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uno
La primera jugada que despabiló a la gente se produjo al comien-
zo del segundo tiempo 1 . Saavedra metió segunda por la derecha
y después de saltar la barrida del número ocho se encontró con
Castelli. Frenó un instante para reordenar el amague pero no fue suficiente,
porque antes de terminar el movimiento de cintura Castelli voló contra el
común discurrir de la naturaleza, sostenido en el aire con las piernas hacia
delante, y le metió un doble planchazo justo en el centro de la canillera.
Estaban 0 a 0. Saavedra gritó de una manera espectacular, como si le hu-
biese explotado una granada adentro de la boca, y cayó al pasto 2 . El referí
fue partícipe de la escena, por la cercanía a la jugada: se arrimó hasta la lí-
nea para consultar algo con el asistente y permaneció hablando en secreto
durante unos segundos, haciendo “no” con la cabeza. Todos los demás tes-
tigos quedaron mudos. Castelli entró rápidamente en conciencia e intentó