Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

MIURA - 2002
era su nombre, y que los aficionados acudían
esperanzados, o seguros, de ver ejecutar a
Gaona algo merecededor del interés que en
él cifraban, poniendo Rodolfo de su parte
cuanto podía para complacerles. Realmente
fue su mejor época, la más sobresaliente, la
más culminante de su vida taurina, que
después no brilló ya con el mismo esplendor
e igualdad.
En 1912, como en el año anterior, toreó
en todas las corridas y en todas las plazas y
ferias de máxima importancia, alternando con
los matadores de más tronío; pero en aquella
temporada de 1912 bajó el tono en relación
con la brillantez del año anterior. Toreó 85
corridas. El 27 de mayo, alternó con
Machaquito, Gallito y Manolete I en la lidia de
ocho toros de Gregorio Campo, al entrar a
matar el cuarto, al que había toreado con el
capote y banderilleado con aclamaciones, fue
cogido y herido de bastante consideración en
el pecho. Eso le hizo perder varias corridas,
entre ellas, tres en Madrid, una en Bur-deos,
y las de las ferias de Granada y Plasencia.
Reaccionó y nuevamente fue para él
gloriosa la temporada de 1913. Dejó dicho el
distinguido crítico don Manuel Serrano García-
Vao (Dulzuras), en su anuario de 1913:
«En Madrid le hemos visto este año
nueve corridas, y no siempre con buen
ganado, y hay que afirmar que estoqueó a la
perfección y con gran valentía; toreó de capa
y muleta como el mejor, y dejó, para que
quede archivado, uno de los mejores pares
al quiebro que hemos visto.» Toreó en junto
53 corridas, perdiendo también algunas por
diversas heridas leves y por su pertinaz enfermedad.
En 1914 toreó 64 corridas,
perdiendo algunas por dos cogidas de poca
importancia: una, el 7 de junio en Burdeos, y
otra, el 18 de octubre en Zaragoza.
Entre los hechos más destacados
merecen citarse las corridas de las ferias de
Pamplona, en que cortó las orejas de casi
todos los toros que mató; la de San Sebastián,
en que ni un momen to decayó el entusiasmo
en su favor, culminando al matar recibiendo a
166
la perfección un toro de Parladés; y las de
Salamanca, en que recibió también un toro
del Saltillo, después de torearle con el capote
y banderillearle maravillosamente. Cossío nos
dice recordar perfectamente estas dos hazañas
por haber sido testigo presencial.
En 1915 toreó tan sólo 35 corridas:
un toro de Trasquila, en Puebla (México); otra
de Gómez, en Almagro (España), y otro de
Miura, en México, que le hirieron gravemente,
fueron la causa de lo corto de la temporada,
que fue muy lucida. En 1916 toreó 67, sin que
haya que contar cosa de importancia.
En 1918 actuó en 58. En esta temporada,
el 17 de junio, se celebró la Corrida del
Montepío de Toreros, en que Juan Belmonte
escribió una de las más brillantes páginas de
su historia taurina. Pero para demostrar el
gran cartel que tenía Gaona y el concepto
artístico que merecía en el público, recordaremos
que, llevando Belmonte aquella temporada
una actuación muy opaca y
empezando en la misma mediocridad aquella
famosa corrida, el público que llenaba la plaza
gritó constan-temente: «¡los dos solos! ¡los
dos solos!», significando con ello que la pareja
que les interesaba era la de Gaona y Joselito.
En 1918 toreó 60 corridas. La
epidemia de gripe desarrollada en España
obligó a suspender algunas de las corridas
contratadas por Gaona. Hay que hacer
constar que en esta temporada Gaona se
mostró en general desganado, frío, apático.
Y sin dudas estas dolencias fueron causa de
que en la temporada de 1919 no torease más
que 26 corridas. Si bien es verdad que al
principio de ellas, el 27 de abril, cortó en
Madrid la oreja al toro Vizcaíno, de Veragua,
tras de una lidia brillantísima con el capote,
las banderillas, la muleta y el estoque, también
lo es que Rodolfo tuvo radicales desigualdades
en esa temporada y de alguna
quedó larga memoria. Y como no reaccionó,
como era de esperar, en la de 1920 toreó
otras 26 corri-das, sin que en general le
acompañara el entusiasmo y la fortuna.