Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

dad y variedad de ellas, que en el repertorio
de Juan quedaban reducidas al mínimo, con
fatigante y admirable monotonía.
Lo que ya no parecía tan lógico, pero
sucedió y de forma verdaderamente estridente,
era que los partidarios del toreo largo y
dominador, alegre y adornadísimo de Ricardo
Torres (Bombita) tradujeran la explicable
aversión al diestro que había rivalizado triunfalmente
con Ricardo, en una repulsa del sistema
de torear de éste, que a ello equivalían
las censuras que a Joselito enderezaban y
las bases en que apoyaban su defensa del
arte exquisito de Juan Belmonte.
Joselito no era entonces un torero perfecto
de estilo, no tenía seguridad en el toreo
a la verónica, que intentaba dominar
ensayando toda clase de maneras para
practicarla. Admirable en quites y en banderillas,
su dominio con la muleta podía calificarse
de prodigio. Mataba con estilo poco
depurado, pero pronta y seguramente. Hágase
el inventario de los vicios del toreo de
Bombita a su retirada y se comprobará que
eran semejantes a los de Joselito en el primer
año de su alternativa, salvo que éste, con sus
defectos, era muy superior todavía a aquél
con la capa, y más breve y seguro con el
estoque. En todo lo demás, incluso en dominio,
Joselito hacia mucho que había perdido
de vista a su rival.
Pues bien, los bombistas negaron el
agua y el fuego a Joselito, censurándole con
acritud las cualidades que habían antes
canonizado en Ricardo, y se agruparon
enrededor de Belmonte, pensando, sin duda,
en hacer de él un mito que aplastara la
realidad, presente a sus ojos, del arte de
Joselito. Por fortuna, los consejeros autorizados
de uno y otro torero no se dejaron
arrastrar por aquellas corrientes de pasión.
Comprendieron que uno y otro torero se
completaban en la plaza, y que la rivalidad
empeñada, pero, sin saña, de los dos debía
sostenerse en beneficio de la Fiesta y de los
propios diestros, y no trataron de lanzarles a
una lucha eliminatoria.
MIURA - 2002
Aquel invierno trató de pasarle Joselito,
como era su costumbre, en el campo; pero
cayó enfermo con unas fiebres de carácter
tífico, que le tuvieron inactivo la mayor parte
de él, trasladándose luego a Guillena a
reponerse, a Matahijas, la finca de don Felipe
de Pablo Romero, y después a Albento, el
cortijo de don Patricio Medina Garvey. Aquella
Semana Santa, como hizo hasta la última de
su vida, acompañó a la Virgen de la Esperanza,
de cuya cofradía había de ser hermano y
protector muy devoto.
La temporada de 1914 tuvo el más
alto interés. Los encuentros de Joselito y
Belmonte se esperaban por la afición como
combates decisivos en los que el mando en
jefe de la torería debía ser el trofeo. La Feria
de Sevilla despertó una gran curiosidad por
pensar todos que allí se ventilaría el gran pleito.
Una cogida de Belmonte en Murcia le impidió
torear las primeras corridas; pero acudió a
las dos últimas, una de ellas de Miura, en un
alarde de pundonor torero, y en ella estuvo
admirable. Joselito prodigó su arte en todas.
En la de Pablo Romero lidió un toro de manera
excepcional, y en la de Santa Coloma logró
cuajar la mejor faena de la Feria con el toro
Almendrito, al que mató recibiendo
magistralmente.
En Madrid se enfrentó por primera vez
el (02-05-1914), acompañándoles Rafael en
la lidia de seis toros de Contreras. Joselito
cortó la oreja del quinto tras extraordinaria
faena. La de Belmonte, con la muleta, en el
sexto, fue impresionante y aplaudida con
frenesí por el público, que salió de la plaza
entusiasmado. Al siguiente día, en corrida de
Beneficencia, esperábamos todos ver reproducidas
aquellas proezas; pero Belmonte fué
cogido, y Joselito se limitó a cumplir, salvo en
banderillas, suerte en que lució su arte
incomparable.
En la primera corrida de la Feria de
Algeciras, en junio de 1914, fue cogido su hermano
Rafael, en el primer momento se pensó
que gravísimamente. Joselito se sobrepuso
al sentimiento y toreó aquella tarde
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