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[Revista Humanizarte Año 5 No 8 ISSN: 2145‐129X] <br />
“Negros colombianos” y “Afrocolombianos”<br />
La identidad étnico-racial en las experiencias de Club Negro de Colombia<br />
(1943) y del Centro de Estudios Afrocolombianos (1947)<br />
Resumen<br />
1 <br />
Pietro Pisano 1<br />
<strong>Universidad</strong> Nacional de Colombia<br />
Este artículo analiza la manera en que los primeros movimientos negros colombianos, el<br />
Club Negro de Colombia (1943) y el Centro de Estudios Afrocolombianos (1947), trataron<br />
el tema de la identidad. En particular, se evidencian los cambios que ocurrieron entre las<br />
dos experiencias en lo relacionado con la propuesta de la peculiaridad cultural de la gente<br />
negra. El material documental se basa particularmente en artículos de prensa publicados<br />
por sus miembros.<br />
Palabras clave: afrocolombianos, identidad, relaciones raciales, movimiento negro,<br />
mestizaje<br />
Abstract<br />
This article discusses how the first Colombian black movements, the Club Negro de<br />
Colombia (Black Club of Colombia, 1943) and the Centro de Estudios Afrocolombianos<br />
(Afro-colombian Studies Center, 1947), addressed the issue of identity. In particular, it<br />
shows the changes that occurred between the two experiences, related to the proposal of<br />
cultural distinctiveness of black people. The documentary material is based largely on<br />
newspaper articles published by its members.<br />
Key Words: Afro-Colombians, Identity, Racial Relations, Black Movement, Miscegenation<br />
Resumo <br />
<br />
1 Historiador de la <strong>Universidad</strong> de Trieste (Italia). Magíster en Historia de la <strong>Universidad</strong> Nacional de <br />
Colombia. En 2012 la <strong>Universidad</strong> Nacional de Colombia publicó su libro “Liderazgo político “negro” en <br />
Colombia, 1943‐1964”.
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[Revista Humanizarte Año 5 No 8 ISSN: 2145‐129X] <br />
Este artigo analisa a maneira em que os primeiros movimentos negros colombianos, o<br />
Clube Negro de Colômbia (1943) e o Centro de Estudos Afrocolombianos (1947), trataram<br />
o tema da identidade. Em particular, se evidencian as mudanças que ocorreram entre as<br />
duas experiências no relacionado com a proposta da peculiaridad cultural da gente negra.<br />
O material documental baseia-se particularmente em artigos de imprensa publicados por<br />
seus membros.<br />
Palavras-chave: afro-colombianos. identidade, relações raciais, movimento negro, <br />
miscigenação.<br />
Recepción: 3/4/2012.<br />
Aceptación: 2/5/2012.<br />
1. Introducción.<br />
Actualmente es comúnmente reconocido que en Colombia existen diferentes<br />
grupos étnico-raciales, cada uno con sus especificidades culturales, territorios y,<br />
en el caso de los indígenas y del Palenque de San Basilio, lenguas propias. Vale<br />
la pena aclarar que este reconocimiento no se traduce en la ausencia de discursos<br />
racistas y de prácticas discriminatorias hacia ellos. De hecho, como observó el<br />
antropólogo Peter Wade en un reciente ensayo, los procesos políticos y<br />
legislativos que han llevado al reconocimiento de la nación como pluriétnica y<br />
multicultural no se han traducido en la disminución de la desigualdad étnica y<br />
racial (Wade, 2011: 16).<br />
En el caso de la gente negra, los discursos identitarios y, con ellos, la búsqueda y<br />
la afirmación de raíces culturales propias de este grupo, son un tema complejo<br />
que ha conocido cambios sustanciales a lo largo del tiempo. En efecto, sólo<br />
recientemente, a partir de los años setenta, se ha asistido a la formación de<br />
grupos de estudios y de movimientos que han denunciado el racismo y la<br />
discriminación racial, así como propuesto el reconocimiento de sus derechos<br />
culturales y territoriales (Agudelo, 2005). En la época anterior, de la cual me<br />
ocuparé en este artículo, los discursos identitarios de esta población han sido<br />
<br />
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profundamente influenciados por la condición peculiar que ella ha tenido en la<br />
sociedad colombiana, que la antropóloga Nina S. de Friedemann ha definido como<br />
“invisibilidad” y que expresaba, entre otras cosas, la ausencia de la gente negra<br />
como sujeto específico tanto en la producción intelectual como en los discursos<br />
