Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava
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MIURA - 2002 picador realizó en varias ocasiones. Lo mató de forma magistral Luis Mazzantini. Retirado Rafael Guerra (Guerrita) en 1899, Mazzantini, aun cuando los públicos le abandonaban y preferían a otros lidiadores jóvenes, aceptó el contrato para las corridas de 1900 en Madrid. En las que se verificaron estuvo el torero señorito poco afortunado, sobresaliendo únicamente el (17-06-1900) al matar de magnífico volapié al toro Moruno, negro zaino, de Pablo Romero. El (16-06-1901) actuó también en Madrid, en Corrida de Beneficencia, brindando al Rey el toro de nombre Chulito, del Saltillo, que fue el primero que Alfonso XIII vio lidiar en su vida. Marchó, finalizada la temporada en España, a México, participando aquí en varias funciones. El (08-05-1902), alternando con Quinito, Emilio Torres y Lagartijo Chico, en la plaza de Madrid, fue cogido por Comediante, astado de la ganadería de Cámara, después de haberle clavado malamente seis veces el estoque, el cual le produjo una herida en la mano derecha, de la que tardó bastante en curar. El 21de septiembre dio la alternativa en Madrid a Vicente Pastor, y aun se resentía de ella, hasta el punto de que cuando iba a matar el tercer toro, el antiguo lidiador Manuel Hermosilla, que presenciaba la corrida, se tiró al ruedo y solicitó de Luis Mazzantini la espada, a lo que se negó éste, agradeciendo el rasgo del valiente y viejo torero. En 1903 toreó nueve corridas en Madrid, las últimas de su vida en esta plaza, y aunque estuvo acertado en algún toro, su labor no mereció la aprobación del público. En provincias alternó bastante, inaugurando el circo taurino de San Sebastián el (09-08- 1903). El 24 de septiembre estuvo afortunado en Barcelona, en la despedida de Emilio Bombita, y el 15 de noviembre escuchó aplausos en Valencia en una corrida de Beneficencia. En las 33 corridas en que tomó parte en este año de 1903 mató 85 toros. En 1904 actuó pocas veces en España: en Aranjuez, el 30 de mayo; en 206 Toledo, el 2 de junio; dos veces en Valencia, y una en Santa Olalla, el pueblecito donde empolló sus ambiciones de jefe de estación y adonde volvía, ya rico y célebre, con la angustia y el cansansio que origina el ocaso de una carrera brillante y escandalosa. El (20-11-1904) se celebró su corrida de beneficio y despedida en la capital mexicana, estando afortunadísimo con los dos toros de Otaolaurruchi que estoqueó, escuchando aplausos ensordecedores, en los que cooperaron todos los asistentes, desde Porfirio Díaz, presidente de la República, a los públicos de sol. Invitado para torear en Guatemala, acudió allí y participó en cuatro corridas con toros mexicanos. Estando en cumplimiento de estos con-tratos murió su esposa, en México, el (19- 02-1905), regresando allí Luis Mazzantini y cortándose inmediatamente la coleta, que enlazó a una muñeca del cadáver de su mujer. Vuelto a España en el cortejo triste que acompañó al cadáver de su esposa, se verificó en Madrid el entierro de ésta, que constituyó una sentida manifestación de duelo y simpatía hacia el viejo y condolido torero. Resolvió, pues, retirarse de los toros en 1905, despidiéndose de algunas plazas españolas y francesas donde él tenía buenos amigos y recuerdos. Quiso despedirse también de México y se embarcó para acá con su segunda esposa, pero no podemos asegurar que se casara otra vez tan pronto. Poco después de su regreso a España desde México, se dedicó a la política, siendo elegido concejal en Madrid el año 1906. Luis Mazzantini merece un puesto notable entre los toreros de su época de las más brillantes de todas las de la historia de la tauromaquia. Hombre ambicioso y de gran voluntad, logró suplir pronto las faltas que llevaba consigo el haber aprendido a lidiar toros más por ufanía de gloria y dinero que por afición. Esto sin contar que el de Elgóibar era ya maduro cuando se decidió a probar suerte. En los primeros años de su alternativa de matador de toros, hasta 1887, cumplió
