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Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

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Gaona se vino a México, y aquí sólo<br />

toreó los años 1921 y 1922: en el primero, 38<br />

corridas; en el segundo, 32. Las dos<br />

campañas fueron lucidísimas. Mató varias<br />

corridas de seis toros, actuando él solo de<br />

matador, y las ovaciones, las aclamaciones<br />

y los vítores se los prodigaron con tal larguesa<br />

sus paisanos, <strong>que</strong> apenas tuvieron<br />

interrupción.<br />

Al comenzar la temporada de 1923<br />

volvió a España. Se había formado entonces<br />

una sociedad de empresarios <strong>que</strong>, por<br />

diferencias y violencias con algunos<br />

apoderados, habían puesto el veto más<br />

absoluto a varios de éstos. Entre ellos se<br />

hallaba Gaona. No podían los empresarios<br />

asociados ni aun tratar con los apoderados<br />

vetados. Gaona permaneció fiel al suyo y<br />

corrió su suerte. Otros opinaron y obraron de<br />

forma muy distinta. Sólo toreó cinco corridas<br />

en la plaza vieja de Barcelona y en alguna del<br />

Mediodía de Francia, volviéndose a México,<br />

en donde toreó hasta 33.<br />

En 1924 toreó sólo aquí en México, un<br />

total de 32 corridas. Hizo a España un viaje<br />

de recreo, sin tratar de contratarse para<br />

corrida alguna. Al regresar de esa excursión<br />

volvió a México convenido de <strong>que</strong> se retiraba;<br />

toreó 18 corridas, y en la última, el (12-04-<br />

1924), se despidió de sus paisanos, cesando<br />

en su profesión.<br />

Se anunció la corrida con la mayor solemnidad.<br />

El lleno, rebosante, según la<br />

expresión corriente. Llovió durante la corrida;<br />

pero el entusiasmo del público, <strong>que</strong> no cesó<br />

en todo el festejo, no dio importancia a la lluvia.<br />

Un revistero hiperbólico dijo <strong>que</strong> era el «llanto<br />

del Cielo ante la despedida de Rodolfo.»<br />

Después brilló el sol, y toda la tarde fue<br />

esplendorosa para Gaona: en todos sus toros<br />

<strong>que</strong>dó brillantemente. Mató el sexto, llamado<br />

Rodalito, y Gaona obsequió a la concurrencia<br />

un séptimo toro, <strong>que</strong> había de ser<br />

el último, definitivamente, <strong>que</strong> él matara. El<br />

toro, de San Diego de los Padres, se llamó<br />

Azucarero, de pelo berrendo en cárdeno,<br />

careto, coletero y recogido de cuerna. Gaona,<br />

MIURA - 2002<br />

en los tres tercios tuvo las arrogancias, las<br />

gallardías y mostró el arte de sus mejores<br />

tardes, de sus mejores tiempos. Culminó el<br />

entusiasmo en la terminación de la corrida.<br />

Si Gaona hubiera dispuesto<br />

constante-mente de su singular valor; si éste<br />

no le hubiese faltado muchas veces, y algunas<br />

en momentos decisivos para su vida taurina,<br />

seguramente su nombre figuraría entre los<br />

más encumbrados de la historia del toreo. Por<br />

no ser así, figura sólo entre los más destacados<br />

de su época. Esas desigualdades en<br />

su valor se manifestaban también en su<br />

voluntad. Tarde hubo, y se puede decir <strong>que</strong><br />

temporadas enteras, <strong>que</strong> se mostraba animoso,<br />

bullidor, alegre, complaciente, ancioso<br />

de palmas y de gloria, y claro <strong>que</strong>, a la par de<br />

esto, valiente.<br />

Pero tardes y temporadas tuvo en <strong>que</strong><br />

se adueñaron de él la indolencia, la apatía, la<br />

desgana, la pereza y, con ello, la prudencia,<br />

el temor. Para ser primera figura, aún de su<br />

época, tropezó con otros obstáculos, algunos<br />

insuperables, <strong>que</strong> señalo para fijar la atención<br />

del lector. Tomó la alternativa cuando Fuentes<br />

(ya en el ocaso), Ricardo Torres (Bombita) y<br />

Rafael González (Machaquito) estaban<br />

consagrados y ocupaban lugares preeminentes.<br />

Camino de ellos llevaba Gaona;y<br />

hubiera llegado a su altura y acaso superado.<br />

Pero aparecieron Joselito el Gallo y Juan<br />

Belmonte, y parangonarse e igualarse a estos<br />

dos monstruos del toreo era prácticamente<br />

casi imposible; podría ocupar, y en efecto<br />

ocupó, uno de los lugares más inmediatos, y<br />

no era pe<strong>que</strong>ña empresa y mérito.<br />

Fue Rodolfo Gaona un torero de verdadera<br />

elegancia, junto con Antonio Fuentes;<br />

ésta es su más destacada característica,<br />

aparte de otras virtudes <strong>que</strong> detallaré. Fue,<br />

dice Don Quijote, «elegante a lo Lagartijo, a<br />

lo Fuentes, con menos afectación, con más<br />

naturalidad <strong>que</strong> éste.» En efecto, Gaona era<br />

la suprema elegancia, la elegancia personificada.<br />

A ello le ayudaba mucho su figura esbelta,<br />

bien proporcionada, armónica como<br />

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