Toponimia e cartografía - Consello da Cultura Galega
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Aigües-Vives Pérez Piquer/Emili Casanova Y, por lo tanto, sin ceñirnos a delimitaciones administrativas como el municipio sino a las áreas lingüísticas: los topónimos de la población de Veo, valencianoparlante y así recogida en la Ley de Uso y Enseñanza del Valenciano, se escriben en valenciano aunque Veo forme parte del municipio de L’Alcúdia de Veo, hispanohablante. Con eso no queremos condenar los exotopónimos, formas que ha creado una lengua para referirse a topónimos que están en otras áreas lingüísticas; continuaremos utilizando Moscú y no Moscova, Terol y no Teruel, l’Alcúdia de Veo y no Alcudia de Veo en los contextos valencianos en que nos debamos referir. Pero en la recogida realizada nos limitamos a levantar acta de los topónimos y en este contexto no caben los exotopónimos que, por otro lado, solo existen habitualmente en la toponimia mayor y deben estar avalados por la tradición históricolingüística. 3.3.2. Interferencias lingüísticas Las dos zonas de lenguas diferentes de la Comunidad Valenciana no han tenido siempre la misma delimitación; amplias zonas valencianoparlantes fueron repobladas posteriormente por castellanohablantes. El contacto lingüístico ha dado como fruto la incorporación de valencianismos en la población hispanohablante y de castellanismos en la zona valenciano-hablante. Y ya en los últimos siglos, la castellanización de la administración ha tenido una influencia decisiva en la traducción o adaptación castellana de la toponimia de la zona valencianoparlante y en la creación de toponimia nueva, especialmente en las zonas turísticas. Cada comunidad lingüística ha dejado su huella toponímica según su manera de hablar y, como en el caso de la toponimia turística, también como consecuencia de una supuesta visión comercial. Por lo tanto, no estamos ante dos zonas lingüísticas homogéneas, sino con interferencias que tienen su reflejo en la toponimia. Esta situación refuerza aún más la necesidad de respetar el topónimo autóctono en la forma en que existe en la zona de origen y, al mismo tiempo, de descastellanizar y recuperar las formas valencianas tradicionales que siglos de prohibiciones lingüísticas han desvirtuado y corrompido. 278
3.3.3. Código lingüístico EL CORPUS TOPONÍMIC VALENCIÀ: METODOLOGÍA Y RESULTADOS El objetivo de este apartado no es hacer un estudio de las características propias de cada zona lingüística ni tampoco un estudio sociolingüístico, pero hay que plantear la situación de la toponimia valenciana para poder explicar cuáles han sido los criterios seguidos a la hora de grafiar los topónimos. El primero, además del ya citado con respecto al topónimo en la forma y en la lengua en que lo usa la población, es definir el código lingüístico a utilizar. A pesar de la variabilidad de formas a que hacíamos referencia en el párrafo anterior, hemos considerado que el criterio más racional es aplicar el código ortográfico castellano en la zona de predominio lingüístico castellano y el código ortográfico valenciano en la zona de predominio lingüístico valenciano. No obstante, se ha debido estudiar específicamente la grafía de los valencianismos presentes en la zona hispanohablante y la grafía de los castellanismos presentes en la zona valenciano-hablante. La variabilidad de las formas que aparecen en toponimia va ligada muy estrechamente a la variabilidad dialectal y a las diversas hablas vivas en nuestro territorio, bien valencianoparlantes o bien hispanohablantes. Pero la codificación ortográfica actual y la fijación del léxico —en el Diccionari Ortográfic publicado por la AVL, para el valenciano, y en el Diccionario de la Real Academia Española, para el castellano— actúan de niveladores entre toda esta variabilidad y son el punto de referencia de todos los hablantes, sean como sean las características de su habla a la hora de escribir. Por ello, en un trabajo como el que ahora presentamos se deben conjugar dos tendencias opuestas. Por una parte, la