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PORTADA: Lissette Solórzano. Mortero, fotografía,<br />
70x51 cm.<br />
CONTRAPORTADA: Lissette Solórzano. Matrioshkas,<br />
fotografía, 40x30 cm.<br />
REVERSO DE PORTADA: Reineiro Tamayo y Rubén<br />
Alpízar. Malevich contamina la Bahía de La Habana,<br />
120X100 cm, 1996. (Foto: Cortesía de Caridad<br />
Blanco).<br />
REVERSO DE CONTRAPORTADA: Cirenaica Moreira.<br />
Sin título, serie Lobotomía, 80X100 cm, b/n,<br />
impresión Inkjet, 1996-1997.<br />
Directora<br />
Luisa Campuzano<br />
Subdirector<br />
editorial<br />
José León Díaz<br />
Consejo asesor<br />
Graziella Pogolotti,<br />
Ambrosio Fornet y<br />
Antón Arrufat<br />
Jefa de redacción<br />
Conchita Díaz-Páez<br />
Administrador<br />
Iván Barrera<br />
Redacción<br />
Jaime Sarusky,<br />
Israel Castellanos<br />
Gilberto Padilla<br />
Corrección<br />
Surelys Álvarez<br />
Diseño<br />
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Edición digital<br />
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Redacción y<br />
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81279/143.<br />
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financiada por el<br />
FONCE<br />
4<br />
8<br />
12<br />
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65<br />
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70<br />
Cintio Vitier: la luz de una estrella<br />
Alain Serrano Rivero| Breve recuento de indagaciones y encuentros<br />
en homenaje al gran maestro que partió en octubre.<br />
Pedro Juan Gutiérrez: El texto prohibido<br />
Gilberto Padilla Cárdenas| Sobre las estrategias de la Trilogía<br />
sucia de La Habana.<br />
RUSIA AQUÍ<br />
Que el inmenso país sea el invitado de honor a la Feria<br />
Internacional del Libro de La Habana, ha despertado los<br />
recuerdos (y hasta la nostalgia) en muchos. En estas páginas<br />
reunimos algo de esos tiempos pasados –y creemos<br />
que un poco más–. Comienzan con una entrevista al autor<br />
de El hombre que amaba a los perros, «ese libro largo,<br />
triste y necesario» que trata sobre el asesinato de Liev<br />
Davídovich Bronstein (Trotski); luego, Graziella Pogolotti,<br />
tomando como ejemplo su entrañable relación con la cultura<br />
rusa, nos demuestra cuán hondo puede calar la literatura;<br />
otras memorias, ahora de una profesora con larga<br />
trayectoria en la enseñanza del ruso en Cuba, nos cuentan<br />
del acercamiento y la fascinación por la cultura rusa;<br />
y de acercamientos, precisamente, trata el artículo de<br />
Israel Castellanos, donde nos señala que con anterioridad<br />
al puente político-cultural entre la <strong>Revolución</strong> cubana y la<br />
extinta Unión Soviética, en el plano de la visualidad una<br />
ruta zigzagueante fue abierta, y a la vez truncada, en los<br />
años cuarenta del siglo pasado. Por último, Zoia Barash,<br />
una de las tantas mujeres de la antigua URSS que se<br />
afincaron en Cuba, en una entrevista nos resume con su<br />
historia, otra historia mayor.<br />
El asesinato de Trotski contado (años después) por<br />
Leonardo Padura<br />
Carlos Velazco Fernández<br />
La estepa y el laberinto<br />
Graziella Pogolotti<br />
Enseñando ruso<br />
Ileana Cino Colina<br />
Moscú rojo, fijeza visual en tres tiempos<br />
Israel Castellanos León<br />
Decir toda la verdad<br />
Elizabeth Mirabal Llorens<br />
Corales y colores de una fiesta del cine<br />
Frank Padrón| ¿Qué trajo de bueno (y no tanto) el 31 Festival<br />
Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano? El autor<br />
nos propone su respuesta a ésta y otras interrogantes sobre<br />
la última edición de la cita habanera del cine.<br />
Arquímedes Pous y los tiempos del Alhambra<br />
Enrique Río Prado| «Arquímedes Pous nunca actuó en el<br />
teatro Alambra…», a partir de esta afirmación, el autor<br />
nos adentra en las peripecias de este genial teatrista y en<br />
la vida de la escena cubana a inicios de la pasada centuria.<br />
A TIEMPO<br />
El cine se abre paso en el Caribe | Frank Padrón || Los gozos<br />
de Leal: entre el simulacro y la incredulidad | Amalina<br />
Bomnin<br />
VISTAZOS<br />
ESPACIO ABIERTO<br />
3<br />
No. 1 enero-febrero ,<br />
2010|Época V|<br />
Año 52 de la <strong>Revolución</strong>|<br />
La Habana, Cuba<br />
Cada trabajo<br />
expresa la opinión<br />
de su autor.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Cintio Vitier:<br />
la luz de una estrella<br />
Alain Serrano Rivero<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 4<br />
Dios mío, tu semblante<br />
lo copia en mi silencio la hermosura<br />
del otoño en la tierra.<br />
Una noche<br />
me hablarás desde el centro de la nada<br />
y saldrás a tu cauce<br />
sin fin, río esencial de lo que amo.<br />
Y veré mi figura<br />
claramente nacer como la estrella<br />
que se hunde en tu pecho.<br />
C. V., Luz ya sueño (1938)
Cintio Vitier (Cayo Hueso, 21 de septiembre de<br />
1921 - La Habana, 1 de octubre de 2009), siempre<br />
estuvo incansablemente entregado a dos<br />
pasiones: la Poesía y la Patria. Fue también un<br />
hombre lleno de amor humano y de amor a Dios.<br />
Desde muy pequeño le fueron naciendo muchos de<br />
estos amores por la savia educadora y humanista<br />
de su padre, Medardo Vitier, quien realizara en la<br />
República uno de los primeros estudios sobre la<br />
obra de José Martí, iniciándole así en otra de sus<br />
grandes vocaciones. Tal fue el amor de Cintio Vitier<br />
hacia el Martí que le descubrió su padre, que escribió<br />
en las «Palabras liminares» a la más reciente<br />
edición de Las ideas en Cuba y La filosofía en Cuba de<br />
don Medardo:<br />
A pesar de que mi padre se adelantó notablemente<br />
en el examen de la concepción del mundo del<br />
fundador del Partido Revolucionario Cubano con<br />
su folleto José Martí: su obra política y literaria (1911),<br />
se echa de menos un estudio mayor de su<br />
pensamiento en Las ideas en Cuba, y sorprende su<br />
casi total ausencia en La filosofía en Cuba (Vitier:<br />
2002, s.p.),<br />
Luego añade: «Cinco años después, en su Martí, estudio<br />
integral […] reconoció su error» (Vitier: 2002,<br />
s.p.). Por ello incorpora en esta edición, como filial<br />
enmienda, el capítulo XVI de dicho estudio integral,<br />
a manera de Anexo.<br />
Del padre también recibió otro regalo del espíritu<br />
que lo marcaría en sus primeros años de juventud<br />
y acaso más allá:<br />
El librito azul, […] que le había<br />
revelado un mundo radiante y<br />
coherente, donde cada cosa,<br />
distinta y única, sin mezcla de<br />
caos, estaba en su lúcido lugar.<br />
[…] El librito azul empastado en<br />
azul y negro, la Segunda Antología<br />
Poética de Juan Ramón Jiménez,<br />
parecía un talismán sobre la mesa<br />
construida por el abuelo carpintero.<br />
(Vitier: 2002a: 38-39)<br />
Cuando en 1936 llega el andaluz a<br />
La Habana, la poesía suya y él mismo<br />
se convierten en «la atmósfera<br />
ideal» de la vida de Cintio Vitier.<br />
Años después diría el autor de Luz<br />
ya sueño, cuaderno poético al que<br />
regalaría el propio J. R. Jiménez un<br />
sentido autógrafo, que Fina García Marruz y él se<br />
hicieron novios en Juan Ramón. Fina se había leído<br />
de este poeta, antes de su llegada a La Habana,<br />
«aquel libro grande, Canción, de tapas de un oro<br />
nuevo» (García Marruz, 2008: [57]).<br />
A este segundo maestro de su vida le dedicaría<br />
Cintio muy elogiosas palabras siempre que hablara<br />
de él. Así en «Gloria a Juan Ramón», en que escribe:<br />
«Porque Juan Ramón Jiménez fue, mucho<br />
más allá de la literatura, de las influencias y de la<br />
pobre historia de lo que hayamos escrito, nuestro<br />
padre poético cabal, el que nos abrió las puertas<br />
reales de la vida» (Vitier, 2001: 64).<br />
Por esos mismos años también se hallaba en La<br />
Habana María Zambrano, la discípula de Ortega y<br />
Gasset. A esta filósofa, igualmente andaluza, le oyó<br />
Vitier muy enjundiosas lecciones, de las que recuerda<br />
en su memoria-novela De Peña Pobre (1980), 1<br />
el Nacimiento y desarrollo de la idea de la libertad, de<br />
Descartes a Hegel (La Habana, ¿1944?), y en la que<br />
agudamente muestra su estampa:<br />
La voz lejanísima, […] la voz más hecha de silencio<br />
que de sonido, la voz sibilina de sirena interior de<br />
la profesora andaluza, peregrina de la guerra civil<br />
española, sacaba la filosofía del marco didáctico<br />
para mostrarla viva […] No sólo en ella se aliaban<br />
sentir y pensar, sino también creer y pensar, pensar<br />
y sufrir. (Vitier, 2002a: 53-54)<br />
Muchas otras enseñanzas recibiría de María<br />
Zambrano, pero una de las más indelebles y directas<br />
fue la que, a raíz de la publicación de su antología<br />
Diez poetas cubanos (1948), publicara la profesora<br />
andaluza bajo el título de «La Cuba secreta» en<br />
Orígenes, el mismo año de 1948. De este ensayo cita<br />
Vitier un fragmento en las páginas finales de Lo<br />
cubano en la poesía (1958) como una verdad felizmente<br />
encontrada e irrefutable, y años después<br />
diría que llegó a ser para él «la segunda página más<br />
esencial de Orígenes» (Vitier, 2001: 502), luego de<br />
«Secularidad de José Martí», de José Lezama Lima.<br />
Para no decir más, así de influyente fue María<br />
Zambrano en los ensayos de Cintio, que se les ve el<br />
mismo entrelazamiento de filosofía y poesía que<br />
solía exhibir la española. 2 Por supuesto, otras influencias,<br />
como las coterráneas, llevaría en la mano<br />
Cintio Vitier al escribir en este género: las de<br />
Medardo Vitier, Fina García Marruz<br />
y José Lezama Lima, y acaso las de<br />
Fernando Ortiz y Jorge Mañach, para<br />
solo nombrar a algunos de los más<br />
sobresalientes. A este último, el autor<br />
de Sedienta cita (1943) tuvo la suerte<br />
de escucharle un Curso de filosofía<br />
en la Universidad de La Habana.<br />
De Mañach recuerda Vitier:<br />
El nuevo profesor parecía estar<br />
estrenándolo todo: la cátedra recién<br />
ganada en buena lid, el repertorio de<br />
explicaciones del ser, la dicción<br />
apretada, veteada de inflexiones<br />
catalanas y sajonas, el traje de dril<br />
ajustado al torso ágil, los espejuelos<br />
destellantes sobre la nariz aquilina,<br />
la frente huesuda, los labios escépticos<br />
bajo el bigote tan cuidado como<br />
la corbata sobria. (Vitier: 2002a: 50)<br />
Poco más o menos estos fueron los primeros años<br />
de aprendizaje de Cintio Vitier, en los que no faltaron<br />
las trivialidades: «las dos Escuelas en que […]<br />
se había matriculado: descreída y cínica la de Derecho,<br />
con sus clases espesas y aburridas […] más<br />
ingenua y «filomática» la de Filosofía y Letras,<br />
aunque de clases no menos aburridas» (Vitier,<br />
2002a: 42-43). También tuvo que trabajar el poeta,<br />
primero como mecanógrafo en el Consejo Corporativo<br />
agregado al Ministerio de Educación, y luego<br />
como profesor de francés en la Escuela Normal<br />
de Maestros de La Habana.<br />
Hasta que se convirtieron sus palabras, sin dejar<br />
de llevar en sí lo mejor de sus maestros, en<br />
verdaderas Lecciones, cuando en 1958 aparecie-<br />
5<br />
Licenciado en Letras<br />
(2009) con una tesina<br />
sobre Ese sol del<br />
mundo moral, de Cintio<br />
Vitier. Ha comenzado a<br />
trabajar en <strong>Revolución</strong><br />
y <strong>Cultura</strong>.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Cintio Vitier y Fina<br />
García Marruz<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 6<br />
ra el libro tan polémico como fundacional de Lo<br />
cubano en la poesía. Pero antes, y también a la<br />
par, el poeta tiene una experiencia, o acaso vale<br />
decir con él, una aventura que lo marcaría vitaliciamente:<br />
la aventura de Orígenes.<br />
En este punto, la vida de Cintio Vitier en vez de<br />
alargarse como un camino, sin dejar de serlo, se<br />
ensancha como un horizonte. Allí, junto a la<br />
amistad consolidada de Eliseo Diego, a quien<br />
conocía desde los catorce años, y a la especial<br />
de Fina García Marruz, afianza las de José<br />
Lezama Lima, Gastón Baquero, Ángel Gaztelu,<br />
Octavio Smith, Virgilio Piñera, Lorenzo García<br />
Vega y Justo Rodríguez Santos. Precisamente de<br />
este grupo de diez autores, incluyéndose él mismo,<br />
fue del que Cintio realizó la antología Diez<br />
poetas cubanos. Ese acto le reveló al país, y quizá<br />
a los mismos poetas, el surgimiento de un grupo,<br />
el de Orígenes, así llamado por la revista homónima<br />
que circuló de 1944 a 1956, aunque<br />
muchos de estos poetas eventualmente por separado<br />
o juntos, habían marcado ya una estela<br />
en las publicaciones de Verbum, Espuela de Plata,<br />
Nadie Parecía, Clavileño y Poeta; que no fue la misma,<br />
es cierto, que la de Orígenes.<br />
Más allá de la larga historia que pueda hacerse<br />
de este Grupo, vale esta vez citar las palabras<br />
que en el Coloquio Internacional «Cincuentenario<br />
de Orígenes» pronunciara Cintio Vitier<br />
después de haber dicho: «Permítaseme ahora algunos<br />
esbozos, reflexiones y aforismos sobre el<br />
taller que la memoria visita en su esperanza»<br />
(Vitier, 2001: 498), y que pueden ser resumidas<br />
en los dos párrafos siguientes, de los que el primero<br />
recuerda esa especie de «pequeño taller de<br />
linotipistas, cajistas y maquinistas de Teniente<br />
Rey 15, con sus ruidos, voces, olores, penumbras<br />
y trasluces cariñosos. Con su ritmo: el ritmo<br />
del taller (alegre y avivado también con<br />
pastelillos y cerveza, fraternidad de obreros y<br />
escritores) que era esencial para y en Orígenes»<br />
(Vitier, 2001: 499). El segundo dice «Orígenes es<br />
el único lugar en que a Fina y a mí nos ha gustado<br />
de veras publicar, el único espacio en que<br />
nos parecía que la «publicación» no rompía el<br />
silencio, o como si uno pudiera salir a lo exterior<br />
misterioso sin salir de la casa. Era la casa<br />
de nuestra expresión» (Vitier, 2001: 501).<br />
Más allá de la historia está, en los más notables<br />
integrantes de Orígenes, la sosegada paz de haber<br />
concretado un destino poético.<br />
Cuando en el transcurrir de los años, por azares<br />
económicos y otros que no vienen al caso, acabe<br />
esta experiencia conjunta en 1956, Cintio<br />
Vitier podrá seguir ostentando, sin embargo, muchos<br />
de los frutos que cultivó dentro de ella.<br />
Uno de estos será la amistad de Lezama Lima,<br />
que tendrá expansiones en el terreno de la literatura.<br />
Una de las primeras sobreviene incluso<br />
antes de la conformación de Orígenes, cuando<br />
en enero de 1939, el autor de Muerte de Narciso<br />
(1937) le dirige un carta en que le escribe: «Ya va<br />
siendo hora de que todos nos empeñemos en una<br />
Economía Astrológica, en una Meteorología habanera<br />
para uso de descarriados y poetas, en<br />
una Teleología insular, en algo de veras grande<br />
y nutridor» (Vitier, 2001: 419). Como comenta<br />
Cintio, con estas palabras Lezama, dejando a<br />
un lado el humorismo de frases como «Meteorología<br />
habanera», apuntaba al intento de restauración<br />
de la finalidad (la teleología) en la República,<br />
«desde los predios de la creación poética»<br />
(Vitier, 2001: 419).<br />
Aquel fue el primer impulso, de quien podía hacerlo,<br />
a lo que sería un anhelo largamente soñado<br />
y finalmente logrado en 1958: Lo cubano en<br />
la poesía. Antes probablemente le habían impulsado<br />
ya, aunque por otros caminos y no precisamente<br />
el de la poesía, Jorge Mañach con sus<br />
ensayos Indagación del choteo (1928) e Historia y<br />
estilo (1944); Fernando Ortiz con sus estudios<br />
antropológicos, en particular, Contrapunteo cubano<br />
del tabaco y el azúcar (1940); y Medardo Vitier,<br />
sobre todo con Las ideas en Cuba (1938). Pero de<br />
seguro las palabras de Lezama significaron la<br />
mano de apoyo amiga, el destello de luz inicial<br />
que respaldaría la hazaña de descubrir, desde la<br />
poesía, un país invisible, que, sin embargo, estaba<br />
delante de los ojos de cada cual, y que a pesar<br />
de la turbamulta política de la época, era<br />
posible y preciso salvar.<br />
Otra de las secretas expansiones de la amistad<br />
de Lezama en Vitier también le llega a través de<br />
una carta. Se trata de la que le escribe Lezama<br />
en 1947, y sobre todo, de las siguientes líneas:<br />
«Está Ud. tocando una poesía donde la novela<br />
tendrá que ir a buscar la otra realidad. Ya se lo<br />
he dicho en otra ocasión, ahora Ud. ofrece esa<br />
novela: De Peña Pobre» (Vitier, 2001: 427). A lo<br />
que dice Cintio:<br />
Juro, si hace falta, que tenía olvidadas tales<br />
palabras cuando, meses después de la muerte<br />
de Lezama, en noviembre de 1976, empecé a<br />
escribir mi memoria-novela De Peña Pobre […]<br />
Y me asombró, no sólo el anuncio, casi treinta<br />
años atrás, del título de la novela que nunca<br />
pensé escribir, sino también las correspondencias<br />
simbólicas y hasta literales de algunos<br />
contenidos de esa memoria-novela con<br />
las palabras de la carta. (Vitier, 2001: 427)<br />
Una de las últimas expansiones lezamianas hacia<br />
Cintio Vitier, dentro de la literatura, parece más
una concurrencia complementaria de ideas: si Lezama<br />
había emprendido lo que él llamó el «Curso<br />
Délfico», con los textos de «todo Platón, Rilke y<br />
Dostoyevski. Los cantos de Maldoror, de Lautrémont,<br />
Conversaciones con Goethe, de Eckerman» (Lezama,<br />
2001: 163), en esencia, lo mejor de la cultura universal<br />
(y no solo las obras maestras), Cintio Vitier<br />
abogó vehementemente, en el año de 1994, por una<br />
especie de cursos martianos, con los que esperaba<br />
realizar un trabajo de salvación en los «cubanos a<br />
quienes la palabra de Martí no ha llegado» (Vitier,<br />
1999: 149).<br />
Estas palabras las pronunciaba bajo el título de<br />
«Martí en la hora actual de Cuba», con motivo del<br />
«éxodo masivo» de 1994, a las que añadía:<br />
¿Parece mucho pedir, mucho esperar? Probemos la<br />
esperanza; sistematicemos, sin burocracia pedagógica,<br />
la invencible esperanza; hagamos el experimento<br />
de una formación martiana que vaya desde<br />
el Círculo Infantil hasta las especialidades universitarias,<br />
y que sólo termine con la vida. En esta<br />
hora de Cuba […] no creo que tengamos más segura<br />
tabla de salvación nacional. (Vitier, 1999: 152)<br />
Esta fue la génesis de los cuatro Cuadernos martianos,<br />
que un año después de pronunciadas estas palabras,<br />
en 1995, se empezarían a publicar bajo el auspicio y<br />
selección de Cintio Vitier. Cuatro, porque, como quería<br />
el propio Cintio, la «formación martiana» se desarrollaría<br />
a lo largo de los cuatro niveles de enseñanza.<br />
Pero esto sería mucho después, puesto que Cintio se<br />
hallaba en 1958, año que marca un hito en su obra,<br />
publicando la antología Vísperas, reunión de todos sus<br />
cuadernos poéticos desde el 38. Por esta misma década<br />
del 50 el poeta se había convertido al cristianismo.<br />
En «El violín», conferencia autobiográfica, dejó constancia<br />
de ello cuando reflexionó: «el cristianismo y<br />
más el cristianismo del converso, no es la serenidad<br />
sino precisamente la Pasión, […] el descubrirse de pronto<br />
expuesto a la mirada de la justicia» (Vitier, 1997:<br />
204). Poco después de esta conversión personal, experimentaría<br />
Vitier la general del país en 1959; y de inmediato<br />
se integraría a la <strong>Revolución</strong> social:<br />
En enero del 59 redacté el documento de adhesión<br />
de los intelectuales y artistas cubanos a la Revo-<br />
lución, y empecé a dirigir la Nueva <strong>Revista</strong> Cubana,<br />
de la Dirección de <strong>Cultura</strong> del Ministerio de<br />
Educación […] En 1962 publiqué la edición crítica<br />
y facsimilar de Espejo de paciencia […] En abril de<br />
1969 participé en la recogida de tabaco cerca de<br />
Alquízar y en noviembre del mismo año, en el<br />
corte de caña para el central Habana Libre. 3<br />
No temía pues, las contradicciones doctrinales,<br />
aparentes o no, entre su fe y la acción revolucionaria.<br />
Como él mismo diría: «Al llegar, como un rayo de<br />
otra fe, la revelación épico-histórica, arrasadoramente<br />
popular, del primero de enero del 59, pareció que cielo<br />
y tierra se unían para enseñarnos el rostro de la<br />
Patria terrenal y celeste» (Vitier, 1997: 210).<br />
Es entonces, en el período revolucionario, que su<br />
consagración a la Patria es definitiva, y cuando su<br />
poesía se allega más a «los hechos públicos desde<br />
el fondo del corazón» (Vitier, 1997: 210). Precisamente<br />
la conjunción de estas dos sustancias acrece<br />
en Cintio la pasión por José Martí, sumo poeta y<br />
héroe señero. Si antes le había dedicado la «Lección»<br />
cenital de Lo cubano en la poesía: «El arribo a la<br />
plenitud del espíritu», y acertadísimas críticas literarias,<br />
a partir de este momento Martí aparecería<br />
dentro de su obra en la unidad de ambas esferas:<br />
la poética y la política. De ello dan fe sus Temas<br />
martianos (1969) y Temas martianos. Segunda serie<br />
(1982), los dos en colaboración con Fina García<br />
Marruz. También lo testimonian su fundamental<br />
ensayo Ese sol del mundo moral (1996), 4 por supuesto,<br />
los cuatro Cuadernos martianos (1995-1997), y<br />
muchos de los textos recogidos en Resistencia y Libertad<br />
(1999). Y por otro lado, la inauguración por<br />
parte suya y de Fina García Marruz de la Sala Martí<br />
en la Biblioteca Nacional el 28 de enero de 1968; el<br />
trabajo de ambos en el Centro de Estudios Martianos<br />
a partir de julio de 1977, fecha en que fue<br />
creado, y en el que sobresale el proyecto de la edición<br />
crítica de las Obras completas de José Martí, del<br />
que, junto a Emilio de Armas, dieron una primicia<br />
en: Poesía completa. Edición crítica (1985).<br />
Seguramente José Martí, aunque fuese solo en una<br />
referencia nutricia, alentó en Cintio Vitier algunos<br />
otros textos –como Rescate de Zenea (1987)– de los<br />
muchos que el autor escribió, o compiló de su creación<br />
anterior, durante la <strong>Revolución</strong>: Poética (1961),<br />
Testimonios (1968), Crítica sucesiva (1971), Flor oculta<br />
de la poesía cubana (1978), en colaboración con F.<br />
García Marruz nuevamente, Crítica cubana (1988),<br />
Nupcias (1993), Poesía (1998), Fe, Patria y Poesía (2004),<br />
entre otros.<br />
Por esto, debió de ser aquella velada en que le entregaron<br />
la Orden Nacional José Martí una de las<br />
más felizmente gratas. En las palabras de agradecimiento<br />
anotó una verdad que era también su credo:<br />
«el mandato martiano ha pasado por todas las<br />
pruebas posibles y siempre ha respondido como<br />
fundación y como futuridad invulnerables. Él es el<br />
a priori vital y la teleología sin fin de la Patria» (Vitier,<br />
2002b: 156).<br />
De haberlo conocido Martí –frase que a Cintio le<br />
gustaba repetir, al hablar de Martínez Villena o de<br />
Mella– el Apóstol habría dedicado a Vitier estas<br />
palabras:<br />
7<br />
Cintio Vitier y<br />
Ricardo Alarcón<br />
de Quesada<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 8<br />
Y es que cuando un hombre grandioso desaparece<br />
de la tierra, deja tras de sí claridad pura, y apetito<br />
de paz, y odio de ruidos. Templo semeja el Universo<br />
[…] Se vive como a la luz de una estrella, y<br />
como sentado en llano de flores blancas. Una<br />
lumbre pálida y fresca llena la silenciosa inmensa<br />
atmósfera.<br />
[…]<br />
La muerte de un justo es una fiesta, en que la<br />
tierra toda se sienta a ver como se abre el cielo.<br />
(OC, XIII: [17])<br />
NOTAS<br />
1 Esta novela tiene una edición mexicana anterior, de 1975.<br />
2 Precisamente uno de los libros de María Zambrano lleva por título<br />
Filosofía y poesía (1939).<br />
3 Fragmento de la entrevista concedida a Ciro Bianchi Ross por Cintio Vitier,<br />
citada por Pedro de la Hoz en el periódico Granma, del 2 de octubre de 2009.<br />
4 Este libro tuvo una edición mexicana anterior, de 1975 exactamente.<br />
BIBLIOGRAFÍA CITADA<br />
García Marruz, Fina: «Juan Ramón» en Ensayos, La Habana: Ed. Letras<br />
Cubanas, 2008.<br />
Lezama Lima, José: «Asedio a Lezama Lima» (Entrevista de Ciro Bianchi Ross)<br />
en Diarios, La Habana: Ediciones UNIÓN, 2001.<br />
Martí, José: «Emerson» en Obras Completas, La Habana: Ed. Ciencias Sociales,<br />
1975.<br />
Vitier, Cintio: «Homenaje a Juan Ramón Jiménez» en Poética, Obras 1, La<br />
Habana: Ed. Letras Cubanas, 1997.<br />
————: «El violín» en Poética, Obras 1, La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1997.<br />
————: «Martí en la hora actual de Cuba» en Resistencia y Libertad, La<br />
Habana: Ediciones UNIÓN, 1999.<br />
————: «Gloria a Juan Ramón» en Crítica 2. Obras 4, La Habana: Ed. Letras<br />
Cubanas, 2001.<br />
————: «De las cartas que me envió Lezama» en Crítica 2 . Obras 4, La Habana:<br />
Ed. Letras Cubanas, 2001.<br />
————: «Coloquio Internacional “Cincuentenario de Orígenes”» en Crítica 2 .<br />
Obras 4, La Habana: Ed. Letras Cubanas, 2001.<br />
————: «Palabras liminares» en Medardo Vitier, Las ideas en Cuba. La filosofía<br />
en Cuba, La Habana: Ed. Ciencias Sociales, 2002.<br />
————: (2002 b): «De Peña Pobre» en Narrativa. Obras 5, La Habana: La<br />
Habana: Ed. Letras Cubanas, 2002.<br />
————: (2002 c): «La <strong>Revolución</strong> ha sido y es el horizonte de todos nuestros<br />
caminos» en <strong>Revista</strong> de la BNJM, año 93, n. 3-4, julio-diciembre de 2002.<br />
La sociedad siempre trata, de un modo o de otro,<br />
de aplastarte, trata de controlarte…<br />
Pedro Juan Gutiérrez<br />
Acaso sea «La muerte y la brújula», el relato<br />
de Jorge Luis Borges que mejor nos ilustra<br />
la estrategia del libro como trampa, pues<br />
es la historia de un asesino que utiliza un libro<br />
para atrapar a un lector. En el ensayo de Nara<br />
Araújo, La isla de Cuba: viaje, imagen y deseo, 1 se<br />
refieren una serie de textos que de algún modo reproducen<br />
–para los lectores extranjeros–, la idea<br />
borgeana (de Scharlach) de la lectura como trampa;<br />
libros en los que se promete una imagen de<br />
Cuba como icono, es decir, de la isla como un codiciado<br />
y siempre ya imposible objeto de deseo. Tal<br />
es el caso del relato de viaje de la sueca Frederika<br />
Bremer, Cartas desde Cuba, del inglés Walter<br />
Goodman, La perla de las Antillas. Un artista en Cuba,<br />
así como de los estadounidenses Samuel Hazard,<br />
Cuba a pluma y lápiz, y Joseh Hergesheimer, San Cristóbal<br />
de La Habana. Publicados los tres primeros en<br />
el siglo XIX y el último, en la segunda década del<br />
siglo pasado, contribuyen al diseño de una Cuba<br />
romántica.<br />
La Isla es entonces, el objeto del deseo imperial:<br />
icono y promesa por excelencia, concentración<br />
hiperestésica. Pero, a la vez que esto ocurre, comienza<br />
a saberse de la existencia de libros que<br />
narran otra realidad: he seleccionado sólo dos<br />
de ellos, el primero es Memorias de una isla, de<br />
Calvert Casey, mientras que el segundo es Trilogía<br />
sucia de La Habana, de Pedro Juan Gutiérrez. Este<br />
último no fue publicado en Cuba, y circula de<br />
manera clandestina, al tiempo que pertenece a<br />
un gabinete mayor de lecturas. Ahí están Hombres<br />
sin mujer, novela de Carlos Montenegro, y<br />
algunos entre los mejores relatos de Reinaldo<br />
Arenas y Carlos Victoria –por sólo mencionar<br />
ejemplos notables–, donde también hay necesidad<br />
de contar otra historia, la «real», lo que se<br />
opone al espejismo. Hay pues –en esa difracción<br />
entre realidad y espejismo– una teoría de la escritura<br />
que trae implícita toda una hipótesis<br />
sobre la literatura. En el caso de Pedro Juan<br />
Gutiérrez y su Trilogía sucia de La Habana, la escritura<br />
retoma la más pura fabulación catóptrica<br />
–y allí radica su complot–: en la estrategia de<br />
mostrarnos la Historia desde su reverso, esto<br />
es, un sacar a la luz lo sucio y lo oculto.<br />
Cuando a propósito de «Hacia una comprensión<br />
total del siglo XIX», de Calvert Casey, Víctor<br />
Fowler apunta que «la propuesta de una nueva<br />
escritura que nos hace Casey se vale de continuo<br />
de la metáfora de la mirada como si los<br />
textos pudiesen ser divididos, según la intención<br />
o limitación de quien escribe, en el grupo<br />
de los que se deciden a “ver” y los que ocultan en<br />
su escritura lo que observan», 2 el ensayista confirma<br />
la sospecha de una antiquísima relación<br />
entre escritura y espejismo, pues con frecuencia<br />
la escritura –como el espejo del El jardín de las<br />
delicias, de Jerónimo Bosch–, oculta al pavoroso
Pedro Juan<br />
Gutiérrez:<br />
El texto<br />
prohibido<br />
Gilberto Padilla Cárdenas<br />
rostro del demonio en el lozano cutis de la dama. Y<br />
ese «secreto», donde una frase niega otras, impide<br />
otras, contradice o reprime otras escrituras, ostenta<br />
la diabólica esencia del espejo, pues ¿qué es<br />
reflectere sino reflejar, enviar hacia atrás, o bien<br />
–parafraseo a Borges–, copiar la ficción de las cosas?<br />
Y tal vez podamos pensar que ese «atrás» implica<br />
una duplicidad, una mímesis, pero narrar es<br />
siempre un simulacro, un ejercicio de selección y<br />
exclusión, pues la escritura y su realización, el texto,<br />
paradójicamente, al mostrar, oculta, miente. Y<br />
«ese segundo grupo de los que mienten» –nos dice<br />
Fowler a propósito de los autores que encubren en<br />
su escritura lo que observan–, «muestra su calidad<br />
simbólica desde que aprendemos que su lista<br />
de miembros es casi idéntica a la de lo más destacado<br />
de la cultura colonial nuestra: Heredia, Miahle,<br />
Landaluce, Villaverde, Meza, la Condesa de Merlín,<br />
los dos Betancourt, la Avellaneda, Hazard, Valdivia<br />
y Fornaris…» 3<br />
Así, cuando desde esa ciudad letrada se postula un<br />
canon –recordemos que esa postulación se resuelve<br />
como estructura histórica y normativa de un<br />
habitus–, las Bellas Artes –como diría Panero en Palabras<br />
de un asesino–, pueden ser consideradas como<br />
un asesinato, pues este, como la memoria, sucede<br />
cuando algo desaparece, cuando se pierde de vista<br />
y ya no existe, al menos de una forma patente, tiene<br />
existencia secreta. Luego, las Bellas Artes –y<br />
acaso más arduamente las Bellas Letras–, legitimadas<br />
y salvaguardadas, en el centro de toda ciudad,<br />
por un anillo protector del poder y ejecutor de<br />
9<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 10<br />
sus órdenes, cuando se sitúan en<br />
el decir más puro, entonces son<br />
el asesinato de las cosas. La estrategia<br />
de un libro como Trilogía<br />
sucia de La Habana, consiste precisamente<br />
en posicionarse en el<br />
«afuera», esto es –como diría Michel<br />
Foucault–, escapar al modo<br />
de ser habitual del discurso, para<br />
que sea justamente esa condición<br />
«disidente», por tanto garante<br />
del divorcio entre escritura y<br />
poder –como ciudad letrada y como<br />
Estado–, aquello que certifica su<br />
valor, pues los relatos, las novelas,<br />
los libros prohibidos, dicen<br />
–por antonomasia–, cómo es lo<br />
real. Se trataría entonces de percibir<br />
una tensión entre Estado y<br />
relato e incluso entre lectura y<br />
verdad estatal.<br />
Esa condición «subversiva» desorienta<br />
al lector, que no puede dejar de leer el texto<br />
bajo un efecto-ideología, es decir, con el binóculo de<br />
Freud: leer lo que la obra calla a través de lo que<br />
ella muestra. En su ensayo, «Texto e ideología: para<br />
una poética de la norma», 4 Philippe Hamon, rescribiendo<br />
una idea de Greimas, señala los dos ejes<br />
de posibilidades de dicho efecto-ideología, esto es,<br />
paradigmática y sintagmáticamente. Según Hamon,<br />
existe una dimensión paradigmática en la<br />
que el texto distribuye marcas y valores discriminadores<br />
estables que forman sistema, es decir,<br />
axiologías. Así, en Trilogía sucia de La Habana, es notable<br />
–por solo poner un ejemplo–, la percepción<br />
sexualizada del cuerpo de los negros, casi siempre<br />
«llenos de fibras, y músculos, con muy poca grasa,<br />
y una piel limpia, sin granos»; 5 la negra, «insaciable<br />
(…). Maravillosa. Es un prodigio de la Naturaleza»<br />
(«Estrellas y pendejos», p. 135), mientras los<br />
negros, «de grandes pingas –como en las revistas–<br />
templándose a unas rubias noruegas enormes y<br />
macizas, como odaliscas de Rubens» («Mucho ruido<br />
alrededor», p. 185).<br />
Bajo este tipo de imaginación hipostasiada entre<br />
lo idílico y lo abyecto, el Caribe ha ido –como en su<br />
momento lo hizo bajo la óptica colombina–, participando<br />
de un complejo proceso de alegorización<br />
cultural –quizás reminiscencia de la teratología–<br />
que se articula primordialmente, en la escritura,<br />
por medio de la sublimación de dos discursos fundamentales:<br />
el uno biológico, que tiene que ver con<br />
la fisiología; el otro teológico, que tiene que ver con<br />
el comportamiento y la moral. El primero se edifica<br />
sobre la transferencia, el deseo proyectado en el<br />
cuerpo, y establece una identificación –como antaño<br />
lo hiciera Cristóbal Colón en su tercer viaje–<br />
entre lo geográfico y lo corporal, bajo cuya égida es<br />
posible entender al Caribe como un espacio entre<br />
la vagina dentada de los antiguos: «Tú no sabes la<br />
fuerza que tiene este bollo mío. Hala más que un<br />
tractor» («Mucho ruido alrededor», p. 184), y el pene<br />
apotropeico: 6 «No era una pinga. Era un animal<br />
negro, gordo y salvaje (…) El tipo se sacaba aquel<br />
monstruo (…) y lo mostraba muy orondo, compla-<br />
cido de la admiración que causaba» («El bobo de la<br />
fábrica», p. 200). Mientras que el segundo –más bien<br />
ideológico–, se articula sobre las pulsiones del vicio<br />
y lo lascivo. Ambos, el cuerpo como espacio y el<br />
cuerpo como conducta –lasciva–, conforman la escritura<br />
axiológica, el bestseller.<br />
Existe también –retomando a Hamon–, una dimensión<br />
sintagmática en la que el texto encarna modelos<br />
que aparecen como potencialidades de procesos<br />
semióticos. En el caso de Trilogía sucia de La Habana,<br />
Pedro Juan opta por «el pacto autobiográfico: un protagonista<br />
que narra en primera persona y que se le<br />
acerca tanto biográficamente que llega a usufructuar<br />
su nombre. La estrategia contribuye a tejer la<br />
confusión entre verdad y ficción, entre personaje y<br />
autor real», 7 y el texto ostenta –adicionalmente–, una<br />
especie de «ley de distinción», basada en la falacia<br />
del estilo como grado cero, esto es, entre otras cosas,<br />
sin una difracción.<br />
Comencemos por dos proposiciones: que la idea<br />
del estilo como grado cero, en Pedro Juan<br />
Gutiérrez, consiste precisamente en la simulación<br />
de un no-estilo; y que existe un enlace entre<br />
la simulación de ese no-estilo y la escritura<br />
axiológica. Pensemos, por ejemplo, en uno de los<br />
dispositivos utilizados por la escritura en la simulación<br />
de su grado cero: la retórica, o acaso<br />
más ciertamente, la antirretórica. La primera se<br />
muestra tradicionalmente suspendida entre los<br />
intereses del Estado y la ideología, siendo la agente<br />
de la difracción, mientras que la segunda, se<br />
concibe a sí misma como contrapoder, esto es,<br />
en el «afuera» como posicionalidad. En el caso de<br />
Trilogía…, Pedro Juan opta por lo segundo para crear<br />
la ilusión de un lenguaje desnudo y ob/sceno que<br />
conduzca al lector fuera de la representación «oficial»<br />
de la realidad (léase, fuera de la representación<br />
hecha desde el poder) para adentrarlo en otra,<br />
ilegible o tradicionalmente vedada, que le propicie<br />
la condición de partenaire activo de la comunicación,<br />
por cuanto lo dicho en el texto, es dicho para<br />
él. Luego, no es que no haya un estilo en Pedro<br />
Juan Gutiérrez –que sí lo hay, y está determinado<br />
fundamentalmente por la poca adjetivación, la<br />
sintaxis sincopada y del punto y seguido, así como<br />
por el uso de determinados dispositivos de enunciación,<br />
que desde las palabras sucias, el cuerpo y<br />
lo escatológico, privilegian modos de narrar-leer<br />
«reprimidos», sedimentados en la cultura subalterna–,<br />
sino que su estrategia consiste precisamente<br />
en articular la falacia de un no-estilo garante<br />
del “realismo (crudo) que se propone a sí mismo<br />
como el intérprete adecuado de nuestro tiempo”, 8<br />
y que termina por instituir una escritura axiológica<br />
donde la referencia fenomenalizada –dada a la vez<br />
como descripción y como juicio–, no tiene más remedio<br />
que ser aberrante, y producir aberraciones<br />
ideológicas, es decir nuevas axiologías. Así, razón<br />
tenía Ricardo Piglia cuando en su ensayo «Teoría<br />
del complot», afirmaba: “Estado y complot vienen<br />
juntos. Los mecanismos del poder y del contrapoder<br />
se anudan”. 9 Luego, si aplicamos dicha lógica a lo<br />
anterior, es posible avistar en la falacia del estilo<br />
como grado cero, también aquella condición que<br />
Aristóteles notaba en la retórica: la facultad de
descubrir especulativamente lo que, en cada caso,<br />
puede ser propio para persuadir. Entonces, cuando<br />
en La escritura y el silencio, Roland Barthes plantea<br />
que la escritura en su grado cero es en el fondo<br />
una escritura indicativa o amodal, por cuanto está<br />
hecha precisamente de la búsqueda de un no-estilo,<br />
acaso nos revele el primer argumento fehaciente<br />
