Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

MIURA - 2002
disfrutando de la fortuna adquirida, falleció el
día señalado, cuando contaba ochenta y dos
años de edad y era el decano de los
matadores de toros.
CORTÉS (de los Santos, Manolo).
Matador de toros, nacido en Gines (Sevilla) el
(11-06-1949). Fue otro de los diestros que
triunfó con miuras, después de realizar
grandes faenas. Él nos cuenta al respecto:
«Me he tropezado con toros muy importantes,
como uno en Valencia, en Bilbao dos o tres,
otro en Dax, en Sevilla, en Pamplona otros
dos... Quizá, por emotiva, me quedo con una
faena de Valencia, cuando di catorce o quince
pases nada más. Hubo otro en Pamplona que
lo pinché; a aquél, si lo mato, le corto el rabo.»
Manolo Cortés no tiene empacho en
señalar que «de los toros buenos de verdad
que he podido ver en mi vida, la mitad han
sido de Miura. Luego, el que sale malo tiene
un peligro que todo el mundo lo ve. Se define
inmediatamente. Cuando te pega un arreón o
te hace una cosa fea la gente reacciona
diferente, le da más importancia.» Igualmente,
en cuanto a las reacciones extrañas que
presentan los miureños, nos relata: «Un día,
un toro de Miura en Pamplona, que era muy
bueno por el lado izquierdo, me estaba embistiendo
con mucha calidad. En un momento
vio su propia sombra reflejada al lado mío, la
miró, me miró, y ya no pude pegarle ni un
muletazo más, cambió radicalmente.»
DOMÍNGUEZ (Roberto). Matador de
toros vallisoletano el (21-02-1951). El (05-02-
1992) este autor le vio conceder la alternativa
al diestro mexicano Arturo Gilio, en la Monumental
plaza de toros México, siendo su testigo
Jorge Gutiérrez, con ganado de De Santiago,
de don Pepe Garfias.
Refiriéndose a la singular idiosincrasia
del toro de Miura dijo que «es muy agradecido.
Todo lo que se le hace, por la leyenda,
repercute mucho más. Quizá, muchos de los
que hemos podido triunfar con estos toros,
yo incluido, si a esos triunfos les quitamos el
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hierro de Miura, en algunos casos hubieran
sido menores. El peligro es la confusión que
puede crearse en el aficionado equivocado,
que al toro imposible, de genio y mal estilo,
se empeña en verlo por encima del torero.»
Roberto Domínguez está francamente
de acuerdo con su compañero José
Antonio Campu-zano, en cuanto a los
espacios que hay que concederle al de Miura,
por su volumen y largura. «Hay que dejar más
sitio y no sueles poder entrar en cercanías
con ellos.»
En cuanto al tema de los «miuras»
buenos y malos, Domínguez es muy explícito:
«Yo he visto toros extraordinarios de Miura.
Es verdad que este toro no suele tener la
emoción artística al embestir como otros
encastes, en que la humillación es la base
fundamental de la transmisión...» En esto no
estamos de acuerdo con Roberto, ya que la
«transmisión» exclusiva de los actos artísticos
es muy pobre comparada con la emoción
que produce el peligro de ver torear a un
astado bravo y poderoso. Los toros «bobos»
sólo producen emoción a los villamelones.
Domínguez, por otro lado, que «ha
habido miureños que han dejado triunfar
plenamente a los toreros.» Sin embargo,
«también tiene unas carac-terísticas
especiales para lo malo. Incluso el bueno
suele aprender al segundo o tercer muletazo,
la rapidez con que rectifica en sus embestidas
es mucho más acusada. El de Miura malo se
diferencia de todos los demás en la mirada,
en el nerviosismo, en la forma de agitar la
cabeza, en la rapidez al revolverse. Yo he
tenido la suerte de estar delante de toros muy
nobles, colaboradores, que incluso han perdonado
cuando te han tenido derribado. A mí,
particularmente, me ha hecho pasar mucho
miedo el malo, y al otro tengo mucho que agradecerle.»
En cuanto a las grandes faenas realizadas
a los de Miura, Domínguez nos dice:
«Me quedaría con la faena de mi presentación
en Bilbao, a un toro de Miura muy bravo en el
caballo, muy poderoso. Posteriormente, el