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Cuentos para contar_cap 3 - Secretos Para Contar

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94<br />

—¿Y eso que huele a sol y a sudor humano, qué es?<br />

—Mi ración de fororo con panela.<br />

Pero el Wanuluu no se convenció y volvió a insistir con una<br />

vocezota:<br />

—¿Dónde esta tu compañero?<br />

—He dicho que no tengo compañero —contestó el burro.<br />

—¡Si no me dices la verdad te mataré! —dijo Wanuluu.<br />

El Wanuluu tomó su puñal de hueso y se acercó al olivo donde se<br />

escondía el hombre. El burrito, empeñado en salvar a su amo, se volteó<br />

y le dio una tremenda patada que lo lanzó contra unas piedras.<br />

Pero el Wanuluu se levantó como si no hubiera sentido nada.<br />

—¡Caramba! —dijo en un susurro—. ¿Por qué me tiras piedras? No<br />

debías tirarme piedras.<br />

Y lo amenazó con su puñal de hueso. Comenzó entonces una<br />

lucha violenta entre el Wanuluu y el burrito. El Wanuluu hacía<br />

silbar el puñal y el burrito saltaba y daba patadas. Pero el Wanuluu<br />

parecía no cansarse. Daba un golpe. Y otro golpe. El hombre<br />

miraba desde su escondite, callado, casi sin respirar. Y no pensó<br />

en salir a defender a su burro.<br />

Cuando el burrito ya no podía más, el Wanuluu lo dejó en el<br />

suelo, montó su caballo y desapareció sin dejar huellas. Entonces<br />

el hombre salió de su escondite.<br />

—Mira, pues —dijo al burrito—. Yo no sabía que hablabas como<br />

nosotros—. Y nada más. Ni siquiera le dio las gracias por haberle<br />

salvado la vida. Trató de montarlo y seguir su camino.<br />

Pero el burro estaba tan herido que ya no podía caminar.<br />

Entonces el hombre se fue solo y dejó al burrito tendido en el<br />

camino. Cuando llegó a la casa de su familia, contó su gran aventura.<br />

Pero no habló del burrito.<br />

—¡Fui yo! —dijo—. Fui yo quien venció al Wanuluu.

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