06.05.2013 Views

Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

MIURA - 2002<br />

Llevaba vendada la cabeza y a los primeros<br />

pasos, totalmente cojo, la plaza en pie<br />

se hizo un clamor, aun<strong>que</strong> de signo contrario,<br />

unánime. En un paroxismo jamás igualado,<br />

a<strong>que</strong>lla multitud congestionada, mezcló con<br />

formidable barullo las más duras imprecaciones<br />

y los calificativos más absurdos.<br />

Por encima de todo el griterío una voz salida<br />

por el sector del sol, como de los cimientos<br />

mismos de la plaza gritó. « ¡Bien, Juan... ! »<br />

Y otra no menos potente de junto: «¡Mentira...!<br />

¡Viene a dejar seis toros a sus compañeros...!<br />

¡ Sinvergüenza...!» Una tremenda bofetada<br />

cortó en seco a<strong>que</strong>l insulto y se iniciaron las<br />

broncas.<br />

Salió el toro primero. Gaona no hizo<br />

con él nada sobresaliente. Salió el segundo y<br />

Joselito pasó sin pena ni gloria por<strong>que</strong> no se<br />

podía hacer otra cosa. Un silencio de muerte<br />

se hizo en la plaza cuando abrieron las<br />

puertas del chi<strong>que</strong>ro para dar suelta al tercer<br />

toro de la tarde. Era éste un berrendo<br />

terriblemente armado, con romana, con trapío,<br />

<strong>que</strong> pisó la arena lleno de hermosura. Juan<br />

se adelantó al tercio apenas tocado el toro<br />

por los subalternos. Afianzó en el suelo la<br />

pierna coja y citó desde largo al animal.<br />

A<strong>que</strong>lla avalancha entró en el capote como<br />

un torbellino. Belmonte marcó una vez y otra<br />

y otra, la verónica de su estilo. La «<strong>que</strong> no<br />

podía ser» según la concepción gallista del<br />

toreo... ¿Qué pasó allí...? La plaza no se cayó<br />

por verdadero milagro. Los belmontistas se<br />

alzaron sobre sus asientos y ya no fue posible<br />

sentarlos en toda la jomada. Transcurrieron<br />

los tercios de varas y banderillas entre un<br />

murmullo grave y solemne saturado de<br />

ansiedad. Tocaron a matar. El toro había<br />

<strong>que</strong>dado en los medios y hacia él se fue Juan<br />

cojeando pero con una firmeza genial. La<br />

barba le llegaba a la rodilla. Toda la voluntad<br />

de a<strong>que</strong>lla multitud <strong>que</strong> asombrada asistía al<br />

espectáculo, iba literalmente arrastrando de<br />

la muleta de Juan Belmonte hacia el toro de<br />

Miura.<br />

En unas localidades de grada alta, un<br />

grupo de gallistas intransigentes, en los <strong>que</strong><br />

128<br />

formaban Enri<strong>que</strong> García Oviedo y Antonio<br />

Ruiz Gálvez, esperaban en silencio el<br />

desenlace de todo a<strong>que</strong>llo. Antonio Ruiz<br />

masticaba nerviosamente un puro de «tres<br />

chicas», al cual hacía girar nerviosamente<br />

entre los dedos de la mano crispada. García<br />

Oviedo le miraba de cuando en cuando, como<br />

temiendo <strong>que</strong> el corazón de su amigo fuera a<br />

saltar hecho pedazos.<br />

Antonio Ruiz Gálvez fue durante<br />

muchos años jefe del Negociado de Actas del<br />

Ayuntamiento de Sevilla. Era un hombre<br />

magnífico, <strong>que</strong> gastaba unos chalecos de<br />

fantasía <strong>que</strong> para él hubiera <strong>que</strong>rido el<br />

marqués de Salamanca, o Antonio Sánchez<br />

(el Tato), el yerno de Cúchares. En alguna<br />

parte está escrito <strong>que</strong> Mendizábal regaló una<br />

vez un chaleco de estos a Cúchares. Antonio<br />

Ruiz Gálvez, como digo, era en su tiempo el<br />

único sevillano <strong>que</strong> usaba los chalecos de<br />

fantasía, pero los llevaba con una dignidad<br />

admirable, a pesar de <strong>que</strong> era como de talla y<br />

más bien rechoncho <strong>que</strong> esbelto. Como tenía<br />

siempre en la boca un puro de los llamados<br />

entonces tagarninas, hablaba con un tono<br />

como si le faltara sitio a las palabras para salir<br />

al aire. Sólo cuando se enredaba en una conversación<br />

sobre Rafael el Gallo, Antonio Ruiz<br />

Gálvez se ponía elocuente hasta el<br />

castelarismo. Entonces se quitaba el puro<br />

de la boca y dejaba espacio libre a los<br />

parlamentos. ¡Gran persona Antonio Ruiz<br />

Gálvez...! Era yo empleado modestísimo de<br />

la última fila del Ayuntamiento, nos relata don<br />

Enri<strong>que</strong> Vila, cuando él era ya jefe del Negociado<br />

de Actas. Me hacía el honor de hablar<br />

conmigo muchas veces de toros y de toreros,<br />

aun<strong>que</strong> él ya estaba retirado .<br />

Enri<strong>que</strong> García Oviedo es otro de los<br />

personajes interesantes <strong>que</strong> yo he conocido<br />

en el mundo de la Fiesta, aun<strong>que</strong> no tenía<br />

nada absolutamente <strong>que</strong> ver en los problemas<br />

de ella. Enri<strong>que</strong> García Oviedo se podía<br />

permitir el lujo de pensar libremente sobre<br />

cualquiera de estos problemas, entre otras<br />

razones, por<strong>que</strong> era hombre de una independencia<br />

tan grande como su simpatía perso-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!