Libro fiestas 2008 - Ayuntamiento de Biar

El Día Después
El pasado 23 de septiembre,
Biar vivió uno de los acontecimientos
más importantes
en la vida del pueblo, con la llegada
y toma de posesión de D. Miguel
Ángel Cerezo Saura como párroco
de Nuestra Señora de la Asunción.
Gracias a la TV Intercomarcal
e Internet, vimos desde Madrid y
casi en directo, todos los actos de
la toma de posesión que tuvieron
lugar en la casa Abadía y en el
Ayuntamiento y que culminaron
con la celebración de la Eucaristía
en el templo parroquial.
Las palabras pronunciadas por el
Vicario durante la homilía son las
que me mueven a la reflexión y a
escribir sobre ellas cuando apenas
han transcurrido unas semanas
desde aquel venturoso día.
Nos decía D. José Abellán que la
designación de D. Miguel Ángel es
un verdadero regalo del cielo para
nuestro pueblo. Yo así lo creo, pues
la alegría y felicidad que transmitía
durante la celebración presagiaban
que, efectivamente, “ha venido
a levantar una gran esperanza”.
Mis conversaciones con familiares
y amigos sobre sus primeras actuaciones
así lo corroboran.
También decía el Señor Vicario
que el primer día es muy fácil ser
cura párroco ya que todo son abrazos,
felicitaciones y parabienes. Lo
verdaderamente difícil comienza el
día después, cuando se queda uno
sólo y llega el momento de iniciar
la misión encomendada de llevar
el evangelio a todos los biarenses.
La tarea es enorme. Más aún si
tenemos en cuenta que, al mismo
tiempo, es párroco de San Francisco
de Villena. Y, si bien es joven y
cuenta con la seguridad de que “todo
lo puede con Aquel que le conforta y
da fuerzas”, no es menos cierto que
va a necesitar mucha ayuda y el
apoyo de todos sus feligreses.
Y referente a la comunidad parroquial,
y parodiando al Vicario, pienso
que lo fácil es también el primer
día, el del impresionante recibimiento,
con todo el pueblo volcado en
aquella jornada inolvidable. Mucho
más complicado es… el día después.
172 M O R O S I C R I S T I A N S
Toma posesión de D. Miguel Ángel.
Es entonces cuando debemos tomar
conciencia de que la Iglesia somos
todos y que todos estamos llamados
a la participación y al compromiso.
Están llamados, y son necesarios,
los niños para ser acompañados y
formados en su iniciación cristiana.
Acompañamiento y formación en
el que los padres juegan un papel
fundamental, pues es en el propio
ambiente familiar donde los niños
deben vivir los primeros testimonios
de una vida cristiana y una catequesis
que preceda y enriquezca otras
formas de enseñanza de la fe.
Son imprescindibles los jóvenes,
a los que hay que atraer con los
valores del Evangelio, en contraposición
al hedonismo y materialismo
imperante en la sociedad actual.
Muy importantes son los mayores,
sin los cuales sería del todo
imposible la extraordinaria labor
social y educativa de la Iglesia,
tanto a nivel parroquial como
diocesano y nacional.
Y tampoco pueden faltar en esta
invitación a la participación y al
compromiso los enfermos, los más
débiles y necesitados, pues ellos
son los predilectos de Jesús.
La mejor manera de expresar
nuestro fervor y devoción a nuestra
patrona la Virgen de Gracia es, a mi
juicio, el trabajar junto a D. Miguel
Ángel, poniendo al servicio de los
demás todos los dones que de Dios
hemos recibido. Afortunadamente
ya hay personas comprometidas que,
desde hace mucho tiempo, vienen
trabajando en las diversas actividades
parroquiales (catequistas, Cáritas,
limpieza del templo, liturgia,
Consejo, etc…) A todas ellas nuestro
agradecimiento y deseo de continuidad,
de perseverancia.
Es pronto para hacer una valoración
de lo que está suponiendo
la presencia de D. Miguel Ángel
entre nosotros. Transcurridos unos
meses estoy seguro de la alta calificación
que nos merecerá su entusiasmo,
ilusión y dedicación a su
ministerio. Confío, igualmente, en
que él valore muy favorablemente
la ayuda y colaboración recibida. Y,
si realmente su venida ha sido un
regalo para el pueblo, yo me atrevo
a decir que igualmente, BIAR
(el castillo y su emplazamiento,
el templo parroquial, el santuario
de la Virgen, las ermitas, calles y
plazas, los parajes tan maravillosos
que nos rodean, sus gentes y
sus fiestas, etc.) es un extraordinario
regalo para él.
Me imagino lo muchísimo que
le tienen que haber hablado sobre
nuestras fiestas de Moros y Cristianos,
cada vez ya más próximas.
Pero por mucho que le cuenten
es imposible imaginar lo que en
realidad son: unas fiestas únicas
que hay que vivirlas para creerlas,
y todo ello en un marco incomparable
en honor de la Virgen de
Gracia.
Pero, como creyentes, no debemos
reducir nuestra devoción a
la Virgen a las fiestas de Mayo,
festeta, etc. Debemos manifestarle
nuestro amor haciendo realidad
todos los días la única petición que
María, la llena de gracia, nos solicita:
“haced lo que Él os diga”.
Rafael Perpiñá