de la Literatura contra sí misma, pero también<br />
un complot: «si verdaderamente la escritura<br />
es neutra […], entonces la Literatura está vencida,<br />
[…] el escritor es, sin vueltas, un hombre honesto»,<br />
10 y el relato censurado es entonces el espejo<br />
de la sociedad, esto es, la sociedad vista a<br />
través de los relatos, sin censuras ni prohibiciones.<br />
El escritor, al acceder a esta «verdad» –abyecta<br />
más que idílica–, y reproducirla, ejecuta un<br />
poder, se vuelve prisionero de una escritura<br />
axiológica, «la sociedad hace de su escritura un<br />
modo y lo devuelve prisionero de sus propios mitos<br />
formales». 11<br />
NOTAS<br />
1 Nara Araújo: «La isla de Cuba: viaje, imagen y deseo», en La Siempreviva, N.<br />
4 / junio de 2008, pp. 54-66.<br />
2 Víctor Fowler: «El siglo XIX de Casey y el proyecto de Ciclón», en Rupturas y<br />
homenajes, La Habana: Ediciones UNIÓN, 1998, p. 145.<br />
3 Ibídem, p. 142.<br />
4 Philippe Hamon: «Texto e ideología: para una poética de la norma», en<br />
Criterios, Tercera Época, No. 25-28, I-1989-XII-1990, pp. 66-94.<br />
5 Pedro Juan Gutiérrez: «Cosas nue vas en mi vida», en Trilogía sucia de La<br />
Habana, Barcelona: Ed. Anagrama, 1998. p. 10.<br />
6 De «apotrópeos», epíteto que daban los griegos a las divinidades invocadas<br />
por ellos cuando tenían recelos de alguna desgracia o accidente funesto.<br />
Según Freud, el miembro viril erecto tiene acción apotropeica pero a merced<br />
de otro mecanismo. Mostrar el pene significa decir: «No te temo, te desafío (el<br />
subrayado es mío); tengo un pene». Ver, Sigmund Freud: «La cabeza de<br />
Medusa», en Obras completas III, Madrid: Ed. Biblioteca Nueva, 1981, p.<br />
2697.<br />
7Jorge Fornet: Los nuevos paradigmas. Prólogo narrativo al siglo XXI, La Habana:<br />
Ed. Letras Cubanas, 2006, p. 111.<br />
En una muy lúcida reflexión, Jorge Fornet habla de<br />
una serie de escritores cubanos «desencantados»<br />
–nacidos generalmente a partir de 1959–, los cuales<br />
«realizan una especie de literatura post-revolucionaria<br />
o de la transición que, en no poca medida,<br />
parece obnubilada por los conflictos del presente».<br />
12 «Un autor como Pedro Juan Gutiérrez»<br />
–prosigue Fornet– «aunque nació en 1950, sería el<br />
caso extremo de esa narrativa que pasa por alto la<br />
propia existencia de la revolución. Su “ciclo de Centro<br />
Habana” se desarrolla en un mundo ya degradado,<br />
sin referencias previas y muy poco que lamentar,<br />
como no sea el espanto de la vida cotidiana».<br />
13 El complot de Pedro Juan Gutiérrez radica<br />
–precisamente–, en la utilización de esa elipsis<br />
como perturbación del horizonte de expectativas del<br />
lector, que tiende a leer el texto desde su<br />
performatividad política, es decir, como pedagogía<br />
de los valores de aquello –que en la escritura–, se<br />
da como praesentia in absentia: el Estado.<br />
8 Jorge Fornet: ob. cit., pp. 111-112, en la nota 33.<br />
9 Ricardo Piglia: «Teoría del complot», en Casa de las Américas, año XLVI, No.<br />
245, La Habana, octubre-diciembre de 2006, p. 33.<br />
10 Roland Barthes: El grado cero de la escritura, seguido de Nuevos ensayos<br />
críticos, México: Siglo XXI Editores, 1987, p. 80.<br />
11 Ídem.<br />
12 Jorge Fornet: ob. cit., pp. 90-91.<br />
13 Ibídem, p. 91, en la nota 26.<br />
11<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Carlos Velazco y<br />
Elizabeth Mirabal acaban<br />
de ganar el premio de<br />
ensayo artístico y<br />
literario Enrique José<br />
Varona de la UNEAC, por<br />
su libro Sobre los pasos<br />
del cronista. El quehacer<br />
intelectual de Guillermo<br />
Cabrera Infante en Cuba<br />
entre 1947 y 1965, uno<br />
de cuyos capítulos («Memorias<br />
de la primera<br />
cimemateca de Cuba»)<br />
se publicó en el No. 5-6<br />
de 2009 de R y C.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 12<br />
Grita «Devastación» y suelta a los perros<br />
de la guerra<br />
Shakespeare<br />
2010 amenaza con ser un año muy polémico, porque<br />
en algún momento de su curso será publicado en Cuba<br />
El hombre que amaba a los perros. Vale aclarar<br />
tres puntos de antemano: es un libro largo, es un libro<br />
triste, es un libro necesario. Se ha dicho y repetido (insistentemente)<br />
de la más reciente novela de Leonardo<br />
Padura: que trata sobre el asesinato de Liev Davídovich<br />
Bronstein (Trotski), que desarrolla tres líneas narrativas:<br />
la del propio Trotski, el más desconocido de los fundadores<br />
del Estado soviético; la del hombre que empuñó<br />
el piolet que acabó con su vida, Ramón Mercader del<br />
Río; y la de un personaje de ficción, Iván Cárdenas<br />
Maturell, a quien esperan las comparaciones con Mario<br />
Conde y Fernando Terry. El resultado: pocas son las<br />
personas que al participar en una conversación donde<br />
alguien hable «del último libro de Padura», no tengan<br />
ya algo que decir u opinar.<br />
La historia de cómo se escribió El hombre que amaba a<br />
los perros resulta tan apasionante como la novela misma.<br />
Durante cinco años, permaneció el autor sumergido<br />
en las catacumbas del siglo XX. Abarcó un largo trecho<br />
cronológico que comenzaba poco antes de la <strong>Revolución</strong><br />
de Octubre y trascendía la un día impensable desaparición<br />
de la Unión Soviética.<br />
En su empeño, Padura recreó paisajes disímiles que iban<br />
desde las Islas Prínkipo y el bosque de Fontainebleau, hasta<br />
la Cataluña de los años treinta y el Coyoacán de inicios<br />
de los cuarenta. Para el más grande proyecto literario que<br />
hasta entonces había enfrentado, se hizo de todo el material<br />
legal del juicio de Mercader, fue en busca de fuentes<br />
orales aún esquivas y leyó gran cantidad de las revelaciones<br />
divulgadas tras la apertura de los archivos de Moscú<br />
en la década del noventa.<br />
Publicada en el mes de septiembre por Tusquets Editores,<br />
al finalizar el año la novela se encontraba entre las más<br />
importantes aparecidas en España durante 2009. Se trata<br />
del regreso de cuatro individuos a quienes une el amor a<br />
los perros: Trotski, el Renegado que algunos se esforzaron<br />
por hacer desaparecer hasta del recuerdo (entonces se utilizaba<br />
la expresión «el basurero de la Historia»); Mercader,<br />
el enigmático asesino que ya al final de su vida se<br />
radicó en Cuba; Iván, el escritor cubano venido a menos<br />
que padece los avatares del pasado en ráfagas cada vez<br />
más intensas; y Leonardo Padura, cuyos lectores son capaces<br />
de inaugurar una cola de tres horas antes de la<br />
presentación de sus libros.<br />
El asesinato de Trotski<br />
contado (años después)<br />
por Leonardo Padura<br />
Carlos Velazco Fernández 1
A<br />
pesar de los distintos narradores y puntos de vista<br />
que se asumen para contar estas tres historias, es<br />
posible advertir un conjunto de líneas comunes<br />
que las enlazan más allá del amor que Ramón, Trotski e<br />
Iván puedan sentir por lo perros y la relación tripartita<br />
que se establece a destiempo entre víctima, verdugo y observador.<br />
¿Por qué le interesaba establecer ese juego que<br />
convierte al victimario también en víctima y unir por<br />
medio de la frustración a tres personajes de tan disímiles<br />
biografías?<br />
Quería la novela con una dimensión conceptual<br />
que abarcara no solo los episodios del asesinato de<br />
Trotski y la preparación de su verdugo, sino que<br />
también incluyera un fenómeno político, ideológico<br />
y sobre todo ético decisivo para la historia del<br />
siglo XX. De la <strong>Revolución</strong> de Octubre a la desaparición<br />
de la Unión Soviética, y después durante<br />
estos años que hemos vivido en Cuba, la utopía<br />
socialista ha tenido un desarrollo contradictorio,<br />
porque no ha fraguado lo que desde un punto de<br />
vista romántico se previó que fuese un experimento<br />
de sociedad nueva, comunista, en la cual todos<br />
los individuos tuvieran el máximo de libertad en<br />
el máximo de democracia. Porque esa es la esencia<br />
del sistema, del proyecto y no la existencia de una<br />
economía que funcione de acuerdo a determinadas<br />
leyes, o la permanencia de una estructura política<br />
partidista rectora. Pero no se consiguió, al<br />
contrario. Creo que el más grave problema de la<br />
utopía socialista en el siglo XX fue que se pervirtió<br />
el arbitrio individual de la persona y se puso en<br />
función de un proyecto colectivo dictado, concebido<br />
y ejecutado por personas que fueron asumiendo<br />
desde una posición de poder las posturas que le<br />
concernían a una clase obrera, un partido y la vanguardia<br />
hasta convertirse en un poder unipersonal.<br />
El estalinismo es la esencia de esa deformación. Se<br />
despojó de importancia la vida individual en función<br />
de un proyecto colectivo que fracasó pues ya<br />
no era revolucionario. Por lo tanto, no me era posi-<br />
Stalin, Lenin, Trotski... y Padura<br />
ble entender lo que había significado la defenestración<br />
de Trotski o la obsesión de Stalin por matar<br />
a Trotski o los métodos que se utilizaron para<br />
matarlo o el destino de este verdugo que también<br />
termina convirtiéndose en víctima, si no trazaba<br />
el arco que completaba la mirada desde una perspectiva<br />
cubana. Esta es una novela que solo un<br />
cubano podía concebirla. La experiencia que hemos<br />
vivido en estos años nos da la posibilidad de<br />
tener una mirada antes, durante y después de los<br />
acontecimientos. No obstante, no tuvimos noticias<br />
de esa historia a pesar de ser parte de ella.<br />
Fuimos tan parte de esa historia que Mercader vivió<br />
en Cuba y que la filosofía marxista de la cual<br />
Trotski fue uno de los teóricos principales ha sido<br />
la esencia del sistema cubano desde que se decretó<br />
el carácter socialista de la <strong>Revolución</strong>. Sin embargo,<br />
desconocemos las esencias de estos personajes,<br />
de estas situaciones que se produjeron alrededor<br />
de las vidas de estos hombres, pero sobre todo,<br />
ignoramos como esos procesos influían en las vidas<br />
de todos nosotros, porque nos afectaba, pero<br />
nunca supimos de qué manera, ni tuvimos los detalles<br />
de lo ocurrido en la Unión Soviética durante<br />
estos años alrededor de Trotski, y sobre todo alrededor<br />
de Stalin.<br />
El peso del estalinismo en la historia del siglo XX<br />
es sin dudas funesto, pero tremendo. La sociedad<br />
que se establece en la Unión Soviética a partir del<br />
año 1929 no es una sociedad marxista ni una sociedad<br />
leninista, es una sociedad estalinista que<br />
después se exporta al resto de los países que ponen<br />
en práctica economías y sistemas socialistas. Por<br />
lo tanto, tener una idea de qué cosa fue el estalinismo,<br />
que en esencia es el verdugo de esta historia<br />
y de la Historia (con hache mayúscula), creo<br />
que era muy importante.<br />
¿En qué casos la propia trama de la novela exigió que<br />
alterara la «realidad histórica»?<br />
Muy pocas veces. Cuando trabajo asuntos que tienen<br />
un trasfondo histórico real, trato de ser muy<br />
respetuoso. La realidad es antidramática. Tiene<br />
leyes, maneras de comportarse y de manifestarse,<br />
que no son las que se necesitan en un texto narrativo.<br />
La narrativa organiza la información, los<br />
acontecimientos, las biografías de los personajes,<br />
de una manera artística y dramática. Y la realidad<br />
los organiza como la vida. Pero yo trato de conservar<br />
(lo hice en La novela de mi vida, lo hago en Adiós,<br />
Hemingway y ahora en El hombre que amaba a los perros),<br />
los movimientos fundamentales de la realidad<br />
y la historia, para evitar que un posible juego<br />
dramático, le haga percibir a algún lector avezado<br />
una violación de los procesos históricos, una manipulación<br />
de la historia. No me refiero con esto a<br />
que no me preocupe la credibilidad o la verosimilitud,<br />
que es una necesidad puramente estética. Por<br />
supuesto que al escribir una novela, no un libro de<br />
historia, estoy manipulando la historia. Pero han<br />
de tenerse ciertos límites, como por ejemplo, no<br />
alterar la esencia de las cronologías, de los hechos<br />
que ocurrieron, o las interpretaciones históricas<br />
más probadas.<br />
13<br />
(1) Elizabeth<br />
Mirabal, de quien se<br />
publica en este<br />
dossier una<br />
entrevista a Zoia<br />
Barash (pág. 42 ss),<br />
coparticipó en la<br />
realización de esta<br />
entrevista.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Portada de la<br />
edición española<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 14<br />
En la novela, por ejemplo, se alude<br />
a un acontecimiento que sigue siendo<br />
no totalmente oscuro, pero sí<br />
discutible porque los protagonistas<br />
nunca revelaron nada y se desconocen<br />
los documentos relacionados<br />
con él. Se trata de la desaparición<br />
y el asesinato de Andreu Nin.<br />
Cuando toco este tema, lo hago desde<br />
la perspectiva de las últimas investigaciones,<br />
búsquedas históricas<br />
e incluso arqueológicas alrededor<br />
del asesinato de Nin, las cuales<br />
indican que fueron los asesores<br />
soviéticos con un grupo de comunistas<br />
españoles quienes lo ultimaron.<br />
El margen de error, de duda que<br />
pueda haber, no toca la esencia del problema, que<br />
ocurrió de la forma descrita. A lo mejor no menciono<br />
el nombre de un determinado personaje porque<br />
no es seguro que haya participado, pero la<br />
esencia del acontecimiento está respetada, a pesar<br />
de la ficción y la manipulación de los acontecimientos.<br />
No sé, por ejemplo, si realmente Mercader<br />
estuvo en las inmediaciones del asesinato de<br />
Nin, pero sí estoy seguro de que su mentor, Kotov,<br />
estuvo muy cerca. Por lo tanto, eso me hace pensar<br />
que tal vez Mercader pudo haber estado cerca y<br />
juego con esa posibilidad en la novela.<br />
¿Cuáles fueron las mayores dificultades que enfrentó al<br />
situar a verdaderos protagonistas de la historia como<br />
Trotski y Ramón Mercader como personajes principales de<br />
su novela?<br />
Esta no es una novela histórica, sino una novela<br />
sobre la historia porque está pensada como una<br />
trama que desde el presente se refiere a asuntos y<br />
personajes que son históricos. En el caso de Trotski,<br />
estuve pensando muchísimo si el personaje que<br />
iba a contar la historia podía ser su esposa, Natalia<br />
Sedova, uno de sus secretarios cercanos, o su nieto,<br />
Esteban (Sieva) Volkov, presente en Coyoacán<br />
en el momento del asesinato. Pero ninguno de estos<br />
personajes me podía dar la esencia exacta de<br />
como el hombre que se dedica a la política, la coloca<br />
por encima de todo. Esa era una actitud de<br />
Trotski que no quería perder, y por lo tanto, tuve<br />
que asumir a un personaje histórico muy biografiado<br />
y conocido. En el caso de Mercader fue mucho<br />
más fácil, porque su condición de personaje histórico<br />
la gana por ser el asesino de Trotski, pero fuera<br />
de eso es un hombre sin historia, y eso me permitió<br />
crearle toda una biografía a partir de determinados<br />
datos concretos que tenía sobre él, algunos<br />
incluso bastante discutibles. Hay momentos de su<br />
vida de los que no se sabe nada y tengo que ficcionarlos<br />
por completo. Por lo tanto, Mercader era mucho<br />
más amable en ese sentido. Lo importante de<br />
todo esto es que prevalece un contexto histórico<br />
muy aleccionador en torno a los años anteriores<br />
del asesinato. Se trataba de la década del 30, porque<br />
el exilio de Trotski se produce en el 1929 y su<br />
asesinato en 1940, y durante ese período se produce<br />
la perversión estalinista de la utopía del socialismo:<br />
comienzan los procesos de colectivización,<br />
la industrialización acelerada sobre la base del sufrimiento<br />
de millones de personas que murieron<br />
durante la construcción de canales entre un mar y<br />
otro absolutamente obsoletos, la época de los procesos<br />
judiciales de Moscú, de la Guerra Civil Española,<br />
del ascenso del fascismo en Alemania, de la<br />
perversión de la Internacional Comunista, en fin,<br />
toda una serie de acontecimientos históricos esenciales<br />
para el siglo XX. Incluso tengo que tocar la<br />
Segunda Guerra Mundial, una guerra cuyas características<br />
están asociadas a determinadas actitudes<br />
de Stalin: la represión de los altos oficiales del<br />
Ejército Rojo, sus pactos con Hitler, una política<br />
no sé si equivocada, indolente o intencionada que<br />
permitió el ascenso del fascismo en Alemania, al<br />
impedirle a la izquierda alemana pactar con el centro<br />
y evitar el ascenso de Hitler, al menos en ese<br />
momento y de la manera en que se produjo. Lo<br />
novelado es la relación que se establece entre estos<br />
personajes a partir, igual que en La novela de mi<br />
vida, de una teoría, un recurso narrativo que leí<br />
formulado por Alex Haley, el autor de Raíces. Él decía<br />
que los acontecimientos que contaba, no tuvieron<br />
que haber ocurrido cómo los escribía, porque<br />
no conoció a su tatara tatara abuelo Kunta<br />
Kinte, que había venido de África, pero que por sus<br />
conocimientos y sus investigaciones, estaba seguro<br />
de que esos acontecimientos podían haber ocurrido<br />
como los narraba. Y en los momentos de la<br />
vida de Trotski y de Mercader en que no estoy del<br />
todo apegado a la comprobación, a la certeza documental,<br />
hay una elaboración novelística que<br />
parte de una investigación sobre los procesos históricos<br />
reales.<br />
La línea narrativa de Trotski es con frecuencia una extensa<br />
reseña del pensamiento de esta figura que deja a un<br />
lado la capacidad de acción del personaje literario. ¿Considera<br />
válida esta observación?<br />
El gran problema con el personaje de Trotski era<br />
que el exilio lo confinó en lugares cerrados durante<br />
casi once años. Vive en Turquía, en una isla de la<br />
cual no puede salir apenas; en Francia, prácticamente<br />
escondido al pie de una montaña primero;<br />
en Noruega, en la linde de un bosque y confinado<br />
en un fiordo después, y en México encerrado en dos<br />
casas, la de Diego y Frida y la suya de Coyoacán. Es<br />
un personaje, por lo tanto, que no tiene acciones<br />
que permitan la elaboración dramática de esa vida.<br />
No obstante, durante todo este tiempo, Trotski se<br />
dedica a pensar, reflexionar y escribir, y esa era la<br />
acción que yo debía tratar de reproducir. En una de<br />
las versiones ya casi finales de la novela, la línea<br />
de Trotski andaba por unas 240 páginas y mis editores<br />
españoles y dos o tres lectores cubanos sugirieron<br />
cautela con esa carga de pensamiento y elaboración<br />
de toda una circunstancia histórica y filosófica.<br />
Fue muy difícil tratar de sintetizar esto<br />
en aras de que la novela tuviera una agilidad y de<br />
que la lectura de la parte de Trotski no fuese un<br />
impedimento para dejar caer una pastilla en la<br />
boca del lector. Quería revelar qué pensaba Trotski,<br />
cómo había sido su exilio y marginación, la manera<br />
en que su imagen de revolucionario se había<br />
pervertido, deteriorado y destruido. Ese fue el ejer-
cicio más difícil de la novela. En las primeras versiones,<br />
toda la línea estaba escrita en primera persona,<br />
y me di cuenta después de dos años de trabajo,<br />
que no funcionaba porque yo no tenía un conocimiento<br />
suficiente sobre la manera en la que podía<br />
proyectarse un hombre como Trotski, (de otra<br />
cultura, otra formación y otra época) como para<br />
poder reproducir su manera de pensar. Entonces<br />
decidimos saltar a una tercera persona, y digo decidimos,<br />
porque esto lo discutí mucho con Lucía,<br />
con los editores españoles, con lectores amigos. De<br />
las tres novelas que se unen, creo que la de Trotski<br />
fue la más complicada de definir, porque además<br />
tenía otro problema: la superabundancia de información.<br />
Si en Mercader o en Iván tenía la posibilidad<br />
de ficcionar a un personaje sin historia y a un<br />
personaje de ficción, en su caso la cantidad de datos<br />
era brutal. Fue un reto sintetizar y hacer funcional<br />
dentro de la estructura novelesca todos los<br />
procesos y movimientos de los años 30 con los<br />
cuales tuvo contacto.<br />
¿Cómo fue el proceso de investigación? ¿Cuáles fueron<br />
las principales fuentes vivas y documentales que empleó?<br />
Estuve dos años investigando y leyendo. Cuando<br />
decidí ya escribir la novela, empecé a buscar bibliografía.<br />
Ya tenía alguna reunida sobre Trotski,<br />
Mercader, la <strong>Revolución</strong> Rusa, pero poca cosa en<br />
comparación con lo que revisaría después. Cada<br />
vez que viajaba a España, me iba a las librerías de<br />
viejo y compraba algunos libros muy interesantes<br />
sobre la Guerra Civil Española que fueron saliendo<br />
alrededor del año 2006. Estos textos daban una visión<br />
completamente diferente, renovada, mucho<br />
más acertada de este hecho histórico y estaban<br />
escritos a partir de la revisión de los archivos de<br />
Moscú en los años 90. Yeltsin los abrió, después<br />
Putin los cerró, pero mucha papelería pudo ser consultada<br />
por los historiadores. Durante esos años,<br />
salieron también varias biografías de Stalin y varios<br />
libros sobre los procesos de Moscú. Los fui comprando<br />
en cada viaje que hacía. Además, tuve toda<br />
una red de corresponsales que me iban consiguiendo<br />
bibliografía en distintas partes del mundo. Me<br />
llegaron libros de Argentina, Perú y México. También<br />
tuve acceso a documentaciones no publicadas<br />
como el material legal del juicio de Mercader<br />
en México en el año 41, 42 y las transcripciones de<br />
los interrogatorios. Hubo, por otra parte, una serie<br />
de fuentes orales, personas que a veces me revelaron<br />
detalles mínimos relacionados fundamentalmente<br />
con el personaje de Mercader. Durante los<br />
tres años de escritura, seguí investigando. Hubo<br />
un punto, recuerdo que fue un año y medio antes<br />
de que terminara la novela, en una reunión con<br />
los editores en Barcelona donde les presenté la versión<br />
semifinal de la novela, en que Beatriz de Moura,<br />
la directora de la editorial Tusquets, me dijo: «Mira<br />
Leonardo, a partir de ahora léete a Paul Auster, a<br />
Hemingway, a Vargas Llosa, léete a quien te de la<br />
gana pero no te leas un libro de historia más. Ya te<br />
sabes ¡toda la historia!, te la sabes toda.» Y tenía<br />
razón. A partir de ese momento, fui leyendo algunos<br />
libros y documentos que me aclaraban determinados<br />
puntos, mas me dediqué a leer más lite-<br />
ratura. Por lo general, cuando estoy escribiendo una<br />
novela, sobre todo cuando estoy empezando, me leo<br />
un libro que me rete. Hasta ahora había sido Conversación<br />
en La Catedral, de Mario Vargas Llosa. Esta<br />
vez fue La guerra del fin del mundo. Su relectura fue<br />
muy importante a la hora de definir la estructura<br />
final de la novela, pues en un momento sentí la<br />
necesidad de un equilibrio entre las tres historias,<br />
pero leyendo fue La guerra… me di cuenta de que<br />
Vargas Llosa burla por completo esos equilibrios<br />
para armar una especie de catedral barroca en la<br />
que una torre puede ser más alta que otra. Eso es lo<br />
que pasa en El hombre…, no hay un desarrollo parejo,<br />
incluso termina la historia de Trotski y sigue la<br />
de Mercader, termina esta y continúa la de Iván hasta<br />
casi el presente. La investigación fue muy exhaustiva.<br />
En estos tiempos, internet te ayuda a tener<br />
toda una serie de información, pero menos<br />
confiable, porque a veces no pasa por ningún filtro<br />
que garantice el rigor y la veracidad. Por lo tanto,<br />
prefiero trabajar con los libros impresos. Tengo en<br />
el estudio un librero donde hay tres estantes que<br />
son de libros sobre los procesos históricos y los personajes<br />
que están alrededor de la historia que cuenta<br />
la novela. No trabajé en archivos porque significaba<br />
intentar desentrañar archivos soviéticos y para<br />
mí era muy difícil porque no conozco el ruso. No<br />
obstante, lo esencial de esos archivos había sido<br />
publicado, y en el caso del asesinato de Trotski, cómo<br />
se planificó, quiénes lo dirigieron, la información<br />
que existe es muy escasa, porque quién dirigía personalmente<br />
esta operación era Stalin, y él quemaba<br />
de forma periódica la información que él recibía.<br />
Esa falta de datos ha sido una desventaja para los<br />
historiadores, pero una ventaja para mí como novelista.<br />
Además, me salvó de la búsqueda de documentos<br />
inexistentes.<br />
¿De qué recursos se valió para reconstruir los múltiples<br />
escenarios en los que se desarrolla El hombre que amaba<br />
a los perros?<br />
15<br />
Stalin junto a su<br />
hija Svetlana, de<br />
13 años de edad,<br />
en 1937.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Natalia Sedova y<br />
Frida Kahlo junto<br />
a Trotski<br />
Trotski, Diego<br />
Rivera, y André<br />
Breton en 1938,<br />
fotografía de<br />
Fritz Bach.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 16<br />
Visité varios de esos lugares. Para mí fue fundamental<br />
ir a Moscú. No había estado allí, y describía<br />
el lugar a partir de referencias librescas. Después<br />
de conocerlo tuve que reescribir todo el Moscú<br />
que aparecía en la novela. Porque lo que uno se<br />
imagina que es gigantesco y monstruosamente<br />
feo, al llegar comprende que es mucho más grande<br />
y mucho más feo. Estuve en la casa de Trotski<br />
en Barbizon, había estado en Coyoacán y en la<br />
Casa Azul de Frida y Diego. No pude ir por supuesto<br />
a las Islas Prínkipo donde Trotski vivió los primeros<br />
años de su exilio, pero hay muchas descripciones<br />
que me facilitaron tener una idea de<br />
cómo era este lugar, y un fiordo y un bosque noruegos<br />
es algo un poco más fácil de imaginar para<br />
alguien que haya visto tres o cuatro películas suecas,<br />
finlandesas o noruegas. En el caso de Barbizon,<br />
igual que en el de Moscú, uno se da cuenta de<br />
hasta qué punto las palabras no siempre reflejan<br />
la realidad. Siempre que leí sobre esta casa donde<br />
vivió tres, cuatro meses, se decía que estaba junto<br />
al bosque de Fontainebleau. Cuando llegué, me<br />
di cuenta de que está frente al bosque, hay una<br />
pequeña carreterita por la que entraban carruajes<br />
primero, ya después algunos automóviles, y<br />
tras ella inmediatamente comienza el bosque. Es<br />
decir, lo que veía Trotski cuando abría la ventana<br />
era el bosque de Fontainebleau. Si salía caminando,<br />
que de hecho lo hizo varias veces, llegaba al<br />
castillo de Fontainebleau. Por lo tanto, a veces<br />
tener ese conocimiento preciso del lugar te ayuda<br />
mucho, pero cuando no puedes, la imaginación<br />
es la que salva.<br />
¿Y vio el hotel monstruoso que Kotov le muestra a Mercader?<br />
Vi fotos, porque cuando llegué a Moscú el hotel<br />
que estaba a cien metros de la Plaza Roja ya había<br />
sido demolido. Había dos lugares de Moscú<br />
que tenía especial interés en conocer, uno era la<br />
casa donde había vivido Mercader frente al Malecón<br />
Frunze, y el otro, el Salón de las Columnas<br />
donde se hicieron los juicios. La casa no la pude<br />
localizar, pero llegué a un lugar donde supongo<br />
que uno de los apartamentos que vi debió haber<br />
sido donde vivió Mercader, por lo que su hermano<br />
Luis cuenta que se veía desde el balcón. Y me fue<br />
imposible entrar en el Salón de las Columnas. Los<br />
rusos siguen teniendo veinte años después de la<br />
desaparición de la Unión Soviética, el síndrome<br />
del misterio y el silencio. Cuando me paraba a
tirar fotos frente a la Lubianka, la gente me miraba<br />
como diciéndome: «No hagas eso», «Ese lugar<br />
no se fotografía», «Por allí es mejor no pasar». Porque<br />
la Lubianka sigue siendo la Lubianka, allí es<br />
donde radica la Seguridad del Estado ruso, ya no<br />
soviética, pero sí rusa.<br />
¿Cómo hubiera reaccionado Leonardo Padura, si como le<br />
sucede a Iván, Jaime López hubiese confiado en él para<br />
contarle la historia de Ramón Mercader?<br />
Creo que como Iván. Pienso que en la actitud de<br />
Iván reproduzco la actitud que pudimos haber tenido<br />
muchísima gente en Cuba en esos años. Primero<br />
nunca hubiésemos imaginado que ese hombre<br />
era Ramón Mercader. Para el lector que está<br />
en una posición privilegiada, diferente y posterior,<br />
es fácil decir: «Claro, ese hombre tiene que<br />
ser Ramón Mercader», pero para alguien que se<br />
encontrara con este hombre y sus dos perros en<br />
Santa María del Mar era muy difícil poder imaginarlo.<br />
Por una parte, dudaría, no sabría si ir y buscar<br />
al «compañero» que lo atendía en su trabajo<br />
para decirle que se había encontrado con un personaje<br />
que le contaba una historia escabrosa.<br />
También temería que esta persona fuese un provocador,<br />
para después decir: «Este es capaz de oír<br />
estas historias y no decir nada». Luego, a la hora<br />
de escribirlo, no hubiera podido. La literatura cubana<br />
que se hace en los setenta y en los ochenta<br />
tiene un carácter distinto a la que se hace en los<br />
90. No vamos a hablar ya de El hombre que amaba a<br />
los perros, si la hubiera escrito o intentado escribir<br />
en esas décadas, cosa que para mí hubiera sido<br />
imposible por mi propia evolución literaria, pero<br />
vamos a suponer que hubiera estado en posesión<br />
de esa información y en la posición de Iván respecto<br />
a esos acontecimientos. De todos modos,<br />
hubiera sido imposible, como hubiera sido imposible<br />
para mí escribir las novelas de Mario Conde<br />
en los años 80. No me hubiera planteado, no se<br />
me hubiera ocurrido, no hubiera tenido la capacidad<br />
intelectual, política, ideológica, física para hacerlo<br />
porque el ambiente no permitía que uno pen-<br />
sara novelas así. El hombre que<br />
amaba a los perros llega en un momento<br />
en el cual mi desarrollo<br />
como escritor, la evolución de la<br />
sociedad cubana y de la realidad<br />
internacional, me permite escribirla.<br />
¿Hasta qué punto puede ser verosímil<br />
que Trotski se percibiera a sí mismo<br />
como un cómplice de la situación<br />
imperante en la URSS bajo el mandato<br />
de Stalin?<br />
Es verosímil en la medida en que<br />
él mismo lo dice en documentos,<br />
en ensayos, en cartas que escribe.<br />
Él lamenta haber sido una de<br />
las personas que desmontó el<br />
movimiento sindical ruso al creer<br />
en la necesidad de la militarización<br />
y la obediencia en un momento<br />
de definición dentro de una coyuntura histórica<br />
compleja como la que tiene lugar a partir<br />
del triunfo de la <strong>Revolución</strong>. Él participó en el desmontaje<br />
de sindicatos y en la represión de partidos<br />
que lucharon junto con los bolcheviques en<br />
contra del zarismo. Por lo tanto, contribuyó a lo<br />
que él mismo había predicho desde el año 1905:<br />
que el partido sustituyera a la clase, el secretario<br />
general sustituyera al partido y un hombre incautara<br />
la <strong>Revolución</strong>. Trotski se lo dijo a Lenin y<br />
tuvieron grandes discusiones. Él no vota con los<br />
bolcheviques, sino con el partido de la minoría,<br />
los mencheviques. Con los años, trata de lograr<br />
un acercamiento entre bolcheviques y<br />
mencheviques. Por último, se queda como un<br />
electrón suelto. Es un periodista, un polemista,<br />
un crítico que no tiene filiación fija, y se va acercando<br />
a Lenin más que al Partido, y en un momento<br />
determinado este le dice: «Bueno, pero tú<br />
eres del Partido Bolchevique». Siempre uno tiene<br />
la idea, la imagen de que la <strong>Revolución</strong> fue una<br />
lucha por el poder en la cual la parte militar tuvo<br />
una importancia, pero no fue así para nada. Los<br />
que más inteligentes y decididos resultaron fueron<br />
en ese caso los bolcheviques, gracias a Lenin,<br />
pero en buena medida también gracias a Trotski.<br />
Por eso toman el poder en el año 17. Trotski, en un<br />
desarrollo diferente de los acontecimientos a partir<br />
de la muerte de Lenin, en el que le hubiera tocado<br />
un protagonismo mayor, de alguna manera<br />
hubiese practicado una política más o menos similar<br />
a la de Stalin. Pero tal vez hubiera aplicado<br />
esa política sabiendo que en lugar de matar a veinte<br />
millones de personas, necesitaba matar a mil<br />
para dominar al resto. No hubiese llegado a los<br />
excesos de crueldad que llegó Stalin, un hombre<br />
enfermo. Pero esto es pura especulación.<br />
¿Qué posibilidades le brindó para la construcción del personaje<br />
de Trotski el doble rechazo político padecido por<br />
este hombre en el plano de la realidad?<br />
El hecho de haber sido el «perdedor» en la contienda<br />
política y física con Stalin hace de Trotski<br />
17<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 18<br />
un personaje que despierta una cierta compasión,<br />
que lo humaniza, y lo hace más cercano. Lo cual<br />
no quiere decir que políticamente sus métodos,<br />
cuando tuvo el poder y fue un «triunfador» hayan<br />
sido más aceptables que los de Stalin. Recuerden<br />
que Trotski también reprimió, pretendió la militarización<br />
del trabajo en la URSS, destruyó la independencia<br />
de los sindicatos. Él también era un<br />
fanático y, si hubiera tenido el poder después de la<br />
muerte de Lenin, quién sabe qué cosas habría hecho,<br />
porque lo cierto es que desde el poder la relación<br />
con la realidad es muy distinta. Pienso, por<br />
ejemplo, que Trotski no hubiera sido tan sanguinario<br />
como Stalin: pero en sus manos había sangre<br />
y pudo haber habido más. De todas maneras,<br />
su exilio, marginación, derrota política y muerte<br />
lo hacen un personaje mucho más dramático y<br />
eso lo hace más atractivo y amable como personaje<br />
literario.<br />
En la novela se plantea que Stalin no estaba interesado<br />
en una intervención militar soviética en la Guerra Civil<br />
Española y que recelaba de un potencial ejército español<br />
lo suficientemente armado. Por otra parte, se alude a<br />
una colaboración estrecha entre los servicios secretos<br />
nazi y soviético para fabricar las pruebas falsas que justificaron<br />
las purgas intestinas llevadas a cabo por Stalin<br />
en la URSS. ¿Cómo quisiera que fueran recibidas estas<br />
críticas evidentes y subyacentes a protagonistas de la<br />
historia soviética cuya imagen histórica, sobre todo en<br />
Cuba, continúa siendo broncínea y con muy pocas máculas?<br />
Va a ser recibido con asombro, sorpresa, resquemor<br />
y rechazo. Las reacciones serán muy disímiles.<br />
Pero pueden estar convencidos de que todas<br />
esas afirmaciones están tomadas de libros<br />
documentados. Las interpretaciones varían. Ha<br />
ocurrido sobre todo con el tratado Molotov-<br />
Ribbentrop. Siempre se ha dicho entre nosotros<br />
que fue una estrategia de Stalin para alejar la guerra<br />
de la Unión Soviética, aunque la esencia que<br />
demuestran documentos revelados en los años<br />
90 es que se trataba de un protocolo de repartición<br />
del mundo. No es para nada casual que los<br />
alemanes entren en Polonia por un lado y los soviéticos,<br />
por el otro. Tampoco es producto del azar<br />
que después ocupen las repúblicas bálticas, inva-<br />
dan Finlandia y no protesten cuando los alemanes<br />
empiecen a invadir el resto de Europa. Son<br />
acuerdos previos entre los fascistas y Stalin. Habrá<br />
personas que se indignarán porque esto aparezca<br />
en un libro, y lo único que me queda es remitirlo<br />
a la bibliografía que se ha publicado durante<br />
estos años. Otros hechos están absolutamente<br />
demostrados y discutidos desde hace mucho<br />
tiempo.<br />
Hay un libro de conferencias y escritos de Trotski,<br />
en el que él demuestra en su momento cómo era<br />
posible detener el avance del fascismo en Alemania<br />
mediante una coalición entre los partidos de<br />
izquierda y de centro. Stalin prohibió esta alianza<br />
a través de la Internacional Comunista. Pero<br />
después aplica la idea de los pactos estratégicos,<br />
en lo que es considerada una de sus políticas<br />
más brillantes: los Frentes Populares. No lo permitió<br />
en Alemania, y sin embargo, años después<br />
apoya esta unión en Francia y España, para que<br />
los partidos socialistas lleguen al poder.<br />
Respecto a lo sucedido en la Guerra Civil Española,<br />
que es algo especialmente sensible para Cuba, las<br />
revelaciones que se han producido son incontestables.<br />
Existe una historia de esta guerra y de la<br />
actuación soviética en España anterior a la perestroika<br />
y a la glasnot, y otra posterior al momento<br />
de apertura de los archivos moscovitas.<br />
¿Y el público ruso? ¿Cómo supone que recibirá esta novela?<br />
Pues no lo sé. Hay todavía muchos rusos que idolatran<br />
a Stalin, a pesar de todo, y quizás no les guste.<br />
Otros que se avergüenzan de lo que ocurrió en ese<br />
país y como se pervirtió el ideal comunista. Y creo<br />
que hay muchísimos más que ni siquiera tienen<br />
una idea de quién fue en realidad Ramón Mercader<br />
y, como nosotros, descubrirán muchas cosas de su<br />
propia historia leyendo la novela. Esperemos que<br />
se publique allá y luego veremos qué reacciones<br />
provoca.<br />
¿Por qué decidió convertir a Stalin en un personaje ubicuo?<br />
¿En algún momento valoró que cobrara voz y cuerpo<br />
propios?
