revolución</strong> cubana y la extinta Unión<br />

Soviética inauguró, en el plano de la visualidad, el<br />

camino entre la nación antillana y la actual Federación<br />

Rusa. Sin embargo, se trata de una ruta<br />

abierta, y a la vez truncada, en los años cuarenta<br />

del siglo pasado. Una cruzada en la que se enrolaron<br />

instituciones gubernamentales o independientes,<br />

y para la que resultó sustancial el concurso<br />

de algunas individualidades.<br />

Un pórtico casi olvidado fue La URSS en la Paz y en la<br />

Guerra, muestra de fotografías, carteles y caricaturas<br />

que organizó el artista y gestor cultural cuba-<br />

no Domingo Ravenet con el auspicio del Frente<br />

Nacional Antifascista y la Legación de la Unión<br />

Soviética en Cuba. Inaugurada el 4 de diciembre<br />

de 1943 en el Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio<br />

Nacional, la exposición incluyó unas mil<br />

quinientas fotos sobre la vida en la nación euroasiática,<br />

llamada en el catálogo «amiga y aliada<br />

de Cuba». Las instantáneas cubrían un repertorio<br />

temático casi tan vasto como ese país multinacional:<br />

cultura artística, ciencia, política, salud<br />

pública, deporte, urbanismo, agricultura, industria,<br />

y la contienda bélica que el primer –y<br />

hasta entonces único– Estado socialista del<br />

mundo lideraba contra el fascismo y por toda la<br />

Humanidad.<br />

Fotografías de Moscú durante la conflagración, formaron<br />

parte de esa extensa panorámica cuyo tí-<br />

29<br />

Lissette<br />

Solórzano.<br />

Pequeño 1,<br />

fotografía,<br />

40X30 cm.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Portada catálogo<br />