políticos, (Friedemann, 1984: 74).<br />
A partir de estas consideraciones, el presente artículo analizará la manera en que<br />
dos experiencias organizativas de personas negras creadas en los años cuarenta,<br />
el Club Negro de Colombia, fundado en 1943, y el Centro de Estudios<br />
Afrocolombianos, fundado en 1947, así como uno de sus líderes, Natanael Díaz,<br />
esbozaron el tema de la identidad y de las raíces culturales. El objetivo es mostrar<br />
cómo, a mediados del siglo XX, la construcción de identidad por parte de personas<br />
negras se entrelazó con un complejo conjunto de factores, que por un lado<br />
estaban influenciados por la ideología del mestizaje que por esa época<br />
caracterizaba la concepción de las relaciones raciales en Colombia, y por el otro<br />
empezaba a esbozar la construcción de una identidad específica de la gente negra<br />
colombiana, que será continuada solamente en las décadas siguientes.<br />
2. Métodos y materiales.<br />
El objetivo será perseguido a través del análisis de algunos documentos<br />
producidos por esos movimientos, a los cuales se añaden algunos discursos de<br />
uno de sus líderes, Natanael Díaz, cuyas ideas sobre las relaciones raciales en<br />
Colombia permiten profundizar el análisis que será propuesto.<br />
3. Resultados.<br />
Los resultados que se presentan en este artículo son el producto de la<br />
investigación que realicé en el marco de la maestría en Historia de la <strong>Universidad</strong><br />
Nacional de Colombia, titulada “Liderazgo político negro en Colombia 1943-1947”<br />
y actualmente en fase de publicación. Entre ellos, los que considero importante<br />
destacar son los elementos de ruptura y de continuidad que se pueden evidenciar<br />
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en el pensamiento producido por el Club Negro de Colombia y del Centro de<br />
Estudios Afrocolombianos, así como, autónomamente, por personajes como<br />
Natanael Díaz, en relación con el tema de la identidad. Como veremos,<br />
particularmente la experiencia del Club Negro de Colombia presenta un complejo<br />
entrelazamiento entre la adhesión a la ideología del mestizaje y de la armonía<br />
racial que ella conllevaría, y el esbozo de una identidad específica de la gente<br />
negra y de su peculiaridad en la sociedad colombiana; por el contrario, el Centro<br />
de Estudios Afrocolombianos se marcó más en una concepción étnica de la gente<br />
negra que le permitiera afirmar su participación en la historia del país y sus<br />
peculiaridades desde el punto de vista territorial y cultural.<br />
4. Discusión y conclusiones.<br />
En Colombia, la segunda mitad de los años cuarenta se caracterizó por el<br />
surgimiento de las primeras experiencias organizativas de personas negras: el<br />
Club Negro de Colombia, fundado en Bogotá en junio de 1943, y el Centro de<br />
Estudios Afrocolombianos, fundado en 1947 al interior del entonces Instituto<br />
Etnológico.<br />
El Club Negro de Colombia fue fundado con ocasión de una manifestación, el Día<br />
del Negro, que tuvo lugar en Bogotá el 20 de junio de 1943 y que fue organizada<br />
por un grupo de estudiantes procedentes particularmente del Norte del Cauca y de<br />
la Costa Atlántica (Zapata Olivella, 1990; Pisano, 2010). De acuerdo con Zapata<br />
Olivella (1990: 187), el “Día del Negro” representó uno de los acontecimientos que<br />
marcó la identidad racial de las personas que tuvieron parte en él. Esa<br />
manifestación consistió principalmente en actividades culturales: en la mañana de<br />
ese día, el grupo de manifestantes invadió la Sala de Música de la Biblioteca<br />
Nacional, donde lograron cambiar el programa y obtuvieron que se incluyeran las<br />
canciones de artistas norteamericanos como Marion Anderson y Paul Robeson.<br />
Dejada la Biblioteca Nacional, el grupo se dirigió a las calles del centro de la<br />
ciudad, donde “invadió” algunos cafés: Natanael Díaz pronunció algunos<br />
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discursos, cuyo contenido es desconocido, se recitaron poemas de Candelario<br />
Obeso y Jorge Artel y se leyeron algunos capítulos de la novela Sangre negra de<br />
Richard Wright. Además, los manifestantes rindieron un minuto de silencio como<br />
homenaje a la memoria del intelectual negro norteamericano George Washington<br />
