Romancero viejo Anónimo
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Demos la vuelta, señores, demos la vuelta a enterrarlos; haremos a Dios servicio y honraremos los cristianos. Ellos estando en aquesto, llegó don Diego de Haro: -Adelante, caballeros, que me llevan el ganado; si de algún villano fuera ya lo hubiérades quitado, empero, alguno está aquí a quien place de mi daño. No cumple decir quién es, que es el del roquete blanco. El obispo, que lo oyera, dio de espuelas al caballo. El caballo era ligero y saltado había un vallado, mas al salir de una cuesta, a la asomada de un llano, vido mucha adarga blanca, mucho albornoz colorado y muchos hierros de lanzas que relucen en el campo. Metido se había por ellos como león denodado; de tres batallas de moros las dos ha desbaratado, mediante la buena ayuda que en los suyos ha hallado; aunque algunos de ellos mueren, eterna fama han ganado. Todos pasan adelante, ninguno atrás se ha quedado; siguiendo a su capitán, el cobarde es esforzado. Honra los cristianos ganan, los moros pierden el campo: diez moros pierden la vida por la muerte de un cristiano; si alguno de ellos escapa, es por uña de caballo. Por su mucha valentía toda la presa han cobrado. Así, con esta victoria como señores del campo, se vuelven para Jaén con la honra que han ganado.
-¡Buen alcaide de Cañete, mal consejo habéis tomado en correr a Setenil, hecho se había voluntario! ¡Harto hace el caballero que guarda lo encomendado! Pensaste correr seguro y celada os han armado. Hernandarias Sayavedra, vuestro padre os ha vengado, ca cuerda correr a Ronda y a los suyos va hablando: -El mi hijo Hernandarias muy mala cuenta me ha dado; encomendéle a Cañete, él muerto fuera en el campo. Nunca quiso mi consejo, siempre fue mozo liviano, que por alancear un moro perdiera cualquier estado. Siempre esperé su muerte en verle tan voluntario, mas hoy los moros de Ronda conocerán que le amo. A Gonzalo de Aguilar en celada le han dejado. Viniendo a vista de Ronda, los moros salen al campo. Hernandarias dio una vuelta con ardid muy concertado, y Gonzalo de Aguilar sale a ellos denodado, blandeando la su lanza iba diciendo: -¡Santiago, a ellos, que no son nada, hoy venguemos a Fernando! Murió allí Juan Delgadillo con hartos buenos cristianos; mas por las puertas de Ronda los moros iban entrando, venticinco traía presos, trescientos moros mataron, mas el viejo Hernandarias no se tuvo por vengado. Romance de Fernandarias
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-¡Buen alcaide de Cañete,<br />
mal consejo habéis tomado<br />
en correr a Setenil,<br />
hecho se había voluntario!<br />
¡Harto hace el caballero<br />
que guarda lo encomendado!<br />
Pensaste correr seguro<br />
y celada os han armado.<br />
Hernandarias Sayavedra,<br />
vuestro padre os ha vengado,<br />
ca cuerda correr a Ronda<br />
y a los suyos va hablando:<br />
-El mi hijo Hernandarias<br />
muy mala cuenta me ha dado;<br />
encomendéle a Cañete,<br />
él muerto fuera en el campo.<br />
Nunca quiso mi consejo,<br />
siempre fue mozo liviano,<br />
que por alancear un moro<br />
perdiera cualquier estado.<br />
Siempre esperé su muerte<br />
en verle tan voluntario,<br />
mas hoy los moros de Ronda<br />
conocerán que le amo.<br />
A Gonzalo de Aguilar<br />
en celada le han dejado.<br />
Viniendo a vista de Ronda,<br />
los moros salen al campo.<br />
Hernandarias dio una vuelta<br />
con ardid muy concertado,<br />
y Gonzalo de Aguilar<br />
sale a ellos denodado,<br />
blandeando la su lanza<br />
iba diciendo: -¡Santiago,<br />
a ellos, que no son nada,<br />
hoy venguemos a Fernando!<br />
Murió allí Juan Delgadillo<br />
con hartos buenos cristianos;<br />
mas por las puertas de Ronda<br />
los moros iban entrando,<br />
venticinco traía presos,<br />
trescientos moros mataron,<br />
mas el <strong>viejo</strong> Hernandarias<br />
no se tuvo por vengado.<br />
Romance de Fernandarias