exposición de<br />

1945 en Moscú.<br />

(Cortesía de<br />

Mariana Ravenet).<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 30<br />

tulo parafraseó y, a la vez, alteró el nombre de la<br />

emblemática novela de León Tolstói: La guerra y la<br />

paz. A los efectos de la exposición, el edificante cuadro<br />

de la construcción del socialismo en tiempo de<br />

paz se afectó por la guerra devastadora, que si bien<br />

dio lugar a imágenes sombrías, también registró<br />

la heroicidad y los triunfos del ejército rojo sobre<br />

el fascismo teutón.<br />

El reflejo de las conquistas en otros frentes de la<br />

sociedad y la constancia gráfica de «la cultura durante<br />

la guerra», contribuyeron a que el conjunto<br />

expuesto resultara congruente con la noción de<br />

progreso y el optimismo figurativo preceptuado por<br />

el Realismo socialista, método de expresión visual<br />

que oficializó el estalinismo en 1932 y proscribió<br />

al pesimismo por decadente y burgués.<br />

La colosal muestra revistió valor informativo, sin<br />

soslayar el estético y el educativo. Acogió caricaturas.<br />

Y se hizo acompañar por un ciclo de conferencias<br />

diarias y nocturnas, que dictaron prominentes<br />

intelectuales cubanos entre el 5 y el 19 de<br />

diciembre, cuando cerró la exposición. Durante esos<br />

días, la bandera roja de la hoz y el martillo ondeó<br />

en el Capitolio, pese a la reacción del conservador<br />

Diario de la Marina.<br />

La prensa nacional, que seguía los sucesos de una<br />

guerra mundial que involucraba al país, devino en<br />

otro campo de batalla. En sus páginas se libró la escaramuza<br />

político-ideológica que suscitó el envío de<br />

pinturas y dibujos cubanos para «decorar» el viejo<br />

caserón de la Legación Cubana en Moscú, escogida<br />

por la Dirección General de Relaciones <strong>Cultura</strong>les del<br />

Ministerio de Estado de Cuba al «ser la de más reciente<br />

creación y tener sus paredes aún desnudas». 1<br />

El folleto concomitante declaraba otro motivo,<br />

que trascendía la mera decoración:el seguimien-<br />

to de una política institucional iniciada con la<br />

publicación del Anuario <strong>Cultura</strong>l de Cuba, de 1943;<br />

la prosecución de una directriz que pugnaba por<br />

mostrar en el exterior lo más valioso de la cultura<br />

nacional, y se proponía hacerlo a través de las<br />

«Casas de Cuba en los países amigos». Tal objetivo<br />

se satisfaría, por primera vez, con esa ambientación<br />

que no significaba una opción desdeñable<br />

para los veintidós creadores implicados, a quienes<br />

se compraron veintinueve obras, mayoritariamente<br />

pictóricas. 2<br />

La selección atendió, primero, a la calidad; y después,<br />

a la representatividad de las corrientes artísticas<br />

actuantes en Cuba, sin discriminar a modernos<br />

o academicistas ni obviar el estímulo a algún<br />

pintor emergente. La iniciativa alentaba al deprimido<br />

mercado de arte nacional e incubaba, asimismo,<br />

una estrategia de coleccionismo institucional<br />

hacia el extranjero.<br />

Pérez Cisneros, Domingo Ravenet (curadores) y Jorge<br />

Mañach (Ministro de Estado), eran personeros<br />

de instancias gubernamentales pero, a la vez, intelectuales<br />

con criterios propios. Estaban apercibidos<br />

de que el coleccionismo limitaba la dispersión<br />

de creaciones valiosas; salvaguardaba el patrimonio<br />

nacional para su crecimiento, estudio y<br />

difusión; y permitía una ayuda económica a los<br />

artistas.<br />

Tan plausibles miras hallaron oposición en la actitud<br />

antisoviética de una parte de la prensa cubana,<br />

que tildó de comunistas a los creadores escogidos.<br />

O informó que un paisaje académico de<br />

Esteban Valderrama había sido el preferido por<br />

los artistas soviéticos. Así lo recogió un cable de<br />

la United Press reproducido en el Diario de la Marina<br />

el 7 de marzo de 1945, al día siguiente de la<br />

inauguración. Así se pronunció también el crítico<br />

y curador proamericano José Gómez Sicre. Era<br />

una maniobra divisionista que, según Graziella<br />

Pogolotti, pretendía molestar a los modernos que<br />

simpatizaban con la Unión Soviética. 3 Pero, asimismo,<br />

buscaba desalentarlos de seguir en ese<br />

contexto artístico donde, supuestamente, no eran<br />

reconocidos.<br />

También se publicó que los artistas soviéticos habían<br />

calificado a sus colegas cubanos de pequeñoburgueses.<br />

Calificativo con que se estigmatizaba<br />

en la URSS a los autores cuyas miras subjetivas<br />

entraban en conflicto con la objetividad del materialismo<br />

dialéctico y no representaban las aspiraciones<br />

de la ideología comunista, con la política y<br />

el trabajador como pilares temáticos. Según el<br />

mencionado cable de United Press, pintores de la<br />

Unión Soviética igualmente reprocharon a la pintura<br />

moderna cubana su «carencia de realismo»,<br />

por el cual debía «entenderse el aspecto social». El<br />

«realismo» en artes visuales se consensuaba en la<br />

URSS como representación figurativa y verosímil,<br />

y «lo social» privilegiaba lo sociopolítico.<br />

Ante esa situación bizarre, Pérez Cisneros negó que<br />

fueran pequeño-burgueses o comunistas los cubanos<br />

incluidos en esa muestra, la cual tampoco<br />

era una exposición en el sentido ortodoxo, pues<br />

no podía ser visitada regularmente por un público<br />

masivo. Esos artistas no intentaban hacer


propaganda en ninguno de los dos sentidos, sino<br />

pintar bien, afirmó. 4<br />

El arte al servicio de una causa justa era un hecho<br />

que él podía aceptar como circunstancial, pero no<br />

como deber ser. En su opinión, era absurdo erigir a<br />

la propaganda como finalidad para el arte y obligar<br />

al artista a pintar lo que no siente, pues el resultado<br />

no sería auténtico ni artístico. Con esta<br />

observación, ponía en tela de juicio al Realismo<br />

socialista, voluntarismo político en arte criticado<br />

por André Bretón y León Trotski en el Manifiesto por<br />

un arte revolucionario independiente (1938).<br />

Pérez Cisneros apuntó: «no será revolucionaria la<br />

pintura que represente la defensa de Stalingrado si<br />

se pinta con los recursos ramplones de Bouguereau.<br />

Será antes, al contrario, un arte de franca y sosa<br />

burguesía, disfrazada con la camisa roja. Lo revolucionario<br />

está en la interpretación cubista de la<br />

destrucción de Guernica o en los Caprichos surrealistas<br />

de Goya». 5 En su apasionamiento, el crítico<br />

no reconoció valor revolucionario ni estético a la<br />

gráfica desarrollada en la Unión Soviética, que<br />

había podido avistarse en Cuba gracias a la mencionada<br />

exposición de afiches y fotografías, la cual<br />

incluyó presumiblemente fotomontajes de grandes<br />

dimensiones.<br />

De manera salomónica no exenta de buen humor,<br />

Nicolás Guillén procuró zanjar la polémica («el<br />

ciclón en la palangana») diciendo que en la URSS<br />

había libertad de crítica, como en cualquier otra<br />

parte. Desde el diario Hoy, del Partido Socialista<br />

Popular, preguntó: «La crítica diversa, si es honesta,<br />

¿por qué puede molestar?». 6 Pero no entendía<br />

que se criticara el arte sólo por sectarismos<br />

políticos. Para él, lo evidente y lo importante era<br />

el triunfo de la pintura cubana en la URSS. Ello<br />

era digno de encomio y orgullo para todos los cubanos,<br />

como lo había sido cuando muestras curadas<br />

por José Gómez Sicre fueron éxitos el año<br />

anterior en un país capitalista desarrollado (EUA)<br />

y poco después en uno antillano y subdesarrollado<br />

(Haití).<br />

Según el periodista Jorge Luis Salado, que al parecer<br />

la reportó desde Moscú, la acogida en la capital<br />

soviética fue favorable. «Esto se refiere a la colección<br />

en su conjunto y a algunas obras en particular,<br />

según el gusto o las propias tendencias pictóricas<br />

del visitante». 7 Su reseña evidenció, además,<br />

que no todos los intelectuales soviéticos estaban<br />

obnubilados por las normativas del Realismo socialista.<br />

El afamado pintor Alexander Guerasimov,<br />

si bien estuvo entre los que señalaron falta de «realismo»<br />

en los modernos cubanos, se impresionó<br />

con las texturas y la «atmósfera obsesionante» de<br />

La novia, una pintura de Fidelio Ponce muy alejada<br />

de la concepción proletaria, típica, realista y partidaria<br />

que prescribía el método de marras.<br />

El conocido escritor y conferenciante Ilya<br />

Ehrenburg –llamado el portavoz del pueblo en la<br />

guerra; y redactor de La Estrella Roja, diario del Ejército<br />

soviético– prefirió el Bodegón de Lam. Al respecto,<br />

declaró: «Tal vez haya quien no lo entienda<br />

a primera vista; pero ahí está su mérito […] Un<br />

cuadro, un buen cuadro por supuesto, debe ser desmenuzado<br />

y digerido lentamente». 8 Esta observa-<br />

ción entrañaba la diferencia esencial entre la (buena)<br />

pintura y el cartel, que sí demanda comprensión<br />

inmediata.<br />

A su vez, la crítica de arte soviética N. Yaborskaia<br />

destacó en los modernos la búsqueda de nuevas<br />

formas expresivas; y la manifestación de un arte<br />

nacional denotado por el primitivismo, el colorido<br />

y el decorativismo, que equiparó con el de las repúblicas<br />

meridionales soviéticas. Resaltó el sello<br />

individual de los más jóvenes, en proceso de crecimiento,<br />

y la ruptura con las tradiciones de los «académicos»,<br />

observables en la misma colección desplegada<br />

en cuatro salas del inmueble. Yaborskaia<br />

acotó la presencia de corrientes vanguardistas<br />

como la abstracción y el surrealismo. E insistió en<br />

la pertinencia de una suerte de proteccionismo del<br />

arte nacional contra las tendencias europeas, según<br />

ella muy notables en la obra de Amelia Peláez. 9<br />

Es curioso: esta artista había sido discípula de<br />

Alexandra Exter, vanguardista soviética que se<br />

estableció en París por la incomprensión estalinista<br />

del arte experimental, e impartió clases a la<br />

joven Peláez en la Grande Chaumière de los años<br />

treinta. La adentró en los recursos formales de<br />

los ismos europeos –ausentes de la enseñanza en<br />

la Academia de San Alejandro– a partir de los cuales<br />

Amelia reinterpretó la arquitectura y la naturaleza<br />

criollas.<br />

Entre las obras mejor recibidas estuvieron las de<br />

Marcelo Pogolotti, cuyas creaciones no siempre<br />

eran bien vistas en Cuba por su temática «social»,<br />

sentido «propagandista» y concepciones marxistas.<br />

En su iconografía, eran visibles símbolos muy<br />

propios de la URSS, como la hoz y el martillo, la<br />

figura de Lenin, las jóvenes trabajadoras comunistas<br />

con pañuelos en la cabeza. El futurista cubano<br />

trató de hacer en pintura lo que el futurista<br />

ruso Vladimir Maiakovski hizo en poesía, y proyectó<br />

su ritmo y poética en el óleo Marcha ascendente.<br />

No interesado en la figuración mimética y convencional<br />

de la pintura del Realismo socialista,<br />

Pogolotti se inclinó por la gráfica y el fotomontaje<br />

soviéticos, por las imágenes de revistas (particularmente,<br />

La URSS en construcción). 10 Y participó en<br />

el muestrario de la Embajada con dos dibujos que<br />

representaban el trabajo obrero.<br />

Pogolotti, como Luis Martínez Pedro y Enrique<br />

Caravia, tomaron parte con obras gráficas en esa<br />

ambientación, que fue transitoria. Finalmente, la<br />

colección se desintegró. Mariana, hija de Domingo<br />

Ravenet, testifica que la pintura de su padre ilustrada<br />

en el catálogo (La Conga de los Hoyos) regresó a<br />

Cuba y se recreó en un sello postal cubano de 1970,<br />

perteneciente a la colección de folclor. Fue una obra<br />

pictórica que, según Salado, atrajo la atención de<br />

los hermanos y caricaturistas Kubrinski, por la<br />

maestría con que su autor empleó los tonos verdosos.<br />

Varios autores han considerado que el tesauro<br />

mostró la «calidez» del arte cubano en ese frío y<br />

lejano país, donde no era conocido. En las condiciones<br />

adversas que entrañaba la guerra aún en<br />

curso, el muestrario constituyó la primera oportunidad<br />

de presentar un conjunto orgánico de pinturas<br />

y dibujos cubanos contemporáneos no solo<br />

31<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 32<br />

en Moscú y la Unión Soviética, sino incluso en el<br />

continente europeo. Y fungió, además, como embajada<br />

artística y jalón en las relaciones culturales<br />

entre Cuba y la URSS.<br />

A esa experiencia trató de dársele continuidad, pero<br />

con un sentido de exhibición accesible a un público<br />

numeroso y heterogéneo. Con ese propósito, el Instituto<br />

de Intercambio <strong>Cultura</strong>l Cubano Soviético<br />

(IICCS) organizó la Exposición Cubana de Urbanismo,<br />

que incluiría dos piezas escultóricas: un busto de<br />

Martí, realizado por Juan José Sicre, Presidente de la<br />

Sección de Artes Plásticas del IICCS; y la talla en<br />

madera Ritmo, de Teodoro Ramos Blanco, que ocuparía<br />

el centro de la sala expositiva en Moscú. 11<br />

El IICCS, presidido por Fernando Ortiz y fundado<br />

poco después de concluida la Segunda Guerra Mundial,<br />

convocó luego a una selección de obras cubanas<br />

con destino al Museo de Arte Occidental Moderno<br />

de Moscú, interesado en fomentar su colección<br />

de arte contemporáneo latinoamericano. Se<br />

podía participar con dos o tres obras en las manifestaciones<br />

de pintura, dibujo, grabado y escultura.<br />

Las piezas escultóricas debían presentarse en<br />

«material definitivo» como piedra, madera o metal.<br />

Aunque se hizo notar que las tallas serían más<br />

apreciadas en la URSS, por su tradición artesanal.<br />

El tema era libre; pero se excluyó el retrato, por ser<br />

muy específico y personal.<br />

Se sugirió que las creaciones debían testimoniar<br />

la existencia de un arte específicamente antillano,<br />

sensual, rítmico, colorido y tropical que se destacara<br />

en aquel clima gélido. 12 Con esos rasgos de<br />

producto cultural tipificado y exportable, que se<br />

querían acuñar para la llamada Escuela de La Habana,<br />

se pretendía dar a conocer la valía de la plástica<br />

cubana en la URSS, cuyo Museo de Arte Moderno<br />

en Moscú tenía gran afluencia de público. El<br />

seguro de la obra, fijado por el artista, sería el mismo<br />

precio de la compra en caso de interesarle a esa<br />

institución museal.<br />

La muestra de aspirantes, que sin sectarismo artístico<br />

debía definir un jurado compuesto por Guy<br />

Pérez Cisneros, Juan José Sicre, Juan David y Luis<br />

G. Wanguemert, se expuso primero en el Lyceum<br />

del Vedado. La revista Cuba y la URSS reprodujo algunas<br />

imágenes de esculturas y pinturas que integraron<br />

la exposición, en la cual se tuvo nuevamente<br />

en cuenta a los artistas jóvenes. 13 Con los auspicios<br />

de la Sociedad de Relaciones <strong>Cultura</strong>les de la<br />

URSS con los Países Extranjeros (VOKS), se exhibiría<br />

luego en Moscú y después en las ciudades más<br />

importantes de la URSS, antes de la selección final.<br />

De ese modo, el arte cubano figuraría junto a lo<br />

más granado del arte occidental expuesto en ese<br />

reconocido Museo, que atesoraba obras maestras<br />

de las vanguardias francesas y de otros países europeos.<br />

También se abriría el camino para el movimiento<br />

artístico cubano en ese país, cuya superficie<br />

territorial ocupaba la sexta parte del planeta. A<br />

través de esta iniciativa del IICCS, se difundían las<br />

artes visuales cubanas contemporáneas en un ámbito<br />

diferente a las Américas.<br />

Como órgano de difusión del IICCS, Cuba y la URSS<br />

divulgó otras exposiciones de artistas cubanos en<br />

La Habana; así como el arte popular soviético, que<br />

se expuso en Cuba y sobre el cual llegó a disertar el<br />

Sicre escultor. Esa revista, realizada por intelectuales<br />

criollos, publicó noticias y artículos de autores<br />

cubanos y soviéticos sobre múltiples campos<br />

de la vida en la URSS. Entre otras secciones,<br />

tuvo una dedicada al conocimiento de las repúblicas<br />

que conformaban la geografía política, económica<br />

y social de ese país.<br />

En esa publicación periódica, la cubana Editorial<br />

Páginas promovió el método Linguaphone para aprender<br />

ruso. Un idioma que, por cierto, empezó a enseñar<br />

en el IICCS la rusa Sonia Jakobson, esposa de<br />

Marcelo y madre de Graziella Pogolotti. La misma<br />

casa editora publicitó también un catálogo de libros y<br />

folletos sobre la URSS, que incluía<br />

novelas de escritores del<br />

Realismo socialista(Gorki,<br />

Sholojov, Ostrovski); así<br />

como libros sobre el presente<br />

y el pasado heroicos de ese<br />

país, escritos por autores extranjeros<br />

o soviéticos (entre<br />

estos, Stalin y Ehrenburg). El<br />

género de biografía contemplaba<br />

acercamientos monográficos<br />

a Lenin y al<br />

propio Stalin.<br />

En Cuba y la URSS, Ravenet<br />

era miembro de la junta<br />

directiva pero también<br />

emplanador, director artístico<br />

e ilustrador. Y quizá<br />

puso a contribución el<br />

repertorio de fotografías y<br />

fotomontajes soviéticos<br />

expuestos en el Capitolio<br />

en 1943. La revista, que<br />

tuvo una existencia efímera<br />

(1945-1946), no alcanzó<br />

a reflejar la suerte<br />

de aquel proyecto de exposición<br />

cubana en la<br />

Unión Soviética. La emergente<br />

política de la Guerra<br />

Fría y las presiones de<br />

la Embajada de EUA en<br />

Cuba, incidieron en la extinción<br />

de la entidad ma-<br />

Portada revista Cuba y la<br />

URSS, octubre de 1945.<br />

(Cortesía de Mariana<br />

Ravenet).<br />

triz de esa publicación mensual e ilustrada en blanco<br />

y negro.<br />

Segunda fijeza: arte y pedagogía<br />

Después del triunfo de la <strong>Revolución</strong> cubana, se<br />

exhibieron en la URSS otras muestras artísticas<br />

de la «Isla de la Libertad», como se designaba a<br />

Cuba en la prensa soviética. Una exposición pionera<br />

fue la colectiva de pintura cubana que<br />

Graziella Pogolotti, Servando Cabrera y Raúl Oliva<br />

acompañaron en 1962, y durante siete meses, por<br />

varias capitales de países socialistas europeos. En<br />

un local céntrico de Moscú, cuyas pequeñas dimensiones<br />

parecían no dar abasto para los grandes<br />

formatos de algunas pinturas, fue dislocada la<br />

muestra. Conformada por noventa y nueve obras<br />

de veintitrés artistas, era una representación ma-


yor que la vista en la Unión Soviética en 1945. Y<br />

solo repetía las firmas de Amelia, Mariano,<br />

Portocarrero y Martínez Pedro.<br />

Era un compendio vivo, no un recuento histórico,<br />

afirmó la Dra. Pogolotti poco después. Mostraba<br />

nuevamente obras con referencias locales y lenguajes<br />

internacionales. Estaban igualmente alejadas<br />

del Realismo socialista, y firmadas por casi<br />

todos los autores más representativos de la plástica<br />

cubana de entonces. Pero sí se les atribuyó una<br />

conciencia político-ideológica al declarárseles «artistas<br />

que comparten con nosotros, en todo momento,<br />

el trabajo creador y la lucha por la defensa<br />

de la patria y por la construcción de la nueva sociedad.<br />

Figurativos, abstractos,<br />

pintores que están<br />

firmemente integrados<br />

a nuestro proceso». 14<br />

Un proceso recién declarado<br />

socialista, y del que<br />

desertaron luego algunos<br />

de esos pintores.<br />

La exhibición atrajo mucho<br />

público, expectante<br />

por el «valor intrínseco»<br />

de la muestra proveniente<br />

de la «pequeña y heroica<br />

Cuba». También concitó<br />

interés por ser un elemento<br />

nuevo para las discusiones<br />

estéticas que estaban<br />

teniendo lugar en<br />

Moscú, donde la Dra.<br />

Pogolotti no halló estandarización<br />

sino jóvenes<br />

enfrentados al dogma-<br />

Portada revista Cuba y la<br />

URSS, noviembre de<br />

1945. (Cortesía de<br />

Mariana Ravenet).<br />

tismo reinante en el arte<br />

soviético durante años,<br />

que se había atemperado<br />

tras la muerte de Stalin<br />

(1953). Para la comisionada<br />

Pogolotti, la exposición<br />

«fue singularmente<br />

oportuna. No solo porque<br />

presentaba cuadros abstractos<br />

o surrealistas, los<br />

más polémicos, sin duda,<br />

sino porque indicaba tam-<br />

bién la posibilidad de un arte realista que ha asimilado<br />

las lecciones de la pintura moderna y que está<br />

libre de todo convencionalismo académico». 15<br />

Ahora bien, las relaciones cubano-soviéticas en el<br />

campo de la visualidad se expresaron, de manera<br />

más especial, en la educación. Los preceptos del<br />

Realismo socialista tuvieron sus partidarios en<br />

Cuba y hallaron un medio potencial en la enseñanza<br />

del arte. Los señalamientos no se dirigieron<br />

exclusivamente a la obra o a sus autores, como<br />

antes; sino que se trató de incidir desde la propia<br />

base formativa.<br />

Tuvo lugar un fenómeno rizomático y controvertido,<br />

cuya complejidad el artista visual, profesor, crítico<br />

de arte y editor Manuel López Oliva trató de<br />

condensar para esta publicación: «La asesoría soviética<br />

en la enseñanza de artes plásticas en Cuba<br />

fue parte del asesoramiento de la URSS en el campo<br />

cultural y en otras esferas del Estado y la sociedad.<br />

Constituyó una opción ideológica coherente<br />

con el modelo socialista que estaba estableciéndose<br />

aquí.<br />

«Hay que decir, además, que el caso literario criollo<br />

que provocaron los artículos de Leopoldo Ávila<br />

en la revista Verde Olivo, así como la cada vez mayor<br />

influencia ganada en sectores directivos del<br />

país por una tendencia de «marxismo ortodoxo» y<br />

«filosovietismo sin medida», sirvieron de pretexto<br />

y guía al grupo que se entronizó en el poder cultural<br />

a partir del Congreso de Educación y <strong>Cultura</strong> de<br />

1971 (particularmente en el Consejo Nacional de<br />

<strong>Cultura</strong>: CNC), para considerar como mandato útil<br />

el hecho de que también las concepciones socialistas<br />

de la URSS fueran injertadas oficialmente<br />

en el movimiento artístico y literario, sobre todo<br />

en la formación docente especializada.<br />

«Por eso, en el curso del primer lustro de los setenta<br />

irrumpieron por doquier, dentro de las entidades<br />

del CNC (básicamente de artes), los asesores<br />

soviéticos. Se trataba, en su mayoría, de gentes<br />

con buena formación académica o teórica, procedentes<br />

de distintas regiones y escuelas de la Unión<br />

Soviética».<br />

Hubo, entre ellos, un caso especial: «Recuerdo perfectamente<br />

a un asesor teórico de apellido Ivanov,<br />

que procedía de un Instituto de Estética ruso y estaba<br />

sinceramente interesado en entender la diversidad<br />

de nuestras expresiones plásticas. Con él<br />

tuve sostenida comunicación a través del traductor<br />

