Rubial, Santiago y la cruz de piedra - Histomesoamericana

CREENCIAS Y PRáCTICAS RELIGIOSAS EN QUERéTARO
abajo los trecientos principales, el cerro, con los mil chichimecos,
disparando las armas de fuegos, todos arrededor arriba a disparar
los cientos armas de fuegos y las banderas, caxas y
clarines de la guerra de paz, puesto la banderas dibuxado las
armas del rey nuestro señor a los dichos chichimecos, éste
dando gritos.
Digo yo, don Nicolás, capitán general mandé llamar al cacero
del cerro, que es don Lobo, chichimeco viejo, al que llamaro El
Meco, su peludo Mataro, muy baílente y otro chichimeco, que
se llama su pellido don Coyote del munte del lobo. Llegaro con
mucho obedecimiento de mi bos, de mi lengua de chichimeco,
es la hora de media nochi. Llegaro a mi presencia, subió arriba
dichos hijos míos, le di su ejemplos de su lengua de ellos, que
cepa hora qué es la Christiandad que traemos, que ay Dios,
que están nuestro Dios en el cielo, Padre Eterno, y su Santísimo
Hijo derramón su Santíssima Sangre por nosotros hombres
pecadores, porque no vamos onde está el castigo, que nos tiene
guardado en su fuego ardiendo muy altos llama; y así hijos,
que ce haga este paz, aquí traemos el bautismo y el matrimonio.
Oyéndome esta rrasón los dichos chichimecos, caballeros,
hicando ellos de rrodillas delante del padre a nuestro
presencias, precetando a mi conduto y mustrar lo manda al
rey nuestro señor que ce ha de conquistar a vosotros, entonces
se lebantaro ellos, le besó las manos y los pies al padre, y
el capitán los pies y las manos y el cetro, que dijo ellos que ce
concluya acá: y le contradijo el capitán su rrasón, que allá la
Gran Chichimecas, ha de cer la conclusión por la mañana ante
que salga el sol el día de Santiago, allá vamos todos a ser esta
conquista. Se lebantó a los chichimecos, caballeros principales
de los chichimecos, se sentaro todos ellos, llamaro el caudillo
don Fernando de Cárdena, que diesse la ropa vestir a estos
82
F
APéNDICE DOCUMENTAL
hijos, a dos brasadas de paños de an- tigua anjeo
tupido cada uno; y llamaro los mil chichimecos, le dieron una
brasada a cada uno de paños antigua anjeo. Testigo a don Lobo
y a los demás otros mecos, don Mirano. Los vistiero muy bien;
esto fuehra media nochi, y quedaro muy contentos de paz.
Porque a don Martín intérprete aquella nochi lo estaba
aberiguando y conquistando como se a de aser, y dijo el capitán
don Juan Bautista, ha de aver notificación para notificar de
sus armas a mis injércitos. Llamaron el Saurín aquella nochi, le
tomaro su pareser que dijo: muy bien viene la Christiandad,
que está de paz los chichimecas, como oyó lo que susedió que
hiso el capitán los vistió a los mil chichimecos, que disen : es
bueno vestirnos que dijo los injércitos, que disen el Saurín que
ya están notificado a sus armas, se ha de haser la guerra a
hombres a hombres sin armas ninguno. Esto dijo el Saurín, le
dijero a don Martín con sus dose capitanes, y delante a don
Juan Criado, y a su muger a doña Juana Criada, y a don
Chochone, y a don Patano, y a don Meco, don Águila, el cual
su pellido flechando un águila real, se defendió el águila debajo
de su pino cupido, le agarró los pies la flecha, testigo como se
ha de guerriar hombres a hombres ante que salgo el sol. Esto
mandamos, obedecemos la fe christianos, que trai nuestro capitán
general de la Nueba España el pueblo y cabesera de
Tula. Lleba señor don Martín, lleba esta rasón a nuestro capitán
ya estamos muy bien enterado acá la Gran Chichimecas
ante que salga el sol a de aver esta conquista. Sale a don
Martín el puesto a las tres de la nochi, con sus dose capitanes
en donde estaba la fe el puesto del cerrito colorado, onde está
el capitán que trai la fe, y le dijo: Vuestra Merced muy bien
vamos están enterado a los capitanes de allá, y estoy enterado
que quise las armas a los cathólicos, que disen allá an de guerriar
83