Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava
Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava
Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
¿verdad?<br />
-¿Ha sentido alguna vez miedo ante<br />
un toro de Miura...?<br />
-No. Y si he de serle enteramente<br />
franco debo decirle <strong>que</strong> yo no he sentido<br />
jamás miedo en la plaza ante ningún toro. He<br />
sentido, sí, una gran preocupación siempre<br />
<strong>que</strong> me vestía de torero. Las más de las<br />
veces, por la responsabilidad del público. El<br />
público de mi época era muy distinto del de la<br />
actualidad. Los toreros teníamos <strong>que</strong> ir al<br />
ruedo no sólo a vencer, sino a hacer <strong>que</strong> nuestros<br />
partidarios triunfasen en los graderíos.<br />
Ya en la plaza, siempre he estado un poco<br />
abstraído de todo el trajín de la Fiesta.<br />
Me parece <strong>que</strong> no he pensado jamás<br />
cómo habría de empezar a torear de muleta<br />
a ningún toro. Recuerdo a estos efectos una<br />
corrida en Bilbao, de Miura, en la <strong>que</strong> salió un<br />
toro sexto francamente difícil; creo <strong>que</strong> el más<br />
difícil <strong>que</strong> yo he toreado en mi vida, y también<br />
el <strong>que</strong> me proporcionó el triunfo <strong>que</strong> estimo<br />
más entero y fuerte.<br />
El toro había entrado por cinco o seis<br />
veces al caballo, arremetiendo a la ofensiva<br />
y a la defensiva a la vez, de tal manera <strong>que</strong><br />
pasó el tercio de varas sin <strong>que</strong> los picadores<br />
lograran hacerle sangre. De la misma manera<br />
transcurrió el tercio de banderillas. Maera,<br />
(<strong>que</strong> en paz descanse), con ser Maera, sólo<br />
consiguió clavarle un palo.. Estaba yo en el<br />
tercio mientras se desarrollaba a<strong>que</strong>lla lioia<br />
anormal y me acuerdo <strong>que</strong> se acercó Rafael<br />
(el Gallo), primer espada del cartel, y como<br />
dándome el pésame por adelantado, me dijo<br />
esta frase <strong>que</strong> recordaré siempre: Juan, toro<br />
<strong>que</strong> tiene nuestro contraestilo. No supe entonces<br />
lo <strong>que</strong> Rafael <strong>que</strong>ría decir con a<strong>que</strong>llo.<br />
Después he pensado <strong>que</strong> el maestro<br />
estimaba <strong>que</strong> el toro estaba empeñado a todo<br />
trance a volverse vivito y coleando a los corrales.<br />
Tocaron a matar. El toro se había <strong>que</strong>dado<br />
aculado en las tablas, en actitud poco<br />
tranquilizadora. Cogí la espada y la muleta y<br />
fui hacia él. Estaba todavía a una distancia de<br />
tres metros, cuando el toro, fijándose en mi,<br />
MIURA - 2002<br />
arremetió con furia hacia lo <strong>que</strong> él supondría<br />
era un aunténtico pelele. No había más <strong>que</strong><br />
este dilema: o huir o <strong>que</strong>darse quieto. Si huía<br />
era seguro <strong>que</strong> me cogía. Si me <strong>que</strong>daba<br />
quieto era sólo probable. Esperé y solté la<br />
muleta cuando el toro llegó a mi terreno.<br />
A<strong>que</strong>lla fiera, al verse burlada, se volvió con<br />
mayor brío y nuevamente se encontró con la<br />
muleta entre los cuernos.<br />
Así, una vez y otra y otra; por lo menos<br />
hasta diez. En realidad, yo no podía hacer otra<br />
cosa. La faena era un verdadero remolino, del<br />
cual era centro mi persona. El viento y la furia<br />
del viento, el toro. A cada doblada, éste perdía<br />
fuerza y vigor. Dentro del nerviosismo lo veía<br />
claro como el agua. Después de una de las<br />
dobladas el toro se <strong>que</strong>dó inmóvil, a menos<br />
de medio metro, junto a mi. Era evidente <strong>que</strong><br />
no podía más. Vino luego la auténtica faena<br />
de muleta. Una de las veces <strong>que</strong> más a gusto<br />
he toreado en mi vida. Con el regusto <strong>que</strong> se<br />
bebe el agua fresca después de sacarla del<br />
pozo con una cubeta pesada <strong>que</strong> nos deja<br />
los brazos destrozados...»<br />
-Habla usted de los toros de Miura<br />
como si creyese <strong>que</strong> eran los toros del éxito...<br />
-Lo eran y lo son. La misma faena realizada<br />
a un toro de Miura <strong>que</strong> a cualquier otro,<br />
tenía una cotización cien veces superior.<br />
Ahora bien: yo pienso <strong>que</strong> a los toros de Miura<br />
hay <strong>que</strong> lidiarlos -me refieron a los Miura de<br />
los años 1914 al veintiuno- de una manera<br />
distinta a los demás toros. Me parece <strong>que</strong> ni<br />
yo, ni nadie, pudo hacerle una faena<br />
preciocista a un toro de a<strong>que</strong>llos, a los <strong>que</strong><br />
había <strong>que</strong> torear siempre en plan de pelea,<br />
sin perder en ningún momento de la lidia la<br />
atención, en el hecho evidente de <strong>que</strong> el toro<br />
no se consideraría nunca definitivamente<br />
derrotado.<br />
-¿Cuál es, en su juicio, el fundamento<br />
de la leyenda tejida alrededor de los toros de<br />
Miura...?<br />
-De todo lo <strong>que</strong> llevamos hablado se<br />
desprende. Pero esta es una leyenda <strong>que</strong>,<br />
como todas, se irá desvaneciendo hasta<br />
perderse por completo en el ambiente de<br />
133