y traté de explicarle (y mostrarle) algunas de<br />

nuestras especificidades artísticas. Igualmente le<br />

solicité, a nombre de la Editorial de Arte y Literatura,<br />

por ser yo parte de su Consejo Asesor, que<br />

preparara un compendio de textos sobre Teoría del<br />

Arte. Se tradujo y publicó en tres tomos, que alguna<br />

gente aún consulta».<br />

A más de esta ganancia bibliográfica (Problemas de<br />

la teoría del arte, insoslayable como los libros de<br />

Kagan y Lunacharski para quienes estudiaban Estética<br />

marxista-leninista en los años ochenta),<br />

López Oliva reconoció la incidencia positiva de la<br />

asesoría soviética en la música y el teatro. «Pero<br />

en artes plásticas la cosa fue diferente: los condicionamientos<br />

mentales y la preparación técnicoconstructiva<br />

de la imagen que ellos portaban, nada<br />

tenían que ver con la naturaleza moderna de la<br />

cultura visual cubana, ni con la evolución y cantidad<br />

de líneas estéticas que entre nosotros convivían.<br />

De ahí que, desde los inicios, como sucede<br />

con el aceite y el vinagre, hubo incongruencia y<br />

rechazo lógico entre el academicismo y neoacademicismo<br />

de la URSS que quiso importarse, y la diversidad<br />

identitaria de nuestra plástica.<br />

«Había tanta obnubilación e inmovilismo estético<br />

en los asesores soviéticos enviados por la<br />

Academia de Bellas Artes de la URSS, que ni aun<br />

los que dibujaban o pintaban bien (en el aspecto<br />

del oficio) pudieron entender lo que ocurría en<br />

el tejido legítimo del arte cubano. No pocas veces<br />

les escuché decir disparates como que «Amelia<br />

Peláez, Carlos Enríquez y René Portocarrero no<br />

sabían dibujar».<br />

33<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 34<br />

Esta referencia es llamativa. Resulta que esos tres<br />

artistas de la vanguardia histórica, cuyas obras<br />

contribuyeron a ambientar la Embajada cubana<br />

en Moscú en los años cuarenta, ya no eran considerados<br />

pintores pequeño-burgueses sino técnicamente<br />

ineptos, a tenor de unos cánones academicistas<br />

que hallaron alguna resistencia interna en<br />

la Cuba socialista.<br />

Según López Oliva: «Se produjeron separaciones<br />

entre los asesores soviéticos de la enseñanza de la<br />

plástica y los artistas cubanos de obra reconocida<br />

y nivel que permanecían en la docencia. Los segundos<br />

no estaban de acuerdo con las concepciones<br />

de los primeros, y estos no apreciaban la condición<br />

valiosa de aquellos. Solo un grupito de artífices<br />

mediocres, políticamente extremistas u oportunistas<br />

aceptaron y apoyaron aquella absurda<br />

extrapolación que se intentó instaurar como norma<br />

en la pedagogía de artes visuales de Cuba.<br />

«Entre esos hubo un diseñador segundón, que se<br />

ocupaba de la dirección del aprendizaje de plástica<br />

en los momentos en que Mario Rodríguez Alemán<br />

ocupó el cargo de Director General de Enseñanza<br />

Artística del CNC. Aquel diseñador llegó a afirmar<br />

que «la asesoría soviética de plástica era también<br />

un antídoto contra la influencia que había tenido<br />

Estados Unidos en la creación de los cubanos, desde<br />

que el expresionismo abstracto y la action<br />

painting llegaron de ese país». Este personaje luego<br />

se coló en una de las embajadas de los sucesos del<br />

Mariel, y a la larga desapareció».<br />

La pedagogía soviética en el campo de las artes visuales<br />

alcanzó también al nivel universitario en<br />

Cuba: «Los asesores soviéticos de plástica, que permanecían<br />

en la Isla cuando se fundó el Instituto<br />

Superior de Arte (ISA), llegaron a influir en la conformación<br />

de los conceptos y programas de estudios de<br />

la correspondiente Facultad de Artes Plásticas.<br />

«Entonces algunos artistas, de los llamados a incorporarnos<br />

al claustro de profesores de la naciente<br />

Facultad, no fuimos admitidos por no estar de<br />

acuerdo con las nociones académicas que al inicio<br />

fueron establecidas allí. Como esa Facultad nació<br />

pedagógicamente “amarrada” por esquemas, le ha<br />

sido difícil llegar a un equilibrio y una organicidad<br />

posteriores, ya que su proceso de liberación metodológica<br />

supuso un determinado grado de improvisación<br />

y espíritu de ruptura que siempre ha quedado<br />

como constante institucional».<br />

A juicio del polemista López Oliva: «La asesoría<br />

soviética no era necesaria para nuestra enseñanza<br />

de artes visuales. Cuba había logrado un desenvolvimiento<br />

y ascenso creador en el arte del siglo<br />

XX, que en la URSS se interrumpió después de los<br />

primeros años de la <strong>Revolución</strong> de Octubre y la<br />

muerte de Lenin. La imposición de un tipo de ayuda<br />

intelectual y profesional directa de ese tipo en<br />

la cultura, subestimó los valores culturales que<br />

nos definen y el acervo creado por nuestros artistas<br />

mayores.<br />

«En plástica, como en otras manifestaciones de<br />

nuestro ser y nuestra espiritualidad, ese trasplante<br />

estético y pedagógico provenía de prejuicios ideológicos,<br />

intereses grupusculares, “docta ignorancia”;<br />

así como de un erróneo entendimiento (co-<br />

mún a cierta especie de dirigentes) que considera<br />

lo artístico como emisión ancilar o mecánica de lo<br />

político».<br />

En sus consideraciones generales, el también profesor<br />

no pasó por alto otra vertiente de aquella enseñanza,<br />

como «el envío de becarios a las academias<br />

más importantes de la URSS. Era un macroproyecto<br />

de colaboración, que no obstante las buenas<br />

intenciones que lo pudieron engendrar, resultó<br />

nefasto para nuestras perspectivas en el arte<br />

visual. Solamente los más talentosos de los que<br />

estudiaron plástica en el territorio soviético pudieron<br />

usar lo aprendido en sentido instrumental,<br />

y ejecutar realizaciones de calidad y valor genuino,<br />

porque una parte de aquellos se frustró o mecanizó<br />

su condición profesional».<br />

Fijeza terminal: ¿secuela o koniec?<br />

Pintores cubanos hoy reconocidos como notables<br />

artistas visuales: Rocío García, Arturo Montoto,<br />

Cosme Proenza y otros pocos, cursaron estudios<br />

superiores en institutos de arte de la URSS. De allí<br />

emergieron, entre fines de los años setenta e inicios<br />

de los ochenta, con sendos títulos de Master<br />

en Bellas Artes. Como estudiantes, expusieron allá.<br />

Y, con modos y poéticas diferentes, se fueron integrando<br />

al contexto del arte criollo, despejando<br />

extrañamientos propios y ajenos.<br />

En la pintura de Rocío, alejada de la figuración ortodoxa,<br />

más de un especialista ha reverenciado su<br />

destreza para resolver la imagen con un solo color<br />

y conjurar, al unísono, el bostezo monocromo, gracias<br />

a la hábil conjugación de tonalidades que<br />

matizan el resultado pictórico. Rocío, que estudió<br />

en la Academia de Bellas Artes Répin (Leningrado,<br />

hoy San Petersburgo), desde hace años ejerce la<br />

docencia en la Academia de San Alejandro, y varios<br />

de sus discípulos han asumido una línea más<br />

bien neoexpresionista.<br />

Montoto, igualmente profesor y virtuoso de la pintura<br />

y el dibujo, se graduó en el Instituto Estatal de<br />

Artes V. I. Súrikov, de Moscú, donde una profesora<br />

le reprochó la soltura informalista que traía de la<br />

Escuela Nacional de Arte, Cubanacán. Sus instructores<br />

soviéticos de pintura mural le exigieron una<br />

rigurosidad técnica y austeridad expresiva que<br />

supo aprovechar en su pintura posterior. 16 Él trajo<br />

de la URSS su afición a la fotografía analógica y un<br />

pequeño laboratorio fotográfico. Conjuntamente,<br />

trajo imágenes en blanco y negro tomadas allá.<br />

Con las que registró luego aquí, obtuvo reconocimientos<br />

en los años ochenta. Y es autor de instantáneas<br />

que por la poética, sintaxis e iluminación<br />

han estado en ósmosis con su producción gráfica<br />

y pictórica de los años noventa en adelante.<br />

Otro magíster que ha sentado cátedra como pintor,<br />

dibujante y docente es Proenza, graduado del<br />

Instituto de Bellas Artes de Kiev (Ucrania) e incluido,<br />

atinadamente o no, entre los «postmedievales<br />

cubanos». Varios de sus alumnos holguineros impresionaron<br />

en el Instituto Superior de Arte (ISA)<br />

por sus «buenas manos» para pintar. Entre ellos<br />

estuvo Lázaro García, que como su maestro devino<br />

en paradigma del homenaje postmoderno a la historia<br />

del arte universal.


Marcelo Pogolotti.<br />

Marcha ascendente,<br />

ca.1934, óleo sobre<br />

tela, 99,5 x 74 cm,<br />

col. MNBA.<br />

35<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Glexis Novoa. De la etapa práctica, 1989.<br />

Flavio Garciandía. Sin título, 1989,<br />

instalación (detalle)<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 36<br />

Glexis


Novoa. De la etapa práctica, 1989.<br />

Rubén Alpízar. De la serie Panfletos de fin de<br />

siglo II, 2003, gigantografía con impresión<br />

digital, 110 x 90 cm. (Cortesía de Caridad<br />

Blanco).<br />

Flavio<br />

Garciandía. Sin<br />

título, 1989,<br />

instalación<br />

37<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Reinerio Tamayo. Negro sobre negro. Malevich in memoriam, 2001,<br />

pintura sobre lienzo. (Cortesía de Caridad Blanco).<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 38<br />

Reinerio Tamayo. Sin título, 2001, pintura sobre lienzo.<br />

(Cortesía de Caridad Blanco).<br />

Reinerio Tamayo y<br />

Paul Chaviano. El<br />

viaje de los dioses<br />

al infinito II,<br />

2003, instalación,<br />

técnica mixta,<br />

dimensiones<br />

variables.<br />

(Cortesía de<br />

Caridad Blanco).


Desde las postrimerías de los años ochenta, marcados<br />

por la perestroika y la glasnot en la URSS,<br />

varios jóvenes artistas cubanos pusieron a contribución<br />

la vasta iconografía visual de aquel<br />

país, a través de la apropiación y la cita postmoderna,<br />

resemantizándola de manera raigal o de<br />

modo tangencial. El proceso cubano de rectificación<br />

de errores y tendencias negativas, iniciado<br />

en 1986; y el desmembramiento oficial de la<br />

URSS, en 1991, activaron miradas críticas hacia<br />

ese fenómeno que tanta incidencia tuvo para la<br />

vida en Cuba, y en el arte cubano potenció el acercamiento<br />

a lo soviético. Sobre todo en el ISA, crisol<br />

de esas experiencias puntuales y punto de<br />

convergencia de estudiantes procedentes de diferentes<br />

escuelas provinciales, donde la pedagogía<br />

soviética había dejado su impronta en el rigor<br />

técnico.<br />

Desde el ejercicio docente y la praxis artística simultánea<br />

o posterior, hubo revisitaciones al Realismo<br />

socialista. En ello pudo incidir también el<br />

prestigio alcanzado por la nueva pintura rusa, que<br />

concentró la atención del mundo del arte y de importantes<br />

coleccionistas, como el alemán Peter<br />

Ludwig. El binomio artístico de (Vitaly) Komar &<br />

(Alexander) Melamid, que trabajó el pop art en la<br />

Unión Soviética de los años setenta; y tras su migración<br />

a EUA (1978) inició la apropiadora, recontextualizadora<br />

e irónica serie pictórica denominada<br />

Realismo socialista nostálgico, fueron considerados<br />

en el ISA, donde sintomáticamente proliferaron los<br />

colectivos de creación.<br />

Siendo estudiante de esa universidad de las artes,<br />

Kadir López ganó un temprano y significativo reconocimiento<br />

en el Primer Salón de Arte Cubano Contemporáneo<br />

(1995), con una instalación de proyección<br />

lúdicra que entrañaba, además, una estética<br />

postmoderna. Su autor reprodujo pinturas emblemáticas<br />

de la vanguardia histórica cubana sobre<br />

bolos, como designaba el pueblo cubano a los antiguos<br />

soviéticos. Poco antes, Kadir había sido uno<br />

de los artistas que se apropiaron de carteles relati-<br />

39<br />

Lissette Solórzano.<br />

Familia de Liudmila,<br />

fotografía, 40X30 cm.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 40<br />

vos a ese paradigma mundial del socialismo, y los<br />

resignificó en pinturas de gran formato.<br />

Otros pintores, como Sandra Ceballos y Reinerio<br />

Tamayo, retomaron paradigmas de la vanguardia soviética,<br />

cuyas obras experimentales fueron estigmatizadas<br />

como burguesas y anticomunistas, después<br />

de la primera década de la <strong>Revolución</strong> de Octubre. Ellos<br />

la revisitaron, básicamente, desde lo visual, sin obvias<br />

implicaciones político-ideológicas. Ceballos lo<br />

hizo con apropiaciones formales de Jawlensky y de la<br />

pintora constructivista Liubov Popova. Tamayo optó<br />

por el fundador del suprematismo. Al respecto, precisó<br />

para este trabajo:<br />

«He citado la iconografía de Kassimir Malevich desde<br />

el humor, la sátira o el choteo para traer su universo<br />

a la Isla y recontextualizarlo en el trópico, jugando<br />

con el hecho de las distancias, de una cultura<br />

tan diferente a la nuestra. Recurrir así a ese maestro<br />

da un toque de extrañamiento y aun más de surrealismo,<br />

que ni por la mente le pasó a Malevich. Mi<br />

acercamiento no se dirige tanto a hurgar en los propósitos<br />

conceptuales de la obra suprematista, sino<br />

en la manipulación de lo formal. La obra de Malevich<br />

es tan fuerte y tan concreta que ya viene cargada de<br />

conceptos reconocidos por todos. Solo resta aprovecharla<br />

para contar tu historia. Además, es bueno<br />

desacralizar los mitos de la pintura y sacarle el zumo<br />

al legado de la historia del arte».<br />

Rubén Alpízar citó a Malevich en una obra pintada<br />

conjuntamente con Tamayo. Pero, individualmente,<br />

se ha inclinado más hacia los iconos rusos. Imágenes<br />

religiosas que fueron reivindicadas por el realismo<br />

ideológico de los pintores ambulantes rusos<br />

del siglo XIX, reconocidos antecedentes del Realismo<br />

socialista. También René Francisco, de manera<br />

independiente, apeló a Malevich. Como en aque-<br />

lla exposición para celebrar el cumpleaños de su<br />

hija.<br />

La presencia soviética en la población cubana ha<br />

interesado a la fotógrafa Lissette Solórzano, con<br />

indagaciones de raíz antropológica y documental<br />

sobre la formación de familias cubano-soviéticas<br />

radicadas en Cuba. Asimismo, algunos artistas cubanos<br />

nacidos en la URSS o descendientes de soviéticos,<br />

han reflejado de una forma u otra sus<br />

orígenes eslavos o sus vivencias en la Unión Soviética.<br />

Tal es el caso de Nadiezda Inda, en grabados<br />

que recibieron mención en el concurso latinoamericano<br />

La Joven Estampa.<br />

A la vez, hay generaciones de cubanos, ya maduros,<br />

cuyas infancias o adolescencias estuvieron<br />

marcadas por los «muñequitos rusos» producidos<br />

por Soyuz Mosfilm, un estudio que colapsó tras la<br />

extinción de la URSS. Pero los dibujos animados se<br />

están recuperando en la disgregada República<br />

Federativa de Rusia. Ahí está el Oscar que<br />

Alexander Petrov ganó por El viejo y el mar, en el año<br />

2000. Y los más de cincuenta lauros obtenidos por<br />

el joven Studio Piloto en relevantes festivales cinematográficos.<br />

Hoy son coleccionables y objetos de culto aquellos<br />

animados que pasaba la televisión cubana en los<br />

años setenta. Hay quien recuerda, con nostalgia y<br />

gracejo, esos «muñes» que por su tempo más demorado<br />

y proyecciones éticas contrastaban con los<br />

dinámicos cartoons estadounidenses de Walt<br />

Disney, preferidos por otros. Hay quien, como el<br />

artista visual Jorge Luis Marrero, revisita los animados<br />

soviéticos con sarcasmo, apelando al componente<br />

de erotismo y violencia que algunas historias<br />

para niños pueden portar, y activando lecturas<br />

que formalmente se valen del graffiti, la cari-<br />

NOTAS<br />

1 Guy Pérez Cisneros.«Prefacio» del catálogo Colección de Pinturas de la Legación<br />

de Cuba en Moscú. La Habana: junio de 1944.<br />

2 Los artistas incluidos fueron: Juan Emilio Hernández Giro, Esteban Valderrama,<br />

Ramón Loy, Enrique Caravia, F. I. Acevedo, Luis Martínez Pedro, Felipe Orlando,<br />

Fidelio Ponce de León, René Portocarero, Amelia Peláez, Mariano Rodríguez,<br />

Víctor Manuel, Carlos Enríquez, Mario Carreño, Wifredo Lam, Daniel Serra<br />

Badué, Marcelo Pogolotti, Domingo Ravenet, Eberto Escobedo, Jorge Arche,<br />

Cundo Bermúdez y Roberto Diago.<br />

3 Cf. Graziella Pogolotti. «La verdadera historia de la primera exposición de<br />

pintura cubana en la URSS». La Gaceta de Cuba. La Habana, 20 de mayo de<br />

1964, p. 24.<br />

4 Guy Pérez Cisneros. Las estrategias de un crítico. La Habana: Editorial Letras<br />

Cubanas, 2000, p. 71.<br />

5 Idem, p. 73.<br />

6 Nicolás Guillén. «El ciclón en la palangana». Hoy. La Habana, 17 de marzo<br />

de 1945, p. 2.<br />

7<br />

José Luis Salado. «Pinturas cubanas en Moscú». Hoy. La Habana, 16 de<br />

marzo de 1945, p. 10.<br />

8 Idem<br />

9 Cf. N. Yaborskaia. «Pintura cubana en Moscú». Cuba y la URSS . La Habana,<br />

no. 1, agosto de 1945, pp. 2-3.<br />

10 Cf. Larisa Tananáeva. «Rasgos del retrato de Pogolotti». América Latina.<br />

Moscú, Editorial Progreso, no. 1, 1988, pp. 66-75.<br />

11 Cf. «Actividades del Instituto». Cuba y la URSS. La Habana, no. 2, septiembre<br />

de 1945, p. 24.


catura y la imagen fija. Fundó una productora,<br />

imaginaria: Sovestporfilm [sic].<br />

Sobre este particular, el propio Marrero ha expresado:<br />

«Los animados aluden a aquella etapa en<br />

que la “sovietización” invadió nuestros mass media<br />

mecánicamente, como política cultural de la<br />

URSS y otros países del Este. Mis caricaturas, en<br />

cambio, son portadoras de un espíritu sarcástico y<br />

nihilista, realizados durante el “período especial”,<br />

profunda crisis que vivió el país [Cuba] en los años<br />

posteriores a la desaparición del bloque socialista.<br />

Sovestporfilm… es una crónica personal de dos instantes<br />

históricos: el idilio y la amnesia». 17<br />

Anteriormente, Flavio Garciandía y Glexis Novoa<br />

fueron incluidos en una exposición antológica: Kuba<br />

OK, que al inicio del Período Especial llevó una selección<br />

del arte cubano a Alemania, tras la caída del<br />

muro de Berlín. A propósito de la propuesta de<br />

Garciandía, se comentó entonces: «la antropologización<br />

fálica de la hoz y el martillo, además de una<br />

alusión a la perestroika como revitalización de la URSS,<br />

representa una apropiación “tercermundista” del<br />

emblema del comunismo. Carnavalizarlo así significa<br />

romper su ortodoxia para hacerlo participar<br />

humorísticamente de la multitonicidad del “Sur”,<br />

como parte del discurso apropiador, antirretórico y<br />

deconstructor del nuevo arte cubano. En esta dirección<br />

es además una crítica al ritualismo pomposo y<br />

grandilocuente que Cuba tomó de la Unión Soviética<br />

durante la década del 70». 18<br />

Acerca de la poética de Novoa, un colega suyo, también<br />

crítico de arte, afirmó: «Glexis pone en tela de<br />

juicio la estética del llamado “realismo socialista”<br />

revierte en contra de este su desmesura enfática, y<br />

toda la rigidez de sus estereotipos representacionales.<br />

Parodia los efectos teatrales, la mega-<br />

12 Cf. «Llamamiento a los artistas cubanos. El Museo de Arte Moderno de<br />

Moscú adquirirá obras de artistas cubanos». Cuba y la URSS. La Habana, no.<br />

2, septiembre de 1945, p. 25.<br />

13 Las obras reproducidas eran esculturas de Teodoro Ramos Blanco, Manuel<br />

Rodulfo Tardo, Juan José Sicre, Alfredo Lozano, Marta Arjona. Y pinturas de<br />

Carlos Enríquez, Wifredo Lam, Antonio Gattorno, Mario Carreño, Domingo<br />

Ravenet, Mariano Rodríguez, Felipe Orlando, Eberto Escobe do, Julio Girona y<br />

René Portocarrero. Cf. «Pintura cubana en Moscú» . Cuba y la URSS. La Habana,<br />

año II, no. 12, julio de 1946, pp. 28-29.<br />

14 Graziella Pogolotti. «Pintura cubana en los países socialistas». Examen de<br />

conciencia. La Habana: Ediciones Unión, 1965, p. 92. Además de los cuatro<br />

pintores mencionados, participaron en la muestra: Ángel Acosta León, Adigio<br />

Benítez, Servando Cabrera, Hugo Consuegra, Salvador Corratgé, Sandú Darié,<br />

Antonia Eiriz, Carmelo González, Orlando Yanes, Fayad Jamis, Guido Llinás,<br />

Raúl Martínez, Raúl Milián, José Mijares, Pedro de Oráa, Humberto Peña, Loló<br />

Soldevilla, Juan Tapia y Antonio Vidal.<br />

15 Idem, p. 102.<br />

16 Cf. Andrés D. Abreu. «El cultivador: la inminente (re)conceptualización de<br />

Montoto» . Catálogo de la exposición Conversación en el huerto. La Habana:<br />

Galería Villa Manuela, 2007.<br />

17 Cf. tarjeta de su exposición Sovestporfilm presenta «Angustia existencial<br />

postcoitum». Galería Habana, agosto-septiembre de 2002.<br />

18 Gerardo Mosquera. Catálogo de la exposición Kuba O.K . Düsseldorf, 1990,<br />

p. 48.<br />

19 Antonio Eligio Fernández (Tonel). Catálogo de la exposición Kuba O.K.<br />

Düsseldorf, 1990 , p. 56.<br />

lomanía de ese arte y de la propaganda correspondiente,<br />

así como el vacío enrevesado de sus textos.<br />

Superpone al lenguaje gráfico recursos desembozadamente<br />

pictóricos, modernos (“dripping, texturas,<br />

armonías y disonancias cromáticas muy<br />

estudiadas”) siempre aplicados, con el mecanismo<br />

puntual de la cita previsible, sobre imágenes<br />

que por su filiación pop, remiten a la fuente internacional<br />

más evidente para la propaganda cubana<br />

de la <strong>Revolución</strong>». 19<br />

Marrero, Garciandía y Novoa, junto con Tonel,<br />

Lázaro Saavedra, Esterio Segura, Manuel Artiles y<br />

el binomio René Francisco-Eduardo Ponjuán son,<br />

a su vez, artistas contenidos en un proyecto de<br />

exposición de la especialista Solveig Font, quien<br />

los escogió por considerarlos autores de obras que,<br />

entre los años ochenta y los noventa, utilizaron<br />

de diversos modos la iconografía, la simbología y<br />

el concepto pictórico del Realismo socialista.<br />

Esa exposición en potencia tiene como título provisional<br />

aquel sintagma que cerraba el animado<br />

soviético del lobo y la liebre: Deja que te coja. Pero no<br />

acaba de concretarse porque «casi el 80% de las obras<br />

se encuentran fuera del país, en colecciones, y son<br />

muy difíciles de transportar», afirma Solveig. Son<br />

creaciones exhibidas en muestras personales o colectivas,<br />

pero nunca en una con ese eje temático.<br />

Durante el vigente Período Especial, se ha dado<br />

continuidad a la exhibición de arte cubano contemporáneo<br />

en la Rusia actual, en coordinación<br />

con instituciones como el Centro de Desarrollo de<br />

las Artes Visuales. También hasta cierto punto,<br />

han proseguido los viajes de creadores cubanos a<br />

eventos culturales en la otrora URSS y las celebraciones<br />

de jornadas de la cultura cubana. De modo<br />

que la historia… continúa.<br />

41<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Elizabeth Mirabal y<br />