No, siempre vi a Stalin<br />
como un personaje omnipresente<br />
pero sin presencia<br />
física en la novela.<br />
Sobre él se ha escrito<br />
mucho, demasiado: desde las loas abominables del<br />
realismo socialista hasta los libelos<br />
anticomunistas, y más recientemente, libros en<br />
los que se ubica mucho mejor su figura, su papel<br />
histórico y su personalidad. Pero en mi novela no<br />
me interesaba Stalin, sino el estalinismo, que es más<br />
esencial, duradero y lamentable.<br />
¿No recarga dramáticamente al personaje de de Iván al<br />
hacerlo víctima de tantas desgracias?<br />
Al final trato un poco de salvar eso, diciendo: «Bueno,<br />
pero es que a este cabrón tipo le ha sucedido lo<br />
que a toda una generación». Se trataba de una exigencia<br />
dramática de la novela que corrí el riesgo de<br />
satisfacer. Vamos a ver: resultan increíbles las numerosas<br />
aventuras sexuales del personaje protagónico<br />
de Antes que anochezca. Pero Reinaldo Arenas<br />
necesitaba crear un personaje hiperbólico. Iván<br />
igual es hiperbólico. Conde y Fernando Terry también<br />
son simbólicos, a pesar de que las cosas que<br />
les ocurren están más cercanas a la verosimilitud<br />
de la realidad inmediata. En el caso de Iván, necesitaba<br />
que fuera un personaje de larga presencia<br />
en la vida cubana, de la cual no fuera solo testigo,<br />
sino también víctima y medida.<br />
¿Considera que la historia presiona a la literatura en los<br />
capítulos donde se recrea la participación de Ramón Mercader<br />
en la Guerra Civil Española?<br />
Sí. Pero este es un libro que tiene un destinatario<br />
fundamental. Aspiro a que funcione bien fuera de<br />
Cuba, que se venda bien, que la gente lo lea, que se<br />
traduzca. Pero mi público, el lector al cual me dirijo<br />
es cubano. Y el lector cubano no puede juzgar<br />
esos acontecimientos sin una información que<br />
no tiene habitualmente. Por lo tanto, decidí recontar<br />
determinadas historias que tal vez para<br />
un lector español sean recurrentes. Le preguntas<br />
a un lector medio cubano, incluso a un lector un<br />
poco por encima del medio, quién fue Andreu Nin,<br />
qué fue el POUM, y no lo sabe. Porque es una literatura<br />
a la cual no ha accedido. Y esa desinformación<br />
no es un fenómeno contemporáneo, no<br />
es algo que se haya preparado específicamente<br />
para los lectores cubanos en los últimos años. El<br />
libro más importante y preclaro sobre lo que estaba<br />
ocurriendo en España durante la Guerra Civil<br />
es Homenaje a Cataluña, de George Orwell. La<br />
primera edición de este texto vendió cuatrocientos<br />
ejemplares en diez años. Es decir, estamos en<br />
presencia de un libro prácticamente desconocido.<br />
Los comunistas lo boicotearon porque Orwell, a<br />
partir de la perspectiva privilegiada que tuvo gracias<br />
a su cercanía a Nin y otros dirigentes del<br />
POUM, daba una visión desfavorable de los soviéticos<br />
en la Guerra Civil Española. Eso ocurrió hace<br />
más de setenta años en Inglaterra y se ha reproducido<br />
a lo largo del siglo XX. Por lo tanto, asumí<br />
que tal vez lo histórico se convirtiera en un fardo<br />
contra lo literario en virtud de que un lector cubano<br />
tuviera la suficiente información sobre lo<br />
ocurrido allí. Y más que eso, para que cuando leyera,<br />
por lo menos le quedase la duda. La duda te<br />
lleva a pensar, a indagar, y eso tal vez conduzca a<br />
otros libros y a la búsqueda de una visión mucho<br />
más completa.<br />
A través de la parodia estilística de un grupo de autores<br />
cubanos, Guillermo Cabrera Infante abordó el asesinato<br />
de Trotski. ¿Le interesaba de modo especial establecer una<br />
intertextualidad con Tres tristes tigres?<br />
Menciono que dentro del tomo final de la biografía<br />
de Trotski es-crita por Isaac Deutscher, Iván encuentra<br />
un recorte de periódico que habla de Tres<br />
tristes tigres y de estas parodias, sobre todo para que<br />
los lectores más exquisitos no tengan la menor<br />
19<br />
Trotski en su<br />
lecho de muerte<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Ramón Mercader<br />
retratado por<br />
sorpresa en la<br />
prisión de México<br />
Padura junto a sus<br />
dos perros Chorizo y<br />
Natalia<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 20<br />
duda de que conocía desde hace<br />
mucho tiempo la obra de<br />
Guillermo Cabrera Infante. Cabrera<br />
Infante es uno de mis escritores<br />
modélicos, pero nada<br />
que ver con una conexión, en<br />
este caso literaria.<br />
Resulta notable que en esta oportunidad<br />
el personaje contemporáneo no<br />
se comporte como un investigador<br />
empedernido, sino que más bien se<br />
trate de un elegido. Es alguien en<br />
quien una historia y todos sus meandros<br />
han decidido confluir y arribar.<br />
¿A qué obedece este cambio de perspectiva<br />
con respecto a obras anteriores?<br />
Es un personaje que de alguna<br />
manera representa una actitud<br />
cubana de estos años: las cosas<br />
te caen encima, y tú no vas a<br />
buscarlas. Esa fue la filosofía para la construcción<br />
del personaje. Llegar a tener el conocimiento<br />
directo y cercano que tuvo Iván, únicamente se<br />
puede haber producido porque esa historia vino a<br />
buscarlo. En el año 2004, 2005 hablé con una persona<br />
que había tenido una relación relativamente<br />
cercana con Mercader, y le dije que me gustaría<br />
que me contara cómo había sido. Me contestó que<br />
no podía. Año y medio después, volví a encontrarlo,<br />
y por puro capricho, insistencia, perseverancia,<br />
tozudez, le pregunté de nuevo y respondió que<br />
sí podía. Es decir, hasta hace muy poco era imposible<br />
realizar una investigación sobre la vida de<br />
Mercader en Cuba.<br />
¿Cómo explicaría el hecho de que Ramón Mercader reaccione<br />
con perspicacia y sospecha ante determinados hechos,<br />
aun cuando haya recibido un entrenamiento<br />
pavloviano que lo ha convertido en una máquina obediente<br />
y despiadada, un hombre de mármol dispuesto a<br />
matar para demostrar su fidelidad a una causa?<br />
Toda esa construcción del entrenamiento de Mercader<br />
es puramente novelesca. Supongo que fue<br />
entrenado de esa manera, porque eran los métodos<br />
que practicaban en esa época los órganos especializados<br />
de la Unión Soviética. Si en toda la<br />
vertiente de Ramón Mercader no hubiera existido<br />
la duda, realmente la visión de la realidad habría<br />
resultado demasiado esquemática. Ramón evidentemente<br />
tenía que ser muy inteligente para<br />
poder vivir con tres, cuatro pieles a lo largo de su<br />
vida. Hablaba varios idiomas. Aprendía oficios en<br />
semanas. En la cárcel se hizo electricista con unos<br />
manuales de cursos por correspondencia, y era<br />
quien arreglaba todo lo que tenía que ver con electricidad<br />
en la prisión de Lecumberri. Creo que la<br />
inteligencia es una de las virtudes de los hombres,<br />
no la mejor en muchos casos, pero sí una<br />
cualidad que te obliga, por lo menos ante ti mismo,<br />
a dudar. La única explicación para que alguien<br />
inteligente esté defendiendo algo injusto es<br />
que, o no es tan inteligente, o se trata de un cínico.<br />
Y el cinismo sí es un elemento importante en<br />
la personalidad de Mercader.<br />
¿Es posible que convierta a Caridad<br />
del Río en el personaje esencial de otra<br />
novela?<br />
Ya estoy harto de esta historia.<br />
Necesito separarme de ella. Me ha<br />
costado cuatro meses escribir la<br />
primera línea de la siguiente novela<br />
de Mario Conde. En esta primera<br />
etapa, Conde empieza a caminar,<br />
sobre todo a emborracharse,<br />
y eso me va acercando a la trama.<br />
Esta nueva novela va a tener<br />
un pequeño componente histórico<br />
que me agrada mucho. Está relacionado<br />
con la presencia de los<br />
judíos polacos en Cuba. Este elemento<br />
me va a permitir que un<br />
personaje reflexione junto a Conde<br />
sobre la condición humana, sobre<br />
el papel del hombre en la sociedad,<br />
sobre el peso de la política<br />
en la vida de los individuos. Pretendo que cada<br />
novela de Conde a partir de ahora sea menos policiaca<br />
y sí más social, como en este caso, a pesar<br />
de que arranca con tres misterios paralelos. De<br />
pronto, será la que más elementos policiales tenga,<br />
pero se irán diluyendo poco a poco en toda<br />
esta meditación sobre la vida, el destino y la responsabilidad.<br />
¿Qué le inspira la compasión hacia un personaje como<br />
Ramón Mercader, célebre por un acto de crueldad?<br />
No, yo no siento compasión. Iván es quien lo cree.<br />
Para mí, Ramón Mercader es un imperdonable. A<br />
veces puede pensarse que la vida conduce a los<br />
individuos a determinadas posturas y que no les<br />
queda más remedio que aceptarlas. Pero creo que<br />
él pudo elegir. No fue de los que se vio obligado a<br />
aceptar. Y cuando eliges, ya eres responsable. De<br />
todas maneras, los veinte años de cárcel, la marginación<br />
que padeció tras el asesinato, sus meses<br />
finales, de un sufrimiento terrible, la forma en<br />
que terminó; pueden provocar un sentimiento de<br />
pena hacia este hombre, pero compasión no.<br />
Augusto Monterroso confesó que cuando en los primeros<br />
meses de 1968 Mario Vargas Llosa le incitó a escribir<br />
sobre el dictador nicaragüense Anastasio Somoza padre,<br />
no lo pensó mucho para renunciar, por temor a meterse<br />
en el personaje, terminar comprendiéndolo y teniéndole<br />
lástima. ¿Cree que esto puede haberle llegado pasar con<br />
Ramón Mercader, incluso con Trotski?<br />
Siempre es un riesgo entrar en la humanidad de<br />
otra persona, llegar a entenderla, justificarla. Pero<br />
es un peligro que se mantiene en el nivel artístico.<br />
En el caso de Trotski, me identifiqué con él cuando<br />
su vida entra en encrucijadas muy difíciles, como<br />
la marginación que padece o la muerte de sus hijos.<br />
Ahí mantuve una relación de afectividad evidente<br />
con el personaje. Pero después me percataba<br />
de que Trotski era totalmente inhumano, y me alejaba.<br />
Un hombre con una dosis mayor de humanidad,<br />
hubiera tratado de salvar lo que quedaba de sí<br />
mismo y de su familia. Pero él era un animal político,<br />
y solo podía actuar como tal.
Busca analizar y evaluar a través de la literatura, pero<br />
¿en qué momentos se sorprendió juzgando las acciones<br />
de los personajes más conflictivos de El hombre que<br />
amaba a los perros?<br />
Desde el principio. Son acontecimientos y actuaciones<br />
tan complejas, tan trascendentes en la historia<br />
del siglo XX, incluso en la historia nuestra<br />
como país, como sociedad, que no me quedaba<br />
más remedio que, tal vez no juzgar, pero sí evaluar.<br />
Juzgar siempre te da la posibilidad de condenar,<br />
sin embargo a la hora de evaluar, se pesan las<br />
actitudes, los actos de esas personas, se trata de<br />
ubicarlas en un contexto histórico, y ese entendimiento<br />
permite trabajarlos como personajes literarios,<br />
entenderlos como personajes históricos,<br />
pero a la vez, darles el espacio a la personalidad<br />
que tuvieron.<br />
Hace unos años nos dijo que La novela de mi vida era<br />
el libro en el que había hecho todas las apuestas como<br />
escritor, intelectual y cubano. ¿Cuáles son las que ha<br />
hecho con El hombre que amaba a los perros?,<br />
¿cuánto se diferencian y superan a aquellas?<br />
Son las mismas apuestas hechas cinco años después,<br />
con más madurez, más conocimiento, más<br />
sentido de la historia. Con más miedo literario,<br />
político, filosófico, pero también con más capacidad<br />
para poder convivir con ese miedo. Es un libro<br />
muy complicado desde todo punto de vista,<br />
un libro que puede traerme y de hecho me está<br />
trayendo muchas satisfacciones, pero también<br />
muchos problemas. Pero era la única forma que<br />
yo tenía de escribir esta historia. Si no la escribía<br />
de esa manera, no lo hacía nunca. Y el riesgo es<br />
parte de la literatura.<br />
¿Cómo ha quedado Padura tras haberse sumergido en lo<br />
que Iván llama «las catacumbas de la historia»?<br />
Mucho más sabio, desencantado, pesimista con<br />
respecto a la humanidad de los hombres y a la<br />
viabilidad de las utopías. Pero mucho más convencido<br />
de que es necesaria una utopía. La lección<br />
de la historia me deja totalmente anonadado<br />
ante la incapacidad del hombre para ponerla<br />
en práctica.<br />
¿Por qué piensa que una novela tan devastadora como<br />
El hombre que amaba a los perros puede ser un aporte<br />
en la búsqueda de una nueva utopía?<br />
Porque creo que las derrotas son importantes para<br />
que el ser humano aprenda. Las victorias no enseñan<br />
nada. Se celebran, se festejan, se construyen<br />
arcos de triunfo, se erigen estatuas, se convocan<br />
juegos florales. El Gran Aprendizaje viene de<br />
las derrotas, que nos enseñan a intentar no cometer<br />
los mismos errores. A pesar de que los seguimos<br />
cometiendo.<br />
Siempre en Mantilla, 27 de noviembre de 2009<br />
21<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Ensayista, crítica y<br />
profesora. Premio<br />
nacional de Literatura<br />
y Enseñanza<br />
Artística.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 22<br />
Graziella<br />
Pogolotti<br />
Hace alrededor de medio siglo, la nieta de<br />
Leonid Andreyev visitó Moscú para entrevistar<br />
a tres importantes escritores: Boris<br />
Pasternak, Ilya Ehremburg y Mihail Sholojov. Educada<br />
en Francia, el ruso había sido el idioma de<br />
hogar, espacio donde se construía un imaginario.<br />
Al llegar al aeropuerto, recibió el primer impacto.<br />
Percibió de repente que, sin preparación previa, la<br />
lengua de la intimidad pertenecía a todos.<br />
Mi experiencia personal fue diferente, aunque también<br />
para mí, desde temprano, lengua y literatura<br />
hubieran ido tejiendo un imaginario hecho de interminables<br />
estepas y de laberintos del alma. No<br />
sé ruso, pero el cantar melódico de la lengua, las<br />
tertulias alrededor del samovar y la taza de té me<br />
acompañaron desde pequeña.<br />
El imaginario procedía de muchas fuentes. La literatura<br />
rusa, surgida como cristalización milagrosa<br />
en el siglo XIX, se expandió rápidamente por el<br />
mundo a partir de su revelación deslumbrante en<br />
Francia, llevada de la mano por un antiguo embajador<br />
en San Petersburgo, quien estampó para siempre<br />
una etiqueta feliz: el alma eslava. Europa estaba<br />
sedienta de exotismo, invadida por chinerías y<br />
japonerías. Los hermanos Goncourt establecían las<br />
pautas del gusto. Por otra parte, de los confines de<br />
Rusia llegaban aristócratas y terratenientes refinados<br />
y cosmopolitas. Frecuentaban salones y<br />
balnearios. Aunque siguiera trayendo de los confines<br />
del mundo los ingredientes de su sablianka, Iván<br />
Turguenev compartía la vida literaria francesa.<br />
Los espacios infinitos –bosques y estepas interminables–<br />
llenaron mi imaginario infantil. Las fuentes<br />
originarias no eran rusas. Procedían de un tomo<br />
de la Biblioteca Rosa escrito por la francopolaca<br />
condesa de Ségur. A pesar de su resentimiento contra<br />
el imperio de los zares, forjó la simpática personalidad<br />
del general Dourakine, poderoso y mofletudo<br />
terrateniente que mordía goloso enormes<br />
muslos de ave mientras viajaba en coche desde los<br />
confines de Siberia, donde rescató a un prisionero<br />
polaco, hasta las fronteras de Francia. Ese relato<br />
iniciático introducía otro componente singular de<br />
la narrativa rusa, las pantagruélicas comidas que,<br />
junto al samovar hirviente, parecían ocupar, sin<br />
interrupción ni respiro, todas las horas del día.<br />
Miguel Strogoff, el correo del zar, de Julio Verne, reafirmaría<br />
la visión de extensas llanuras recorridas a<br />
caballo, siempre a caballo como Los cosacos del Don,<br />
según Gogol, y la Caballería roja, de Isaac Babel.<br />
Muy pronto dejé atrás las lecturas de la infancia.<br />
Me dejé hundir placenteramente en el oblomovismo.<br />
A las grandes cabalgatas se oponía el encierro<br />
en la apatía invencible. Goncharov revelaba un<br />
costado de la humanidad incapaz de forjar proyectos,<br />
atrapada en una voluntad enmohecida. Era la<br />
expresión del inmovilismo al estado puro. El talento<br />
de Goncharov se expresaba en la habilidad<br />
para construir un relato despojado de peripecias,<br />
LA ESTEPA<br />
sustentado en un protagonista inmóvil, encarnación<br />
de la extensa zona parasitaria de la sociedad.<br />
Como el bovarismo, el oblomovismo definía una<br />
actitud ante la vida, nuevas modalidades de la<br />
enfermedad del siglo.<br />
A los confines de Europa había llegado, con sabor<br />
byroniano, un mal du siècle que permeaba la insatisfacción<br />
y el espíritu crítico de una intelligentsia<br />
situada en sectores de un brillante cuerpo de oficiales,<br />
y emergía también entre las capas cultivadas,<br />
de más modesto origen, destinadas a cubrir<br />
los cargos de la hipertrofiada burocracia imperial.<br />
Pushkin y Lermontov, con sus breves trayectorias,<br />
intentaban fundir –en homenaje reverente a Lord<br />
Byron– vida y obra en un mismo proyecto. Del desajuste<br />
entre la ilusión romántica y el ser concreto<br />
del entorno social, surgió la peculiar perspectiva<br />
del realismo ruso, daguerrotipo iluminado de luces<br />
y sombras, ejercicio desmitificador de la risa y<br />
el grotesco gogolianos.<br />
Sobre ese profuso paisaje literario se levantaron<br />
gigantes. Ha sido frecuente contraponer, en la feria<br />
de los valores artísticos, las obras de Tolstói y<br />
Dostoievski. Yo también caí en esa trampa. En mi<br />
temprana adolescencia, descarté al predicador de<br />
Yasnaya Poliana en favor de la inmersión en los<br />
turbios entresijos del alma propuesta por<br />
Dostoievski. Para Raskolnikov, entre los laberintos<br />
del alma y los de la ciudad se establece una<br />
estrecha correspondencia. San Petersburgo no es<br />
la ostentosa urbe iluminista, abierta al mundo,<br />
diseñada por Pedro el Grande. Una humanidad menesterosa<br />
hormiguea entre callejuelas y ciudadelas.<br />
Semejantes a la ciudad, sembrada de sórdidas<br />
covachas, los laberintos del alma esconden insondables<br />
agujeros negros. En una mística proyectada<br />
hacia la búsqueda de valores absolutos, se<br />
difuminan las fronteras entre el bien y el mal. La<br />
suprema lucidez –la de Iván Karamazov– se envuelve<br />
en el azufre del Maligno, mientras los ángeles<br />
se entregan, resignados, al sacrificio. El lector<br />
se deja arrastrar por el vértigo, incapaz de distanciarse<br />
de la letra impresa. Así, entre Raskolnikov,<br />
Dimitri, Iván, Aliosha y el príncipe Mishkin, mis<br />
noches se llenaron de pesadillas. No lograba desprenderme<br />
de ese universo trágico, forjado en la<br />
incurable nostalgia de un dios implacable, sordo y<br />
ciego ante los reclamos de justicia. En su lugar los<br />
escritores cumplen el mandato de la compasión<br />
compartida al descubrir las llagas que todos pretenden<br />
ocultar.<br />
Tuve que madurar para percibir la densidad enmascarada<br />
tras la aparente transparencia de<br />
Tolstói, capaz de captar la singularidad reconocible<br />
en cada personaje integrado a un movimiento<br />
masivo. El sabio rejuego de los planos era anuncio<br />
premonitorio de la próxima aparición del cine. En<br />
mucha menor escala, gracias al empleo de la luz,<br />
podría encontrarse en la ronda nocturna de
Y EL LABERINTO<br />
Rembrandt. Como si llevara cámara en mano,<br />
Tolstói abre La guerra y la paz con el baile en la casa<br />
de Madame Schérer, muestra del ambiente afrancesado<br />
peterburgués, contrastante con la aristocracia<br />
moscovita, todavía apegada a los gustos y<br />
costumbres de la tierra. Son las vísperas de la invasión<br />
napoleónica, cuando el acontecimiento bélico<br />
precipitará un cambio de época latente. Los<br />
últimos sobrevivientes de la época de la gran Catalina<br />
desaparecen definitivamente y arrastran<br />
con su muerte los valores ya periclitados. La estepa<br />
y el laberinto se conjugan entre batallas, salones,<br />
ambiciones e incertidumbres del amor. En<br />
medio de tanto tropel, el lector identifica a cada<br />
personaje, tanto a María Volkonskaya, a Natasha<br />
Rostova, a Pierre Bezúkov, como a Platón Karatayev.<br />
Tras el abigarramiento de acciones y personajes,<br />
la unidad del conjunto se articula a través de fundamentales<br />
interrogantes soterradas. Se trata, ante<br />
todo, del sentido de la vida y del lugar de la persona<br />
humana en la historia. La mirada del pelotón artillero<br />
en Austerlitz se entrecruza con la de Fabricio<br />
del Dongo en Waterloo. Están en el centro del acontecer<br />
de la historia. En lo más alto de la cúpula se<br />
encuentran Bonaparte, el zar de Rusia, el emperador<br />
de Austria y el rey de Prusia. Allí se entretejen<br />
los hilos de la política.<br />
Desde las alturas de una colina, los generales dominan<br />
el campo de batalla y diseñan los movimientos<br />
estratégicos. En un extremo de la línea<br />
del frente, un pelotón de artilleros se impacienta<br />
ante la aparente parálisis de las acciones. Se contraponen<br />
dos perspectivas: la visión fragmentaria<br />
y la totalizadora, lo visto desde abajo y lo contemplado<br />
desde arriba. Arrinconados en el tiempo de<br />
aguardar, los artilleros tienen plena conciencia del<br />
lugar que ocupan y de las circunstancias del pequeño<br />
universo que los rodea. Fabricio, en cambio,<br />
no sabe que está viviendo en Waterloo un giro decisivo<br />
de la historia.<br />
Sobre el trasfondo del gran mural histórico, los<br />
hombres y las mujeres intentan dilucidar con sus<br />
actos el sentido de la vida. En esa búsqueda reside<br />
la razón profunda de cuanto los une y los separa.<br />
Es la clave del entramado que vincula al variopinto<br />
conjunto de personajes, ricos y pobres, campesinos,<br />
intelectuales, aristócratas, ingenuos padres<br />
de familia y ambiciosos implacables. En el centro<br />
de todo, aunque a veces perdido en la penumbra,<br />
Pierre Bezúkov. Noble y millonario por la izquierda,<br />
hijo natural desgajado de la tradición familiar,<br />
crecido en otros países y algo extranjero por educación,<br />
intelectual atenaceado por la mística de<br />
los valores absolutos, es en cierto modo el alter ego<br />
de Tolstói. Siempre vacilante y torpe, su imagen se<br />
contrapone a la del príncipe Andrei, lúcido portador<br />
de todas las certidumbres, continuador de una<br />
orgullosa estirpe, brillante en los combates de la<br />
vida y la guerra, derrotado por el derrumbe de sus<br />
ilusiones más que por las heridas del frente de guerra.<br />
En el otro extremo, sin formular preguntas,<br />
Platón Karatayev se atiene a las demandas concretas<br />
de la resistencia.<br />
Desdichado en el matrimonio, León Tolstói concedió<br />
singular protagonismo a la mujer. A veces, de<br />
pasada, asoma su rencor personal. Pero los rostros<br />
que proyectan la luz más intensa en La guerra y la<br />
paz, lejos de ser víctimas, son personajes capaces<br />
de construir un destino. Enfrentada a la violencia<br />
de los campesinos y la amenaza de los invasores,<br />
la princesa María se desprende de la sumisión a la<br />
rígida disciplina paterna hasta conciliar, a su modo,<br />
el ideal y el realismo. Y Natasha Rostova transita<br />
de los sueños adolescentes matizados por la difícil<br />
relación con el príncipe Andrei hasta afirmarse,<br />
con personalidad propia, en el fecundante amor a<br />
la tierra. La prédica tolstoiana adquiere concreción<br />
tangible y verosímil a través de la silueta de<br />
estos personajes femeninos que rompen los valladares<br />
del laberinto en favor de una transparente<br />
luminosidad.<br />
La guerra y la paz desemboca en la plenitud del estío.<br />
De la mano de Chéjov, Las tres hermanas permanecen<br />
en una grisalla otoñal donde el cotidiano<br />
transcurso de la vida, al modo de gotas de agua<br />
suspendidas en el aire, socava imperceptiblemente<br />
los proyectos y las ilusiones. El laberinto no<br />
anida en lo recóndito del alma. Se reconoce en las<br />
redes sutiles entretejidas por la sociedad, hechas<br />
de prejuicios y convencionalismos, de pobreza disimulada,<br />
de prisiones aldeanas y del sueño permanente<br />
con los grandes espacios.<br />
El rasguño en la piedra descubre poco a poco las<br />
aristas de la realidad de una provincia perdida en<br />
el espacio sin porvenir donde se rebelan intercambiables<br />
oficiales carcomidos por el aburrimiento y<br />
la rutina, donde se opaca el esplendor aparente de<br />
los uniformes mientras desaparecen los anchos<br />
horizontes con la esperanza de escapar hacia el<br />
distante y mítico Moscú. Como en La educación sentimental,<br />
de Flaubert, el paso de los años deja tan<br />
sólo un mechón de cabellos blancos entre los dedos.<br />
El porvenir se reduce al mero desgaste del presente.<br />
Y, sin embargo, en ese universo provisional<br />
que bordea el derrumbe, en la pasión compartida<br />
latente en la mirada del autor, subsiste la expectativa<br />
del cambio necesario.<br />
La mística tiene muchos caminos, no sólo el que<br />
conduce a Dios. Se revelan en la búsqueda de un<br />
sentido de la vida, de un modo de trascender la<br />
efímera existencia humana. Cuando la literatura<br />
renuncia a poblar nuestro imaginario, cuando abandona<br />
las interrogantes fundamentales acerca de<br />
lo que somos, carne y espíritu, comienza a entonar<br />
su canto de cisne, anuncio de la muerte de la<br />
especie. Porque todavía estamos vivos, Raskolnikov,<br />
Pierre y Natasha y las tres hermanas permanecen<br />
entre nosotros.<br />
23<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
ENSEÑANDO<br />
RUSO Ileana Cino Colina<br />
Graduada de Lengua y Literatura Rusas (1967).<br />
Profesora, metodóloga, representante del<br />
Ministerio de Educación en la Asociación<br />
Internacional de Profesores de Idioma y<br />
Literatura Rusos (MAPRIAL).<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 24
Eran los primeros años de la década del sesenta y<br />
muchos adolescentes que antes habían escuchado<br />
muy poco del idioma ruso comenzaron a estudiarlo.<br />
No imaginábamos entonces que la lengua y la cultura<br />
rusas estarían a partir de ese momento estrechamente<br />
ligadas a nuestras vidas.<br />
La escala de lo que luego sería enseñanza generalizada<br />
fue creciendo paulatina, exponencialmente; pero<br />
en sus inicios tuvo visos casi domésticos, más un<br />
esfuerzo o una voluntad que una máquina debidamente<br />
engrasada. Al principio, en esos primeros<br />
pasos, en muchos centros de trabajo viejos inmigrantes<br />
rusos que residían en Cuba dieron algunos<br />
cursos para los trabajadores. Fue así que muchos<br />
trabajadores aprendieron los fundamentos de la<br />
lengua de Pushkin, algo que en breve les permitiría<br />
enseñar sus rudimentos en las Escuelas de Idiomas.<br />
1<br />
Luego, ya en 1961, fue creada la Escuela de Idiomas<br />
Abraham Lincoln. En la Lincoln –que fue como<br />
se la conoció desde entonces: la Lincoln como<br />
quien dijera la Complutense o la Lenin– se impartían<br />
de forma gratuita idiomas antes no enseñados<br />
en Cuba, o no al menos de forma institucional,<br />
como el chino, el checo o el polaco, y entre ellos el<br />
ruso. Fue ahí donde realmente cientos de personas<br />
ansiosas por conocer más de la lengua y la cultura<br />
rusas tomaron contacto con ese mundo. Para muchos<br />
entonces el ruso era algo muy especial, entre<br />
otras cosas por el alfabeto cirílico, una lengua distinta<br />
que incluso se escribía con caracteres distintos,<br />
que tenía un aire desconocido que la hacía,<br />
por ajena, remota, increíblemente atractiva por<br />
eso. Formaba parte acaso, en su sonoridad y extrañeza,<br />
la lengua de una extrañeza mayor, la que nos<br />
fue acercando a una cultura donde pesaban tanto<br />
la fascinación como el sentimiento de lo distinto,<br />
una cotidianeidad más o menos adoptada como<br />
nuestra –imposible entonces prever otra– y una<br />
lejanía sentida como nuestra –imposible asumir<br />
del todo un mundo de referencia que, aún en sus<br />
facetas más amables, se sentía como de otros. Pero<br />
todo eso llegó después. En aquellos primeros sesenta<br />
creo que pesaba, sobre todo, la fascinación.<br />
Como en aquel momento casi no existían profesores<br />
de ruso propiamente dichos, la solución pasó<br />
muchas veces porque las esposas de especialistas<br />
soviéticos que asesoraban en otras ramas de la economía<br />
y algunos cubanos que conocían un poco<br />
de la lengua fueran quienes dieran las clases en las<br />
Escuelas de Idiomas. Luego, paulatinamente, se<br />
fueron incorporando como profesores jóvenes cubanos<br />
que habían aprendido el ruso en esas mismas<br />
escuelas. En 1962, el mismo año de la Crisis<br />
de Octubre, se crearon los Institutos Pablo<br />
Lafargue 2 y Máximo Gorki; 3 tenían nivel medio y<br />
los estudiantes eran internos. En cuatro años jóvenes<br />
que procedían de todas las provincias debían<br />
dominar el idioma seleccionado, alcanzar una<br />
preparación general equivalente a la del bachillerato<br />
y tener conocimientos pedagógicos que les<br />
permitieran enseñar la lengua seleccionada. Se for-<br />
maron en estos institutos excelentes profesores y<br />
traductores de inglés, ruso, francés, alemán, entre<br />
otras lenguas. Fueron estos institutos los que hicieron<br />
posible luego la enseñanza masiva del ruso en<br />
las escuelas de la enseñanza general.<br />
En ese mismo año, el 1962, se creó la Licenciatura en<br />
Lengua y Literatura Rusas en la Escuela de Letras de<br />
la Universidad de La Habana. Los que tuvimos el privilegio<br />
de estudiar allí todavía recordamos el maravilloso<br />
plan de estudio que había sido concebido<br />
para las especialidades de Lenguas (inglesa, francesa<br />
y rusa). En los primeros dos años teníamos<br />
asignaturas de formación general (literatura general,<br />
gramática española, redacción y composición,<br />
latín, historia del arte) y era a partir del tercer año<br />
que recibíamos las asignaturas de la especialidad<br />
–literatura rusa, historia de la URSS, fonética rusa,<br />
historia de la lengua rusa–. Tuvimos allí en todas<br />
las asignaturas, tanto en las de formación general<br />
como en las de la especialidad, profesores magnífi-<br />
25<br />
Todas las imágenes de<br />
este trabajo son de<br />
Lissette Solórzano.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 26<br />
cos a los que siempre recordaremos con cariño y<br />
admiración. Increíble claustro aquél con profesores<br />
como Camila Henríquez Ureña, Mirta Aguirre,<br />
Roberto Fernández Retamar, Cira Soto, Adelaida de<br />
Juan o José Antonio Portuondo. Aquellos que estudiamos<br />
ruso recordamos en especial a Igor V. Ivanov,<br />
responsable entonces de las asignaturas de la especialidad.<br />
Por esa época muchos estudiantes comenzaban a<br />
viajar a la Unión Soviética para aprender el idioma<br />
en cursos intensivos de 18 meses; otros viajaron para<br />
cursar allí la especialidad en las universidades soviéticas.<br />
Ya en la primera mitad de la década del<br />
sesenta había muchos jóvenes estudiando en alguno<br />
de estos cursos la lengua y la cultura rusas, y<br />
a su vez la presencia de profesionales rusos en Cuba<br />
tenía un peso considerable, con la previsible cercanía<br />
que ello suponía en el contacto no sólo de<br />
las lenguas, sino entre maneras de ver y sentirse<br />
en el mundo. La imagen cubana del ruso<br />
–del ruso, de la rusa– debe haber comenzado a formarse<br />
por aquellos años, cuajando en un imagotipo<br />
donde se mezclaban tanto lo físico como lo<br />
psicológico, y en una gama que comprendía desde<br />
el olor corporal hasta atisbos de carácter o identidad.<br />
Y en sentido contrario –alejándose del estereo-<br />
tipo, yendo hacia lo concreto y puntual– resultaban<br />
cada vez más familiares los referentes culturales<br />
rusos, desde la literatura hasta el cine o el té.<br />
Ya en los sesenta la presencia cultural rusa en Cuba<br />
había alcanzado un nivel que sobrepasaba cualquier<br />
momento anterior, no sólo por el volumen<br />
de esa presencia, que se mantendría por décadas,<br />
sino sobre todo por las condiciones masivas de su<br />
recepción. Si bien había habido de siempre un interés<br />
hacia la cultura rusa –y en ciertos círculos<br />
intelectuales y obreros, hacia la Unión Soviética,<br />
ese interés había sido minoritario o en cualquier<br />
caso localizado, puntual; lo cierto es que los sesenta<br />
trajeron consigo una eclosión sin precedentes<br />
en la recepción del arte y la literatura rusos,<br />
que fueron incorporándose no sólo al discurso cultural<br />
cubano sino también al imaginario colectivo.<br />
Esa presencia era incluso física: un poeta como<br />
Evtushenko, por ejemplo, vivió una temporada en<br />
La Habana en la primera mitad de la década. Soy<br />
Cuba (1964), de Mijail Kalatosov, la excelente película<br />
de la que Evtushenko fue coguionista junto a<br />
Enrique Pineda Barnet, es quizá, uno de los mejores<br />
ejemplos de esa mezcla tan sui generis de entusiasmo<br />
y cercanía, de diálogo y a la vez distancia<br />
–de diálogo de sordos, por qué no decirlo– entre modelos<br />
culturales como el cubano y el ruso. Por supuesto,<br />
entonces esa mezcla más que pensarla la<br />
sentíamos: nos limitábamos a vivirla, y con no poco<br />
entusiasmo.<br />
Otro tanto ocurrió ya desde entonces con la literatura<br />
rusa. Además de los clásicos de la narrativa y<br />
la poesía rusas, por entonces se publicó en La Habana<br />
a autores rusos contemporáneos cuya obra indagaba<br />
en el presente soviético –Un día en la vida de<br />
Iván Denísovitch, por ejemplo, fue publicado en 1964<br />
por la editorial Cocuyo–. Cineastas rusos de la altura<br />
de Tarkovski o del propio Kalatosov se convirtieron<br />
en una presencia habitual en los cines –luego<br />
de la Lincoln, la Cinemateca: programa frecuente<br />
de muchas noches, entonces–, y de hecho probablemente<br />
el cine ruso haya sido el que, con mucha<br />
más fuerza o constancia que otras manifestaciones<br />
culturales, mayor calado haya tenido entre<br />
nosotros (las colas para ver cine ruso en los ochenta<br />
están entre las mayores que recuerdo en La Habana,<br />
y eso que la competencia en materia de colas<br />
cinematográficas sería a todas luces reñida).<br />
Puede que ello obedezca también a que esa eclosión<br />
literaria rusa de los sesenta se vio enfriada en<br />
los setenta con una literatura mucho más oficial,<br />
pero en cambio con relación al cine no pasó lo mismo<br />
o no en la misma medida. En cualquier caso, y<br />
es algo que quiero subrayar, ya a finales de los sesenta<br />
la presencia cultural rusa se había vuelto<br />
una costumbre.<br />
Volviendo a la enseñanza del ruso, que es lo que<br />
nos ocupa aquí: en 1969 se había creado la Escuela<br />
Formadora de Maestros de Idiomas, para personas<br />
que habían aprendido algún idioma por diferentes<br />
vías, entre ellos el ruso, y querían obtener conocimientos<br />
metodológicos para poder trabajar como<br />
profesores. Todos lo que accedían al magisterio por<br />
cursos de nivel medio debían luego matricular la<br />
licenciatura y concluir sus estudios de nivel supe-
ior. Pero será en los años setenta cuando la presencia<br />
del ruso se haga masiva, quizá como<br />
correlato de la progresiva institucionalización de<br />
la sociedad cubana. Quizá el síntoma más relevante,<br />
en lo que se refiere a la enseñanza del idioma,<br />
haya sido que fue entonces que se comenzó a<br />
impartir el ruso en la Enseñanza General –para la<br />
que se concibieron libros de texto de gran calidad,<br />
dicho sea de paso–. La mayoría de los cubanos que<br />
hicieron la secundaria entre 1978 y 1985 estudiaron<br />
ruso en algún momento.<br />
En los setenta, y en esa misma línea de ampliación<br />
de la enseñanza, se creó el curso de Idioma<br />
Ruso por Radio, que tuvo gran éxito con la incorporación<br />
de miles de personas y una matrícula<br />
muy heterogénea que incluía profesionales, obreros,<br />
amas de casa y jubilados. También como apoyo<br />
del Ruso por Radio se creó el Ruso por Televisión,<br />
precursor de este tipo de cursos. En 1977, y<br />
como colofón a ese establecimiento progresivo de<br />
la enseñanza del ruso en Cuba, se produce un salto<br />
cualitativo cuando los Institutos Máximo Gorki y<br />
Pablo Lafargue, hasta entonces de nivel medio, se<br />
convierten en el Instituto Superior Pedagógico de<br />
Lenguas Extranjeras Pablo Lafargue, conocido<br />
como ISPLE –como el ISPLE; con artículo, como la<br />
Lincoln–. Allí comienza de forma amplia la formación<br />
superior de profesores y traductores de lenguas<br />
extranjeras, con gran énfasis en el ruso. Ese<br />
