Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

Reafirmó el Tato su prestigio en las
temporadas siguientes. Hasta su forzoza
retirada tan sólo deja de torear en Madrid las
temporadas 1855, 1857, 1862 y 1867; es
decir, cuatro años en dieciséis de matador.
En 1855 aún no había logrado Tato la maestría
con la espada, que fue el mejor recuerdo de
su paso por el mundo taurino.
En los quites, el galleo y jugueteo con
el capote consistía los mejores resortes de
sus muchos éxitos. Velázquez y Sánchez
hace memoria de las tardes en que el Tato
aquel año pareció querer superarse, con
estas palabras: En El Puerto de Santa María
-con el célebre y valiente diestro Manuel
Domínguez (Desperdicios), precursor del
pase de rodillas-, lidiando toros de Romero
Balmaseda en la tarde del 15 de julio, estuvo
el muchacho tan guapo y tan metido en briega
que parecía aspirar a la emulación arrogante
con el matador de moda, y poco después la
Prensa de España y Francia contaba maravillas
del garbo y el valor de Sánchez en las
funciones de Vitoria a principios de agosto, y
en las corridas de Bayona en los días 23, 26
y 27, recibiendo infinitos objetos allende el
Bidasoa.»
En 1856 comenzó la evolución del
toreo del Tato, escarmiento sin duda de los
percances y cogidas, aunque afortunadas,
peligrosas, que sufriera practicando el alegre
toreo en que era maestro Cúchares. En 1857
acompañaba en El Puerto de Santa María a
Manuel Domínguez (Desperdicios), en la
corrida del 1 de junio en la que el famoso diestro
sevillano sufrió tan grave cogida, en la que
un toro le vació un ojo. Cerró la temporada
toreando cerca de cuarenta corridas, aumentando
su seguridad en la lidia y haciendo progreso
en todos los tercios de ella.
El año 1858 había de ser decisivo en
su carrera taurina. Toreó en Madrid y contrató
dos corridas en Sevilla para el mes de mayo,
no sin preparar al público manifestando que
ignoraba la ruptura de la empresa con Juan
Lucas Blanco, a quien sustituía, y protestando
de que no era su intención competir con
MIURA - 2002
Manuel Domínguez (Desperdicios), como
algún periódico había insinuado. Los
revisteros de toros comenzaron a desmenuzar
su labor, y los defectos de su toreo en
que reparan, antes que censuras declaradas,
parecen homenajes a la categoría que en el
Tato reconocen. Por ser expresivo de su estilo
de torear con la muleta, que es la suerte en
que más censuras merecía, copiamos el
siguiente párrafo de El Enano, de aquel año:
«Vemos con digusto que no pasa los
toros bien, pues que ni se cuadra ni usa del
seguro y bonito pase de pecho, uno en Madrid
el 19 de abril, en el que recibe una cornada
en el brazo derecho, y el 29 de junio el primer
toro de la ganadería de Martínez Azpillaga le
hirió en el mismo brazo de bastante
gravedad.» Otra cogida experimentó en
Madrid en la función extraordinaria del (03-10-
1858). Al año siguiente recoge el fruto de su
brillante temporada anterior:
«En los Puertos andaluces, con
Domínguez, Gonzalo Mora y Mariano Antón;
en el reino de Córdoba, con Arjona Guillén;
en las provincias, con Cayetano Sanz y Julián
Casas, y en toda la Península, con todos los
matadores de España, el «Tato» cerró aquella
temporada torera con 41 corridas libre de
accidentes de importancia y mimado por los
públicos, como no es común que suceda con
los lidiadores de mérito más relevantes.»
Con lo señalado resumió aquélla temporada
Velázquez y Sánchez. La Prensa
sigue ocupándose de él y señalando sus
progreso con criterio distinto, según las
simpatías de cada localidad y el gusto del
revistero. He aquí algunas opiniones de los
corresponsales de El Enano de aquel año sobre
el Tato:
«Este diestro nada adelanta y olvida
su primitiva escuela, tanto en los pases de
muleta como en el baile y encorvarse sin
cuadrarse bien (El Puerto de Santa María).
El «Tato» estuvo de fortuna en las estocadas.
Su trasteo no nos gusta, en los quites,
oportuno y bien en general (Jerez de la
Frontera). Su planta, sus pases y su alarde
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