Carlos Velazco acaban<br />

de ganar el premio de<br />

ensayo artístico y<br />

literario Enrique José<br />

Varona de la UNEAC,<br />

por su libro Sobre los<br />

pasos del cronista. El<br />

quehacer intelectual de<br />

Guillermo Cabrera<br />

Infante en Cuba entre<br />

1947 y 1965, uno de<br />

cuyos capítulos («Memorias<br />

de la primera<br />

cimemateca de Cuba»)<br />

se publicó en el No. 5-<br />

6 de 2009 de R y C.<br />

Collage de Zoia de<br />

titulares de<br />

publicaciones<br />

cubanas<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 42


Zoia Barash nació un 22 de mayo de 1935 en<br />

Polonnoe, Ucrania, cuando esta nación aún integraba<br />

la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.<br />

Apenas doce años después, era una de las tantas<br />

adolescentes soviéticas que asistía al cine en<br />

el contexto de la Guerra Fría y podía recrearse, aunque<br />

parezca paradójico, con películas alemanas de<br />

la época hitleriana protagonizadas por Zara<br />

Leander y filmes estadounidenses que reflejaban<br />

problemáticas sociales internas como The Roaring<br />

Twentis, I am a fugitive from Chain Gang, Tobacco Road o<br />

The grapes of wrath, en gran medida porque sus críticas<br />

se ajustaban a los intereses de una campaña<br />

nacional diseñada para denostar a norteamericanos,<br />

ingleses y extranjeros en general.<br />

En 1953, el mismo año de la muerte de Stalin y los<br />

primeros pasos hacia una liberalización cultural<br />

conocida como «deshielo» debido a la novela<br />

homónima de Iliá Ehrenburg, Zoia comenzó a es-<br />

DECIR<br />

TODA<br />

LA<br />

Elizabeth<br />

Mirabal<br />

Llorens<br />

VERDAD<br />

tudiar alemán y español en el Instituto Superior<br />

Pedagógico de Lenguas Extranjeras de Moscú con<br />

tiempo suficiente para asistir al teatro, leer los clásicos<br />

de la literatura rusa (Pushkin, Turguéniev,<br />

Tolstói, Dostoievski), sin excluir autores de otras<br />

nacionalidades como Charles Dickens y Thomas<br />

Mann, y por supuesto, visitar las salas oscuras para<br />

disfrutar Cuando vuelan las cigüeñas, de Mijail<br />

Kalatozov o El 41, del innovador Chujrai.<br />

Un año antes del triunfo de la <strong>Revolución</strong> Cubana,<br />

Zoia había concluido sus estudios. Cantó, como<br />

tantos otros, Cuba, mi amor por las calles<br />

moscovitas. Se deslumbró cuando le aseguraron<br />

que en la lejana isla del Caribe estaba permitida la<br />

pintura abstracta y todos los ministros eran jóvenes<br />

como ella. Aquellas noticias insólitas y admi-<br />

rables, y el amor que comenzó a sentir por uno de<br />

los tantos cubanos que pronto arribaron a la Unión<br />

Soviética, fueron causas suficientes para que en<br />

1963 decidiera abandonar la estepa por el trópico y<br />

emprendiera un largo viaje hacia ese lugar ignoto,<br />

pero ideal y paradisiaco, llamado Cuba.<br />

Sus primeros trabajos fueron como traductora en<br />

la Junta Central de Planificación y en el Centro de<br />

documentación del petróleo. Pero ya en 1966 no<br />

era extraño que Paquito Cruz, el chofer de Relaciones<br />

Internacionales, la esperara en una esquina de<br />

la Habana Vieja y la llevara hasta el ICAIC. Trascurrieron<br />

diez años para que oficialmente fuese traductora<br />

en el Centro de Documentación y cuando<br />

en 1980 pasó a ser la especialista en cine de los<br />

países socialistas de la Cinemateca de Cuba, ya<br />

hacía mucho tiempo que se había percatado del<br />

valioso cúmulo de información que sobre el séptimo<br />

arte de la URSS llegaba al noveno piso del ICAIC.<br />

A la par que recibía a Larisa Sheptiko,<br />

Stanislav Rostotski, Alexander Mitta,<br />

Andrei Konchalovski y tantos otros<br />

cineastas soviéticos que visitaron La Habana<br />

por esa fecha, se dedicó a reunir numerosos<br />

datos sobre los directores que<br />

habían protagonizado desde sus orígenes<br />

la historia del cine en su país.<br />

Casi una década después de que terminara<br />

de escribir El cine soviético del principio al<br />

fin, La Habana:Ediciones ICAIC, 2008, sale<br />

a la luz este libro que tanto estimulara<br />

Reynaldo González. En la portada, una<br />

cámara con el emblemático símbolo de la<br />

hoz y el martillo, irrumpe desde el interior<br />

de una matrioska parecida a las que adornaron<br />

las salas de muchas casas cubanas.<br />

Resulta impactante este texto, aun tras<br />

naufragios y derrumbes, porque su autora<br />

se resiste a contar de forma aséptica.<br />

Renuncia a una perspectiva macro o<br />

generalizadora, convencida de que las vidas<br />

de los cineastas y las películas frutos<br />

de su pasión creadora debían ser el centro<br />

irradiante a partir del cual escribir un libro<br />

documentado y analítico, pero también<br />

conmovedor.<br />

Desde las primeras aproximaciones al<br />

cine prerrevolucionario ruso, que contienen<br />

la caracterización del star system de la<br />

época, se hace ostensible que la autora ha logrado<br />

dominar la cuantiosa información recuperada para<br />

que no subyugue la fluidez del texto. Casi de inmediato<br />

se sumerge en la inusitada etapa que marcó<br />

en el séptimo arte la victoria de la <strong>Revolución</strong> de<br />

Octubre, ese estremecedor punto de giro que iniciara<br />

el «glorioso, pero breve período» de la vanguardia<br />

soviética representada por Dziga Vertov,<br />

Serguei Eisenstein, Lev Kuleshov y Vsevolod<br />

Pudovkin. Junto a ellos, con su talento y sólida<br />

poética Grigori Kozintsev, Mijail Romm, Aleksandr<br />

Dovzhenko y Mijail Kalatozov también provocaron<br />

un vuelco artístico de proporciones gigantescas,<br />

al tiempo que preparaban el campo cultural<br />

para el arribo de los realizadores que Zoia ha bautizado<br />

como «los hijos del XX Congreso».<br />

43<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Zoia Barash, al<br />

fondo el río<br />

Dniéper<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 44<br />

Una mirada renovadora, asentada en principios<br />

como el humanismo, la justicia y la ética comenzó<br />

ha revelarse con nitidez en la cinematografía de<br />

Chujrai, Bondarchuk, Panfilov, Sheptiko,<br />

Paradzhanov, Tarkovski y los hermanos Mijalkov<br />

y Konchalovski. Con filmes como La balada del soldado,<br />

El destino de un hombre, Pido la palabra, La patria<br />

de la electricidad, La sombra de los antepasados olvidados,<br />

Andrei Rubliov, Solaris, La felicidad de Asia, Algunos días<br />

en la vida de Oblomov, ellos configuraron un nuevo<br />

rostro para el cine soviético, marcado en esencia<br />

por la pluralidad de visiones estéticas y un deseo<br />

manifiesto por superar las estrictas reglas y prohibiciones<br />

del pasado a pesar de la escasa supervivencia<br />

del «deshielo».<br />

Cierra el libro «Algunos filmes de la perestroika»,<br />

un capítulo que repasa una muestra de las cintas<br />

emblemáticas surgidas cuando, como diría el poeta,<br />

la hoz perdía su filo y el martillo se cubría de<br />

herrumbre. Zoia ha seleccionado entre la prolífica<br />

producción de esta etapa, aquellas películas que<br />

revelan los nuevos rasgos y tópicos adquiridos tras<br />

profundos cambios como la abolición de la censura.<br />

Por primera vez, se rescatan para un público<br />

cubano los fragmentos de las cartas y los diarios<br />

en los cuales los creadores soviéticos vertieron sus<br />

preocupaciones más íntimas en torno al contexto<br />

social, político y cultural en que vivieron. Los argumentos<br />

de los filmes se mezclan con los avatares<br />

de su realización y una urdimbre que no obvia<br />

pasajes de metrajes cortados y rollos archivados.<br />

Quizá este texto sea la contribución personal de<br />

Zoia Barash para saldar esa deuda ética de su ge-<br />

neración, que según Proshkin, consiste en decir<br />

toda la verdad.<br />

Se infiere que era usted una de las tantas niñas que tras la<br />

Segunda Guerra Mundial coleccionaba las fotografías borrosas<br />

de grandes estrellas del celuloide sin conocer sus<br />

nombres. ¿Cuándo comenzó a descubrirlos? ¿Por qué se<br />

exhibían las películas de Humphrey Bogart, Johnny<br />

Weissmuller, Errol Flynn y Zara Leander sin los créditos?<br />

Creo que las niñas siempre se interesan por el cine<br />

o casi siempre. Después de la guerra, fue traída una<br />

gran cantidad de películas al país como trofeo de<br />

guerra. Uno de los funcionarios que las sacó de<br />

Alemania recuerda haber enviado a la Unión Soviética<br />

más de dos mil títulos. Durante aquellos<br />

años de posguerra, en un país devastado, azotado<br />

por la pobreza extrema y con millones de muertos<br />

(la cifra exacta aún se desconoce), el cine era la<br />

única diversión de los adolescentes. ¿Por qué se<br />

quitaron los créditos? No puedo decir con exactitud.<br />

No sé por qué. Los fotógrafos callejeros tomaban<br />

instantáneas directamente de la película. Por<br />

supuesto, carecían de calidad, tampoco tenían el<br />

nombre de los actores, pero bueno, era gente bonita;<br />

Humphrey Bogart resultaba impresionante<br />

para las niñas, Errol Flynn era adorado y Deanna<br />

Durbin y Jeannette MacDonald, admiradas por su<br />

belleza y vestidos deslumbrantes. No se me olvida<br />

el suspiro colectivo de la sala cuando en una de<br />

sus películas Deanna Durban abre el closet de su<br />

alcoba y se ve una hilera de vestidos preciosos.<br />

Comprábamos y coleccionábamos aquellas imágenes<br />

(y de las estrellas soviéticas también) con el


escaso dinero que nos daban nuestras madres para<br />

la merienda. Las niñas son así, coleccionan cualquier<br />

cosa, incluyendo las fotos borrosas de grandes<br />

estrellas del cine.<br />

¿Cuán determinantes fueron los rumores que corrían en<br />

Moscú sobre que en Cuba estaba permitida la pintura abstracta<br />

y que todos los ministros eran jóvenes en su decisión<br />

de viajar al país en el año 1963?<br />

En los años 60, 61 y 62, llegaban las fotos de los<br />

corresponsales soviéticos en La Habana y todo el<br />

mundo se maravillaba con la juventud y la belleza<br />

de los guerrilleros. Fidel parecía un dios griego. La<br />

pintura abstracta estaba prohibida en la Unión<br />

Soviética y, de repente, nos enteramos de que en<br />

un país revolucionario florecía el arte no figurativo,<br />

lo que nos impresionó mucho. Recuerdo que<br />

un amigo decía con envidia: «Armando Hart tiene<br />

veintisiete años y es ministro. ¡Es increíble!»<br />

¿Varió esa construcción romántica mientras su vida fue<br />

transcurriendo en la isla?<br />

No varió. Recuerdo una canción soviética que se<br />

llamaba Cuba, mi amor. Muy bella, por cierto. Esta<br />

imagen de la joven <strong>Revolución</strong> Cubana siempre tendrá<br />

para mí un halo romántico, y quedará como un<br />

hecho protagonizado por gente joven y hermosa.<br />

Una vez en Cuba, ¿qué la incitó a colaborar con el ICAIC?<br />

Mi interés por el cine. Empecé a colaborar con el<br />

ICAIC en 1966. Me fugaba porque no me permitían<br />

en horario de trabajo salir a otras gestiones, pero<br />

inventaba cualquier pretexto y me iba para allá.<br />

¿Cuándo comenzó su interés profesional por el cine soviético?<br />

En el momento en que comencé a trabajar ya fijo<br />

en la Cinemateca de Cuba, en el año 1976. Desde<br />

antes me había interesado el cine soviético como<br />

fenómeno cultural e histórico, y teniendo a mi disposición<br />

tanta información, trabajando durante<br />

tantos años en el departamento de Documentación,<br />

donde manejaba todos los datos referidos a<br />

la Unión Soviética y los países socialistas, ese interés<br />

se avivó.<br />

¿Por qué considera que la mejor manera de contar la historia<br />

del cine soviético es mediante la vida de sus realizadores?<br />

Otro enfoque no me parecía productivo, porque<br />

precisamente en la vida de los grandes realizadores<br />

palpitaba la historia del cine soviético. Ellos la<br />

hicieron y valía la pena analizar sus biografías para<br />

descubrir a través de ellas los matices de ese otro<br />

devenir general.<br />

¿Qué criterios rigieron la periodización que le dio a su<br />

investigación?<br />

Cuando se trata de la historia, la periodización,<br />

desde luego, es de mucha importancia. Responde a<br />

los hechos que conforman la historia del país, es<br />

decir, los primeros años del cine silente, el que comienza<br />

a hacerse en 1917, tras la <strong>Revolución</strong> de<br />

Octubre, los años 30 y 40, el que sobreviene a la<br />

celebración del XX Congreso y finalmente, algunos<br />

autores y filmes de la perestroika; es<br />

por lógica histórica. Me pareció válido<br />

unir las vidas de los realizadores<br />

con la historia del país, porque<br />

evidentemente reflejaron en sus<br />

obras todos los eventos que acontecían<br />

en la nación.<br />

¿Cuáles son las razones esenciales que la<br />

incitaron a referirse a la censura que muchas<br />

veces marcó al cine soviético?<br />

La prohibición, la represión, todo es<br />

parte de la historia. Y el cine soviético<br />

reflejó la historia de su país indudablemente,<br />

con sus altas y bajas.<br />

La censura existió siempre y me<br />

pareció válido abordar este aspecto,<br />

junto a otros problemas que tenían<br />

los directores soviéticos con la burocracia<br />

del cine.<br />

¿Cómo valora la interrelación entre el cine y la literatura<br />

en el contexto político soviético?<br />

La gran fuente del cine es la literatura. Las obras<br />

clásicas y las que recibían galardones estatales,<br />

antes llamados Premios Stalin, siempre eran llevadas<br />

al cine. Era como un imperativo. Los directores<br />

sabían que valía la pena.<br />

¿En que período situaría el momento en que el cine comienza<br />

a ejercer una atracción para los espectadores rusos<br />

más allá de la innovación técnica y la diversión<br />

novedosa que significaba?<br />

El cine es atractivo siempre. No creo que los espectadores<br />

acudieran a las salas en los años veinte<br />

sólo por la novedad técnica. El espectador siempre<br />

busca diversión, instrucción, ver algo nuevo, sentir<br />

emociones. ¿No se explica así la atracción del<br />

cine para el gran público?<br />

A lo largo del tiempo, ¿qué diferenció al star system<br />

ruso del existente en otras cinematografías?<br />

No había grandes diferencias. Las estrellas del cine<br />

fueron muy populares. No creo que sea muy distinta<br />

Mary Pickford de Vera Jolodnaia, una estrella<br />

del cine mudo ruso. Eran veneradas, sus fotografías<br />

circulaban mucho y la gente las adoraba. El<br />

star system es igual en todos los países.<br />

Usted recoge una afirmación de Eisenstein en 1930: «Si<br />

pudiéramos provocar un sentimiento en el público y obligarlo<br />

a sentir una idea, me parece que en el futuro obtendríamos<br />

la posibilidad de dirigir el proceso mental del espectador».<br />

¿En qué medida esta concepción responde a<br />

una visión conductista en torno al poder de los medios?<br />

Todos los realizadores quieren influir en su público.<br />

A veces confían en que si hacen un gran documental,<br />

una gran película, enseguida modificarán<br />

los procesos mentales del espectador. Eso nunca<br />

ocurre. Pero fue un gran sueño de Eisenstein: influir<br />

en el corazón y la mente de su público. No lo<br />

consiguió. Pero trató. Así piensan todos los realizadores:<br />

«Esta película cambiará a la gente». No<br />

sucede así. Ojalá. Posiblemente esa idea corresponda<br />

a esta teoría que mencionas, porque la época<br />

45<br />

Portada de El<br />

cine soviético de<br />

principio a fin<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Zoia Barash<br />

durante una visita<br />

a Kiev en 2006<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 46<br />

fue muy tormentosa, de muchos proyectos que<br />

después fueron descartados. Él creyó sinceramente<br />

en esta posibilidad, en que el cine es un instrumento<br />

muy poderoso para influir en el prójimo. A<br />

veces se logra algo, pero es efímero y me parece que<br />

en general es imposible.<br />

¿Cuáles son los principales factores que pueden haber influido<br />

en que el legado del cine<br />

soviético al cine de otras naciones<br />

no haya sido lo suficientemente<br />

reconocido?<br />

Mucha gente reconoce la<br />

influencia del cine sovié-<br />

tico, sobre todo del cine silente de los años veinte<br />

después de la <strong>Revolución</strong>, específicamente de cintas<br />

como El acorazado Potemkim y Huelga, de<br />

Eisenstein, La madre, de Pudovkin, y algunas otras.<br />

Ahora, cuando se trata del cine de los años treinta o<br />

cuarenta es difícil seguir esa influencia porque eran<br />

películas de circulación en extremo interna, con algunas<br />

excepciones como Somos de Kronstadt y filmes<br />

de la época de la II Guerra Mundial. Se sabe que el<br />

sueño dorado de Goebbels, ministro de propaganda<br />

de Hitler, era tener un filme alemán parecido a El<br />

acorazado… No lo consiguió. El cine de los años 60 y<br />

70 fue más visto. Parece que en Cuba filmes como<br />

Polvo rojo y Ustedes tienen la palabra sí tuvieron cierta<br />

influencia del cine soviético.<br />

Explica en su texto que el cine de la etapa prerevolucionaria<br />

había sido poco estudiado, porque<br />

durante un tiempo se consideró que no merecía<br />

atención.<br />

Sí, se consideraba muy burgués. Pero nadie<br />

puede explicar qué cosa es el cine burgués.<br />

¿Qué cosa es? ¿Un género? Se consideraba<br />

decadente, porque los temas que<br />

trataba el cine pre-revolucionario silente<br />

eran algo limitados: intrigas amorosas,<br />

aventuras, es decir, casi nunca se trataba<br />

de reflejar un suceso histórico importante<br />

del país. Siempre eran tópicos intimistas.<br />

Por esa razón, fue un cine un poco olvidado.<br />

Pero de repente surgió mucho interés<br />

hacia él y fue alimentado por varias investigaciones,<br />

pues se percataron de que<br />

se asemejaba al cine mundial en general.<br />

Era como el de los países escandinavos,<br />

Estados Unidos, Alemania. Sin dudas, el<br />

cine ruso de esos primeros momentos debe<br />

incorporarse en la historia cinematográfica<br />

del país. Si un historiador del cine es<br />

serio, debe integrar todos los fenómenos<br />

que acontecieron en este campo.<br />

En el libro se enuncian las consecuencias que para<br />

la obra, la vida, incluso para la salud física y<br />

mental de algunos realizadores soviéticos tuvieron<br />

las prohibiciones que acompañaron al cine<br />

de su país. ¿Cuáles serían las secuelas más graves<br />

que esta realidad dejó a la cultura rusa y al<br />

séptimo arte en particular?<br />

Siempre las consecuencias de una represión,<br />

de una censura férrea, son nefastas y<br />

a largo plazo. Los realizadores rusos que<br />

vivieron los 30 y 40, por supuesto, sufrieron<br />

los efectos de esa presión tan grande<br />

que se ejercía sobre ellos. Tenían grandes<br />

planes que en múltiples ocasiones no pudieron<br />

realizarse. El realizador y sus sueños<br />

frustrados… Creo que todos los<br />

cineastas del mundo alguna vez han tenido<br />

proyectos que se han frustrado y han<br />

sufrido por ello.<br />

Después del XX Congreso, cuando la censura<br />

no era ya tan dura, surgieron muchos<br />

realizadores que poco a poco vencieron los<br />

miedos del pasado. Es decir, las consecuen-


cias son a largo plazo, pero pueden vencerse. Y las<br />

nuevas generaciones de los años 60, como Grigori<br />

Chujrai, Serguei Paradzhanov, Andrei Tarkovski,<br />

los hermanos Mijalkov y muchos más, estaban<br />

pensando ya de otra manera. Y también hicieron<br />

grandes obras para el cine soviético. El pasado puede<br />

ser superado.<br />

¿De qué estrategias se valieron los cineastas soviéticos<br />

para en contadas ocasiones burlar el control ideológico<br />

iniciado en 1918?<br />

No, era imposible burlar el control ideológico. No<br />

creo que alguien se hubiera atrevido a desafiarlo.<br />

Todos los realizadores debían adherirse al orden<br />

imperante, cumplir con las obligaciones impuestas<br />

por los burócratas del cine, si no la película<br />

simplemente se archivaba y ahí se quedaba.<br />

¿Emplearon el pasado histórico para cuestionar los sucesos<br />

del presente?<br />

Sí, el pasado siempre está allí en espera que lo investiguemos,<br />

pero los censores siempre estaban al<br />

acecho y cuando percibían alguna alusión que no<br />

convenía, enseguida proscribían la obra y a su realizador.<br />

La censura siempre es muy perspicaz. Los<br />

cineastas quisieron tratar temas diversos, hacer<br />

películas sobre el amor, problemas cotidianos y en<br />

los años 60 se hizo mucho, pero cuando empezó la<br />

era de Brezhnev, la censura volvió a ser muy exigente,<br />

sin embargo en ocasiones algo se pudo hacer<br />

de acuerdo con los deseos de los realizadores.<br />

¿Aún perdura entre los intelectuales ex soviéticos algo del<br />

complejo de inferioridad social que les incitaba a convertir<br />

su arte en propaganda?<br />

Ya no existe. Según los preceptos de la sociología<br />

vulgar muy de moda en los años 20, se suponía<br />

que para hablar de los obreros y campesinos, había<br />

que nacer en estos ambientes. Se dieron algunos<br />

ejemplos en la literatura, pero en el cine… El<br />

cine se hace por personas cultas e instruidas en la<br />

mayoría de los casos sin importar de qué clase social<br />

provienen.<br />

Seguei Yutkevich en sus recuerdos en torno a la campaña<br />

«del desenmascaramiento de los cosmopolitas<br />

apátridas» asegura que más allá de los artistas y críticos<br />

judíos, el verdadero blanco eran los intelectuales en sentido<br />

general.<br />

Cuando se recrudece la censura, se desatan los<br />

arrestos arbitrarios y los encarcelamientos, el<br />

ambiente del país se enrarece. Y en ese contexto<br />

–tal vez en Rusia ya era una tradición– los intelectuales<br />

son siempre las primeras víctimas porque<br />

supuestamente no son de fiar. Son gente que<br />

siempre quiere expresar algo prohibido, o mostrar<br />

algo chocante y eso no conviene a la burocracia.<br />

Para un burócrata la tierra es plana y clara,<br />

mientras que un intelectual la ve compleja y con<br />

muchos misterios. En los años 40 el entorno se<br />

hizo más opresivo: de forma continua se dictaban<br />

decretos para controlar el cine, la literatura,<br />

se enjuiciaban severamente las obras y los personajes<br />

del mundo cultural, y claro, todo el mundo<br />

tenía miedo. Los cineastas y escritores no podían<br />

filmar ni publicar lo que querían, era un medio<br />

muy opresor el de finales de los 40 y principio de<br />

los 50. Por esta época, comenzó un período en el<br />

que se producían pocas películas. Se extendió el<br />

criterio de que era mejor tener menos películas<br />

con una gran calidad. Pero, como suele suceder en<br />

esos casos, se redujo el número de filmes, y se<br />

mantuvo la poca calidad. Las salas de cine, ante<br />

esa situación, se nutrían de películas extranjeras,<br />

incluyendo algunas que vieron los espectadores<br />

rusos y que casi nadie ha visto: cintas del<br />

período nazi en Alemania. No reflejaban la ideología<br />

nazi, de ninguna manera. Se trataba de musicales,<br />

aventuras, biografías realizadas durante<br />

el gobierno de Hitler. Eso lo veíamos nosotros con<br />

mucho gusto. A los adolescentes no nos importaba<br />

la procedencia de las cintas. Si eran buenas y<br />

nos gustaban, ¿por qué no? Además, todas estaban<br />

dobladas. El idioma alemán o inglés no se<br />

escuchaba.<br />

¿Qué fines tuvo esta campaña estimulada por «un puñado<br />

de escritores mediocres o envidiosos que querían protegerse<br />

de la crítica inteligente y justa»?<br />

Creo que en esencia fue para infundir miedo y que<br />

nadie levantase la cabeza.<br />

¿Cuáles fueron los móviles de una censura sobre el cine<br />

que comprendía no sólo el presente, sino también el pasado<br />

y el futuro?<br />

Responder a los preceptos imperantes del momento.<br />

Todo lo que se desviaba de esa línea, era prohibido<br />

y castigado. Los móviles de los dirigentes son<br />

difíciles de dilucidar. Era una campaña tras otra,<br />

no sólo contra los creadores del arte, también existieron<br />

varias contra genetistas, biólogos, médicos<br />

y creo que hasta los adeptos del esperanto sufrieron<br />

lo suyo. Todo lo que estaba fuera de la mente<br />

estrecha de un burócrata, estaba mal. Ninguna<br />

ideología sostenía la censura. Stalin era el amo<br />

absoluto del país y lo que él quería, se hacía, nadie<br />

se preguntaba por qué, cómo, ni para qué: había<br />

que cumplir.<br />

¿Y qué opina de la lectura que hacía Stalin de las películas?<br />

Un testimonio recogido en su libro revela que las<br />

visionaba como parte de la realidad misma, que regañaba<br />

a los actores en pantalla cuando se equivocaban y los<br />

halagaba cuando le complacían sus acciones.<br />

Una reacción muy infantil. Así mismo fue. ¿Qué<br />

podemos hacer?<br />

En el ambiente cultural de la URSS, ¿qué elementos pueden<br />

haber propiciado la puesta en marcha de ese mecanismo<br />

calificado por usted de «terror casero moral», y que<br />

favoreció la proliferación de la intriga, la desconfianza<br />

mutua, el servilismo y la delación política?<br />

El miedo básicamente. El Miedo, con mayúscula.<br />

Quizás sí hay otros: el oportunismo y la envidia.<br />

Siempre alguien lleva cuenta de quién recibió el<br />

premio, quién no, a quién le dieron dacha en el campo<br />

y quién pudo o no comprarse un automóvil. Las<br />

relaciones de los intelectuales soviéticos con el<br />

poder es un tema complicado. Hay que hurgar mucho<br />

en el pasado.<br />

47<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Otra muestra de los<br />

titulares de<br />

publicaciones<br />

cubanas que llaman<br />

la atención de Zoia<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 48<br />

