Mayo de 2009 - El Pitic

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Hermosillo, Son., Mayo del 2009
Recordando al Güero... AL AMIGO DE SIEMPRE Y COMPAÑERO
DE LA COMIDA DE LOS MIERCOLES…
Es increíble como la vida se encarga de
cruzar caminos, entretejer y bifurcar el
destino de los hombres, hacer de cada día
una novedad o el descubrimiento, aparentemente ya descubierto.
Conocí al Güero Salazar cuando él todavía era un chamaco,
en su diario recorrido de su casa paterna de la Revolución
hacia el Colegio Regis, siempre acompañado de Pancho
Vega, displicentemente a paso cansado y entreteniéndose con
cualquier cosa, paso a paso todos los días los veía pasar y jamás
me imaginé que de manera tan definitiva, influiría tanto
en mi vida, al grado de que su muerte me ha lastimado tanto
como si se tratara de un hermano.
Aquella mañana sentado en una de las bancas de la
plaza Zaragoza esperaba a un funcionario menor del Ayuntamiento
para dar trámite a una documentación y dejaba
pasar el tiempo en espera paciente, cuando de pronto frente
a mí pasaron dos personajes y uno de ellos me saludó con un
estentóreo ¡¡¡FERNANDO!!! Y fue tan fuerte su saludo que el
compañero a su lado volteó y con un bronco ¿tú eres Andrade?
de pronto, me hizo reparar en su figura alta e inusualmente
güero y con el cabello rojo. Sí, fue mi respuesta y desde este
momento se estableció un puente de amistad que durante
escasos 10 años compartimos.
Le platiqué que yo sí lo conocía, él jamás se acordó de
mí, nos convertimos en buenos amigos y me invitó a colaborar,
enseñándome a comunicar con lo que escribía en su
aventura del PITIC y junto con él comencé a remar contracorriente,
a golpes y sombrerazos y a base de sacrificios el
GÜERO sacó adelante por casi 9 años su sueño de hacer un
periódico, sin más ambiciones que compartir con su gente el
arcón de recuerdos que en cada número abría, logrando ver
su sueño coronado por la gran realidad que significa para la
AL AMIGO:
In Memoriam
Por Juan Antonio Ruibal Corella
vida diaria hermosillense el poner a circular unas hojas que
llevan la historia de nuestra ciudad.
Siempre cubierto por una piel de “Elmer Gruñón”, renegando
acerca de la discriminación hacia los güeros que
existe en nuestro país, (en broma); se empeñaba en ocultar
toda la enorme gratitud que le guardaba a las personas, las
regañaba, maldecía y a veces hasta insultaba, pero no fue
más que una máscara que cubría el enorme corazón que lo
movía, creo haberlo conocido lo suficiente para entender su
carácter, siempre se olvidaba del día cuando estaba nublado,
pero nunca se olvidaba de sus horas de sol, se olvidaba de los
tiempos en que lo derrotaban pero jamás se olvidaba de las
victorias obtenidas.
Fue un hombre que hizo las cosas y nunca buscó razones
para demostrar que no se podían hacer; Arnoldo supo
hacer lo que tenía que hacer y lo hizo, supo lo que se tenía que
decir y lo dijo, aunque con ello causara incomodidades a los
amigos.
El Güero Salazar supo ser creador de algo: un hogar, un
negocio, un puesto, un sistema de vida aún en contra de la adversidad.
Su lucha constante durante el final de su vida jamás
declinó buscando la salud perdida.
Deja un ejemplo que es un orgullo para sus familiares,
su esposa, sus hijos, sus nietos paso a paso encontrarán la
resignación necesarias y estarán de acuerdo de que el Güero
acudió al llamado que le hizo “El Big Chief ” (como llamaba a
DIOS) con la entereza que siempre demostró y con aquel carácter
que a veces no entendimos.
Hombres de la talla de Arnoldo Salazar Woolfolk “El
Güero Salazar”, y de su alcurnia, el mundo los necesita, los
reclama pero, los exige DIOS…
Fernando Andrade Domínguez.
Entre Arnoldo “El Güero” Salazar Woolfolk y yo, había sólidos nexos. Nuestras abuelas
maternas eran hermanas, así que nosotros éramos primos segundos. Por si fuera
poco, estábamos casados con 2 hermanas y a lo largo de 40 años, vivimos en la misma
calle a media cuadra de distancia.
Fui testigo de su audacia comercial en los años 70 y 80, al convertir en compañía de su socio Ramón
Rodríguez en un emporio mercantil, el negocio ubicado donde estuvo la vieja y señorial casona
de sus padres, por la calle Revolución.
Dedicado como he estado buena parte de mi vida a la investigación histórica aparte de mi profesión
como Notario, no dejó de llamarme la atención que en los diez últimos años de su vida, Arnoldo
revelara su pasión por la historia de la ciudad y todo lo relacionado con ella a la que amó entrañablemente.
