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Cuentos para contar_cap 3 - Secretos Para Contar

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DE LA TRADICIÓN UNIVERSAL<br />

Bulto de sal<br />

Hace tiempo vivía un hombre que tenía mala suerte, la peor de<br />

las suertes. Tenía tan mala suerte que en los pocos días de verano,<br />

cuando salía de su casa, una nube venía a situarse sobre su cabeza y<br />

se ponía a llover, solo <strong>para</strong> él. Todos sus conocidos —porque amigos<br />

no tenía, tal era su suerte —lo llamaban Bulto de sal, lo que con<br />

el uso se había convertido en su nombre: Bultoesal. A fuerza de<br />

desgracias y sinsabores comenzó a preguntarse por las raíces de su<br />

infortunio y se le ocurrió que la culpable de todo era su madre. Es<br />

una tendencia muy humana y particularmente masculina, esa de<br />

culpar a la madre de todos los males y Bultoesal no fue la excepción.<br />

Se fue a ver a su señora madre y le preguntó qué era lo que<br />

ella había hecho mal <strong>para</strong> que su suerte fuera tan negra.<br />

—¡No señor!, —le respondió la honorable mujer—. Hasta donde yo<br />

sé todo lo hice bien. Además, no lo hice sola, su papá y yo todo<br />

lo hicimos bien. Mejor dicho: si usted quiere averiguar por qué<br />

tiene mala suerte lo que tiene que hacer es hablar con Dios o con<br />

el destino—. Como es tan difícil hablar con el destino, Bultoesal<br />

se fue a hablar con Dios.<br />

Apenas había dado sus primeros pasos en el camino hacia Dios,<br />

cuando se encontró con un lobo. No era un lobo como esos que<br />

aparecen, tan a menudo, en los cuentos. Éste era un pobre lobo hambriento,<br />

todo pellejo y huesos, mueco, que más que miedo producía<br />

lástima. Al ver pasar a Bultoesal, el lobo se atrevió a preguntarle <strong>para</strong><br />

dónde iba, a lo que Bultoesal respondió que iba a hablar con Dios. Si<br />

lo encuentras, por favor pregúntale cómo puedo saciar mi hambre—.<br />

Y Bultoesal siguió su camino en busca de Dios.<br />

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