Reproduce un criterio de Ludmila Pogozheva refiriéndose<br />

a aquellos que tergiversaron la verdad: «¿Tenemos derecho<br />

de hacer reproches a los creadores? ¿Qué sabían en<br />

aquel entonces sobre Stalin y su papel en la revolución?<br />

Solamente las versiones engendradas por el culto a la personalidad<br />

que se alteraban de un año a otro». ¿Coincide o<br />

discrepa con ella?<br />

Coincido plenamente, porque la ignorancia fue bastante<br />

grande. ¿Quién se percataba de los crímenes<br />

de Stalin? ¿Quien podía tener el panorama completo?<br />

Nadie. La verdad salió después del XX Congreso<br />

y la perestroika.<br />

Para un intelectual, ¿era imposible saber que estos crímenes<br />

se cometían?<br />

Era imposible saberlo con exactitud, con detalles.<br />

Sólo los que tenían un hijo, un esposo, un padre<br />

preso, se percataban de lo que sucedía. Pero las<br />

dimensiones eran difíciles de imaginar para alguien<br />

que llevase una vida cotidiana y para el pueblo<br />

en general que trabajaba abnegadamente para<br />

reconstruir el país después de la guerra más<br />

devastadora del siglo XX. Ahora recuerdo de dos<br />

casos que me impresionaron en mi adolescencia:<br />

fue detenido el esposo de mi profesora de música<br />

(mis padres querían que estudiara piano). Su delito:<br />

por la noche escuchaba la BBC de Londres y<br />

La voz de América. Los vecinos lo delataron, porque<br />

estaba prohibido tener un receptor de onda corta.<br />

Murió en un campo de trabajo. Otro caso: un vecino<br />

fue acusado de no referir en su planilla de trabajo<br />

que hablaba alemán, inglés y francés. Desapareció<br />

para siempre.<br />

¿Era poco común que los realizadores adoptaran posiciones<br />

como las de Dovzhenko al negarse a dar explicaciones,<br />

suplicar o pedir disculpas por exponer la verdad en su<br />

noveleta Ucrania en llamas?<br />

Él se exponía mucho y no sé hasta qué punto sus<br />

objeciones y protestas llegaron a quien tenían que<br />

llegar. Confió todo en su diario personal, sin llegar a<br />

hacer ninguna declaración pública porque era muy<br />

arriesgado. Era una resistencia en silencio, callada.<br />

Es posible que muchos pintores, escritores,<br />

cineastas, reflejaran su inconformidad, expresaran<br />

sus ideas, pero siempre en un ámbito muy privado.<br />

¿Fue el cine la manifestación artística más lacerada o todas<br />

padecieron por igual?<br />

Todas las artes fueron censuradas, las artes plásticas,<br />

la literatura, el teatro. Todas sufrieron por igual.<br />

No podemos decir que el cine padeció más que todas,<br />

al contrario, como a Stalin le gustaba el cine, la<br />

lista de los cineastas fusilados o encarcelados no<br />

era tan extensa como en otras áreas. Parece que<br />

definitivamente el cine le apasionaba mucho.


¿Cuáles eran los argumentos que amparaban la reedición<br />

de las películas extranjeras durante la década del 20 en la<br />

URSS?<br />

Se rechazaba todo lo que se suponía no tenía valor<br />

para un estado proletario, se modificaba, se cambiaba<br />

el orden de las escenas para concluir con finales<br />

más apropiados. Durante la campaña contra<br />

los cosmopolitas en los años 40, cualquier<br />

mención de que existía algo bueno más allá de las<br />

fronteras, era pernicioso. Recuerdo una película<br />

donde uno de los personajes le decía a una actriz<br />

de opereta: «¡Qué feliz tú eres! Estuviste en Londres,<br />

París, Viena». Cuando fui por segunda vez al<br />

cine (íbamos varias veces a ver la misma película),<br />

ya esa frase había sido suprimida, porque se suponía<br />

que fuera del país no podía haber felicidad alguna.<br />

Eso es fácil, gracias al montaje, todo es moldeable.<br />

Lo mismo sucedía con las películas soviéticas<br />

en otros países del mundo, también eran censuradas<br />

y recortadas por razones políticas.<br />

En su texto se repasan de forma individual los numerosos<br />

premios y reconocimientos que recibió la obra de los<br />

cineastas rusos internacionalmente, pero también la vulnerabilidad<br />

que padecían cuando se encontraban fuera de<br />

su país realizando algún proyecto, la poca fuerza legal y<br />

disponibilidad que tenían sobre lo que filmaban. ¿Cuánto<br />

de esto se debe al aislamiento en que se encontraban y cuánto<br />

al uso interesado y consciente que de esta circunstancia<br />

pueden haber hecho en el extranjero para sacarle provecho<br />

a esta situación?<br />

Puede ser que esta segunda causa que señalas también<br />

haya tenido efecto, porque, por ejemplo, cuando<br />

Stalin se negó a comprar los negativos de la<br />

película que Eisenstein había filmado en México,<br />

enseguida el escritor Upton Sinclair, quien había<br />

amparado desde el punto de vista económico esta<br />

producción, se aprovechó y todo fue vendido para<br />

sacar algún dinero. Después varios directores hicieron<br />

con el material lo que querían. Por cierto,<br />

creo que los intelectuales cubanos protestaron<br />

contra aquella situación, querían ayudar a<br />

Eisenstein y, al parecer, existe un documento donde<br />

hacen constar su posición condenando el uso<br />

arbitrario del filme por parte de otros directores.<br />

Este filme sobre México fue el único proyecto que<br />

se hizo en el extranjero. Después de 1929, viajar a<br />

algún país a filmar era un gran problema. No había<br />

dinero ni permiso de salida. Creo que es el único<br />

ejemplo de un gran director soviético que pudo<br />

hacer cine fuera (luego lo hizo Tarkovski, ya en el<br />

exilio). Por otra parte, este suceso fue una gran tragedia<br />

en la vida de Eisenstein, siempre recordaba<br />

la imposibilidad de editar su material. Todos los<br />

negativos se habían quedado en Estados Unidos.<br />

Fueron recuperados en los años 70.<br />

El cine soviético del principio al fin no se circunscribe<br />

a los avatares del séptimo arte, sino saca también a la luz<br />

datos históricos de alta política como el hecho de que Stalin<br />

disgustado por los comentarios críticos de Nadezhda<br />

Krupskaia, la amenazara con la posibilidad de encontrar<br />

otra viuda para Lenin si no se callaba; y la duda de que<br />

Fanny Kaplan haya atentado contra Lenin. ¿Cómo espera<br />

Zoia Barash que sean recibidas tales informaciones, en un<br />

país donde la historia sobre el período stalinista aún se<br />

enseña con cortapisas y criterios moderados?<br />

No son tanto datos históricos de alta política como<br />

un chiste histórico que, como suele suceder, refleja<br />

una realidad. Puede ser hasta apócrifo. Los historiadores<br />

por su parte aseguran que difícilmente<br />

Fanny Kaplan fue la ejecutora del atentado a Lenin<br />

porque tenía la vista muy mala. Algún día se sabrá…<br />

y podemos admitirlo o no. Eso es a gusto del<br />

consumidor.<br />

¿Por qué se frustró el movimiento cinematográfico que<br />

comenzó a gestarse tras la celebración del XX Congreso?<br />

Un ejemplo de que se comenzaba a cambiar la<br />

mentalidad, es la película La balada del soldado, de<br />

Chujrai. Hasta ese momento, la guerra siempre era<br />

representada en el cine soviético con mucho triunfalismo,<br />

pocas muertes de nuestra parte, el enemigo<br />

ridiculizado y los mariscales inclinados sobre<br />

los mapas. De repente, vimos algo tan fresco, valioso<br />

y sentido como ese filme, un enfoque diferente.<br />

Se trataba de una generación joven. Chujrai,<br />

que había sido paracaidista de las tropas de asalto,<br />

sintió que era el momento para expresar sus<br />

sentimientos, para decir parte de la verdad y lo<br />

logró con creces, al igual que en El cielo despejado.<br />

Cuando vuelan las cigüeñas, de Mijail Kalatozov, también<br />

produjo una gran impresión y conmovió a los<br />

espectadores. Ahora, ese movimiento se frustró<br />

porque a finales de los años 60 y principios de los<br />

70 volvieron a florecer tendencias conservadoras.<br />

¿A qué obedece esto? Hay que volver a la historia.<br />

Entre otros muchísimos factores, los sucesos en Checoslovaquia<br />

y Polonia jugaron su papel. Todo repercutió<br />

en la Unión Soviética y poco a poco se desarrolló<br />

un movimiento retrógrado.<br />

¿Cuáles eran esos crudos relatos de la época de Stalin con los<br />

que Larisa Sheptiko sorprendió a los cubanos cuando visitó<br />

el país en 1975?<br />

Ella habló de aquellos tiempos con mucho apasionamiento,<br />

no recuerdo si se refirió a su familia en<br />

particular, que por cierto, padeció también la crudeza<br />

de la época. Dijo que hubo miles de fusilados, habló<br />

de los campos de concentración desmantelados<br />

después del XX Congreso, ofreció sus puntos de vista<br />

personales acerca de la época de Stalin y, por supuesto,<br />

impresionó a todos.<br />

Entre las historias de vida más desgarradoras de su libro se<br />

encuentra la del director Serguei Paradzhanov, condenado<br />

a permanecer por años en un campo de trabajo cuya dureza<br />

le provocó numerosas enfermedades y padecimientos<br />

tanto físicos como espirituales. ¿Qué le gustaría provocar<br />

en el lector cubano que por primera vez se enfrenta al descubrimiento<br />

de estos hechos?<br />

Todo lo que se describe de la vida de Paradzhanov es<br />

cierto. ¿Qué es impresionante? Claro. Pero es la historia.<br />

¿Podemos eludir los hechos históricos? No<br />

podemos. ¿Por qué no enterarnos de cómo vivían y<br />

sufrían algunos directores del cine?<br />

¿Qué le diría a quien se sorprendiera de que durante varios<br />

años nuestro paradigma fue un país en el que se cometían<br />

tales desafueros bajo el amparo de sus gobernantes?<br />

49<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 50<br />

Todos los procesos son difíciles. ¿Acaso el lector cubano<br />

no puede asimilar hechos históricos? No creo<br />

que el conocimiento de estos sucesos le destruya su<br />

cosmovisión. Hay que ver lo que sucedía, penetrar<br />

en la esencia de los fenómenos. ¿Tú crees que es<br />

traumático?<br />

Para mí lo fue.<br />

¿Por qué?<br />

Es muy triste descubrir esa doble crueldad, la de quienes lo<br />

confinan a ese campo de trabajo y la de quienes permanecen<br />

allí y lo hacen limpiar un salón lleno de agua congelada, que a<br />

largo plazo, le provocó la pérdida de un pulmón. Lo más terrible<br />

es la carta que lo condena, sin él saberlo, a vagar eternamente<br />

de un campo a otro hasta la muerte.<br />

¿Qué podemos decir? Sucedió, simplemente. En la historia<br />

siempre hay páginas terribles, y en la de un gran<br />

país como la Unión Soviética aún más. Lo único que<br />

puede hacerse es elegir entre saber qué cuentan estas<br />

páginas o ignorarlas. Puede que haya alguien que prefiera<br />

desconocerlas. Es una decisión personal.<br />

En el caso del cine, ¿cómo la perestroika condicionó los<br />

rasgos de los filmes y la proyección de los directores de este<br />

período?<br />

Sucedió lo siguiente: desapareció el dinero estatal<br />

para hacer películas, muchos directores no pudieron<br />

reunir los fondos necesarios para sus cintas y<br />

así continuó durante varios años. Luego, poco a<br />

poco se formaron grandes compañías que querían<br />

invertir dinero en el cine, porque pensaban que era<br />

un negocio lucrativo o porque deseaban ayudar a<br />

un realizador amigo, y lentamente el cine ruso<br />

empezó a salir de ese callejón. ¿Qué pasó desde el<br />

punto de vista estético? Las películas que tenían<br />

éxito en la nueva Rusia eran norteamericanas,<br />

películas de acción, musicales, de aventuras o comedias.<br />

Los directores rusos para obtener de forma<br />

apremiante las finanzas comenzaron a dirigir<br />

películas de ese tipo. Durante mucho tiempo, ninguna<br />

cinta fue ni interesante ni descollante. Sólo a<br />

finales de los noventa, comenzamos a ver películas<br />

con buenos guiones y bien hechas.<br />

¿El efecto de la perestroika sobre el cine soviético fue<br />

ambivalente entonces?<br />

Sí, fue positivo y negativo, ambas cosas. Negativo<br />

por lo que ya he explicado y positivo, porque<br />

despareció la censura y un director puede filmar, si<br />

tiene dinero, todo lo que él quiera, pero, ¿de dónde<br />

sacar la plata? Al parecer, la libertad de creación<br />

pocas veces está acorde con las posibilidades financieras<br />

y un realizador tiene que sufrir mucho antes<br />

de encontrar el financiamiento para su película.<br />

¿Qué implicaciones tuvo la lejanía del país para algunos<br />

de los cineastas que se marcharon de la URSS en la década<br />

del ochenta?<br />

Cuando un director emigraba, no hacía casi nada.<br />

No encontraba dinero, nadie creía en él. Era desconocido<br />

fuera de las fronteras de la URSS. Mijalkov-<br />

Konchalovski pudo abrirse paso en Hollywood con<br />

dificultades y no era emigrante. Algunos se fueron,<br />

Andrei Tarkovski entre ellos y murió en 1986, la<br />

perestroika recién empezaba. Los demás no lograron<br />

gran cosa fuera. Parece que un director ruso fuera de<br />

las fronteras de su país, sin tener el contacto inmediato<br />

con su público, se pierde, no puede hacer nada.<br />

¿Cuánto ha contribuido el cine soviético a propiciar que<br />

los nietos conozcan la verdad sobre sus abuelos?<br />

Al parecer, los nietos han asimilado la verdad perfectamente.<br />

Además, ellos prefieren y ven el cine<br />

norteamericano. Casi nadie se ha desplomado por<br />

enterarse de algunos sucesos terribles, porque, entre<br />

otras razones, muchos no lo creen. Piensan que<br />

los viejos exageran. La credibilidad de los abuelos<br />

siempre está en duda.<br />

Usted estuvo entre quienes asistieron al estreno de La<br />

comisaria en la Casa del Cine en 1987, la película<br />

hasta entonces jamás exhibida por la que Aleksandr<br />

Askoldov permaneció más de veinte años alejado del<br />

cine. A pesar de que este director no ha filmado más,<br />

¿sigue pensando que aquel acto significó el triunfo de la<br />

justicia?<br />

Cómo no. Fue simbólico, porque por primera vez<br />

en una conferencia de prensa la gente se levantaba<br />

y decía lo que quería, preguntaba lo que quería.<br />

Fue muy revelador. Todos estaban emocionados.<br />

Parecía un nuevo comienzo para el cine.<br />

Askoldov no pudo filmar más, pero es el director<br />

de una gran película. Con esa ya se ganó un lugar<br />

en la historia del cine ruso.<br />

¿Este libro es su contribución personal a saldar esa deuda<br />

ética de su generación que, según Proshkin, consiste en<br />

decir toda la verdad?<br />

Posiblemente. No sé si esta deuda se saldó… Veremos<br />

qué dicen los lectores.


¿Cuál es el impacto más notable que ha tenido en<br />

Rusia el rescate y exhibición de las películas y proyectos<br />

cinematográficos por décadas archivados,<br />

ocultados o semidestruidos?<br />

Provocó mucho interés, el público las vio y no sucedió<br />

nada más. Algunos dijeron: «¡Monstruoso! ¡Mira<br />

cómo hemos vivido!» Después nada, todo tranquilo.<br />

La gente suele dedicarse a su quehacer cotidiano.<br />

¿Cuáles son las desventajas o las ventajas de que este libro<br />

se publique en un momento en que la presencia de la cultura<br />

soviética en la Isla es cada vez más distante?<br />

Es como revivir un poco la historia. El cine soviético fue<br />

bastante popular en Cuba. La gente llenaba la sala de la<br />

Cinemateca durante los ciclos de exhibición, había<br />

mucho interés. Todavía prevalece cierta nostalgia, incluso<br />

hay quien desea que se exhiban grandes películas<br />

soviéticas del pasado porque los jóvenes no las conocen.<br />

¿Qué abordaría y le interesaría destacar en un libro que<br />

tratara la vida de los cineastas y el cine de las numerosas<br />

repúblicas soviéticas que se quedaron fuera de esta entrega?<br />

El enfoque sería el mismo, me dirigiría a las vidas<br />

de los realizadores de las repúblicas y de algunos<br />

rusos que se quedaron fuera como Serguei<br />

Yutkevich, Eldar Riazanov, Marlen Jutsiev, entre<br />

otros. Pero, desgraciadamente, es imposible.<br />

¿Por qué?<br />

El tiempo es implacable y aparecen las enfermedades<br />

que se quedan con uno. Es difícil transportarse…<br />

Pero claro que me gustaría.<br />

Si terminó de escribir el libro en los 90, ¿a qué se debe que no<br />

fuese publicado hasta el pasado año?<br />

No sé. Habría que preguntarles a las editoriales.<br />

El escritor Yoss asegura que para los cubanos (sobre todo<br />

los crecidos en los 70 y los 80), la cultura rusa fue una<br />

influencia subyacente, pero sólida y constante en muchas<br />

esferas de la cotidianeidad. ¿Cree como él que los rusos<br />

sólo nos dejaron recuerdos, malos y buenos, pero muchos?<br />

Recuerdos claro que hay, pero yo creo que la mejor<br />

evidencia son los hijos de los matrimonios cubano-rusos,<br />

cubano-kazajos, cubano-ucranianos,<br />

cubano-hebreos, etc. Eso sí es importante. Por otra<br />

parte, existe nostalgia por el buen cine ruso, los<br />

cubanos que estudiaron en la URSS agradecen su<br />

formación y educación. Prevalece una huella rusa<br />

en la ciencia y la técnica, en el ballet. Los rusos<br />

dejaron algo, algo subyacente y de difícil precisión.<br />

Pienso que los matrimonios mixtos entre soviéticas<br />

y cubanos tuvieron mucha importancia para<br />

el ambiente del país. Centenares de soviéticas que<br />

se casaron con mulatos y negros cubanos disolvieron<br />

un poco y a nivel personal cierto ambiente<br />

de prejuicios raciales. Es mi opinión. No sé que<br />

dirán los sociólogos cuando empiecen a investigar.<br />

Los niños de estos matrimonios mixtos, además,<br />

son preciosos todos, e inteligentes.<br />

¿La inteligencia de esos niños de dónde les viene, de la<br />

parte rusa o la cubana?<br />

Está compartida. Parece que la combinación de<br />

genes fue muy exitosa.<br />

¿Se considera parte de una diáspora rusa en la Isla?<br />

Desde luego. Hay muchas mujeres rusoparlantes<br />

que viven en Cuba. Y ya hay nietos…<br />

51<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Ensayista, críticio de artes,<br />

narrador y poeta. Una<br />

antología de sus textos<br />

saldrá próximamente por<br />

Ediciones Unión, bajo el<br />

titulo Con la buena<br />

voluntad del tiempo.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 522<br />

