Romancero viejo Anónimo
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las andas en que ella iba de luto las vi cubrir, duques, condes la lloraban todos por amor de ti; dueñas, damas y doncellas llorando dicen así: -¡Oh triste del caballero que tal dama pierde aquí! -Compañero, compañero, casóse mi linda amiga, casóse con un villano, que es lo que más me dolía. Irme quiero a tornar moro allende la morería, cristiano que allá pasare yo le quitaré la vida. -No lo hagas, compañero, no lo hagas, por tu vida. De tres hermanas que tengo darte he yo la más garrida, si la quieres por mujer, si la quieres por amiga. -Ni la quiero por mujer, ni la quiero por amiga, pues que no pude gozar de aquella que más quería. Muy malo estaba Espinelo, en una cama yacía, los bancos eran de oro, las tablas de plata fina, los colchones en que duerme son de una holanda muy fina, las sábanas que le cubren en el agua no se vían, Compañero, compañero... Romance de Espinelo
la colcha que en ella ponen sembrada es de perlería; a su cabecera tiene Mataleona, su amiga, con las plumas de un pavón la su cara le resfría. Estando en este solaz tal demanda le hacía: -Espinelo, mi Espinelo, ¡cómo naciste en buen día! El día que tú naciste la luna estaba crecida, ni punto le sobraba, ni punto le fallecía. Contádesme, Espinelo, contádesme vuestra vida. -Yo te lo diré, señora, con amor y cortesía: mi padre era de Francia, mi madre de Lombardía; mi padre con su poder a Francia toda regía. Mi madre como señora una ley hecha tenía: la mujer que dos pariese de un parto y en sólo un día, que la den por alevosa y la quemen por justicia, o la echen en la mar, porque adulterado había. Quiso Dios, y su ventura, que ella dos hijos paría de un parto y en una hora que por deshonra tenía. Fuérase a tomar consejo con tan loca fantasía a una cautiva mora, sabia en nigromancía. -¿Qué me aconsejas, la mora, por salvar la honra mía? Respondiérale: -Señora, yo de parecer sería, que tomases a tu hijo, el que te se antojaría, y lo eches en la mar en un arca de valía bien embetunada toda, mucho oro y joyería, porque quien al niño hallase de criarle se holgaría. Cayera la suerte en mí, y en la gran mar me ponía, la cual estando muy buena arrebatado me había
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la colcha que en ella ponen<br />
sembrada es de perlería;<br />
a su cabecera tiene<br />
Mataleona, su amiga,<br />
con las plumas de un pavón<br />
la su cara le resfría.<br />
Estando en este solaz<br />
tal demanda le hacía:<br />
-Espinelo, mi Espinelo,<br />
¡cómo naciste en buen día!<br />
El día que tú naciste<br />
la luna estaba crecida,<br />
ni punto le sobraba,<br />
ni punto le fallecía.<br />
Contádesme, Espinelo,<br />
contádesme vuestra vida.<br />
-Yo te lo diré, señora,<br />
con amor y cortesía:<br />
mi padre era de Francia,<br />
mi madre de Lombardía;<br />
mi padre con su poder<br />
a Francia toda regía.<br />
Mi madre como señora<br />
una ley hecha tenía:<br />
la mujer que dos pariese<br />
de un parto y en sólo un día,<br />
que la den por alevosa<br />
y la quemen por justicia,<br />
o la echen en la mar,<br />
porque adulterado había.<br />
Quiso Dios, y su ventura,<br />
que ella dos hijos paría<br />
de un parto y en una hora<br />
que por deshonra tenía.<br />
Fuérase a tomar consejo<br />
con tan loca fantasía<br />
a una cautiva mora,<br />
sabia en nigromancía.<br />
-¿Qué me aconsejas, la mora,<br />
por salvar la honra mía?<br />
Respondiérale: -Señora,<br />
yo de parecer sería,<br />
que tomases a tu hijo,<br />
el que te se antojaría,<br />
y lo eches en la mar<br />
en un arca de valía<br />
bien embetunada toda,<br />
mucho oro y joyería,<br />
porque quien al niño hallase<br />
de criarle se holgaría.<br />
Cayera la suerte en mí,<br />
y en la gran mar me ponía,<br />
la cual estando muy buena<br />
arrebatado me había