Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

más famoso en mi vida fue Ojeroso, un toro
noble, que lo único terrorífico que tenía era su
aparatosidad, y costaba un mundo estar
delante de él. Fue muy noble porque, a pesar
de eso, parecía que tenía que quitarse los
pitones para meterlos en la muleta, y sortear
mi cuerpo para pasar, y aun así se le pudo
hacer el toreo.»
En cuanto a la técnica para dominar a
los miureños, Domínguez asegura que
«incluso con el bueno, las series no suelen
ser largas. Hay que cambiarles de mano en
los momentos justos para sorprenderles, y
andarles bien por la cara, que es muy
complicado, ya que te puede comer precisamente
por la falta de humillación. La técnica
que a mi me ha valido es la de darles mucho
sitio, y dejarles un poco a su aire, sin
recortarles, ni abusar tampoco por alto. Se
trataba de poderles sin tocarles los costados.
Diciéndole al toro: No te molestes, no te
enfades, y así poco a poco meterlo en la
canasta.»
En otro aspecto, puedo decir que
«hemos pasado de aquel legendario de Miura,
que cuando se enteró de que Juan Belmonte
le había tocado un pitón a un toro suyo -tal fue
don Eduardo I Miura- decidió el ganadero que
había que mejorar la raza, al toro que se ha
ido adaptando al toreo moderno. Una de las
causas principales de que las figuras no se
anuncien tanto como antes con este hierro,
es que últimamente no se valoraba lo
suficiente.
ESPLÁ (Luis Francisco). Con un interesante
comentario de este matador de
toros español abrió su sobresaliente reportaje
la periodista Ana Fernández Graciani, en la
multicitada prestigiosa revista taurina
internacional: 6 TOROS 6, en su número 303,
del martes (18-04-2000). En dicho reportaje,
titulado: «Un toro para el toreo moderno»,
refiriéndose lógicamente a los miuras, publicado
en dos partes, en su II, podemos leer
de tan señalada periodista taurina:
MIURA - 2002
«La ganadería con más personalidad
de todos los tiempos, cuya sangre
predominante, Cabrera, toma su nombre de
un criador que comen-zó su andadura en
1730, encara el nuevo milenio tras cabalgar
durante más de siglo y medio de toreo bajo
las riendas de una misma familia. El hecho,
en sí mismo, ya es meritorio.
Pero, ¿habría sobrevivido una divisa,
por marcado que fuera su sello y pesada su
historia, a la evolución de la fiesta sin la
correspondiente adaptación a los nuevos
parámetros de la tauromaquia? Para
completar el reportaje que nació de este interrogante,
hablamos con varios de los
matadores de toros que cuajaron el toreo
moderno a un toro que parece rescatado de
otro tiempo.»
«Cualquier toro -explica Luis Francisco
Esplá un tanto rebuscado- que viva una
especie de anacronismo con respecto al toreo
que se plantea, tiene que desaparecer. No se
puede pensar en un toro con unas
características que no engranen con el toreo
moderno. Si el toro de Miura no se hubiese
adaptado de alguna forma, en su evolución,
en sintonía con el toreo actual, habría agonizado.
Lo que ocurre es que hay una evidencia
morfológica contrastada con otra de
comporta-miento. Esto es lo que hace distinto
al toro de Miura. Pero la distinción no quiere
decir que no entre dentro de los parámetros
fundamentos del toreo actual.»
En ese sentido, Esplá, tiene «la teoría
de que existe una relación entre morfología y
funcio-nalidad, entre las proporciones del
animal y su biomecánica. En el toro de Miura,
este es tan manifiesto que hace que su
comportamiento se diferencie de los demás.
Aunque no todos los toros de Miura son altos
y largos. Las proporciones de un toro, a la
hora de hacer el toreo, pueden distorsionarlo.
Nuestro brazo tiene unas limitaciones, y luego
hay unas distancias, tienes que evitar los
pitones y el volumen del toro. El animal crea
un círculo en torno al torero, y tiene que contrarrestar
unas fuerzas centrífugas que crea
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