Corales y colores<br />

de una fiesta del cine<br />

Sobre la edición 31 del Festival Internacional<br />

del Nuevo Cine Latinoamericano<br />

Frank Padrón


ué trajo de bueno (y no tanto) la más reciente<br />

fiesta del cine regional y de tantos<br />

otros lares celebrada en Cuba el último<br />

diciembre?<br />

Primeramente, la certeza de que pese a todas las<br />

crisis, Latinoamérica es una franja que no permite<br />

que pasen el tiempo y la historia sin dejar constancia<br />

de estos mediante imágenes móviles, según<br />

la percepción de sus cineastas; segundo, que por muchos<br />

recursos que detente el cine primermundista,<br />

nuestros creadores, al menos a nivel de talento, nada<br />

tienen que envidiar a sus colegas de otras coordenadas.<br />

Echemos, entonces, una ojeada a unos y otros, con<br />

la certeza de que nosotros, agradecidos espectadores,<br />

hemos sido los verdaderamente premiados con<br />

esta avalancha ininterrumpida de cine durante diez<br />

provechosos días.<br />

EL MUNDO EN LAS PANTALLAS<br />

Panorama contemporáneo internacional y muestras<br />

de varias cinematografías (sobre todo europeas)<br />

fueron confrontadas y visitadas durante el Festival,<br />

como ocurre siempre.<br />

Anticristo, de Lars von Traer, descorrió las cortinas<br />

de estas secciones no competitivas. La nueva propuesta<br />

del «ex dogmático» ha sido esa piedra de escándalo,<br />

ese habitual cisma que sitúa, aún a sus<br />

incondicionales, en un dilema tremendo: ¿sí o no?.<br />

Yo, que admiro al danés aunque sin llegar al paroxismo,<br />

reconozco que en todos los sentidos, llega<br />

lejos: éticamente fuerza límites, sitúa a prueba de<br />

balas estómagos y nervios; estéticamente ofrece un<br />

espectáculo visual casi perfecto, virtuoso, que regala<br />

a diestra y… cineastas, lecciones de saber hacer.<br />

Una pareja transida por el dolor que implica la pérdida<br />

del pequeño unigénito se refugia en una cabaña<br />

llamada Edén con la esperanza de restañar heridas<br />

y salvar el matrimonio, plan ideado por él,<br />

sicólogo; pero el simbólico y paradójico nombre del<br />

sitio les, nos recuerda a cada momento que la Naturaleza<br />

tiene dos caras: es hermosa, sí, paradisíaca<br />

a ratos, mas también terrible y violenta, sádica y<br />

malsana, en actitudes polares heredadas por el ser<br />

humano. La cinta puede parece, digamos, misogínica,<br />

como quiera que hacia la mujer se inclina la<br />

balanza de la perversión y la negatividad; sin embargo,<br />

continuando los procederes alegóricos del realizador<br />

(la obra remite constantemente a leyendas<br />

medievales, sobre todo a una de sacrificios con hijas<br />

de Eva), ella emblematiza justamente el lado<br />

femenino atribuido a Dios y la Creación.<br />

Sin ánimos justificativos, porque sí que es morboso<br />

y excesivo Lars, debo reconocer que es también<br />

exquisito en su puesta en pantalla: la pormenorizada<br />

y gradual progresión dramática, los deslumbrantes<br />

efectos visuales y sonoros, las soberanas<br />

actuaciones (la cantante francesa Charlotte<br />

Gainsbourg fue justamente reconocida con una<br />

Palma de Oro en Cannes, pero su compañero Willen<br />

Defoe merecía otro) hechizan, y todo en función<br />

nunca de un ejercicio intelectual vacío, sino, todo<br />

lo contrario, motivador y sugerente, de los que se<br />

llevan a casa y se rumian durante no poco tiempo.<br />

Despedidas, de Japón, fue otro inicio que muchos<br />

agradecieron; en el filme de Yojiro Takita se manejan<br />

otras contradicciones: el hecho de que un ex<br />

violoncelista decepcionado de la vida encuentre<br />

finalmente su motivación y energía vistiendo y<br />

maquillando muertos antes de su cremación, para<br />

desconcierto de vecinos y esposa, es vehiculado<br />

mediante un tempo lento, típico en esa cinematografía,<br />

que no resultaría un handicap si el director<br />

no sólo incurriera en superfluos circunloquios,<br />

sino en molestos coqueteos con el melodrama<br />

más rancio.<br />

Vals con Bashir, del israelí Ari Folman, nominado al<br />

Oscar no hablado en inglés y ganador de un Globo<br />

de Oro, además de ser catalogado como el mejor<br />

filme de 2008 por la Sociedad Nacional de Críticos<br />

norteamericanos –«rara avis» de documental animado–,<br />

muestra conversaciones reales con<br />

israelíes que lucharon en 1982 en la violenta invasión<br />

de su país al Líbano y animó trágicos sucesos<br />

descritos en esas cintas de audio. Un tanto saturadora,<br />

técnicamente resulta impecable.<br />

La fruta prohibida, finesa, resultó también una acertada<br />

credencial de inicio; siguiendo a dos muchachas<br />

casaderas miembros de una fundamentalista<br />

iglesia protestante, el director Dome Karukoski<br />

discursa una vez más sobre los nexos religiónsexualidad;<br />

los dogmas y lineales interpretaciones<br />

bíblicas que coartan libertades individuales y<br />

fuerzas vitales, mucho más complejos cuando de<br />

mujeres jóvenes se trata, son recreados con tino y<br />

profundidad en un filme donde sobresale la madurez<br />

e inteligencia del guión, la puesta en pantalla<br />

rigurosa y las excelentes actuaciones.<br />

Aguas turbulentas (Los invisibles), de Erik Poppe, también<br />

de ese país, es uno de esos thrillers que lo<br />

agarran a uno por el cuello y lo sueltan a la salida<br />

sin respiración… el tema de la culpa, el perdón y la<br />

expiación en consonancia con el cristianismo pone<br />

en solfa a la joven ministra de una iglesia católica<br />

cuando su pequeño en peligro hace tambalear sus<br />

bien organizados criterios teológicos, mientras otra<br />

familia víctima de la muerte del hijo (sobre todo la<br />

inconsolable madre) descubre que el presunto asesino<br />

ha entrado en la vida de aquellos… Amén del<br />

conseguido clima de suspense, el ritmo que sólo<br />

trepida cuando es necesario (pues da tiempo a la<br />

reflexión) y las superlativas actuaciones, Poppe nos<br />

invita a cuestionarnos esos y otros conceptos filosóficos<br />

y existenciales… Pero lo mejor de estas bien<br />

agitadas aguas es el curso que toma la narración:<br />

dos líneas continuas que se complementan, como<br />

quiera que la segunda es una reiteración de la primera<br />

más con el desarrollo de puntos diegéticos<br />

que sólo se expusieron antes, hasta llegar a ese<br />

clímax que da paso al desenlace… magistral.<br />

De la Muestra alemana, Hace un año en invierno, de<br />

Caroline Link, focaliza la relación de una familia<br />

que vive conflictos a partir del hijo muerto; el encargo<br />

que hace la madre a un pintor para que reúna<br />

a él y a la hermana en un cuadro, desata recuerdos<br />

y remordimientos, un tanto reiterativa,<br />

desigual en sus secciones dramáticas, pero de todos<br />

modos intensa y motivadora.<br />

53<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 54<br />

En cuanto a la Muestra española, Ventura Pons,<br />

como siempre, nos trajo bajo el brazo su última<br />

cinta, que tan bien ha caminado en los más diversos<br />

festivales y rincones del mundo. Se trata de<br />

Forasteros… Quienes sentíamos un tanto fatigado<br />

al catalán director de Actrices, Morir (o no), Anita no<br />

pierde el tren y otras tantas excelentes cintas, nos<br />

reconciliamos con él mediante su nuevo filme, en<br />

concurso aquí: Forasteros, otra de sus contundentes<br />

historias corales que une ahora, en dos épocas<br />

diferentes, a sendas familias que pierden a un<br />

miembro enfermo de cáncer: los combates entre<br />

esos seres que se aman pero se destrozan, las pugnas<br />

intergeneracionales, el conflicto con los otros<br />

(árabes instalados en pisos cercanos), la crudeza y<br />

precisión de los diálogos y la diversidad cromática<br />

en la fotografía que funciona como detonante<br />

cronológico, más la altura histriónica (fundamentalmente<br />

el protagónico de la excepcional Ana<br />

Lizarán) nos hacen perdonarle cierta rigidez teatral<br />

que para nada mella la garra y la espesura de<br />

su discurso.<br />

Los abrazos rotos de un colega y paisano de Pons,<br />

Almodóvar, ha sido, como todos los filmes del manchego,<br />

de esos que a nadie dejan indiferente, eso sí,<br />

cada vez son más los que, incluso de sus antiguos<br />

incondicionales, le atacan y parecen abandonar<br />

definitivamente esas huestes que otrora fueran tan<br />

nutridas; este lunetario confiesa que si en La flor de<br />

mi deseo e incluso Volver casi integró tal grupo de<br />

«desertores», ahora se reconcilia con el autor de<br />

Tacones lejanos , Matador y Laberinto de pasiones, entre<br />

otros «grandes éxitos». Este nuevo abrazo almodovariano<br />

vuelve a estrechar el cine, no sólo clásico,<br />

norteamericano que le marcó en su formación<br />

sino el que él mismo hace, del que vive, de modo<br />

que la autorreferencialidad (guiños a su propia<br />

obra, elementos recurrentes de su poética…) aparecen<br />

una y otra vez aquí, junto a claves de su discurso<br />

sempiterno (la debilidad y a la vez permanencia<br />

de las pasiones, las dudas, celos y remordimientos,<br />

el trabajo como gran redentor frente a las<br />

tragedias del fatum…). Y en definitiva, ¿por qué<br />

me reconcilié con Don Pedro? (junto con miles de<br />

vecinos de luneta que colmaron la sala Acapulco<br />

que a lo mejor nunca se habían distanciado como<br />

yo): pues porque su nuevo filme recupera el aliento<br />

y la garra, porque la narración, con sus retruécanos<br />

y subtramas, se torna limpia y segura, porque<br />

la mano directriz que rige a Luis Llomar,<br />

Penélope Cruz y la divina Blanca Portillo es recia y<br />

precisa y porque en definitiva, se la pasa uno más<br />

de dos horas entretenidísimo (¿no ha dicho él mismo<br />

que es esta la razón de su permanencia?) y<br />

como si fuera poco se marcha a casa, o al otro cine,<br />

con decenas de esos fabulosos fotogramas en la<br />

mente.<br />

Enter the void, de Gaspar Noé ( Irreversible ) es una de<br />

esas trampas experimentalistas y de seudovanguardia<br />

al parecer concebidas sólo para exasperar<br />

al espectador; hay que confesar que, si ese fue el<br />

objetivo del realizador, lo consiguió plenamente, y<br />

nuestro público, de un sentido del humor tan maravilloso,<br />

aplaude a rabiar cuando estas cosas pasan,<br />

pero en realidad se está tributando un autoaplauso<br />

por su capacidad de resistencia… A Noé,<br />

tan justamente reconocido por su filme anterior,<br />

no le basta ahora el tiempo estándar de largometrajes<br />

para desarrollar su historia de (des)amor<br />

entre un eventual traficante y una streaper que<br />

regresan de Tokio: necesita nada menos que… 155<br />

minutos, que por demás no son convencionalmente<br />

empleados (ya sabemos quienes conocemos su<br />

poética), pero es que esta vez se le va la mano y –lo<br />

peor de todo– gratuitamente: planos en grúa, una<br />

banda sonora disonante y sencillamente insoportable,<br />

llantos infinitos de niños (y bien sabemos<br />

cuánto exaspera un niño llorando) y un gira-gira<br />

de la trama que no va a ninguna parte y perfectamente<br />

pudo concluir una hora antes… Gracias,<br />

Noé, pero tu arca sucumbe, pasamos (al menos)<br />

esta vez.<br />

Un profeta llegó desde Cannes con su Grand Prix,<br />

generando expectativas que, sinceramente, quedaron<br />

por debajo. La cinta dirigida por Jacques<br />

Audiard se desempeña en el ambiente carcelario y<br />

sigue a un joven árabe de 19 años, analfabeto y<br />

frágil, que se abre paso desde que el jefe de la mafia


corsa (la que manda) lo «recluta» para una serie de<br />

misiones peligrosas; también allí aprende el idioma<br />

ajeno, lo cual lo hace más útil como espía personal<br />

del cabecilla; lo mejor del filme radica en su<br />

primera parte, aprehendiendo y trasmitiendo el<br />

duro y hostil ambiente que Malik El Djebena deberá<br />

domar y hasta llegar a liderar al momento de su<br />

salida. Después, si bien logra mantener el interés y<br />

acciona discretamente los elementos del thriller, no<br />

va más allá y llega a resultar innecesariamente<br />

dilatada (con sus 149 minutos).<br />

Premio Mayahuel en Guadalajara de este año a la<br />

mejor dirección (Chus Gutierrez) para Retorno a<br />

Hansala, que triunfó también como mejor guión<br />

coescrito junto con Juan Carlos Rubio, la tuvimos<br />

también por acá en la muestra española. El tema<br />

de la emigración árabe, implica un viaje al revés:<br />

un enterrador lleva de vuelta el cadáver de un joven<br />

(hermano de la protagonista) cuando este perece<br />

en el mar intentando seguir la ruta de ella.<br />

Sensibilidad desde el minimalismo, trazado y evolución<br />

eficaces de personajes, captación perfecta<br />

del ambiente (¡ese desierto marroquí!) y notables<br />

actuaciones caracterizan una cinta que emociona<br />

desde su sencillez y economía de recursos.<br />

El imaginario del Doctor Parnassus, del veterano Terry<br />

Gilliam, es una versión moderna del conocido mito<br />

que goza de la delirante imaginación, la deliberada<br />

desmesura y la (en definitiva) deslumbrante belleza<br />

imaginal a que nos tiene acostumbrados el<br />

maestro británico; aquí encontramos al inolvidable<br />

Heath Ledger, y los no menos grandiosos<br />

Johnny Depp y Christopher Plummer<br />

Respecto al panorama latinoamericano: Felicitas ,<br />

de la argentina María Teresa Constantini, es un<br />

dramón de época sobre otro amor trágico e imposible,<br />

mas aquí tratado con todos los vicios, clisés<br />

y tics del melo tradicional: sencillamente empalagoso…<br />

Otro de allí: Esperando la carroza 2, de Gabriel<br />

González Condrón, pulsa el extremo opuesto y<br />

como es de imaginar por su título, reúne más de 20<br />

años después a la mayoría de los personajes de<br />

aquel clásico para celebrar el 40 aniversario de la<br />

pareja Nora-Antonio; siempre es agradable toparse<br />

a grandes actores como Betiana Blum y Luis<br />

Brandoni, pero aquello de que «segundas partes<br />

nunca fueron buenas» se hace carne y sangre aquí:<br />

restando dos o tres chistes y momentos logrados,<br />

la nueva comedia es una cita con el astracán y el<br />

brochazo grueso. En Oveja negra, primera cinta del<br />

mexicano Oscar Hinojosa Ozcariz, con gran soltura<br />

narrativa y un sólido diseño de personajes, el<br />

bisoño realizador entrega una comedia donde bajo<br />

la aparente ligereza hay no poca espesura conceptual,<br />

y una evaluación inteligente de conductas<br />

humanas… Entre nos (Colombia-Estados Unidos)<br />

de Paula Mendoza y Gloria La Morte, es, entre nos,<br />

más de lo mismo sobre el recurrido tema «latinos<br />

en USA», si bien se anota puntos en la ambientación<br />

y la dirección de arte…<br />

La muestra polaca decepcionó al menos en su carta<br />

credencial. 33 escenas de una vida, de Malgorzata<br />

Szumowska, se atreve con un delicado tema como<br />

la enfermedad terminal nada menos que desde una<br />

perspectiva desacralizadora; intenta desdramatizar<br />

la enfermedad y la muerte con cierto raciocinio<br />

cínico que asumen algunos de los personajes<br />

involucrados, pero el filme peca de irresoluto en su<br />

tono, de indefinido en su brújula expresiva, que da<br />

tumbos diegéticos e impide que la presunta intensidad<br />

de los conflictos penetre más allá de la piel…<br />

Mucho mejor la italiana, cuyo título elegido<br />

(Focaccia Blues, de Nico Cirasola) es un divertido y<br />

profundo docudrama que erige una bandera de defensa<br />

identitaria sobre la peculiaridad culinaria<br />

de Altomira contra la invasión globalizadora del<br />

Mc Donald´s; le sobran quizá ciertas pinceladas<br />

fictivas (el encuentro del yanqui con la hembra<br />

local) pero se trata de un bien armado y elocuente<br />

testimonio múltiple de una cultura de resistencia<br />

contra el imperialismo (también) culinario.<br />

En términos generales, la siempre recurrida panorámica<br />

de ese país no decepcionó. Giulia no sale de<br />

noche, de Giuseppe Piccioni, aborda la relación de<br />

un escritor maduro postulado al mejor del año y<br />

una joven reclusa a quien permiten salir por las<br />

mañanas a dar clases de natación, donde se conocen.<br />

Nuevamente el tema del perdón se pulsa con<br />

originalidad y fuerza, pero también otros muchos:<br />

la siempre compleja y polémica relación entre literatura<br />

y vida, los diferentes sentidos que tiene el<br />

oficio para quienes lo ejercen, el erotismo, la vida<br />

familiar y otros muchos aspectos son tratados por<br />

Piccioni desde una concepción tragicómica muy<br />

bien resuelta, y donde brilla una actriz que vive su<br />

minuto de gloria dentro e incluso fuera de Italia: la<br />

sensual Valeria Golino, y ya entendimos por qué.<br />

Vincere, de Marco Bellochio, fue otro de sus platos<br />

fuertes; un amor secreto del dictador Mussolini<br />

desde los días en que era un entusiasta militante<br />

socialista, del cual reniega una vez instaurado en<br />

el poder devenido fascista; ella y su hijo (primero<br />

reconocido, después también negado) luchan desde<br />

sus reclusiones por salir a la luz. La inteligente<br />

fusión de este drama personal en el contexto<br />

sociopolítico de la Italia de entonces es uno de los<br />

logros iniciales que el maestro italiano (Los puños<br />

en el bolsillo) consigue plasmar, mediante una hábil<br />

combinación cromática, una música operática y<br />

grandilocuente (a tono con la proyección «escenográfica»<br />

del fascismo regente), una inteligente delineación<br />

caracterológica y una pormenorizada<br />

evolución dramática; quizá la trayectoria del dictador<br />

se abandone a mitad de camino, pero no hay<br />

que olvidar que el interés real del filme es la tragedia<br />

de esa amante tenaz e invencible, óptimamente<br />

incorporada por la siempre sensual Giovanna<br />

Mezzogiorno, en este, sin dudas uno de los mejores<br />

trabajos en su de por sí brillante carrera.<br />

La australiana Desgracia, de Steve Jacobs, ha sido<br />

otra de esas cintas polémicas y motivadoras en lo<br />

que va de festival: padre e hija enfrentados a concepciones<br />

culturales y en general cosmovisiones,<br />

en medio de un escenario hostil para ambos, mas<br />

percibido de modo diametralmente opuesto: la<br />

Sudáfrica rural, donde rigen aún leyes ancestrales,<br />

machistas y racistas, no logra sin embargo doblegar<br />

a una joven atraída por su misterio y profundi-<br />

55<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 56<br />

dad esencial; en el fondo, sus barbarismos y violencias<br />

no difieren de los que rigen, de modo sofisticado<br />

y más elegante, en la cultura occidental que<br />

representa el progenitor que enseña poesía romántica:<br />

mensaje que parece interiorizar él, un contenido<br />

y como casi siempre brillante John<br />

Malkovich, secundado por la no menos excepcional<br />

Jessica Haines (Lucy, la hija), y muchos espectadores<br />

que abandonamos la sala impresionados<br />

y agradecidos…<br />

El pabellón no. 6, célebre cuento de Chéjov (aquí publicado<br />

hace tiempo como La sala…) llegó de la mano<br />

del respetado cineasta también ruso Karen<br />

Shakhnazarov (El jinete de la muerte) quien ahora<br />

codirigió con Alexander Gornovski. La fragilidad de<br />

la razón humana parece ser el supraenunciado que<br />

cuentista y realizador lanzan en este relato de<br />

lunáticos agrupados en un manicomio, y que sigue<br />

sobre todo a un destacado siquiatra, el cual después<br />

de tratar mucho la enfermedad, sucumbe a<br />

ella, lo que se plasma en la pantalla a la manera de<br />

un documental. Original tratamiento en principio<br />

que sin embargo deja que desear en su definitiva<br />

plasmación fílmica a pesar de que, aún cuando sobrevive<br />

la profundidad ontológica del referente y se<br />

admiren varios sólidos desempeños, sucumbe ante<br />

una narración reiterativa, un montaje bastante<br />

chapucero y un epílogo absolutamente superfluo<br />

tras ese desenlace (los enfermos de ambos sexos<br />

bailando en una fiesta navideña) que incluso llegó<br />

a ser hermoso.<br />

LA COMEPETENCIA Y LOS PREMIOS<br />

Las premiaciones en cada edición del Festival habanero<br />

acarrean siempre, ya se sabe, inconformidades<br />

y también coincidencias con cada juicio personal.<br />

La que acaba de concluir, la número 31, no ha sido<br />

una excepción.<br />

La teta asustada, de Claudia Llosa<br />

(Perú) conquistó como era de es-<br />

perar, el primer coral en largos de<br />

ficción, y esa espera se asienta<br />

en el hecho del «efecto-dominó»:<br />

gana en festivales importantes y<br />

lo harás en La Habana, parecen<br />

indicar la lógica y la historia, lo<br />

cual no es un defecto precisamente<br />

de nuestro evento sino que al<br />

parecer preside una suerte de ley<br />

no escrita en cada jurado, como<br />

ha ocurrido también en el que integraran<br />

este año, la brasileña<br />

Lucía Murat y el argentino Juan<br />

José Jusid, entre otros. Triunfadora<br />

en Berlín y Guadalajara,<br />

PERSONAL OTORGAMIENTO<br />

CORALINO:<br />

Primer Coral: El último verano<br />

de la Boyita (Argentina)<br />

Segundo: La Nana (Chile)<br />

Tercero: Zona Sur (Bolivia)<br />

Premio Especial del Jurado: Viajo<br />

porque necesito…(Brasil)<br />

entre otros festivales importantes, La teta… sigue una<br />

vieja leyenda quechua (idioma en el que se habla<br />

durante ciertos trechos del filme), la segunda pieza<br />

de la joven realizadora alude a una enfermedad<br />

que presuntamente se trasmite por la leche materna<br />

de las mujeres que fueron violadas o maltratadas<br />

durante la guerra del terrorismo en el Perú,<br />

pero aun cuando acabó la contienda, la protagonista<br />

teme enfrentarse a sus miedos y al secreto<br />

Mejor dirección: Juan José Campanella<br />

(El secreto…)<br />

que oculta en su interior: se ha introducido una<br />

papa en la vagina, como una suerte de protector. El<br />

guión, como se aprecia a simple vista, es sugerente,<br />

válido esto de que lo autóctono-indígena se erija<br />

en sujeto, pero la directora no consigue el amarre<br />

y la fuerza de su cinta anterior (Madeinusa), porque<br />

la puesta en pantalla (donde sobresalen la fotografía<br />

y la música) está llena de anti-clímax, de<br />

circunloquios y suciedades de montaje.<br />

El segundo Coral, La nana ( Sebastián Silva, Chile )<br />

sí parece haber puesto de acuerdo a casi todo el<br />

mundo, incluyendo el reconocimiento a la excelente<br />

actriz protagónica, Catalina Saavedra. Favorecida<br />

en decenas de festivales importantes ya, sigue<br />

con tino y precisión, desde su inteligente guión<br />

hasta su no menos contundente puesta en pantalla,<br />

a una doméstica llena de frustraciones que proyecta<br />

obsesiva con los hijos ajenos y contra toda<br />

rival que aparece en la casa burguesa donde trabaja,<br />

hasta que un buen día una de ellas la hace cambiar<br />

radicalmente de actitud.<br />

Quien no estuvo muy de acuerdo con el tercer coral<br />

(también galardonado por la FIPRESCI) fue el<br />

gran público, pero casi toda la crítica ha encomiado<br />

también Viajo porque te necesito, vuelvo porque te<br />

amo, de Marcelo Gómez y Karim Ainouz, este último<br />

reincidente (obtuvo años anteriores un primer<br />

Coral por El cielo de Suely). Cruce intergenérico, texto<br />

fílmico que emblematiza las barreras cada vez<br />

más frágiles entre, digamos, el documental y la ficción,<br />

es, más que un road movie, un testimonio de<br />

viaje donde el protagonista es sujeto y objeto dramático<br />

y narrativo; un joven separado que intentando<br />

olvidar a la amada emprende un recorrido<br />

por varias zonas del Nordeste y comparte con nosotros<br />

una suerte de diario cinematográfico que narra<br />

también in off, complementando las imágenes.<br />

Una gran subjetiva, por tanto, lanza este filme poético<br />

desde su acertado minimalismo,<br />

donde la música tanto<br />

extra como diegética y una fotografía<br />

escrutadora, nada turística<br />

como pudiera haber ocurrido,<br />

se suman al discurso y lo<br />

enriquecen; en realidad, no es<br />

más ni menos que un filme de/<br />

sobre amor, sólo que concebido<br />

en términos nada convencionales<br />

y sí audaces, innovadores<br />

pero que atrapa, engancha, logra<br />

la complicidad de quienes<br />

respondan y estén dispuestos a<br />

compartir su sensibilidad.<br />

El Premio Especial del Jurado<br />

(junto a otros corales, entre<br />

ellos la mejor dirección) fue para la argentina El<br />

secreto de sus ojos, de Juan José Campanella (Luna de<br />

Avellaneda) quien nos atrapa con una historia sólida,<br />

aunque no siempre brillantemente contada;<br />

después de la exposición y cierto desarrollo de las<br />

varias claves dramáticas llamadas a concurso, la<br />

narración comienza a dar vueltas en falso; acaso<br />

demasiado entusiasmado con el relato y los personajes,<br />

al director le cuesta trabajo decidirse no


sólo por el cierre general sino por los particulares,<br />

de modo que la cinta se le (y se nos) termina varias<br />

veces hasta que por fin, tras el notable y convincente<br />

desenlace del novio y el asesino, llega un final<br />

quizá demasiado complaciente y happy.<br />

Mas seamos justos: estamos ante algo que pudiéramos<br />

nombrar un «melo-thriller» aceptablemente<br />

escrito a niveles de guión y puesta, incluso con<br />

más de un momento brillante (la persecución policial<br />

del sospechoso en medio de un encendido<br />

partido de fútbol, entre ellos) y con un desempeño<br />

actoral como Dios manda.<br />

Pero, al margen de las reservas que deje, no es menos<br />

cierto que El secreto… merece cualquier reconocimiento,<br />

sí (incluyendo el de actuación masculina<br />

a Ricardo Darín, siempre el mismo pero<br />

siempre, concedamos, eficaz en sus roles); menos…,<br />

precisamente ese, porque un Premio Especial del Jurado<br />

es un rubro para obras más bien experimentales,<br />

vanguardistas, y esta, ya sabemos, en lo absoluto lo es.<br />

El mejor guión según el jurado fue<br />

el de Sabina Berman para el filme de<br />

Carlos Carrera El traspatio (México),<br />

en efecto, historia muy bien contada<br />

sobre el endémico asesinato de<br />

jóvenes maquiladoras en Ciudad<br />

Juárez: thriller bien armado que el<br />

maestro Carrera lleva a pantalla de<br />

modo bastante lineal, sin preciosismos<br />

estéticos pero con indudable<br />

energía y la fuerza que demanda<br />

el tema.<br />

Otras piezas a mi juicio superiores<br />

a varias de las «coralizadas» entre<br />

los largos de ficción quedaron con<br />

el bate al hombro: la boliviana Zona<br />

Sur, por ejemplo, de Juan Carlos<br />

Valdivia Flores (American Visa), sobre<br />

una familia clase alta en La Paz<br />

que vive en su propio y peculiar<br />

mundo, al margen de los cambios<br />

sociales que promueve el gobierno<br />

de Evo Morales. El realizador supera<br />

anteriores escollos narrativos y<br />

dramáticos para entregarnos un re-<br />

lato pormenorizado y sutil<br />

que desnuda esos curiosos<br />

y bien delineados<br />

seres (por demás, tan notablemente<br />

actuados) y<br />

los no menos interesantes<br />

nexos que establecen<br />

entre sí; lo hace mediante<br />

una cámara circular<br />

que incorpora la despampanante<br />

mansión<br />

como el importantísimo<br />

personaje que es; puede<br />

uno pensar al principio<br />

que abusa, que es gratuito<br />

el habitual encuadre<br />

heterodoxo, el plano<br />

«fuera de plano», mas a<br />

medida que avanza la diégesis nos convencemos<br />

de que todo está en su sitio, de que Valdivia lo tiene<br />

todo perfectamente pensado y que su tratamiento<br />

fílmico es tan elegante como funcional y preci(o)so.<br />

Pero acaso la mayor injusticia se haya cometido<br />

con el bellísimo filme argentino El último verano de<br />

la boyita, de Julia Solomónoff, que obtuvo mención<br />

SIGNIS y el premio de la productora Caminos. El<br />

caso de un hermafrodita en el Rosario rural, desde<br />

la perspectiva de una niña que junto a su familia<br />

pasa vacaciones allí, permite a su joven directora<br />

(Dos hermanas) tejer, o mejor, bordar, una historia<br />

que transpira respeto por las diferencias y un voto<br />

por la sensibilidad infantil, particularmente femenina,<br />

contra el mundo a ratos cerrado o cuando<br />

menos distante de los adultos, particularmente en<br />

ese ámbito salvaje, brutalmente hermoso pero<br />

también infectado de prejuicios e ignorancia que<br />

es el campo, contexto que a propósito, la cámara<br />

convierte en todo un coprotagónico; actuaciones<br />

(principalmente los niños),<br />

ambientación, fotografía,<br />

FUERAS DE CONCURSO<br />

La mejor muestra internacional: Noruega<br />

Tres títulos para chuparse los dedos:<br />

Aguas turbulentas (Noruega), La fruta<br />

prohibida (Finlandia) y (literalmente)<br />

Focaccia Blues (Italia)<br />

Tres decepciones: Pabellón No. 6<br />

(Rusia), Enter The Void (Francia,<br />

Alemania, Italia), Gordos (España)<br />

La más polémica: Anticristo (Dinamarca,<br />

Suecia, Francia, Italia)<br />

Tres sucesos festivaleros: Che, un<br />

hombre nuevo (Tristán Bauer), Calle 13-<br />

Sin Mapa (Marc de Beaufort) y Drácula<br />

(George Mleford)<br />

Tres libros imprescindibles: Algo de mí<br />

(Julio G. Espinosa), El actor de cine:<br />

arte, mito y realidad (José Alberto<br />

Lezcano) ; El cine entre el infierno y el<br />

paraíso (Alexsandr Mitta)<br />

montaje… todo redunda en<br />

una obra madura y sólida.<br />

Aunque no he visto el primer<br />

Coral, al parecer mucho más<br />

acertado en su conjunto resultó<br />

el jurado de óperas primas<br />

que integraron la ecuatoriana<br />

Tania Hermida y<br />

nuestro paisano Kiki Alvarez.<br />

Gigante (segundo), coproducciónuruguaya-alemana-argentino-holandesa<br />

de Adrián<br />

Biniez, porta ese tempo deliberada,<br />

necesariamente moroso<br />

y reflexivo que implica<br />

el análisis de un carácter, en<br />

este caso ese hombrachón<br />

alto y grueso que titula el filme,<br />

empleado de seguridad<br />

de un supermercado a quien<br />

flecha una empleada de allí y<br />

no sabe cómo demostrarle<br />

sus sentimientos, hasta que<br />

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<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 58<br />