mismo año se creó la Filial del Instituto A. S.<br />
Pushkin en La Habana. La Filial, que era como la<br />
conocíamos, tenía como tarea principal el asesoramiento<br />
metodológico y la superación sistemática<br />
de profesores y traductores de ruso, y en ella<br />
trabajaban magníficos especialistas. Se impartieron<br />
numerosos cursos en nuestro país y se<br />
viabilizó la realización de cursos de postgrado, de<br />
entrenamientos y doctorados en la antigua Unión<br />
Soviética.<br />
También existían los Institutos de Superación Educacional,<br />
que eran los encargados de superar a los<br />
profesores en ejercicio en las diferentes asignaturas.<br />
Se celebraban además conferencias científicas<br />
y reuniones metodológicas de alto nivel, donde<br />
los rusistas cubanos presentaban y analizaban<br />
sus temas de investigación y a las que asistían<br />
destacados especialistas soviéticos en la rama de<br />
la enseñanza del idioma ruso. La enseñanza del<br />
ruso contó siempre con un sistema de superación<br />
muy amplio que permitía a los rusistas tener una<br />
alta calificación profesional.<br />
Con la desaparición del campo socialista, el ruso<br />
dejó de ser el idioma más ampliamente impartido<br />
en las escuelas cubanas. Su enseñanza se redujo<br />
de forma significativa. No obstante, para muchos<br />
que de una forma u otra estuvimos vinculados a<br />
su enseñanza, había surgido un vínculo cultural<br />
que no desaparecería.<br />
Es necesario decir, aunque resulta obvio, que en<br />
estas líneas no ha habido intención de hacer una<br />
reseña oficial, sino de acercar recuerdos de nuestra<br />
juventud que nos relacionaron de forma cultural<br />
y afectiva con la lengua rusa.<br />
NOTAS<br />
1 Las Escuelas de Idiomas fueron creadas en 1961 en el subsistema de la<br />
Educación de Adultos. Eran (continúan siendo) centros en los que personas<br />
con secundaria básica terminada podían acceder al estudio de idiomas en el<br />
horario nocturno. Además de los idiomas tradicionalmente estudiados en<br />
Cuba (inglés, francés, alemán) se incorporaron otros (ruso, polaco, chino,<br />
checo, portugués). Eran cursos de una hora diaria cinco días a la semana,<br />
que se extendían durante más o menos semestres en dependencia de las<br />
dificultades del idioma.<br />
2 El Instituto Pablo Lafargue formaba traductores.<br />
3 El Instituto Máximo Gorki formaba profesores de lenguas extranjeras. Institutos<br />
similares a estos dos institutos poco después fueron creados en<br />
diferentes provincias.<br />
27<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 28<br />
MOSCÚ ROJO,<br />
FIJEZA VISUAL<br />
EN TR3S Israel Castellanos León<br />
TIEMPOS
Fijeza inicial: Moscú sí cree en arte cubano<br />
Comúnmente se asume que el puente político-cultural<br />
entre la <strong>Revolución</strong> cubana y la extinta Unión<br />
Soviética inauguró, en el plano de la visualidad, el<br />
camino entre la nación antillana y la actual Federación<br />
Rusa. Sin embargo, se trata de una ruta<br />
abierta, y a la vez truncada, en los años cuarenta<br />
del siglo pasado. Una cruzada en la que se enrolaron<br />
instituciones gubernamentales o independientes,<br />
y para la que resultó sustancial el concurso<br />
de algunas individualidades.<br />
Un pórtico casi olvidado fue La URSS en la Paz y en la<br />
Guerra, muestra de fotografías, carteles y caricaturas<br />
que organizó el artista y gestor cultural cuba-<br />
no Domingo Ravenet con el auspicio del Frente<br />
Nacional Antifascista y la Legación de la Unión<br />
Soviética en Cuba. Inaugurada el 4 de diciembre<br />
de 1943 en el Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio<br />
Nacional, la exposición incluyó unas mil<br />
quinientas fotos sobre la vida en la nación euroasiática,<br />
llamada en el catálogo «amiga y aliada<br />
de Cuba». Las instantáneas cubrían un repertorio<br />
temático casi tan vasto como ese país multinacional:<br />
cultura artística, ciencia, política, salud<br />
pública, deporte, urbanismo, agricultura, industria,<br />
y la contienda bélica que el primer –y<br />
hasta entonces único– Estado socialista del<br />
mundo lideraba contra el fascismo y por toda la<br />
Humanidad.<br />
Fotografías de Moscú durante la conflagración, formaron<br />
parte de esa extensa panorámica cuyo tí-<br />
29<br />
Lissette<br />
Solórzano.<br />
Pequeño 1,<br />
fotografía,<br />
40X30 cm.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Portada catálogo<br />
exposición de<br />
1945 en Moscú.<br />
(Cortesía de<br />
Mariana Ravenet).<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 30<br />
tulo parafraseó y, a la vez, alteró el nombre de la<br />
emblemática novela de León Tolstói: La guerra y la<br />
paz. A los efectos de la exposición, el edificante cuadro<br />
de la construcción del socialismo en tiempo de<br />
paz se afectó por la guerra devastadora, que si bien<br />
dio lugar a imágenes sombrías, también registró<br />
la heroicidad y los triunfos del ejército rojo sobre<br />
el fascismo teutón.<br />
El reflejo de las conquistas en otros frentes de la<br />
sociedad y la constancia gráfica de «la cultura durante<br />
la guerra», contribuyeron a que el conjunto<br />
expuesto resultara congruente con la noción de<br />
progreso y el optimismo figurativo preceptuado por<br />
el Realismo socialista, método de expresión visual<br />
que oficializó el estalinismo en 1932 y proscribió<br />
al pesimismo por decadente y burgués.<br />
La colosal muestra revistió valor informativo, sin<br />
soslayar el estético y el educativo. Acogió caricaturas.<br />
Y se hizo acompañar por un ciclo de conferencias<br />
diarias y nocturnas, que dictaron prominentes<br />
intelectuales cubanos entre el 5 y el 19 de<br />
diciembre, cuando cerró la exposición. Durante esos<br />
días, la bandera roja de la hoz y el martillo ondeó<br />
en el Capitolio, pese a la reacción del conservador<br />
Diario de la Marina.<br />
La prensa nacional, que seguía los sucesos de una<br />
guerra mundial que involucraba al país, devino en<br />
otro campo de batalla. En sus páginas se libró la escaramuza<br />
político-ideológica que suscitó el envío de<br />
pinturas y dibujos cubanos para «decorar» el viejo<br />
caserón de la Legación Cubana en Moscú, escogida<br />
por la Dirección General de Relaciones <strong>Cultura</strong>les del<br />
Ministerio de Estado de Cuba al «ser la de más reciente<br />
creación y tener sus paredes aún desnudas». 1<br />
El folleto concomitante declaraba otro motivo,<br />
que trascendía la mera decoración:el seguimien-<br />
to de una política institucional iniciada con la<br />
publicación del Anuario <strong>Cultura</strong>l de Cuba, de 1943;<br />
la prosecución de una directriz que pugnaba por<br />
mostrar en el exterior lo más valioso de la cultura<br />
nacional, y se proponía hacerlo a través de las<br />
«Casas de Cuba en los países amigos». Tal objetivo<br />
se satisfaría, por primera vez, con esa ambientación<br />
que no significaba una opción desdeñable<br />
para los veintidós creadores implicados, a quienes<br />
se compraron veintinueve obras, mayoritariamente<br />
pictóricas. 2<br />
La selección atendió, primero, a la calidad; y después,<br />
a la representatividad de las corrientes artísticas<br />
actuantes en Cuba, sin discriminar a modernos<br />
o academicistas ni obviar el estímulo a algún<br />
pintor emergente. La iniciativa alentaba al deprimido<br />
mercado de arte nacional e incubaba, asimismo,<br />
una estrategia de coleccionismo institucional<br />
hacia el extranjero.<br />
Pérez Cisneros, Domingo Ravenet (curadores) y Jorge<br />
Mañach (Ministro de Estado), eran personeros<br />
de instancias gubernamentales pero, a la vez, intelectuales<br />
con criterios propios. Estaban apercibidos<br />
de que el coleccionismo limitaba la dispersión<br />
de creaciones valiosas; salvaguardaba el patrimonio<br />
nacional para su crecimiento, estudio y<br />
difusión; y permitía una ayuda económica a los<br />
artistas.<br />
Tan plausibles miras hallaron oposición en la actitud<br />
antisoviética de una parte de la prensa cubana,<br />
que tildó de comunistas a los creadores escogidos.<br />
O informó que un paisaje académico de<br />
Esteban Valderrama había sido el preferido por<br />
los artistas soviéticos. Así lo recogió un cable de<br />
la United Press reproducido en el Diario de la Marina<br />
el 7 de marzo de 1945, al día siguiente de la<br />
inauguración. Así se pronunció también el crítico<br />
y curador proamericano José Gómez Sicre. Era<br />
una maniobra divisionista que, según Graziella<br />
Pogolotti, pretendía molestar a los modernos que<br />
simpatizaban con la Unión Soviética. 3 Pero, asimismo,<br />
buscaba desalentarlos de seguir en ese<br />
contexto artístico donde, supuestamente, no eran<br />
reconocidos.<br />
También se publicó que los artistas soviéticos habían<br />
calificado a sus colegas cubanos de pequeñoburgueses.<br />
Calificativo con que se estigmatizaba<br />
en la URSS a los autores cuyas miras subjetivas<br />
entraban en conflicto con la objetividad del materialismo<br />
dialéctico y no representaban las aspiraciones<br />
de la ideología comunista, con la política y<br />
el trabajador como pilares temáticos. Según el<br />
mencionado cable de United Press, pintores de la<br />
Unión Soviética igualmente reprocharon a la pintura<br />
moderna cubana su «carencia de realismo»,<br />
por el cual debía «entenderse el aspecto social». El<br />
«realismo» en artes visuales se consensuaba en la<br />
URSS como representación figurativa y verosímil,<br />
y «lo social» privilegiaba lo sociopolítico.<br />
Ante esa situación bizarre, Pérez Cisneros negó que<br />
fueran pequeño-burgueses o comunistas los cubanos<br />
incluidos en esa muestra, la cual tampoco<br />
era una exposición en el sentido ortodoxo, pues<br />
no podía ser visitada regularmente por un público<br />
masivo. Esos artistas no intentaban hacer
propaganda en ninguno de los dos sentidos, sino<br />
pintar bien, afirmó. 4<br />
El arte al servicio de una causa justa era un hecho<br />
que él podía aceptar como circunstancial, pero no<br />
como deber ser. En su opinión, era absurdo erigir a<br />
la propaganda como finalidad para el arte y obligar<br />
al artista a pintar lo que no siente, pues el resultado<br />
no sería auténtico ni artístico. Con esta<br />
observación, ponía en tela de juicio al Realismo<br />
socialista, voluntarismo político en arte criticado<br />
por André Bretón y León Trotski en el Manifiesto por<br />
un arte revolucionario independiente (1938).<br />
Pérez Cisneros apuntó: «no será revolucionaria la<br />
pintura que represente la defensa de Stalingrado si<br />
se pinta con los recursos ramplones de Bouguereau.<br />
Será antes, al contrario, un arte de franca y sosa<br />
burguesía, disfrazada con la camisa roja. Lo revolucionario<br />
está en la interpretación cubista de la<br />
destrucción de Guernica o en los Caprichos surrealistas<br />
de Goya». 5 En su apasionamiento, el crítico<br />
no reconoció valor revolucionario ni estético a la<br />
gráfica desarrollada en la Unión Soviética, que<br />
había podido avistarse en Cuba gracias a la mencionada<br />
exposición de afiches y fotografías, la cual<br />
incluyó presumiblemente fotomontajes de grandes<br />
dimensiones.<br />
De manera salomónica no exenta de buen humor,<br />
Nicolás Guillén procuró zanjar la polémica («el<br />
ciclón en la palangana») diciendo que en la URSS<br />
había libertad de crítica, como en cualquier otra<br />
parte. Desde el diario Hoy, del Partido Socialista<br />
Popular, preguntó: «La crítica diversa, si es honesta,<br />
¿por qué puede molestar?». 6 Pero no entendía<br />
que se criticara el arte sólo por sectarismos<br />
políticos. Para él, lo evidente y lo importante era<br />
el triunfo de la pintura cubana en la URSS. Ello<br />
era digno de encomio y orgullo para todos los cubanos,<br />
como lo había sido cuando muestras curadas<br />
por José Gómez Sicre fueron éxitos el año<br />
anterior en un país capitalista desarrollado (EUA)<br />
y poco después en uno antillano y subdesarrollado<br />
(Haití).<br />
Según el periodista Jorge Luis Salado, que al parecer<br />
la reportó desde Moscú, la acogida en la capital<br />
soviética fue favorable. «Esto se refiere a la colección<br />
en su conjunto y a algunas obras en particular,<br />
según el gusto o las propias tendencias pictóricas<br />
del visitante». 7 Su reseña evidenció, además,<br />
que no todos los intelectuales soviéticos estaban<br />
obnubilados por las normativas del Realismo socialista.<br />
El afamado pintor Alexander Guerasimov,<br />
si bien estuvo entre los que señalaron falta de «realismo»<br />
en los modernos cubanos, se impresionó<br />
con las texturas y la «atmósfera obsesionante» de<br />
La novia, una pintura de Fidelio Ponce muy alejada<br />
de la concepción proletaria, típica, realista y partidaria<br />
que prescribía el método de marras.<br />
El conocido escritor y conferenciante Ilya<br />
Ehrenburg –llamado el portavoz del pueblo en la<br />
guerra; y redactor de La Estrella Roja, diario del Ejército<br />
soviético– prefirió el Bodegón de Lam. Al respecto,<br />
declaró: «Tal vez haya quien no lo entienda<br />
a primera vista; pero ahí está su mérito […] Un<br />
cuadro, un buen cuadro por supuesto, debe ser desmenuzado<br />
y digerido lentamente». 8 Esta observa-<br />
ción entrañaba la diferencia esencial entre la (buena)<br />
pintura y el cartel, que sí demanda comprensión<br />
inmediata.<br />
A su vez, la crítica de arte soviética N. Yaborskaia<br />
destacó en los modernos la búsqueda de nuevas<br />
formas expresivas; y la manifestación de un arte<br />
nacional denotado por el primitivismo, el colorido<br />
y el decorativismo, que equiparó con el de las repúblicas<br />
meridionales soviéticas. Resaltó el sello<br />
individual de los más jóvenes, en proceso de crecimiento,<br />
y la ruptura con las tradiciones de los «académicos»,<br />
observables en la misma colección desplegada<br />
en cuatro salas del inmueble. Yaborskaia<br />
acotó la presencia de corrientes vanguardistas<br />
como la abstracción y el surrealismo. E insistió en<br />
la pertinencia de una suerte de proteccionismo del<br />
arte nacional contra las tendencias europeas, según<br />
ella muy notables en la obra de Amelia Peláez. 9<br />
Es curioso: esta artista había sido discípula de<br />
Alexandra Exter, vanguardista soviética que se<br />
estableció en París por la incomprensión estalinista<br />
del arte experimental, e impartió clases a la<br />
joven Peláez en la Grande Chaumière de los años<br />
treinta. La adentró en los recursos formales de<br />
los ismos europeos –ausentes de la enseñanza en<br />
la Academia de San Alejandro– a partir de los cuales<br />
Amelia reinterpretó la arquitectura y la naturaleza<br />
criollas.<br />
Entre las obras mejor recibidas estuvieron las de<br />
Marcelo Pogolotti, cuyas creaciones no siempre<br />
eran bien vistas en Cuba por su temática «social»,<br />
sentido «propagandista» y concepciones marxistas.<br />
En su iconografía, eran visibles símbolos muy<br />
propios de la URSS, como la hoz y el martillo, la<br />
figura de Lenin, las jóvenes trabajadoras comunistas<br />
con pañuelos en la cabeza. El futurista cubano<br />
trató de hacer en pintura lo que el futurista<br />
ruso Vladimir Maiakovski hizo en poesía, y proyectó<br />
su ritmo y poética en el óleo Marcha ascendente.<br />
No interesado en la figuración mimética y convencional<br />
de la pintura del Realismo socialista,<br />
Pogolotti se inclinó por la gráfica y el fotomontaje<br />
soviéticos, por las imágenes de revistas (particularmente,<br />
La URSS en construcción). 10 Y participó en<br />
el muestrario de la Embajada con dos dibujos que<br />
representaban el trabajo obrero.<br />
Pogolotti, como Luis Martínez Pedro y Enrique<br />
Caravia, tomaron parte con obras gráficas en esa<br />
ambientación, que fue transitoria. Finalmente, la<br />
colección se desintegró. Mariana, hija de Domingo<br />
Ravenet, testifica que la pintura de su padre ilustrada<br />
en el catálogo (La Conga de los Hoyos) regresó a<br />
Cuba y se recreó en un sello postal cubano de 1970,<br />
perteneciente a la colección de folclor. Fue una obra<br />
pictórica que, según Salado, atrajo la atención de<br />
los hermanos y caricaturistas Kubrinski, por la<br />
maestría con que su autor empleó los tonos verdosos.<br />
Varios autores han considerado que el tesauro<br />
mostró la «calidez» del arte cubano en ese frío y<br />
lejano país, donde no era conocido. En las condiciones<br />
adversas que entrañaba la guerra aún en<br />
curso, el muestrario constituyó la primera oportunidad<br />
de presentar un conjunto orgánico de pinturas<br />
y dibujos cubanos contemporáneos no solo<br />
31<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 32<br />
en Moscú y la Unión Soviética, sino incluso en el<br />
continente europeo. Y fungió, además, como embajada<br />
artística y jalón en las relaciones culturales<br />
entre Cuba y la URSS.<br />
A esa experiencia trató de dársele continuidad, pero<br />
con un sentido de exhibición accesible a un público<br />
numeroso y heterogéneo. Con ese propósito, el Instituto<br />
de Intercambio <strong>Cultura</strong>l Cubano Soviético<br />
(IICCS) organizó la Exposición Cubana de Urbanismo,<br />
que incluiría dos piezas escultóricas: un busto de<br />
Martí, realizado por Juan José Sicre, Presidente de la<br />
Sección de Artes Plásticas del IICCS; y la talla en<br />
madera Ritmo, de Teodoro Ramos Blanco, que ocuparía<br />
el centro de la sala expositiva en Moscú. 11<br />
El IICCS, presidido por Fernando Ortiz y fundado<br />
poco después de concluida la Segunda Guerra Mundial,<br />
convocó luego a una selección de obras cubanas<br />
con destino al Museo de Arte Occidental Moderno<br />
de Moscú, interesado en fomentar su colección<br />
de arte contemporáneo latinoamericano. Se<br />
podía participar con dos o tres obras en las manifestaciones<br />
de pintura, dibujo, grabado y escultura.<br />
Las piezas escultóricas debían presentarse en<br />
«material definitivo» como piedra, madera o metal.<br />
Aunque se hizo notar que las tallas serían más<br />
apreciadas en la URSS, por su tradición artesanal.<br />
El tema era libre; pero se excluyó el retrato, por ser<br />
muy específico y personal.<br />
Se sugirió que las creaciones debían testimoniar<br />
la existencia de un arte específicamente antillano,<br />
sensual, rítmico, colorido y tropical que se destacara<br />
en aquel clima gélido. 12 Con esos rasgos de<br />
producto cultural tipificado y exportable, que se<br />
querían acuñar para la llamada Escuela de La Habana,<br />
se pretendía dar a conocer la valía de la plástica<br />
cubana en la URSS, cuyo Museo de Arte Moderno<br />
en Moscú tenía gran afluencia de público. El<br />
seguro de la obra, fijado por el artista, sería el mismo<br />
precio de la compra en caso de interesarle a esa<br />
institución museal.<br />
La muestra de aspirantes, que sin sectarismo artístico<br />
debía definir un jurado compuesto por Guy<br />
Pérez Cisneros, Juan José Sicre, Juan David y Luis<br />
G. Wanguemert, se expuso primero en el Lyceum<br />
del Vedado. La revista Cuba y la URSS reprodujo algunas<br />
imágenes de esculturas y pinturas que integraron<br />
la exposición, en la cual se tuvo nuevamente<br />
en cuenta a los artistas jóvenes. 13 Con los auspicios<br />
de la Sociedad de Relaciones <strong>Cultura</strong>les de la<br />
URSS con los Países Extranjeros (VOKS), se exhibiría<br />
luego en Moscú y después en las ciudades más<br />
importantes de la URSS, antes de la selección final.<br />
De ese modo, el arte cubano figuraría junto a lo<br />
más granado del arte occidental expuesto en ese<br />
reconocido Museo, que atesoraba obras maestras<br />
de las vanguardias francesas y de otros países europeos.<br />
También se abriría el camino para el movimiento<br />
artístico cubano en ese país, cuya superficie<br />
territorial ocupaba la sexta parte del planeta. A<br />
través de esta iniciativa del IICCS, se difundían las<br />
artes visuales cubanas contemporáneas en un ámbito<br />
diferente a las Américas.<br />
Como órgano de difusión del IICCS, Cuba y la URSS<br />
divulgó otras exposiciones de artistas cubanos en<br />
La Habana; así como el arte popular soviético, que<br />
se expuso en Cuba y sobre el cual llegó a disertar el<br />
Sicre escultor. Esa revista, realizada por intelectuales<br />
criollos, publicó noticias y artículos de autores<br />
cubanos y soviéticos sobre múltiples campos<br />
de la vida en la URSS. Entre otras secciones,<br />
tuvo una dedicada al conocimiento de las repúblicas<br />
que conformaban la geografía política, económica<br />
y social de ese país.<br />
En esa publicación periódica, la cubana Editorial<br />
Páginas promovió el método Linguaphone para aprender<br />
ruso. Un idioma que, por cierto, empezó a enseñar<br />
en el IICCS la rusa Sonia Jakobson, esposa de<br />
Marcelo y madre de Graziella Pogolotti. La misma<br />
casa editora publicitó también un catálogo de libros y<br />
folletos sobre la URSS, que incluía<br />
novelas de escritores del<br />
Realismo socialista(Gorki,<br />
Sholojov, Ostrovski); así<br />
como libros sobre el presente<br />
y el pasado heroicos de ese<br />
país, escritos por autores extranjeros<br />
o soviéticos (entre<br />
estos, Stalin y Ehrenburg). El<br />
género de biografía contemplaba<br />
acercamientos monográficos<br />
a Lenin y al<br />
propio Stalin.<br />
En Cuba y la URSS, Ravenet<br />
era miembro de la junta<br />
directiva pero también<br />
emplanador, director artístico<br />
e ilustrador. Y quizá<br />
puso a contribución el<br />
repertorio de fotografías y<br />
fotomontajes soviéticos<br />
expuestos en el Capitolio<br />
en 1943. La revista, que<br />
tuvo una existencia efímera<br />
(1945-1946), no alcanzó<br />
a reflejar la suerte<br />
de aquel proyecto de exposición<br />
cubana en la<br />
Unión Soviética. La emergente<br />
política de la Guerra<br />
Fría y las presiones de<br />
la Embajada de EUA en<br />
Cuba, incidieron en la extinción<br />
de la entidad ma-<br />
Portada revista Cuba y la<br />
URSS, octubre de 1945.<br />
(Cortesía de Mariana<br />
Ravenet).<br />
triz de esa publicación mensual e ilustrada en blanco<br />
y negro.<br />
Segunda fijeza: arte y pedagogía<br />
Después del triunfo de la <strong>Revolución</strong> cubana, se<br />
exhibieron en la URSS otras muestras artísticas<br />
de la «Isla de la Libertad», como se designaba a<br />
Cuba en la prensa soviética. Una exposición pionera<br />
fue la colectiva de pintura cubana que<br />
Graziella Pogolotti, Servando Cabrera y Raúl Oliva<br />
acompañaron en 1962, y durante siete meses, por<br />
varias capitales de países socialistas europeos. En<br />
un local céntrico de Moscú, cuyas pequeñas dimensiones<br />
parecían no dar abasto para los grandes<br />
formatos de algunas pinturas, fue dislocada la<br />
muestra. Conformada por noventa y nueve obras<br />
de veintitrés artistas, era una representación ma-
yor que la vista en la Unión Soviética en 1945. Y<br />
solo repetía las firmas de Amelia, Mariano,<br />
Portocarrero y Martínez Pedro.<br />
Era un compendio vivo, no un recuento histórico,<br />
afirmó la Dra. Pogolotti poco después. Mostraba<br />
nuevamente obras con referencias locales y lenguajes<br />
internacionales. Estaban igualmente alejadas<br />
del Realismo socialista, y firmadas por casi<br />
todos los autores más representativos de la plástica<br />
cubana de entonces. Pero sí se les atribuyó una<br />
conciencia político-ideológica al declarárseles «artistas<br />
que comparten con nosotros, en todo momento,<br />
el trabajo creador y la lucha por la defensa<br />
de la patria y por la construcción de la nueva sociedad.<br />
Figurativos, abstractos,<br />
pintores que están<br />
firmemente integrados<br />
a nuestro proceso». 14<br />
Un proceso recién declarado<br />
socialista, y del que<br />
desertaron luego algunos<br />
de esos pintores.<br />
La exhibición atrajo mucho<br />
público, expectante<br />
por el «valor intrínseco»<br />
de la muestra proveniente<br />
de la «pequeña y heroica<br />
Cuba». También concitó<br />
interés por ser un elemento<br />
nuevo para las discusiones<br />
estéticas que estaban<br />
teniendo lugar en<br />
Moscú, donde la Dra.<br />
Pogolotti no halló estandarización<br />
sino jóvenes<br />
enfrentados al dogma-<br />
Portada revista Cuba y la<br />
URSS, noviembre de<br />
1945. (Cortesía de<br />
Mariana Ravenet).<br />
tismo reinante en el arte<br />
soviético durante años,<br />
que se había atemperado<br />
tras la muerte de Stalin<br />
(1953). Para la comisionada<br />
Pogolotti, la exposición<br />
«fue singularmente<br />
oportuna. No solo porque<br />
presentaba cuadros abstractos<br />
o surrealistas, los<br />
más polémicos, sin duda,<br />
sino porque indicaba tam-<br />
bién la posibilidad de un arte realista que ha asimilado<br />
las lecciones de la pintura moderna y que está<br />
libre de todo convencionalismo académico». 15<br />
Ahora bien, las relaciones cubano-soviéticas en el<br />
campo de la visualidad se expresaron, de manera<br />
más especial, en la educación. Los preceptos del<br />
Realismo socialista tuvieron sus partidarios en<br />
Cuba y hallaron un medio potencial en la enseñanza<br />
del arte. Los señalamientos no se dirigieron<br />
exclusivamente a la obra o a sus autores, como<br />
antes; sino que se trató de incidir desde la propia<br />
base formativa.<br />
Tuvo lugar un fenómeno rizomático y controvertido,<br />
cuya complejidad el artista visual, profesor, crítico<br />
de arte y editor Manuel López Oliva trató de<br />
condensar para esta publicación: «La asesoría soviética<br />
en la enseñanza de artes plásticas en Cuba<br />
fue parte del asesoramiento de la URSS en el campo<br />
cultural y en otras esferas del Estado y la sociedad.<br />
Constituyó una opción ideológica coherente<br />
con el modelo socialista que estaba estableciéndose<br />
aquí.<br />
«Hay que decir, además, que el caso literario criollo<br />
que provocaron los artículos de Leopoldo Ávila<br />
en la revista Verde Olivo, así como la cada vez mayor<br />
influencia ganada en sectores directivos del<br />
país por una tendencia de «marxismo ortodoxo» y<br />
«filosovietismo sin medida», sirvieron de pretexto<br />
y guía al grupo que se entronizó en el poder cultural<br />
a partir del Congreso de Educación y <strong>Cultura</strong> de<br />
1971 (particularmente en el Consejo Nacional de<br />
<strong>Cultura</strong>: CNC), para considerar como mandato útil<br />
el hecho de que también las concepciones socialistas<br />
de la URSS fueran injertadas oficialmente<br />
en el movimiento artístico y literario, sobre todo<br />
en la formación docente especializada.<br />
«Por eso, en el curso del primer lustro de los setenta<br />
irrumpieron por doquier, dentro de las entidades<br />
del CNC (básicamente de artes), los asesores<br />
soviéticos. Se trataba, en su mayoría, de gentes<br />
con buena formación académica o teórica, procedentes<br />
de distintas regiones y escuelas de la Unión<br />
Soviética».<br />
Hubo, entre ellos, un caso especial: «Recuerdo perfectamente<br />
a un asesor teórico de apellido Ivanov,<br />
que procedía de un Instituto de Estética ruso y estaba<br />
sinceramente interesado en entender la diversidad<br />
de nuestras expresiones plásticas. Con él<br />
tuve sostenida comunicación a través del traductor<br />
y traté de explicarle (y mostrarle) algunas de<br />
nuestras especificidades artísticas. Igualmente le<br />
solicité, a nombre de la Editorial de Arte y Literatura,<br />
por ser yo parte de su Consejo Asesor, que<br />
preparara un compendio de textos sobre Teoría del<br />
Arte. Se tradujo y publicó en tres tomos, que alguna<br />
gente aún consulta».<br />
A más de esta ganancia bibliográfica (Problemas de<br />
la teoría del arte, insoslayable como los libros de<br />
Kagan y Lunacharski para quienes estudiaban Estética<br />
marxista-leninista en los años ochenta),<br />
López Oliva reconoció la incidencia positiva de la<br />
asesoría soviética en la música y el teatro. «Pero<br />
en artes plásticas la cosa fue diferente: los condicionamientos<br />
mentales y la preparación técnicoconstructiva<br />
de la imagen que ellos portaban, nada<br />
tenían que ver con la naturaleza moderna de la<br />
cultura visual cubana, ni con la evolución y cantidad<br />
de líneas estéticas que entre nosotros convivían.<br />
De ahí que, desde los inicios, como sucede<br />
con el aceite y el vinagre, hubo incongruencia y<br />
rechazo lógico entre el academicismo y neoacademicismo<br />
de la URSS que quiso importarse, y la diversidad<br />
identitaria de nuestra plástica.<br />
«Había tanta obnubilación e inmovilismo estético<br />
en los asesores soviéticos enviados por la<br />
Academia de Bellas Artes de la URSS, que ni aun<br />
los que dibujaban o pintaban bien (en el aspecto<br />
del oficio) pudieron entender lo que ocurría en<br />
el tejido legítimo del arte cubano. No pocas veces<br />
les escuché decir disparates como que «Amelia<br />
Peláez, Carlos Enríquez y René Portocarrero no<br />
sabían dibujar».<br />
33<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 34<br />
Esta referencia es llamativa. Resulta que esos tres<br />
artistas de la vanguardia histórica, cuyas obras<br />
contribuyeron a ambientar la Embajada cubana<br />
en Moscú en los años cuarenta, ya no eran considerados<br />
pintores pequeño-burgueses sino técnicamente<br />
ineptos, a tenor de unos cánones academicistas<br />
que hallaron alguna resistencia interna en<br />
la Cuba socialista.<br />
Según López Oliva: «Se produjeron separaciones<br />
entre los asesores soviéticos de la enseñanza de la<br />
plástica y los artistas cubanos de obra reconocida<br />
y nivel que permanecían en la docencia. Los segundos<br />
no estaban de acuerdo con las concepciones<br />
de los primeros, y estos no apreciaban la condición<br />
valiosa de aquellos. Solo un grupito de artífices<br />
mediocres, políticamente extremistas u oportunistas<br />
aceptaron y apoyaron aquella absurda<br />
extrapolación que se intentó instaurar como norma<br />
en la pedagogía de artes visuales de Cuba.<br />
«Entre esos hubo un diseñador segundón, que se<br />
ocupaba de la dirección del aprendizaje de plástica<br />
en los momentos en que Mario Rodríguez Alemán<br />
ocupó el cargo de Director General de Enseñanza<br />
Artística del CNC. Aquel diseñador llegó a afirmar<br />
que «la asesoría soviética de plástica era también<br />
un antídoto contra la influencia que había tenido<br />
Estados Unidos en la creación de los cubanos, desde<br />
que el expresionismo abstracto y la action<br />
painting llegaron de ese país». Este personaje luego<br />
se coló en una de las embajadas de los sucesos del<br />
Mariel, y a la larga desapareció».<br />
La pedagogía soviética en el campo de las artes visuales<br />
alcanzó también al nivel universitario en<br />
Cuba: «Los asesores soviéticos de plástica, que permanecían<br />
en la Isla cuando se fundó el Instituto<br />
Superior de Arte (ISA), llegaron a influir en la conformación<br />
de los conceptos y programas de estudios de<br />
la correspondiente Facultad de Artes Plásticas.<br />
«Entonces algunos artistas, de los llamados a incorporarnos<br />
al claustro de profesores de la naciente<br />
Facultad, no fuimos admitidos por no estar de<br />
acuerdo con las nociones académicas que al inicio<br />
fueron establecidas allí. Como esa Facultad nació<br />
pedagógicamente “amarrada” por esquemas, le ha<br />
sido difícil llegar a un equilibrio y una organicidad<br />
posteriores, ya que su proceso de liberación metodológica<br />
supuso un determinado grado de improvisación<br />
y espíritu de ruptura que siempre ha quedado<br />
como constante institucional».<br />
A juicio del polemista López Oliva: «La asesoría<br />
soviética no era necesaria para nuestra enseñanza<br />
de artes visuales. Cuba había logrado un desenvolvimiento<br />
y ascenso creador en el arte del siglo<br />
XX, que en la URSS se interrumpió después de los<br />
primeros años de la <strong>Revolución</strong> de Octubre y la<br />
muerte de Lenin. La imposición de un tipo de ayuda<br />
intelectual y profesional directa de ese tipo en<br />
la cultura, subestimó los valores culturales que<br />
nos definen y el acervo creado por nuestros artistas<br />
mayores.<br />
«En plástica, como en otras manifestaciones de<br />
nuestro ser y nuestra espiritualidad, ese trasplante<br />
estético y pedagógico provenía de prejuicios ideológicos,<br />
intereses grupusculares, “docta ignorancia”;<br />
así como de un erróneo entendimiento (co-<br />
mún a cierta especie de dirigentes) que considera<br />
lo artístico como emisión ancilar o mecánica de lo<br />
político».<br />
En sus consideraciones generales, el también profesor<br />
no pasó por alto otra vertiente de aquella enseñanza,<br />
como «el envío de becarios a las academias<br />
más importantes de la URSS. Era un macroproyecto<br />
de colaboración, que no obstante las buenas<br />
intenciones que lo pudieron engendrar, resultó<br />
nefasto para nuestras perspectivas en el arte<br />
visual. Solamente los más talentosos de los que<br />
estudiaron plástica en el territorio soviético pudieron<br />
usar lo aprendido en sentido instrumental,<br />
y ejecutar realizaciones de calidad y valor genuino,<br />
porque una parte de aquellos se frustró o mecanizó<br />
su condición profesional».<br />
Fijeza terminal: ¿secuela o koniec?<br />
Pintores cubanos hoy reconocidos como notables<br />
artistas visuales: Rocío García, Arturo Montoto,<br />
Cosme Proenza y otros pocos, cursaron estudios<br />
superiores en institutos de arte de la URSS. De allí<br />
emergieron, entre fines de los años setenta e inicios<br />
de los ochenta, con sendos títulos de Master<br />
en Bellas Artes. Como estudiantes, expusieron allá.<br />
Y, con modos y poéticas diferentes, se fueron integrando<br />
al contexto del arte criollo, despejando<br />
extrañamientos propios y ajenos.<br />
En la pintura de Rocío, alejada de la figuración ortodoxa,<br />
más de un especialista ha reverenciado su<br />
destreza para resolver la imagen con un solo color<br />
y conjurar, al unísono, el bostezo monocromo, gracias<br />
a la hábil conjugación de tonalidades que<br />
matizan el resultado pictórico. Rocío, que estudió<br />
en la Academia de Bellas Artes Répin (Leningrado,<br />
hoy San Petersburgo), desde hace años ejerce la<br />
docencia en la Academia de San Alejandro, y varios<br />
de sus discípulos han asumido una línea más<br />
bien neoexpresionista.<br />
Montoto, igualmente profesor y virtuoso de la pintura<br />
y el dibujo, se graduó en el Instituto Estatal de<br />
Artes V. I. Súrikov, de Moscú, donde una profesora<br />
le reprochó la soltura informalista que traía de la<br />
Escuela Nacional de Arte, Cubanacán. Sus instructores<br />
soviéticos de pintura mural le exigieron una<br />
rigurosidad técnica y austeridad expresiva que<br />
supo aprovechar en su pintura posterior. 16 Él trajo<br />
de la URSS su afición a la fotografía analógica y un<br />
pequeño laboratorio fotográfico. Conjuntamente,<br />
trajo imágenes en blanco y negro tomadas allá.<br />
Con las que registró luego aquí, obtuvo reconocimientos<br />
en los años ochenta. Y es autor de instantáneas<br />
que por la poética, sintaxis e iluminación<br />
han estado en ósmosis con su producción gráfica<br />
y pictórica de los años noventa en adelante.<br />
Otro magíster que ha sentado cátedra como pintor,<br />
dibujante y docente es Proenza, graduado del<br />
Instituto de Bellas Artes de Kiev (Ucrania) e incluido,<br />
atinadamente o no, entre los «postmedievales<br />
cubanos». Varios de sus alumnos holguineros impresionaron<br />
en el Instituto Superior de Arte (ISA)<br />
por sus «buenas manos» para pintar. Entre ellos<br />
estuvo Lázaro García, que como su maestro devino<br />
en paradigma del homenaje postmoderno a la historia<br />
del arte universal.
Marcelo Pogolotti.<br />
Marcha ascendente,<br />
ca.1934, óleo sobre<br />
tela, 99,5 x 74 cm,<br />
col. MNBA.<br />
35<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Glexis Novoa. De la etapa práctica, 1989.<br />
Flavio Garciandía. Sin título, 1989,<br />
instalación (detalle)<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 36<br />
Glexis
Novoa. De la etapa práctica, 1989.<br />
Rubén Alpízar. De la serie Panfletos de fin de<br />
siglo II, 2003, gigantografía con impresión<br />
digital, 110 x 90 cm. (Cortesía de Caridad<br />
Blanco).<br />
Flavio<br />
Garciandía. Sin<br />
título, 1989,<br />
instalación<br />
37<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Reinerio Tamayo. Negro sobre negro. Malevich in memoriam, 2001,<br />
pintura sobre lienzo. (Cortesía de Caridad Blanco).<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 38<br />
Reinerio Tamayo. Sin título, 2001, pintura sobre lienzo.<br />
(Cortesía de Caridad Blanco).<br />
Reinerio Tamayo y<br />
Paul Chaviano. El<br />
viaje de los dioses<br />
al infinito II,<br />
2003, instalación,<br />
técnica mixta,<br />
dimensiones<br />
variables.<br />
(Cortesía de<br />
Caridad Blanco).