Carver. Por la tarde, el grupo hizo algunas representaciones musicales, que<br />
incluyeron bailes como la cumbia y la rumba. La manifestación terminó por la<br />
noche, cuando los estudiantes se dirigieron hacia la Plaza de Bolívar. Allí, frente a<br />
la estatua de Simón Bolívar, Adolfo Mina Balanta pronunció un discurso en el cual,<br />
por un lado hizo una apología del “Libertador”, por el otro se quejó de que él no<br />
hubiese completado su obra con la total liberación de la gente negra. Según el<br />
relato de Manuel Zapata Olivella, a este punto, tanto por el ruido provocado por los<br />
oradores como por las quejas de algunas personas que pasaban por la plaza y<br />
que acusaron al grupo de insultar la memoria del “Libertador”, intervino la policía.<br />
Mientras algunos participantes huyeron, Natanael Díaz, Marino Viveros, Adolfo<br />
Mina Balanta, Delia y Manuel Zapata Olivella fueron conducidos a la estación de<br />
policía, donde estuvieron toda la noche (Zapata Olivella, 1990; Pisano, 2010).<br />
El objetivo del Día del Negro era protestar en contra de la discriminación racial en<br />
los Estados Unidos, así como fundar una organización de personas negras, el<br />
Club Negro de Colombia, de cuya junta directivas fueron miembros algunos<br />
personajes que en los años siguientes se destacaron en la vida política y cultural<br />
tanto de sus regiones como del país: Marino Viveros (presidente), Helcias Martán<br />
Góngora (vicepresidente), Manuel Zapata Olivella (secretario general), Víctor<br />
Viveros (tesorero) y Natanael Díaz (secretario de propaganda). El programa del<br />
Club Negro, aclarado en una entrevista que Natanael Díaz dio al periódico El<br />
Liberal el 22 de junio, preveía el estímulo de la participación de la gente negra en<br />
el perfeccionamiento del sistema democrático, la erradicación del “sentimiento de<br />
inferioridad” que le impedía participar plenamente en la vida del país y el<br />
reconocimiento por parte del Estado de los “valores negros” que habían actuado<br />
en la historia colombiana, así como la creación de una gran biblioteca que<br />
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recogiera las obras literarias y científicas sobre la población negra y las obras de<br />
los autores que se habían destacado en la liberación de esa población (El Siglo,<br />
21 de junio de 1943), la organización de “conferencias y actos diversos” y la<br />
constitución en Bogotá de un “hogar” para los “negros” colombianos (El Heraldo,<br />
21 de junio de 1943). De acuerdo con un artículo del periódico La Prensa, otro<br />
objetivo del Club Negro de Colombia era la creación de un barrio negro en Bogotá,<br />
según el modelo de Harlem en Nueva York (La Prensa, 21 de junio de 1943).<br />
En lo relacionado con la condición de la gente negra en Colombia, el Club Negro<br />
propuso una lectura que presentaba elementos de ruptura y de continuidad con la<br />
interpretación tradicional de las relaciones raciales en este país: como emerge de<br />
los objetivos expuestos, esta población fue descrita como un elemento marginado,<br />
que no participaba plenamente en la vida del país y cuyos “valores” (concepto que<br />
no fue explicado) no eran reconocidos, al punto que se solicitaba al Estado que los<br />
insertara en una agenda pública. Por el otro, tanto en la entrevista de Natanael<br />
Díaz como en el manifiesto del movimiento, que fue publicado en el periódico El<br />
Tiempo el 27 de junio, se dio una interpretación idílica de las relaciones raciales,<br />
que concordaba con la ideología supuestamente igualitaria del mestizaje que<br />
dominaba en el país en esa época. En efecto, en ambos documentos se negó que<br />
en el país existiera un problema de discriminación racial, que por el contrario<br />
afectaba a países como los Estados Unidos: en Colombia, afirmó el manifiesto del<br />
Club Negro, desde el inicio de la República la gente negra vivía en un “ambiente<br />
de igualdad” con los demás componente étnico-raciales de la población (El<br />
Tiempo, 27 de junio de 1943).<br />
El Club Negro de Colombia fue una experiencia de breve duración, que muy<br />
probablemente desapareció poco después de su fundación. Cuatro años después,<br />
el mismo grupo que lo había creado protagonizó la fundación del Centro de<br />
Estudios Afrocolombianos, un grupo de estudio que tenía como objetivo tanto la<br />
