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Algunos Diestros que Lidiaron Miuras - Fiestabrava

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MIURA - 2002<br />

Bayona. Con ocasión de estas últimas<br />

corridas se detuvo unos días en Biarritz, donde<br />

su apostura, elegancia taurina y bizarra<br />

majeza obtuvo un notable éxito mundano, especialmente<br />

entre los extranjeros, <strong>que</strong> don<br />

José María de Cossío tuvo ocasión de oir recordar<br />

en 1920 a la propia emperatriz<br />

Eugenia, <strong>que</strong> con su esposo, el Emperador,<br />

recibió y agasajó generosamente al diestro.<br />

Hallábase Tato en la plenitud de su virilidad.<br />

Peña y Goñi le recuerda con estas palabras:<br />

El «Tato» tenía una fisonomía<br />

sonrosada y picaresca; una cabeza de<br />

gavroche, en la cual jugueteaban graciosamente<br />

multitud de ricitos pendencieros;<br />

unos ojos negros, muy rasgados, <strong>que</strong> miraban<br />

con dulzura y se entornaban muchas veces,<br />

entre burlones y modestos, y una sonrisa<br />

estereotipada en los labios, atractiva y sumamente<br />

simpática, como la de Francisco<br />

Calderón. No era guapo. La nariz algo<br />

remangada y grande, y la boca, grande también<br />

y con un labio inferior grueso y colgante,<br />

rompía la armonía general; pero había tanta<br />

gracia en la persona -no con la incomparable<br />

dejadez <strong>que</strong> hacía de «Largatijo» un típo único<br />

de elegancia y distinción, sino cierta co<strong>que</strong>tería<br />

femenina, provocativa y humilde al<br />

mismo tiempo- de tal modo brillaba en la cara<br />

del «Tato» el garbo y la modestia.<br />

No encontraba el toreo del Tato<br />

contradicción seria entre los matadores de<br />

entonces. Los más maestros y famosos,<br />

como Francisco Arjona (Cúchares) o Manuel<br />

Dominguez (Desperdicios), economizaban<br />

sus esfuerzos para prolongar al máximo su<br />

decadencia, y de los nuevos unos, como<br />

Cayetano Sanz y el Salamanquino, carecían<br />

de temperamento para la emulación, y otros,<br />

como Pepete, mostraron bien claro desde el<br />

principio no tener condiciones suficientes para<br />

intentar una competencia.<br />

Un banderillero más famoso ya <strong>que</strong><br />

los matadores a quienes había servido<br />

comenzó por entonces a matar toros: Antonio<br />

Carmona (Gordito). Traía a la lidia la novedad<br />

de los <strong>que</strong> después fueron famosos<br />

220<br />

«quiebros», <strong>que</strong> había de caracterizar todo<br />

un estilo de toreo, restauración del viejo torear<br />

navarro hecho por un sevillano, y traía,<br />

sobre todo, juventud, ruido y simpatía. El público<br />

siempre hábido de sonadas competencias,<br />

va desde entonces a dividir preferencias<br />

entre dos espadas, y así comenzó la ruidosa<br />

emulación de ambos diestros.<br />

En 1862, aún no toreaba el Gordito en<br />

Madrid, pero surgieron entonces los primeros<br />

chispazos de la futura competencia por desagradables<br />

motivos de orden privado: la<br />

oposición del Tato a <strong>que</strong> Antonio Carmona<br />

figurara como espada en la corrida <strong>que</strong> en<br />

Sevilla organizara la infanta Luisa Fernanda,<br />

en favor de la beneficencia domiciliaria. No<br />

fue la temporada de 1863, en <strong>que</strong> el Gordito<br />

se presentó en Madrid, afortunada para Tato,<br />

y no ciertamente por el éxito artístico, sino por<br />

las muchas veces <strong>que</strong> le tropezaron los toros,<br />

aun<strong>que</strong> por fortuna sin consecuencias demasiado<br />

graves. Hasta fuera de la plaza le persiguió<br />

siempre la mala fortuna.<br />

En Cartagena, según la Prensa, y en<br />

el mes de agosto, estuvo a punto de ser<br />

asesinado por un licenciado de presidio. La<br />

temporada resultó con todo taurinamente<br />

brillante, afianzando el diestro la posición<br />

privilegiada de su jerarquía. Los críticos siguen<br />

viendo los defectos de en su toreo: «El los<br />

pases naturales se agacha más de lo regular»,<br />

decía El Enano ese año, y sobre todo le<br />

censura su descuido en la dirección de la lidia.<br />

La competencia con el Gordito se dibujaba<br />

con perfil más agrio. Las desavenencias<br />

aludidas entre los dos diestros habían<br />

llegado a provocar un violento cho<strong>que</strong> personal,<br />

no teniendo por entonces buen éxito<br />

las gestiones de avenencias.<br />

El Boletín de Loterías y Toros escribía<br />

el (09-02-1863): «Tenemos el sentimiento de<br />

anunciar a nuestros lectores <strong>que</strong> no es cierta<br />

la noticia <strong>que</strong> ha circulado días atrás de haberse<br />

verificado una reconciliación entre los<br />

espadas «Tato» y «Gordito.» Trascendía esta<br />

enemistad en las plazas, teniendo particular<br />

relieve en la corrida del 24 de junio en Cádiz,

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