Desde las postrimerías de los años ochenta, marcados<br />
por la perestroika y la glasnot en la URSS,<br />
varios jóvenes artistas cubanos pusieron a contribución<br />
la vasta iconografía visual de aquel<br />
país, a través de la apropiación y la cita postmoderna,<br />
resemantizándola de manera raigal o de<br />
modo tangencial. El proceso cubano de rectificación<br />
de errores y tendencias negativas, iniciado<br />
en 1986; y el desmembramiento oficial de la<br />
URSS, en 1991, activaron miradas críticas hacia<br />
ese fenómeno que tanta incidencia tuvo para la<br />
vida en Cuba, y en el arte cubano potenció el acercamiento<br />
a lo soviético. Sobre todo en el ISA, crisol<br />
de esas experiencias puntuales y punto de<br />
convergencia de estudiantes procedentes de diferentes<br />
escuelas provinciales, donde la pedagogía<br />
soviética había dejado su impronta en el rigor<br />
técnico.<br />
Desde el ejercicio docente y la praxis artística simultánea<br />
o posterior, hubo revisitaciones al Realismo<br />
socialista. En ello pudo incidir también el<br />
prestigio alcanzado por la nueva pintura rusa, que<br />
concentró la atención del mundo del arte y de importantes<br />
coleccionistas, como el alemán Peter<br />
Ludwig. El binomio artístico de (Vitaly) Komar &<br />
(Alexander) Melamid, que trabajó el pop art en la<br />
Unión Soviética de los años setenta; y tras su migración<br />
a EUA (1978) inició la apropiadora, recontextualizadora<br />
e irónica serie pictórica denominada<br />
Realismo socialista nostálgico, fueron considerados<br />
en el ISA, donde sintomáticamente proliferaron los<br />
colectivos de creación.<br />
Siendo estudiante de esa universidad de las artes,<br />
Kadir López ganó un temprano y significativo reconocimiento<br />
en el Primer Salón de Arte Cubano Contemporáneo<br />
(1995), con una instalación de proyección<br />
lúdicra que entrañaba, además, una estética<br />
postmoderna. Su autor reprodujo pinturas emblemáticas<br />
de la vanguardia histórica cubana sobre<br />
bolos, como designaba el pueblo cubano a los antiguos<br />
soviéticos. Poco antes, Kadir había sido uno<br />
de los artistas que se apropiaron de carteles relati-<br />
39<br />
Lissette Solórzano.<br />
Familia de Liudmila,<br />
fotografía, 40X30 cm.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 40<br />
vos a ese paradigma mundial del socialismo, y los<br />
resignificó en pinturas de gran formato.<br />
Otros pintores, como Sandra Ceballos y Reinerio<br />
Tamayo, retomaron paradigmas de la vanguardia soviética,<br />
cuyas obras experimentales fueron estigmatizadas<br />
como burguesas y anticomunistas, después<br />
de la primera década de la <strong>Revolución</strong> de Octubre. Ellos<br />
la revisitaron, básicamente, desde lo visual, sin obvias<br />
implicaciones político-ideológicas. Ceballos lo<br />
hizo con apropiaciones formales de Jawlensky y de la<br />
pintora constructivista Liubov Popova. Tamayo optó<br />
por el fundador del suprematismo. Al respecto, precisó<br />
para este trabajo:<br />
«He citado la iconografía de Kassimir Malevich desde<br />
el humor, la sátira o el choteo para traer su universo<br />
a la Isla y recontextualizarlo en el trópico, jugando<br />
con el hecho de las distancias, de una cultura<br />
tan diferente a la nuestra. Recurrir así a ese maestro<br />
da un toque de extrañamiento y aun más de surrealismo,<br />
que ni por la mente le pasó a Malevich. Mi<br />
acercamiento no se dirige tanto a hurgar en los propósitos<br />
conceptuales de la obra suprematista, sino<br />
en la manipulación de lo formal. La obra de Malevich<br />
es tan fuerte y tan concreta que ya viene cargada de<br />
conceptos reconocidos por todos. Solo resta aprovecharla<br />
para contar tu historia. Además, es bueno<br />
desacralizar los mitos de la pintura y sacarle el zumo<br />
al legado de la historia del arte».<br />
Rubén Alpízar citó a Malevich en una obra pintada<br />
conjuntamente con Tamayo. Pero, individualmente,<br />
se ha inclinado más hacia los iconos rusos. Imágenes<br />
religiosas que fueron reivindicadas por el realismo<br />
ideológico de los pintores ambulantes rusos<br />
del siglo XIX, reconocidos antecedentes del Realismo<br />
socialista. También René Francisco, de manera<br />
independiente, apeló a Malevich. Como en aque-<br />
lla exposición para celebrar el cumpleaños de su<br />
hija.<br />
La presencia soviética en la población cubana ha<br />
interesado a la fotógrafa Lissette Solórzano, con<br />
indagaciones de raíz antropológica y documental<br />
sobre la formación de familias cubano-soviéticas<br />
radicadas en Cuba. Asimismo, algunos artistas cubanos<br />
nacidos en la URSS o descendientes de soviéticos,<br />
han reflejado de una forma u otra sus<br />
orígenes eslavos o sus vivencias en la Unión Soviética.<br />
Tal es el caso de Nadiezda Inda, en grabados<br />
que recibieron mención en el concurso latinoamericano<br />
La Joven Estampa.<br />
A la vez, hay generaciones de cubanos, ya maduros,<br />
cuyas infancias o adolescencias estuvieron<br />
marcadas por los «muñequitos rusos» producidos<br />
por Soyuz Mosfilm, un estudio que colapsó tras la<br />
extinción de la URSS. Pero los dibujos animados se<br />
están recuperando en la disgregada República<br />
Federativa de Rusia. Ahí está el Oscar que<br />
Alexander Petrov ganó por El viejo y el mar, en el año<br />
2000. Y los más de cincuenta lauros obtenidos por<br />
el joven Studio Piloto en relevantes festivales cinematográficos.<br />
Hoy son coleccionables y objetos de culto aquellos<br />
animados que pasaba la televisión cubana en los<br />
años setenta. Hay quien recuerda, con nostalgia y<br />
gracejo, esos «muñes» que por su tempo más demorado<br />
y proyecciones éticas contrastaban con los<br />
dinámicos cartoons estadounidenses de Walt<br />
Disney, preferidos por otros. Hay quien, como el<br />
artista visual Jorge Luis Marrero, revisita los animados<br />
soviéticos con sarcasmo, apelando al componente<br />
de erotismo y violencia que algunas historias<br />
para niños pueden portar, y activando lecturas<br />
que formalmente se valen del graffiti, la cari-<br />
NOTAS<br />
1 Guy Pérez Cisneros.«Prefacio» del catálogo Colección de Pinturas de la Legación<br />
de Cuba en Moscú. La Habana: junio de 1944.<br />
2 Los artistas incluidos fueron: Juan Emilio Hernández Giro, Esteban Valderrama,<br />
Ramón Loy, Enrique Caravia, F. I. Acevedo, Luis Martínez Pedro, Felipe Orlando,<br />
Fidelio Ponce de León, René Portocarero, Amelia Peláez, Mariano Rodríguez,<br />
Víctor Manuel, Carlos Enríquez, Mario Carreño, Wifredo Lam, Daniel Serra<br />
Badué, Marcelo Pogolotti, Domingo Ravenet, Eberto Escobedo, Jorge Arche,<br />
Cundo Bermúdez y Roberto Diago.<br />
3 Cf. Graziella Pogolotti. «La verdadera historia de la primera exposición de<br />
pintura cubana en la URSS». La Gaceta de Cuba. La Habana, 20 de mayo de<br />
1964, p. 24.<br />
4 Guy Pérez Cisneros. Las estrategias de un crítico. La Habana: Editorial Letras<br />
Cubanas, 2000, p. 71.<br />
5 Idem, p. 73.<br />
6 Nicolás Guillén. «El ciclón en la palangana». Hoy. La Habana, 17 de marzo<br />
de 1945, p. 2.<br />
7<br />
José Luis Salado. «Pinturas cubanas en Moscú». Hoy. La Habana, 16 de<br />
marzo de 1945, p. 10.<br />
8 Idem<br />
9 Cf. N. Yaborskaia. «Pintura cubana en Moscú». Cuba y la URSS . La Habana,<br />
no. 1, agosto de 1945, pp. 2-3.<br />
10 Cf. Larisa Tananáeva. «Rasgos del retrato de Pogolotti». América Latina.<br />
Moscú, Editorial Progreso, no. 1, 1988, pp. 66-75.<br />
11 Cf. «Actividades del Instituto». Cuba y la URSS. La Habana, no. 2, septiembre<br />
de 1945, p. 24.
catura y la imagen fija. Fundó una productora,<br />
imaginaria: Sovestporfilm [sic].<br />
Sobre este particular, el propio Marrero ha expresado:<br />
«Los animados aluden a aquella etapa en<br />
que la “sovietización” invadió nuestros mass media<br />
mecánicamente, como política cultural de la<br />
URSS y otros países del Este. Mis caricaturas, en<br />
cambio, son portadoras de un espíritu sarcástico y<br />
nihilista, realizados durante el “período especial”,<br />
profunda crisis que vivió el país [Cuba] en los años<br />
posteriores a la desaparición del bloque socialista.<br />
Sovestporfilm… es una crónica personal de dos instantes<br />
históricos: el idilio y la amnesia». 17<br />
Anteriormente, Flavio Garciandía y Glexis Novoa<br />
fueron incluidos en una exposición antológica: Kuba<br />
OK, que al inicio del Período Especial llevó una selección<br />
del arte cubano a Alemania, tras la caída del<br />
muro de Berlín. A propósito de la propuesta de<br />
Garciandía, se comentó entonces: «la antropologización<br />
fálica de la hoz y el martillo, además de una<br />
alusión a la perestroika como revitalización de la URSS,<br />
representa una apropiación “tercermundista” del<br />
emblema del comunismo. Carnavalizarlo así significa<br />
romper su ortodoxia para hacerlo participar<br />
humorísticamente de la multitonicidad del “Sur”,<br />
como parte del discurso apropiador, antirretórico y<br />
deconstructor del nuevo arte cubano. En esta dirección<br />
es además una crítica al ritualismo pomposo y<br />
grandilocuente que Cuba tomó de la Unión Soviética<br />
durante la década del 70». 18<br />
Acerca de la poética de Novoa, un colega suyo, también<br />
crítico de arte, afirmó: «Glexis pone en tela de<br />
juicio la estética del llamado “realismo socialista”<br />
revierte en contra de este su desmesura enfática, y<br />
toda la rigidez de sus estereotipos representacionales.<br />
Parodia los efectos teatrales, la mega-<br />
12 Cf. «Llamamiento a los artistas cubanos. El Museo de Arte Moderno de<br />
Moscú adquirirá obras de artistas cubanos». Cuba y la URSS. La Habana, no.<br />
2, septiembre de 1945, p. 25.<br />
13 Las obras reproducidas eran esculturas de Teodoro Ramos Blanco, Manuel<br />
Rodulfo Tardo, Juan José Sicre, Alfredo Lozano, Marta Arjona. Y pinturas de<br />
Carlos Enríquez, Wifredo Lam, Antonio Gattorno, Mario Carreño, Domingo<br />
Ravenet, Mariano Rodríguez, Felipe Orlando, Eberto Escobe do, Julio Girona y<br />
René Portocarrero. Cf. «Pintura cubana en Moscú» . Cuba y la URSS. La Habana,<br />
año II, no. 12, julio de 1946, pp. 28-29.<br />
14 Graziella Pogolotti. «Pintura cubana en los países socialistas». Examen de<br />
conciencia. La Habana: Ediciones Unión, 1965, p. 92. Además de los cuatro<br />
pintores mencionados, participaron en la muestra: Ángel Acosta León, Adigio<br />
Benítez, Servando Cabrera, Hugo Consuegra, Salvador Corratgé, Sandú Darié,<br />
Antonia Eiriz, Carmelo González, Orlando Yanes, Fayad Jamis, Guido Llinás,<br />
Raúl Martínez, Raúl Milián, José Mijares, Pedro de Oráa, Humberto Peña, Loló<br />
Soldevilla, Juan Tapia y Antonio Vidal.<br />
15 Idem, p. 102.<br />
16 Cf. Andrés D. Abreu. «El cultivador: la inminente (re)conceptualización de<br />
Montoto» . Catálogo de la exposición Conversación en el huerto. La Habana:<br />
Galería Villa Manuela, 2007.<br />
17 Cf. tarjeta de su exposición Sovestporfilm presenta «Angustia existencial<br />
postcoitum». Galería Habana, agosto-septiembre de 2002.<br />
18 Gerardo Mosquera. Catálogo de la exposición Kuba O.K . Düsseldorf, 1990,<br />
p. 48.<br />
19 Antonio Eligio Fernández (Tonel). Catálogo de la exposición Kuba O.K.<br />
Düsseldorf, 1990 , p. 56.<br />
lomanía de ese arte y de la propaganda correspondiente,<br />
así como el vacío enrevesado de sus textos.<br />
Superpone al lenguaje gráfico recursos desembozadamente<br />
pictóricos, modernos (“dripping, texturas,<br />
armonías y disonancias cromáticas muy<br />
estudiadas”) siempre aplicados, con el mecanismo<br />
puntual de la cita previsible, sobre imágenes<br />
que por su filiación pop, remiten a la fuente internacional<br />
más evidente para la propaganda cubana<br />
de la <strong>Revolución</strong>». 19<br />
Marrero, Garciandía y Novoa, junto con Tonel,<br />
Lázaro Saavedra, Esterio Segura, Manuel Artiles y<br />
el binomio René Francisco-Eduardo Ponjuán son,<br />
a su vez, artistas contenidos en un proyecto de<br />
exposición de la especialista Solveig Font, quien<br />
los escogió por considerarlos autores de obras que,<br />
entre los años ochenta y los noventa, utilizaron<br />
de diversos modos la iconografía, la simbología y<br />
el concepto pictórico del Realismo socialista.<br />
Esa exposición en potencia tiene como título provisional<br />
aquel sintagma que cerraba el animado<br />
soviético del lobo y la liebre: Deja que te coja. Pero no<br />
acaba de concretarse porque «casi el 80% de las obras<br />
se encuentran fuera del país, en colecciones, y son<br />
muy difíciles de transportar», afirma Solveig. Son<br />
creaciones exhibidas en muestras personales o colectivas,<br />
pero nunca en una con ese eje temático.<br />
Durante el vigente Período Especial, se ha dado<br />
continuidad a la exhibición de arte cubano contemporáneo<br />
en la Rusia actual, en coordinación<br />
con instituciones como el Centro de Desarrollo de<br />
las Artes Visuales. También hasta cierto punto,<br />
han proseguido los viajes de creadores cubanos a<br />
eventos culturales en la otrora URSS y las celebraciones<br />
de jornadas de la cultura cubana. De modo<br />
que la historia… continúa.<br />
41<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Elizabeth Mirabal y<br />
Carlos Velazco acaban<br />
de ganar el premio de<br />
ensayo artístico y<br />
literario Enrique José<br />
Varona de la UNEAC,<br />
por su libro Sobre los<br />
pasos del cronista. El<br />
quehacer intelectual de<br />
Guillermo Cabrera<br />
Infante en Cuba entre<br />
1947 y 1965, uno de<br />
cuyos capítulos («Memorias<br />
de la primera<br />
cimemateca de Cuba»)<br />
se publicó en el No. 5-<br />
6 de 2009 de R y C.<br />
Collage de Zoia de<br />
titulares de<br />
publicaciones<br />
cubanas<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 42
Zoia Barash nació un 22 de mayo de 1935 en<br />
Polonnoe, Ucrania, cuando esta nación aún integraba<br />
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.<br />
Apenas doce años después, era una de las tantas<br />
adolescentes soviéticas que asistía al cine en<br />
el contexto de la Guerra Fría y podía recrearse, aunque<br />
parezca paradójico, con películas alemanas de<br />
la época hitleriana protagonizadas por Zara<br />
Leander y filmes estadounidenses que reflejaban<br />
problemáticas sociales internas como The Roaring<br />
Twentis, I am a fugitive from Chain Gang, Tobacco Road o<br />
The grapes of wrath, en gran medida porque sus críticas<br />
se ajustaban a los intereses de una campaña<br />
nacional diseñada para denostar a norteamericanos,<br />
ingleses y extranjeros en general.<br />
En 1953, el mismo año de la muerte de Stalin y los<br />
primeros pasos hacia una liberalización cultural<br />
conocida como «deshielo» debido a la novela<br />
homónima de Iliá Ehrenburg, Zoia comenzó a es-<br />
DECIR<br />
TODA<br />
LA<br />
Elizabeth<br />
Mirabal<br />
Llorens<br />
VERDAD<br />
tudiar alemán y español en el Instituto Superior<br />
Pedagógico de Lenguas Extranjeras de Moscú con<br />
tiempo suficiente para asistir al teatro, leer los clásicos<br />
de la literatura rusa (Pushkin, Turguéniev,<br />
Tolstói, Dostoievski), sin excluir autores de otras<br />
nacionalidades como Charles Dickens y Thomas<br />
Mann, y por supuesto, visitar las salas oscuras para<br />
disfrutar Cuando vuelan las cigüeñas, de Mijail<br />
Kalatozov o El 41, del innovador Chujrai.<br />
Un año antes del triunfo de la <strong>Revolución</strong> Cubana,<br />
Zoia había concluido sus estudios. Cantó, como<br />
tantos otros, Cuba, mi amor por las calles<br />
moscovitas. Se deslumbró cuando le aseguraron<br />
que en la lejana isla del Caribe estaba permitida la<br />
pintura abstracta y todos los ministros eran jóvenes<br />
como ella. Aquellas noticias insólitas y admi-<br />
rables, y el amor que comenzó a sentir por uno de<br />
los tantos cubanos que pronto arribaron a la Unión<br />
Soviética, fueron causas suficientes para que en<br />
1963 decidiera abandonar la estepa por el trópico y<br />
emprendiera un largo viaje hacia ese lugar ignoto,<br />
pero ideal y paradisiaco, llamado Cuba.<br />
Sus primeros trabajos fueron como traductora en<br />
la Junta Central de Planificación y en el Centro de<br />
documentación del petróleo. Pero ya en 1966 no<br />
era extraño que Paquito Cruz, el chofer de Relaciones<br />
Internacionales, la esperara en una esquina de<br />
la Habana Vieja y la llevara hasta el ICAIC. Trascurrieron<br />
diez años para que oficialmente fuese traductora<br />
en el Centro de Documentación y cuando<br />
en 1980 pasó a ser la especialista en cine de los<br />
países socialistas de la Cinemateca de Cuba, ya<br />
hacía mucho tiempo que se había percatado del<br />
valioso cúmulo de información que sobre el séptimo<br />
arte de la URSS llegaba al noveno piso del ICAIC.<br />
A la par que recibía a Larisa Sheptiko,<br />
Stanislav Rostotski, Alexander Mitta,<br />
Andrei Konchalovski y tantos otros<br />
cineastas soviéticos que visitaron La Habana<br />
por esa fecha, se dedicó a reunir numerosos<br />
datos sobre los directores que<br />
habían protagonizado desde sus orígenes<br />
la historia del cine en su país.<br />
Casi una década después de que terminara<br />
de escribir El cine soviético del principio al<br />
fin, La Habana:Ediciones ICAIC, 2008, sale<br />
a la luz este libro que tanto estimulara<br />
Reynaldo González. En la portada, una<br />
cámara con el emblemático símbolo de la<br />
hoz y el martillo, irrumpe desde el interior<br />
de una matrioska parecida a las que adornaron<br />
las salas de muchas casas cubanas.<br />
Resulta impactante este texto, aun tras<br />
naufragios y derrumbes, porque su autora<br />
se resiste a contar de forma aséptica.<br />
Renuncia a una perspectiva macro o<br />
generalizadora, convencida de que las vidas<br />
de los cineastas y las películas frutos<br />
de su pasión creadora debían ser el centro<br />
irradiante a partir del cual escribir un libro<br />
documentado y analítico, pero también<br />
conmovedor.<br />
Desde las primeras aproximaciones al<br />
cine prerrevolucionario ruso, que contienen<br />
la caracterización del star system de la<br />
época, se hace ostensible que la autora ha logrado<br />
dominar la cuantiosa información recuperada para<br />
que no subyugue la fluidez del texto. Casi de inmediato<br />
se sumerge en la inusitada etapa que marcó<br />
en el séptimo arte la victoria de la <strong>Revolución</strong> de<br />
Octubre, ese estremecedor punto de giro que iniciara<br />
el «glorioso, pero breve período» de la vanguardia<br />
soviética representada por Dziga Vertov,<br />
Serguei Eisenstein, Lev Kuleshov y Vsevolod<br />
Pudovkin. Junto a ellos, con su talento y sólida<br />
poética Grigori Kozintsev, Mijail Romm, Aleksandr<br />
Dovzhenko y Mijail Kalatozov también provocaron<br />
un vuelco artístico de proporciones gigantescas,<br />
al tiempo que preparaban el campo cultural<br />
para el arribo de los realizadores que Zoia ha bautizado<br />
como «los hijos del XX Congreso».<br />
43<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Zoia Barash, al<br />
fondo el río<br />
Dniéper<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 44<br />
Una mirada renovadora, asentada en principios<br />
como el humanismo, la justicia y la ética comenzó<br />
ha revelarse con nitidez en la cinematografía de<br />
Chujrai, Bondarchuk, Panfilov, Sheptiko,<br />
Paradzhanov, Tarkovski y los hermanos Mijalkov<br />
y Konchalovski. Con filmes como La balada del soldado,<br />
El destino de un hombre, Pido la palabra, La patria<br />
de la electricidad, La sombra de los antepasados olvidados,<br />
Andrei Rubliov, Solaris, La felicidad de Asia, Algunos días<br />
en la vida de Oblomov, ellos configuraron un nuevo<br />
rostro para el cine soviético, marcado en esencia<br />
por la pluralidad de visiones estéticas y un deseo<br />
manifiesto por superar las estrictas reglas y prohibiciones<br />
del pasado a pesar de la escasa supervivencia<br />
del «deshielo».<br />
Cierra el libro «Algunos filmes de la perestroika»,<br />
un capítulo que repasa una muestra de las cintas<br />
emblemáticas surgidas cuando, como diría el poeta,<br />
la hoz perdía su filo y el martillo se cubría de<br />
herrumbre. Zoia ha seleccionado entre la prolífica<br />
producción de esta etapa, aquellas películas que<br />
revelan los nuevos rasgos y tópicos adquiridos tras<br />
profundos cambios como la abolición de la censura.<br />
Por primera vez, se rescatan para un público<br />
cubano los fragmentos de las cartas y los diarios<br />
en los cuales los creadores soviéticos vertieron sus<br />
preocupaciones más íntimas en torno al contexto<br />
social, político y cultural en que vivieron. Los argumentos<br />
de los filmes se mezclan con los avatares<br />
de su realización y una urdimbre que no obvia<br />
pasajes de metrajes cortados y rollos archivados.<br />
Quizá este texto sea la contribución personal de<br />
Zoia Barash para saldar esa deuda ética de su ge-<br />
neración, que según Proshkin, consiste en decir<br />
toda la verdad.<br />
Se infiere que era usted una de las tantas niñas que tras la<br />
Segunda Guerra Mundial coleccionaba las fotografías borrosas<br />
de grandes estrellas del celuloide sin conocer sus<br />
nombres. ¿Cuándo comenzó a descubrirlos? ¿Por qué se<br />
exhibían las películas de Humphrey Bogart, Johnny<br />
Weissmuller, Errol Flynn y Zara Leander sin los créditos?<br />
Creo que las niñas siempre se interesan por el cine<br />
o casi siempre. Después de la guerra, fue traída una<br />
gran cantidad de películas al país como trofeo de<br />
guerra. Uno de los funcionarios que las sacó de<br />
Alemania recuerda haber enviado a la Unión Soviética<br />
más de dos mil títulos. Durante aquellos<br />
años de posguerra, en un país devastado, azotado<br />
por la pobreza extrema y con millones de muertos<br />
(la cifra exacta aún se desconoce), el cine era la<br />
única diversión de los adolescentes. ¿Por qué se<br />
quitaron los créditos? No puedo decir con exactitud.<br />
No sé por qué. Los fotógrafos callejeros tomaban<br />
instantáneas directamente de la película. Por<br />
supuesto, carecían de calidad, tampoco tenían el<br />
nombre de los actores, pero bueno, era gente bonita;<br />
Humphrey Bogart resultaba impresionante<br />
para las niñas, Errol Flynn era adorado y Deanna<br />
Durbin y Jeannette MacDonald, admiradas por su<br />
belleza y vestidos deslumbrantes. No se me olvida<br />
el suspiro colectivo de la sala cuando en una de<br />
sus películas Deanna Durban abre el closet de su<br />
alcoba y se ve una hilera de vestidos preciosos.<br />
Comprábamos y coleccionábamos aquellas imágenes<br />
(y de las estrellas soviéticas también) con el
escaso dinero que nos daban nuestras madres para<br />
la merienda. Las niñas son así, coleccionan cualquier<br />
cosa, incluyendo las fotos borrosas de grandes<br />
estrellas del cine.<br />
¿Cuán determinantes fueron los rumores que corrían en<br />
Moscú sobre que en Cuba estaba permitida la pintura abstracta<br />
y que todos los ministros eran jóvenes en su decisión<br />
de viajar al país en el año 1963?<br />
En los años 60, 61 y 62, llegaban las fotos de los<br />
corresponsales soviéticos en La Habana y todo el<br />
mundo se maravillaba con la juventud y la belleza<br />
de los guerrilleros. Fidel parecía un dios griego. La<br />
pintura abstracta estaba prohibida en la Unión<br />
Soviética y, de repente, nos enteramos de que en<br />
un país revolucionario florecía el arte no figurativo,<br />
lo que nos impresionó mucho. Recuerdo que<br />
un amigo decía con envidia: «Armando Hart tiene<br />
veintisiete años y es ministro. ¡Es increíble!»<br />
¿Varió esa construcción romántica mientras su vida fue<br />
transcurriendo en la isla?<br />
No varió. Recuerdo una canción soviética que se<br />
llamaba Cuba, mi amor. Muy bella, por cierto. Esta<br />
imagen de la joven <strong>Revolución</strong> Cubana siempre tendrá<br />
para mí un halo romántico, y quedará como un<br />
hecho protagonizado por gente joven y hermosa.<br />
Una vez en Cuba, ¿qué la incitó a colaborar con el ICAIC?<br />
Mi interés por el cine. Empecé a colaborar con el<br />
ICAIC en 1966. Me fugaba porque no me permitían<br />
en horario de trabajo salir a otras gestiones, pero<br />
inventaba cualquier pretexto y me iba para allá.<br />
¿Cuándo comenzó su interés profesional por el cine soviético?<br />
En el momento en que comencé a trabajar ya fijo<br />
en la Cinemateca de Cuba, en el año 1976. Desde<br />
antes me había interesado el cine soviético como<br />
fenómeno cultural e histórico, y teniendo a mi disposición<br />
tanta información, trabajando durante<br />
tantos años en el departamento de Documentación,<br />
donde manejaba todos los datos referidos a<br />
la Unión Soviética y los países socialistas, ese interés<br />
se avivó.<br />
¿Por qué considera que la mejor manera de contar la historia<br />
del cine soviético es mediante la vida de sus realizadores?<br />
Otro enfoque no me parecía productivo, porque<br />
precisamente en la vida de los grandes realizadores<br />
palpitaba la historia del cine soviético. Ellos la<br />
hicieron y valía la pena analizar sus biografías para<br />
descubrir a través de ellas los matices de ese otro<br />
devenir general.<br />
¿Qué criterios rigieron la periodización que le dio a su<br />
investigación?<br />
Cuando se trata de la historia, la periodización,<br />
desde luego, es de mucha importancia. Responde a<br />
los hechos que conforman la historia del país, es<br />
decir, los primeros años del cine silente, el que comienza<br />
a hacerse en 1917, tras la <strong>Revolución</strong> de<br />
Octubre, los años 30 y 40, el que sobreviene a la<br />
celebración del XX Congreso y finalmente, algunos<br />
autores y filmes de la perestroika; es<br />
por lógica histórica. Me pareció válido<br />
unir las vidas de los realizadores<br />
con la historia del país, porque<br />
evidentemente reflejaron en sus<br />
obras todos los eventos que acontecían<br />
en la nación.<br />
¿Cuáles son las razones esenciales que la<br />
incitaron a referirse a la censura que muchas<br />
veces marcó al cine soviético?<br />
La prohibición, la represión, todo es<br />
parte de la historia. Y el cine soviético<br />
reflejó la historia de su país indudablemente,<br />
con sus altas y bajas.<br />
La censura existió siempre y me<br />
pareció válido abordar este aspecto,<br />
junto a otros problemas que tenían<br />
los directores soviéticos con la burocracia<br />
del cine.<br />
¿Cómo valora la interrelación entre el cine y la literatura<br />
en el contexto político soviético?<br />
La gran fuente del cine es la literatura. Las obras<br />
clásicas y las que recibían galardones estatales,<br />
antes llamados Premios Stalin, siempre eran llevadas<br />
al cine. Era como un imperativo. Los directores<br />
sabían que valía la pena.<br />
¿En que período situaría el momento en que el cine comienza<br />
a ejercer una atracción para los espectadores rusos<br />
más allá de la innovación técnica y la diversión<br />
novedosa que significaba?<br />
El cine es atractivo siempre. No creo que los espectadores<br />
acudieran a las salas en los años veinte<br />
sólo por la novedad técnica. El espectador siempre<br />
busca diversión, instrucción, ver algo nuevo, sentir<br />
emociones. ¿No se explica así la atracción del<br />
cine para el gran público?<br />
A lo largo del tiempo, ¿qué diferenció al star system<br />
ruso del existente en otras cinematografías?<br />
No había grandes diferencias. Las estrellas del cine<br />
fueron muy populares. No creo que sea muy distinta<br />
Mary Pickford de Vera Jolodnaia, una estrella<br />
del cine mudo ruso. Eran veneradas, sus fotografías<br />
circulaban mucho y la gente las adoraba. El<br />
star system es igual en todos los países.<br />
Usted recoge una afirmación de Eisenstein en 1930: «Si<br />
pudiéramos provocar un sentimiento en el público y obligarlo<br />
a sentir una idea, me parece que en el futuro obtendríamos<br />
la posibilidad de dirigir el proceso mental del espectador».<br />
¿En qué medida esta concepción responde a<br />
una visión conductista en torno al poder de los medios?<br />
Todos los realizadores quieren influir en su público.<br />
A veces confían en que si hacen un gran documental,<br />
una gran película, enseguida modificarán<br />
los procesos mentales del espectador. Eso nunca<br />
ocurre. Pero fue un gran sueño de Eisenstein: influir<br />
en el corazón y la mente de su público. No lo<br />
consiguió. Pero trató. Así piensan todos los realizadores:<br />
«Esta película cambiará a la gente». No<br />
sucede así. Ojalá. Posiblemente esa idea corresponda<br />
a esta teoría que mencionas, porque la época<br />
45<br />
Portada de El<br />
cine soviético de<br />
principio a fin<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Zoia Barash<br />
durante una visita<br />
a Kiev en 2006<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 46<br />
fue muy tormentosa, de muchos proyectos que<br />
después fueron descartados. Él creyó sinceramente<br />
en esta posibilidad, en que el cine es un instrumento<br />
muy poderoso para influir en el prójimo. A<br />
veces se logra algo, pero es efímero y me parece que<br />
en general es imposible.<br />
¿Cuáles son los principales factores que pueden haber influido<br />
en que el legado del cine<br />
soviético al cine de otras naciones<br />
no haya sido lo suficientemente<br />
reconocido?<br />
Mucha gente reconoce la<br />
influencia del cine sovié-<br />
tico, sobre todo del cine silente de los años veinte<br />
después de la <strong>Revolución</strong>, específicamente de cintas<br />
como El acorazado Potemkim y Huelga, de<br />
Eisenstein, La madre, de Pudovkin, y algunas otras.<br />
Ahora, cuando se trata del cine de los años treinta o<br />
cuarenta es difícil seguir esa influencia porque eran<br />
películas de circulación en extremo interna, con algunas<br />
excepciones como Somos de Kronstadt y filmes<br />
de la época de la II Guerra Mundial. Se sabe que el<br />
sueño dorado de Goebbels, ministro de propaganda<br />
de Hitler, era tener un filme alemán parecido a El<br />
acorazado… No lo consiguió. El cine de los años 60 y<br />
70 fue más visto. Parece que en Cuba filmes como<br />
Polvo rojo y Ustedes tienen la palabra sí tuvieron cierta<br />
influencia del cine soviético.<br />
Explica en su texto que el cine de la etapa prerevolucionaria<br />
había sido poco estudiado, porque<br />
durante un tiempo se consideró que no merecía<br />
atención.<br />
Sí, se consideraba muy burgués. Pero nadie<br />
puede explicar qué cosa es el cine burgués.<br />
¿Qué cosa es? ¿Un género? Se consideraba<br />
decadente, porque los temas que<br />
trataba el cine pre-revolucionario silente<br />
eran algo limitados: intrigas amorosas,<br />
aventuras, es decir, casi nunca se trataba<br />
de reflejar un suceso histórico importante<br />
del país. Siempre eran tópicos intimistas.<br />
Por esa razón, fue un cine un poco olvidado.<br />
Pero de repente surgió mucho interés<br />
hacia él y fue alimentado por varias investigaciones,<br />
pues se percataron de que<br />
se asemejaba al cine mundial en general.<br />
Era como el de los países escandinavos,<br />
Estados Unidos, Alemania. Sin dudas, el<br />
cine ruso de esos primeros momentos debe<br />
incorporarse en la historia cinematográfica<br />
del país. Si un historiador del cine es<br />
serio, debe integrar todos los fenómenos<br />
que acontecieron en este campo.<br />
En el libro se enuncian las consecuencias que para<br />
la obra, la vida, incluso para la salud física y<br />
mental de algunos realizadores soviéticos tuvieron<br />
las prohibiciones que acompañaron al cine<br />
de su país. ¿Cuáles serían las secuelas más graves<br />
que esta realidad dejó a la cultura rusa y al<br />
séptimo arte en particular?<br />
Siempre las consecuencias de una represión,<br />
de una censura férrea, son nefastas y<br />
a largo plazo. Los realizadores rusos que<br />
vivieron los 30 y 40, por supuesto, sufrieron<br />
los efectos de esa presión tan grande<br />
que se ejercía sobre ellos. Tenían grandes<br />
planes que en múltiples ocasiones no pudieron<br />
realizarse. El realizador y sus sueños<br />
frustrados… Creo que todos los<br />
cineastas del mundo alguna vez han tenido<br />
proyectos que se han frustrado y han<br />
sufrido por ello.<br />
Después del XX Congreso, cuando la censura<br />
no era ya tan dura, surgieron muchos<br />
realizadores que poco a poco vencieron los<br />
miedos del pasado. Es decir, las consecuen-
cias son a largo plazo, pero pueden vencerse. Y las<br />
nuevas generaciones de los años 60, como Grigori<br />
Chujrai, Serguei Paradzhanov, Andrei Tarkovski,<br />
los hermanos Mijalkov y muchos más, estaban<br />
pensando ya de otra manera. Y también hicieron<br />
grandes obras para el cine soviético. El pasado puede<br />
ser superado.<br />
¿De qué estrategias se valieron los cineastas soviéticos<br />
para en contadas ocasiones burlar el control ideológico<br />
iniciado en 1918?<br />
No, era imposible burlar el control ideológico. No<br />
creo que alguien se hubiera atrevido a desafiarlo.<br />
Todos los realizadores debían adherirse al orden<br />
imperante, cumplir con las obligaciones impuestas<br />
por los burócratas del cine, si no la película<br />
simplemente se archivaba y ahí se quedaba.<br />
¿Emplearon el pasado histórico para cuestionar los sucesos<br />
del presente?<br />
Sí, el pasado siempre está allí en espera que lo investiguemos,<br />
pero los censores siempre estaban al<br />
acecho y cuando percibían alguna alusión que no<br />
convenía, enseguida proscribían la obra y a su realizador.<br />
La censura siempre es muy perspicaz. Los<br />
cineastas quisieron tratar temas diversos, hacer<br />
películas sobre el amor, problemas cotidianos y en<br />
los años 60 se hizo mucho, pero cuando empezó la<br />
era de Brezhnev, la censura volvió a ser muy exigente,<br />
sin embargo en ocasiones algo se pudo hacer<br />
de acuerdo con los deseos de los realizadores.<br />
¿Aún perdura entre los intelectuales ex soviéticos algo del<br />
complejo de inferioridad social que les incitaba a convertir<br />
su arte en propaganda?<br />
Ya no existe. Según los preceptos de la sociología<br />
vulgar muy de moda en los años 20, se suponía<br />
que para hablar de los obreros y campesinos, había<br />
que nacer en estos ambientes. Se dieron algunos<br />
ejemplos en la literatura, pero en el cine… El<br />
cine se hace por personas cultas e instruidas en la<br />
mayoría de los casos sin importar de qué clase social<br />
provienen.<br />
Seguei Yutkevich en sus recuerdos en torno a la campaña<br />
«del desenmascaramiento de los cosmopolitas<br />
apátridas» asegura que más allá de los artistas y críticos<br />
judíos, el verdadero blanco eran los intelectuales en sentido<br />
general.<br />
Cuando se recrudece la censura, se desatan los<br />
arrestos arbitrarios y los encarcelamientos, el<br />
ambiente del país se enrarece. Y en ese contexto<br />
–tal vez en Rusia ya era una tradición– los intelectuales<br />
son siempre las primeras víctimas porque<br />
supuestamente no son de fiar. Son gente que<br />
siempre quiere expresar algo prohibido, o mostrar<br />
algo chocante y eso no conviene a la burocracia.<br />
Para un burócrata la tierra es plana y clara,<br />
mientras que un intelectual la ve compleja y con<br />
muchos misterios. En los años 40 el entorno se<br />
hizo más opresivo: de forma continua se dictaban<br />
decretos para controlar el cine, la literatura,<br />
se enjuiciaban severamente las obras y los personajes<br />
del mundo cultural, y claro, todo el mundo<br />
tenía miedo. Los cineastas y escritores no podían<br />
filmar ni publicar lo que querían, era un medio<br />
muy opresor el de finales de los 40 y principio de<br />
los 50. Por esta época, comenzó un período en el<br />
que se producían pocas películas. Se extendió el<br />
criterio de que era mejor tener menos películas<br />
con una gran calidad. Pero, como suele suceder en<br />
esos casos, se redujo el número de filmes, y se<br />
mantuvo la poca calidad. Las salas de cine, ante<br />
esa situación, se nutrían de películas extranjeras,<br />
incluyendo algunas que vieron los espectadores<br />
rusos y que casi nadie ha visto: cintas del<br />
período nazi en Alemania. No reflejaban la ideología<br />
nazi, de ninguna manera. Se trataba de musicales,<br />
aventuras, biografías realizadas durante<br />
el gobierno de Hitler. Eso lo veíamos nosotros con<br />
mucho gusto. A los adolescentes no nos importaba<br />
la procedencia de las cintas. Si eran buenas y<br />
nos gustaban, ¿por qué no? Además, todas estaban<br />
dobladas. El idioma alemán o inglés no se<br />
escuchaba.<br />
¿Qué fines tuvo esta campaña estimulada por «un puñado<br />
de escritores mediocres o envidiosos que querían protegerse<br />
de la crítica inteligente y justa»?<br />
Creo que en esencia fue para infundir miedo y que<br />
nadie levantase la cabeza.<br />
¿Cuáles fueron los móviles de una censura sobre el cine<br />
que comprendía no sólo el presente, sino también el pasado<br />
y el futuro?<br />
Responder a los preceptos imperantes del momento.<br />
Todo lo que se desviaba de esa línea, era prohibido<br />
y castigado. Los móviles de los dirigentes son<br />
difíciles de dilucidar. Era una campaña tras otra,<br />
no sólo contra los creadores del arte, también existieron<br />
varias contra genetistas, biólogos, médicos<br />
y creo que hasta los adeptos del esperanto sufrieron<br />
lo suyo. Todo lo que estaba fuera de la mente<br />
estrecha de un burócrata, estaba mal. Ninguna<br />
ideología sostenía la censura. Stalin era el amo<br />
absoluto del país y lo que él quería, se hacía, nadie<br />
se preguntaba por qué, cómo, ni para qué: había<br />
que cumplir.<br />
¿Y qué opina de la lectura que hacía Stalin de las películas?<br />
Un testimonio recogido en su libro revela que las<br />
visionaba como parte de la realidad misma, que regañaba<br />
a los actores en pantalla cuando se equivocaban y los<br />
halagaba cuando le complacían sus acciones.<br />
Una reacción muy infantil. Así mismo fue. ¿Qué<br />
podemos hacer?<br />
En el ambiente cultural de la URSS, ¿qué elementos pueden<br />
haber propiciado la puesta en marcha de ese mecanismo<br />
calificado por usted de «terror casero moral», y que<br />
favoreció la proliferación de la intriga, la desconfianza<br />
mutua, el servilismo y la delación política?<br />
El miedo básicamente. El Miedo, con mayúscula.<br />
Quizás sí hay otros: el oportunismo y la envidia.<br />
Siempre alguien lleva cuenta de quién recibió el<br />
premio, quién no, a quién le dieron dacha en el campo<br />
y quién pudo o no comprarse un automóvil. Las<br />
relaciones de los intelectuales soviéticos con el<br />
poder es un tema complicado. Hay que hurgar mucho<br />
en el pasado.<br />
47<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Otra muestra de los<br />
titulares de<br />
publicaciones<br />
cubanas que llaman<br />
la atención de Zoia<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 48<br />
Reproduce un criterio de Ludmila Pogozheva refiriéndose<br />
a aquellos que tergiversaron la verdad: «¿Tenemos derecho<br />
de hacer reproches a los creadores? ¿Qué sabían en<br />
aquel entonces sobre Stalin y su papel en la revolución?<br />
Solamente las versiones engendradas por el culto a la personalidad<br />
que se alteraban de un año a otro». ¿Coincide o<br />
discrepa con ella?<br />
Coincido plenamente, porque la ignorancia fue bastante<br />
grande. ¿Quién se percataba de los crímenes<br />
de Stalin? ¿Quien podía tener el panorama completo?<br />
Nadie. La verdad salió después del XX Congreso<br />
y la perestroika.<br />
Para un intelectual, ¿era imposible saber que estos crímenes<br />
se cometían?<br />
Era imposible saberlo con exactitud, con detalles.<br />
Sólo los que tenían un hijo, un esposo, un padre<br />
preso, se percataban de lo que sucedía. Pero las<br />
dimensiones eran difíciles de imaginar para alguien<br />
que llevase una vida cotidiana y para el pueblo<br />
en general que trabajaba abnegadamente para<br />
reconstruir el país después de la guerra más<br />
devastadora del siglo XX. Ahora recuerdo de dos<br />
casos que me impresionaron en mi adolescencia:<br />
fue detenido el esposo de mi profesora de música<br />
(mis padres querían que estudiara piano). Su delito:<br />
por la noche escuchaba la BBC de Londres y<br />
La voz de América. Los vecinos lo delataron, porque<br />
estaba prohibido tener un receptor de onda corta.<br />
Murió en un campo de trabajo. Otro caso: un vecino<br />
fue acusado de no referir en su planilla de trabajo<br />
que hablaba alemán, inglés y francés. Desapareció<br />
para siempre.<br />
¿Era poco común que los realizadores adoptaran posiciones<br />
como las de Dovzhenko al negarse a dar explicaciones,<br />
suplicar o pedir disculpas por exponer la verdad en su<br />
noveleta Ucrania en llamas?<br />
Él se exponía mucho y no sé hasta qué punto sus<br />
objeciones y protestas llegaron a quien tenían que<br />
llegar. Confió todo en su diario personal, sin llegar a<br />
hacer ninguna declaración pública porque era muy<br />
arriesgado. Era una resistencia en silencio, callada.<br />
Es posible que muchos pintores, escritores,<br />
cineastas, reflejaran su inconformidad, expresaran<br />
sus ideas, pero siempre en un ámbito muy privado.<br />
¿Fue el cine la manifestación artística más lacerada o todas<br />
padecieron por igual?<br />
Todas las artes fueron censuradas, las artes plásticas,<br />
la literatura, el teatro. Todas sufrieron por igual.<br />
No podemos decir que el cine padeció más que todas,<br />
al contrario, como a Stalin le gustaba el cine, la<br />
lista de los cineastas fusilados o encarcelados no<br />
era tan extensa como en otras áreas. Parece que<br />
definitivamente el cine le apasionaba mucho.
