Rubial, Santiago y la cruz de piedra - Histomesoamericana

CREENCIAS Y PRáCTICAS RELIGIOSAS EN QUERéTARO
la Limpia Concepción y otra estampa de Ntro. P. S. Francisco".
40 Sin embargo Beaumont glosa esta noticia y agrega que:
No se encuentra en nuestro Torquemada ni en la Crónica del
padre De la Rea, ni en otras de estas Provincias franciscanas de
estos reinos, ni en otros autores algunos regnícolas, la más leve
noticia de quiénes eran estos padres fray Antonio Bermul y fray
Juan Quemada y Lazo, motivo por qué algunos han pensado que
sería equivocación de los indios, que por decir Bermúdez, dirían
Bermul; y por Torquemada, Quemada.
Esta idea es desechada por el mismo Beaumont líneas adelante
ya que Torquemada fue famoso pero "muy posteriormente
a los años de que vamos hablando". 41
Una segunda sección de la relación de Montañez se encuentra
en el capítulo 18 del libro II al hablar de la fundación
de Querétaro. Aquí, aunque los paralelismos con la fuente indígena
que utilizó el padre Santa Gertrudis son notables (presentando
también fuertes rasgos de oralidad), la Relación de
Montañez tiene algunas variantes, además de estar escrita en
primera persona. En la de Acámbaro, Santiago en la víspera
de la batalla "hizo que parase el sol", y al día siguiente, el de su
fiesta, se apareció a los combatientes, pero su compañía no
era la cruz, sino san Francisco y la Virgen; la cruz se menciona
varios párrafos adelante, pero (cosa extraña) jamás se asocia
a la aparición de la batalla; es colocada por orden de
Montañez (después de haber puesto una de madera y otra de
piedra) por petición de los chichimecas que quieren "una cruz
en forma para siempre jamás", frase que se repite varias veces
en el texto. Las olorosas piedras con las que se construyó,
encontradas también en el cerro, son en esta versión "blancas,
40 Ibidem, lib. II, cap. I, v. II, pp. 298-306.
41 Ibidem.
50
r
S A N T I A G O Y L A C R U Z D E P I E D R A
coloradas y moradas". Es notable también la ausencia total de
los franciscanos, sólo se menciona al bachiller Juan Bautista. 42
Una tercera sección de la relación indígena se transcribe
varios capítulos más adelante, al hablar de la milagrosa cruz de
piedra. 43 En este contexto, la fuente agrega un hecho prodigioso
que no había sido mencionado por ningún otro cronista: cuando
se estaba colocando la cruz de piedra en su pedestal, un
"zahori de los chichimecos" vio en el cielo unos ángeles que
colocaban palmas y coronas de rosas sobre los brazos de la
cruz bajo una hermosa nube azul. 44 Beaumont agrega que hace
mucho tiempo que la cruz no tiembla ni crece (ya tiene cuatro
varas, una más de las tres que señalan los textos antiguos) y
esto se debe a que los chichimecas han sido ya reducidos al
gremio de la Iglesia y los milagros no son por tanto necesarios.
A pesar de la trascripción que Beaumont hace de esa fuente
indígena, es sintomático que no se comprometa con toda su
narración; en esto de las apariciones, por ejemplo, avala la
versión oficial de Espinosa, que sólo menciona a Santiago y la
cruz, y vuelve a asociar el escudo como prueba de dicha versión
fundacional; por otro lado, tampoco acepta las encontradas
fechas de su fuente indígena y considera que la conquista
42 Ibidem, lib. II, cap. 18, v. Ill, pp. 102-108.
45 Ibidem, lib. II, cap. 24, v. HI, pp. 214-217.
44 "Empezaron á devisar y á mirar esta santa Cruz los indios chichimecos
con mucho cuidado: estuviéronla mirando los bárbaros hasta que no estuvieron
satisfechos, y llamaron su Zaurí que ellos tienen. Vino este Zaurí; estuvo
mirando desde arriba hasta abajo la santísima Cruz, si estaba buena; en este
tiempo vido el Zaurí cuatro angeles con palma y corona de rosas, y hermosísimos,
que les estaba poniendo en los brazos las rosas y la corona á la Santísima Cruz;
y una nube tan hermoza azul que le estaba haciendo sombra. Vido el Zaurí
aquellos milagros, se alegró y dijo en alta voz: esta es la Cruz que ha de servir
de mohonera, que dure para siempre jamás, Cruz para siempre jamás, esta es la
Cruz que queremos. Después de esto los indios rodearon la cruz, la besaron e
hicieron el mitote". Ibidem., lib. II, cap. 24, v. Ill, p. 216.
51