Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava
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MIURA - 2002<br />
una fiebre <strong>que</strong> ponía en grave trance a la empresa.<br />
Joselito se ofreció a torear la corrida<br />
con tal <strong>que</strong> pudiera retirarse después de<br />
matar el cuarto toro; pero fue cogido Belmonte<br />
y herido en una oreja, y Joselito tuvo <strong>que</strong> permanecer<br />
en la plaza y matar cuatro toros.<br />
A<strong>que</strong>lla campaña de 1919 estuvo<br />
colmada de corridas y de éxito clamoroso, y<br />
ferias como las de Sevilla, Bilbao y Valencia<br />
dejaron memoria en los aficionados. A pesar<br />
de los contratiempos referidos, cerró la<br />
temporada con 91 corridas toreadas, de las<br />
111 <strong>que</strong> ajustó. A<strong>que</strong>l invierno hizo por fin, su<br />
primera y única excursión a América. Un ventajoso<br />
contrato para Lima y, sobre todo, la<br />
perspectiva y un invierno en España, donde<br />
todo había de recordarle el hogar de la madre<br />
deshecho, le decidieron a marchar al Perú.<br />
La solicitud cariñosísima de sus amigos, <strong>que</strong><br />
en esta ocasión le acompañaron, le impresionó<br />
vivamente. Hasta Gijón, donde embarcara,<br />
fuimos muchos con él, nos refiere don<br />
José María de Cossío.<br />
El 14 de diciembre se presentó en<br />
Lima, con toros de Asín, con resultado mediano,<br />
dada la expectación <strong>que</strong> había por verle.<br />
El 21 toreó la segunda y el triunfo fue<br />
completo. Diez fiestas toreó en total, y no se<br />
organizaron más por falta de ganado, y el<br />
resultado artístico correspondió al pecuniario,<br />
<strong>que</strong> es el mayor elogio <strong>que</strong> puede hacerse.<br />
Comenzó la temporada de 1920 en<br />
Sevilla el 4 de abril. No es preciso recordar<br />
las corridas <strong>que</strong> toreara. Fueron 20, y en todas<br />
estuvo a la altura de su maestría, nunca superada.<br />
Fue siempre Joselito un muchacho<br />
triste, pero desde la muerte de su madre se<br />
había acentuado su propensión hacia la<br />
melancolía, <strong>que</strong> tan sólo aliviaba la ilusión de<br />
constituir un hogar. Había ya comprado una<br />
casa en Sevilla (¡con cuánta ilusión me hizo<br />
ir a verla!, refiere Cossío con tinte<br />
verdaderamente emocionado, y su afecto<br />
amistoso se convertía cada día más en<br />
confidencial.<br />
En la corrida de mayo en Bilbao le suplicó<br />
a don José María <strong>que</strong> le acompañara<br />
184<br />
por entonces a las corridas <strong>que</strong> había de torear.<br />
«Nadie más solo <strong>que</strong> yo, me dijo para<br />
convencerme. Por ello tuve la triste satisfacción<br />
de convivir fraternalmente con él los últimos<br />
días de su vida. La corrida de Talavera,<br />
de la <strong>que</strong> fueron empresarios amigos suyos,<br />
se organizó punto menos <strong>que</strong> en broma. Nadie<br />
había pensado en Joselito para <strong>que</strong> la toreara.»<br />
El cartel primitivo, en el pensamiento<br />
de sus organizadores, le constituían Rafael<br />
el Gallo, Sánchez Mejías y Larita. Fue el propio<br />
Joselito quien, deseoso de no prodigarse en<br />
la plaza de Madrid, donde la fecha del 16 de<br />
mayo era obligada para él, se ofreció a los<br />
empresarios sus amigos. Le ilusionaba<br />
además la idea de torear en la plaza de<br />
Talavera, <strong>que</strong> inaugurara su padre. Había toreado<br />
mano a mano con Sánchez Mejías por<br />
no oponerse a su empeño, en Barcelona, y el<br />
día 15 toreó en Madrid. El público estuvo con<br />
él francamente desconsiderado, llegando<br />
hasta arrojarle algunas almohadillas. Ello le<br />
hacía festejar más la idea de irse el día (16-<br />
05-1920) a Talavera.<br />
Los toros fueron de la señora viuda<br />
de Ortega, ganadería no asociada, pero de<br />
casta conocida y cuidada y seleccionada con<br />
esmero. Transcurrió la corrida sin notas<br />
salientes, salvo el tercio de banderillas, <strong>que</strong><br />
llenaron Ignacio y Joselito en el cuarto toro,<br />
en el <strong>que</strong> escuchó la última ovación de su<br />
vida. El quinto toro, Bailador, negro y<br />
pe<strong>que</strong>ño, resultó bronco y con poder y muy<br />
certero hirien-do. Joselito lo vio y ordenó a su<br />
hermano Fernando, <strong>que</strong> solía vestirse alguna<br />
tarde de torero y salir con la cuadrilla, <strong>que</strong> se<br />
retirara del ruedo, por estar el toro peligroso<br />
y carecer Fernando de la necesaria agilidad.<br />
Llegó Joselito a Bailador, <strong>que</strong>, bien<br />
por defecto congénito, o por efecto de algún<br />
golpe recibido durante la lidia, estaba<br />
supuestamente bu-rriciego, de la especie de<br />
los <strong>que</strong> ven de lejos, pero no de cerca, lo <strong>que</strong><br />
es muy difícil asegurar. Sin duda, no calibró<br />
Joselito esta condición del toro y empezó a<br />
trastearle, obedeciendo el toro más a la voz