Toponimia e cartografía - Consello da Cultura Galega
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José R. Morala de la toponimia en las hojas 1:25.000 que está encargado de editar 1 . Dejando a un lado aspectos importantes como el de la norma ortográfica, las diferencias en la rotulación, etc., en el mencionado manual se dedica una especial atención a los problemas de orden filológico que plantea la toponimia, especialmente la toponimia menor, con un menor grado de normalización. A este respecto, se indica que: 106 la mayoría de los topónimos menores (edificaciones aisladas, parajes, arroyos y, en general, los orónimos e hidrónimos) recogidos en el MTN25, y especialmente la toponimia menor de las Comunidades Autónomas con el castellano como única lengua oficial, no están normalizados. (Instituto Geográfico Nacional, 2005, 18). Unas líneas más adelante, en el capítulo relativo a “Lenguas y toponimia en España”, detalla los organismos competentes en materia de normalización, algo que parece bastante claro en los casos de comunidades con un bilingüismo oficialmente reconocido. El IGN, sin embargo, se hace eco también con buen criterio de que “la pluralidad lingüística de España no se limita a las lenguas reconocidas oficialmente” y menciona de forma expresa los casos de Aragón y Asturias. Cerrando el texto, se hace una vaga mención al leonés como “dialecto histórico procedente del latín”. 2. EL áREA LEONESA A cualquier persona, sin necesidad de mayores conocimientos lingüísticos, se le alcanza que la situación del leonés en la actualidad es extremadamente precaria frente al avance de la castellanización, un proceso —por otra parte— que no se reduce únicamente a fechas recientes. En este contexto, sin embargo, un elemento de la lengua tan conservador, como es la toponimia, presenta características muy particulares en el conflicto de normas entre leonés y castellano, en la medida en que refleja, no tanto la situación actual, como una situación histórica con fre- 1 La publicación Toponimia: Normas para el MTN25. Conceptos básicos y terminología, Instituto Geográfico Nacional, Madrid, 2005 puede también descargarse desde la sección de uno de los órganos colegiados, el Consejo Superior Geográfico (CSG), en la web del Ministerio de Fomento, http://www.fomento.es.
TOPONIMIA Y GEOGRAFÍA LINGÜÍSTICA. SOBRE LEONÉS Y CASTELLANO cuencia previa a la castellanización. Como cabría esperar, este conflicto presenta unas consecuencias evidentes en el cartografiado de la toponimia en las hojas del IGN, que es a lo que aquí me voy a referir. El antiguo dominio leonés presenta hoy, en el campo de la toponimia, un apreciable grado de complejidad, algo que, al mismo tiempo, hace que sea especialmente interesante para el lingüista. El punto de partida para entender esa complejidad es el proceso histórico que ha sufrido el romance en este territorio, con una constante lucha de normas latente a lo largo de varios siglos entre el romance original que resultó del latín y el modelo castellano que paulatinamente se ha ido imponiendo hasta acabar relegando los rasgos patrimoniales leoneses a elementos aislados en el léxico. Ese conflicto de normas viene de lejos pues, ya desde la Edad Media (Morala, 2004, 555-569; 2008, 129-148), los documentos muestran un proceso lento pero constante en la castellanización que, sin embargo, en el registro oral no se ha completado desde el momento en que, aún hoy, el investigador puede obtener información directa de los hablantes de determinadas zonas. Más aún, pese a haberse acelerado el proceso de castellanización en las últimas décadas, los trabajos de los dialectólogos durante todo el siglo XX —desde que Menéndez Pidal (1906) publicara su conocido trabajo sobre el leonés— nos ofrecen el registro de abundantísimas muestras previas a la castellanización. Dejando a un lado la lengua general y centrándonos en la toponimia, una situación como la esbozada tiene inevitablemente un claro reflejo en los nombres geográficos, campo de la lengua que, como todos sabemos, es esencialmente conservador y renuente a los cambios y que, con frecuencia, constituye el último eslabón en el proceso de sustitución de una lengua por otra. Como es fácil de suponer, las huellas del leonés —entendido como un romance con soluciones diferenciadas a las del castellano— son especialmente fáciles de detectar en la toponimia. Se da el caso, incluso, de que en las zonas más intensa y antiguamente castellanizadas esos rasgos prácticamente solo son perceptibles en la toponimia y, únicamente de forma ocasional, en algunos campos léxicos especialmente arraigados y poco receptivos a las influencias externas. Desde luego que, si nuestro objetivo es el de localizar ejemplos que nos permitan demostrar la existencia en el pasado de soluciones romances autónomas, un simple vistazo a las hojas del Instituto Geográfico Nacional o, más acorde con 107
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de la toponimia en las hojas 1:25.000 que está encargado de editar 1 . Dejando<br />
a un lado aspectos importantes como el de la norma ortográfica, las diferencias<br />
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a los problemas de orden filológico que plantea la toponimia, especialmente la<br />
toponimia menor, con un menor grado de normalización. A este respecto, se<br />
indica que:<br />
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la mayoría de los topónimos menores (edificaciones aisla<strong>da</strong>s, parajes, arroyos y, en general,<br />
los orónimos e hidrónimos) recogidos en el MTN25, y especialmente la toponimia<br />
menor de las Comuni<strong>da</strong>des Autónomas con el castellano como única lengua oficial, no<br />
están normalizados. (Instituto Geográfico Nacional, 2005, 18).<br />
Unas líneas más adelante, en el capítulo relativo a “Lenguas y toponimia<br />
en España”, detalla los organismos competentes en materia de normalización,<br />
algo que parece bastante claro en los casos de comuni<strong>da</strong>des con un bilingüismo<br />
oficialmente reconocido. El IGN, sin embargo, se hace eco también con buen<br />
criterio de que “la plurali<strong>da</strong>d lingüística de España no se limita a las lenguas<br />
reconoci<strong>da</strong>s oficialmente” y menciona de forma expresa los casos de Aragón y<br />
Asturias. Cerrando el texto, se hace una vaga mención al leonés como “dialecto<br />
histórico procedente del latín”.<br />
2. EL áREA LEONESA<br />
A cualquier persona, sin necesi<strong>da</strong>d de mayores conocimientos lingüísticos, se le<br />
alcanza que la situación del leonés en la actuali<strong>da</strong>d es extrema<strong>da</strong>mente precaria<br />
frente al avance de la castellanización, un proceso —por otra parte— que no se<br />
reduce únicamente a fechas recientes. En este contexto, sin embargo, un elemento<br />
de la lengua tan conservador, como es la toponimia, presenta características<br />
muy particulares en el conflicto de normas entre leonés y castellano, en la medi<strong>da</strong><br />
en que refleja, no tanto la situación actual, como una situación histórica con fre-<br />
1 La publicación <strong>Toponimia</strong>: Normas para el MTN25. Conceptos básicos y terminología, Instituto Geográfico<br />
Nacional, Madrid, 2005 puede también descargarse desde la sección de uno de los órganos colegiados,<br />
el Consejo Superior Geográfico (CSG), en la web del Ministerio de Fomento, http://www.fomento.es.