Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

castellanos, temerosos de perder con ello
supremacía y ajustes en el ruedo madrileño;
dificultades de esta índole las pusieron todos,
especialmente Cúchares, primate en el ruedo
y maestro en astucia de entre bastidores;
los años 1847 y 48 tomó tan manifiesta
agresividad hacia Cayetano Sanz, que no
consintió alternara con espadas de primera y
segunda categoría.
En esos años toreó en corridas de novillos,
y también como sobresaliente de
espada, a la vez que banderillero, en corridas
de toros. La presión del duque de Veragua,
que le seguía protegiendo; los buenos oficios
de Capita, y hasta del propio público madrileño,
que veía en él un ídolo, allanaron algo tales
dificultades.
En el invierno de 1849, entrenándose
en el matadero, recibió una herida de
consideración en el costado derecho. Repuesto
de este percance le fue concedida la
alternativa en Madrid, toreando con él
Francisco Ariona Guillén y Julián Casas. Tenía
entonces Cayetano Sanz veinticinco años,
edad más que sobrada para tal paso.
Leopoldo Vázquez, en un artículo publicado
en Sol y Sombra, escribió que se doctoró «de
manos de Julián Casas en la corrida celebrada
el (12-09-1848), en la que se jugaron toros
de Torre y Rauri, Nautel y Suárez.»
Los buenos éxitos que en Madrid alcanzara
tuvieron eco en distintos puntos de
la Península, contratándosele ventajosamente
en 1849 en Bilbao, Alicante, Játiva y otros
sitios. En Alicante fue cogido y resultó con una
grave herida en el muslo izquierdo. La
temporada de 1850 alterna con gran
aceptación en la monumental de Madrid. Montes
y el Chiclanero le vieron matar toros de
puntas en las novilladas de primavera, y con
ellos más tarde supo y pudo alcanzar
notables triunfos Cayetano en corridas de
toros, acrecentados por la benevolencia con
que el público madrileño acogía a su paisano.
En 1851, después de torear con buen
éxito en la Corte, fue contratado por la
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empresa de Sevilla, lugar éste acaparado
taurinamente por los partidarios de Redondo
y Cúchares. A pesar del tono de burlas y poca
consideración que se tenía para con los
lidiadores extraños, Sanz alcanzó de los
aficionados sevillanos los mejores aplausos,
toreando de capa y muleta con el mejor estilo
y matando con fortuna, a pesar de que en esta
suerte solía mostrarse medroso.
En los Puertos andaluces, adonde fue
más tarde, conquistó a todos los públicos y
se ganó un cartel que le duró largos años. En
1852 siguió acrecentando su fama. Madrid le
puso a la altura de los mejores diestros
andaluces y le con-cedió tantos aplausos
como a Arjona Guillén, primate entonces de
toda la torería. Y no sólo era en su pueblo;
otras plazas castellanas habían hecho suyas
las pretensiones de los aficionados madrileños
de oponer lidiadores castellanos a los andaluces,
y en las comparaciones no salía perjudicado
el diestro de la Arganzuela.
El año 1853 toreó en Madrid con gran
acierto. Había llegado a oscurecer aquí bastante
la nombradía de otras celebridades, y la
actuación o presencia de Cayetano Sanz
constituía un espectáculo que halagaba a los
castizos y exaltados partidistas locales. En
Jerez de la Frontera mató con el Regatero, al
cual llevaba de banderillero y sobresaliente
de espada; ocho toros de Taviel de Andrade,
alcanzando un gran triunfo, y los mismos
lauros recogió en Cádiz.
En agosto de 1853 visitaron Cádiz los
Reyes, y en su honor se verificó una corrida
el día 7, matando Cayetano siete toros de Jerónimo
Mar-tínez Enriles, en honor de SS. MM.
y del público gaditano, que le distinguía con
sus mejores preferencias. En 1854 trabajó con
buena acogida y éxito en diversos ruedos de
España, cosechando en Madrid gran cantidad
de aplausos.
Fue el primer diestro español que mató
toros en Francia; actuó en Bayona, con motivo
de las bodas de Napoleón III con la condesa
de Teba, los días (06, 07 y 08-08-1854). En
1855 no toreó en su pueblo y se ofreció
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