Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava
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nal, <strong>que</strong> ya es decir. Él era, dentro de la Fiesta,<br />
amigo de quien <strong>que</strong>ría serlo. Y nunca aceptó<br />
la amistad de un torero <strong>que</strong> no encajara en<br />
su manera de ver el toreo. Decía -he aquí una<br />
alta muestra de su honradez como<br />
aficionado- <strong>que</strong> nunca le remordería la<br />
conciencia de no aplaudir a un torero <strong>que</strong><br />
fuera su amigo personal. Para ello, la mejor<br />
manera <strong>que</strong> había encontrado era la de no<br />
aceptar la amistad del torero <strong>que</strong> no era de<br />
su agrado.<br />
Enri<strong>que</strong> García Oviedo era un hombre<br />
<strong>que</strong> repartía cordialidad por donde quiera <strong>que</strong><br />
iba..., no era en modo alguno carmoniano.<br />
Todas las mañanas del año se iba a las ocho,<br />
andando a su almacén de aceitunas de la<br />
Resolana, pasando por un bar llamado El<br />
Toro, donde tomaba con los camareros una<br />
copa de aguardiente Machaco. Era hombre<br />
de gran fortuna, pero nunca hizo gala de ella.<br />
Antes al contrario, gustaba la compañía de la<br />
gente humilde, con las <strong>que</strong> nunca rehusó<br />
tomar una copa. Era gallista furibundo y amigo<br />
personal de Belmonte. Esto más tarde,<br />
cuando se podían ser las dos cosas impunemente.<br />
Mantenía a diario, como alma de<br />
ella, una tertulia deliciosa en el Aero Club de<br />
Sevilla, <strong>que</strong> perdió con la muerte de García<br />
Oviedo el mejor aglutinante.<br />
De gran ingenio y formación social y<br />
religiosa, tomaba toda la vida con la sabia<br />
filosofía de no pasar gran pena por nada. Y si<br />
las pasaba, endulzábalas de tal manera <strong>que</strong><br />
no lo parecían. Solterón y generoso, dos<br />
cosas <strong>que</strong> parecen contradictorias. Su bolsillo<br />
estaba siempre presto a cualquier necesidad<br />
ajena. En casa de algunos toreros modestos<br />
podrían dar fe de esto. Era conocido en todos<br />
los medios sociales de toda España. En todos<br />
tenía amistades y en todos había conquistado<br />
un grado de simpatía difícil de superar. Fue<br />
un gran amigo mio. Muy bueno. Me hacía el<br />
honor de leer y criticar mis crónicas cuando<br />
yo escribía para los periódicos. A estas<br />
críticas debo yo algunas cosas importantes.<br />
Luego, cuando empecé a trabajar en<br />
la radio, no perdió nunca mis programas, <strong>que</strong><br />
MIURA - 2002<br />
el se encargaba de airear en la tertulia, donde<br />
mi nombre fue discutido muchas veces con<br />
absoluta falta de unanimidad en el criterio de<br />
los <strong>que</strong> discutíanlo. El mismo Oviedo me<br />
informaba entre risas y bromas de lo <strong>que</strong> de<br />
mí opinaba cada cual. Muchas veces,<br />
muchísimas, tuvo <strong>que</strong> hacer de abogado defensor,<br />
con tal celo y entusiasmo como si en<br />
realidad empleara su elocuencia en la<br />
salvación de un reo. Él sabía <strong>que</strong> a mi me<br />
afectaba bien poco lo <strong>que</strong> de bueno o de malo<br />
se dijera allí, y por eso me contaba las dos<br />
cosas, mezclándolas tan sabiamente <strong>que</strong><br />
siempre flotaba como resultado positivo lo primero...<br />
Una mañana -según me contó- la<br />
cosa llegó a tal extremo <strong>que</strong> de él partió la<br />
idea: Señores-dijo-, creo <strong>que</strong> deberíamos<br />
dejar de beber el vino <strong>que</strong> estamos bebiendo<br />
y pedir ahora mismo una botella de «Tío<br />
Mateo...» («Tío Mateo», para el <strong>que</strong> no lo<br />
sepa, es la marca de un vino de la casa<br />
Palomino Vergara, <strong>que</strong> patrocina desde hace<br />
muchos años las emisiones taurinas de cada<br />
lunes en la Cadena S.E.R., <strong>que</strong> dirigió Enri<strong>que</strong><br />
Vila.) Poseía García Oviedo el don<br />
especialísimo de imitar admirablemente a la<br />
persona de quien hablara o contara algo. Esto<br />
hacía particular y singularmente amena su<br />
conversación. Se podría escribir un libro delicioso<br />
con las anécdotas de Enri<strong>que</strong> García<br />
Oviedo. Taurinas, teatrales, musicales, amorosas...<br />
He aquí una <strong>que</strong> corrió en España<br />
entera, contada por José María de Cossío, a<br />
quien yo mismo, protagonista de ella, la referí:<br />
«Cierta tarde del mes de septiembre me<br />
encontré con García Oviedo en Utrera. Los<br />
dos habíamos ido a ver una novillada <strong>que</strong><br />
toreaba el segundo de los Váz<strong>que</strong>z, Manolo.<br />
Él, como siempre, de aficionado. Yo, como<br />
cronista de la corrida. Hablamos un rato. Al<br />
tiempo de despedimos me preguntó cuál sería<br />
mi próxima corrida -era un oyente fidelísimo-<br />
, y le contesté <strong>que</strong> al día siguiente desde<br />
Albacete, para donde partía desde el mismo<br />
Utrera. ¡Ah!-me dijo-. Con <strong>que</strong> vas a Albacete.<br />
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