necesidad de preservar la identidad del topónimo y, por lo tanto, de respetar las formas populares que sirven de referencia identificadora; y de otra, la necesidad de fijar el topónimo según la tradición oral, pero también según la tradición escrita y la normativa lingüística propia de toda lengua de cultura. Aunque los topónimos contienen a veces formas lexicalizadas, también en muchos casos incluyen palabras del léxico común de la lengua, y no podemos actuar sin tener en cuenta la forma fijada, siempre que no se desfigure el topónimo. Hemos tratado de forma separada las palabras comunes y los nombres propios, sean de persona o de lugar, presentes en topónimos o que constituyen por ellos mismos el topónimo. Todos los aspectos a considerar en estos criterios lingüísticos se han estructurado en dos bloques, correspondientes a las dos zonas de predominio lingüístico. 279
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3.3.3. Código lingüístico<br />
EL CORPUS TOPONÍMIC VALENCIÀ: METODOLOGÍA Y RESULTADOS<br />
El objetivo de este apartado no es hacer un estudio de las características propias<br />
de ca<strong>da</strong> zona lingüística ni tampoco un estudio sociolingüístico, pero hay que<br />
plantear la situación de la toponimia valenciana para poder explicar cuáles han<br />
sido los criterios seguidos a la hora de grafiar los topónimos. El primero, además<br />
del ya citado con respecto al topónimo en la forma y en la lengua en que lo usa<br />
la población, es definir el código lingüístico a utilizar. A pesar de la variabili<strong>da</strong>d<br />
de formas a que hacíamos referencia en el párrafo anterior, hemos considerado<br />
que el criterio más racional es aplicar el código ortográfico castellano en la zona<br />
de predominio lingüístico castellano y el código ortográfico valenciano en la zona<br />
de predominio lingüístico valenciano. No obstante, se ha debido estudiar específicamente<br />
la grafía de los valencianismos presentes en la zona hispanohablante y<br />
la grafía de los castellanismos presentes en la zona valenciano-hablante.<br />
La variabili<strong>da</strong>d de las formas que aparecen en toponimia va liga<strong>da</strong> muy estrechamente<br />
a la variabili<strong>da</strong>d dialectal y a las diversas hablas vivas en nuestro<br />
territorio, bien valencianoparlantes o bien hispanohablantes. Pero la codificación<br />
ortográfica actual y la fijación del léxico —en el Diccionari Ortográfic publicado<br />
por la AVL, para el valenciano, y en el Diccionario de la Real Academia Española,<br />
para el castellano— actúan de niveladores entre to<strong>da</strong> esta variabili<strong>da</strong>d y son el<br />
punto de referencia de todos los hablantes, sean como sean las características de<br />
su habla a la hora de escribir. Por ello, en un trabajo como el que ahora presentamos<br />
se deben conjugar dos tendencias opuestas. Por una parte, la necesi<strong>da</strong>d<br />
de preservar la identi<strong>da</strong>d del topónimo y, por lo tanto, de respetar las formas<br />
populares que sirven de referencia identificadora; y de otra, la necesi<strong>da</strong>d de fijar<br />
el topónimo según la tradición oral, pero también según la tradición escrita y la<br />
normativa lingüística propia de to<strong>da</strong> lengua de cultura.<br />
Aunque los topónimos contienen a veces formas lexicaliza<strong>da</strong>s, también en muchos<br />
casos incluyen palabras del léxico común de la lengua, y no podemos actuar sin<br />
tener en cuenta la forma fija<strong>da</strong>, siempre que no se desfigure el topónimo. Hemos tratado<br />
de forma separa<strong>da</strong> las palabras comunes y los nombres propios, sean de persona<br />
o de lugar, presentes en topónimos o que constituyen por ellos mismos el topónimo.<br />
Todos los aspectos a considerar en estos criterios lingüísticos se han estructurado en<br />
dos bloques, correspondientes a las dos zonas de predominio lingüístico.<br />
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