Toponimia e cartografía - Consello da Cultura Galega
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Stefan Ruhstaller vinculaciones y estado de la cuestión” (Alvar 1984). Los datos toponímicos que aprovecha Alvar en este estudio proceden de una fuente medieval: el Libro de la Montería de Alfonso XI. Este texto, redactado hacia mediados del siglo XIV, llama la atención por su increíble riqueza en menciones de nombres de lugar menor de la mayor parte del territorio de la Península Ibérica, riqueza que lleva al autor a valorar la obra como “de incalculable valor” (ibíd., p.46). Se trata seguramente de la primera recopilación sistemática de nombres en la Península. El editor de la obra medieval comentó al respecto (Seniff 1983, XVII): 136 The area discussed in Book III extends from Galicia in the northwest to Algeciras in the south, and from the Portuguese frontier in the west to lands bordering on the Kingdom of Aragon in the east. The extensiveness of this part indicates that it may be the first comprehensive toponymic survey produced in Castilian. El Libro de la Montería contiene más de 12500 formas léxicas integradas en nombres de lugar, un material léxico que es fiel reflejo del habla local más tradicional y arraigada de las distintas regiones descritas en el texto. Para hacer fácilmente accesibles estos valiosísimos datos tanto a los toponimistas como a los lexicólogos en general, elaboré en 1995 un índice alfabético de todos los materiales toponímicos contenidos en el texto, índice que permite cotejar cómodamente los nombres por tipos, y así aprovechar el corpus de un modo sistemático. Los datos que nos suministra este corpus de nombres medievales pueden completarse con los que reflejan la toponimia actualmente en uso. Para ello disponemos de los repertorios e inventarios toponímicos que han sido elaborados, por ejemplo por la editorial Anubar o la Junta de Andalucía, para buena parte de las provincias españolas. También estos datos sincrónicos son de enorme interés para la reconstrucción de las áreas de difusión geográfica del léxico en épocas antiguas, puesto que no pocos topónimos fueron creados en la Edad Media, por lo que reflejan el léxico en uso no en la actual sincronía, sino en la medieval. 3 Vamos a ver a continuación una serie de ejemplos que considero especialmente reveladores para lo que ahora mismo nos interesa: la determinación, a través
TOPONIMIA Y GEOGRAFÍA LINGÜÍSTICA MEDIEVAL del testimonio de los nombres de lugar, de la difusión areal del léxico en épocas primitivas de la historia de la lengua y de los dialectos 2 . Veremos, además, y esto me parece especialmente importante, cómo, a partir de los hechos geográficos, podemos a menudo extraer conclusiones lexicológicas ulteriores de gran interés para la historia léxica en general y para la etimología en particular. 3.1 Es un hecho conocido el que en un determinado momento de la época medieval el arabismo retama vino a desplazar al sinónimo castellano hiniesta, descendiente del lat. GENĔSTA o GENISTA (Meyer-Lübke 1972, 319, nº 3733). No sabemos, en cambio, con exactitud cuándo se inició la difusión de este préstamo del hispanoárabe en el romance, ni cuáles fueron las regiones en las que primero arraigó. El DCECH nos informa de que retama comienza a documentarse a partir de mediados del siglo XIV como apelativo, precisamente en el Libro de la Montería. Pero, más abundantemente que como apelativo, la voz se atestigua en esta obra en función de nombre de lugar, concretamente en forma de derivados con sentido locativo-abundancial. Se citan allí: [El Camjno d]el Retamar (en tierras de Alanís, en la Sierra Morena sevillana); [La Dehesa de Sancta Maria d]el Retamar (así dos veces), [La Dehesa d]el Retamar, [Sancta Maria d]el Retamar (tres veces), Retamar, [Naua] Retamosa (dos veces), nombres de lugares de tierras de Madrid. Entre los nombres del Libro de la Montería hallamos también