Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

MIURA - 2002
caracterizado de las faenas taurinas del
campo sevillano.
Don Eduardo I Miura le enviaba aviso
encarecido para que asistiera a cuantas tenía
que realizar. De aquellos sus doce años
arranca la afición al caballo y a la garrocha,
que había de hacer de él uno de los
practicantes más hábiles del acoso y derribo
de reses.
El (19-04-1908), es decir, sin haber
cumplido los trece años, viste por primera vez
el traje de luces en Jerez de la Frontera
(Cádiz). Se lidiaron seis becerros de don
Cayetano de la Riva, y fueron sus compañeros
José Puerta (Pepete) y José Gárate (Limeño
I). Vestió un traje verde y negro, alquilado en
la casa, tan popular en Sevilla, de Manuel
Prada. Toreó muy bien al primer becerro, al
que clavó dos pares de banderillas al quiebro.
Le brindó al señor Domecq, y no teniendo
fuerza para sostener el estoque durante la
faena, le toreó de muleta, cogiendo la espada
al tiempo de montarla, para acabar con dos
pinchazos y media estocada delantera. Fué
muy aplaudido y obsequiado por el señor
Domecq con cinco duros.
El público se opuso a que matara el
segundo becerro, por parecer excesivamente
grande para su edad y facultades. Cuentan
que Joselito lloró de rabia. Fue entonces
cuando José Martínez, guardia municipal
retirado, formó una cuadrilla con los tres
matadores de la becerrada de Jerez y marchó
con ella a Portugal. Llevaban de auxiliador
al banderillero Antonio Marroco. A la segunda
corrida regresó Pepete a Sevilla, quedando
al frente de la cuadrilla Joselito y Limeño.
Cobraba diez reales por corrida los
matadores y ocho los banderilleros,
consiguiendo después que les aumentaran
sus honorarios en una peseta más.
Joselito toleraba resignado aquella remuneración
oprobiosa por respetar el tácito
compro-miso; pero después de torear la
tercera becerrada afrontó la cuestión de modo
bien revelador de su carácter. Tras haber
adquirido la autorización y la representación
172
de sus compañeros, ajustó una corrida en la
plaza de «Campo Pequnho», por la que cobró
mil pesetas, encargándose él de pagar a la
cuadrilla, y concediendo al Guardia, como
ellos le llamaban, la retribución de veinte duros
por corrida, rigiendo desde entonces con
exacto rigor este régimen de administración.
Antonio Parra, en su ingenua biografía
de Joselito, su pariente y protector, escribe
que José recibió «una gran alegría por lo que
había hecho, pues a pesar de su carácter
infantil le parecía que había crecido, y de niño
había pasado a hombre.» A oídos de su
madre, y sin duda por informes de Pepete,
llegaron noticias de las andanzas de la
cuadrilla por tierras portuguesas, e inmediatamente
envió a Lisboa al banderillero Rafael
Peña (Llavero) para que sirviera de auxiliador,
y terminados los compromisos que tuvieran
pendientes (dos corridas en Aveiro),
restituyera a Joselito a Sevilla, como se hizo.
Esa temporada de Portugal, toreó
diecisiete corridas, fué sumamente beneficiosa
para el porvenir de Joselito. Adquirió muy
buenas amistades entre aquellos aficionados,
y se entrenó con ganado mayor que el que
hubiera toreado en España bajo la inmediata
y constante vigilancia familiar.
Al regresar de México sus hermanos
Rafael y Fernando, en 1909, se enteraron de
los progresos de Joselito y decidieron
favorecerle. Es aquel año cuando se formó
la cuadrilla de niños sevillanos, que capitanearon
Joselito y Limeño. Iba a su cargo y
cuidado el antiguo banderillero Antonio Parra
Gómez, primo carnal de Joselito, al que sirvió
como administrador hasta el final de su vida
con ejemplar fidelidad. Toreó la cuadrilla en
1909 tres corridas en Cádiz, dos en Jerez,
dos en Málaga, una en Sevilla y otra en Morón.
De auxiliar de la cuadrilla figuraba el novillero
Manuel Díaz (Agua-limpia), pariente asimismo
de Joselito y que debía atribuirse carácter de
maestro. Por cierto que al dirigirse Joselito a
torear un becerro en la plaza de Cádiz, le
advirtió el novillero con suficiencia: «José, con
la derecha»; a lo que el interpelado contestó