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23 Traumatismos Craneoencefálicos (Castriotta, et al., 2007), ronquidos (Rao, et al., 2008), pesadillas, cataplejía y sonambulismo (Verma, et al., 2007), entre otras. 1.5.5. Alteraciones motoras y de la marcha. Posterior a un TCE, es posible también que se presenten alt Posterior a un TCE, es posible también que se presenten alteraciones en el movimiento (DeLisa, et al., 1998; Dumas & Carey, 2002; McFadyen, et al., 2003; Walker & Pickett, 2007) y en la marcha (Chou, et al., 2004; Ochi, et al., 1999). Se han descrito algunas de las alteraciones motoras que muestran los pacientes con TCE. Es común la presencia de paresia, ataxia, problemas de equilibrio e inestabilidad postural (Dumas & Carey, 2002; Wade, Canning, Fowler, Felmingham, & Baguley, 1997; Walker & Pickett, 2007), los cuales están relacionados de manera directa con la gravedad del TCE (Greenwald, et al., 2001). Algunas de estas alteraciones suelen empeorar a lo largo del tiempo hasta al punto que, aún después de dos años de rehabilitación, un gran porcentaje de pacientes sigue presentando algunas de ellas (Walker & Pickett, 2007). Diversos estudios acerca de las anormalidades motoras se han centrado específicamente en las alteraciones de la marcha (DeLisa, et al., 1998; McFadyen, et al., 2003; Moseley, et al., 2004; Ochi, et al., 1999; Wade, et al., 1997). A través de ellos, ha sido demostrado que posterior a un TCE los pacientes generalmente caminan con mayor lentitud (Moseley, et al., 2004; Ochi, et al., 1999), mayor dependencia de la vía visual para el mantenimiento del equilibrio y mayor balanceo antero-posterior y lateral al andar (Chou, et al., 2004; Geurts, Ribbers, Knoop, & van Limbeek, 1996). Adicionalmente, existe evidencia de que los pacientes con TCE pueden exhibir un patrón de marcha asimétrico, así como una disminución en el largo de los pasos (Ochi, et al., 1999).

24 Traumatismos Craneoencefálicos Se ha sugerido (McFadyen, et al., 2003) que algunas de estas anormalidades en la marcha pueden no deberse a una pérdida de la habilidad locomotora en particular, sino a un incremento en la precaución al andar, en personas con TCE y alta funcionalidad. No obstante, las alteraciones de la marcha pueden disminuir relativamente rápido en pacientes con TCE (McFadyen, et al., 2003). Diferentes estudios (Hawkins, Lewis, & Medeiros, 1996; Swaine & Sullivan, 1996; Wade, et al., 1997) han mostrado que varias semanas después del TCE, los pacientes incrementan significativamente la velocidad y el largo de los pasos al caminar, aunque aún muestran dificultades en otras actividades motoras más complejas, como correr, saltar sin caerse y evitar obstáculos en el camino (Swaine & Sullivan, 1996). 1.5.6. Otras alteraciones físicas. Otras alteraciones físicas y condiciones médicas pueden presentarse después de un TCE. De acuerdo con diversas investigaciones (Chamelian & Feinstein, 2004; Dischinger, et al., 2009; Hoffer, Balough, & Gottshall, 2007; Maskell, et al., 2007), el vértigo suele estar presente hasta en un 80% de las personas que han sufrido un TCE, impactando en gran medida su nivel de funcionalidad (Maskell, Chiarelli, & Isles, 2006). De hecho existe evidencia de que este síntoma está relacionado con el fracaso en la reinserción laboral (Chamelian & Feinstein, 2004). Según Dischinger et al (2009), el vértigo puede estar presente varios meses después del trauma hasta en un 18.2% de los casos. A pesar de que el vértigo posterior al TCE puede explicarse por alteraciones a nivel fisiológicas (Jury & Flynn, 2001), parece que este síntoma está también asociado a factores de orden psicológico, como la ansiedad (Chamelian & Feinstein, 2004).

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Traumatismos Craneoencefálicos<br />

(Castriotta, et al., 2007), ronquidos (Rao, et al., 2008),<br />

pesadillas, cataplejía y sonambulismo (Verma, et al., 2007),<br />

entre otras.<br />

1.5.5. Alteraciones motoras y de la marcha.<br />

Posterior a un TCE, es posible también que se presenten alt<br />

Posterior a un TCE, es posible también que se presenten<br />

alteraciones en el movimiento (DeLisa, et al., 1998; Dumas &<br />

Carey, 2002; McFadyen, et al., 2003; Walker & Pickett, 2007) y<br />

en la marcha (Chou, et al., 2004; Ochi, et al., 1999).<br />

Se han descrito algunas de las alteraciones motoras que<br />

muestran los pacientes con TCE. Es común la presencia de<br />

paresia, ataxia, problemas de equilibrio e inestabilidad<br />

postural (Dumas & Carey, 2002; Wade, Canning, Fowler,<br />

Felmingham, & Baguley, 1997; Walker & Pickett, 2007), los<br />

cuales están relacionados de manera directa con la gravedad<br />

del TCE (Greenwald, et al., 2001).<br />

Algunas de estas alteraciones suelen empeorar a lo largo del<br />

tiempo hasta al punto que, aún después de dos años de<br />

rehabilitación, un gran porcentaje de pacientes sigue<br />

presentando algunas de ellas (Walker & Pickett, 2007).<br />

Diversos estudios acerca de las anormalidades motoras se han<br />

centrado específicamente en las alteraciones de la marcha<br />

(DeLisa, et al., 1998; McFadyen, et al., 2003; Moseley, et<br />

al., 2004; Ochi, et al., 1999; Wade, et al., 1997). A través<br />

de ellos, ha sido demostrado que posterior a un TCE los<br />

pacientes generalmente caminan con mayor lentitud (Moseley, et<br />

al., 2004; Ochi, et al., 1999), mayor dependencia de la vía<br />

visual para el mantenimiento del equilibrio y mayor balanceo<br />

antero-posterior y lateral al andar (Chou, et al., 2004;<br />

Geurts, Ribbers, Knoop, & van Limbeek, 1996). Adicionalmente,<br />

existe evidencia de que los pacientes con TCE pueden exhibir<br />

un patrón de marcha asimétrico, así como una disminución en el<br />

largo de los pasos (Ochi, et al., 1999).

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