testimonios del sinónimo romance tradicional de origen latino: La Cabeça de Oter de Yniesta (dos veces; además var. Otero de Ynieste; en los “montes de tierra de Segovia”) y un probable representante gallego (El Heystoso). Igualmente en tierras de Segovia aparece [El Collado de] Hinestal (dos veces; en zona de Riaza); sin embargo, a juzgar por la variante [El Collado d]el Yenestal del mismo nombre, resulta más probable que se trate de una forma impuesta en el estrato mozárabe, pues Hinestal parece castellanización de un nombre mozárabe que conservaba el elemento 2 Presento otros ejemplos (mienta, mesada, maraña, barrial, collado, collada, hordio, rasa, rocha, roñal, torca, torrontera, puntal, etc.) de cómo la toponimia contenida en el Libro de la Montería ofrece claves para la geografía lingüística medieval en Ruhstaller 1994: 254-255, Ruhstaller 1995: 29-31, y Ruhstaller 1996. Extremadamente interesantes son también los materiales analizados en Gordón Peral 1992, 1993, 2002, 2004a, 2004b, 2006. 137
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TOPONIMIA Y GEOGRAFÍA LINGÜÍSTICA MEDIEVAL<br />
del testimonio de los nombres de lugar, de la difusión areal del léxico en épocas<br />
primitivas de la historia de la lengua y de los dialectos 2 . Veremos, además, y esto<br />
me parece especialmente importante, cómo, a partir de los hechos geográficos,<br />
podemos a menudo extraer conclusiones lexicológicas ulteriores de gran interés<br />
para la historia léxica en general y para la etimología en particular.<br />
3.1<br />
Es un hecho conocido el que en un determinado momento de la época medieval el<br />
arabismo retama vino a desplazar al sinónimo castellano hiniesta, descendiente del<br />
lat. GENĔSTA o GENISTA (Meyer-Lübke 1972, 319, nº 3733). No sabemos, en<br />
cambio, con exactitud cuándo se inició la difusión de este préstamo del hispanoárabe<br />
en el romance, ni cuáles fueron las regiones en las que primero arraigó. El DCECH<br />
nos informa de que retama comienza a documentarse a partir de mediados del siglo<br />
XIV como apelativo, precisamente en el Libro de la Montería. Pero, más abun<strong>da</strong>ntemente<br />
que como apelativo, la voz se atestigua en esta obra en función de nombre<br />
de lugar, concretamente en forma de derivados con sentido locativo-abun<strong>da</strong>ncial. Se<br />
citan allí: [El Camjno d]el Retamar (en tierras de Alanís, en la Sierra Morena sevillana);<br />
[La Dehesa de Sancta Maria d]el Retamar (así dos veces), [La Dehesa d]el Retamar,<br />
[Sancta Maria d]el Retamar (tres veces), Retamar, [Naua] Retamosa (dos veces),<br />
nombres de lugares de tierras de Madrid. Entre los nombres del Libro de la Montería<br />
hallamos también testimonios del sinónimo romance tradicional de origen latino:<br />
La Cabeça de Oter de Yniesta (dos veces; además var. Otero de Ynieste; en los “montes<br />
de tierra de Segovia”) y un probable representante gallego (El Heystoso). Igualmente<br />
en tierras de Segovia aparece [El Collado de] Hinestal (dos veces; en zona de Riaza);<br />
sin embargo, a juzgar por la variante [El Collado d]el Yenestal del mismo nombre,<br />
resulta más probable que se trate de una forma impuesta en el estrato mozárabe, pues<br />
Hinestal parece castellanización de un nombre mozárabe que conservaba el elemento<br />
2 Presento otros ejemplos (mienta, mesa<strong>da</strong>, maraña, barrial, collado, colla<strong>da</strong>, hordio, rasa, rocha, roñal, torca,<br />
torrontera, puntal, etc.) de cómo la toponimia conteni<strong>da</strong> en el Libro de la Montería ofrece claves para la<br />
geografía lingüística medieval en Ruhstaller 1994: 254-255, Ruhstaller 1995: 29-31, y Ruhstaller 1996.<br />
Extrema<strong>da</strong>mente interesantes son también los materiales analizados en Gordón Peral 1992, 1993, 2002,<br />
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