finalmente lo hace de una manera muy acorde con<br />

su personalidad; filme hermoso, preciosista y definitivamente<br />

redondo.<br />

Cinco días sin Nora, de la mexicana Mariana Chenillo<br />

(tercer premio) acciona de forma asombrosamente<br />

madura y eficaz el humor negro, a partir de una<br />

mujer que se suicida no sin antes trazar un plan<br />

que reunirá y hará interactuar a familiares y amigos,<br />

a partir de una carta y una misteriosa foto<br />

«olvidada» bajo la cama. La corrosiva ironía de los<br />

diálogos, lo excelentemente hilvanado de las situaciones,<br />

el singular diseño de personajes por demás<br />

muy bien actuados (Fernando Luján, Verónica<br />

Lánger, Enrique Arreola…) contribuyen a que mientras<br />

la pasamos muy bien, reflexionemos: ¿habrá<br />

muertes autoprovocadas que redundan en la mejoría<br />

de otras vidas?<br />

No mejor lauro pudo haber obtenido Os famosos e os<br />

duendes da morte (Los famosos y los duendes de la muerte),<br />

del brasileño Esmir Filho, que el de la «Mejor<br />

contribución artística». Un Brasil poco explorado,<br />

el del sur, en un asentamiento rural donde radica<br />

una colonia alemana que ya tuvo relaciones y descendientes<br />

con los locales, es el marco donde un<br />

joven de dieciseis años, fanático de Bob Dylan y de<br />

la Internet se evade y construye un mundo propio,<br />

a pesar de lo cual no puede evitar relacionarse. Tal<br />

complejidad adolescente, esos despertares a la vida,<br />

el vínculo con los otros de diversas edades e intereses,<br />

es atrapado por el también joven cineasta<br />

(presente en el festival) mediante un filme que es<br />

todo un ensayo, sobresaliente por su esmerado tratamiento<br />

visual y sobre todo, sonoro, al unir de<br />

manera casi imperceptible los ruidos naturales y<br />

los evocados, las imágenes tanto reales como las<br />

muchas soñadas o imaginadas por el protagonista<br />

(a veces fundidas) que pueblan su abundoso mundo<br />

onírico. Susceptible de ciertos oportunos cortes<br />

en la edición, de algunos redondeos dramáticos,<br />

Os famosos… es una audaz y sensible propuesta<br />

fílmica.<br />

Como lo son otras, sin dudas, en distintas categorías<br />

y especialidades que harían demasiado extenso<br />

este intento de resumen. Basten estas consideraciones<br />

que, más allá de las reservas y las confluencias,<br />

nos permiten llegar a un aserto: tuvimos<br />

un magnífico festival, que apunta a la buena<br />

salud que, pese a todo, ostenta el cine del área… y<br />

de mucho más allá.<br />

Arquímedes Pous nunca actuó en el teatro<br />

Alhambra. Esta afirmación sin lugar a dudas<br />

sorprenderá a muchos lectores aficionados<br />

al teatro vernáculo cubano, e incluso a especialistas<br />

e investigadores convencidos de lo contrario,<br />

los cuales ignoran que el famoso negrito fue el<br />

eterno rival del teatro de Consulado y Virtudes, no<br />

solo como autor y director de sus propios espectáculos,<br />

sino también como hábil empresario.<br />

Su breve pero fulgurante trayectoria artística muestra<br />

una variada serie de enfrentamientos profesionales<br />

con Regino López, empresario y actor del<br />

Alhambra, quien logró la hazaña de mantener en<br />

activo su compañía durante más de treinta años<br />

consecutivos en el pequeño coliseo, otorgándole una<br />

significación especial a todo aquel entorno capitalino<br />

que en la actualidad se encuentra en estado<br />

ruinoso. Las páginas que siguen reflejan sus<br />

acercamientos y desencuentros y los antagonismos<br />

de algunos de sus artistas.<br />

Principia el siglo XX. Cuba acaba de estrenarse, en<br />

1902, de manera vacilante y comprometida, como<br />

la república más joven del continente americano.<br />

Su flamante capital, La Habana, es invadida en el<br />

arte y las costumbres por la belle époque, que promueve<br />

una vida nocturna frívola y despreocupada.<br />

Los espectáculos escénicos se dividen en dos amplios<br />

grupos: aquellos «decentes, a los que pueden<br />

asistir las familias» y «los de moralidad dudosa, destinados<br />

a un público de hombres solos». Entre los<br />

primeros se encuentran la ópera, la zarzuela española<br />

y el teatro dramático español; entre los segundos<br />

clasifican los de numerosos pequeños grupos de<br />

actores, que interpretan los personajes tipo del género<br />

bufo cubano –negritos, mulatas y gallegos–,<br />

surgido en la segunda mitad del siglo anterior, el


cual acusa un franco deterioro. Las influencias europeas<br />

son aprovechadas en la renovación a la que<br />

se condiciona el género para su subsistencia; surge<br />

así en la escena criolla un novedoso estilo que apunta<br />

a la revista de gran espectáculo, aderezado con el<br />

ingrediente «sicalíptico», que no es otra cosa que «pornografía<br />

estilizada» 1 y adaptada aquí a la eterna controversia<br />

entre el negrito y el gallego, seducidos ambos<br />

por la lépera mulata solariega, que los acerca en<br />

su antagonismo. En realidad es ella el eje alrededor<br />

del cual giran y se mantienen unidos ambos hombres.<br />

Con el paso del tiempo, los tres personajes tienden<br />

a modernizarse de acuerdo con la época en que<br />

viven. No puede ser de otro modo, en un teatro basado<br />

fundamentalmente en obras «de actualidad».<br />

Hacia 1910 comienza a publicarse en La Habana un<br />

semanario titulado El Teatro Alegre, dirigido por el autor<br />

y empresario Mario Sorondo, y dedicado a promocionar<br />

los espectáculos frívolos. En sus páginas aparecen<br />

enjundiosos artículos acerca de las transformaciones<br />

operadas en los estilos interpre-tativos del<br />

bufo. En uno de ellos aparece, por ejemplo, el siguiente<br />

comentario de manifiesta tendencia racista: «el<br />

negrito elegante ha sustituido [en la esfera social] al<br />

antiguo descamisado, antropófago de hace veinte<br />

años; y en el teatro, reflejo fidelísimo de las costumbres<br />

de la época, por rarísima contradicción, el negrito<br />

de baja estofa ha sustituido, triunfalmente, al simpático<br />

negrito catedrático». 2 Estos cambios, sin embargo,<br />

no se producen automáticamente de un día<br />

para otro; los viejos actores, que aún trabajan, continúan<br />

representando según el estilo anticuado, con la<br />

aceptación de un público que sigue apreciándolos. La<br />

renovación se logra, pues, con el surgimiento de nuevas<br />

figuras que van a conquistar el cetro de la popularidad<br />

para un público también actual.<br />

Los inicios de un nuevo «negrito».<br />

En un pequeño escenario cienfueguero, a principios<br />

del siglo XX, un joven se estrenaba profesionalmente<br />

como actor tras la máscara negra vernácula, a escondidas<br />

de sus padres que pretendían verlo convertido<br />

en un reconocido galeno. De ese modo furtivo<br />

comenzó una exitosa carrera en el teatro cubano,<br />

hoy un tanto relegada en la memoria colectiva<br />

a planos secundarios que no se corresponden con<br />

la realidad histórica.<br />

Arquímedes Pous Vives, el novel negrito, había nacido<br />

en la Perla del Sur, 3 el 18 de mayo de 1891, 4 en<br />

el seno de una próspera familia de comerciantes.<br />

Durante su niñez, normal e intrascendente, asoma<br />

ya su afición por la escena. En el patio de la<br />

casa natal –Velasco Nº 32, entre San Fernando y<br />

San Carlos (hoy calle 23, Nº 5406, entre 54 y 56)–,<br />

justamente frente a su cuarto, se alzaba una especie<br />

de retablo, donde el niño montaba espectáculos<br />

y comedias de su autoría, ante familiares y<br />

compañeros de escuela involucrados en los juegos,<br />

a veces como actores y otras como simples<br />

espectadores.<br />

Terminados los estudios secundarios, el joven marcha<br />

a La Habana y matricula en la Universidad la<br />

carrera de medicina. No transcurrirá mucho tiempo,<br />

sin embargo, para que decida abandonar el curso<br />

y dedicarse por entero a la escena. En la capital, Pous<br />

se relaciona con el ambiente farandulero, hace amistades<br />

e intenta, infructuosamente al inicio, «colocarse»<br />

en alguno de los múltiples escenarios de en-<br />

Arquímedes Pous<br />

y los tiempos<br />

del Alhambra<br />

Enrique Río Prado<br />

tonces donde funciones de cinematógrafo alternan<br />

con presentaciones «en vivo» –Actualidades<br />

(Monserrate), Armenonville (Prado y Ánimas, pornográfico),<br />

Habana (Virtudes y Gervasio, pornográfico),<br />

Turín (San Rafael), Modernista (San José entre<br />

Soledad y Aramburu), Alaska (Cerro y Palatino), entre<br />

otros, más modestos sin dudas que el Alhambra<br />

o el Molino Rojo, considerados los más prestigiosos<br />

teatros de La Habana frívola de la época.<br />

El momento de su debut ocurre, no obstante, en el<br />

teatro Actualidades de su ciudad natal, en 1906, 5<br />

con la obra Chelitoterapia, protagonizada por la celebérrima<br />

cupletista española «La Bella Chelito». 6<br />

Varias anécdotas de esta época reflejan los esfuerzos<br />

paternos por encauzar al hijo rebelde. Entre<br />

ellas, la de que cierta vez acudieron a un oficial de<br />

policía para sacarlo de un teatro. Luego de lograr<br />

vencer la férrea oposición familiar a su recién iniciada<br />

profesión, Pous recorre afanosamente las poblaciones<br />

de la isla (Matanzas, Santa Clara, Cienfuegos,<br />

Camagüey, Manzanillo, Bayamo), regresa a<br />

la capital y actúa con escaso éxito en el Molino Rojo.<br />

La Habana de la época ofrecía no poca competencia<br />

en el estilo de actuación en que se había aventurado<br />

el joven Pous, aún completamente desconocido<br />

en el ambiente escénico.<br />

59<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Consuelo Portela,<br />

la Chelito Criolla.<br />

Portada del<br />

semanario El<br />

Teatro Alegre,<br />

dedicada a<br />

Arquímedes Pous.<br />

El actor Alberto<br />

Garrido, por el<br />

caricaturista<br />

mexicano Enrique<br />

Peña (<strong>Revista</strong><br />

Mundial, La<br />

Habana, 1918).<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 60<br />

Luego se une a un «cuadro criollo», 7 dirigido<br />

por Armando Bronca, 8 que agrupaba<br />

a Angelita Martínez, Julito Díaz y R. García.<br />

Estos actores se presentan en Cienfuegos<br />

en diciembre de 1910 con la pieza del primero<br />

Preservativo de castidad. 9 Poco después,<br />

en compañía de Angelita Martínez, intenta<br />

nuevamente –esta vez con mejor suerte<br />

– la conquista de la capital.<br />

El camino hacia el triunfo.<br />

En 1911, el «duetto Pous» actúa en los<br />

teatros Chantecler 10 (mayo) y Molino<br />

Rojo (junio). En ambos la pareja interpreta<br />

pequeñas escenas dialogadas que<br />

suelen concluir con un número cantado<br />

y bailes típicos. 11<br />

De inmediato comienza a crecer la popularidad<br />

de Arquímedes. Desde sus inicios,<br />

el novel histrión desarrolla un estilo<br />

de actuación muy personal, centrado<br />

en su arrolladora simpatía<br />

criolla y su gran habilidad<br />

para el baile y la<br />

acrobacia. Concibe un negrito<br />

de carne y hueso,<br />

más cercano a la realidad.<br />

Elude la caricatura –a que<br />

propendía el viejo estilo– y la vulgaridad<br />

–propia del actual–, como recursos<br />

comúnmente empleados por<br />

otros intérpretes para lograr el éxito.<br />

El Teatro Alegre publica su foto en una<br />

de sus portadas de aquel año. 12 En<br />

julio se presenta como artista invitado<br />

en el teatro Martí durante el<br />

homenaje a otro «negrito» colega. La<br />

prensa escribe que «pocas veces se<br />

ha escuchado una ovación tan grande»<br />

como la tributada a Pous en<br />

aquella ocasión. El empresario del coliseo contrata<br />

de inmediato al joven actor como director del conjunto,<br />

provocando los celos del homenajeado, el cual<br />

rompe sus vínculos con el teatro al verse preterido.<br />

Este no era otro que Alberto Garrido, llamado «El<br />

negrito del Martí» (m. 1926), padre del actor de igual<br />

nombre, el popular «Chicharito», quien comentará<br />

con amargura en una entrevista realizada veinte<br />

años después:<br />

[…] mi padre […] fue el «negrito» de más gracia<br />

que hubo en Cuba. Artista de una<br />

vis cómica inigualable, y esto lo<br />

digo sin querer menospreciar a<br />

otros artistas de su mismo tiempo,<br />

porque ellos mismos lo sabían.<br />

Hubo alguno 13 que se destacó por<br />

su organización en su compañía,<br />

por la fastuosidad de su espectáculo,<br />

pero nunca por la gracia que<br />

Dios le había dado a mi padre. Él<br />

hacía reír tanto en el escenario,<br />

como conversando con sus amigos<br />

en la vida particular. […] Sus<br />

últimos años fueron de bohemia,<br />

sin un centavo. 14<br />

Dos años después del homenaje que suscitara aquel<br />

enfrentamiento, las dos figuras se volvieron a encontrar,<br />

nada menos que en la ciudad natal de Pous.<br />

El último debutaba como artista profesional con<br />

su compañía en el teatro Luisa, mientras que<br />

«Garri», como era popularmente conocido el veterano<br />

artista, ocupaba desde hacía varios días el<br />

Terry, que se vio desierto aquella noche, lo cual precipitó<br />

el final de su temporada. Uno de los artistas<br />

del conjunto de Garrido comenta a tal propósito en<br />

una revista de espectáculos que, a la mañana siguiente<br />

del descalabro, los dos cómicos se encontraron<br />

en un café y cuando Pous fue a saludar a su<br />

colega, este, al tratar de felicitarlo por el triunfo,<br />

debió hacer un esfuerzo para contener las lágrimas.<br />

El cienfueguero en un arranque de nobleza, le dijo,<br />

abrazándolo: «Parece mentira Alberto, tú puedes ser<br />

mi maestro; esto es solo la consecuencia de ser yo<br />

hijo de Cienfuegos. De mí no esperes una competencia,<br />

tú sabes que por encima de todo negocio<br />

está nuestra amistad». 15<br />

Acompañan a Pous en la nueva<br />

empresa Conchita Llauradó (futura<br />

compañera de vida), Consuelo<br />

Novoa y Marcelino Areán, a los que<br />

luego se une María Pardo. En el<br />

Martí, Arquímedes estrena sus primeros<br />

títulos: La viuda loca, Goyita la<br />

sabrosa y los duetos Agapito, ven; La<br />

locomotora, La pelota, A la voz de fuego…,<br />

El botellero, que se hace popular<br />

en la interpretación del autor y la<br />

Novoa.<br />

En septiembre de 1911 estos artistas<br />

pasan a trabajar al Polyteama<br />

Chico o Vaudeville, construido en la<br />

azotea de la Manzana de Gómez,<br />

frente al Parque Central. Allí estrena<br />

El santo del hacendado, La canción<br />

del mendigo y El tabaquero (musicalizados<br />

por el joven compositor Eliseo Grenet, que<br />

iba a ser uno de sus grandes colaboradores en el<br />

futuro). La prensa valora altamente la enorme acogida<br />

brindada en esta temporada por un público<br />

acostumbrado a rechazar con su ausencia las incomodidades<br />

de la sala, inaugurada poco menos de<br />

dos años antes 16 :<br />

Lograr meter al público en el Polyteama es algo que<br />

solamente Pous, con la inmensa simpatía de que<br />

goza entre el respetable, puede hacer.<br />

[…] Sube usted ciento y pico de<br />

escalones, pasa dos docenas de<br />

pasillos, se introduce en un café,<br />

sale por un restaurant, entra por otro<br />

pasillo; y si no se ha perdido usted<br />

en ese laberinto, logra por fin entrar,<br />

cansado y sudoroso, en un cajón<br />

grande, si dobla sobre mano derecha;<br />

y chico, oscuro y antipático, si<br />

lo hace a mano izquierda; son dos<br />

los teatros del mal titulado<br />

Polyteama habanero. Nada, que se<br />

puede pagar por no ir.<br />

Y allí, en el cajón chico, antipático<br />

y sin condiciones de ninguna clase,


en ese teatrillo que ha logrado hacerme padecer<br />

de dispepsia para toda la vida es donde Pous, con<br />

el imán poderoso de su simpatía, ha sentado sus<br />

reales (en la tertulia, cinco centavos), desde hace<br />

meses, a teatro lleno noche tras noche, llueva,<br />

truene o deje de tronar y de llover. 17<br />

El espectacular triunfo repercute en los resultados<br />

de un certamen de El Teatro Alegre, para elegir, por<br />

votación popular, al mejor y más simpático «negrito».<br />

Pous obtuvo el primer lugar entre otros nueve<br />

actores –citados a continuación en el orden de preferencia:<br />

Francisco Soto (2), Raúl del Monte (3),<br />

Arturo Feliú (4), Sergio Acebal (5), Benito Simancas<br />

(6), Ramón Espígul (7), Alberto Garrido (8) y Fernando<br />

Baby (9)–, todos grandes intérpretes del típico<br />

personaje.<br />

A partir de este momento, la carrera de Pous recorre<br />

un ascendente e indetenible camino de triunfos. En<br />

más de una ocasión Regino López intenta atraerlo,<br />

sin jamás conseguirlo, al escenario de Alhambra, que<br />

acapara en su época las preferencias del público amante<br />

del género. Muy por el contrario, Pous será el único<br />

actor vernáculo capaz de enfrentársele competitivamente<br />

y salir airoso en el empeño. En 1913 acepta,<br />

en cambio, la proposición de Raúl del Monte (famoso<br />

«negrito» del siglo anterior, al que derrotara en el concurso),<br />

para viajar a Santo Domingo, Puerto Rico y<br />

América Central. A su regreso se presenta, ahora como<br />

reconocido actor con compañía propia, en su ciudad<br />

natal y otras localidades del interior. Al año siguiente,<br />

lleva su conjunto a México, se presenta en el teatro<br />

Principal de la capital y actúa en Mérida, Veracruz y<br />

otras ciudades yucatecas. En esta gira concibe sus<br />

títulos Mérida carnaval, Yucatán souvenir y De México vengo,<br />

donde describe sus experiencias en este país. Luego,<br />

repite su visita por la zona del Caribe. De nuevo en<br />

La Habana, trabaja en los teatros Actualidades y<br />

Payret y, en julio de 1916, estrena en el teatro Arena<br />

Colón, 18 su exitoso título Las mulatas de Bambay, con el<br />

que abre una triunfal temporada en el Payret al mes<br />

siguiente.<br />

Luz Gil y el teatro Payret.<br />

Presentarse en alguno de los grandes escenarios<br />

habaneros tenía una especial connotación consagratoria<br />

para los actores vernáculos, pues el público<br />

que asistía a los importantes coliseos estaba formado<br />

principalmente por «familias decentes» y significaba,<br />

pues, además de ampliar la difusión de su<br />

arte, un sello de calidad artística y de moralidad,<br />

aunque para ello tuvieran que «limpiar de inconveniencias<br />

licenciosas» muchas escenas. En realidad,<br />

solo Regino (en Payret y Nacional) y Pous (en Payret)<br />

gozaron sostenidamente de este privilegio.<br />

Los vínculos de Pous con el teatro de Prado y San<br />

José y su empresario Ramiro de La Presa, 19 se estrechan<br />

al repetir allí sus presentaciones hasta 1921, 20<br />

en que contrata para su elenco a la tiple mexicana<br />

Luz Gil, famosa estrella, exclusiva hasta ese instante<br />

del teatro Alhambra. Es este otro momento<br />

de enfrentamiento entre rivales, que la ficción y el<br />

mito han contribuido a magnificar y tergiversar.<br />

Tanto en el filme La bella del Alhambra, de Enrique<br />

Pineda Barnet (1989), como en la novela testimonio<br />

La canción de Rachel, de Miguel Barnet (1969), que<br />

le sirve de fuente inspiradora al primero, se recrea<br />

el antagonismo de la heroína Rachel (Amalia Sorg,<br />

en la realidad), joven vedette emergente, con su rival,<br />

denominada «La Mexicana» (Luz Gil), presentada<br />

como una figura madura que comienza a decaer.<br />

Bastaba, según la ficción, el surgimiento de<br />

alguien capaz de remplazarla, para que tanto el empresario<br />

como el público pudieran prescindir de sus<br />

prestaciones artísticas.<br />

61<br />

Parque Central de<br />

La Habana. Al<br />

fondo, la Manzana<br />

de Gómez, con los<br />

teatros Polyteama<br />

Grande (izquierda)<br />

y Chico o<br />

Vaudeville<br />

(derecha) en su<br />

azotea.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Sala del<br />

Polyteama Chico o<br />

Vaudeville.<br />

Regino López,<br />

actor y empresario<br />

del teatro<br />

Alhambra.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 62<br />

La partida de Luz Gil del Alhambra<br />

y su ruptura con Regino pueden<br />

verse motivadas en gran medida<br />

por la creciente popularidad de la<br />

Sorg, que despertó sin dudas la rivalidad<br />

entre ambas, pero en ningún<br />

momento esto significa que<br />

«La Mexicana» hubiese perdido el<br />

favor del público, ni mucho menos<br />

que fuese mayor que la Sorg.<br />

Por el contrario, ambas eran contemporáneas<br />

y ninguna de las dos<br />

tan joven como aparenta Rachel<br />

en la ficción. Lo que sucede es que<br />

Luz se hizo célebre primero y a la Sorg le costó más<br />

trabajo llegar a la cima. Así pues, siguiendo un procedimiento<br />

muy válido y profusamente empleado<br />

en el arte, la realidad histórica se ha distorsionado<br />

en función de la trama argumental. 21<br />

El teatrista Francisco Morín, que dirigiera en 1962<br />

una exhumación –última representación hasta la<br />

fecha– de La isla de las cotorras, en unas funciones<br />

históricas en las cuales fueron presentadas las figuras<br />

sobrevivientes de Alhambra, describe así sus<br />

experiencias:<br />

Durante los ensayos tuvimos que mantener<br />

separadas a Luz y a Amalia que se odiaban desde<br />

tiempo inmemorial. La primera despreciaba a la<br />

Sorg, porque cuando esta saludaba al público en<br />

las noches del Alhambra tenía por costumbre<br />

cogerse los senos y hacer como que los lanzaba a<br />

los alborotados varones, los únicos que ocupaban<br />

la sala. En nuestra función repitió el mismo gesto. 22<br />

Felizmente este instante fue captado en el documental<br />

Cuentos del Alhambra, de Manuel Octavio<br />

Gómez (1963), realizado durante aquellas memorables<br />

reposiciones. En la recreación de Pineda<br />

Barnet, en cambio, el gesto aludido se torna más<br />

osado, Beatriz Valdés, disfrazada de hombre, arranca<br />

su ropa para eliminar el equívoco y hacer evidente<br />

en la pieza (La señorita de Maupin) su verdadero<br />

sexo, dejando al descubierto sus senos ante el excitado<br />

público.<br />

La tiple mexicana, María de la Luz Gil Medina, nacida<br />

en la costera ciudad de Veracruz, en 1894, había<br />

llegado a Cuba muy joven y comenzó a probar<br />

fortuna como vedette en pequeños teatros habaneros.<br />

Bien pronto encuentra su camino interpretando<br />

mulatas cubanas solariegas y cantando canciones<br />

«del país», con tanto acierto que es inmediatamente<br />

encumbrada por el público. Hacia 1912 se<br />

encuentra actuando en el Teatro Molino Rojo y a<br />

fines del año siguiente debuta en la compañía de<br />

Regino López, en el teatro Alhambra. Durante varios<br />

años fue la gran atracción de aquel escenario, que<br />

acogió sus triunfos en La toma de Veracruz (1914), Las<br />

mulatas del día (1915), La danza de los millones (1916), El<br />

rico hacendado (1917), La señorita Maupin (1918), América<br />

en la guerra (1919), Un baile en Palacio (1920), Arreglando<br />

el mundo (1921), en los cuales compartía la<br />

escena con otras relevantes figuras en aquellos títulos<br />

que requerían un elenco múltiple de estrellas.<br />

En el último año, Luz Gil rompe su contrato con<br />

Regino López y el Alhambra para integrar, como<br />

primerísima figura, la compañía de Arquímedes<br />

Pous, que ocupa el teatro Payret. El negrito cienfueguero<br />

escribe para ella Brisas del Hawai, La favorita<br />

del gran cabaret, Texana o Amor de india, Dinorah o La<br />

máscara azul (1921), entre otras obras. Pero la colaboración<br />

entre ambos artistas llegaría a su culminación<br />

solamente dos años después.<br />

Entre ambas fechas Pous realiza una serie de viajes<br />

a los Estados Unidos, contratado por la Columbia<br />

para grabar algunos de sus diálogos y números<br />

musicales. 23 A la Babel de Hierro lleva por primera<br />

vez una compañía de género cubano, que presenta<br />

al público de habla hispana. Viaja por motivos familiares<br />

a España y en la tierra de sus ancestros,<br />

realiza con éxito una serie de presentaciones privadas<br />

que la prensa reseña a su regreso.<br />

El Teatro Cubano y el final.<br />

Dos años después, en 1923, Regino López sufre un<br />

nuevo golpe profesional. 24 El talentoso escenógrafo<br />

catalán Pepito Gomís, piedra angular de su compañía,<br />

deserta de los predios de Consulado y Virtudes<br />

y se une a Pous en una empresa conjunta. La nueva<br />

entidad Pous-Gomís arrienda el teatro Molino Rojo<br />

y lo transforma en «teatro Cubano», tratando de<br />

borrar con el cambio de nombre y una ambientación<br />

novedosa de la sala, el desprestigio que aquel coliseo<br />

ganara a través de varios lustros de presentaciones<br />

lascivas y vulgares.<br />

La posibilidad de contar con un gran escenógrafo<br />

incita a Pous a la creación de espectaculares revistas<br />

en las que el artista cienfueguero, sin perder en<br />

lo absoluto su criollismo probado, revierte influencias<br />

cosmopolitas asimiladas en sus viajes de re-


creo por Europa y los Estados Unidos. Así, surgen<br />

los títulos Locuras europeas; Oh, míster Pous; Oh, La<br />

Havane; Habana-Barcelona-Habana; Magazine de fantasías,<br />

25 que alternan con los típicos sainetes Del ambiente<br />

, La borracha del circo o el ciclo –Pobre Papá Montero;<br />

Los funerales; La resurrección y El proceso– de Papá<br />

Montero, 26 cuya fama subsiste en la actualidad gracias<br />

al popular son inserto en la partitura original,<br />

debida a Jaime Prats y Eliseo Grenet.<br />

Desde el primer título, con que la nueva empresa<br />

inicia sus actuaciones en el Cubano, el 1 de octubre<br />

de 1923, Luz Gil figura como la indiscutible favorita<br />

de aquel público, que colma la inmensa sala. Los<br />

modernos recursos escenográficos, que nada tienen<br />

que envidiar a Broadway o París, contribuyen a la<br />

apoteosis. El actor Enrique Arredondo confiesa en<br />

sus memorias haber visto repetidas veces ese título<br />

Locuras Europeas y refiere la entrada de la vedette<br />

mexicana interpretando un número musical, al<br />

tiempo que «una enorme lámpara colgada del techo<br />

de la platea bajaba hasta casi rozarse con el<br />

público de las lunetas y, sobre la lámpara, 27 ocho<br />

vicetiples coreaban la segunda parte del número». 28<br />

Al concluir esta temporada consagratoria, que se<br />

mantuvo por dos años en el teatro de Galiano y<br />

Neptuno, con breves incursiones en Payret, la compañía<br />

parte de gira por algunas ciudades cubanas –<br />

Cienfuegos (teatro Luisa), Santa Clara (teatro La Caridad),<br />

Ciego de Ávila (teatro Iriondo), Camagüey (teatro<br />

Avellaneda), Palma Soriano– y después de actuar<br />

tres días en Santiago de Cuba, inicia por la República<br />

Dominicana y Puerto Rico una tournée que pretende<br />

extender a toda la América del Sur, hasta Buenos<br />

Aires, llevando el repertorio estrenado en la última<br />

gran campaña. En Puerto Rico se presenta durante<br />

un mes en el teatro Tres Banderas, de Santurce, luego<br />

actúa en Arecibo y en el teatro Yagüez, de<br />

Mayagüez. Pous, que había salido de Cuba asediado<br />

por un funesto presentimiento, comenzó a sentirse<br />

progresivamente mal y su tercera función en la última<br />

ciudad transcurrió entre horribles dolores, provocados<br />

por una peritonitis desatendida.<br />

Un periódico de la época rememora con el auxilio<br />

de los integrantes de la troupe, su última actuación,<br />

la cual «fue verdaderamente trágica para el<br />

gran actor, que se veía obligado a trabajar medio<br />

desmayado, presa de intensos dolores. De uno a otro<br />

número sus compañeros lo recogían materialmente<br />

derrumbado entre bastidores, vistiéndolo en el<br />

mismo escenario, sin poderlo llevar a su camerino.<br />

Pous se sentía morir. Las mujeres de la compañía<br />

lloraban; los hombres mascullaban blasfemias y<br />

maldecían. ¡Perra vida esta del actor que no tiene<br />

derecho siquiera a una muerte tranquila!<br />

Allí estaba el monstruo; ese Argos<br />

de los cien mil ojos acerados y<br />

críticos, que es el público, pidiendo al<br />

actor su mejor noche; al hombre que<br />

se moría, que los hiciera reír!... Así<br />

acabó Pous la función, atormentado<br />

y derrumbado». 29<br />

Dos días después moría este Molière<br />

criollo, el 16 de abril de 1926, próximo<br />

a cumplir los treinta y cinco años.<br />

Homenajes<br />

Al conmemorarse el tercer aniversario de su desaparición,<br />

la compañía de Lecuona-Gomís le tributó<br />

un homenaje en el teatro Regina. El poeta y dramaturgo<br />

Gustavo Sánchez Galarraga, expresó en<br />

aquella oportunidad una muy justa valoración del<br />

significado de su figura para el teatro popular cubano:<br />

«[...] Arquímedes Pous restauró la depuración<br />

del sainete criollo [...], resucitó los prestigios de la<br />

delicadeza del ingenio en los tinglados de nuestra<br />

farsa, […] y creó un repertorio donde<br />

todo es gracia honesta, sal fina, ingenio<br />

ático, con el cual dignificó la mentalidad<br />

de Cuba; ¡De Cuba, que no puede<br />

nunca reconocer un teatro bajo,<br />

grosero y vil!...» 30<br />

En 1930, el diario habanero El Mundo,<br />

apoyó exitosamente una campaña promovida<br />

por las logias masónicas de<br />

Puerto Rico y Cuba para trasladar sus<br />

restos a la tierra cubana. A esos actos<br />

fúnebres acudió masivamente el pueblo<br />

que lo admiraba y quería.<br />

En 1950 se instaló en el Parque Martí, frente al teatro<br />

Terry de Cienfuegos, un busto que perpetúa su<br />

memoria, realizado por el escultor cienfueguero<br />

Carlos Era Yero. El mismo fue develado en acto solemne<br />

por el actor Enrique Arredondo en aquel año.<br />

En 1977, la escultura fue retirada de su ubicación<br />

original y abandonada en un traspatio. La actual<br />

administración del coliseo la rescató y hoy se encuentra<br />

bajo techo en un sitial preferente del Café<br />

Teatro Terry, inaugurado en 2002. 31<br />

63<br />

Luz Gil.<br />

Diseño<br />

escenográfico de<br />

Pepito Gomís<br />

para una<br />

producción de<br />

Arquímedes Pous.<br />

Programa de la<br />

temporada de<br />

Arquímedes Pous<br />

en Puerto Rico<br />

(1926).<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


Busto de<br />

Arquímedes Pous,<br />

por el escultor<br />

Carlos Era, en su<br />

actual ubicación.<br />

Teatro Terry, de<br />

Cienfuegos.<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 64<br />

Para la historia del teatro cubano,<br />

Arquímedes Pous resulta una<br />

figura paradigmática, insuficientemente<br />

estudiada hasta el presente.<br />

Como actor, exhibió gran<br />

versatilidad al interpretar con la<br />

misma perfección todos los personajes<br />

típicos de la escena criolla:<br />

negritos, gallegos, galanes,<br />

bobos, borrachos… Despojó de<br />

estereotipos falsos y exageraciones<br />

caricaturescas a sus personajes,<br />

otorgándoles una naturalidad<br />

hasta entonces poco vista en la<br />

escena vernácula. Como fecundo<br />

autor, puso su ingenio en función<br />

de desterrar de la escena nacional<br />

el mal gusto y la vulgaridad, sin<br />

desechar la picardía y el doble sentido<br />

característicos del cubano y no vaciló en recu-<br />

NOTAS<br />

1 El término sicalíptico , aparecido por primera vez en la lengua española en<br />

1902, significa etimológicamente «obsceno». Corominas lo registra en su<br />

diccionario etimológico como compuesto del griego sykon, «vulva» y aleiptikos,<br />

«lo que sirve para frotar o excitar». Sin embargo, la Enciclopedia Espasa Calpe<br />

insiste en su carácter artístico (estético) e ingenioso por el «atrevimiento del<br />

fondo y la elegancia de la forma» de las obras así denominadas, que se<br />

apartan de «todo aquello que está reñido con el arte y el buen gusto» y<br />

deplora que se confunda el término con la voz pornografía.<br />

2 El Teatro Alegre, 7 de septiembre de 1912.<br />

3 La ciudad de Cienfuegos es excepcional cuna de grandes artistas cubanos,<br />

entre los cuales descuella especialmente Luisa Martínez Casado (1860-1925).<br />

4 En algunas inscripciones de su ciudad (casa natal y tarja del busto), aparece<br />

el año de 1892. Sin embargo, a raíz de su fallecimiento y el traslado de sus restos<br />

a Cuba, los reportajes periodísticos que recogen estos hechos y en los que<br />

interviene la madre del actor, señalan el año 1891. Aunque no se ha podido aún<br />

comprobar el dato, se prefiere tomar como cierta esta última fecha.<br />

5 Según diversos documentos consultados, suele ubicarse este hecho en<br />

1906. Sin embargo, las famosas actuaciones en Cuba de la Chelito ocurrieron<br />

en 1909, por lo que resulta poco probable la datación de dicha función<br />

en aquel año. Sin embargo, ante la imposibilidad de demostrar lo contrario<br />

hasta el momento, se acepta aquí la fecha fijada por la tradición.<br />

6 Consuelo Portela, «La Bella Chelito», nació en Placetas, antigua provincia de<br />

Las Villas, en 1885 y fue llevada muy niña por sus padres a España, de<br />

donde regresó convertida en fulgurante cupletista. Sus presentaciones provocaron<br />

numerosos escándalos públicos. Los autores vernáculos más destacados<br />

le dedicaron sus piezas: Chelitoterapia y Chelitomanía (ambas de Raúl del<br />

Monte), Chelito en Remanganaguas, Chelito en el seborucal, Chelito triunfadora<br />

(las tres del teatro Alhambra).<br />

7 Denominación dada a las pequeñas compañías integradas por cinco o seis<br />

actores del género vernáculo, que generalmente interpretaban los papeles de<br />

«mulata», «negrito», «gallego», «guayabito o chulo» y «vieja».<br />

8 Seudónimo literario y escénico del actor Eduardo González Govín (m. 1942),<br />

también conocido en el ambiente teatral como «Cacharro».<br />

9 El manuscrito original de este título se conserva en el Archivo histórico del<br />

CNIAE.<br />

10 Nombre que recibió el local del antiguo Armenonville, de Prado y Ánimas,<br />

después de una leve remodelación. En realidad este espacio era una incómoda<br />

barraca de madera.<br />

11 Algunos cronistas atribuyen indistintamente a Pous y al actor Ramón<br />

Espígul (1893-1952), también famoso intérprete de «negritos», la incorporación<br />

del pregón musical en estas breves escenas dialogadas. Lo cierto es que<br />

ambos dejaron registrados alrededor de veinte de estos números cada uno,<br />

cifra que sobrepasa con creces similar producción de otros intérpretes.<br />

12 25 de junio de 1911.<br />

13 Sin dudas se refiere a Arquímedes Pous<br />

14 El Caballero King. «Charlando con el triunfador», en Cinema, Nº 244, 4 de<br />

agosto de 1940, p. 15-16. Ver también: Alberto Garrido. «Recordando a mi<br />

padre. El verdadero «negrito» del teatro Martí», en Bohemia, 20 de junio de<br />

1954, p. 3, 138.<br />

15 El Artista, órgano oficial de la Asociación Cubana de Artistas Teatrales,<br />

enero de 1935, p. 21.<br />

rrir en algunos títulos al melodrama. Finalmente,<br />

como empresario, supo rodearse de los mejores colaboradores<br />

de la época. Los compositores Eliseo<br />

Grenet, Jaime Prats (directores musicales en la compañía),<br />

Jorge Anckermann (director del Alhambra,<br />

su rival), Ernesto Lecuona, Moisés Simons, Teódulo<br />

Sánchez y Horacio Monteagudo pusieron música<br />

genial a sus libretos. En su elenco de actores sobresalieron,<br />

entre otros muchos, Luz Gil, Margot<br />

Rodríguez, Caridad Castillo, Conchita Llauradó,<br />

Luisa Obregón, Rosa Blanch, Mimí Cal, María Bica,<br />

Fernando Mendoza, Teófilo Hernández, Totico La<br />

Presa, Manuel Colina, Álvaro Moreno, Julio Gallo,<br />

Julito Díaz, Rafael Llorens, Arnaldo W. Sevilla y el<br />

coreógrafo mexicano Rodolfo Areu. Demostró, además,<br />

un dinamismo y un sentido de la organización<br />

poco comunes, y un extraordinario poder de<br />

convocatoria que explican los grandes éxitos y la<br />

permanente popularidad que logró durante toda su<br />

vida artística.<br />

16 Los teatros Polyteama –Chico o Vaudeville y Grande– comenzaron a<br />

funcionar en enero y febrero de 1910, respectivamente. A la mencionada<br />

incomodidad de los locales, debe agregarse una mediocre capacidad empresarial,<br />

que llevó a la ruina a su propietario en solo cinco años.<br />

17 Manuel de Mas, en El Teatro Alegre, 30 de no viembre de 1912, p. 2.<br />

18 Situado frente a un costado del teatro Martí, en la esquina de Dragones y<br />

Zulueta, donde hoy se levanta una estación de policía.<br />

19 Perteneciente a una destacada familia del teatro cubano, integrada también<br />

por el compositor, libretista y actor transformista Manuel de la Presa y<br />

el actor vernáculo Adolfo –llamado «Totico»–, Ramiro desar rolló una extensa<br />

y prestigiosa carrera como empresario del teatro Payret. A él se debieron las<br />

famosas temporadas protagonizadas por Esperanza Iris en La Habana, la<br />

última visita de Sarah Bernhardt a Cuba y las actuaciones del Ba-Ta-Clan<br />

parisino de Madame Rasimi, entre otros muchos espectáculos. La Presa<br />

murió en Buenos Aires, en julio de 1939.<br />

20 De esa época son sus obras El submarino cubano (1918), La clave de oro,<br />

El 17 se acaba el mundo (1920).<br />

21 Este criterio, que puede parecer muy lógico, es continuamente criticado por<br />

gran parte del público y algunos historiadores que pretenden ver reflejada la<br />

realidad absoluta en las producciones inspiradas en hechos históricos.<br />

22 Francisco Morín. Por amor al arte. Memorias de un teatrista cubano. 1940-<br />

1970. Miami: Ediciones Universal, 1998, p. 287.<br />

23 El catálogo discográfico de Pous ha sido confeccionado por el musicólogo<br />

Cristóbal Díaz Ayala en su obra Cuba canta y baila. Discografía de la música<br />

cubana. Volumen I / 1898 a 1925. San Juan, Puerto Rico: Fundación Musicalia,<br />

1994. En esta obra monumental se relacionan setenta y siete grabaciones del<br />

artista cienfueguero, realizadas entre 1914 y 1925 para el sello Columbia. En<br />

ellas lo acompañan Blanca Vázquez, Conchita Llauradó y Fernando Mendoza.<br />

24 En el plano estrictamente personal, Pous y Regino nunca fueron enemigos<br />

reales. En el propio año 1923, a solo un mes del debut de la empresa Pous-<br />

Gomís, el actor cienfueguero colaboró en una función homenaje ofrecida al viejo<br />

empresario, con el estreno de un dueto interpretado por él y Luz Gil. En la misma<br />

función Pous le impuso a Regino una medalla de oro con que los organizadores<br />

del acto rindieron tributo a sus treinta y cinco años de labor escénica.<br />

25 A la música de este título, compuesta por Jaime Prats, pertenece el bolero<br />

«Ausencia», que Luz Gil contribuyó a popularizar.<br />

26 Según E. Arredondo, La vida de un comediante. La Habana: Editorial Letras<br />

Cubanas, 1981, p. 27, Pous fue «el primer autor que logró cuatro libretos, en<br />

episodios, en el teatro cubano». Anteriormente habían producido la trilogía<br />

de Los negros catedráticos, de Pancho Fernández, en el siglo XIX, y la de<br />

Pachencho, escrita a inicios del siglo XX por los hermanos Robreño, para el<br />

Alhambra: Tin Tan te comiste un pan o El velorio de Pachencho (1901), Pachencho<br />

capitalista, La boda de Pachencho (ambas de 1902).<br />

27 Nombre dado en la época a las coristas.<br />

28 Arredondo. Op. cit, p. 26.<br />

29 El Mundo, 14 de enero de 1930, p. 16.<br />

30 Heraldo de Cuba, 18 de abril de 1929, p. 6.<br />

31 Comunicación de fecha 25 de junio de 2008, de Miguel Cañellas Sueiras,<br />

actual director general del Teatro Terry. Dejo constancia igualmente de mi<br />

agradecimiento a la historiadora del coliseo cienfueguero, Rebeca Román<br />

Capdevila, por su colaboración en la búsqueda de importantes datos.