como el primero, y Frascuelo dijo que con su labor le había hecho apretar. Con el capote no pasó de regular nunca, y lo mismo le ocurrió con las banderillas y muleta. Pero su corpulencia, estatura y decisión le proporcionaron ventajas indiscutibles para matar, cumpliendo esta suerte tan bien como Salvador Sánchez (Frascuelo). Sus volapié tremendos hacían rodar a los astados contundentemente, y en esta su excepcional facultad residía muchas veces el buen éxito de sus tardes. A semejanza de el Tato, Mazzantini echaba atrás su pierna derecha, aunque sin encorvarla, de modo que no perdía terreno, puesto que no movía el pie izquierdo, y en esta postura favorable conseguía las mejores y más fulminantes estocadas. Más tarde empezó a distanciarse de los toros, y como carecía de recursos artísticos, sólo cuando la ocasión era favorable al estoconazo espectacular escuchaba aplausos. Cuando Guerrita empezó a llevarse el público, Luis Mazzantini intentó sostener una competencia a todas luces desmedida, siendo ambos el cartel preferido algunos años. El cordobés acabó por imponerse definitivamente, oscureciéndose con ello más rápidamente la aureola de Mazzantini. Por otra parte, su porte europeo y su marchoseria fuera de la plaza, que aun entusiasmaba a algunos castizos, le ocasionaron grade simpatías. Si Mazzantini se hubiera retirado de los toros cuando lo hizo Guerrita, aunque ya por entonces su nombre no llenaba las grandes plazas españolas, hubiera evitado la amargura de las tardes grises que tuvo después, y la consciencia plena de su impotencia para dominar a los toros difíciles. Como director de lidia, Mazzantini fue inimitable, dando órdenes y acudiendo a los quites con gran precisión y acierto. Distribuía la cuadrilla conve-nientemente y ella le obedecía cualquiera indicación, acudiendo de manera mecánica a cuantos lugares era necesario. Acrecentó con ello la disciplina que bastantes años atrás había iniciado Paqui-ro en las anárquicas cuadrillas de su tiempo. MIURA - 2002 Tuvo fama de desprendido con los amigos y torerillos que empezaban, a los que alentaba y protegía económicamente. El bachiller González de Ribera narra esta anécdota simpática que define a don Luis y a las formas sociales que tanto le gustaban y que en parte impuso entre los lidiadores que le siguieron: «Cuando los soldados volvían de Cuba enfermos, extenuados, Mazzantini, que viajaba por una linea férrea de España, se encontró un tren de repatriados. Era una estación donde había fonda. El espada llegó al comptoir, pidió cuanta plata suel-ta hubiese (que fueron doscientas y pico de pesetas), pagó un caldo y una copa de Jerez a cuantos soldados los tomasen y repartió entre ellos las monedas. Gritó uno de ellos ¡Viva Mazzatini, y el matador replicó vivamente: Tengo un parecido con él. Os habéis equivocado.» Algunos toros que lidió Mazzantini: *Costurero: El (13-04-1884), recibió su alternativa en la plaza de la Real Maestranza de Sevilla el diestro Luis Mazzantini, con el toro de nombre Costurero, cedido por Frascuelo, y el segundo de su lote se llamó Zapatero. Ambos astados fueron de la ganadería de don José Antonio Adalid. Mazzantini volvió días antes de lograr grandes triunfos en Montevideo y, al regresar a España tomó la alternativa en Sevilla, lidiándose los toros en medio de constante lluvia. Al de la alternativa, Costurero, entrepelado en cárdeno, lo mató de un volapié hasta la mano que le valió una gran ovación; al segundo, Zapatero, negro zaino, le despachó de un metisaca por lo alto, y al tercero, Azuceno, cárdeno salpicado, tras de haberlo banderilleado en unión de Frascuelo, lo hizo acostarse de un gran volapié. *Zapatero: El (13-04-1884), recibió su alternativa en la plaza de la Real Maestranza de Sevilla el diestro Luis Mazzantini, con el toro de nombre Zapatero, cedido por 207
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picador realizó en varias ocasiones. Lo mató<br />
de forma magistral Luis Mazzantini.<br />
Retirado Rafael Guerra (Guerrita) en<br />
1899, Mazzantini, aun cuando los públicos le<br />
abandonaban y preferían a otros lidiadores<br />
jóvenes, aceptó el contrato para las corridas<br />
de 1900 en Madrid. En las <strong>que</strong> se verificaron<br />
estuvo el torero señorito poco afortunado,<br />
sobresaliendo únicamente el (17-06-1900) al<br />
matar de magnífico volapié al toro Moruno,<br />
negro zaino, de Pablo Romero.<br />
El (16-06-1901) actuó también en<br />
Madrid, en Corrida de Beneficencia, brindando<br />
