Toponimia e cartografía - Consello da Cultura Galega
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TOPONIMIA Y GEOGRAFÍA LINGÜÍSTICA. SOBRE LEONÉS Y CASTELLANO<br />
cuencia previa a la castellanización. Como cabría esperar, este conflicto presenta<br />
unas consecuencias evidentes en el cartografiado de la toponimia en las hojas del<br />
IGN, que es a lo que aquí me voy a referir.<br />
El antiguo dominio leonés presenta hoy, en el campo de la toponimia, un<br />
apreciable grado de compleji<strong>da</strong>d, algo que, al mismo tiempo, hace que sea especialmente<br />
interesante para el lingüista. El punto de parti<strong>da</strong> para entender esa<br />
compleji<strong>da</strong>d es el proceso histórico que ha sufrido el romance en este territorio,<br />
con una constante lucha de normas latente a lo largo de varios siglos entre el<br />
romance original que resultó del latín y el modelo castellano que paulatinamente<br />
se ha ido imponiendo hasta acabar relegando los rasgos patrimoniales leoneses a<br />
elementos aislados en el léxico. Ese conflicto de normas viene de lejos pues, ya<br />
desde la E<strong>da</strong>d Media (Morala, 2004, 555-569; 2008, 129-148), los documentos<br />
muestran un proceso lento pero constante en la castellanización que, sin embargo,<br />
en el registro oral no se ha completado desde el momento en que, aún hoy, el<br />
investigador puede obtener información directa de los hablantes de determina<strong>da</strong>s<br />
zonas. Más aún, pese a haberse acelerado el proceso de castellanización en las<br />
últimas déca<strong>da</strong>s, los trabajos de los dialectólogos durante todo el siglo XX —desde<br />
que Menéndez Pi<strong>da</strong>l (1906) publicara su conocido trabajo sobre el leonés—<br />
nos ofrecen el registro de abun<strong>da</strong>ntísimas muestras previas a la castellanización.<br />
Dejando a un lado la lengua general y centrándonos en la toponimia, una<br />
situación como la esboza<strong>da</strong> tiene inevitablemente un claro reflejo en los nombres<br />
geográficos, campo de la lengua que, como todos sabemos, es esencialmente<br />
conservador y renuente a los cambios y que, con frecuencia, constituye el último<br />
eslabón en el proceso de sustitución de una lengua por otra. Como es fácil de<br />
suponer, las huellas del leonés —entendido como un romance con soluciones<br />
diferencia<strong>da</strong>s a las del castellano— son especialmente fáciles de detectar en la<br />
toponimia. Se <strong>da</strong> el caso, incluso, de que en las zonas más intensa y antiguamente<br />
castellaniza<strong>da</strong>s esos rasgos prácticamente solo son perceptibles en la toponimia y,<br />
únicamente de forma ocasional, en algunos campos léxicos especialmente arraigados<br />
y poco receptivos a las influencias externas.<br />
Desde luego que, si nuestro objetivo es el de localizar ejemplos que nos permitan<br />
demostrar la existencia en el pasado de soluciones romances autónomas,<br />
un simple vistazo a las hojas del Instituto Geográfico Nacional o, más acorde con<br />
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