La tercera edición del Festival de Cine Global dominicano,<br />

que promueve historias personales dentro<br />

de perspectivas mucho más amplias, finalizó aquí<br />

dejando en todos los invitados y participantes la<br />

convicción de que esta franja de Latinoamérica bañada<br />

por el mar da pasos cada vez más firmes en lo<br />

que a cultura cinematográfica se refiere.<br />

Este evento, que como se ve es aún muy joven, ya<br />

convoca a gente del medio procedente de todas partes<br />

del mundo, y en el que acaba de concluir agregó<br />

a su agenda el Premio del Público,<br />

el concurso de cortos<br />

locales, homenajes (al actor<br />

norteamericano Omar Sharif<br />

y a la realizadora venezolana<br />

Margot Benacerraf, auténticas<br />

leyendas en sus respectivas<br />

profesiones) y una<br />

variopinta faceta teórica que<br />

contó con una clase magistral,<br />

dos talleres y siete paneles<br />

profesionales para los<br />

que fueron convocados prestigiosos<br />

expertos de varios<br />

países, incluyendo por supuesto<br />

la sede.<br />

La tecnología como herramienta<br />

del desarrollo (¿Cómo<br />

iniciar un Cineclub?), Preservación<br />

y restauración de filmes,<br />

Media, entretenimiento<br />

y cine digital, Música en TV y<br />

películas, Internet: ¿amigo o<br />

enemigo?, ¿Son los cineastas<br />

agentes de cambio social? o<br />

Distribución cinematográfica y otras fuentes potenciales<br />

de facturación, fueron algunos de ellos,<br />

que contaron con entusiastas receptores también<br />

de diversas procedencias y nacionalidades.<br />

En cuanto a lo propiamente fílmico, el festival no es<br />

(por lo menos aún) propiamente competitivo, si exceptuamos<br />

el concurso de cortos que, por cierto, estimula<br />

generosamente al ganador (entre los regalos aparece<br />

un taller en nuestra Escuela de San Antonio de los Ba-<br />

El cine<br />

se abre paso<br />

en el Caribe<br />

Frank Padrón<br />

ños libremente elegido por el cineasta), mas exhibe una<br />

diversa y representativa vitrina de lo mejor que en el<br />

minuto actual suena en la arena fílmica, de modo que<br />

pudo apreciarse desde lo último de Almodóvar o los<br />

hermanos Dardenne, hasta documentales de no poco<br />

impacto –producción como se sabe poco favorecida en<br />

encuentros de este tipo–, pasando por la tampoco muy<br />

favorecida labor del área, incluyendo como decíamos<br />

la propia República Dominicana.<br />

Del país anfitrión no sólo pudieron apreciarse muy<br />

notables cortos, sino el largo<br />

de ficción La soga (2009),<br />

de Josh Crook, que repletó<br />

las salas donde fue exhibido,<br />

prueba de que como ocurre<br />

entre nosotros, el público<br />

dominicano valora y estima<br />

su cine.<br />

Discreta en términos artísticos,<br />

la cinta discursa en<br />

torno a la corrupción policial<br />

en el país, con destacables<br />

aciertos en la dirección<br />

de actores y el montaje.<br />

Era evidente para este<br />

filme el tan anunciado lauro<br />

de la popularidad mas,<br />

por razones desconocidas,<br />

no se hizo público en la ceremonia<br />

de clausura.<br />

A propósito de esta, también<br />

resultó un desacierto<br />

el cierre con el documental<br />

Sol Caribe (2009), de Félix<br />

Limardo, el cual, si bien<br />

ofrece un gráfico testimonio de la gira emprendida<br />

recientemente por varios de los más importantes<br />

cultores del merengue, género como se sabe<br />

emblemático de la música aquí, a la vez que reflexiona<br />

sobre este mediante artistas e investigadores,<br />

lo hace siempre desde una perspectiva más<br />

turística que propiamente cinematográfica, por<br />

lo cual acusa graves errores de edición, fotografía,<br />

narrativa y dirección en general.<br />

65<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 66<br />

Otra falencia fue no programar el corto ganador, se<br />

dijo que por razones de horario, en lo que el festival<br />

debe en términos generales aprender otra lección:<br />

la puntualidad, ausente en casi todas las actividades.<br />

Tampoco el filme de inauguración fue muy acertado<br />

que digamos: el norteamericano Touched (2009),<br />

de Dan Niera, es una historia de madre esquizoide<br />

con hija presuntamente lisiada que del interesante<br />

estudio de caracteres que promete en sus inicios,<br />

deviene en convencional melodrama con todos<br />

los clisés y efectismos propios de ese subgénero,<br />

si bien cuenta con sólidos actores (buena parte de<br />

ellos presentes en el festival).<br />

Son detalles que deberá valorar la Comisión Organizadora<br />

para futuras ediciones, aunque siendo<br />

justos ya puede anotarse algunos logros significativos,<br />

como el hecho de extender el evento más<br />

allá de la capital: provincias importantes como<br />

Santiago, Puerto Plata, Nagua y Cap Cana resultaron<br />

entusiastas subsedes que, fuera del festival, se<br />

incorporan al objetivo mucho más abarcador de<br />

quienes dirigen el audiovisual en el país caribeño:<br />

cimentar y fomentar una cultura cinematográfica<br />

que comience por los hábitos de asistir a las salas,<br />

lo cual aún no ofrece resultados muy halagadores,<br />

como pudimos comprobar.<br />

En ello desempeña un papel fundamental la labor<br />

de la Fundación Global Democracia y Desarrollo<br />

(Funglode), principal auspiciadora del Festival,<br />

cuyo presidente honorífico es el propio presidente<br />

de la República, Leonel Fernández, quien lo fue del<br />

festival y demostró con su reiterada presencia en<br />

actividades del mismo su interés por esa línea de<br />

auge en una cultura cinematográfica participativa<br />

y popular.<br />

Dentro de ello resulta estimulante comprobar los<br />

lazos que se estrechan entre Cuba y el hermano<br />

país caribeño, que ha firmado convenios con instituciones<br />

medulares en esa gestión como el ICAIC,<br />

la UNEAC y la EICTV (Escuela de San Antonio de<br />

los Baños), mientras más allá de esta área lo hace<br />

con otras también muy importantes, como la Cátedra<br />

«Juan Bosch» de la Universidad de la Habana;<br />

mediante esta relación profesional, Cuba y República<br />

Dominicana mantienen sólidos contactos<br />

a través de talleres, charlas, ciclos de cine y otras<br />

actividades que incluyen también la literatura y<br />

la historia, y que prevén continuar y aumentar el<br />

próximo año. Enhorabuena.<br />

Lo que más interesa en la personalidad de Er<br />

nesto Leal es su actitud frente al arte. Pocos<br />

artistas cubanos resultan tan instruidos y<br />

partidarios de eludir la pose como él, quien postula<br />

constantemente una sensatez pasmosa acerca<br />

del acto creativo al emplazarlo en su tradición<br />

aurática y en su pretendido alcance socio-cultural.<br />

Sus piezas parecen salidas de la imaginación<br />

de un científico (él mismo tiene esa apariencia)<br />

que pretende revisar el arte para hacerlo más eficaz.<br />

Es un obseso que cuestiona los mecanismos<br />

que intervienen en el modo de hacer, emisión, circulación<br />

y consumo del rubro más especulativo<br />

de la sociedad contemporánea. Y que confiesa: «no<br />

sé hacer otra cosa». Galería Habana ha hecho una<br />

buena elección esta vez al invitarlo a exponer desde<br />

el 8 de mayo hasta el 30 de junio su muestra<br />

Trastornos del lenguaje, suerte de ensayo sobre las<br />

mediaciones que trastocan la verdadera dimensión<br />

de cualquier mensaje. Su interés en desconstruir<br />

el discurso constituye más un gesto desjerarquizador<br />

que un quehacer emplazado en determinado<br />

canon o tendencia.<br />

Tuve un encuentro con Ernesto hace ocho años,<br />

cuando realizó su muestra Civiles en shock, a cuatro<br />

manos con Manuel Piña, en esta misma institución.<br />

En ella ambos artistas proponían cuestionamientos<br />

acerca de la utopía y su repercusión en<br />

los individuos comunes, pero con un lenguaje velado,<br />

con altos niveles de tropologización. Estaba<br />

resuelta con materiales diversos: fotografías, cajas<br />

de luz, video, papel de estampar y asfaltil, en<br />

un juego con los contrastes de la sociedad cubana,<br />

como recurso expresivo para comentar acerca de<br />

las propias limitaciones que frenan la utopía desde<br />

dentro de ella misma: la autocensura, la falta<br />

de iniciativa, la paranoia, por mencionar algunos<br />

de los inconvenientes para su desarrollo pleno en<br />

nuestros predios.<br />

Recientemente Leal ha sido visto en La Casona,<br />

Museo de Bellas Artes (IX Bienal de La Habana), V<br />

Salón de Arte Cubano Contemporáneo, pero continúa<br />

siendo uno de los artistas menos advertidos,<br />

en términos promocionales, si tenemos en cuenta<br />

la máxima cartesiana (y parafraseo): te leo, luego<br />

existes, que por suerte no creo le preocupe mucho al<br />

autor. Ahora en esta oportunidad vuelve a entregarnos<br />

una elocuente propuesta a tono, por ejemplo<br />

(puede parecer una digresión pero no es así), con


Los gozos de Leal:<br />

entre el simulacro<br />

y la incredulidad<br />

Amalina Bomnin<br />

los candentes debates internacionales sobre el lugar<br />

del arte latinoamericano en el contexto mundial.<br />

Soy de la opinión de que el artista cubano, de<br />

manera general, ha caído en un «vacío de sentido»<br />

que se revierte en sus obras. Consecuencia flagrante<br />

de la transformación de su derrotero: del cuestionamiento<br />

crítico de su realidad social a la búsqueda<br />

de mercado. No es que no se hallen artistas<br />

de puntería, por supuesto que siguen existiendo, y<br />

afloran cada día, pero la mayoría ha entrado en un<br />

proceso de ruptura y replanteamiento de su discurso,<br />

y eso conlleva años de cristalización. Los más<br />

jóvenes que vienen surgiendo tienen la ventaja de<br />

que no hicieron una obra anterior comprometida<br />

con un movimiento que tuvo repercusión en el exterior.<br />

Y hay otra parte que sin hacer una obra tan<br />

sólida han tenido la «suerte» de salir a la palestra<br />

como «artistas internacionales», quizá porque pulsan<br />

problemáticas de índole política o simplemente<br />

hacen un arte light que no molesta a nadie, porque<br />

no tiene compromisos. Subrayo esto porque Ernesto<br />

de alguna manera se cuestiona todas las<br />

«construcciones» que pueden generarse a partir de<br />

un texto. De ahí que manipule nuestra percepción<br />

al colocar sus obras sui generis en inglés, en un piso<br />

de granito que dificulta la lectura, o en una columna<br />

circular, comprometiendo nuestro esfuerzo en<br />

su descodificación. Los artistas cubanos que han<br />

«tocado la flauta», por llamarlo de algún modo, fue-<br />

ra de nuestros límites geográficos, no pueden darse<br />

el lujo de filosofar como él.<br />

Pero aterricemos en la preocupación del artista, mejor<br />

dicho, en la ocupación, porque no creo que sea<br />

una personalidad preocupada (eso sería sinónimo<br />

de neurosis y nada más ajeno a su naturaleza). Ernesto<br />

hace alrededor de un año entregó a seis críticos<br />

que han escrito antes sobre su obra la descripción<br />

de una de las piezas de la exposición (también<br />

seis, entre las que había instalaciones, video-instalaciones<br />

y fotografías) a través de bocetos, esquemas<br />

y planos de la galería. Luego les pidió que escribieran<br />

sobre la pieza que les estaba proponiendo, y<br />

ese resultado es el que expuso en la galería, en el<br />

mismo espacio que debería ocupar cada una de ellas.<br />

Como diría Beuys «… el verdadero capital es la creatividad»,<br />

eso recuerdo cuando me enfrento a la propuesta<br />

de Leal. Le interesa hurgar en las instancias<br />

que intervienen en el comple-tamiento de la obra,<br />

dígase crítico, curador, especialista, galería, funcionarios<br />

que manejan la promoción, coleccionista,<br />

dealers. Su intención responde, entre otras cuestiones,<br />

a un recelo respecto a los mecanismos que intervienen<br />

en la concreción, percepción, promoción<br />

y consumo del arte. A menudo es el crítico o determinada<br />

institución poderosa quien «lanza» al<br />

estrellato a los artistas. Quien no cumpla el requisito<br />

de ser «correcto» en términos culturales, políticos<br />

o económicos, probablemente no formará parte<br />

del circuito de promoción y consumo.<br />

Me referí antes al debate acerca del nuevo concepto<br />

que se maneja para el arte latinoamericano: el<br />

«desde aquí», lo cual se traduce en que los artistas<br />

sean capaces de construir textos con los rudimentos<br />

del «arte internacional», ya no tan focalizados<br />

en los contextos. De ahí el éxito que han alcanzado<br />

desde Cuba en la arena internacional nombres<br />

como Wifredo Prieto, Tania Bruguera, Los Carpinteros,<br />

y Carlos Garaicoa, los cuales no pretendo<br />

entrar a analizar ahora, pero que en mi opinión<br />

responden a una construcción más. No pongo en<br />

duda sus talentos, pero como siempre sucede: «no<br />

son todos los que están, ni están todos los que son».<br />

Como pudiera mencionar otros que amparados en<br />

los ecos de una obra interesante construida en la<br />

efervescencia de los años ochenta hoy amenazan<br />

con mantenerse como «consagrados» haciendo<br />

simples parodias y refritos. ¿Quién les dio tal jerarquía?<br />

67<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 68<br />

Por eso me parece atinada la reflexión del autor<br />

cuando dice: «no me interesa que me identifiquen<br />

con un tipo de obra o estilo a través del paso de los<br />

años». El quid de su cuestionamiento tiene su eje<br />

precisamente en las construcciones que pueden establecerse<br />

mediante el lenguaje. Él domina el sofisma,<br />

el silogismo, la tautología, el retruécano,<br />

por eso se siente seguro cuando enjuicia los velados<br />

mecanismos que hacen de una obra un ente<br />

indiferente o revelador. Como también afirma «me<br />

interesa que vean los textos como imágenes», porque<br />

sabe que eso es precisamente lo que hacen los<br />

críticos cuando escriben,<br />

crear una imagen<br />

sobre el artista. Y cuando<br />

digo los críticos tomo<br />

la parte por el todo, además<br />

de éstos, la obra es<br />

«intervenida» por otras<br />

escalas sociales. La desmaterialización<br />

del objeto<br />

artístico que plantea<br />

la exposición está<br />

emparentada con las<br />

prácticas de acción, el<br />

performance, el happening,<br />

porque aquí importa<br />

más el proceso, la interacción<br />

y participación<br />

del receptor en el<br />

completamiento de la<br />

idea que, como pasa muchas<br />

veces, la exhibición<br />

autocomplaciente de un<br />

producto determinado.<br />

En Cuba, es usual que los<br />

profesores de arte, críticos,<br />

curadores, estudiantes<br />

y muchas veces<br />

los propios artistas, conozcan<br />

las obras originales<br />

de manera referencial<br />

(comentarios, revistas, videos, libros), porque<br />

las posibilidades de viajar están limitadas.<br />

También Ernesto quiere comentarnos sobre ese inconveniente<br />

que a menudo puede incidir en la comprensión<br />

cabal del arte en nuestro contexto cuando<br />

entrega a los críticos solamente la descripción<br />

de las posibles obras; estableciendo una alegoría<br />

acerca de cómo los que escriben o producen arte<br />

pueden irse, en ocasiones, «con la bola de trapo».<br />

Otra característica de la muestra es que todas las<br />

piezas-textos están construidos a cuatro manos,<br />

entre el artista y el crítico, y Leal respetó la tipografía<br />

original empleada por los autores. En el caso<br />

del comentario a la pieza El libro del arte (ó el hueco en<br />

el discurso) realizada con Corina Matamoros, la especialista<br />

expresa en la parte final: «Como a tus<br />

entrevistados de El libro del Arte, me silencias. No<br />

me escuchas: En lugar de la obra viva me concedes<br />

un croquis electrónico y un espacio de opinión de<br />

cuatrocientas palabras. Me sientes balbucear, acechas<br />

mis titubeos: Yo soy tu hueco en el discurso.»<br />

¿Cuánta ironía plantea Corina al aceptar el reto<br />

ante una propuesta de este tipo?<br />

Pisapapeles, es la descripción de una instalación<br />

donde interviene Cristina Vives, a quien conocemos<br />

vinculada al coleccionismo de arte (otra de<br />

las lecturas veladas de la propuesta). Esta comenta:<br />

«A tus leones de descomunales proporciones<br />

y peso ¿Por dónde los agarro? Ellos comulgan<br />

con mi Benedicto y mis maracas en pretensión<br />

y desuso. Pero los tuyos van más allá y<br />

me pregunto: ¿Quién produciría semejante obra?<br />

¿Acaso Galería Habana? O ¿Es que ganaste la<br />

beca Calder? A las buenas ideas en arte no les<br />

asisten necesariamente los presupuestos. Mejor<br />

así, entre la idea y el comentario, pues ello te<br />

exonerará en el futuro de incómodos compromisos».<br />

Cada una de las descripciones trasluce la<br />

personalidad de sus autores. La de Vives se enfoca<br />

desde sus pretensiones de coleccionista, lo<br />

cual supone una mentalidad supeditada a los aspectos<br />

financieros. ¿Sería la obra de Leal interés<br />

de su colección privada?<br />

Quizás uno de los comentarios más provocadores<br />

subyazca en la pieza elaborada con Elvia Rosa Castro,<br />

una performance-instalación titulada Llame ahora,<br />

que versa:<br />

El poder se ejerce mediante la escritura.<br />

Las propuestas de Leal cuestionan la escritura.<br />

Ergo: Las propuestas de Leal cuestionan el poder.<br />

Y es cierto, toda la producción del artista gira alrededor<br />

del poder y sus manifestaciones. Recuerdo<br />

en Civiles en shock, 2001, por mencionar algún<br />

ejemplo, tres piezas que exhibió bajo el título general<br />

de Instituto Superior de Dobleagentes, donde<br />

hacía sutil referencia a la rizomatización de los<br />

mecanismos de control en el mundo del arte. Entonces<br />

caben las preguntas: ¿Se imponen en Cuba<br />

los artistas dentro y fuera de la isla sólo por su<br />

talento? ¿Qué factores intervienen en la proclamación<br />

o no de una escritura (made in Cuba) como<br />

patente de corso?<br />

Tres textos más conforman la muestra: The sooner<br />

the better de Tim Wride (curador de fotografía del<br />

LACMA, Museo de Arte del Condado de Los Ángeles)<br />

a propósito de una fotografía digital, y My meeting<br />

with Tom y Segundo Piso de Frency Fernández y<br />

Magaly Espinosa, respectivamente, ambas elaboradas<br />

en torno a dos instalaciones. De cada uno se<br />

pueden extraer disímiles reflexiones que apuntan<br />

a las reticencias de un creador ante un sistema de<br />

relaciones arbitrario donde, muchas veces, el talento<br />

queda opacado por la conveniencia.<br />

¿Quién ostenta el poder en la escritura? Emergen<br />

muchos intertextos cuando una analiza la muestra,<br />

y en ellos están implícitos la Torre de Babel, el<br />

Marqués de Sade, las variables post…, la crisis de la<br />

cultura, contenidos todos de signo infinito. Hay<br />

también tanto subtexto: ideo-político, social, filosófico<br />

y hasta religioso (releer descripción de Cristina<br />

Vives). Si vuelvo a atender a los sinónimos,<br />

como hice cuando Civiles en shock, se refiere a las<br />

perturbaciones, revoluciones, insurrecciones, desórdenes,<br />

confusiones o desarreglos que comporta<br />

la expresión, la lengua, el habla, y ahora lo hace<br />

nuevamente con una sagacidad, donaire y circunspección<br />

propios de un creador maduro, que no deja<br />

de ser irreverente.


Grammy Latino para Omara<br />

Portuondo y Chucho Valdés<br />

Los discos Gracias, de Omara<br />

Portuondo, y Juntos para siempre, de<br />

Chucho Valdés y su padre, fueron<br />

merecedores del Grammy Latino en<br />

las categorías de Mejor Álbum tropical<br />

contemporáneo y Mejor Álbum de<br />

jazz latino, respectivamente.<br />

Omara recibió el lauro en la ceremonia<br />

efectuada en la ciudad de Las<br />

Vegas. Esta es la primera vez que a<br />

un músico residente en la Isla se le<br />

permite asistir a un evento de este<br />

tipo, pues en ocasiones anteriores, a<br />

pesar de ser nuestros artistas reiteradamente<br />

nominados al premio, el<br />

gobierno norteamericano les ha negado<br />

las visas para viajar a ese país.<br />

El CD Gracias había recibido en mayo<br />

último el Gran Premio de la Feria Internacional<br />

Cubadisco 2009, compartido<br />

con el DVD Aquí el que baila gana,<br />

del tren de la música popular cubana,<br />

los Van Van. Entre los nominados<br />

al Grammy Latino también estuvieron<br />

Los Muñequitos de Matanzas con<br />

su volúmen D’ palo pa’ rumba (Bis<br />

Music), en el apartado de Mejor Álbum<br />

folclórico.<br />

A su regreso, la diva del Buena Vista<br />

Social recordó a grandes figuras de<br />

la música en la Isla como Bola de<br />

Nieve, Benny Moré, Rita Montaner y<br />

Compay Segundo, a quienes dedicó<br />

este premio. «No es mío, es de todos<br />

ellos y de tantos otros que lo<br />

merecen. Esta alegría la comparto<br />

con el pueblo y con otros que ya no<br />

están como Miguel Matamoros, Sindo<br />

Garay, los rumberos de la conga<br />

santiaguera de El Cocoyé, Enrique<br />

Jorrín e Ibrahim Ferrer.» Feliz de estar<br />

en casa, Portuondo subrayó que<br />

la cultura cubana es especial. Es increíble,<br />

dijo, cómo me llaman constantemente<br />

del mundo para cantar, e<br />

incluso desde Australia. (Fuente: PL)<br />

Suárez del Villar, Premio<br />

Nacional de Teatro 2010<br />

El Premio Nacional de Teatro 2010<br />

fue conferido a Armando Suárez del<br />

Villar, destacada figura de las tablas<br />

cubanas y maestro de la escena. La<br />

distinción, otorgada por el Consejo<br />

Nacional de Artes Escénicas, es «un<br />

justo reconocimiento a su brillante<br />

labor teatral y a la formación de varias<br />

generaciones de artistas».<br />

También Premio Nacional de la Enseñanza<br />

Artística 2008, Suárez del Villar<br />

es decano de la Facultad de Artes<br />

Escénicas del Instituto Superior de<br />

Arte, y ha sobresalido en el rescate,<br />

la investigación y puesta en escena<br />

del teatro clásico cubano, así como<br />

en el desarrollo del género musical y<br />

lírico.<br />

Con los grupos Teatro Estudio y Ateneo,<br />

y el Conjunto Dramático de<br />

Cienfuegos, ha dirigido varias obras<br />

como Baltasar, La hija de las flores,<br />

Santa Camila, Los Bufos, El becerro<br />

de oro y El Conde Alarcos.<br />

Confieren Premio Nacional<br />

Alejo Carpentier<br />

El galardón en el género de cuento,<br />

lo mereció Rafael De Águila, por el<br />

volumen Del otro lado, en el que mostró,<br />

según el jurado, intensidad artística<br />

y narrativa, y alto oficio literario.<br />

En novela, el ganador fue Ernesto Peña<br />

con La Biblia perdida, gracias a la originalidad<br />

con que recrea una etapa<br />

de la historia de Cuba poco transitada<br />

por la literatura. Finalmente, David<br />

Leyva obtuvo el lauro con el ensayo<br />

Virgilio Piñera o la libertad de lo<br />

grotesco, por la riqueza en el manejo<br />

de las fuentes, la claridad de la prosa<br />

y la novedad de las caracterizaciones<br />

del libro.<br />

Los jurados de este premio que confieren<br />

la Fundación Alejo Carpentier y<br />

la editorial Letras Cubanas, lo integraron<br />

los escritores Francisco López<br />

Sacha, Pedro de Jesús y Daniel<br />

García, en cuento; Miguel Mejides,<br />

Lourdes González y Ana María Muñoz<br />

Bachs, en novela, y Reynaldo González,<br />

Enrique Saínz y Marta Lesmes, en<br />

ensayo. (Fuente: AIN)<br />

Otorgan Premio Nacional<br />

de Literatura 2009<br />

A Ambrosio Fornet, investigador, ensayista,<br />

crítico y editor, cuyo magisterio<br />

intelectual es indiscutible, fue<br />

otorgado ayer el Premio Nacional de<br />

Literatura 2009. El jurado, integrado<br />

por los escritores Roberto Fernández<br />

Retamar, Luis Marré, Aida Bahr, Olga<br />

Marta Pérez, José Antonio Baujín,<br />

Nelson Simón y Emmanuel Tornés, de-<br />

cidió por unanimidad<br />

conceder el reconocimiento.<br />

En 1958 publicó<br />

su libro de cuentos<br />

A un paso del diluvio.<br />

Otras obras suyas<br />

son los ensayos<br />

En tres y dos (1964), En blanco y<br />

negro (1967), y la imprescindible monografía<br />

El libro en Cuba; siglos XVIII y<br />

XIX (1994). (Fuente: Granma)<br />

Pedro Pablo Rodríguez,<br />

Premio Nacional<br />

de Ciencias Sociales<br />

A Pedro Pablo<br />

Rodríguez, Doctor<br />

en Ciencias<br />

Históricas, investigador<br />

del<br />

Centro de Estudios<br />

Martianos<br />

y profesor de la<br />

Universidad de<br />

La Habana, le<br />

fue conferido el Premio Nacional de<br />

Ciencias Sociales 2009.<br />

«Es un premio de José Martí y para<br />

José Martí», dijo a la prensa, el homenajeado,<br />

quien dirige actualmente<br />

la edición crítica de las Obras Completas<br />

del Apóstol, de la cual ya se<br />

han impreso dieciséis tomos.<br />

De manera especial, este Académico<br />

de Mérito de la Academia de Ciencias<br />

de Cuba ha estudiado el movimiento<br />

patriótico cubano durante el<br />

siglo XIX, el legado de José Martí, la<br />

vida de Máximo Gómez, el pensamiento<br />

económico de la Isla y las relaciones<br />

entre Cuba y los Estados Unidos.<br />

Es autor, entre muchos otros títulos,<br />

de Antología del pensamiento revolucionario<br />

cubano (1970); La primera<br />

invasión (Ediciones Unión, 1987),<br />

Premio de Ensayo UNEAC 1995; De<br />

las dos Américas (2002, Premio de<br />

la Crítica en 2003) y El periodismo<br />

como misión (compilación de estudios<br />

acerca del periodismo de José<br />

Martí, 2003). (Fuente: Granma)<br />

Premio Nacional<br />

de Investigaciones<br />

de la <strong>Cultura</strong><br />

El Premio Nacional de Investigaciones<br />

<strong>Cultura</strong>les 2009 fue entregado a<br />

Ramiro Guerra, conocido como «El<br />

Padre de la danza moderna en Cuba».<br />

69<br />

<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>


<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 70<br />

Los aportes del homenajeado, quien<br />

ya posee los premios nacionales de<br />

Danza y de Enseñanza Artística, a la<br />

espiritualidad de sus compatriotas<br />

fueron destacados por el doctor Fernando<br />

Martínez Heredia, director del<br />

Centro de Investigaciones de la <strong>Cultura</strong><br />

Cubana Juan Marinello, institución<br />

que confiere el lauro, junto al<br />

Ministerio de <strong>Cultura</strong>.<br />

Recordó Martínez Heredia que en<br />

1948, a su regreso de Nueva York,<br />

donde se formó en la escuela de la<br />

famosa bailarina y coreógrafa Martha<br />

Graham, Guerra, fue el pionero de la<br />

danza moderna en la Isla, primero<br />

como sobresaliente bailarín y después<br />

como fundador de la primera compañía<br />

dedicada a ese arte. También elogió<br />

su labor como coreógrafo principal<br />

del Conjunto Folclórico Nacional,<br />

como profesor de varias generaciones<br />

de bailarines y autor de numerosos<br />

textos esenciales sobre danza<br />

moderna y la forma de bailarla en<br />

Cuba.<br />

Ramiro, por su parte, dijo que este<br />

era un doble premio, ya que reconoce<br />

el quehacer de toda una vida y un<br />

nuevo libro que próximamente saldrá<br />

publicado con el título Develando la<br />

danza, acerca de la semiótica de ese<br />

género, tema que, según sus consultas,<br />

resulta inédito en el mundo.<br />

(Fuente: AIN)<br />

De Carlos Guzmán: Nostalgia,<br />

(sanguina/cartulina, 2005, 64X49 cm).<br />

En la más reciente edición del<br />

Festival Internacional de Cine de La<br />

Habana, esta obra fue entregada<br />

como parte del Premio <strong>Revolución</strong><br />

y <strong>Cultura</strong> al documental La pérdida,<br />

de los realizadores Enrique Gabriel<br />

(Argentina) y Javier Angulo (España).<br />

Según el acta del jurado, este<br />

documental destacó «por su<br />

profunda reflexión en torno a una<br />

generación perdida en Argentina<br />

como consecuencia de la dictadura<br />

militar, así como por la calidad<br />

estética de un discurso narrativo<br />

donde se imbrican los relatos de<br />

esos personajes ausentes que han<br />

seguido ejerciendo sus oficios<br />

respectivos desde el exilio».<br />

UN INSTANTE<br />

EN LA VIDA<br />

Si algo distingue al creador y al ser humano Carlos Guzmán de esta, su<br />

exposición, es la certidumbre, la seguridad del valor de la misma y, además,<br />

que se trata de la más personal en su trayectoria artística.<br />

Ahí están sus seres que nos vienen desde el fondo de su imaginación, de sus<br />

vivencias, de su memoria.<br />

También la califica de auto-terapia, que relaciona, tal vez más metafóricamente,<br />

con el modo de actuar en la existencia, cómo enfrentarla. Por algo<br />

sugiere tanto ese título que representa la esencia de lo que se expone: Un<br />

instante en la vida. El punto de partida es la frase que se emplea en la<br />

ceremonia del té, tan unida al espíritu japonés. Una serie que aquí se expresa<br />

alrededor de las pequeñas cosas a las que uno debe prestarle atención<br />

porque puede ser el del postrer momento, fugaz o no, en que veas,<br />

escuches o respires.<br />

Aquí confluyen personajes que están inmersos en una acción, al parecer en<br />

un mundo de fantasía que los envuelve. O sea, quiere llamar la atención<br />

acerca de cosas que pueden parecer o son sutiles. Guzmán, ya sea el hombre<br />

o el creador, cree, tal como lo percibe, que vamos demasiado aprisa por<br />

la vida y que desperdiciamos las cosas más elementales, más a nuestro<br />

alcance. Piensa por ello que uno debe decir y asumir, como el maestro de la<br />

ceremonia del té: Ichigo-Ichie (Un instante en la vida), su significado, su<br />

importancia.<br />

Y Guzmán nos insta, y también a sí mismo: si vas a pintar un cuadro, hay<br />

que entregarse a plenitud, como si ése fuera el último, y si vas a amar,<br />

entrégate con esa misma, idéntica pasión. Al igual que en muchas de sus<br />

obras, aquí está presente la relación del hombre con la naturaleza, de la<br />

cual es un devoto. Reclama que seamos más conscientes al anudar vínculos<br />

con la naturaleza y que no sigamos obsesionados en destruirla. Hallar espacio<br />

para uno mismo en su propia pintura es una de las divisas de Guzmán.<br />

Sabe que se necesita para la meditación, para enriquecer la búsqueda<br />

interior y dejar atrás el vértigo con que nos maltratamos en la vida. Por ello<br />

es coherente cuando aspira a que en su pintura aparezca una simbología<br />

con significaciones tan personales como universales; son elementos que<br />

recrea al ritmo de la historia que va contando.<br />

Acerquémonos otro instante a las serpientes en su simbología personal.<br />

Comparte, ciertamente, con mitos y religiones, lo que ha sido representación<br />

del pecado, del mal. Pero también lo identifica como algo muy cercano,<br />

apegado a la tierra. Más de una vez ha modelado la simbiosis de la<br />

serpiente y el dragón, para él también símbolo del universo. Pero la imaginación<br />

guzmaniana, aunque tiene sus claves, sus preferencias, por no decir<br />

sus obsesiones, es infinita.<br />

Así son las posibles interpretaciones<br />

a sus estaciones<br />

míticas. Está la<br />

luna, mezcla de pez, libélula,<br />

y está la torre –la sabiduría,<br />

la ciudad– caos o<br />

progreso. En fin, que es poderosa<br />

la presencia, el<br />

peso de lo simbólico en su<br />

obra. Entonces regresa el<br />

otro Carlos Guzmán, el ser<br />

humano, y pone de relieve,<br />

admite, que trata de recrear<br />

su accionar con su<br />

realidad, con su familia,<br />

con sus hijos. A través de<br />

los símbolos expresa su<br />

proyección hacia el mundo,<br />

pero igualmente atrapa<br />

y libera su universo interior.<br />

Jaime Sarusky

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