Mayo de 2009 - El Pitic
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Hermosillo, Son., <strong>Mayo</strong> <strong>de</strong>l <strong>2009</strong><br />
Misiones <strong>de</strong>...<br />
mundo que el padre había forjado, auxiliado por sus “amados hijos”, como<br />
solía llamar a los pimas.<br />
De allí en a<strong>de</strong>lante, los logros materiales y espirituales <strong>de</strong> la misión serían<br />
los cimientos <strong>de</strong> todo un rosario cristiano que se exten<strong>de</strong>ría siguiendo<br />
el curso <strong>de</strong> los ríos, cuyos nombres, al igual que los pueblos evangelizados<br />
surgidos a sus orillas, con sus escasas excepciones perduran, todavía. Van<br />
naciendo así, a lo largo <strong>de</strong> veinticuatro años <strong>de</strong> apostólicos afanes, casi igual<br />
número <strong>de</strong> establecimientos misionales y que ahora conforman la llamada<br />
“Ruta <strong>de</strong> las misiones <strong>de</strong>l Padre Kino”, localizada entre dos naciones.<br />
Pero el Padre Eusebio Francisco Kino tenía también otras habilida<strong>de</strong>s:<br />
su formación universitaria lo había puesto alguna vez en el camino <strong>de</strong> la<br />
ciencia y así, investido con ese conocimiento, pudo hacer su primer viaje al<br />
noroeste <strong>de</strong> la Nueva España como cosmógrafo, cuatro años antes <strong>de</strong> pisar<br />
suelo <strong>de</strong> la Provincia <strong>de</strong> Sonora.<br />
Estando en Baja California, en la expedición comandada por el almirante<br />
Isidro <strong>de</strong> Atondo y Antillón, que al final <strong>de</strong> cuentas fracasó, se enfrentó<br />
a un <strong>de</strong>talle sin importancia entonces, pero que años más tar<strong>de</strong> le daría la<br />
respuesta a una pregunta que tenía siglos sin solución pública segura: La<br />
verda<strong>de</strong>ra naturaleza <strong>de</strong> la California: ¿Isla o Península?<br />
Durante su corta visita al Océano Pacífico fue cuando los indígenas<br />
mostraron unas curiosas conchas azules <strong>de</strong> abulón, las cuales sólo se conocían<br />
en las costas califórnicas. Años <strong>de</strong>spués, ya <strong>de</strong> misionero en Sonora<br />
volvió a ver conchas idénticas en manos <strong>de</strong> los indígenas pimas, mandadas<br />
a Kino por el gobernador <strong>de</strong> los cocomaricopas <strong>de</strong>l río Colorado, quienes<br />
le señalaron dón<strong>de</strong> y cómo las obtenían. Obviamente tenía que haber una<br />
comunicación terrestre hacia la California, pero había que probarlo.<br />
Y lo hizo; <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> caminar por lugares <strong>de</strong>solados que sólo los indígenas<br />
conocían, sufriendo junto a ellos y sus compañeros el tormento <strong>de</strong> la<br />
sed, el hambre y la incertidumbre. <strong>El</strong> resultado final fue el enriquecimiento<br />
<strong>de</strong> la cartografía <strong>de</strong>l noroeste, campo en el que el Padre Kino volvió a lucir<br />
sus habilida<strong>de</strong>s sin proponérselo. Y así, la “realidad” mítica tuvo que ce<strong>de</strong>r<br />
el paso a la realidad científica.<br />
Pero el Padre Kino, pese a su indiscutible gran<strong>de</strong>za, era también un<br />
hombre y, como tal, no sólo había sentido en carne propia las envidias y<br />
la incomprensión <strong>de</strong> mucha gente, sino en igual forma los zarpazos <strong>de</strong> la<br />
inhóspita naturaleza sonorense, con su calor, frío, aguaceros o falta <strong>de</strong> ellos,<br />
o peor aún, la pérdida <strong>de</strong> seres queridos como su compañero Francisco Xavier<br />
Saeta, asesinado por los pimas.<br />
Todo esto <strong>de</strong>bió pesar alguna vez sobre el ánimo y el físico <strong>de</strong> Kino,<br />
como se llega a traslucir enciertos documentos salidos <strong>de</strong> su propia mano,<br />
o las <strong>de</strong> sus contemporáneos, sin que por eso haya sido menguado en su<br />
propósito <strong>de</strong> llevar mejores oportunida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> vida a todos sus congregados,<br />
emulando con su trabajo a otras figuras señeras que <strong>de</strong>jaron huellas<br />
