Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

MIURA - 2002
la presidencia. Aun continuó en años
posteriores la competencia, pero sin la
virulencia que en la corrida reseñada. La tarde
más gloriosa de Antonio Carmona (Gordito)
acaso sea la del (11-08-1872), en Jerez de la
Frontera (Cádiz). La corrida, de la señora
viuda de don Joaquín Murube, que habían de
torear Lagartijo y Gordito, tuvo caracteres de
competencia por convenirse de antemano
entre los espadas que cada cual habría de
lidiar un toro con absoluta independencia de
su compañero.
El público comenzó a encresparse
por juzgar que Gordito no había acudido a un
quite al picador Manuel Gallardo, que resultó
cogido, con la debida diligencia. Pero en el
quinto toro, Canilo, negro, bragado,
coliblanco, logró Antonio Carmona un triunfo
sonadísimo. Sus faenas con el capote fueron
admirables, y de ellas destacaron tres lances
a la verónica, hincado de rodillas, Dueño
del público, banderilleó inimitablemente, e hizo
gala de una faena magistral de muleta, sin
desmerecer su forma de estoquear.
En 1875 volvió Gordito a torear en la
plaza de Madrid, pero con tan mala fortuna
que el empresario hace que deje de figurar
en los carteles, en los que es sustituido por
Frascuelo. El espada promovió un ruidoso
litigio judicial con la empresa de Madrid,
permaneciendo en la corte todas las tardes
de corrida. Su desgracia de estos años
culminó en sus actuaciones de 1877 en la
propia plaza, en que había de sostener el
interés del abono en unión de Salvador
Sánchez (Frascuelo).Siguió los siguientes
años con diversas alternativas, siendo
notables las faenas que llevó a cabo en la
plaza de la Corte el (16-11-1879), estoqueando
un toro en la corrida a beneficio de
las víctimas de las graves inundaciones de
Murcia, Destellos como éste de su arte son
frecuentes y ellos sostienen el interés de su
cartel, aunque más frecuentemente da que
hablar a los aficionados por sus campañas
fuera de la plaza en torno a su competencia
con Lagartijo y hasta con Bocanegra.
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Otra limitación padecía Carmona:
unas granulaciones bajo el párpado del ojo
derecho, y las pestañas, que le arrancaban y
volvían a na-cerle, eran gran inconveniente
para su curación. Pese a ello, aun se sostiene
en competencia frente a Lagartijo durante el
año 1880, y en Murcia, el 7 de setiembre, en
la lidia del sexto toro, del duque de Veragua,
derrocha arrestos en el tercio de quites,
llegando a acostarse en la cara del toro al
remate de uno de ellos. Esta época y la de su
aparición, prolijamente reseñadas, son las
más importantes en la vida torera de Gordito.
Después se retiró, y a poco volvió a la
palestra, sin que merezca la pena seguir paso
a paso sus actuaciones. Algunas veces
recuerda las tardes en que encendiera las
pasiones del público; pero las que suceden
hasta su retirada definitiva en nada
aumentaron su gloria taurina.
Gordito fue un torero que, pese a la
actitud despectiva con que en su tiempo le
miraron los presumidos de inteligentes, tiene
una influencia notabilísima en la evolución de
la lidia. Capi-talmente, por la invención o
práctica de su famoso «quiebro», que
imprimió un carácter especial a su toreo, que
si se le llamaba ventajista, y acaso sin injusticia,
no por eso dejaba de tener un interés técnico
de primer orden.
El torear, como dicen, «fuera de
cacho»; el alejar del cuerpo las reses en su
acometida para volverlas a recoger, hecho
con el engaño, como lo hacía a cuerpo limpio,
es ardid de torear que, aun hoy, no ha perdido
imitadores y del que no podrá prescindir el
que estudie la técnica torera. Pero no parece
que todo era ventaja en el toreo de Gordito,
sino que, aunque no lo prodigara, sabía
practicar el toreo de tradición más severa, que
en sus tardes inspiradas, unido a las alegrías
que le facilitaban sus recursos citados, le
hacían triunfar de modo impresionante.
Sostenerse con su prestigio tanto
tiempo fue mérito más de estimar, si se
considera su carácter, que le enajena amistades
y simpatías. La nota más saliente de él