¿Cuáles eran los argumentos que amparaban la reedición<br />
de las películas extranjeras durante la década del 20 en la<br />
URSS?<br />
Se rechazaba todo lo que se suponía no tenía valor<br />
para un estado proletario, se modificaba, se cambiaba<br />
el orden de las escenas para concluir con finales<br />
más apropiados. Durante la campaña contra<br />
los cosmopolitas en los años 40, cualquier<br />
mención de que existía algo bueno más allá de las<br />
fronteras, era pernicioso. Recuerdo una película<br />
donde uno de los personajes le decía a una actriz<br />
de opereta: «¡Qué feliz tú eres! Estuviste en Londres,<br />
París, Viena». Cuando fui por segunda vez al<br />
cine (íbamos varias veces a ver la misma película),<br />
ya esa frase había sido suprimida, porque se suponía<br />
que fuera del país no podía haber felicidad alguna.<br />
Eso es fácil, gracias al montaje, todo es moldeable.<br />
Lo mismo sucedía con las películas soviéticas<br />
en otros países del mundo, también eran censuradas<br />
y recortadas por razones políticas.<br />
En su texto se repasan de forma individual los numerosos<br />
premios y reconocimientos que recibió la obra de los<br />
cineastas rusos internacionalmente, pero también la vulnerabilidad<br />
que padecían cuando se encontraban fuera de<br />
su país realizando algún proyecto, la poca fuerza legal y<br />
disponibilidad que tenían sobre lo que filmaban. ¿Cuánto<br />
de esto se debe al aislamiento en que se encontraban y cuánto<br />
al uso interesado y consciente que de esta circunstancia<br />
pueden haber hecho en el extranjero para sacarle provecho<br />
a esta situación?<br />
Puede ser que esta segunda causa que señalas también<br />
haya tenido efecto, porque, por ejemplo, cuando<br />
Stalin se negó a comprar los negativos de la<br />
película que Eisenstein había filmado en México,<br />
enseguida el escritor Upton Sinclair, quien había<br />
amparado desde el punto de vista económico esta<br />
producción, se aprovechó y todo fue vendido para<br />
sacar algún dinero. Después varios directores hicieron<br />
con el material lo que querían. Por cierto,<br />
creo que los intelectuales cubanos protestaron<br />
contra aquella situación, querían ayudar a<br />
Eisenstein y, al parecer, existe un documento donde<br />
hacen constar su posición condenando el uso<br />
arbitrario del filme por parte de otros directores.<br />
Este filme sobre México fue el único proyecto que<br />
se hizo en el extranjero. Después de 1929, viajar a<br />
algún país a filmar era un gran problema. No había<br />
dinero ni permiso de salida. Creo que es el único<br />
ejemplo de un gran director soviético que pudo<br />
hacer cine fuera (luego lo hizo Tarkovski, ya en el<br />
exilio). Por otra parte, este suceso fue una gran tragedia<br />
en la vida de Eisenstein, siempre recordaba<br />
la imposibilidad de editar su material. Todos los<br />
negativos se habían quedado en Estados Unidos.<br />
Fueron recuperados en los años 70.<br />
El cine soviético del principio al fin no se circunscribe<br />
a los avatares del séptimo arte, sino saca también a la luz<br />
datos históricos de alta política como el hecho de que Stalin<br />
disgustado por los comentarios críticos de Nadezhda<br />
Krupskaia, la amenazara con la posibilidad de encontrar<br />
otra viuda para Lenin si no se callaba; y la duda de que<br />
Fanny Kaplan haya atentado contra Lenin. ¿Cómo espera<br />
Zoia Barash que sean recibidas tales informaciones, en un<br />
país donde la historia sobre el período stalinista aún se<br />
enseña con cortapisas y criterios moderados?<br />
No son tanto datos históricos de alta política como<br />
un chiste histórico que, como suele suceder, refleja<br />
una realidad. Puede ser hasta apócrifo. Los historiadores<br />
por su parte aseguran que difícilmente<br />
Fanny Kaplan fue la ejecutora del atentado a Lenin<br />
porque tenía la vista muy mala. Algún día se sabrá…<br />
y podemos admitirlo o no. Eso es a gusto del<br />
consumidor.<br />
¿Por qué se frustró el movimiento cinematográfico que<br />
comenzó a gestarse tras la celebración del XX Congreso?<br />
Un ejemplo de que se comenzaba a cambiar la<br />
mentalidad, es la película La balada del soldado, de<br />
Chujrai. Hasta ese momento, la guerra siempre era<br />
representada en el cine soviético con mucho triunfalismo,<br />
pocas muertes de nuestra parte, el enemigo<br />
ridiculizado y los mariscales inclinados sobre<br />
los mapas. De repente, vimos algo tan fresco, valioso<br />
y sentido como ese filme, un enfoque diferente.<br />
Se trataba de una generación joven. Chujrai,<br />
que había sido paracaidista de las tropas de asalto,<br />
sintió que era el momento para expresar sus<br />
sentimientos, para decir parte de la verdad y lo<br />
logró con creces, al igual que en El cielo despejado.<br />
Cuando vuelan las cigüeñas, de Mijail Kalatozov, también<br />
produjo una gran impresión y conmovió a los<br />
espectadores. Ahora, ese movimiento se frustró<br />
porque a finales de los años 60 y principios de los<br />
70 volvieron a florecer tendencias conservadoras.<br />
¿A qué obedece esto? Hay que volver a la historia.<br />
Entre otros muchísimos factores, los sucesos en Checoslovaquia<br />
y Polonia jugaron su papel. Todo repercutió<br />
en la Unión Soviética y poco a poco se desarrolló<br />
un movimiento retrógrado.<br />
¿Cuáles eran esos crudos relatos de la época de Stalin con los<br />
que Larisa Sheptiko sorprendió a los cubanos cuando visitó<br />
el país en 1975?<br />
Ella habló de aquellos tiempos con mucho apasionamiento,<br />
no recuerdo si se refirió a su familia en<br />
particular, que por cierto, padeció también la crudeza<br />
de la época. Dijo que hubo miles de fusilados, habló<br />
de los campos de concentración desmantelados<br />
después del XX Congreso, ofreció sus puntos de vista<br />
personales acerca de la época de Stalin y, por supuesto,<br />
impresionó a todos.<br />
Entre las historias de vida más desgarradoras de su libro se<br />
encuentra la del director Serguei Paradzhanov, condenado<br />
a permanecer por años en un campo de trabajo cuya dureza<br />
le provocó numerosas enfermedades y padecimientos<br />
tanto físicos como espirituales. ¿Qué le gustaría provocar<br />
en el lector cubano que por primera vez se enfrenta al descubrimiento<br />
de estos hechos?<br />
Todo lo que se describe de la vida de Paradzhanov es<br />
cierto. ¿Qué es impresionante? Claro. Pero es la historia.<br />
¿Podemos eludir los hechos históricos? No<br />
podemos. ¿Por qué no enterarnos de cómo vivían y<br />
sufrían algunos directores del cine?<br />
¿Qué le diría a quien se sorprendiera de que durante varios<br />
años nuestro paradigma fue un país en el que se cometían<br />
tales desafueros bajo el amparo de sus gobernantes?<br />
49<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 50<br />
Todos los procesos son difíciles. ¿Acaso el lector cubano<br />
no puede asimilar hechos históricos? No creo<br />
que el conocimiento de estos sucesos le destruya su<br />
cosmovisión. Hay que ver lo que sucedía, penetrar<br />
en la esencia de los fenómenos. ¿Tú crees que es<br />
traumático?<br />
Para mí lo fue.<br />
¿Por qué?<br />
Es muy triste descubrir esa doble crueldad, la de quienes lo<br />
confinan a ese campo de trabajo y la de quienes permanecen<br />
allí y lo hacen limpiar un salón lleno de agua congelada, que a<br />
largo plazo, le provocó la pérdida de un pulmón. Lo más terrible<br />
es la carta que lo condena, sin él saberlo, a vagar eternamente<br />
de un campo a otro hasta la muerte.<br />
¿Qué podemos decir? Sucedió, simplemente. En la historia<br />
siempre hay páginas terribles, y en la de un gran<br />
país como la Unión Soviética aún más. Lo único que<br />
puede hacerse es elegir entre saber qué cuentan estas<br />
páginas o ignorarlas. Puede que haya alguien que prefiera<br />
desconocerlas. Es una decisión personal.<br />
En el caso del cine, ¿cómo la perestroika condicionó los<br />
rasgos de los filmes y la proyección de los directores de este<br />
período?<br />
Sucedió lo siguiente: desapareció el dinero estatal<br />
para hacer películas, muchos directores no pudieron<br />
reunir los fondos necesarios para sus cintas y<br />
así continuó durante varios años. Luego, poco a<br />
poco se formaron grandes compañías que querían<br />
invertir dinero en el cine, porque pensaban que era<br />
un negocio lucrativo o porque deseaban ayudar a<br />
un realizador amigo, y lentamente el cine ruso<br />
empezó a salir de ese callejón. ¿Qué pasó desde el<br />
punto de vista estético? Las películas que tenían<br />
éxito en la nueva Rusia eran norteamericanas,<br />
películas de acción, musicales, de aventuras o comedias.<br />
Los directores rusos para obtener de forma<br />
apremiante las finanzas comenzaron a dirigir<br />
películas de ese tipo. Durante mucho tiempo, ninguna<br />
cinta fue ni interesante ni descollante. Sólo a<br />
finales de los noventa, comenzamos a ver películas<br />
con buenos guiones y bien hechas.<br />
¿El efecto de la perestroika sobre el cine soviético fue<br />
ambivalente entonces?<br />
Sí, fue positivo y negativo, ambas cosas. Negativo<br />
por lo que ya he explicado y positivo, porque<br />
despareció la censura y un director puede filmar, si<br />
tiene dinero, todo lo que él quiera, pero, ¿de dónde<br />
sacar la plata? Al parecer, la libertad de creación<br />
pocas veces está acorde con las posibilidades financieras<br />
y un realizador tiene que sufrir mucho antes<br />
de encontrar el financiamiento para su película.<br />
¿Qué implicaciones tuvo la lejanía del país para algunos<br />
de los cineastas que se marcharon de la URSS en la década<br />
del ochenta?<br />
Cuando un director emigraba, no hacía casi nada.<br />
No encontraba dinero, nadie creía en él. Era desconocido<br />
fuera de las fronteras de la URSS. Mijalkov-<br />
Konchalovski pudo abrirse paso en Hollywood con<br />
dificultades y no era emigrante. Algunos se fueron,<br />
Andrei Tarkovski entre ellos y murió en 1986, la<br />
perestroika recién empezaba. Los demás no lograron<br />
gran cosa fuera. Parece que un director ruso fuera de<br />
las fronteras de su país, sin tener el contacto inmediato<br />
con su público, se pierde, no puede hacer nada.<br />
¿Cuánto ha contribuido el cine soviético a propiciar que<br />
los nietos conozcan la verdad sobre sus abuelos?<br />
Al parecer, los nietos han asimilado la verdad perfectamente.<br />
Además, ellos prefieren y ven el cine<br />
norteamericano. Casi nadie se ha desplomado por<br />
enterarse de algunos sucesos terribles, porque, entre<br />
otras razones, muchos no lo creen. Piensan que<br />
los viejos exageran. La credibilidad de los abuelos<br />
siempre está en duda.<br />
Usted estuvo entre quienes asistieron al estreno de La<br />
comisaria en la Casa del Cine en 1987, la película<br />
hasta entonces jamás exhibida por la que Aleksandr<br />
Askoldov permaneció más de veinte años alejado del<br />
cine. A pesar de que este director no ha filmado más,<br />
¿sigue pensando que aquel acto significó el triunfo de la<br />
justicia?<br />
Cómo no. Fue simbólico, porque por primera vez<br />
en una conferencia de prensa la gente se levantaba<br />
y decía lo que quería, preguntaba lo que quería.<br />
Fue muy revelador. Todos estaban emocionados.<br />
Parecía un nuevo comienzo para el cine.<br />
Askoldov no pudo filmar más, pero es el director<br />
de una gran película. Con esa ya se ganó un lugar<br />
en la historia del cine ruso.<br />
¿Este libro es su contribución personal a saldar esa deuda<br />
ética de su generación que, según Proshkin, consiste en<br />
decir toda la verdad?<br />
Posiblemente. No sé si esta deuda se saldó… Veremos<br />
qué dicen los lectores.
¿Cuál es el impacto más notable que ha tenido en<br />
Rusia el rescate y exhibición de las películas y proyectos<br />
cinematográficos por décadas archivados,<br />
ocultados o semidestruidos?<br />
Provocó mucho interés, el público las vio y no sucedió<br />
nada más. Algunos dijeron: «¡Monstruoso! ¡Mira<br />
cómo hemos vivido!» Después nada, todo tranquilo.<br />
La gente suele dedicarse a su quehacer cotidiano.<br />
¿Cuáles son las desventajas o las ventajas de que este libro<br />
se publique en un momento en que la presencia de la cultura<br />
soviética en la Isla es cada vez más distante?<br />
Es como revivir un poco la historia. El cine soviético fue<br />
bastante popular en Cuba. La gente llenaba la sala de la<br />
Cinemateca durante los ciclos de exhibición, había<br />
mucho interés. Todavía prevalece cierta nostalgia, incluso<br />
hay quien desea que se exhiban grandes películas<br />
soviéticas del pasado porque los jóvenes no las conocen.<br />
¿Qué abordaría y le interesaría destacar en un libro que<br />
tratara la vida de los cineastas y el cine de las numerosas<br />
repúblicas soviéticas que se quedaron fuera de esta entrega?<br />
El enfoque sería el mismo, me dirigiría a las vidas<br />
de los realizadores de las repúblicas y de algunos<br />
rusos que se quedaron fuera como Serguei<br />
Yutkevich, Eldar Riazanov, Marlen Jutsiev, entre<br />
otros. Pero, desgraciadamente, es imposible.<br />
¿Por qué?<br />
El tiempo es implacable y aparecen las enfermedades<br />
que se quedan con uno. Es difícil transportarse…<br />
Pero claro que me gustaría.<br />
Si terminó de escribir el libro en los 90, ¿a qué se debe que no<br />
fuese publicado hasta el pasado año?<br />
No sé. Habría que preguntarles a las editoriales.<br />
El escritor Yoss asegura que para los cubanos (sobre todo<br />
los crecidos en los 70 y los 80), la cultura rusa fue una<br />
influencia subyacente, pero sólida y constante en muchas<br />
esferas de la cotidianeidad. ¿Cree como él que los rusos<br />
sólo nos dejaron recuerdos, malos y buenos, pero muchos?<br />
Recuerdos claro que hay, pero yo creo que la mejor<br />
evidencia son los hijos de los matrimonios cubano-rusos,<br />
cubano-kazajos, cubano-ucranianos,<br />
cubano-hebreos, etc. Eso sí es importante. Por otra<br />
parte, existe nostalgia por el buen cine ruso, los<br />
cubanos que estudiaron en la URSS agradecen su<br />
formación y educación. Prevalece una huella rusa<br />
en la ciencia y la técnica, en el ballet. Los rusos<br />
dejaron algo, algo subyacente y de difícil precisión.<br />
Pienso que los matrimonios mixtos entre soviéticas<br />
y cubanos tuvieron mucha importancia para<br />
el ambiente del país. Centenares de soviéticas que<br />
se casaron con mulatos y negros cubanos disolvieron<br />
un poco y a nivel personal cierto ambiente<br />
de prejuicios raciales. Es mi opinión. No sé que<br />
dirán los sociólogos cuando empiecen a investigar.<br />
Los niños de estos matrimonios mixtos, además,<br />
son preciosos todos, e inteligentes.<br />
¿La inteligencia de esos niños de dónde les viene, de la<br />
parte rusa o la cubana?<br />
Está compartida. Parece que la combinación de<br />
genes fue muy exitosa.<br />
¿Se considera parte de una diáspora rusa en la Isla?<br />
Desde luego. Hay muchas mujeres rusoparlantes<br />
que viven en Cuba. Y ya hay nietos…<br />
51<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Ensayista, críticio de artes,<br />
narrador y poeta. Una<br />
antología de sus textos<br />
saldrá próximamente por<br />
Ediciones Unión, bajo el<br />
titulo Con la buena<br />
voluntad del tiempo.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 522<br />
Corales y colores<br />
de una fiesta del cine<br />
Sobre la edición 31 del Festival Internacional<br />
del Nuevo Cine Latinoamericano<br />
Frank Padrón
ué trajo de bueno (y no tanto) la más reciente<br />
fiesta del cine regional y de tantos<br />
otros lares celebrada en Cuba el último<br />
diciembre?<br />
Primeramente, la certeza de que pese a todas las<br />
crisis, Latinoamérica es una franja que no permite<br />
que pasen el tiempo y la historia sin dejar constancia<br />
de estos mediante imágenes móviles, según<br />
la percepción de sus cineastas; segundo, que por muchos<br />
recursos que detente el cine primermundista,<br />
nuestros creadores, al menos a nivel de talento, nada<br />
tienen que envidiar a sus colegas de otras coordenadas.<br />
Echemos, entonces, una ojeada a unos y otros, con<br />
la certeza de que nosotros, agradecidos espectadores,<br />
hemos sido los verdaderamente premiados con<br />
esta avalancha ininterrumpida de cine durante diez<br />
provechosos días.<br />
EL MUNDO EN LAS PANTALLAS<br />
Panorama contemporáneo internacional y muestras<br />
de varias cinematografías (sobre todo europeas)<br />
fueron confrontadas y visitadas durante el Festival,<br />
como ocurre siempre.<br />
Anticristo, de Lars von Traer, descorrió las cortinas<br />
de estas secciones no competitivas. La nueva propuesta<br />
del «ex dogmático» ha sido esa piedra de escándalo,<br />
ese habitual cisma que sitúa, aún a sus<br />
incondicionales, en un dilema tremendo: ¿sí o no?.<br />
Yo, que admiro al danés aunque sin llegar al paroxismo,<br />
reconozco que en todos los sentidos, llega<br />
lejos: éticamente fuerza límites, sitúa a prueba de<br />
balas estómagos y nervios; estéticamente ofrece un<br />
espectáculo visual casi perfecto, virtuoso, que regala<br />
a diestra y… cineastas, lecciones de saber hacer.<br />
Una pareja transida por el dolor que implica la pérdida<br />
del pequeño unigénito se refugia en una cabaña<br />
llamada Edén con la esperanza de restañar heridas<br />
y salvar el matrimonio, plan ideado por él,<br />
sicólogo; pero el simbólico y paradójico nombre del<br />
sitio les, nos recuerda a cada momento que la Naturaleza<br />
tiene dos caras: es hermosa, sí, paradisíaca<br />
a ratos, mas también terrible y violenta, sádica y<br />
malsana, en actitudes polares heredadas por el ser<br />
humano. La cinta puede parece, digamos, misogínica,<br />
como quiera que hacia la mujer se inclina la<br />
balanza de la perversión y la negatividad; sin embargo,<br />
continuando los procederes alegóricos del realizador<br />
(la obra remite constantemente a leyendas<br />
medievales, sobre todo a una de sacrificios con hijas<br />
de Eva), ella emblematiza justamente el lado<br />
femenino atribuido a Dios y la Creación.<br />
Sin ánimos justificativos, porque sí que es morboso<br />
y excesivo Lars, debo reconocer que es también<br />
exquisito en su puesta en pantalla: la pormenorizada<br />
y gradual progresión dramática, los deslumbrantes<br />
efectos visuales y sonoros, las soberanas<br />
actuaciones (la cantante francesa Charlotte<br />
Gainsbourg fue justamente reconocida con una<br />
Palma de Oro en Cannes, pero su compañero Willen<br />
Defoe merecía otro) hechizan, y todo en función<br />
nunca de un ejercicio intelectual vacío, sino, todo<br />
lo contrario, motivador y sugerente, de los que se<br />
llevan a casa y se rumian durante no poco tiempo.<br />
Despedidas, de Japón, fue otro inicio que muchos<br />
agradecieron; en el filme de Yojiro Takita se manejan<br />
otras contradicciones: el hecho de que un ex<br />
violoncelista decepcionado de la vida encuentre<br />
finalmente su motivación y energía vistiendo y<br />
maquillando muertos antes de su cremación, para<br />
desconcierto de vecinos y esposa, es vehiculado<br />
mediante un tempo lento, típico en esa cinematografía,<br />
que no resultaría un handicap si el director<br />
no sólo incurriera en superfluos circunloquios,<br />
sino en molestos coqueteos con el melodrama<br />
más rancio.<br />
Vals con Bashir, del israelí Ari Folman, nominado al<br />
Oscar no hablado en inglés y ganador de un Globo<br />
de Oro, además de ser catalogado como el mejor<br />
filme de 2008 por la Sociedad Nacional de Críticos<br />
norteamericanos –«rara avis» de documental animado–,<br />
muestra conversaciones reales con<br />
israelíes que lucharon en 1982 en la violenta invasión<br />
de su país al Líbano y animó trágicos sucesos<br />
descritos en esas cintas de audio. Un tanto saturadora,<br />
técnicamente resulta impecable.<br />
La fruta prohibida, finesa, resultó también una acertada<br />
credencial de inicio; siguiendo a dos muchachas<br />
casaderas miembros de una fundamentalista<br />
iglesia protestante, el director Dome Karukoski<br />
discursa una vez más sobre los nexos religiónsexualidad;<br />
los dogmas y lineales interpretaciones<br />
bíblicas que coartan libertades individuales y<br />
fuerzas vitales, mucho más complejos cuando de<br />
mujeres jóvenes se trata, son recreados con tino y<br />
profundidad en un filme donde sobresale la madurez<br />
e inteligencia del guión, la puesta en pantalla<br />
rigurosa y las excelentes actuaciones.<br />
Aguas turbulentas (Los invisibles), de Erik Poppe, también<br />
de ese país, es uno de esos thrillers que lo<br />
agarran a uno por el cuello y lo sueltan a la salida<br />
sin respiración… el tema de la culpa, el perdón y la<br />
expiación en consonancia con el cristianismo pone<br />
en solfa a la joven ministra de una iglesia católica<br />
cuando su pequeño en peligro hace tambalear sus<br />
bien organizados criterios teológicos, mientras otra<br />
familia víctima de la muerte del hijo (sobre todo la<br />
inconsolable madre) descubre que el presunto asesino<br />
ha entrado en la vida de aquellos… Amén del<br />
conseguido clima de suspense, el ritmo que sólo<br />
trepida cuando es necesario (pues da tiempo a la<br />
reflexión) y las superlativas actuaciones, Poppe nos<br />
invita a cuestionarnos esos y otros conceptos filosóficos<br />
y existenciales… Pero lo mejor de estas bien<br />
agitadas aguas es el curso que toma la narración:<br />
dos líneas continuas que se complementan, como<br />
quiera que la segunda es una reiteración de la primera<br />
más con el desarrollo de puntos diegéticos<br />
que sólo se expusieron antes, hasta llegar a ese<br />
clímax que da paso al desenlace… magistral.<br />
De la Muestra alemana, Hace un año en invierno, de<br />
Caroline Link, focaliza la relación de una familia<br />
que vive conflictos a partir del hijo muerto; el encargo<br />
que hace la madre a un pintor para que reúna<br />
a él y a la hermana en un cuadro, desata recuerdos<br />
y remordimientos, un tanto reiterativa,<br />
desigual en sus secciones dramáticas, pero de todos<br />
modos intensa y motivadora.<br />
53<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 54<br />
En cuanto a la Muestra española, Ventura Pons,<br />
como siempre, nos trajo bajo el brazo su última<br />
cinta, que tan bien ha caminado en los más diversos<br />
festivales y rincones del mundo. Se trata de<br />
Forasteros… Quienes sentíamos un tanto fatigado<br />
al catalán director de Actrices, Morir (o no), Anita no<br />
pierde el tren y otras tantas excelentes cintas, nos<br />
reconciliamos con él mediante su nuevo filme, en<br />
concurso aquí: Forasteros, otra de sus contundentes<br />
historias corales que une ahora, en dos épocas<br />
diferentes, a sendas familias que pierden a un<br />
miembro enfermo de cáncer: los combates entre<br />
esos seres que se aman pero se destrozan, las pugnas<br />
intergeneracionales, el conflicto con los otros<br />
(árabes instalados en pisos cercanos), la crudeza y<br />
precisión de los diálogos y la diversidad cromática<br />
en la fotografía que funciona como detonante<br />
cronológico, más la altura histriónica (fundamentalmente<br />
el protagónico de la excepcional Ana<br />
Lizarán) nos hacen perdonarle cierta rigidez teatral<br />
que para nada mella la garra y la espesura de<br />
su discurso.<br />
Los abrazos rotos de un colega y paisano de Pons,<br />
Almodóvar, ha sido, como todos los filmes del manchego,<br />
de esos que a nadie dejan indiferente, eso sí,<br />
cada vez son más los que, incluso de sus antiguos<br />
incondicionales, le atacan y parecen abandonar<br />
definitivamente esas huestes que otrora fueran tan<br />
nutridas; este lunetario confiesa que si en La flor de<br />
mi deseo e incluso Volver casi integró tal grupo de<br />
«desertores», ahora se reconcilia con el autor de<br />
Tacones lejanos , Matador y Laberinto de pasiones, entre<br />
otros «grandes éxitos». Este nuevo abrazo almodovariano<br />
vuelve a estrechar el cine, no sólo clásico,<br />
norteamericano que le marcó en su formación<br />
sino el que él mismo hace, del que vive, de modo<br />
que la autorreferencialidad (guiños a su propia<br />
obra, elementos recurrentes de su poética…) aparecen<br />
una y otra vez aquí, junto a claves de su discurso<br />
sempiterno (la debilidad y a la vez permanencia<br />
de las pasiones, las dudas, celos y remordimientos,<br />
el trabajo como gran redentor frente a las<br />
tragedias del fatum…). Y en definitiva, ¿por qué<br />
me reconcilié con Don Pedro? (junto con miles de<br />
vecinos de luneta que colmaron la sala Acapulco<br />
que a lo mejor nunca se habían distanciado como<br />
yo): pues porque su nuevo filme recupera el aliento<br />
y la garra, porque la narración, con sus retruécanos<br />
y subtramas, se torna limpia y segura, porque<br />
la mano directriz que rige a Luis Llomar,<br />
Penélope Cruz y la divina Blanca Portillo es recia y<br />
precisa y porque en definitiva, se la pasa uno más<br />
de dos horas entretenidísimo (¿no ha dicho él mismo<br />
que es esta la razón de su permanencia?) y<br />
como si fuera poco se marcha a casa, o al otro cine,<br />
con decenas de esos fabulosos fotogramas en la<br />
mente.<br />
Enter the void, de Gaspar Noé ( Irreversible ) es una de<br />
esas trampas experimentalistas y de seudovanguardia<br />
al parecer concebidas sólo para exasperar<br />
al espectador; hay que confesar que, si ese fue el<br />
objetivo del realizador, lo consiguió plenamente, y<br />
nuestro público, de un sentido del humor tan maravilloso,<br />
aplaude a rabiar cuando estas cosas pasan,<br />
pero en realidad se está tributando un autoaplauso<br />
por su capacidad de resistencia… A Noé,<br />
tan justamente reconocido por su filme anterior,<br />
no le basta ahora el tiempo estándar de largometrajes<br />
para desarrollar su historia de (des)amor<br />
entre un eventual traficante y una streaper que<br />
regresan de Tokio: necesita nada menos que… 155<br />
minutos, que por demás no son convencionalmente<br />
empleados (ya sabemos quienes conocemos su<br />
poética), pero es que esta vez se le va la mano y –lo<br />
peor de todo– gratuitamente: planos en grúa, una<br />
banda sonora disonante y sencillamente insoportable,<br />
llantos infinitos de niños (y bien sabemos<br />
cuánto exaspera un niño llorando) y un gira-gira<br />
de la trama que no va a ninguna parte y perfectamente<br />
pudo concluir una hora antes… Gracias,<br />
Noé, pero tu arca sucumbe, pasamos (al menos)<br />
esta vez.<br />
Un profeta llegó desde Cannes con su Grand Prix,<br />
generando expectativas que, sinceramente, quedaron<br />
por debajo. La cinta dirigida por Jacques<br />
Audiard se desempeña en el ambiente carcelario y<br />
sigue a un joven árabe de 19 años, analfabeto y<br />
frágil, que se abre paso desde que el jefe de la mafia
corsa (la que manda) lo «recluta» para una serie de<br />
misiones peligrosas; también allí aprende el idioma<br />
ajeno, lo cual lo hace más útil como espía personal<br />
del cabecilla; lo mejor del filme radica en su<br />
primera parte, aprehendiendo y trasmitiendo el<br />
duro y hostil ambiente que Malik El Djebena deberá<br />
domar y hasta llegar a liderar al momento de su<br />
salida. Después, si bien logra mantener el interés y<br />
acciona discretamente los elementos del thriller, no<br />
va más allá y llega a resultar innecesariamente<br />
dilatada (con sus 149 minutos).<br />
Premio Mayahuel en Guadalajara de este año a la<br />
mejor dirección (Chus Gutierrez) para Retorno a<br />
Hansala, que triunfó también como mejor guión<br />
coescrito junto con Juan Carlos Rubio, la tuvimos<br />
también por acá en la muestra española. El tema<br />
de la emigración árabe, implica un viaje al revés:<br />
un enterrador lleva de vuelta el cadáver de un joven<br />
(hermano de la protagonista) cuando este perece<br />
en el mar intentando seguir la ruta de ella.<br />
Sensibilidad desde el minimalismo, trazado y evolución<br />
eficaces de personajes, captación perfecta<br />
del ambiente (¡ese desierto marroquí!) y notables<br />
actuaciones caracterizan una cinta que emociona<br />
desde su sencillez y economía de recursos.<br />
El imaginario del Doctor Parnassus, del veterano Terry<br />
Gilliam, es una versión moderna del conocido mito<br />
que goza de la delirante imaginación, la deliberada<br />
desmesura y la (en definitiva) deslumbrante belleza<br />
imaginal a que nos tiene acostumbrados el<br />
maestro británico; aquí encontramos al inolvidable<br />
Heath Ledger, y los no menos grandiosos<br />
Johnny Depp y Christopher Plummer<br />
Respecto al panorama latinoamericano: Felicitas ,<br />
de la argentina María Teresa Constantini, es un<br />
dramón de época sobre otro amor trágico e imposible,<br />
mas aquí tratado con todos los vicios, clisés<br />
y tics del melo tradicional: sencillamente empalagoso…<br />
Otro de allí: Esperando la carroza 2, de Gabriel<br />
González Condrón, pulsa el extremo opuesto y<br />
como es de imaginar por su título, reúne más de 20<br />
años después a la mayoría de los personajes de<br />
aquel clásico para celebrar el 40 aniversario de la<br />
pareja Nora-Antonio; siempre es agradable toparse<br />
a grandes actores como Betiana Blum y Luis<br />
Brandoni, pero aquello de que «segundas partes<br />
nunca fueron buenas» se hace carne y sangre aquí:<br />
restando dos o tres chistes y momentos logrados,<br />
la nueva comedia es una cita con el astracán y el<br />
brochazo grueso. En Oveja negra, primera cinta del<br />
mexicano Oscar Hinojosa Ozcariz, con gran soltura<br />
narrativa y un sólido diseño de personajes, el<br />
bisoño realizador entrega una comedia donde bajo<br />
la aparente ligereza hay no poca espesura conceptual,<br />
y una evaluación inteligente de conductas<br />
humanas… Entre nos (Colombia-Estados Unidos)<br />
de Paula Mendoza y Gloria La Morte, es, entre nos,<br />
más de lo mismo sobre el recurrido tema «latinos<br />
en USA», si bien se anota puntos en la ambientación<br />
y la dirección de arte…<br />
La muestra polaca decepcionó al menos en su carta<br />
credencial. 33 escenas de una vida, de Malgorzata<br />
Szumowska, se atreve con un delicado tema como<br />
la enfermedad terminal nada menos que desde una<br />
perspectiva desacralizadora; intenta desdramatizar<br />
la enfermedad y la muerte con cierto raciocinio<br />
cínico que asumen algunos de los personajes<br />
involucrados, pero el filme peca de irresoluto en su<br />
tono, de indefinido en su brújula expresiva, que da<br />
tumbos diegéticos e impide que la presunta intensidad<br />
de los conflictos penetre más allá de la piel…<br />
Mucho mejor la italiana, cuyo título elegido<br />
(Focaccia Blues, de Nico Cirasola) es un divertido y<br />
profundo docudrama que erige una bandera de defensa<br />
identitaria sobre la peculiaridad culinaria<br />
de Altomira contra la invasión globalizadora del<br />
Mc Donald´s; le sobran quizá ciertas pinceladas<br />
fictivas (el encuentro del yanqui con la hembra<br />
local) pero se trata de un bien armado y elocuente<br />
testimonio múltiple de una cultura de resistencia<br />
contra el imperialismo (también) culinario.<br />
En términos generales, la siempre recurrida panorámica<br />
de ese país no decepcionó. Giulia no sale de<br />
noche, de Giuseppe Piccioni, aborda la relación de<br />
un escritor maduro postulado al mejor del año y<br />
una joven reclusa a quien permiten salir por las<br />
mañanas a dar clases de natación, donde se conocen.<br />
Nuevamente el tema del perdón se pulsa con<br />
originalidad y fuerza, pero también otros muchos:<br />
la siempre compleja y polémica relación entre literatura<br />
y vida, los diferentes sentidos que tiene el<br />
oficio para quienes lo ejercen, el erotismo, la vida<br />
familiar y otros muchos aspectos son tratados por<br />
Piccioni desde una concepción tragicómica muy<br />
bien resuelta, y donde brilla una actriz que vive su<br />
minuto de gloria dentro e incluso fuera de Italia: la<br />
sensual Valeria Golino, y ya entendimos por qué.<br />
Vincere, de Marco Bellochio, fue otro de sus platos<br />
fuertes; un amor secreto del dictador Mussolini<br />
desde los días en que era un entusiasta militante<br />
socialista, del cual reniega una vez instaurado en<br />
el poder devenido fascista; ella y su hijo (primero<br />
reconocido, después también negado) luchan desde<br />
sus reclusiones por salir a la luz. La inteligente<br />
fusión de este drama personal en el contexto<br />
sociopolítico de la Italia de entonces es uno de los<br />
logros iniciales que el maestro italiano (Los puños<br />
en el bolsillo) consigue plasmar, mediante una hábil<br />
combinación cromática, una música operática y<br />
grandilocuente (a tono con la proyección «escenográfica»<br />
del fascismo regente), una inteligente delineación<br />
caracterológica y una pormenorizada<br />
evolución dramática; quizá la trayectoria del dictador<br />
se abandone a mitad de camino, pero no hay<br />
que olvidar que el interés real del filme es la tragedia<br />
de esa amante tenaz e invencible, óptimamente<br />
incorporada por la siempre sensual Giovanna<br />
Mezzogiorno, en este, sin dudas uno de los mejores<br />
trabajos en su de por sí brillante carrera.<br />
La australiana Desgracia, de Steve Jacobs, ha sido<br />
otra de esas cintas polémicas y motivadoras en lo<br />
que va de festival: padre e hija enfrentados a concepciones<br />
culturales y en general cosmovisiones,<br />
en medio de un escenario hostil para ambos, mas<br />
percibido de modo diametralmente opuesto: la<br />
Sudáfrica rural, donde rigen aún leyes ancestrales,<br />
machistas y racistas, no logra sin embargo doblegar<br />
a una joven atraída por su misterio y profundi-<br />
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<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
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dad esencial; en el fondo, sus barbarismos y violencias<br />
no difieren de los que rigen, de modo sofisticado<br />
y más elegante, en la cultura occidental que<br />
representa el progenitor que enseña poesía romántica:<br />
mensaje que parece interiorizar él, un contenido<br />
y como casi siempre brillante John<br />
Malkovich, secundado por la no menos excepcional<br />
Jessica Haines (Lucy, la hija), y muchos espectadores<br />
que abandonamos la sala impresionados<br />
y agradecidos…<br />
El pabellón no. 6, célebre cuento de Chéjov (aquí publicado<br />
hace tiempo como La sala…) llegó de la mano<br />
del respetado cineasta también ruso Karen<br />
Shakhnazarov (El jinete de la muerte) quien ahora<br />
codirigió con Alexander Gornovski. La fragilidad de<br />
la razón humana parece ser el supraenunciado que<br />
cuentista y realizador lanzan en este relato de<br />
lunáticos agrupados en un manicomio, y que sigue<br />
sobre todo a un destacado siquiatra, el cual después<br />
de tratar mucho la enfermedad, sucumbe a<br />
ella, lo que se plasma en la pantalla a la manera de<br />
un documental. Original tratamiento en principio<br />
que sin embargo deja que desear en su definitiva<br />
plasmación fílmica a pesar de que, aún cuando sobrevive<br />
la profundidad ontológica del referente y se<br />
admiren varios sólidos desempeños, sucumbe ante<br />
una narración reiterativa, un montaje bastante<br />
chapucero y un epílogo absolutamente superfluo<br />
tras ese desenlace (los enfermos de ambos sexos<br />
bailando en una fiesta navideña) que incluso llegó<br />
a ser hermoso.<br />
LA COMEPETENCIA Y LOS PREMIOS<br />
Las premiaciones en cada edición del Festival habanero<br />
acarrean siempre, ya se sabe, inconformidades<br />
y también coincidencias con cada juicio personal.<br />
La que acaba de concluir, la número 31, no ha sido<br />
una excepción.<br />
La teta asustada, de Claudia Llosa<br />
(Perú) conquistó como era de es-<br />
perar, el primer coral en largos de<br />
ficción, y esa espera se asienta<br />
en el hecho del «efecto-dominó»:<br />
gana en festivales importantes y<br />
lo harás en La Habana, parecen<br />
indicar la lógica y la historia, lo<br />
cual no es un defecto precisamente<br />
de nuestro evento sino que al<br />
parecer preside una suerte de ley<br />
no escrita en cada jurado, como<br />
ha ocurrido también en el que integraran<br />
este año, la brasileña<br />
Lucía Murat y el argentino Juan<br />
José Jusid, entre otros. Triunfadora<br />
en Berlín y Guadalajara,<br />
PERSONAL OTORGAMIENTO<br />
CORALINO:<br />
Primer Coral: El último verano<br />
de la Boyita (Argentina)<br />
Segundo: La Nana (Chile)<br />
Tercero: Zona Sur (Bolivia)<br />
Premio Especial del Jurado: Viajo<br />
porque necesito…(Brasil)<br />
entre otros festivales importantes, La teta… sigue una<br />
vieja leyenda quechua (idioma en el que se habla<br />
durante ciertos trechos del filme), la segunda pieza<br />
de la joven realizadora alude a una enfermedad<br />
que presuntamente se trasmite por la leche materna<br />
de las mujeres que fueron violadas o maltratadas<br />
durante la guerra del terrorismo en el Perú,<br />
pero aun cuando acabó la contienda, la protagonista<br />
teme enfrentarse a sus miedos y al secreto<br />
Mejor dirección: Juan José Campanella<br />
(El secreto…)<br />
que oculta en su interior: se ha introducido una<br />
papa en la vagina, como una suerte de protector. El<br />
guión, como se aprecia a simple vista, es sugerente,<br />
válido esto de que lo autóctono-indígena se erija<br />
en sujeto, pero la directora no consigue el amarre<br />
y la fuerza de su cinta anterior (Madeinusa), porque<br />
la puesta en pantalla (donde sobresalen la fotografía<br />
y la música) está llena de anti-clímax, de<br />
circunloquios y suciedades de montaje.<br />
El segundo Coral, La nana ( Sebastián Silva, Chile )<br />
sí parece haber puesto de acuerdo a casi todo el<br />
mundo, incluyendo el reconocimiento a la excelente<br />
actriz protagónica, Catalina Saavedra. Favorecida<br />
en decenas de festivales importantes ya, sigue<br />
con tino y precisión, desde su inteligente guión<br />
hasta su no menos contundente puesta en pantalla,<br />
a una doméstica llena de frustraciones que proyecta<br />
obsesiva con los hijos ajenos y contra toda<br />
rival que aparece en la casa burguesa donde trabaja,<br />
hasta que un buen día una de ellas la hace cambiar<br />
radicalmente de actitud.<br />
Quien no estuvo muy de acuerdo con el tercer coral<br />
(también galardonado por la FIPRESCI) fue el<br />
gran público, pero casi toda la crítica ha encomiado<br />
también Viajo porque te necesito, vuelvo porque te<br />
amo, de Marcelo Gómez y Karim Ainouz, este último<br />
reincidente (obtuvo años anteriores un primer<br />
Coral por El cielo de Suely). Cruce intergenérico, texto<br />
fílmico que emblematiza las barreras cada vez<br />
más frágiles entre, digamos, el documental y la ficción,<br />
es, más que un road movie, un testimonio de<br />
viaje donde el protagonista es sujeto y objeto dramático<br />
y narrativo; un joven separado que intentando<br />
olvidar a la amada emprende un recorrido<br />
por varias zonas del Nordeste y comparte con nosotros<br />
una suerte de diario cinematográfico que narra<br />
también in off, complementando las imágenes.<br />
Una gran subjetiva, por tanto, lanza este filme poético<br />
desde su acertado minimalismo,<br />
donde la música tanto<br />
extra como diegética y una fotografía<br />
escrutadora, nada turística<br />
como pudiera haber ocurrido,<br />
se suman al discurso y lo<br />
enriquecen; en realidad, no es<br />
más ni menos que un filme de/<br />
sobre amor, sólo que concebido<br />
en términos nada convencionales<br />
y sí audaces, innovadores<br />
pero que atrapa, engancha, logra<br />
la complicidad de quienes<br />
respondan y estén dispuestos a<br />
compartir su sensibilidad.<br />
El Premio Especial del Jurado<br />
(junto a otros corales, entre<br />
ellos la mejor dirección) fue para la argentina El<br />
secreto de sus ojos, de Juan José Campanella (Luna de<br />
Avellaneda) quien nos atrapa con una historia sólida,<br />
aunque no siempre brillantemente contada;<br />
después de la exposición y cierto desarrollo de las<br />
varias claves dramáticas llamadas a concurso, la<br />
narración comienza a dar vueltas en falso; acaso<br />
demasiado entusiasmado con el relato y los personajes,<br />
al director le cuesta trabajo decidirse no
sólo por el cierre general sino por los particulares,<br />
de modo que la cinta se le (y se nos) termina varias<br />
veces hasta que por fin, tras el notable y convincente<br />
desenlace del novio y el asesino, llega un final<br />
quizá demasiado complaciente y happy.<br />
Mas seamos justos: estamos ante algo que pudiéramos<br />
nombrar un «melo-thriller» aceptablemente<br />
escrito a niveles de guión y puesta, incluso con<br />
más de un momento brillante (la persecución policial<br />
del sospechoso en medio de un encendido<br />
partido de fútbol, entre ellos) y con un desempeño<br />
actoral como Dios manda.<br />
Pero, al margen de las reservas que deje, no es menos<br />
cierto que El secreto… merece cualquier reconocimiento,<br />
sí (incluyendo el de actuación masculina<br />
a Ricardo Darín, siempre el mismo pero<br />
siempre, concedamos, eficaz en sus roles); menos…,<br />
precisamente ese, porque un Premio Especial del Jurado<br />
es un rubro para obras más bien experimentales,<br />
vanguardistas, y esta, ya sabemos, en lo absoluto lo es.<br />
El mejor guión según el jurado fue<br />
el de Sabina Berman para el filme de<br />
Carlos Carrera El traspatio (México),<br />
en efecto, historia muy bien contada<br />
sobre el endémico asesinato de<br />
jóvenes maquiladoras en Ciudad<br />
Juárez: thriller bien armado que el<br />
maestro Carrera lleva a pantalla de<br />
modo bastante lineal, sin preciosismos<br />
estéticos pero con indudable<br />
energía y la fuerza que demanda<br />
el tema.<br />
Otras piezas a mi juicio superiores<br />
a varias de las «coralizadas» entre<br />
los largos de ficción quedaron con<br />
el bate al hombro: la boliviana Zona<br />
Sur, por ejemplo, de Juan Carlos<br />
Valdivia Flores (American Visa), sobre<br />
una familia clase alta en La Paz<br />
que vive en su propio y peculiar<br />
mundo, al margen de los cambios<br />
sociales que promueve el gobierno<br />
de Evo Morales. El realizador supera<br />
anteriores escollos narrativos y<br />
dramáticos para entregarnos un re-<br />
lato pormenorizado y sutil<br />
que desnuda esos curiosos<br />
y bien delineados<br />
seres (por demás, tan notablemente<br />
actuados) y<br />
los no menos interesantes<br />
nexos que establecen<br />