al Rey el toro de nombre Chulito, del Saltillo,<br />
<strong>que</strong> fue el primero <strong>que</strong> Alfonso XIII vio lidiar<br />
en su vida. Marchó, finalizada la temporada<br />
en España, a México, participando aquí en<br />
varias funciones.<br />
El (08-05-1902), alternando con<br />
Quinito, Emilio Torres y Lagartijo Chico, en la<br />
plaza de Madrid, fue cogido por Comediante,<br />
astado de la ganadería de Cámara, después<br />
de haberle clavado malamente seis veces el<br />
esto<strong>que</strong>, el cual le produjo una herida en la<br />
mano derecha, de la <strong>que</strong> tardó bastante en<br />
curar. El 21de septiembre dio la alternativa<br />
en Madrid a Vicente Pastor, y aun se resentía<br />
de ella, hasta el punto de <strong>que</strong> cuando iba a<br />
matar el tercer toro, el antiguo lidiador Manuel<br />
Hermosilla, <strong>que</strong> presenciaba la corrida, se tiró<br />
al ruedo y solicitó de Luis Mazzantini la<br />
espada, a lo <strong>que</strong> se negó éste, agradeciendo<br />
el rasgo del valiente y viejo torero.<br />
En 1903 toreó nueve corridas en<br />
Madrid, las últimas de su vida en esta plaza,<br />
y aun<strong>que</strong> estuvo acertado en algún toro, su<br />
labor no mereció la aprobación del público.<br />
En provincias alternó bastante, inaugurando<br />
el circo taurino de San Sebastián el (09-08-<br />
1903). El 24 de septiembre estuvo afortunado<br />
en Barcelona, en la despedida de Emilio<br />
Bombita, y el 15 de noviembre escuchó aplausos<br />
en Valencia en una corrida de Beneficencia.<br />
En las 33 corridas en <strong>que</strong> tomó parte en<br />
este año de 1903 mató 85 toros.<br />
En 1904 actuó pocas veces en<br />
España: en Aranjuez, el 30 de mayo; en<br />
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Toledo, el 2 de junio; dos veces en Valencia, y<br />
una en Santa Olalla, el pueblecito donde<br />
empolló sus ambiciones de jefe de estación<br />
y adonde volvía, ya rico y célebre, con la<br />
angustia y el cansansio <strong>que</strong> origina el ocaso<br />
de una carrera brillante y escandalosa.<br />
El (20-11-1904) se celebró su corrida<br />
de beneficio y despedida en la capital mexicana,<br />
estando afortunadísimo con los dos toros<br />
de Otaolaurruchi <strong>que</strong> esto<strong>que</strong>ó,<br />
escuchando aplausos ensordecedores, en los<br />
<strong>que</strong> cooperaron todos los asistentes, desde<br />
Porfirio Díaz, presidente de la República, a<br />
los públicos de sol. Invitado para torear en<br />
Guatemala, acudió allí y participó en cuatro<br />
corridas con toros mexicanos.<br />
Estando en cumplimiento de estos<br />
con-tratos murió su esposa, en México, el (19-<br />
02-1905), regresando allí Luis Mazzantini y<br />
cortándose inmediatamente la coleta, <strong>que</strong><br />
enlazó a una muñeca del cadáver de su mujer.<br />
Vuelto a España en el cortejo triste <strong>que</strong><br />
acompañó al cadáver de su esposa, se<br />
verificó en Madrid el entierro de ésta, <strong>que</strong> constituyó<br />
una sentida manifestación de duelo y<br />
simpatía hacia el viejo y condolido torero. Resolvió,<br />
pues, retirarse de los toros en 1905,<br />
despidiéndose de algunas plazas españolas<br />
y francesas donde él tenía buenos amigos y<br />
recuerdos. Quiso despedirse también de<br />
México y se embarcó para acá con su<br />
segunda esposa, pero no podemos asegurar<br />
<strong>que</strong> se casara otra vez tan pronto.<br />
Poco después de su regreso a<br />
España desde México, se dedicó a la política,<br />
siendo elegido concejal en Madrid el año 1906.<br />
Luis Mazzantini merece un puesto notable<br />
entre los toreros de su época de las más<br />
brillantes de todas las de la historia de la<br />
tauromaquia. Hombre ambicioso y de gran voluntad,<br />
logró suplir pronto las faltas <strong>que</strong> llevaba<br />
consigo el haber aprendido a lidiar toros<br />
más por ufanía de gloria y dinero <strong>que</strong> por<br />
afición. Esto sin contar <strong>que</strong> el de Elgóibar era<br />
ya maduro cuando se decidió a probar suerte.<br />
En los primeros años de su alternativa<br />
de matador de toros, hasta 1887, cumplió