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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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morirá a manos del hermano de Isidora en el suburbio, poniendo de manifiesto la<br />

naturaleza oscura y deshumanizada de estos lugares periféricos. Asimismo, el hecho<br />

de que la muerte esté relacionada con miembros de la familia del personaje advierte<br />

del destino trágico de Isidora, cuyas desgracias –a modo de enfermedad hereditaria<br />

que se transmite por la sangre— están originadas en las fantasías que su padre le mete<br />

en la cabeza y con las que la atrae a la ciudad. Precisamente por ello, estos espacios<br />

estarán dominados por una fuerza de expulsión que contrasta con la fuerza centrípeta<br />

que el centro ejerce sobre el personaje. En una escena significativa que cierra la<br />

primera parte de la novela, tras haber sido rechazada por la que ella cree su abuela, la<br />

marquesa de Aransis, Isidora siente morir –no es casual que Galdós titule este capítulo<br />

“Suicidio de Isidora”—ante la posibilidad de regresar a la periferia (geográfica y<br />

social), pero al penetrar en las calles céntricas de Madrid, bulliciosas y rebosantes de<br />

gente, vuelve a la vida. La fuerza centrípeta es restaurada por medio de la sensación<br />

revitalizadora que el centro genera: “A medida que se acercaba a la zona interior de<br />

Madrid y recibía su calor central, se iba robusteciendo en ella la idea del vivir, del<br />

probar, y del ver y del gustar. Había sofocado una vida para fomentar otra” (273). En<br />

un largo paseo que recuerda en gran medida a las peregrinaciones por Madrid de Larra<br />

y especialmente al paseo visual del Magistral en La Regenta, para quien el centro<br />

provinciano era igualmente sinónimo de vida, poder y pasión, Isidora encuentra en el<br />

recorrido urbano un enorme consuelo y placer, una transición del caos al orden,<br />

ilustrando las palabras de Ramos de que “el paseo ordena, para el sujeto, el caos de la<br />

ciudad, estableciendo articulaciones, junturas, puentes entre espacios (y<br />

acontecimientos) desarticulados” (“Decorar la ciudad” 166). Orden es sinónimo de<br />

vida, y para ello, el paseo por el centro urbano, con sus connotaciones identitarias de<br />

clase, significará jerarquización y condicionamiento social. El renacer no sólo se<br />

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