entre sí; lo hace mediante<br />
una cámara circular<br />
que incorpora la despampanante<br />
mansión<br />
como el importantísimo<br />
personaje que es; puede<br />
uno pensar al principio<br />
que abusa, que es gratuito<br />
el habitual encuadre<br />
heterodoxo, el plano<br />
«fuera de plano», mas a<br />
medida que avanza la diégesis nos convencemos<br />
de que todo está en su sitio, de que Valdivia lo tiene<br />
todo perfectamente pensado y que su tratamiento<br />
fílmico es tan elegante como funcional y preci(o)so.<br />
Pero acaso la mayor injusticia se haya cometido<br />
con el bellísimo filme argentino El último verano de<br />
la boyita, de Julia Solomónoff, que obtuvo mención<br />
SIGNIS y el premio de la productora Caminos. El<br />
caso de un hermafrodita en el Rosario rural, desde<br />
la perspectiva de una niña que junto a su familia<br />
pasa vacaciones allí, permite a su joven directora<br />
(Dos hermanas) tejer, o mejor, bordar, una historia<br />
que transpira respeto por las diferencias y un voto<br />
por la sensibilidad infantil, particularmente femenina,<br />
contra el mundo a ratos cerrado o cuando<br />
menos distante de los adultos, particularmente en<br />
ese ámbito salvaje, brutalmente hermoso pero<br />
también infectado de prejuicios e ignorancia que<br />
es el campo, contexto que a propósito, la cámara<br />
convierte en todo un coprotagónico; actuaciones<br />
(principalmente los niños),<br />
ambientación, fotografía,<br />
FUERAS DE CONCURSO<br />
La mejor muestra internacional: Noruega<br />
Tres títulos para chuparse los dedos:<br />
Aguas turbulentas (Noruega), La fruta<br />
prohibida (Finlandia) y (literalmente)<br />
Focaccia Blues (Italia)<br />
Tres decepciones: Pabellón No. 6<br />
(Rusia), Enter The Void (Francia,<br />
Alemania, Italia), Gordos (España)<br />
La más polémica: Anticristo (Dinamarca,<br />
Suecia, Francia, Italia)<br />
Tres sucesos festivaleros: Che, un<br />
hombre nuevo (Tristán Bauer), Calle 13-<br />
Sin Mapa (Marc de Beaufort) y Drácula<br />
(George Mleford)<br />
Tres libros imprescindibles: Algo de mí<br />
(Julio G. Espinosa), El actor de cine:<br />
arte, mito y realidad (José Alberto<br />
Lezcano) ; El cine entre el infierno y el<br />
paraíso (Alexsandr Mitta)<br />
montaje… todo redunda en<br />
una obra madura y sólida.<br />
Aunque no he visto el primer<br />
Coral, al parecer mucho más<br />
acertado en su conjunto resultó<br />
el jurado de óperas primas<br />
que integraron la ecuatoriana<br />
Tania Hermida y<br />
nuestro paisano Kiki Alvarez.<br />
Gigante (segundo), coproducciónuruguaya-alemana-argentino-holandesa<br />
de Adrián<br />
Biniez, porta ese tempo deliberada,<br />
necesariamente moroso<br />
y reflexivo que implica<br />
el análisis de un carácter, en<br />
este caso ese hombrachón<br />
alto y grueso que titula el filme,<br />
empleado de seguridad<br />
de un supermercado a quien<br />
flecha una empleada de allí y<br />
no sabe cómo demostrarle<br />
sus sentimientos, hasta que<br />
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finalmente lo hace de una manera muy acorde con<br />
su personalidad; filme hermoso, preciosista y definitivamente<br />
redondo.<br />
Cinco días sin Nora, de la mexicana Mariana Chenillo<br />
(tercer premio) acciona de forma asombrosamente<br />
madura y eficaz el humor negro, a partir de una<br />
mujer que se suicida no sin antes trazar un plan<br />
que reunirá y hará interactuar a familiares y amigos,<br />
a partir de una carta y una misteriosa foto<br />
«olvidada» bajo la cama. La corrosiva ironía de los<br />
diálogos, lo excelentemente hilvanado de las situaciones,<br />
el singular diseño de personajes por demás<br />
muy bien actuados (Fernando Luján, Verónica<br />
Lánger, Enrique Arreola…) contribuyen a que mientras<br />
la pasamos muy bien, reflexionemos: ¿habrá<br />
muertes autoprovocadas que redundan en la mejoría<br />
de otras vidas?<br />
No mejor lauro pudo haber obtenido Os famosos e os<br />
duendes da morte (Los famosos y los duendes de la muerte),<br />
del brasileño Esmir Filho, que el de la «Mejor<br />
contribución artística». Un Brasil poco explorado,<br />
el del sur, en un asentamiento rural donde radica<br />
una colonia alemana que ya tuvo relaciones y descendientes<br />
con los locales, es el marco donde un<br />
joven de dieciseis años, fanático de Bob Dylan y de<br />
la Internet se evade y construye un mundo propio,<br />
a pesar de lo cual no puede evitar relacionarse. Tal<br />
complejidad adolescente, esos despertares a la vida,<br />
el vínculo con los otros de diversas edades e intereses,<br />
es atrapado por el también joven cineasta<br />
(presente en el festival) mediante un filme que es<br />
todo un ensayo, sobresaliente por su esmerado tratamiento<br />
visual y sobre todo, sonoro, al unir de<br />
manera casi imperceptible los ruidos naturales y<br />
los evocados, las imágenes tanto reales como las<br />
muchas soñadas o imaginadas por el protagonista<br />
(a veces fundidas) que pueblan su abundoso mundo<br />
onírico. Susceptible de ciertos oportunos cortes<br />
en la edición, de algunos redondeos dramáticos,<br />
Os famosos… es una audaz y sensible propuesta<br />
fílmica.<br />
Como lo son otras, sin dudas, en distintas categorías<br />
y especialidades que harían demasiado extenso<br />
este intento de resumen. Basten estas consideraciones<br />
que, más allá de las reservas y las confluencias,<br />
nos permiten llegar a un aserto: tuvimos<br />
un magnífico festival, que apunta a la buena<br />
salud que, pese a todo, ostenta el cine del área… y<br />
de mucho más allá.<br />
Arquímedes Pous nunca actuó en el teatro<br />
Alhambra. Esta afirmación sin lugar a dudas<br />
sorprenderá a muchos lectores aficionados<br />
al teatro vernáculo cubano, e incluso a especialistas<br />
e investigadores convencidos de lo contrario,<br />
los cuales ignoran que el famoso negrito fue el<br />
eterno rival del teatro de Consulado y Virtudes, no<br />
solo como autor y director de sus propios espectáculos,<br />
sino también como hábil empresario.<br />
Su breve pero fulgurante trayectoria artística muestra<br />
una variada serie de enfrentamientos profesionales<br />
con Regino López, empresario y actor del<br />
Alhambra, quien logró la hazaña de mantener en<br />
activo su compañía durante más de treinta años<br />
consecutivos en el pequeño coliseo, otorgándole una<br />
significación especial a todo aquel entorno capitalino<br />
que en la actualidad se encuentra en estado<br />
ruinoso. Las páginas que siguen reflejan sus<br />
acercamientos y desencuentros y los antagonismos<br />
de algunos de sus artistas.<br />
Principia el siglo XX. Cuba acaba de estrenarse, en<br />
1902, de manera vacilante y comprometida, como<br />
la república más joven del continente americano.<br />
Su flamante capital, La Habana, es invadida en el<br />
arte y las costumbres por la belle époque, que promueve<br />
una vida nocturna frívola y despreocupada.<br />
Los espectáculos escénicos se dividen en dos amplios<br />
grupos: aquellos «decentes, a los que pueden<br />
asistir las familias» y «los de moralidad dudosa, destinados<br />
a un público de hombres solos». Entre los<br />
primeros se encuentran la ópera, la zarzuela española<br />
y el teatro dramático español; entre los segundos<br />
clasifican los de numerosos pequeños grupos de<br />
actores, que interpretan los personajes tipo del género<br />
bufo cubano –negritos, mulatas y gallegos–,<br />
surgido en la segunda mitad del siglo anterior, el
cual acusa un franco deterioro. Las influencias europeas<br />
son aprovechadas en la renovación a la que<br />
se condiciona el género para su subsistencia; surge<br />
así en la escena criolla un novedoso estilo que apunta<br />
a la revista de gran espectáculo, aderezado con el<br />
ingrediente «sicalíptico», que no es otra cosa que «pornografía<br />
estilizada» 1 y adaptada aquí a la eterna controversia<br />
entre el negrito y el gallego, seducidos ambos<br />
por la lépera mulata solariega, que los acerca en<br />
su antagonismo. En realidad es ella el eje alrededor<br />
del cual giran y se mantienen unidos ambos hombres.<br />
Con el paso del tiempo, los tres personajes tienden<br />
a modernizarse de acuerdo con la época en que<br />
viven. No puede ser de otro modo, en un teatro basado<br />
fundamentalmente en obras «de actualidad».<br />
Hacia 1910 comienza a publicarse en La Habana un<br />
semanario titulado El Teatro Alegre, dirigido por el autor<br />
y empresario Mario Sorondo, y dedicado a promocionar<br />
los espectáculos frívolos. En sus páginas aparecen<br />
enjundiosos artículos acerca de las transformaciones<br />
operadas en los estilos interpre-tativos del<br />
bufo. En uno de ellos aparece, por ejemplo, el siguiente<br />
comentario de manifiesta tendencia racista: «el<br />
negrito elegante ha sustituido [en la esfera social] al<br />
antiguo descamisado, antropófago de hace veinte<br />
años; y en el teatro, reflejo fidelísimo de las costumbres<br />
de la época, por rarísima contradicción, el negrito<br />
de baja estofa ha sustituido, triunfalmente, al simpático<br />
negrito catedrático». 2 Estos cambios, sin embargo,<br />
no se producen automáticamente de un día<br />
para otro; los viejos actores, que aún trabajan, continúan<br />
representando según el estilo anticuado, con la<br />
aceptación de un público que sigue apreciándolos. La<br />
renovación se logra, pues, con el surgimiento de nuevas<br />
figuras que van a conquistar el cetro de la popularidad<br />
para un público también actual.<br />
Los inicios de un nuevo «negrito».<br />
En un pequeño escenario cienfueguero, a principios<br />
del siglo XX, un joven se estrenaba profesionalmente<br />
como actor tras la máscara negra vernácula, a escondidas<br />
de sus padres que pretendían verlo convertido<br />
en un reconocido galeno. De ese modo furtivo<br />
comenzó una exitosa carrera en el teatro cubano,<br />
hoy un tanto relegada en la memoria colectiva<br />
a planos secundarios que no se corresponden con<br />
la realidad histórica.<br />
Arquímedes Pous Vives, el novel negrito, había nacido<br />
en la Perla del Sur, 3 el 18 de mayo de 1891, 4 en<br />
el seno de una próspera familia de comerciantes.<br />
Durante su niñez, normal e intrascendente, asoma<br />
ya su afición por la escena. En el patio de la<br />
casa natal –Velasco Nº 32, entre San Fernando y<br />
San Carlos (hoy calle 23, Nº 5406, entre 54 y 56)–,<br />
justamente frente a su cuarto, se alzaba una especie<br />
de retablo, donde el niño montaba espectáculos<br />
y comedias de su autoría, ante familiares y<br />
compañeros de escuela involucrados en los juegos,<br />
a veces como actores y otras como simples<br />
espectadores.<br />
Terminados los estudios secundarios, el joven marcha<br />
a La Habana y matricula en la Universidad la<br />
carrera de medicina. No transcurrirá mucho tiempo,<br />
sin embargo, para que decida abandonar el curso<br />
y dedicarse por entero a la escena. En la capital, Pous<br />
se relaciona con el ambiente farandulero, hace amistades<br />
e intenta, infructuosamente al inicio, «colocarse»<br />
en alguno de los múltiples escenarios de en-<br />
Arquímedes Pous<br />
y los tiempos<br />
del Alhambra<br />
Enrique Río Prado<br />
tonces donde funciones de cinematógrafo alternan<br />
con presentaciones «en vivo» –Actualidades<br />
(Monserrate), Armenonville (Prado y Ánimas, pornográfico),<br />
Habana (Virtudes y Gervasio, pornográfico),<br />
Turín (San Rafael), Modernista (San José entre<br />
Soledad y Aramburu), Alaska (Cerro y Palatino), entre<br />
otros, más modestos sin dudas que el Alhambra<br />
o el Molino Rojo, considerados los más prestigiosos<br />
teatros de La Habana frívola de la época.<br />
El momento de su debut ocurre, no obstante, en el<br />
teatro Actualidades de su ciudad natal, en 1906, 5<br />
con la obra Chelitoterapia, protagonizada por la celebérrima<br />
cupletista española «La Bella Chelito». 6<br />
Varias anécdotas de esta época reflejan los esfuerzos<br />
paternos por encauzar al hijo rebelde. Entre<br />
ellas, la de que cierta vez acudieron a un oficial de<br />
policía para sacarlo de un teatro. Luego de lograr<br />
vencer la férrea oposición familiar a su recién iniciada<br />
profesión, Pous recorre afanosamente las poblaciones<br />
de la isla (Matanzas, Santa Clara, Cienfuegos,<br />
Camagüey, Manzanillo, Bayamo), regresa a<br />
la capital y actúa con escaso éxito en el Molino Rojo.<br />
La Habana de la época ofrecía no poca competencia<br />
en el estilo de actuación en que se había aventurado<br />
el joven Pous, aún completamente desconocido<br />
en el ambiente escénico.<br />
59<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Consuelo Portela,<br />
la Chelito Criolla.<br />
Portada del<br />
semanario El<br />
Teatro Alegre,<br />
dedicada a<br />
Arquímedes Pous.<br />
El actor Alberto<br />
Garrido, por el<br />
caricaturista<br />
mexicano Enrique<br />
Peña (<strong>Revista</strong><br />
Mundial, La<br />
Habana, 1918).<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 60<br />
Luego se une a un «cuadro criollo», 7 dirigido<br />
por Armando Bronca, 8 que agrupaba<br />
a Angelita Martínez, Julito Díaz y R. García.<br />
Estos actores se presentan en Cienfuegos<br />
en diciembre de 1910 con la pieza del primero<br />
Preservativo de castidad. 9 Poco después,<br />
en compañía de Angelita Martínez, intenta<br />
nuevamente –esta vez con mejor suerte<br />
– la conquista de la capital.<br />
El camino hacia el triunfo.<br />
En 1911, el «duetto Pous» actúa en los<br />
teatros Chantecler 10 (mayo) y Molino<br />
Rojo (junio). En ambos la pareja interpreta<br />
pequeñas escenas dialogadas que<br />
suelen concluir con un número cantado<br />
y bailes típicos. 11<br />
De inmediato comienza a crecer la popularidad<br />
de Arquímedes. Desde sus inicios,<br />
el novel histrión desarrolla un estilo<br />
de actuación muy personal, centrado<br />
en su arrolladora simpatía<br />
criolla y su gran habilidad<br />
para el baile y la<br />
acrobacia. Concibe un negrito<br />
de carne y hueso,<br />
más cercano a la realidad.<br />
Elude la caricatura –a que<br />
propendía el viejo estilo– y la vulgaridad<br />
–propia del actual–, como recursos<br />
comúnmente empleados por<br />
otros intérpretes para lograr el éxito.<br />
El Teatro Alegre publica su foto en una<br />
de sus portadas de aquel año. 12 En<br />
julio se presenta como artista invitado<br />
en el teatro Martí durante el<br />
homenaje a otro «negrito» colega. La<br />
prensa escribe que «pocas veces se<br />
ha escuchado una ovación tan grande»<br />
como la tributada a Pous en<br />
aquella ocasión. El empresario del coliseo contrata<br />
de inmediato al joven actor como director del conjunto,<br />
provocando los celos del homenajeado, el cual<br />
rompe sus vínculos con el teatro al verse preterido.<br />
Este no era otro que Alberto Garrido, llamado «El<br />
negrito del Martí» (m. 1926), padre del actor de igual<br />
nombre, el popular «Chicharito», quien comentará<br />
con amargura en una entrevista realizada veinte<br />
años después:<br />
[…] mi padre […] fue el «negrito» de más gracia<br />
que hubo en Cuba. Artista de una<br />
vis cómica inigualable, y esto lo<br />
digo sin querer menospreciar a<br />
otros artistas de su mismo tiempo,<br />
porque ellos mismos lo sabían.<br />
Hubo alguno 13 que se destacó por<br />
su organización en su compañía,<br />
por la fastuosidad de su espectáculo,<br />
pero nunca por la gracia que<br />
Dios le había dado a mi padre. Él<br />
hacía reír tanto en el escenario,<br />
como conversando con sus amigos<br />
en la vida particular. […] Sus<br />
últimos años fueron de bohemia,<br />
sin un centavo. 14<br />
Dos años después del homenaje que suscitara aquel<br />
enfrentamiento, las dos figuras se volvieron a encontrar,<br />
nada menos que en la ciudad natal de Pous.<br />
El último debutaba como artista profesional con<br />
su compañía en el teatro Luisa, mientras que<br />
«Garri», como era popularmente conocido el veterano<br />
artista, ocupaba desde hacía varios días el<br />
Terry, que se vio desierto aquella noche, lo cual precipitó<br />
el final de su temporada. Uno de los artistas<br />
del conjunto de Garrido comenta a tal propósito en<br />
una revista de espectáculos que, a la mañana siguiente<br />
del descalabro, los dos cómicos se encontraron<br />
en un café y cuando Pous fue a saludar a su<br />
colega, este, al tratar de felicitarlo por el triunfo,<br />
debió hacer un esfuerzo para contener las lágrimas.<br />
El cienfueguero en un arranque de nobleza, le dijo,<br />
abrazándolo: «Parece mentira Alberto, tú puedes ser<br />
mi maestro; esto es solo la consecuencia de ser yo<br />
hijo de Cienfuegos. De mí no esperes una competencia,<br />
tú sabes que por encima de todo negocio<br />
está nuestra amistad». 15<br />
Acompañan a Pous en la nueva<br />
empresa Conchita Llauradó (futura<br />
compañera de vida), Consuelo<br />
Novoa y Marcelino Areán, a los que<br />
luego se une María Pardo. En el<br />
Martí, Arquímedes estrena sus primeros<br />
títulos: La viuda loca, Goyita la<br />
sabrosa y los duetos Agapito, ven; La<br />
locomotora, La pelota, A la voz de fuego…,<br />
El botellero, que se hace popular<br />
en la interpretación del autor y la<br />
Novoa.<br />
En septiembre de 1911 estos artistas<br />
pasan a trabajar al Polyteama<br />
Chico o Vaudeville, construido en la<br />
azotea de la Manzana de Gómez,<br />
frente al Parque Central. Allí estrena<br />
El santo del hacendado, La canción<br />
del mendigo y El tabaquero (musicalizados<br />
por el joven compositor Eliseo Grenet, que<br />
iba a ser uno de sus grandes colaboradores en el<br />
futuro). La prensa valora altamente la enorme acogida<br />
brindada en esta temporada por un público<br />
acostumbrado a rechazar con su ausencia las incomodidades<br />
de la sala, inaugurada poco menos de<br />
dos años antes 16 :<br />
Lograr meter al público en el Polyteama es algo que<br />
solamente Pous, con la inmensa simpatía de que<br />
goza entre el respetable, puede hacer.<br />
[…] Sube usted ciento y pico de<br />
escalones, pasa dos docenas de<br />
pasillos, se introduce en un café,<br />
sale por un restaurant, entra por otro<br />
pasillo; y si no se ha perdido usted<br />
en ese laberinto, logra por fin entrar,<br />
cansado y sudoroso, en un cajón<br />
grande, si dobla sobre mano derecha;<br />
y chico, oscuro y antipático, si<br />
lo hace a mano izquierda; son dos<br />
los teatros del mal titulado<br />
Polyteama habanero. Nada, que se<br />
puede pagar por no ir.<br />
Y allí, en el cajón chico, antipático<br />
y sin condiciones de ninguna clase,
en ese teatrillo que ha logrado hacerme padecer<br />
de dispepsia para toda la vida es donde Pous, con<br />
el imán poderoso de su simpatía, ha sentado sus<br />
reales (en la tertulia, cinco centavos), desde hace<br />
meses, a teatro lleno noche tras noche, llueva,<br />
truene o deje de tronar y de llover. 17<br />
El espectacular triunfo repercute en los resultados<br />
de un certamen de El Teatro Alegre, para elegir, por<br />
votación popular, al mejor y más simpático «negrito».<br />
Pous obtuvo el primer lugar entre otros nueve<br />
actores –citados a continuación en el orden de preferencia:<br />
Francisco Soto (2), Raúl del Monte (3),<br />
Arturo Feliú (4), Sergio Acebal (5), Benito Simancas<br />
(6), Ramón Espígul (7), Alberto Garrido (8) y Fernando<br />
Baby (9)–, todos grandes intérpretes del típico<br />
personaje.<br />
A partir de este momento, la carrera de Pous recorre<br />
un ascendente e indetenible camino de triunfos. En<br />
más de una ocasión Regino López intenta atraerlo,<br />
sin jamás conseguirlo, al escenario de Alhambra, que<br />
acapara en su época las preferencias del público amante<br />
del género. Muy por el contrario, Pous será el único<br />
actor vernáculo capaz de enfrentársele competitivamente<br />
y salir airoso en el empeño. En 1913 acepta,<br />
en cambio, la proposición de Raúl del Monte (famoso<br />
«negrito» del siglo anterior, al que derrotara en el concurso),<br />
para viajar a Santo Domingo, Puerto Rico y<br />
América Central. A su regreso se presenta, ahora como<br />
reconocido actor con compañía propia, en su ciudad<br />
natal y otras localidades del interior. Al año siguiente,<br />
lleva su conjunto a México, se presenta en el teatro<br />
Principal de la capital y actúa en Mérida, Veracruz y<br />
otras ciudades yucatecas. En esta gira concibe sus<br />
títulos Mérida carnaval, Yucatán souvenir y De México vengo,<br />
donde describe sus experiencias en este país. Luego,<br />
repite su visita por la zona del Caribe. De nuevo en<br />
La Habana, trabaja en los teatros Actualidades y<br />
Payret y, en julio de 1916, estrena en el teatro Arena<br />
Colón, 18 su exitoso título Las mulatas de Bambay, con el<br />
que abre una triunfal temporada en el Payret al mes<br />
siguiente.<br />
Luz Gil y el teatro Payret.<br />
Presentarse en alguno de los grandes escenarios<br />
habaneros tenía una especial connotación consagratoria<br />
para los actores vernáculos, pues el público<br />
que asistía a los importantes coliseos estaba formado<br />
principalmente por «familias decentes» y significaba,<br />
pues, además de ampliar la difusión de su<br />
arte, un sello de calidad artística y de moralidad,<br />
aunque para ello tuvieran que «limpiar de inconveniencias<br />
licenciosas» muchas escenas. En realidad,<br />
solo Regino (en Payret y Nacional) y Pous (en Payret)<br />
gozaron sostenidamente de este privilegio.<br />
Los vínculos de Pous con el teatro de Prado y San<br />
José y su empresario Ramiro de La Presa, 19 se estrechan<br />
al repetir allí sus presentaciones hasta 1921, 20<br />
en que contrata para su elenco a la tiple mexicana<br />
Luz Gil, famosa estrella, exclusiva hasta ese instante<br />
del teatro Alhambra. Es este otro momento<br />
de enfrentamiento entre rivales, que la ficción y el<br />
mito han contribuido a magnificar y tergiversar.<br />
Tanto en el filme La bella del Alhambra, de Enrique<br />
Pineda Barnet (1989), como en la novela testimonio<br />
La canción de Rachel, de Miguel Barnet (1969), que<br />
le sirve de fuente inspiradora al primero, se recrea<br />
el antagonismo de la heroína Rachel (Amalia Sorg,<br />
en la realidad), joven vedette emergente, con su rival,<br />
denominada «La Mexicana» (Luz Gil), presentada<br />
como una figura madura que comienza a decaer.<br />
Bastaba, según la ficción, el surgimiento de<br />
alguien capaz de remplazarla, para que tanto el empresario<br />
como el público pudieran prescindir de sus<br />
prestaciones artísticas.<br />
61<br />
Parque Central de<br />
La Habana. Al<br />
fondo, la Manzana<br />
de Gómez, con los<br />
teatros Polyteama<br />
Grande (izquierda)<br />
y Chico o<br />
Vaudeville<br />
(derecha) en su<br />
azotea.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Sala del<br />
Polyteama Chico o<br />
Vaudeville.<br />
Regino López,<br />
actor y empresario<br />
del teatro<br />
Alhambra.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 62<br />
La partida de Luz Gil del Alhambra<br />
y su ruptura con Regino pueden<br />
verse motivadas en gran medida<br />
por la creciente popularidad de la<br />
Sorg, que despertó sin dudas la rivalidad<br />
entre ambas, pero en ningún<br />
momento esto significa que<br />
«La Mexicana» hubiese perdido el<br />
favor del público, ni mucho menos<br />
que fuese mayor que la Sorg.<br />
Por el contrario, ambas eran contemporáneas<br />
y ninguna de las dos<br />
tan joven como aparenta Rachel<br />
en la ficción. Lo que sucede es que<br />
Luz se hizo célebre primero y a la Sorg le costó más<br />
trabajo llegar a la cima. Así pues, siguiendo un procedimiento<br />
muy válido y profusamente empleado<br />
en el arte, la realidad histórica se ha distorsionado<br />
en función de la trama argumental. 21<br />
El teatrista Francisco Morín, que dirigiera en 1962<br />
una exhumación –última representación hasta la<br />
fecha– de La isla de las cotorras, en unas funciones<br />
históricas en las cuales fueron presentadas las figuras<br />
sobrevivientes de Alhambra, describe así sus<br />
experiencias:<br />
Durante los ensayos tuvimos que mantener<br />
separadas a Luz y a Amalia que se odiaban desde<br />
tiempo inmemorial. La primera despreciaba a la<br />
Sorg, porque cuando esta saludaba al público en<br />
las noches del Alhambra tenía por costumbre<br />
cogerse los senos y hacer como que los lanzaba a<br />
los alborotados varones, los únicos que ocupaban<br />
la sala. En nuestra función repitió el mismo gesto. 22<br />
Felizmente este instante fue captado en el documental<br />
Cuentos del Alhambra, de Manuel Octavio<br />
Gómez (1963), realizado durante aquellas memorables<br />
reposiciones. En la recreación de Pineda<br />
Barnet, en cambio, el gesto aludido se torna más<br />
osado, Beatriz Valdés, disfrazada de hombre, arranca<br />
su ropa para eliminar el equívoco y hacer evidente<br />
en la pieza (La señorita de Maupin) su verdadero<br />
sexo, dejando al descubierto sus senos ante el excitado<br />
público.<br />
La tiple mexicana, María de la Luz Gil Medina, nacida<br />
en la costera ciudad de Veracruz, en 1894, había<br />
llegado a Cuba muy joven y comenzó a probar<br />
fortuna como vedette en pequeños teatros habaneros.<br />
Bien pronto encuentra su camino interpretando<br />
mulatas cubanas solariegas y cantando canciones<br />
«del país», con tanto acierto que es inmediatamente<br />
encumbrada por el público. Hacia 1912 se<br />
encuentra actuando en el Teatro Molino Rojo y a<br />
fines del año siguiente debuta en la compañía de<br />
Regino López, en el teatro Alhambra. Durante varios<br />
años fue la gran atracción de aquel escenario, que<br />
acogió sus triunfos en La toma de Veracruz (1914), Las<br />
mulatas del día (1915), La danza de los millones (1916), El<br />
rico hacendado (1917), La señorita Maupin (1918), América<br />
en la guerra (1919), Un baile en Palacio (1920), Arreglando<br />
el mundo (1921), en los cuales compartía la<br />
escena con otras relevantes figuras en aquellos títulos<br />
que requerían un elenco múltiple de estrellas.<br />
En el último año, Luz Gil rompe su contrato con<br />
Regino López y el Alhambra para integrar, como<br />
primerísima figura, la compañía de Arquímedes<br />
Pous, que ocupa el teatro Payret. El negrito cienfueguero<br />
escribe para ella Brisas del Hawai, La favorita<br />
del gran cabaret, Texana o Amor de india, Dinorah o La<br />
máscara azul (1921), entre otras obras. Pero la colaboración<br />
entre ambos artistas llegaría a su culminación<br />
solamente dos años después.<br />
Entre ambas fechas Pous realiza una serie de viajes<br />
a los Estados Unidos, contratado por la Columbia<br />
para grabar algunos de sus diálogos y números<br />
musicales. 23 A la Babel de Hierro lleva por primera<br />
vez una compañía de género cubano, que presenta<br />
al público de habla hispana. Viaja por motivos familiares<br />
a España y en la tierra de sus ancestros,<br />
realiza con éxito una serie de presentaciones privadas<br />
que la prensa reseña a su regreso.<br />
El Teatro Cubano y el final.<br />
Dos años después, en 1923, Regino López sufre un<br />
nuevo golpe profesional. 24 El talentoso escenógrafo<br />
catalán Pepito Gomís, piedra angular de su compañía,<br />
deserta de los predios de Consulado y Virtudes<br />
y se une a Pous en una empresa conjunta. La nueva<br />
entidad Pous-Gomís arrienda el teatro Molino Rojo<br />
y lo transforma en «teatro Cubano», tratando de<br />
borrar con el cambio de nombre y una ambientación<br />
novedosa de la sala, el desprestigio que aquel coliseo<br />
ganara a través de varios lustros de presentaciones<br />
lascivas y vulgares.<br />
La posibilidad de contar con un gran escenógrafo<br />
incita a Pous a la creación de espectaculares revistas<br />
en las que el artista cienfueguero, sin perder en<br />
lo absoluto su criollismo probado, revierte influencias<br />
cosmopolitas asimiladas en sus viajes de re-
creo por Europa y los Estados Unidos. Así, surgen<br />
los títulos Locuras europeas; Oh, míster Pous; Oh, La<br />
Havane; Habana-Barcelona-Habana; Magazine de fantasías,<br />
25 que alternan con los típicos sainetes Del ambiente<br />
, La borracha del circo o el ciclo –Pobre Papá Montero;<br />
Los funerales; La resurrección y El proceso– de Papá<br />
Montero, 26 cuya fama subsiste en la actualidad gracias<br />
al popular son inserto en la partitura original,<br />
debida a Jaime Prats y Eliseo Grenet.<br />
Desde el primer título, con que la nueva empresa<br />
inicia sus actuaciones en el Cubano, el 1 de octubre<br />
de 1923, Luz Gil figura como la indiscutible favorita<br />
de aquel público, que colma la inmensa sala. Los<br />
modernos recursos escenográficos, que nada tienen<br />
que envidiar a Broadway o París, contribuyen a la<br />
apoteosis. El actor Enrique Arredondo confiesa en<br />
sus memorias haber visto repetidas veces ese título<br />
Locuras Europeas y refiere la entrada de la vedette<br />
mexicana interpretando un número musical, al<br />
tiempo que «una enorme lámpara colgada del techo<br />
de la platea bajaba hasta casi rozarse con el<br />
público de las lunetas y, sobre la lámpara, 27 ocho<br />
vicetiples coreaban la segunda parte del número». 28<br />
Al concluir esta temporada consagratoria, que se<br />
mantuvo por dos años en el teatro de Galiano y<br />
Neptuno, con breves incursiones en Payret, la compañía<br />
parte de gira por algunas ciudades cubanas –<br />
Cienfuegos (teatro Luisa), Santa Clara (teatro La Caridad),<br />
Ciego de Ávila (teatro Iriondo), Camagüey (teatro<br />
Avellaneda), Palma Soriano– y después de actuar<br />
tres días en Santiago de Cuba, inicia por la República<br />
Dominicana y Puerto Rico una tournée que pretende<br />
extender a toda la América del Sur, hasta Buenos<br />
Aires, llevando el repertorio estrenado en la última<br />
gran campaña. En Puerto Rico se presenta durante<br />
un mes en el teatro Tres Banderas, de Santurce, luego<br />
actúa en Arecibo y en el teatro Yagüez, de<br />
Mayagüez. Pous, que había salido de Cuba asediado<br />
por un funesto presentimiento, comenzó a sentirse<br />
progresivamente mal y su tercera función en la última<br />
ciudad transcurrió entre horribles dolores, provocados<br />
por una peritonitis desatendida.<br />
Un periódico de la época rememora con el auxilio<br />
de los integrantes de la troupe, su última actuación,<br />
la cual «fue verdaderamente trágica para el<br />
gran actor, que se veía obligado a trabajar medio<br />
desmayado, presa de intensos dolores. De uno a otro<br />
número sus compañeros lo recogían materialmente<br />
derrumbado entre bastidores, vistiéndolo en el<br />
mismo escenario, sin poderlo llevar a su camerino.<br />
Pous se sentía morir. Las mujeres de la compañía<br />
lloraban; los hombres mascullaban blasfemias y<br />
maldecían. ¡Perra vida esta del actor que no tiene<br />
derecho siquiera a una muerte tranquila!<br />
Allí estaba el monstruo; ese Argos<br />
de los cien mil ojos acerados y<br />
críticos, que es el público, pidiendo al<br />
actor su mejor noche; al hombre que<br />
se moría, que los hiciera reír!... Así<br />
acabó Pous la función, atormentado<br />
y derrumbado». 29<br />
Dos días después moría este Molière<br />
criollo, el 16 de abril de 1926, próximo<br />
a cumplir los treinta y cinco años.<br />
Homenajes<br />
Al conmemorarse el tercer aniversario de su desaparición,<br />
la compañía de Lecuona-Gomís le tributó<br />
un homenaje en el teatro Regina. El poeta y dramaturgo<br />
Gustavo Sánchez Galarraga, expresó en<br />
aquella oportunidad una muy justa valoración del<br />
significado de su figura para el teatro popular cubano:<br />
«[...] Arquímedes Pous restauró la depuración<br />
del sainete criollo [...], resucitó los prestigios de la<br />
delicadeza del ingenio en los tinglados de nuestra<br />
farsa, […] y creó un repertorio donde<br />
todo es gracia honesta, sal fina, ingenio<br />
ático, con el cual dignificó la mentalidad<br />
de Cuba; ¡De Cuba, que no puede<br />
nunca reconocer un teatro bajo,<br />
grosero y vil!...» 30<br />
En 1930, el diario habanero El Mundo,<br />
apoyó exitosamente una campaña promovida<br />
por las logias masónicas de<br />
Puerto Rico y Cuba para trasladar sus<br />
restos a la tierra cubana. A esos actos<br />
fúnebres acudió masivamente el pueblo<br />
que lo admiraba y quería.<br />
En 1950 se instaló en el Parque Martí, frente al teatro<br />
Terry de Cienfuegos, un busto que perpetúa su<br />
memoria, realizado por el escultor cienfueguero<br />
Carlos Era Yero. El mismo fue develado en acto solemne<br />
por el actor Enrique Arredondo en aquel año.<br />
En 1977, la escultura fue retirada de su ubicación<br />
original y abandonada en un traspatio. La actual<br />
administración del coliseo la rescató y hoy se encuentra<br />
bajo techo en un sitial preferente del Café<br />
Teatro Terry, inaugurado en 2002. 31<br />
63<br />
Luz Gil.<br />
Diseño<br />
escenográfico de<br />
Pepito Gomís<br />
para una<br />
producción de<br />
Arquímedes Pous.<br />
Programa de la<br />
temporada de<br />
Arquímedes Pous<br />
en Puerto Rico<br />
(1926).<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
Busto de<br />
Arquímedes Pous,<br />
por el escultor<br />
Carlos Era, en su<br />
actual ubicación.<br />
Teatro Terry, de<br />
Cienfuegos.<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 64<br />
Para la historia del teatro cubano,<br />
Arquímedes Pous resulta una<br />
figura paradigmática, insuficientemente<br />
estudiada hasta el presente.<br />
Como actor, exhibió gran<br />
versatilidad al interpretar con la<br />
misma perfección todos los personajes<br />
típicos de la escena criolla:<br />
negritos, gallegos, galanes,<br />
bobos, borrachos… Despojó de<br />
estereotipos falsos y exageraciones<br />
caricaturescas a sus personajes,<br />
otorgándoles una naturalidad<br />
hasta entonces poco vista en la<br />
escena vernácula. Como fecundo<br />
autor, puso su ingenio en función<br />
de desterrar de la escena nacional<br />
el mal gusto y la vulgaridad, sin<br />
desechar la picardía y el doble sentido<br />
característicos del cubano y no vaciló en recu-<br />
NOTAS<br />
1 El término sicalíptico , aparecido por primera vez en la lengua española en<br />
1902, significa etimológicamente «obsceno». Corominas lo registra en su<br />
diccionario etimológico como compuesto del griego sykon, «vulva» y aleiptikos,<br />
«lo que sirve para frotar o excitar». Sin embargo, la Enciclopedia Espasa Calpe<br />
insiste en su carácter artístico (estético) e ingenioso por el «atrevimiento del<br />
fondo y la elegancia de la forma» de las obras así denominadas, que se<br />
apartan de «todo aquello que está reñido con el arte y el buen gusto» y<br />
deplora que se confunda el término con la voz pornografía.<br />
2 El Teatro Alegre, 7 de septiembre de 1912.<br />
3 La ciudad de Cienfuegos es excepcional cuna de grandes artistas cubanos,<br />
entre los cuales descuella especialmente Luisa Martínez Casado (1860-1925).<br />
4 En algunas inscripciones de su ciudad (casa natal y tarja del busto), aparece<br />
el año de 1892. Sin embargo, a raíz de su fallecimiento y el traslado de sus restos<br />
a Cuba, los reportajes periodísticos que recogen estos hechos y en los que<br />
interviene la madre del actor, señalan el año 1891. Aunque no se ha podido aún<br />
comprobar el dato, se prefiere tomar como cierta esta última fecha.<br />
5 Según diversos documentos consultados, suele ubicarse este hecho en<br />
1906. Sin embargo, las famosas actuaciones en Cuba de la Chelito ocurrieron<br />
en 1909, por lo que resulta poco probable la datación de dicha función<br />
en aquel año. Sin embargo, ante la imposibilidad de demostrar lo contrario<br />
hasta el momento, se acepta aquí la fecha fijada por la tradición.<br />
6 Consuelo Portela, «La Bella Chelito», nació en Placetas, antigua provincia de<br />
Las Villas, en 1885 y fue llevada muy niña por sus padres a España, de<br />
donde regresó convertida en fulgurante cupletista. Sus presentaciones provocaron<br />
numerosos escándalos públicos. Los autores vernáculos más destacados<br />
le dedicaron sus piezas: Chelitoterapia y Chelitomanía (ambas de Raúl del<br />
Monte), Chelito en Remanganaguas, Chelito en el seborucal, Chelito triunfadora<br />
(las tres del teatro Alhambra).<br />
7 Denominación dada a las pequeñas compañías integradas por cinco o seis<br />
actores del género vernáculo, que generalmente interpretaban los papeles de<br />
«mulata», «negrito», «gallego», «guayabito o chulo» y «vieja».<br />
8 Seudónimo literario y escénico del actor Eduardo González Govín (m. 1942),<br />
también conocido en el ambiente teatral como «Cacharro».<br />
9 El manuscrito original de este título se conserva en el Archivo histórico del<br />
CNIAE.<br />
10 Nombre que recibió el local del antiguo Armenonville, de Prado y Ánimas,<br />
después de una leve remodelación. En realidad este espacio era una incómoda<br />
barraca de madera.<br />
11 Algunos cronistas atribuyen indistintamente a Pous y al actor Ramón<br />
Espígul (1893-1952), también famoso intérprete de «negritos», la incorporación<br />
del pregón musical en estas breves escenas dialogadas. Lo cierto es que<br />
ambos dejaron registrados alrededor de veinte de estos números cada uno,<br />
cifra que sobrepasa con creces similar producción de otros intérpretes.<br />
12 25 de junio de 1911.<br />
13 Sin dudas se refiere a Arquímedes Pous<br />
14 El Caballero King. «Charlando con el triunfador», en Cinema, Nº 244, 4 de<br />
agosto de 1940, p. 15-16. Ver también: Alberto Garrido. «Recordando a mi<br />
padre. El verdadero «negrito» del teatro Martí», en Bohemia, 20 de junio de<br />
1954, p. 3, 138.<br />
15 El Artista, órgano oficial de la Asociación Cubana de Artistas Teatrales,<br />
enero de 1935, p. 21.<br />
rrir en algunos títulos al melodrama. Finalmente,<br />
como empresario, supo rodearse de los mejores colaboradores<br />
de la época. Los compositores Eliseo<br />
Grenet, Jaime Prats (directores musicales en la compañía),<br />
Jorge Anckermann (director del Alhambra,<br />
su rival), Ernesto Lecuona, Moisés Simons, Teódulo<br />
Sánchez y Horacio Monteagudo pusieron música<br />
genial a sus libretos. En su elenco de actores sobresalieron,<br />
entre otros muchos, Luz Gil, Margot<br />
Rodríguez, Caridad Castillo, Conchita Llauradó,<br />
Luisa Obregón, Rosa Blanch, Mimí Cal, María Bica,<br />
Fernando Mendoza, Teófilo Hernández, Totico La<br />
Presa, Manuel Colina, Álvaro Moreno, Julio Gallo,<br />
Julito Díaz, Rafael Llorens, Arnaldo W. Sevilla y el<br />
coreógrafo mexicano Rodolfo Areu. Demostró, además,<br />
un dinamismo y un sentido de la organización<br />
poco comunes, y un extraordinario poder de<br />
convocatoria que explican los grandes éxitos y la<br />
permanente popularidad que logró durante toda su<br />
vida artística.<br />
16 Los teatros Polyteama –Chico o Vaudeville y Grande– comenzaron a<br />
funcionar en enero y febrero de 1910, respectivamente. A la mencionada<br />
incomodidad de los locales, debe agregarse una mediocre capacidad empresarial,<br />
que llevó a la ruina a su propietario en solo cinco años.<br />
17 Manuel de Mas, en El Teatro Alegre, 30 de no viembre de 1912, p. 2.<br />
18 Situado frente a un costado del teatro Martí, en la esquina de Dragones y<br />
Zulueta, donde hoy se levanta una estación de policía.<br />
19 Perteneciente a una destacada familia del teatro cubano, integrada también<br />
por el compositor, libretista y actor transformista Manuel de la Presa y<br />
el actor vernáculo Adolfo –llamado «Totico»–, Ramiro desar rolló una extensa<br />
y prestigiosa carrera como empresario del teatro Payret. A él se debieron las<br />
famosas temporadas protagonizadas por Esperanza Iris en La Habana, la<br />
última visita de Sarah Bernhardt a Cuba y las actuaciones del Ba-Ta-Clan<br />
parisino de Madame Rasimi, entre otros muchos espectáculos. La Presa<br />
murió en Buenos Aires, en julio de 1939.<br />
20 De esa época son sus obras El submarino cubano (1918), La clave de oro,<br />
El 17 se acaba el mundo (1920).<br />
21 Este criterio, que puede parecer muy lógico, es continuamente criticado por<br />
gran parte del público y algunos historiadores que pretenden ver reflejada la<br />
realidad absoluta en las producciones inspiradas en hechos históricos.<br />
22 Francisco Morín. Por amor al arte. Memorias de un teatrista cubano. 1940-<br />
1970. Miami: Ediciones Universal, 1998, p. 287.<br />
23 El catálogo discográfico de Pous ha sido confeccionado por el musicólogo<br />
Cristóbal Díaz Ayala en su obra Cuba canta y baila. Discografía de la música<br />
cubana. Volumen I / 1898 a 1925. San Juan, Puerto Rico: Fundación Musicalia,<br />
1994. En esta obra monumental se relacionan setenta y siete grabaciones del<br />
artista cienfueguero, realizadas entre 1914 y 1925 para el sello Columbia. En<br />
ellas lo acompañan Blanca Vázquez, Conchita Llauradó y Fernando Mendoza.<br />
24 En el plano estrictamente personal, Pous y Regino nunca fueron enemigos<br />
reales. En el propio año 1923, a solo un mes del debut de la empresa Pous-<br />
Gomís, el actor cienfueguero colaboró en una función homenaje ofrecida al viejo<br />
empresario, con el estreno de un dueto interpretado por él y Luz Gil. En la misma<br />
función Pous le impuso a Regino una medalla de oro con que los organizadores<br />
del acto rindieron tributo a sus treinta y cinco años de labor escénica.<br />
25 A la música de este título, compuesta por Jaime Prats, pertenece el bolero<br />
«Ausencia», que Luz Gil contribuyó a popularizar.<br />
26 Según E. Arredondo, La vida de un comediante. La Habana: Editorial Letras<br />
Cubanas, 1981, p. 27, Pous fue «el primer autor que logró cuatro libretos, en<br />
episodios, en el teatro cubano». Anteriormente habían producido la trilogía<br />
de Los negros catedráticos, de Pancho Fernández, en el siglo XIX, y la de<br />
Pachencho, escrita a inicios del siglo XX por los hermanos Robreño, para el<br />
Alhambra: Tin Tan te comiste un pan o El velorio de Pachencho (1901), Pachencho<br />
capitalista, La boda de Pachencho (ambas de 1902).<br />
27 Nombre dado en la época a las coristas.<br />
28 Arredondo. Op. cit, p. 26.<br />
29 El Mundo, 14 de enero de 1930, p. 16.<br />
30 Heraldo de Cuba, 18 de abril de 1929, p. 6.<br />
31 Comunicación de fecha 25 de junio de 2008, de Miguel Cañellas Sueiras,<br />
actual director general del Teatro Terry. Dejo constancia igualmente de mi<br />
agradecimiento a la historiadora del coliseo cienfueguero, Rebeca Román<br />
Capdevila, por su colaboración en la búsqueda de importantes datos.