afirmación de la participación de la gente negra en la historia y en la cultura<br />
colombiana (Semana, 9 de agosto de 1947; Cromos, 13 de septiembre de 1947),<br />
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como su caracterización en términos más propiamente “étnicos”. De acuerdo con<br />
un artículo que Manuel Zapata Olivella, bajo el pseudónimo de Manuel Karabalí,<br />
publicó en la revista Cromos, el grupo se proponía realizar estudios relacionados<br />
con:<br />
<br />
“a. Estudios etno-geográficos: zonas de localización (medio físico,<br />
adaptación y trasformación). b. estudios etnográficos: 1) cultura material:<br />
pueblo y casa, adquisición y consumo de alimentos, vías y transportes,<br />
vestidos y adornos, armas, recipientes, cordería y espartería, instrumentos<br />
musicales y juguetes. 2) cultura espiritual: música, danza, pintura, poesía,<br />
tradiciones, religión, medicinas, etc.” (Cromos, 13 de septiembre de 1947).<br />
Ni el Club Negro de Colombia ni el Centro de Estudios Afrocolombianos trataron<br />
directamente el tema de las raíces culturales de la población negra. Sin embargo,<br />
la manera en que éstas estuvieron presentes en las ideas expresadas por los dos<br />
movimientos se puede inferir indirectamente. Por otro lado, un personaje que<br />
participó de ambas experiencias, Natanael Díaz, dejó unos escritos que permiten<br />
analizar la complejidad que este argumento tenía, y cómo se entrelazaba con la<br />
ideología del mestizaje y el lugar que ésta atribuía a la gente negra en la sociedad<br />
colombiana.<br />
Hablar de las raíces culturales de la población negra lleva, en muchos casos, a<br />
considerar el lugar que tenía África en el pensamiento de los grupos y de los<br />
pensadores que llevaron a cabo reivindicaciones basadas en la pertenencia<br />
étnico-racial. Si, como veremos, unos elementos permiten plantear que la<br />
referencia a ese continente fue relativamente importante en el Centro de Estudios<br />
Afrocolombianos, llama la atención la ausencia casi total de África en el discurso<br />
de estos movimientos. Entre los documentos analizados, solamente dos hacen<br />
referencia al continente del cual habían sido deportados los esclavos. El primero<br />
es el “Mensaje de un negro colombiano a Mr. Wallace, vicepresidente de los<br />
Estados Unidos”, que Natanael Díaz escribió en abril de 1943 con ocasión de la<br />
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visita a Colombia del vice de Franklin Delano Roosevelt. Allá, definió ese<br />
continente como el “mayor dolor” de la gente negra americana, dado que “allá la<br />
tierra se ha hecho con coágulos de su sangre” (El Tiempo, 22 de abril de 1943). La<br />
segunda referencia está contenida en otro artículo del mismo Natanael Díaz, el<br />
“Discurso de un negro colombiano sobre la discriminación racial”, publicado en la<br />
revista El Sábado en 1948, donde África es definida como la “tierra añorada”, de<br />
donde llegaron los esclavos “desposeídos de todo atributo humano porque así<br />
convenía mejor a sus dueños crudelísimos” (El Sábado, 10 de abril de 1948).<br />
Finalmente, es importante destacar la referencia a África contenida en el nombre<br />
del grupo de estudios fundado en 1947, en el cual la definición de “afro-<br />
colombiano” remitía al origen africano de sus miembros. Contrariamente a lo que<br />
ocurrió en los movimientos negros de otros países, que construyeron sus<br />
identidades también a través de la referencia a África como continente de origen y,<br />
en algunos casos, elaboraron planes de regreso, concreto o metafórico, a ella<br />
(Clarke, 1974; Martin, 1983; Pisano, 2002), en el caso colombiano ésta no parece<br />
representar una referencia importante.<br />
Más bien, la identidad de la población negra colombiana fue puesta en relación<br />
con los fundamentos ideológicos de la nación, que se basaban en una ciudadanía<br />
supuestamente igualitaria, expresada en la ideología del mestizaje, que<br />
garantizaría la igualdad de los ciudadanos sin importar su pertenencia étnico-<br />
racial. A raíz de esto, las diferencias raciales eran consideradas como un rezago<br />
del pasado colonial y del sistema de castas que lo había caracterizado, o como la<br />
manifestación del racismo de algunos países que se habían fundado en la<br />
supremacía de los blancos sobre las minorías raciales, como los Estados Unidos.<br />