similares en la Historia <strong>de</strong> México: Bartolomé <strong>de</strong> las Casas, Fray Bernardino<br />
<strong>de</strong> Sahagún o Vasco <strong>de</strong> Quiroga.<br />
Así continuó su labor el incansable jinete, recorriendo los caminos <strong>de</strong> la<br />
Pimería consolidando sus conversiones, siempre pendiente <strong>de</strong> todo, portando<br />
su fe inquebrantable como escudo contra la adversidad que tantas veces<br />
lo acompañó; y sus anhelos se hicieron realida<strong>de</strong>s, quedando los nombres<br />
<strong>de</strong> Cocóspera, San Ignacio, Magdalena, Caborca, Tubutama y muchas más<br />
para recordarlo.<br />
Pero aquel que fue “Constructor <strong>de</strong> pueblos” como también ha sido llamado<br />
indistintamente “Apóstol <strong>de</strong> los Pimas”, sacudió por última vez sus<br />
sandalias <strong>de</strong>l polvo <strong>de</strong>l camino al encontrarse en la misión <strong>de</strong> Santa María<br />
Magdalena <strong>de</strong> Buquivaba a don<strong>de</strong> había ido, invitado por su hermano en<br />
fe el Padre José Agustín <strong>de</strong> Campos, para la <strong>de</strong>dicación <strong>de</strong> la nueva iglesia<br />
que se estaba construyendo.<br />
<strong>El</strong> Padre Kino murió a media noche <strong>de</strong>l 15 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1711, con la paz<br />
y humildad acostumbradas; ya que su vida se extinguió pero su obra trascendió<br />
al hombre, ya que para don<strong>de</strong> quiera que volteemos viajando por<br />
el norte <strong>de</strong> Sonora y sur <strong>de</strong> Arizona, encontraremos las huellas que <strong>de</strong>jó el<br />
incansable misionero <strong>de</strong> a caballo, a su paso firme por la Pimería.<br />
San Pedro y San Pablo <strong>de</strong> Tubutama, Sonora, México 1935, Julián D.<br />
Hay<strong>de</strong>n y Marvin H. Deshler, Bibl. Paul M. Roca 1967.<br />
EN BUSCA DE UN GIGANTE<br />
La segunda parte <strong>de</strong> la historia no fue escrita por Kino, aunque seguía<br />
siendo la figura central. Se <strong>de</strong>be a los esfuerzos combinados <strong>de</strong> un selecto<br />
grupo <strong>de</strong> investigadores a quienes el Secretario <strong>de</strong> Educación Pública <strong>de</strong> ese<br />
tiempo, licenciado Agustín Yáñez, encargó la tarea <strong>de</strong> localizar los restos<br />
mortales <strong>de</strong>l venerable misionero para prodigarle los honores merecidos. Se<br />
sabía don<strong>de</strong> había sido enterrado porque su acta <strong>de</strong> <strong>de</strong>función lo señalaba<br />
claramente, pero el problema al que se enfrentaban era: ¿dón<strong>de</strong> había sido<br />
sepultado Kino por el Padre José Agustín <strong>de</strong> Campos? Existían al respecto<br />
numerosas conjeturas que habían motivado a otros interesados <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Dr.<br />
Herbert E. Bolton en 1919, hasta particulares codiciosos <strong>de</strong>slumbrados por<br />
el oro que suponían acompañaba a Kino, pero nadie tuvo éxito en la empresa.<br />
La búsqueda sistemática empezó en 1965, y estuvo encabezada por el<br />
profesor Wigberto Jiménez Moreno <strong>de</strong>l Instituto Nacional <strong>de</strong> Antropología<br />
e Historia, auxiliado por el Dr. Arturo Romano como antropólogo físico,<br />
Jorge Olvera especialista en arquitectura colonial, William W. Wasley arqueólogo<br />
<strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Arizona, el Padre Kieran McCarty<br />
y otros colaboradores <strong>de</strong> diversas disciplinas, entre ellos el sacerdote<br />
Cruz G. Acuña y el químico Gabriel Sánchez <strong>de</strong> la Vega.<br />
Parte <strong>de</strong>l equipo comenzó sus pesquisas revisando infinidad <strong>de</strong> documentos<br />
guardados en diferentes archivos nacionales y extranjeros, mientras<br />
otros se encargaban <strong>de</strong> las excavaciones en el mismo centro <strong>de</strong> la ciudad<br />
<strong>de</strong> Magdalena, muy cerca <strong>de</strong>l templo actual, don<strong>de</strong> se suponía estaban las<br />
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