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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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Cabe preguntarse aquí qué significa consumir en la sociedad decimonónica y<br />

quién tenía el derecho a dicha actividad. Durante el periodo en que transcurre la<br />

novela, 1868-1875, la clase media madrileña buscaba la consolidación de su posición<br />

social, y la manera más visible de hacer público este ansiado rango social es a través<br />

de lo que Thorstein Veblen llamó “consumo ostensible”, esto es, el consumo<br />

especializado de bienes como prueba de fortaleza pecuniaria. En Teoría de la clase<br />

ociosa (1899) Veblen analizó la estrecha relación entre el consumo ostensible, la<br />

categoría social y la movilidad de clase para concluir que “la base sobre la que<br />

descansa en último término la buena reputación en toda comunidad industrial<br />

altamente organizada es la fortaleza pecuniaria. Y los medios de mostrar esa fortaleza<br />

y de conseguir un buen nombre son el ocio y un consumo ostensible de bienes” (98-<br />

99). Los objetos que Isidora admira en los escaparates, así como los reglamentarios<br />

paseos domingueros por la Castellana constituyen esos medios ostensibles que<br />

aseguran la posición social, o al menos, la apariencia de la misma. Es por ello que el<br />

deseo que define al personaje pronto deviene en necesidad de lujo como marca social:<br />

Necesitaba comprar algo… Entró en una tienda de paraguas a comprar una<br />

sombrilla… Después compró guantes… Después de adquirir un abanico no<br />

pudo resistir a la tentación de comprar un imperdible… vio ciertos pendientes<br />

que, una vez puestos, habrían de parecer como nacidos en sus propias orejas.<br />

Comprólos, y no tardó en enamorarse de un portamonedas. ¿Cómo podía<br />

pasarse sin aquella útil prenda, tan necesaria cuando se tiene algún dinero?<br />

Siguió viendo cosas, y a cada instante emigraban las pesetas y los duros, ya<br />

para tomar algo de perfumería, ya para horquillas, bien para una peina<br />

modesta, bien para papel de cartas. Verdaderamente no se podía pasar sin<br />

papel de cartas. (La desheredada 173-74)<br />

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