Es decir, el racismo representaba un problema del pasado o de algunos países<br />
extranjeros, pero no de Colombia (Pisano, 2010). En los movimientos negros de<br />
los años cuarenta, y particularmente en el Club Negro de Colombia, todo eso se<br />
tradujo en una afirmación contundente de la nacionalidad colombiana como<br />
elemento igualador de la gente negra al resto de la población. Así, es emblemático<br />
<br />
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que el manifiesto del Club Negro se abriera con la definición de Colombia como<br />
“país de democracia y de libertad, patria de José Hilario López” en donde “los<br />
negros desde la época primera de la república hemos convivido con las otras<br />
razas dentro de un ambiente de igualdad” (El Tiempo, 27 de junio de 1943). La<br />
democracia a la cual hacía referencia el documento era al mismo tiempo política y<br />
racial, una democracia surgida con la independencia y perfeccionada con la<br />
abolición de la esclavitud decretada por el presidente José Hilario López en 1851.<br />
Al mismo tiempo, el manifiesto seguía con la afirmación de la pertenencia de sus<br />
miembros a un grupo racialmente bien definido y que había dado una contribución<br />
fundamental a la construcción del continente y del sistema económico sobre el<br />
cual se fundaba:<br />
<br />
“Pertenecemos a una raza, la raza negra, a cuyo martirologio permanente<br />
se ligó de modo eterno el desenvolvimiento universal en la edad moderna<br />
de una manera tal, que el nacimiento y la existencia del capitalismo como<br />
sistema económico no puede explicarse sin pensar en la lagrima, sin<br />
meditar en los huesos destrozados, sin rememorar las venas abiertas de<br />
los hombres negros que un día llegaron a las playas de América, los pies<br />
atados pero con el porvenir del mundo entre las manos. No hay lugar en<br />
América en donde el negro no estructurara su doliente sacrificio – al igual<br />
que su canción – en orden al florecimiento de la humanidad. Pero ese<br />
sacrificio no ha sido correspondido en algunos países de nuestro<br />
continente, particularmente en los Estados Unidos, por una política social<br />
en la que el hombre negro encuentre la justa retribución a su esfuerzo<br />
constante. ” (El Tiempo, 27 de junio de 1943)<br />
Como se puede ver, el manifiesto del Club Negro de Colombia ubicó el problema<br />
de la discriminación racial por fuera del país, particularmente en el sistema<br />
segregacionista estadounidense. Por su parte, la gente negra americana se<br />
caracterizaría por la esclavización a la cual había sido sometida en la época de la<br />
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trata y, a través de ella, por su contribución que había dado a la construcción del<br />
continente y, en el caso colombiano, por su inserción en la ciudadanía, aunque<br />
con los límites que Díaz señaló en la entrevista a El Liberal citada anteriormente.<br />
Esto nos remite a otro problema fundamental para entender la manera peculiar en<br />
que estos dos grupos construyeron su identidad: la multiplicidad de pertenencias<br />
que sus miembros se atribuyeron y que articulaban la pertenencia étnico-racial<br />
(“negra” en el caso del Club Negro de Colombia; “afro” en el caso del Centro de<br />
Estudios Afrocolombianos) con la identidad nacional. De hecho, en ambos grupos<br />
se puede entrever el intento de salir de esa condición que, a finales del siglo XX, la<br />
antropóloga Nina S. de Friedemann definió “invisibilidad” (Friedemann, 1984 y<br />
1992) y que se expresaba justamente en la negación de la historia y de la<br />
actualidad de los africanos “negros” y de sus descendientes en América<br />
(Friedemann, 1984: 70-71), para asimilarlos en el término genérico de “ciudadano”<br />
(Friedemann, 1992: 28). Por el contrario, tanto el Club Negro como el Centro de<br />
Estudios Afrocolombianos intentaron proponer a la gente negra como un sujeto<br />
diferenciado, pero dentro de un ideal nacional en el cual gozaba de derechos<br />
ciudadanos (casi) plenos. En el caso del Club Negro, esto se expresó en la<br />
afirmación de la existencia de “valores negros” que habían actuado en la vida del<br />
país, en la denuncia de la escasa participación de la población negra en la<br />
sociedad colombiana y en la petición de que el Estado se encargara de solucionar<br />
