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Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

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MIURA - 2002<br />

Todos los demás toros <strong>que</strong> yo he toreado<br />

llegaban o podían llegar a un punto en <strong>que</strong> se<br />

consideraban definitivamente derrotados. El<br />

de Miura, no. He conocido, no obstante, toros<br />

de Miura tan tontos como auténticos borregos.<br />

Uno <strong>que</strong> mató en Valencia Francisco Posada,<br />

por ejemplo. Seis <strong>que</strong> yo llevé a Lima para<br />

una corrida <strong>que</strong> se celebró allí en beneficio<br />

mío salieron de los cajones en <strong>que</strong> hubieron<br />

de permanecer, a causa de cierta huelga de<br />

transporte, por espacio de tres meses, convertidos<br />

en chiquillos con cornamenta. Después<br />

de a<strong>que</strong>llo pensé muchas veces <strong>que</strong> la<br />

manera infalible de convertir en boyantes a<br />

todos los toros de Miura sería tenerlos<br />

encajonados por espacio de noventa días.<br />

-Entonces ¿usted cree <strong>que</strong> nadie haya<br />

dominado por completo a un toro de Miura...?<br />

-No. Yo los he dominando. Joselito (el<br />

Gallo), también. Y otros toreros. Yo lo <strong>que</strong><br />

quiero decirle es <strong>que</strong> sobre ser el de más difícil<br />

dominación -hablo siempre de los toros<br />

de Miura <strong>que</strong> se lidiaban en mi época-, era el<br />

toro <strong>que</strong> más pronto reaccionaba y recobraba<br />

vigor. Recuerdo este incidente de mi vida<br />

como torero, <strong>que</strong> le demostrará a usted mejor<br />

<strong>que</strong> cualquier explicación lo <strong>que</strong> le he hablado:<br />

«Fue en Bilbao. Era el toro a <strong>que</strong> voy<br />

a referirme de Miura, de pelo berrendo, muy<br />

grande y aparatosamente armado. Le hice una<br />

faena de muleta fuerte. Por efecto de ella el<br />

toro <strong>que</strong>dó derrotado, al parecer, juntas las<br />

manos y con el hocico casi a ras del suelo.<br />

Yo le di por vencido y le hice al adorno <strong>que</strong><br />

por entonces se usaba. Me arrodillé en la<br />

misma cara muy cerca de los cuernos. Así<br />

permanecí un espacio de tiempo <strong>que</strong> no<br />

sabría medir ahora, olvidado con el calor de<br />

la faena y las aclamaciones del público, de<br />

<strong>que</strong> el toro a<strong>que</strong>l era de Miura.<br />

Al cruzar como una ráfaga por mi<br />

mente esta idea, miré a los ojos del toro, <strong>que</strong><br />

tenía muy cerca de los míos. Vi en a<strong>que</strong>llos<br />

ojos una luz <strong>que</strong> no olvidaré jamás, y vi<br />

claramente <strong>que</strong> el toro había reaccionado y<br />

<strong>que</strong> en cuanto me moviera me cogía. Fueron<br />

unos segundos de angustia mortal. Era<br />

132<br />

evidente <strong>que</strong> el toro no dejaría escapar la presa<br />

<strong>que</strong> consideraba segura (como a<strong>que</strong>l viejo<br />

coyote mirando el tierno becerro en el<br />

rancho El Coloradito, en Zacatecas), y en<br />

cuanto yo intentase levantarme alargaría el<br />

cuello. Con esto sabía él <strong>que</strong> le bastaba para<br />

prenderme. Sin embargo, era preciso terminar<br />

a<strong>que</strong>lla escena como fuera. No podía<br />

prolongarse indefinidamente, por muy<br />

emocionante <strong>que</strong> el público la encontrara. En<br />

un esfuerzo supremo tiré de mi mismo con<br />

todo el vigor <strong>que</strong> me permitían mis fuerzas. Y,<br />

efectivamente, apenas había iniciado la<br />

retirada, el toro arremetió contra mi y me<br />

enganchó por la taleguilla. Fue un violento<br />

cho<strong>que</strong> del pitón contra la ropa, <strong>que</strong> la tela se<br />

<strong>que</strong>dó prendida en la punta de aquél, mientras<br />

yo rodaba por el suelo. Ya dio tiempo a <strong>que</strong><br />

Maera metiera el capote y se llevara al toro.»<br />

-¿Cuál es el toro de Miura mayor <strong>que</strong><br />

usted ha matado en su vida?<br />

-Uno en Valencia <strong>que</strong> pesó 420 kilogramos<br />

en canal. No los acusaba. Por<strong>que</strong><br />

ésta ha sido también otra característica del<br />

toro de Miura: engañar en su peso. Por su<br />

contextura agalgada; por su conformación<br />

muscular; por su agilidad, dábase con<br />

frecuencia en Miura el toro de cuatrocientos<br />

kilos en canal, tan ligero como otro de trescientos<br />

de cualquier ganadería. La leyenda<br />

tejida alrededor de esta divisa decía <strong>que</strong> en el<br />

campo obligaban a los toros a hacer gimnasia<br />

para <strong>que</strong> adquiriesen presteza, prontitud y<br />

vigor en la pelea. Nada más absurdo.<br />

-¿Cuántas corridas de Miura ha<br />

toreado usted en su vida profesional...?<br />

-No le puedo decir con exactitud; pero<br />

debe calcularse a un promedio de diez por<br />

temporada: no podía entonces celebrarse<br />

ninguna feria sin la corrida de Miura, <strong>que</strong><br />

ineludiblemente teníamos <strong>que</strong> torear José y<br />

yo. No era costumbre poner veto a ningún toro.<br />

-¿Cuántes veces le cogieron lo toros<br />

de Miura...?<br />

-Muy pocas. Y desde luego puedo<br />

afirmar <strong>que</strong>, gracias a Dios, ninguno me hizo<br />

el más leve rasguño. Perece increíble...,

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