La tercera edición del Festival de Cine Global dominicano,<br />
que promueve historias personales dentro<br />
de perspectivas mucho más amplias, finalizó aquí<br />
dejando en todos los invitados y participantes la<br />
convicción de que esta franja de Latinoamérica bañada<br />
por el mar da pasos cada vez más firmes en lo<br />
que a cultura cinematográfica se refiere.<br />
Este evento, que como se ve es aún muy joven, ya<br />
convoca a gente del medio procedente de todas partes<br />
del mundo, y en el que acaba de concluir agregó<br />
a su agenda el Premio del Público,<br />
el concurso de cortos<br />
locales, homenajes (al actor<br />
norteamericano Omar Sharif<br />
y a la realizadora venezolana<br />
Margot Benacerraf, auténticas<br />
leyendas en sus respectivas<br />
profesiones) y una<br />
variopinta faceta teórica que<br />
contó con una clase magistral,<br />
dos talleres y siete paneles<br />
profesionales para los<br />
que fueron convocados prestigiosos<br />
expertos de varios<br />
países, incluyendo por supuesto<br />
la sede.<br />
La tecnología como herramienta<br />
del desarrollo (¿Cómo<br />
iniciar un Cineclub?), Preservación<br />
y restauración de filmes,<br />
Media, entretenimiento<br />
y cine digital, Música en TV y<br />
películas, Internet: ¿amigo o<br />
enemigo?, ¿Son los cineastas<br />
agentes de cambio social? o<br />
Distribución cinematográfica y otras fuentes potenciales<br />
de facturación, fueron algunos de ellos,<br />
que contaron con entusiastas receptores también<br />
de diversas procedencias y nacionalidades.<br />
En cuanto a lo propiamente fílmico, el festival no es<br />
(por lo menos aún) propiamente competitivo, si exceptuamos<br />
el concurso de cortos que, por cierto, estimula<br />
generosamente al ganador (entre los regalos aparece<br />
un taller en nuestra Escuela de San Antonio de los Ba-<br />
El cine<br />
se abre paso<br />
en el Caribe<br />
Frank Padrón<br />
ños libremente elegido por el cineasta), mas exhibe una<br />
diversa y representativa vitrina de lo mejor que en el<br />
minuto actual suena en la arena fílmica, de modo que<br />
pudo apreciarse desde lo último de Almodóvar o los<br />
hermanos Dardenne, hasta documentales de no poco<br />
impacto –producción como se sabe poco favorecida en<br />
encuentros de este tipo–, pasando por la tampoco muy<br />
favorecida labor del área, incluyendo como decíamos<br />
la propia República Dominicana.<br />
Del país anfitrión no sólo pudieron apreciarse muy<br />
notables cortos, sino el largo<br />
de ficción La soga (2009),<br />
de Josh Crook, que repletó<br />
las salas donde fue exhibido,<br />
prueba de que como ocurre<br />
entre nosotros, el público<br />
dominicano valora y estima<br />
su cine.<br />
Discreta en términos artísticos,<br />
la cinta discursa en<br />
torno a la corrupción policial<br />
en el país, con destacables<br />
aciertos en la dirección<br />
de actores y el montaje.<br />
Era evidente para este<br />
filme el tan anunciado lauro<br />
de la popularidad mas,<br />
por razones desconocidas,<br />
no se hizo público en la ceremonia<br />
de clausura.<br />
A propósito de esta, también<br />
resultó un desacierto<br />
el cierre con el documental<br />
Sol Caribe (2009), de Félix<br />
Limardo, el cual, si bien<br />
ofrece un gráfico testimonio de la gira emprendida<br />
recientemente por varios de los más importantes<br />
cultores del merengue, género como se sabe<br />
emblemático de la música aquí, a la vez que reflexiona<br />
sobre este mediante artistas e investigadores,<br />
lo hace siempre desde una perspectiva más<br />
turística que propiamente cinematográfica, por<br />
lo cual acusa graves errores de edición, fotografía,<br />
narrativa y dirección en general.<br />
65<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 66<br />
Otra falencia fue no programar el corto ganador, se<br />
dijo que por razones de horario, en lo que el festival<br />
debe en términos generales aprender otra lección:<br />
la puntualidad, ausente en casi todas las actividades.<br />
Tampoco el filme de inauguración fue muy acertado<br />
que digamos: el norteamericano Touched (2009),<br />
de Dan Niera, es una historia de madre esquizoide<br />
con hija presuntamente lisiada que del interesante<br />
estudio de caracteres que promete en sus inicios,<br />
deviene en convencional melodrama con todos<br />
los clisés y efectismos propios de ese subgénero,<br />
si bien cuenta con sólidos actores (buena parte de<br />
ellos presentes en el festival).<br />
Son detalles que deberá valorar la Comisión Organizadora<br />
para futuras ediciones, aunque siendo<br />
justos ya puede anotarse algunos logros significativos,<br />
como el hecho de extender el evento más<br />
allá de la capital: provincias importantes como<br />
Santiago, Puerto Plata, Nagua y Cap Cana resultaron<br />
entusiastas subsedes que, fuera del festival, se<br />
incorporan al objetivo mucho más abarcador de<br />
quienes dirigen el audiovisual en el país caribeño:<br />
cimentar y fomentar una cultura cinematográfica<br />
que comience por los hábitos de asistir a las salas,<br />
lo cual aún no ofrece resultados muy halagadores,<br />
como pudimos comprobar.<br />
En ello desempeña un papel fundamental la labor<br />
de la Fundación Global Democracia y Desarrollo<br />
(Funglode), principal auspiciadora del Festival,<br />
cuyo presidente honorífico es el propio presidente<br />
de la República, Leonel Fernández, quien lo fue del<br />
festival y demostró con su reiterada presencia en<br />
actividades del mismo su interés por esa línea de<br />
auge en una cultura cinematográfica participativa<br />
y popular.<br />
Dentro de ello resulta estimulante comprobar los<br />
lazos que se estrechan entre Cuba y el hermano<br />
país caribeño, que ha firmado convenios con instituciones<br />
medulares en esa gestión como el ICAIC,<br />
la UNEAC y la EICTV (Escuela de San Antonio de<br />
los Baños), mientras más allá de esta área lo hace<br />
con otras también muy importantes, como la Cátedra<br />
«Juan Bosch» de la Universidad de la Habana;<br />
mediante esta relación profesional, Cuba y República<br />
Dominicana mantienen sólidos contactos<br />
a través de talleres, charlas, ciclos de cine y otras<br />
actividades que incluyen también la literatura y<br />
la historia, y que prevén continuar y aumentar el<br />
próximo año. Enhorabuena.<br />
Lo que más interesa en la personalidad de Er<br />
nesto Leal es su actitud frente al arte. Pocos<br />
artistas cubanos resultan tan instruidos y<br />
partidarios de eludir la pose como él, quien postula<br />
constantemente una sensatez pasmosa acerca<br />
del acto creativo al emplazarlo en su tradición<br />
aurática y en su pretendido alcance socio-cultural.<br />
Sus piezas parecen salidas de la imaginación<br />
de un científico (él mismo tiene esa apariencia)<br />
que pretende revisar el arte para hacerlo más eficaz.<br />
Es un obseso que cuestiona los mecanismos<br />
que intervienen en el modo de hacer, emisión, circulación<br />
y consumo del rubro más especulativo<br />
de la sociedad contemporánea. Y que confiesa: «no<br />
sé hacer otra cosa». Galería Habana ha hecho una<br />
buena elección esta vez al invitarlo a exponer desde<br />
el 8 de mayo hasta el 30 de junio su muestra<br />
Trastornos del lenguaje, suerte de ensayo sobre las<br />
mediaciones que trastocan la verdadera dimensión<br />
de cualquier mensaje. Su interés en desconstruir<br />
el discurso constituye más un gesto desjerarquizador<br />
que un quehacer emplazado en determinado<br />
canon o tendencia.<br />
Tuve un encuentro con Ernesto hace ocho años,<br />
cuando realizó su muestra Civiles en shock, a cuatro<br />
manos con Manuel Piña, en esta misma institución.<br />
En ella ambos artistas proponían cuestionamientos<br />
acerca de la utopía y su repercusión en<br />
los individuos comunes, pero con un lenguaje velado,<br />
con altos niveles de tropologización. Estaba<br />
resuelta con materiales diversos: fotografías, cajas<br />
de luz, video, papel de estampar y asfaltil, en<br />
un juego con los contrastes de la sociedad cubana,<br />
como recurso expresivo para comentar acerca de<br />
las propias limitaciones que frenan la utopía desde<br />
dentro de ella misma: la autocensura, la falta<br />
de iniciativa, la paranoia, por mencionar algunos<br />
de los inconvenientes para su desarrollo pleno en<br />
nuestros predios.<br />
Recientemente Leal ha sido visto en La Casona,<br />
Museo de Bellas Artes (IX Bienal de La Habana), V<br />
Salón de Arte Cubano Contemporáneo, pero continúa<br />
siendo uno de los artistas menos advertidos,<br />
en términos promocionales, si tenemos en cuenta<br />
la máxima cartesiana (y parafraseo): te leo, luego<br />
existes, que por suerte no creo le preocupe mucho al<br />
autor. Ahora en esta oportunidad vuelve a entregarnos<br />
una elocuente propuesta a tono, por ejemplo<br />
(puede parecer una digresión pero no es así), con
Los gozos de Leal:<br />
entre el simulacro<br />
y la incredulidad<br />
Amalina Bomnin<br />
los candentes debates internacionales sobre el lugar<br />
del arte latinoamericano en el contexto mundial.<br />
Soy de la opinión de que el artista cubano, de<br />
manera general, ha caído en un «vacío de sentido»<br />
que se revierte en sus obras. Consecuencia flagrante<br />
de la transformación de su derrotero: del cuestionamiento<br />
crítico de su realidad social a la búsqueda<br />
de mercado. No es que no se hallen artistas<br />
de puntería, por supuesto que siguen existiendo, y<br />
afloran cada día, pero la mayoría ha entrado en un<br />
proceso de ruptura y replanteamiento de su discurso,<br />
y eso conlleva años de cristalización. Los más<br />
jóvenes que vienen surgiendo tienen la ventaja de<br />
que no hicieron una obra anterior comprometida<br />
con un movimiento que tuvo repercusión en el exterior.<br />
Y hay otra parte que sin hacer una obra tan<br />
sólida han tenido la «suerte» de salir a la palestra<br />
como «artistas internacionales», quizá porque pulsan<br />
problemáticas de índole política o simplemente<br />
hacen un arte light que no molesta a nadie, porque<br />
no tiene compromisos. Subrayo esto porque Ernesto<br />
de alguna manera se cuestiona todas las<br />
«construcciones» que pueden generarse a partir de<br />
un texto. De ahí que manipule nuestra percepción<br />
al colocar sus obras sui generis en inglés, en un piso<br />
de granito que dificulta la lectura, o en una columna<br />
circular, comprometiendo nuestro esfuerzo en<br />
su descodificación. Los artistas cubanos que han<br />
«tocado la flauta», por llamarlo de algún modo, fue-<br />
ra de nuestros límites geográficos, no pueden darse<br />
el lujo de filosofar como él.<br />
Pero aterricemos en la preocupación del artista, mejor<br />
dicho, en la ocupación, porque no creo que sea<br />
una personalidad preocupada (eso sería sinónimo<br />
de neurosis y nada más ajeno a su naturaleza). Ernesto<br />
hace alrededor de un año entregó a seis críticos<br />
que han escrito antes sobre su obra la descripción<br />
de una de las piezas de la exposición (también<br />
seis, entre las que había instalaciones, video-instalaciones<br />
y fotografías) a través de bocetos, esquemas<br />
y planos de la galería. Luego les pidió que escribieran<br />
sobre la pieza que les estaba proponiendo, y<br />
ese resultado es el que expuso en la galería, en el<br />
mismo espacio que debería ocupar cada una de ellas.<br />
Como diría Beuys «… el verdadero capital es la creatividad»,<br />
eso recuerdo cuando me enfrento a la propuesta<br />
de Leal. Le interesa hurgar en las instancias<br />
que intervienen en el comple-tamiento de la obra,<br />
dígase crítico, curador, especialista, galería, funcionarios<br />
que manejan la promoción, coleccionista,<br />
dealers. Su intención responde, entre otras cuestiones,<br />
a un recelo respecto a los mecanismos que intervienen<br />
en la concreción, percepción, promoción<br />
y consumo del arte. A menudo es el crítico o determinada<br />
institución poderosa quien «lanza» al<br />
estrellato a los artistas. Quien no cumpla el requisito<br />
de ser «correcto» en términos culturales, políticos<br />
o económicos, probablemente no formará parte<br />
del circuito de promoción y consumo.<br />
Me referí antes al debate acerca del nuevo concepto<br />
que se maneja para el arte latinoamericano: el<br />
«desde aquí», lo cual se traduce en que los artistas<br />
sean capaces de construir textos con los rudimentos<br />
del «arte internacional», ya no tan focalizados<br />
en los contextos. De ahí el éxito que han alcanzado<br />
desde Cuba en la arena internacional nombres<br />
como Wifredo Prieto, Tania Bruguera, Los Carpinteros,<br />
y Carlos Garaicoa, los cuales no pretendo<br />
entrar a analizar ahora, pero que en mi opinión<br />
responden a una construcción más. No pongo en<br />
duda sus talentos, pero como siempre sucede: «no<br />
son todos los que están, ni están todos los que son».<br />
Como pudiera mencionar otros que amparados en<br />
los ecos de una obra interesante construida en la<br />
efervescencia de los años ochenta hoy amenazan<br />
con mantenerse como «consagrados» haciendo<br />
simples parodias y refritos. ¿Quién les dio tal jerarquía?<br />
67<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 68<br />
Por eso me parece atinada la reflexión del autor<br />
cuando dice: «no me interesa que me identifiquen<br />
con un tipo de obra o estilo a través del paso de los<br />
años». El quid de su cuestionamiento tiene su eje<br />
precisamente en las construcciones que pueden establecerse<br />
mediante el lenguaje. Él domina el sofisma,<br />
el silogismo, la tautología, el retruécano,<br />
por eso se siente seguro cuando enjuicia los velados<br />
mecanismos que hacen de una obra un ente<br />
indiferente o revelador. Como también afirma «me<br />
interesa que vean los textos como imágenes», porque<br />
sabe que eso es precisamente lo que hacen los<br />
críticos cuando escriben,<br />
crear una imagen<br />
sobre el artista. Y cuando<br />
digo los críticos tomo<br />
la parte por el todo, además<br />
de éstos, la obra es<br />
«intervenida» por otras<br />
escalas sociales. La desmaterialización<br />
del objeto<br />
artístico que plantea<br />
la exposición está<br />
emparentada con las<br />
prácticas de acción, el<br />
performance, el happening,<br />
porque aquí importa<br />
más el proceso, la interacción<br />
y participación<br />
del receptor en el<br />
completamiento de la<br />
idea que, como pasa muchas<br />
veces, la exhibición<br />
autocomplaciente de un<br />
producto determinado.<br />
En Cuba, es usual que los<br />
profesores de arte, críticos,<br />
curadores, estudiantes<br />
y muchas veces<br />
los propios artistas, conozcan<br />
las obras originales<br />
de manera referencial<br />
(comentarios, revistas, videos, libros), porque<br />
las posibilidades de viajar están limitadas.<br />
También Ernesto quiere comentarnos sobre ese inconveniente<br />
que a menudo puede incidir en la comprensión<br />
cabal del arte en nuestro contexto cuando<br />
entrega a los críticos solamente la descripción<br />
de las posibles obras; estableciendo una alegoría<br />
acerca de cómo los que escriben o producen arte<br />
pueden irse, en ocasiones, «con la bola de trapo».<br />
Otra característica de la muestra es que todas las<br />
piezas-textos están construidos a cuatro manos,<br />
entre el artista y el crítico, y Leal respetó la tipografía<br />
original empleada por los autores. En el caso<br />
del comentario a la pieza El libro del arte (ó el hueco en<br />
el discurso) realizada con Corina Matamoros, la especialista<br />
expresa en la parte final: «Como a tus<br />
entrevistados de El libro del Arte, me silencias. No<br />
me escuchas: En lugar de la obra viva me concedes<br />
un croquis electrónico y un espacio de opinión de<br />
cuatrocientas palabras. Me sientes balbucear, acechas<br />
mis titubeos: Yo soy tu hueco en el discurso.»<br />
¿Cuánta ironía plantea Corina al aceptar el reto<br />
ante una propuesta de este tipo?<br />
Pisapapeles, es la descripción de una instalación<br />
donde interviene Cristina Vives, a quien conocemos<br />
vinculada al coleccionismo de arte (otra de<br />
las lecturas veladas de la propuesta). Esta comenta:<br />
«A tus leones de descomunales proporciones<br />
y peso ¿Por dónde los agarro? Ellos comulgan<br />
con mi Benedicto y mis maracas en pretensión<br />
y desuso. Pero los tuyos van más allá y<br />
me pregunto: ¿Quién produciría semejante obra?<br />
¿Acaso Galería Habana? O ¿Es que ganaste la<br />
beca Calder? A las buenas ideas en arte no les<br />
asisten necesariamente los presupuestos. Mejor<br />
así, entre la idea y el comentario, pues ello te<br />
exonerará en el futuro de incómodos compromisos».<br />
Cada una de las descripciones trasluce la<br />
personalidad de sus autores. La de Vives se enfoca<br />
desde sus pretensiones de coleccionista, lo<br />
cual supone una mentalidad supeditada a los aspectos<br />
financieros. ¿Sería la obra de Leal interés<br />
de su colección privada?<br />
Quizás uno de los comentarios más provocadores<br />
subyazca en la pieza elaborada con Elvia Rosa Castro,<br />
una performance-instalación titulada Llame ahora,<br />
que versa:<br />
El poder se ejerce mediante la escritura.<br />
Las propuestas de Leal cuestionan la escritura.<br />
Ergo: Las propuestas de Leal cuestionan el poder.<br />
Y es cierto, toda la producción del artista gira alrededor<br />
del poder y sus manifestaciones. Recuerdo<br />
en Civiles en shock, 2001, por mencionar algún<br />
ejemplo, tres piezas que exhibió bajo el título general<br />
de Instituto Superior de Dobleagentes, donde<br />
hacía sutil referencia a la rizomatización de los<br />
mecanismos de control en el mundo del arte. Entonces<br />
caben las preguntas: ¿Se imponen en Cuba<br />
los artistas dentro y fuera de la isla sólo por su<br />
talento? ¿Qué factores intervienen en la proclamación<br />
o no de una escritura (made in Cuba) como<br />
patente de corso?<br />
Tres textos más conforman la muestra: The sooner<br />
the better de Tim Wride (curador de fotografía del<br />
LACMA, Museo de Arte del Condado de Los Ángeles)<br />
a propósito de una fotografía digital, y My meeting<br />
with Tom y Segundo Piso de Frency Fernández y<br />
Magaly Espinosa, respectivamente, ambas elaboradas<br />
en torno a dos instalaciones. De cada uno se<br />
pueden extraer disímiles reflexiones que apuntan<br />
a las reticencias de un creador ante un sistema de<br />
relaciones arbitrario donde, muchas veces, el talento<br />
queda opacado por la conveniencia.<br />
¿Quién ostenta el poder en la escritura? Emergen<br />
muchos intertextos cuando una analiza la muestra,<br />
y en ellos están implícitos la Torre de Babel, el<br />
Marqués de Sade, las variables post…, la crisis de la<br />
cultura, contenidos todos de signo infinito. Hay<br />
también tanto subtexto: ideo-político, social, filosófico<br />
y hasta religioso (releer descripción de Cristina<br />
Vives). Si vuelvo a atender a los sinónimos,<br />
como hice cuando Civiles en shock, se refiere a las<br />
perturbaciones, revoluciones, insurrecciones, desórdenes,<br />
confusiones o desarreglos que comporta<br />
la expresión, la lengua, el habla, y ahora lo hace<br />
nuevamente con una sagacidad, donaire y circunspección<br />
propios de un creador maduro, que no deja<br />
de ser irreverente.
Grammy Latino para Omara<br />
Portuondo y Chucho Valdés<br />
Los discos Gracias, de Omara<br />
Portuondo, y Juntos para siempre, de<br />
Chucho Valdés y su padre, fueron<br />
merecedores del Grammy Latino en<br />
las categorías de Mejor Álbum tropical<br />
contemporáneo y Mejor Álbum de<br />
jazz latino, respectivamente.<br />
Omara recibió el lauro en la ceremonia<br />
efectuada en la ciudad de Las<br />
Vegas. Esta es la primera vez que a<br />
un músico residente en la Isla se le<br />
permite asistir a un evento de este<br />
tipo, pues en ocasiones anteriores, a<br />
pesar de ser nuestros artistas reiteradamente<br />
nominados al premio, el<br />
gobierno norteamericano les ha negado<br />
las visas para viajar a ese país.<br />
El CD Gracias había recibido en mayo<br />
último el Gran Premio de la Feria Internacional<br />
Cubadisco 2009, compartido<br />
con el DVD Aquí el que baila gana,<br />
del tren de la música popular cubana,<br />
los Van Van. Entre los nominados<br />
al Grammy Latino también estuvieron<br />
Los Muñequitos de Matanzas con<br />
su volúmen D’ palo pa’ rumba (Bis<br />
Music), en el apartado de Mejor Álbum<br />
folclórico.<br />
A su regreso, la diva del Buena Vista<br />
Social recordó a grandes figuras de<br />
la música en la Isla como Bola de<br />
Nieve, Benny Moré, Rita Montaner y<br />
Compay Segundo, a quienes dedicó<br />
este premio. «No es mío, es de todos<br />
ellos y de tantos otros que lo<br />
merecen. Esta alegría la comparto<br />
con el pueblo y con otros que ya no<br />
están como Miguel Matamoros, Sindo<br />
Garay, los rumberos de la conga<br />
santiaguera de El Cocoyé, Enrique<br />
Jorrín e Ibrahim Ferrer.» Feliz de estar<br />
en casa, Portuondo subrayó que<br />
la cultura cubana es especial. Es increíble,<br />
dijo, cómo me llaman constantemente<br />
del mundo para cantar, e<br />
incluso desde Australia. (Fuente: PL)<br />
Suárez del Villar, Premio<br />
Nacional de Teatro 2010<br />
El Premio Nacional de Teatro 2010<br />
fue conferido a Armando Suárez del<br />
Villar, destacada figura de las tablas<br />
cubanas y maestro de la escena. La<br />
distinción, otorgada por el Consejo<br />
Nacional de Artes Escénicas, es «un<br />
justo reconocimiento a su brillante<br />
labor teatral y a la formación de varias<br />
generaciones de artistas».<br />
También Premio Nacional de la Enseñanza<br />
Artística 2008, Suárez del Villar<br />
es decano de la Facultad de Artes<br />
Escénicas del Instituto Superior de<br />
Arte, y ha sobresalido en el rescate,<br />
la investigación y puesta en escena<br />
del teatro clásico cubano, así como<br />
en el desarrollo del género musical y<br />
lírico.<br />
Con los grupos Teatro Estudio y Ateneo,<br />
y el Conjunto Dramático de<br />
Cienfuegos, ha dirigido varias obras<br />
como Baltasar, La hija de las flores,<br />
Santa Camila, Los Bufos, El becerro<br />
de oro y El Conde Alarcos.<br />
Confieren Premio Nacional<br />
Alejo Carpentier<br />
El galardón en el género de cuento,<br />
lo mereció Rafael De Águila, por el<br />
volumen Del otro lado, en el que mostró,<br />
según el jurado, intensidad artística<br />
y narrativa, y alto oficio literario.<br />
En novela, el ganador fue Ernesto Peña<br />
con La Biblia perdida, gracias a la originalidad<br />
con que recrea una etapa<br />
de la historia de Cuba poco transitada<br />
por la literatura. Finalmente, David<br />
Leyva obtuvo el lauro con el ensayo<br />
Virgilio Piñera o la libertad de lo<br />
grotesco, por la riqueza en el manejo<br />
de las fuentes, la claridad de la prosa<br />
y la novedad de las caracterizaciones<br />
del libro.<br />
Los jurados de este premio que confieren<br />
la Fundación Alejo Carpentier y<br />
la editorial Letras Cubanas, lo integraron<br />
los escritores Francisco López<br />
Sacha, Pedro de Jesús y Daniel<br />
García, en cuento; Miguel Mejides,<br />
Lourdes González y Ana María Muñoz<br />
Bachs, en novela, y Reynaldo González,<br />
Enrique Saínz y Marta Lesmes, en<br />
ensayo. (Fuente: AIN)<br />
Otorgan Premio Nacional<br />
de Literatura 2009<br />
A Ambrosio Fornet, investigador, ensayista,<br />
crítico y editor, cuyo magisterio<br />
intelectual es indiscutible, fue<br />
otorgado ayer el Premio Nacional de<br />
Literatura 2009. El jurado, integrado<br />
por los escritores Roberto Fernández<br />
Retamar, Luis Marré, Aida Bahr, Olga<br />
Marta Pérez, José Antonio Baujín,<br />
Nelson Simón y Emmanuel Tornés, de-<br />
cidió por unanimidad<br />
conceder el reconocimiento.<br />
En 1958 publicó<br />
su libro de cuentos<br />
A un paso del diluvio.<br />
Otras obras suyas<br />
son los ensayos<br />
En tres y dos (1964), En blanco y<br />
negro (1967), y la imprescindible monografía<br />
El libro en Cuba; siglos XVIII y<br />
XIX (1994). (Fuente: Granma)<br />
Pedro Pablo Rodríguez,<br />
Premio Nacional<br />
de Ciencias Sociales<br />
A Pedro Pablo<br />
Rodríguez, Doctor<br />
en Ciencias<br />
Históricas, investigador<br />
del<br />
Centro de Estudios<br />
Martianos<br />
y profesor de la<br />
Universidad de<br />
La Habana, le<br />
fue conferido el Premio Nacional de<br />
Ciencias Sociales 2009.<br />
«Es un premio de José Martí y para<br />
José Martí», dijo a la prensa, el homenajeado,<br />
quien dirige actualmente<br />
la edición crítica de las Obras Completas<br />
del Apóstol, de la cual ya se<br />
han impreso dieciséis tomos.<br />
De manera especial, este Académico<br />
de Mérito de la Academia de Ciencias<br />
de Cuba ha estudiado el movimiento<br />
patriótico cubano durante el<br />
siglo XIX, el legado de José Martí, la<br />
vida de Máximo Gómez, el pensamiento<br />
económico de la Isla y las relaciones<br />
entre Cuba y los Estados Unidos.<br />
Es autor, entre muchos otros títulos,<br />
de Antología del pensamiento revolucionario<br />
cubano (1970); La primera<br />
invasión (Ediciones Unión, 1987),<br />
Premio de Ensayo UNEAC 1995; De<br />
las dos Américas (2002, Premio de<br />
la Crítica en 2003) y El periodismo<br />
como misión (compilación de estudios<br />
acerca del periodismo de José<br />
Martí, 2003). (Fuente: Granma)<br />
Premio Nacional<br />
de Investigaciones<br />
de la <strong>Cultura</strong><br />
El Premio Nacional de Investigaciones<br />
<strong>Cultura</strong>les 2009 fue entregado a<br />
Ramiro Guerra, conocido como «El<br />
Padre de la danza moderna en Cuba».<br />
69<br />
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong>
<strong>Revolución</strong> y <strong>Cultura</strong> 70<br />
Los aportes del homenajeado, quien<br />
ya posee los premios nacionales de<br />
Danza y de Enseñanza Artística, a la<br />
espiritualidad de sus compatriotas<br />
fueron destacados por el doctor Fernando<br />
Martínez Heredia, director del<br />
Centro de Investigaciones de la <strong>Cultura</strong><br />
Cubana Juan Marinello, institución<br />
que confiere el lauro, junto al<br />
Ministerio de <strong>Cultura</strong>.<br />
Recordó Martínez Heredia que en<br />
1948, a su regreso de Nueva York,<br />
donde se formó en la escuela de la<br />
famosa bailarina y coreógrafa Martha<br />
Graham, Guerra, fue el pionero de la<br />
danza moderna en la Isla, primero<br />
como sobresaliente bailarín y después<br />
como fundador de la primera compañía<br />
dedicada a ese arte. También elogió<br />
su labor como coreógrafo principal<br />
del Conjunto Folclórico Nacional,<br />
como profesor de varias generaciones<br />
de bailarines y autor de numerosos<br />
textos esenciales sobre danza<br />
moderna y la forma de bailarla en<br />
Cuba.<br />
Ramiro, por su parte, dijo que este<br />
era un doble premio, ya que reconoce<br />
el quehacer de toda una vida y un<br />
nuevo libro que próximamente saldrá<br />
publicado con el título Develando la<br />
danza, acerca de la semiótica de ese<br />
género, tema que, según sus consultas,<br />
resulta inédito en el mundo.<br />
(Fuente: AIN)<br />
De Carlos Guzmán: Nostalgia,<br />
(sanguina/cartulina, 2005, 64X49 cm).<br />
En la más reciente edición del<br />
Festival Internacional de Cine de La<br />
Habana, esta obra fue entregada<br />
como parte del Premio <strong>Revolución</strong><br />
y <strong>Cultura</strong> al documental La pérdida,<br />
de los realizadores Enrique Gabriel<br />
(Argentina) y Javier Angulo (España).<br />
Según el acta del jurado, este<br />
documental destacó «por su<br />
profunda reflexión en torno a una<br />
generación perdida en Argentina<br />
como consecuencia de la dictadura<br />
militar, así como por la calidad<br />
estética de un discurso narrativo<br />
donde se imbrican los relatos de<br />
esos personajes ausentes que han<br />
seguido ejerciendo sus oficios<br />
respectivos desde el exilio».<br />
UN INSTANTE<br />
EN LA VIDA<br />
Si algo distingue al creador y al ser humano Carlos Guzmán de esta, su<br />
exposición, es la certidumbre, la seguridad del valor de la misma y, además,<br />
que se trata de la más personal en su trayectoria artística.<br />
Ahí están sus seres que nos vienen desde el fondo de su imaginación, de sus<br />
vivencias, de su memoria.<br />
También la califica de auto-terapia, que relaciona, tal vez más metafóricamente,<br />
con el modo de actuar en la existencia, cómo enfrentarla. Por algo<br />
sugiere tanto ese título que representa la esencia de lo que se expone: Un<br />
instante en la vida. El punto de partida es la frase que se emplea en la<br />
ceremonia del té, tan unida al espíritu japonés. Una serie que aquí se expresa<br />
alrededor de las pequeñas cosas a las que uno debe prestarle atención<br />
porque puede ser el del postrer momento, fugaz o no, en que veas,<br />
escuches o respires.<br />
Aquí confluyen personajes que están inmersos en una acción, al parecer en<br />
un mundo de fantasía que los envuelve. O sea, quiere llamar la atención<br />
acerca de cosas que pueden parecer o son sutiles. Guzmán, ya sea el hombre<br />
o el creador, cree, tal como lo percibe, que vamos demasiado aprisa por<br />
la vida y que desperdiciamos las cosas más elementales, más a nuestro<br />
alcance. Piensa por ello que uno debe decir y asumir, como el maestro de la<br />
ceremonia del té: Ichigo-Ichie (Un instante en la vida), su significado, su<br />
importancia.<br />
Y Guzmán nos insta, y también a sí mismo: si vas a pintar un cuadro, hay<br />
que entregarse a plenitud, como si ése fuera el último, y si vas a amar,<br />
entrégate con esa misma, idéntica pasión. Al igual que en muchas de sus<br />
obras, aquí está presente la relación del hombre con la naturaleza, de la<br />
cual es un devoto. Reclama que seamos más conscientes al anudar vínculos<br />
con la naturaleza y que no sigamos obsesionados en destruirla. Hallar espacio<br />
para uno mismo en su propia pintura es una de las divisas de Guzmán.<br />
Sabe que se necesita para la meditación, para enriquecer la búsqueda<br />
interior y dejar atrás el vértigo con que nos maltratamos en la vida. Por ello<br />
es coherente cuando aspira a que en su pintura aparezca una simbología<br />
con significaciones tan personales como universales; son elementos que<br />
recrea al ritmo de la historia que va contando.<br />
Acerquémonos otro instante a las serpientes en su simbología personal.<br />
Comparte, ciertamente, con mitos y religiones, lo que ha sido representación<br />
del pecado, del mal. Pero también lo identifica como algo muy cercano,<br />
apegado a la tierra. Más de una vez ha modelado la simbiosis de la<br />
serpiente y el dragón, para él también símbolo del universo. Pero la imaginación<br />
guzmaniana, aunque tiene sus claves, sus preferencias, por no decir<br />
sus obsesiones, es infinita.<br />
Así son las posibles interpretaciones<br />
a sus estaciones<br />
míticas. Está la<br />
luna, mezcla de pez, libélula,<br />
y está la torre –la sabiduría,<br />
la ciudad– caos o<br />
progreso. En fin, que es poderosa<br />
la presencia, el<br />
peso de lo simbólico en su<br />
obra. Entonces regresa el<br />
otro Carlos Guzmán, el ser<br />
humano, y pone de relieve,<br />
admite, que trata de recrear<br />
su accionar con su<br />
realidad, con su familia,<br />
con sus hijos. A través de<br />
los símbolos expresa su<br />
proyección hacia el mundo,<br />
pero igualmente atrapa<br />
y libera su universo interior.<br />
Jaime Sarusky