ese problema (El Liberal, 22 de junio de 1943). Sin embargo, se exaltó al mismo<br />
tiempo a Colombia como un país igualitario en lo que tenía que ver con las<br />
relaciones raciales, en el cual el racismo estaría ausente, llegando a proponerla<br />
como un ejemplo para aquellos países, como los Estados Unidos, en que el<br />
problema de la discriminación racial se expresaba de manera institucionalizada (El<br />
Tiempo, 27 de junio de 1943).<br />
La aparente contradicción expresada en estas ideas tenía que ver justamente con<br />
las diferentes implicaciones que tenían las dos identidades en que se reconocían<br />
los miembros del Club Negro de Colombia: la de “negros” y la de “colombianos”.<br />
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Como “negros”, ellos afirmaron su pertenencia a un grupo que históricamente<br />
había sido víctima de la esclavización pero que, aunque no participara plenamente<br />
de la vida nacional, con la independencia y con la abolición de la esclavitud había<br />
sido equiparado a los demás ciudadanos; como “colombianos”, afirmaron su<br />
pertenencia y su adhesión a un sistema fundado teóricamente en la igualdad de<br />
sus componentes raciales. De allí, la negación del racismo como problema que<br />
afectaba a la gente negra, dado que la ideología del mestizaje sobre la cual se<br />
fundaba el país era considerada antitética a ello. Al mismo tiempo, la articulación<br />
de estas dos identidades llevó a una puesta en cuestión implícita de la misma<br />
ideología del mestizaje y de la absorción de la diferencia en el concepto de<br />
“ciudadanía” que ella implicaba (Friedemann, 1992; Wade, 1997; Cunin, 2003), así<br />
como a la afirmación de la existencia de grupos peculiares, en este caso de la<br />
gente negra, que tenían problemáticas propias y que estaba marginalizada en la<br />
vida de la nación.<br />
Sin embargo, el reconocimiento de la existencia de problemáticas peculiares que<br />
afectaban a la gente negra no se tradujo en la afirmación de la existencia de<br />
especificidades culturales de ese grupo. Ninguno de los pocos documentos<br />
producidos por el Club Negro hace referencia a este aspecto. La dificultad de<br />
pensar en la gente negra como un grupo que tuviera expresiones culturales<br />
propias se puede deducir del texto de una ponencia que Natanael Díaz presentó<br />
en la Cámara de Representantes en 1945, año en que fue elegido por primera vez<br />
en el Congreso. Al defender el proyecto para la creación de colonias escolares en<br />
el sitio arqueológico de San Agustín, él criticó el eurocentrismo que caracterizaba<br />
la cultura colombiana, atribuyéndolo a un “sentimiento de inferioridad” que<br />
afectaba al país en ese ámbito. Inspirándose en los movimientos indigenistas que<br />
en esa época reivindicaban “el valor del indio y de sus culturas”, definió a San<br />
Agustín como el lugar “donde reposa nuestro pasado (…) que testifica<br />
elocuentemente cómo las gentes que habitaron antes de la historia estas tierras,<br />
habían realizado una cultura”, añadiendo, más adelante que “de esos indios<br />
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descendemos”. El colombiano, de acuerdo con Díaz, era un “pueblo mestizo y que<br />
debe proceder en conformidad”. A partir de eso, invitaba a llevar a la juventud<br />
“mestiza, mulata y negra de nuestro pueblo” a esos sitios porque, al conocer la<br />
cultura de los antepasados del pueblo colombiano, contribuiría a superar su<br />
“sentimiento de inferioridad” y a afirmar la “identidad etnológica” de los<br />
colombianos (Anales del Congreso, 11 de diciembre de 1945).<br />
Desde el punto de vista cultural, entonces, Colombia era considerada un país<br />
cuyas raíces estaban tanto en la cultura europea, aunque Díaz expresó una fuerte<br />
crítica a su centralidad, como en las culturas indígenas del pasado, pero no se<br />
mencionaron especificidades culturales de la gente negra, que de esta manera fue<br />
englobada en ese pueblo colombiano que se reconocía en un antepasado<br />
indígena. En mi opinión, esta ausencia se puede atribuir a la influencia que la<br />
mentalidad dominante tuvo también en los grupos dominados. De hecho, muchos<br />
documentos publicados en esa época demuestran que la gente negra no era<br />
considerada portadora de expresiones culturales propias ni de una historia<br />