Poco tiempo después, fundaría este órgano informativo que llegó al respetable tiraje de 97
ejemplares (1 mensual) y al que puso por nombre “Pitic”, pugnando porque este apelativo se agregara
como apellido a la ciudad.
Estricto pero buen esposo, padre de familia y abuelo, fue hombre de carácter fuerte y firmes
convicciones, jamás claudicó en su manera de pensar; frecuentemente chocaban nuestras opiniones,
pero esto no mermó la relación afectuosa entre ambos.
Volviendo a “El Pitic”, es un esfuerzo muy loable, único en su género en la ciudad, que se encargó
de dignificar el recuerdo de quienes nos precedieron en el tiempo y en el espacio.
La memoria de Arnoldo Salazar Woolfolk, merece también ser dignificada. Este órgano informativo
debe continuar, para la cual seguramente habrá personas idóneas. Será el mejor homenaje a
nuestro estimado “Güero”.
Ya llegó el güero, no lo hagan enojar porque les va a mentar la madre. Se completaba la mesa con todos los comensales,
previo al saludo normal y tranquilo. Cuando Don Arnoldo (el güero) notaba que todo estaba muy tranquilo, de inmediato
exclamaba, qué están enfermos o los regañó la leona pendejos.
Hace como 10 años nos comentó que, sería bueno hacer un periódico sobre la historia de Hermosillo, todos le dijimos que era
muy buena idea, pero, no hacíamos nada. Por ello, un buen día (cualquier miércoles) nos reclamó que todos decíamos que sí
pero no hacíamos nada, por lo que nos comunicó que él solo se aventaría y el que quiera colaborar que lo haga y así fundó el
periódico El Pitic, elaboró y recopiló diversos artículos, le dio el formato al periódico (que él sufragaba con su propio peculio),
consiguió patrocinadores que ayudaban un poco al costo del periódico. Generalmente en la comida de los miércoles, y sobre
todo al inicio de las primeras publicaciones, el tema fue siempre la historia de Hermosillo, desde su fundación hasta nuestros
días. Obviamente, como todos nacimos al principio de la década de los 40, platicábamos que Hermosillo era una población
que no pasaba de los 40,000 habitantes y, saltaban comentarios de unos y otro sobre los episodios y personajes simpáticos
que era muy nutrido por cierto. Al güero le apasionaba hablar de Hermosillo. Al término de cualquier comida de los miércoles,
generalmente nuestro amigo Prof. Alfonso “el negrito” Araiza, se dormía sentado en la silla y el güero Salazar, lo despertaba con
un grito de “ya te dormiste animal” y el otro pegaba un brinco y le respondía, “para las babosadas que dices” y el güero respondía
negro •$%”$%&/(&… Y de inmediato se pasaba a otro tema, muy diversos por cierto. El güero quiere pollo a la parrilla sin papas
y el mesero que le trae pollo con papas, de inmediato el güero se exalta y grita, te pedí sin papas, disculpe dice el mesero, yo creo
que el cocinero se equivocó, y el güero responde, pues llévate las papas y se las metes al cocinero donde le quepan. La mentada
comida fue y sigue siendo muy amena, todos nos choteamos y bromeamos pero, nunca ofensas personales, lo que sí queda
muy claro, es que extrañaremos sobremanera a nuestro querido amigo Lic. Arnoldo (el güero) Salazar Woolfolk, (el tata en la
juventud) en la comida de los miércoles en el Restaurant “El Palomino”.
Cabe hacer notar, que el güero Salazar fue un empresario exitoso, “Azulejos y Sanitarios” (los del gatito) entre otros. Siempre
fue hombre de palabra, como los viejos caballeros de Hermosillo, que quedan muy pocos por cierto, honesto hasta las cachas,
humanista, siempre andaba preocupado por los demás y, si cualquier persona tenía un problema, el güero Salazar era el primero
que hacía todo lo que estaba a su alcance para resolverlos. Existen cientos de anécdotas muy simpáticas de don Arnoldo
Salazar Woolfolk. En una ocasión llegó un viejo amigo de secundaria a la comida de los miércoles, le dio mucho gusto saludar
al güero preguntándole ¿cómo estás?, el güero respondió de inmediato, ¡qué no estás viendo pendejo o necesitas lentes!, pues
bien, cómo quieres que esté, baboso.
Como dijo su hija Verónica al hacer una semblanza de su vida en la misa de despedida, su padre, nuestro amigo “el güero”, era
genio y figura.
Hermosillo, Sonora, 24 de Junio del 2009.
BERNARDO M. CABRERA L. (SANY) HÉCTOR RUBÉN MAZÓN L. (BUBY)
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