Libro fiestas 2008 - Ayuntamiento de Biar

En tierras del Profeta Mahoma
Pero si algo puede ser espectacular
en las tierras centrales de la
Península Arábiga son las puestas
de sol. Los rayos del crepúsculo
arrancan mil y una tonalidades
de la árida piel de la Tierra. Estos
atardeceres al lado del fuego nunca
los podremos olvidar. Las excursiones
nos daban fuerza para continuar
con el quehacer cotidiano de
la semana que comenzaba. También
eran punto de encuentro con mucha
gente de orígenes muy diferentes,
con sus culturas, sus costumbres, en
fin, su forma de ver la vida. Y es en
la relación que llegaste a tener con
gente tan variada lo que hace que tu
mente se haga mucho más comprensiva
y mucho más tolerante.
Mi trabajo allí no es que fuese
diferente del que se pueda desarrollar
en España, la misma compañía,
los mismos sistemas, pero sí que
tenía ciertas peculiaridades, como
el volumen del proyecto. En los
países desarrollados la evolución de
las redes de telecomunicaciones es
continua y constante pero partiendo
de unas infraestructuras ya
existentes. Sin embargo, en Arabia,
era crear de la nada una red que
por volumen y por tecnología era
comparable a las nuestras y en unos
tiempos muy cortos. Los enormes
ingresos provenientes de las ventas
del petróleo permitían la financiación
de estos “megaproyectos”.
La consecuencia de un desarrollo
tan rápido es la gran cantidad de
profesionales de muy diversas disciplinas
que se necesitan para ejecutarlo.
Por eso se reclutaba gente de todas
partes. Y eso daba lugar a la otra gran
peculiaridad, un ambiente de trabajo
muy plural y multicultural.
La relación que mantenía con los
saudíes era afable. Ellos me hablaban
mucho de España, algunos la
habían visitado, Marbella como no,
pero también Granada y Córdoba.
Me contaban lo que les había impresionado
el gran legado musulmán
que había en esas ciudades. Yo les
contaba que en mi pueblo teníamos
un castillo de la época de los almohades.
Esta especial relación con ellos
fue muy importante cuando aquel
fatídico día de septiembre en el otro
lado del mundo se desmoronaban
dos torres. Los hechos acaecidos en
Nueva York nos sumieron a todos en
un profundo desconcierto y preocupación.
Algunos de los ingenieros
160 M O R O S I C R I S T I A N S
saudíes que compartían oficina
conmigo procedían de familias “bien
relacionadas” se pusieron a mi disposición
y me ofrecieron todo su apoyo.
Los días pasaron y la tensión disminuyó
(Por supuesto nuestra Embajada
también estuvo ahí).
Arabia es la cuna de Mahoma,
donde están los dos lugares más
santos para el Islam, las ciudades de
La Meca y Medina. Por motivos de
trabajo estuve desplazado en la región
de Jeda, segunda ciudad del país y
muy cercana a La Meca. Quise ir a
visitarla, pues sentía gran curiosidad
por ver la Gran Mezquita, pero fue
absolutamente imposible. La ciudad
está prohibida para todos aquellos
que no profesan la religión musulmana.
Vas por una ancha autopista que
conduce hacia la ciudad. De repente,
te encuentras con una indicación de
desvío para los “no musulmanes” y
te tienes que apartar del camino a la
Meca. De nada sirvió mi insistencia,
les dije que era “Moro Vell” de toda la
vida, pero, ni por esas.
Decir por último que aún siendo
un país difícil en cuanto a su rigidez
política y religiosa, también es cierto
que nos dio una extraordinaria
oportunidad de convivir con muchas
personas de muy dispar procedencia
y conocer de sus culturas. Pudimos
disfrutar de unos paisajes inéditos
tanto en las llanuras desérticas de
su parte central como de las agrestes
montañas de la región de Abha
ya fronteriza con Yemen. Bucear
en las “vírgenes” aguas del Mar
Rojo y apreciar sus arrecifes aún no
dañados que nos mostraron su gran
riqueza en corales y sus exóticos
habitantes. Las nítidas aguas del
Golfo Pérsico también nos bañaron.
De esta zona procede, en gran
parte, la inmensa reserva petrolífera
del Reino. Y ya, como conclusión,
deciros que fueron unos años
vividos intensamente que marcaron
definitivamente el curso de nuestra
vida. No he pretendido ni mucho
menos hacer un profundo análisis
de aquella sociedad, simplemente
contaros las vivencias de una familia
de Biar por las Tierras del Profeta
Mahoma.
Sixto Santonja Hernández