específica que la diferenciara del conjunto de la población nacional. En un<br />
contexto en el cual, como hemos visto, las raíces africanas no representaron una<br />
referencia para elaborar un discurso identitario, ni todavía se habían realizado los<br />
estudios folclóricos que, unos años después, empezaron a enfatizar el origen<br />
africano de muchas manifestaciones culturales colombianas, los puntos de<br />
referencias en este ámbito quedaban los que se expresaban comúnmente sobre el<br />
origen indígena y europeo de la cultura colombiana. En este sentido, se puede<br />
plantear que, según el caso, la palabra “mestizo” podía tener significados<br />
diferentes: en algunos casos, remitía a la mezcla física entre los componentes<br />
‘negro’, indígena y blanco; en lo relacionado con la cultura, parece estar más<br />
relacionada con el significado originario de este término, es decir, con la mezcla de<br />
la cultura europea con la indígena del pasado.<br />
La influencia de la ideología del mestizaje en el pensamiento de Natanael Díaz,<br />
así como en el Club Negro de Colombia, se puede inferir también del uso de la<br />
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definición de América como “continente cósmico”, presente tanto en el “Mensaje<br />
de un negro colombiano a Mr. Wallace” como en el manifiesto del movimiento.<br />
Esta definición representaba un llamado a las ideas del mexicano José<br />
Vasconcelos, quien en 1925 había exaltado el mestizaje como elemento peculiar<br />
de América Latina. De acuerdo con este autor, el continente tendría la misión<br />
histórica, comenzada por los españoles y continuada por los libertadores de las<br />
colonias, de fundir étnica y espiritualmente las “razas” blanca, negra e indígena.<br />
De este proceso surgiría una “quinta raza”, una “raza cósmica”, producto de la<br />
mezcla entre ellas, que superaría el pasado y representaría el futuro de la<br />
humanidad (Vasconcelos, 1995: 32-33). Como ocurrió en el pensamiento de<br />
Vasconcelos, también en el de Díaz y del Club Negro esta definición planteaba<br />
una contraposición entre la “armonía racial” que caracterizaría a América Latina y<br />
el régimen segregacionista estadounidense. Sin embargo, considerando los<br />
elementos analizados anteriormente, en el caso de Díaz esto implicó también la<br />
inserción de su pensamiento en esas ideas que, justamente a partir del mestizaje,<br />
veían las raíces del pueblo colombiano en la matriz europea e indígena, pero no<br />
en la población negra, para la cual no se reivindicó una especificidad propia.<br />
El discurso cambia si consideramos las ideas expresadas en los pocos<br />
documentos dejados por el Centro de Estudios Afrocolombianos. Un análisis de<br />
las diferencias entre la experiencia del Club Negro y del Centro de Estudios<br />
Afrocolombianos nos pone frente a los cambios ocurridos en la segunda mitad de<br />
los años cuarenta para llevar a cabo un discurso identitario. “Hoy día”, afirmó<br />
Manuel Zapata Olivella en su artículo para la revista Cromos, se tenía una “visión<br />
más clara de la realidad del negro en América” (Cromos, 13 de septiembre de<br />
1947), estimulada también por los estudios adelantados por centros parecidos<br />
surgidos en países como Brasil, Cuba, México y Estados Unidos, en los cuales se<br />
inspiraba el Centro de Estudios Afrocolombianos (ver también Semana, 9 de<br />
agosto de 1947). Un primer cambio se evidencia en los términos usados para<br />
definir a la población que ese grupo quería representar: ya no se trataba de<br />
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“negros” sino de “afrocolombiano”, es decir, una categoría racial había dejado el<br />
lugar a otra de carácter más étnico, en el cual se resaltaba la raíz africana de la<br />
población negra. La escasez de documentos no permite establecer con exactitud<br />
la importancia que tuvo África en las actividades adelantadas por el grupo. El<br />
hecho de que, en su obra autobiográfica ¡Levántate mulato!, Manuel Zapata<br />
Olivella lo defina como un “centro africanista” (Zapata Olivella, 1990: 259) permite<br />
plantear que, probablemente, África representó una referencia importante para el<br />
grupo, cosa que, como hemos visto, no había ocurrido en el caso del Club Negro.<br />
Análogamente al Club Negro, también en el Centro de Estudios Afrocolombianos<br />
la pertenencia nacional tuvo gran importancia. En efecto, uno de sus objetivos era<br />
el de estudiar tanto los orígenes y la aparición de la gente negra en Colombia<br />
como su participación en la historia del país. Al mismo tiempo, este grupo se<br />
destacó por el esfuerzo de analizar algunas peculiaridades tanto territoriales como<br />
culturales de esta población, como su cultura material y espiritual. Es decir,<br />
esbozó una caracterización étnica que en los años siguientes será profundizada<br />
por los estudios de antropólogos como Aquiles Escalante y Rogerio Velázquez,<br />
que evidenciarán las peculiaridades regionales de la población negra,<br />
articulándolas también con sus orígenes africanos.<br />
En este sentido, el Centro de Estudios Afrocolombianos articuló la existencia de<br />
las peculiaridades culturales y territoriales de la población negra con su<br />
pertenencia nacional, prosiguiendo en la puesta en discusión de la homogeneidad<br />
impuesta por el mestizaje que había empezado con el Club Negro de Colombia.<br />
5. Conclusiones.<br />
Las experiencias del Club Negro de Colombia y del Centro de Estudios<br />
Afrocolombianos son emblemáticas para analizar los cambios ocurridos a<br />
mediados del siglo XX en el intento de una parte de la población negra colombiana<br />
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de llevar a cabo un discurso identitario. Ambos movimientos se caracterizaron por<br />
articular la pertenencia étnico-racial con la identidad nacional.<br />
El Club Negro de Colombia evidencia la influencia de la ideología dominante del<br />
mestizaje para analizar la condición de la gente negra del país. Así, por un lado<br />
denunció veladamente la marginación de esta población, que no participaba<br />
suficientemente en la vida del país y cuyos valores no eran reconocidos; por el<br />
otro, no usaba argumentos como el racismo y la discriminación para explicar esta<br />
situación. La ausencia del racismo es explicable por las múltiples identidades que<br />
sus miembros se atribuyeron y que enfatizaban su pertenencia étnico-racial, como<br />
“negros”, pero también, como “colombianos”, su pertenencia y adhesión a un<br />
sistema fundado en la igualdad teórica de sus diferentes componentes. Por esta<br />
razón, ese movimiento se caracterizó por no proponer, más allá de una genérica<br />
referencia a “valores negros” que no fueron explicados, una especificidad cultural<br />
de la gente negra, que en este sentido fue insertada en una concepción del pueblo<br />
colombiano cuyos orígenes remontaban al componente europeo e al indígena. Sin<br />
embargo, en las ideas expresadas por el Club Negro de Colombia se puede<br />
entrever una puesta en discusión implícita de la ideología del mestizaje y de su<br />
sistema homologante, al proponer a la gente negra como un sector afectado por<br />
problemáticas peculiares y por valores propios.<br />
Un análisis de la experiencia del Centro de Estudios Afrocolombianos evidencia<br />
los cambios que, en los cuatro años que pasaron desde la fundación del Club<br />
Negro de Colombia, ocurrieron en la manera de interpretar la presencia negra en<br />
el país. Un ejemplo de esto es la importancia mayor que tuvo la referencia a África<br />
en este movimiento, que se evidenciaba desde el nombre mismo de Centro de<br />
Estudios y que sería tal que Manuel Zapata Olivella lo definirá como un “centro<br />
africanista”. Por otro lado, el Centro de Estudios Afrocolombianos se caracterizó<br />
por el intento de dar una connotación étnica a la población negra, proponiéndose<br />
estudiar tanto su participación en la historia del país como sus peculiaridades<br />
desde el punto de vista territorial y cultural.<br />
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Referencias bibliográficas.<br />
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La exaltación de la democracia buscan los negros colombianos (junio 22, 1943). El<br />
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La fiesta de los negros fue celebrada ayer en la capital (junio 21, 1943). El Siglo, p.<br />
4.<br />
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Los negros colombianos lanzan un manifiesto para la América (junio 27, 1943). El<br />
Tiempo, p. 15.<br />
Por primera vez se celebró ayer el Día del Negro en Bogotá (junio 21, 1943). El<br />
Heraldo, p. 2.<br />
<br />
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